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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Diétrich Von Kraft Vie Dic 30, 2011 6:41 pm

“burdel:…antro de perdiciones y lujurias que corrompen el alma del hombre…”

Eso me habían dicho los sacerdotes cuando estudiaba con ellos en Italia…Claro que sus palabras nunca habían sido muy creíbles. Sobre todo porque todos los estudiantes sabíamos con lujo de detalles que la mayoría del clérigo, ósea, todos nuestros superiores, se iban a esos “antros de perdiciones” en cuanto tenían oportunidad…Pero eso era otra historia.

Mis dedos intentaron aflojar ligeramente la estrecha camisa que apegada a mi cuello me hacía parecer aun más rígido y malhumorado de lo normal. El roce de aquella tela, suave en un principio, me incomodaba en cada parte de mi cuerpo. La ropa tan tiesa, tan almidonada, me hacia sentir como un muñeco artificial…Con lo cómodo que estaba yo con una camisa holgada y mis pantalones de entrenamiento...

Vestido en la más estricta etiqueta, con sombrero de copa y bastón incluido me encamine hacia el burdel con paso decidido y la mirada fija al frente, mientras mis zapatos resonaban sobre la piedra. El suelo humedecido por la neblina de las altas noches parisinas me rodeaba conduciéndome hasta mi destino. Se trataba de una noche de trabajo.

Visualice la puerta de aquella morada, pensando en los problemas que siempre se me venian encima al ser espía…Con lo fácil que sería vivir en las afueras, dedicarse a plantar verduras o alguna cosa así…pero no. Aun estaba en deuda con el vaticano, aun me quedaban algunos años para comprar mi libertad.
Así que una vez mas me veía disfrazado para sacarle información a cierta “dama” que en principio albergaba más de una respuesta interesante.Di un suspiro y seguí caminando intentando sacar esas ideas de irme al campo, pues esta noche tenía que estar lucido, con suerte obtendria las respuestas que necesitaba y podria irme con rapides a casa, no deseaba pasar mas que lo estrictamente necesario en aquel lugar.

Me pare un instante y saque un momento aquellas gafas redondas para leer el papel que me habían dado. Rebuscando en mi bolsillo saque una pequeña nota escrita con una letra caligráfica que apenas se entendía. Mis superiores me mandaban información en alemán, en italiano y en francés, pero a veces habian confusiones y me mandaban una mitad en cada idioma…era normal que nunca les entendiese del todo qué diantres querían de mí. Pero aun así descifre la enredada letra de la nota. me quede con un nombre.

-Rubí…Vale…hoy tengo que ser el mejor amigo de madame Rubí. Comente en un susurro mientras guardaba las gafas y destruía la nota en muchos fragmentos, dejando que el aire se los llevase consigo de mis manos enguantadas.
Mire mi reflejo en un pequeño charco a mis pies, me veia serio y elegante, extraño, pero no tan mal como pensaba en un principio. Aunque seguia deseando con todas mis fuerzas desabrochar la pajarita que Aya me había atado tan perfectamente,me contuve. Después de todo, decían que a las damas les gustaban los “caballeros de traje”…y al parecer a esta dama…la ropa le importaba bastante.

Negué con la cabeza y recorte distancias, caminando hacia “la manzana”. Dispuesto a descubrir si las sospechas que rondaban a aquella jovencita eran ciertas.
¿sabría ella las cosas que se sospechaban de su persona? ¿Seria consiente de la clase de clientes que atendía? ¿Tendría noción del peligro al que se exponía recibiendo a cualquiera en su lecho?...
Fuese como fuese, esta noche lo iba a descubrir.

Toque con el bastón tres veces a su puerta, y entonces alguien abrió, aunque no le pude ver del todo, porque una potente luz a su espalda me cegó por un instante.

Buenas noches…Soy Diétrich Von Obhengrinne…Tengo una cita con madame Rubí.
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Mensaje por Michelle Délvheen Vie Dic 30, 2011 7:18 pm

- Vamos, cielo… te prometo que es un buen partido. Ya sólo por el apellido ya augura una fortuna que ni siquiera nuestro entendimiento podría acaparar.- rió mientras palmeaba mi espalda.

