Una original bienvenida (Kyrian)

por Invitado Vie Abr 29, 2011 7:37 pm

Acababa de llegar a París, como quien dice. Abría los brazos al viento y se dejaba llevar, prácticamente, como si volara, cerrando los ojos y sintiendo esas suaves y frescas caricias sobre su ya fría piel, que se estremecía erizándole el vello del cuerpo. Terpsícore, junto a su longevidad, era alguien que no tenía reparos en mostrar lo que sentía. ¿Y quién iba a observarla de noche, si era otro como ella o algún loco demente preso de la cuerda curiosidad? Al finalizar la bocanada de aire frígido, Terpsícore siguió andando por aquel campo lleno de verdor y vida por doquier. Encontraba animales por todas partes, y en cada rincón era capaz de ver la belleza y armonía que para alguien normal sería imposible de divisar. Y así continuó caminando, entre hierbas y el bardo silencio.

Se preguntaba miles de cosas, para casi ninguna hallaba respuesta, pero esas pocas respuestas bastaban para crearle más preguntas. Y mientras buscaba esas respuestas que le faltaban sonreía observando esa luna a la que conocía demasiado bien…
Se apresuró a llegar a cualquier parte desconocida de la ciudad, observándola. Y no sabía por qué, pero sentía que la seguían. ¿O era que más de cuatro mil años de alerta te acababan trastornando la cabeza? Dejó que la noche transcurriera como debiera transcurrir y siguió caminando encarcelada por el deseo hacia algún lugar libre de urbanismo, terminando adentrándose en un paraje tan natural, tan bello, como la vida misma.

Acercóse aún más al interior de ese paraje que la llamaba desde lo más profundo y, con una suave ojeada, lo recorrió por encima, dándole el visto bueno para continuar explorando. Y se seguía sintiendo observada… ¿Era acaso que ese algo era el verdadero curioso? - Buenas noches… - saludó susurrando, pues la experiencia misma te termina otorgando el don de aprender cuándo podías saber si estabas con alguien, o si estabas completamente solo.

por Invitado Mar Mayo 03, 2011 6:35 am

Después de tantos siglos deambulando sin rumbo fijo, viajando a cualquier parte del mundo que se le antojara, conociendo hermosas mujeres y matando a algún que otro vampiro incauto que se cruzaba en su camino solamente que por el simple placer de estorbarle y acababa encontrando la muerte de cara, Kyrian finalmente parecía que encontraba el lugar perfecto para establecerse por algún tiempo. Quién sabía, ¿quizás hasta sentaba la cabeza? No, eso nunca. Le gustaba su existencia tal y como era ahora, sin ningún tipo de ataduras.

Apenas llevaba medio día en aquella ciudad que denominaban de “la luz y el amor” y casi no pudo esperar a que su única amada, la noche, hiciera acto de presencia para salir a pasear. Sin embargo, aún no quería entrar en las concurridas calles céntricas de París, prefería pasar aquella primera noche en un lugar más desierto, disfrutar de algo de paz y aire fresco y sin saberlo, mientras sus pensamientos divagaban en esa idea a unos cuantos metros se encontraba el bosque de París, el paraje perfecto.

Sin dudarlo se adentró en él, caminando hasta la zona más recóndita, allá donde nadie podría molestarle o eso creyó, ya que antes de llegar a donde pretendía, escuchó unos pasos más adelante. Se subió a la rama baja del árbol más cercano y trepó, avanzando a su vez hasta descubrir a qué persona, o mejor dicho ser, se le había ocurrido la misma idea que él. Pronto descubrió la silueta de una fémina recortada contra la sombra que producían los leves rayos de luna que se filtraban sobre la arboleda. No tardó ni medio segundo en reconocer su esencia, sin duda era una vampiresa y con los sentidos bien agudos, puesto que enseguida le sintió cerca suyo, muestra de que estaba entrenada, seguramente fuera una vampira con mucha experiencia.

- Buenas noches Mademoiselle. – Contestó a su vez cayendo limpiamente enfrente de la vampira.

- Veo que tengo el placer de encontrarme con otra “alma” solitaria que disfruta del silencio sobre el ajetreo Parisino. – Su voz sonaba distraída, como si aquella presencia no significara en absoluto nada para él.