Pero pese a sus gracias exentas de sentido del humor, yo era consciente de que aquella vez, madmoiselle Bouvier, la dueña del burdel en el que trabajaba, me pedía un favor. Por algún motivo que aun desconocíamos, el prostíbulo había sufrido escasos ingresos monetarios en las últimas semanas, y era ahora cuando recurrían a mí para sustentar el negocio, dado que era la cortesana que más recaudaba por noche, la más deseada, la más solicitada, la más bella y la mejor en su oficio, muy probablemente, a escala nacional. Y era ahora, cuando se me pedía hacer una excepción y no rechazar a un cliente por el simple hecho de que no me apeteciera trabajar aquella noche, o porque el hombre no me atrajera en lo más mínimo, o por escusas varias que ya ni intentaba inventar dado mi poder en el burdel, lo que propiciaba una independencia de mis servicios dentro del negocio en sí.

Ladeé la cabeza y fruncí los labios, escrutando el rostro de la cortesana. Se la veía nerviosa, ansiosa por mi respuesta. Incluso una gota de sudor cruzó su frente antes de ser disimulada con una arruga que se formó al sonreír tímidamente, como si así pudiese convencerme. Finalmente rodeé los ojos y me crucé de brazos, resoplando. ¿Qué otra salida tenía? De algún modo, aun dependía de aquél prostíbulo. Si se hundía, yo me hundía con él. Así que lance un salvavidas a Bouvier en forma de asentimiento a regañadientes.

Y aquí estaba, envuelta en una voluptuosa espuma que escondía mis curvas desnudas mientras jugaba con las pompas de jabón y relajaba mis músculos con un baño. Pero de pronto, tres golpes secos me obligaron a salir de la bañera y esconder mi cuerpo en un albornoz de color salmón, dejando mi cabello húmedo caer por mi espalda. Bajé las escaleras hasta la primera planta descalza y preguntándome quién debía ser a esa hora. ¿Bouvier? No solía visitarme antes de una cita con un cliente. ¿El cliente en sí? El reloj del salón por el que ya cruzaba me indicaba que faltaba una hora para su turno. ¿Jerarld? Él sólo era ahora un recuerdo inalcanzable… ¿Cuándo me acostumbraría a pensar en él de ese modo?

Abrí la puerta despacio, entrecerrando los ojos para adivinar de quién se trataba por sus solas facciones, pero me fue imposible, pues nunca antes había visto a ese hombre alto, delgado, imponente y visiblemente… rico. Esbocé al momento una pícara sonrisa en cuanto se identificó, sin criticar su avance al horario acordado. ¿Qué importaba? Cuanto antes empezara el show, antes terminaría. Y movida por esa idea, deslicé dos de mis dedos hacia la pajarilla que adornaba el cuello de su camisa y tiré de ella a modo de juego infantil, guiándole hacia el interior de mi residencia y cerrando la puerta tras él.

- Bienvenido a la manzana del pecado y la tentación… me alegra saber que sucumbió, Monsieur.- le saludé, guiándole sin más entretenimiento hacia el dormitorio que usaba para los clientes, cerrando la puerta con pestillo antes de conducirlo hacia el enorme lecho de la cámara, sin prestar atención a su aire confuso y alterado cuando le quité el sombrero de copa con un simple movimiento de mis dedos.- Prometo que después de esta noche, el cielo le parecerá algo insulso comparado conmigo.- le guiñé el ojo con picardía y me acerqué a su rostro poniéndome de puntillas, algo que sobrecogió al hombre y lo hizo retroceder hasta quedar sentado sobre el colchón, mirándome de la forma más extraña que ninguna otra persona lo ha hecho en su vida.

Aproveché esa posición para apoyar mis rodillas a lado y lado de su cuerpo, pasando mis brazos por su cuello antes de jugar a rozar su nariz con la mía a medida que mis dedos hacían deslizar la tela del albornoz por mis hombros, insinuando así las curvas que empezaban a mostrarse ante su estupefacta mirada inocente.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Sáb Feb 18, 2012 4:01 pm

El roce su nariz me permitió incluso por un instante sentir su respiración sobre mis labios. Note que me quedaba rígido por lo inesperado que me fue todo aquello.

-Ahm…Madame…esto…Ella se acerco aun más a mí mientras yo retrocedía espantado. Pero que diantres pretendía…!!?? Además como había hecho eso?, en menos de un minuto, ella había cerrado con pestillo, me había hecho retroceder, y ahora estaba sentado, ella sobre mis piernas y su rostro a escasos centímetros del mío. Que rapidez meine mutter!
Observe como aquella joven movía su bata para dejar sus hombros al descubierto dejándome aun mas petrificado que antes, ¿pero que hacia? Porque se abalanzaba?

-Espere! Espere! Pero qué..¿Qué hace!? Le mire confuso hasta que caí en lo que pasaba. Gire el rostro un momento intentando mantener la calma y recuperar el norte.

“Como siga así lo voy a echar todo a perder…Bien, muy bien… estoy en un burdel. Vale.” A pesar de que sabia donde venia, en mi cabeza el plan era investigar e interrogar, sin embargo aquella joven me veía como cliente y yo no había caído en eso, en que debía actuar como tal…”Vale, de acuerdo…Oh dios mío…estoy en un burdel!..” Juraría que se escapo un pequeño Ouch!! Mientras pensaba, pero rece para que ella no lo escuchase. Volví a mirar a la joven que seguía allí con aquella sonrisa. Eso significaba que Rubí pensaba que yo había venido a…

-¿No tenéis frío? Mmmm?…tome la bata de la joven que se deslizaba provocadora y la subí por sus hombros cruzándola delante de su pecho…sostuve la tela bien cerrada delante de ella mientras miraba los ojos confusos de la joven que parpadeaba y me miraba intentando entender. Le contemplé por fin con más detenimiento, fijándome en el rostro de ella. Parecía joven, quizás tendría unos veintitantos, sus cabellos húmedos caían en forma de rizos de forma natural, aquellos ojos tenían un toque dulce que contrastaba totalmente con su modo de actuar y la verdad es que parecía agradable, puede que hubiese sido divertido hablar con ella en otra situación. Pero deje de divagar para centrarme, después de todo ella no quería “charlar” conmigo en este instante precisamente…

-Ahm, vera madame…antes de…de...CofCof... me agradaría tomar un t….UNA COPA…una copa, eso es. Quisiera tomar una copa…claro, claro que si. Una copa… ¿No os apetece a vos? Comente algo nervioso, mientras intentaba buscar las palabras adecuadas. Con suerte me tomaría como un tipo extravagante y no por el neurótico que seguramente parecería en ese instante.
Solté la tela de su pecho y posando mis manos sobre sus brazos le empuje un poco hacia atrás haciendo que levantase de sobre mis piernas, mientras yo me apresuraba a ponerme en pie, soltando el aire que aguantaba ante tan tensa situación. Di la espalda un momento a la joven para poder desabotonar el cuello de mi camisa y deshacerme de la dichosa pajarita, ya no me importaba mantener la formalidad, me era más relevante respirar en aquel instante.

Contemple la estancia y eche un vistazo rápido observando la adornada habitación. Era elegante, y puede que por allí hubiese más de una pista para mí. Pero no podía ponerme a curiosear sin más. Me gire levemente y rehuí la mirada de la joven.

-…Una casa…una casa realmente acogedora madame…Nunca había visto una así, con esta forma…¿Hace mucho que vivís aquí? Comente mientras caminaba y tocaba la superficie de los muebles, intentando parecer disperso y relajado. Sin embargo me distraje con un pequeño destello en la alfombra. Me acerque y me puse de cuclillas para recogerlo, observe aquel objeto, averiguando que era parte de un gemelo. Los grabados del objeto indicaban que seguramente era valioso. Al girarlo encontré un pequeñísimo emblema grabado en el.