- Pensé que todas las mujeres hermosas aquí disfrutaban de torturar a los humanos con sus encantos para después dejarlos en las simples mieles del éxito. – Una media sonrisa elevó una de las comisuras de sus labios, hablando con un deje marcado de ironía mientras su mirada escrutaba el fino rostro de la mujer hasta posarse directa en su mirada.

por Invitado Mar Mayo 10, 2011 6:05 pm

Y como si de un augurio se tratara aquella voz masculina emergió de entre las sombras para a los poco segundos tomar forma en el cuerpo de un hombre que caminaba hacia ella mientras hablaba. Ter se quedó igual: quieta, segura, con los ojos fijos en la figura y los brazos cruzados. Siempre lanzando una mirada de curiosidad y al mismo tiempo de intriga y de misterio. Lo escuchó atenta a sus palabras y a sus movimientos, y no pudo evitar una media sonrisa al observar aquellos ojos jóvenes e impetuosos a primera vista - Quizá lo haya hecho ya y sólo esté descansando, ¿no lo ha pensado? - rió suavemente mostrando los dientes y entornando los ojos después - Aunque gracias por el halago - reconoció con un tono más bien neutro.

Apoyó el peso en una pierna girando con esto su cadera. Respiró calmadamente, esperando algo por parte del individuo. Luego recordó que los modales se habían ido perdiendo con el paso del tiempo, y fue ella la que dio el primer paso - ¿Quién es usted, caballero? ¿Y qué hace en un lugar como este, al que suelen acudir las almas desprovistas de un destino fiel? - preguntó ladeando la cabeza y provocando con ello que los pendientes y algún travieso mechón de pelo suelto bailaran con el aire.

Mientras esperaba respuesta se dejó embriagar por una suave ráfaga de viento que acarició la zona con infinita ternura y con la cual bailó en sus pensamientos, cerrando los ojos y sintiendo el viento rozar su piel.

Off: Lamento la tardanza, el instituto me tiene absorvida X_X

por Invitado Jue Mayo 12, 2011 6:24 am

No se movió ni un ápice de su sitio, sosteniendo la mirada de la vampira quien parecía relajada con el encuentro. Él, por el contrario, siempre estaba alerta a su alrededor pendiente al más ligero cambio de sonidos, o extinción de estos que nunca solía traer consigo nada bueno.

- Lo dudo Mademoiselle, la pesadumbre y sopor que refleja su mirada me revela que se encontraba usted tan aburrida como aquí hasta ahora.

Caminó a su alrededor para después parándose a su espalda, de espaldas a ella, mirando ahora hacia la zona más profunda del bosque oscurecida completamente debido a la espesura de los árboles que recubría aquella parte.

- Que falta de educación por mi parte. Soy Kyrian Hunter, un alma completamente desprovista de destino, por lo que este lugar casa a la perfección conmigo, ¿no cree….?

Alargó la pregunta esperando ahora su presentación a la vez que se giraba para quedarse ahora frente a su espalda intuyendo que ella no tardaría en girarse también puesto que, siendo una dama tan educada como dejaba ver, poseería la noción básica de mirar a quien se presentaba. Él, por el contra, aborrecía toda clase de protocolos, prefería vivir la vida en su momento justo y con libertad de hacer lo que mejor le pareciera.

- Hace una noche espléndida para caminar. Además, necesito alimentarme y por estos suele haber humanos inconscientes que creen una digna prueba de valor el adentrarse en los bosques en plena noche demostrando que no tienen miedo a ningún peligro y lo que no saben reconocer que el verdadero peligro es su misma insensatez. La misma que les acaba costando la vida al cruzarse con el ser equivocado en el momento equivocado… o el más beneficioso para nosotros.

A pesar de su último palabrerío Kyrian no era un asesino de humanos. Nunca tomaba de ellos más de lo necesario. Era solamente una prueba para descubrir la ideología de la vampira, una prueba que nunca descubriría puesto que hacía demasiado tiempo que había aprendido a bloquear su mente para que nadie pudiera acceder a ella sin su consentimiento.

Él era un asesino, sí. Y de los más eficaces. Pero esto solo se aplicaba a aquellos que se merecían encontrarse con el filo de sus armas. El resto del mundo, si no se le atravesaba en sus propósitos, bien podía seguir como estaba. Y así, esperando las respuestas de la mujer, comenzó a adentrarse nuevamente a la zona oscura del bosque, su aliada.

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