Un emblema de familia real…susurre. Estaba seguro de haber visto aquel grabado en concreto en alguna parte, pero, ¿donde?...fuese como fuese aquello indicaba que las sospechas que se tenían sobre la dama eran ciertas. Si ella tenía acceso a personas de un alto círculo social, seria fácil también que accediese a encontrarse con seres sobrenaturales…sobretodo inmortales, que eran quienes mayor poder adquisitivo mantenían dentro de la sociedad. Claro que solo nosotros teníamos esa información.
De pronto vi una sombra a mi lado, parpadee y subí la mirada para contemplar la sonrisa lujuriosa y curiosa de ella, las manos de Rubí sostenían ahora dos copas con un liquido burbujeante en su interior.

-…
Se me había caído uno de los gemelos
, comente quitándole importancia al asunto mientras me ponía en pie y lo guardaba con rapidez en mi bolsillo. Acepte la copa que ella me ofrecía y tome un sorbo.
El rostro que puse debió de ser un poema, porque la joven me miro curiosa mientras yo hacia una mueca lo mas parecida a una sonrisa que podía. Definitivamente me encontraba fuera de lugar, pero imploraba al altísimo que no se me notase la sensación de asco ante aquella asquerosa bebida que aun tenia sin tragar...
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Mensaje por Michelle Délvheen Sáb Feb 18, 2012 4:59 pm

¡Vaya! ¡Así que se trataba de eso! Intenté esconder una carcajada tras una sutil tos aprovechando que él me daba la espalda. Y mientras llenaba un par de copas con el mejor champagne que Bouvier me había suministrado para dicha ocasión, mi mente vagaba lejos de aquél dormitorio, en cavilaciones casi existenciales o filosóficas. En realidad me agradó saber que había hombres castos todavía, y más aun a la edad de él. ¿Cuántos debía tener? ¿Treinta? ¿Quizás más? Pero la idea de que hubiese venido a mí para descorchar su virginidad hacía que perdiera ese deje tierno de su imagen. ¿A caso se había cansado de esperar a su mujer perfecta? Era una lástima, pues. De cualquier modo, aquél no era mi trabajo. Si juzgara a cada cliente que pasó por entre mis piernas, probablemente almacenaría curiosas anécdotas sobre ellos. Como aquél conde que sólo me solicitó para que le bailara, o un pintor que su deseo era representar sobre su lienzo mi figura desnuda, o aquél marqués obsesionado con mi cabello, o… bueno, sí, demasiados clientes, jamás terminaría la lista, para mi suerte o desgracia. A demás… ¿quién era yo para juzgar? Al fin y al cabo, yo era peor que él, puesto que yo ya había encontrado al hombre de mi vida y aun así, seguía vendiendo mi cuerpo a la lujuria.

Pero aquél hombre… bueno, si era casto comprendía su nerviosismo ante aquella situación, por lo que intenté suavizarlo mediante una sonrisa cómplice cuando le ofrecí una de las copas para que tomara de su contenido. Hizo una mueca extraña y eso me preocupó un poco, ignorando por completo su comentario sobre que se le había caído un gemelo. Intenté concentrarme en aquellos rasgos que pudieran atraerme para que aquello no fuese tan extraño o frío. De este modo, le quité su copa de las manos y la dispuse sobre la mesita de noche hallada tras su rígida figura. Con una traviesa sonrisa en los labios volví a posar mis manos sobre sus hombros para hacerle girar en paralelo al colchón y con mi sola presencia, logré que se sentara de nuevo en él. Cuando creí que iba a decir algo, me limité a poner mi dedo índice sobre sus labios vírgenes y meneé la cabeza, pidiéndole que me dejara actuar a mí. Así, alcé mi pierna derecha y la apoyé en la cama mediante el pie, dejando que el movimiento implicara que el albornoz se deslizara hacia un lado y dejara a la vista completamente mi muslo.

- ¿Tiene sed, dice?- repetí con sensualidad mientras con mi mano libre me deshacía del nudo de la bata y con un sutil movimiento ésta caía finalmente tras de mí, sobre la moqueta que rodeaba el lecho.- Beba de mí.

Y sin tiempo a que él rechistara, sorbí un poco de champagne y le tomé del rostro con mis manos, acercándome peligrosamente a su boca para así verter el líquido dorado sobre su garganta, jugando mientras tanto a buscar en las profundidades de aquella cueva de acceso restringido, su lengua. A medida que el contenido de mi boca descendía por su garganta y ya sólo nos intercambiábamos la saliva, mis manos bajaron desde sus mandíbulas hasta su cuello, desabrochando los botones de su camisa mientras ejercía cierta presión con mi cuerpo para obligarle a tumbarse sobre las sábanas, quedando mi cuerpo desnudo sobre el suyo sin que el beso llegara a un fin cercano.

Y el último botón cedió, aprovechando el espacio para acariciar su pectoral con la yema de mis dedos, despegándome al fin de su boca para cubrir la piel de su vientre con pequeños besos que le erizaban la piel y aceleraban sus latidos de una forma adorable. Pero cuando llegué a su ombligo, el cinturón de sus pantalones se convirtió en mi obstáculo, por lo que sin apartarme de su piel, empecé las maniobras de liberación con movimientos lentos para no asustarle de nuevo, pero sin que aquél juego de seducción faltase nunca en aquella cama que evocaba a la locura desinhibida.

Pero por lo visto, mi ternura y las suaves caricias que le brindaba para relajar sus tensos músculos no fueron suficientes para mitigar su nerviosismo, por lo que me frenó cuando más cerca me encontraba de abrir la jaula que retenía su particular pájaro. Aquello me desarmó, sinceramente, pues pese a su situación, nunca jamás nadie me había rechazada, mucho menos un cliente, dado que ya venían a mí con aquellas intenciones. ¿Qué pretendía? ¿A caso quería dominarme él a mí? ¿Quizás quería practicar otro tipo de sexo? ¿O es que le molestaba perder el tiempo con preámbulos? Aquello empezaba a ser confuso y mi paciencia llegaba a su límite, por lo que me decanté por hacérselo saber, curvando la comisura de mis labios en forma de puchero y agachando la mirada mientras una voz trémula que a penas reconocí como mía escapaba de mis labios y mis manos se alejaban de su objetivo para jugar entre si de forma distraída.

- ¿A caso no le agrado?- musité sin mirarle, mordiendo mi labio inferior por razones tanto de provocación como para inspirarle dulzura, pues quizás era uno de esos hombres sensibles que más que desear a una fiera en la cama, buscaban el amor de una dama. Y es que, realmente, no contemplaba la opción de no gustarle. Era algo… imposible, simplemente.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Dom Feb 19, 2012 12:59 pm

Los labios carnosos de aquella joven se unieron a los míos mientras el sabor de aquella bebida pasaba a mí ante el encuentro con su lengua, una lengua húmeda que buscaba la mía ante mi estupefacción.
Sin embargo cuando su beso paro, pensé que al fin me había librado, sin embargo sus besos bajaron por mi piel arrebatándome la respiración por un instante. Su tacto era agradable y su piel cálida me estremeció, aquello era extraño, diferente, distinto…y aunque me sorprendió a mi mismo…No estaba nada mal, no pude evitar sentir curiosidad. Después de todo, aquella faceta, la faceta de la sexualidad era una parte que simplemente había ignorado, y entonces me agobie. Yo no había venido a hacer nada, aquella noche tenía una misión que cumplir y aunque los actos de la joven me habían distraído no debía dejar de lado el motivo de mi visita.
Además aquella joven solo ofrecía “un tipo de entretenimiento pasajero” De eso se trataba, de venderse a sí misma aunque solo fuese un rato. Le pare cuando intentaba desatar mis pantalones.

-Agradar? Me había preguntado si no me agradaba? Pero si no le conocía! ¿Yo que iba a saber!? Después de todo, ¿quién era ella?
A mi entender para que me agradase alguien tenía que conocerle mínimamente, pero este no era el caso. Solo había encontrado a una dama un tanto impaciente que me había llevado a una habitación y que ahora estaba desnuda sobre mí!

-Ehm…claro…Claro que me agrada madame!… parece usted muy…Busque las palabras apropiadas. "Vamos piensa, que le puedes decir a una mujer que esta desnuda sobre ti intentando quitarte los pantalones????…."

….

….

….

Parece usted ahm…muy agradable!
Juraría que el rostro de la joven se quedo tan confuso y serio como el de aquellos jugadores de póker, que mantienen un semblante que no deja saber muy bien que les está rondando por la mente. Como note que mis excusas lo habían empeorado todo, cosa que solía pasarme, continúe hablando para intentar arreglarlo.

-Es solo que…vera, he reservado en principio toda la noche…y bueno no es que quiera molestarla ni distraerla…pero no tengo mucha prisa…podría… Podríamos charlar.
Según la nota de mis superiores ellos reservarían una noche entera, pues sus informantes hablaban de muchas pistas, además de la información que ella tendría. Pero como sacarle esa información sin que se diese cuenta? Ambos estábamos ahora sentados en la cama y ella volvió a hacer ese gesto de tristeza bajando la mirada y entonces comenzó a acercarse a mí, y como temí que intentase algo otra vez, me apresure a moverme yo antes.

-"Piensa piensa piensa!"
Me incline con rapidez y abrace a la joven, en parte para mantenerla retenida ahí e impedir que se volviese a abalanzar, y por otro lado porque ella seguía desnuda y aunque eso no me importaba en absoluto, me sentía mas cómodo si no tenia que mirar sus generosas y proporcionadas curvas. Rodee su cuerpo con mis brazos y sostuve su cabeza contra mi pecho mientras miraba a un lado y a otro con el ceño fruncido, tenía que pensar algo rápido. Quizás si la interrogaba de forma sutil…Aquello me hizo recordar el trozo de gemelo que había encontrado antes y que seguía en mi bolsillo.

-Espero que pueda disculparme madame…Supongo que esta noche estoy…ahm, distraído…Vera hoy tenía una reunión importante con algunos conocidos…ya sabe, algunos nobles. Yo que he llegado hace poco desde Alemania a pasar una temporada…Ellos me hablaron de usted, sabe? Me hablaron muy bien, dicen que es usted una artista. Es eso cierto? Pregunte intentando no parecer muy curioso, pues con suerte ella me diría algo sobre esos clientes y de esa forma podría empezar a alargar mi conversación…
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Mensaje por Michelle Délvheen Dom Feb 19, 2012 1:45 pm

Agradable: Dicho de una persona afable en el trato.

¿Y ya está? De todas las facetas de las que estoy compuesta, de todas las virtudes y defectos que poseo… ¿aquél hombre escogió mi lado AGRADABLE? ¡Aquello era de locos! ¡Era como intentar seducir a un trozo de pan! ¿A caso su cuerpo no respondía a los estímulos sensoriales que le brindaba? Mi ceño se frunció y mis labios de despegaron para exigirle una explicación a sus continuos rechazos cuando de repente, él me abrazó y juraría que acariciaba mi cabeza como si intentara dormir a una niña rebelde. Aquello fue el colmo de los colmos y no estaba dispuesta a que me tratara con semejante frialdad cuando había sido él quién había solicitado mis servicios. Y si quería retroceder, ¿por qué no se limitaba simplemente a alzarse e irse de allí? ¿Por qué nos torturaba de aquella forma? ¿Qué pretendía?

- ¿Artista?- repetí cuando mis neuronas conectaron de nuevo en aquella extraña situación que vivía aun en brazos del hombre.- Si me disculpa, prefiero no hablarle de mi vida privada, Monsieur. Comprenderá que debo dividir mi trabajo de mi carácter personal.- refunfuñé algo ahogada, pues sus brazos me apretaban demasiado fuerte contra su pecho y apenas podía respirar.

¡Encima quería intimar conmigo de forma amistosa! ¿Quién era ese hombre? Desde luego, no era uno que estuviera muy acostumbrado a andar entre piernas de cortesanas, eso estaba claro. ¿A qué cliente se le ocurriría interesarse por la vida privada de una prostituta? A ninguno, por supuesto. Algo me daba mala espina de él… ¿y si se trataba de uno de esos asesinos en serie cuyo objetivo eran siempre las rameras? Tragué saliva con dificultad y como pude, me deshice de su abrazo y salté de la cama para alejarme de él, cruzándome de brazos a la altura del pecho, frunciendo el ceño de forma amenazante y retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra el muro del dormitorio.

- Vos no ha venido aquí buscando sexo.- concluí, pues no era una pregunta sino una certeza.- ¿Qué es lo que busca de mí? Y no me diga que quiere conocerme porque de sobras sabe que soy Rubí, pues así lo solicitó a Bouvier cuando pidió explícitamente que fuera yo quién le atendiera esta noche.

Estreché los ojos y con suma lentitud, me fui moviendo hasta situarme junto a la mesita de noche en la que descansaba la copa de champagne del cliente. Mientras le hablaba tosí levemente para disimular el sonido que producía el cajón al abrirse, extrayendo de él el primer objeto que pude usar como arma: un látigo.

Y sí, lo usé. A medida que me acercaba a él de forma amenazante y le exigía explicaciones por su extraño comportamiento, el látigo rozaba su piel a cada movimiento de mi mano hasta que finalmente, le dejó una pequeña marca rojiza a la altura de su pecho justo cuando regresaba mi cuerpo al suyo y con las piernas abiertas me sentaba sobre su cadera. Usé mis manos y el látigo para aprisionar su cuello aunque sin ejercer demasiada presión, pues no quería dañarle. Tan sólo quería respuestas y con mi aliento sobre su boca y atrapado bajo mi cuerpo desnudo, esperaba obtenerlas al fin.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Lun Feb 20, 2012 12:09 pm

Y una vez más me hallaba debajo de su cuerpo.
Definitivamente madame Rubí tenía un don. El don de poder con gente mucho más grande que ella. Ahora que lo pensaba ella tenía una buena condición física, quizás podría haber sido una buena espía…Si hubiese estado en otra situación quizás se lo hubiese comentado.

Mire a la joven con tranquilidad, mientras ella sujetaba el mango del látigo contra mi cuello para impedir que me levantase.
Cuantas veces me había encontrado en una situación similar?...Bueno obviando lo de la dama desnuda, en muchas ocasiones algún enemigo había intentado reducirme de ese modo, pero claro ella no era un enemigo, al menos no de momento y por lo menos de serlo no sería tan peligroso como las bestias a las que estaba acostumbrado a tratar. No…definitivamente ella parecía buena persona a pesar de sus actos, supongo que de alguna forma ella solo intentaba proteger sus intereses, pues ambos estábamos trabajando aquella noche.
Los ojos de Rubí se clavaron en los míos a la espera de respuestas. Observe sus ojos azules un instante y suspire.

-Vive dios que intente ser cortes con usted…Ante su semblante de duda me quede un momento en silencio. Quizás si usaba el mismo juego de la dama pudiese obtener lo que deseaba. Una técnica que no había probado. ¿Funcionaria?

Deslice mis manos por los muslos de la joven con extrema calma, su piel era extremadamente suave y eso me sorprendió, aunque ahora que lo pensaba toda ella parecía hecha de porcelana. Deje que mis manos recorrieran su piel hasta llegar a su cadera sin dejar de observar sus ojos en ningún instante. Los cabellos de la joven cayeron cerca de mi rostro, trayendo consigo su aroma fresco, mientras yo subía mis dedos por su cadera encontrando su cintura, deslizándolos poco a poco por su espalda. Utilice mis manos sobre su espalda para hacer que se inclinase un poco mas hacia mi, con mucha delicadeza. Una vez supe que le tenía bien sujeta, aproveché para tomarle con fuerza y girarme con ella sobre la cama, cambiando posiciones. Me situé sobre ella con rapidez y subí una de mis manos para agarrar sus muñecas arriba de su cabeza, mientras entre el forcejeo encontraba el mango de aquel látigo que de solo ver en un principio me había hecho un nudo en el estomago. Claro que esa joven no tenía porque saber lo conocido que era para mí ese elemento de tortura que tanto había conocido en mi infancia.

Madame Rubí me miro con cierto asombro en la mirada, pues no había tardado mucho en cambiar las tornas para ubicarme ahora sobre su cuerpo desnudo, sentándome yo encima de su cadera. Me acerque a sus labios, como había hecho ella conmigo hacia un instante, como para darle a entender que ella no era la única que sabía “Jugar”

-No, me temo que no he venido a intimar con usted. He venido en busca de algo, y creo que usted puede ayudarme. No se preocupe, sus servicios están pagados y seguramente os darán tres veces más de lo acordado una vez finalice mi visita, pues normalmente nos gusta que nuestros “amigos” sean discretos y colaboren… Me comenzó a escocer un poco el pecho y me retire levemente a la vez que dejaba el látigo a un lado de la cama. Sin soltar sus muñecas que aun tenia sostenidas arriba de su cabeza, me palpe el pecho con la mano libre.

-Me vais a dejar un bonito recuerdo, debéis estar alegre por ello. Comente haciendo una mueca sin poder evitar sonreír con aquello. Una marca más, ya había perdido la cuenta de cuantas tendría en todo el cuerpo. Lo bueno es que algunas de los brazos y la espalda quedaban tapadas con los tatuajes de color marrón que me había hecho ya hacía muchos años en la india. Me centre una vez más en la joven.

-Madame, solo necesito que cooperéis, nada más. Después de ello marchare y os dejare en paz. No tendréis que preocuparos por mi presencia nunca más. Solté sus muñecas poco a poco para darle a entender que no iba a dañarla, que no tenía ninguna intención de atacarla y que buscaba una tregua. Pero igualmente situé mis brazos a cada lado de su cabeza, pues tenía que retenerle allí cuanto pudiese. Mire sus ojos y su ceño fruncido, deteniendo mi vista en aquellos labios carnosos que hacía pocos minutos se habían fusionado con los míos, aun podía sentir y recordar el sabor de ella y el tacto de su lengua húmeda en busca de la mía. Negué con la cabeza quitando esos perturbadores pensamientos de mi cabeza. Ya tendría tiempo para reflexionar sobre aquello cuando meditase.

- Sé que tendréis un pequeño código de confidencialidad con vuestros clientes, pero os puedo asegurar que nada de lo que me digáis os involucrara de ningún modo, nos encargaremos de ello. Decidme madame, los clientes de este último mes, todos eran parisinos? Nuestros informantes hablaban de que habían llegado un gran número de nobles desde las afueras. Así que nuestros enemigos se comenzaban a reunir en Paris por algún motivo que aun se nos escapaba a nuestro entendimiento. Mire a la joven, notando como parecía aun rígida a contestar.
-¿Hay algo que pueda hacer para que colaboréis y os sintáis mas cómoda? Definitivamente no podía ser descortés, mi profesión requería ser inflexible con las bestias, pero ahora no trataba con una. Di un largo suspiro sabiendo que formular aquella pregunta alargaría aun mas aquella extraña noche y que seguramente me acarrearía mas problemas de los que pudiese imaginar…
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Mensaje por Michelle Délvheen Lun Feb 20, 2012 1:05 pm

Hombre alto, complexión fuerte, calvo o quizás rapado, cejas rectas y poco pobladas, nariz triangular y arredondeada, boca pequeña de labios finos y estrechos, barba de unos cuantos días con indicios de perilla, cuerpo cubierto por tatuajes henna y de ojos… verdes, sin duda, aunque de una tonalidad grisácea que sin duda embellecía su penetrante mirada que, poco a poco, parecía fundir aquella frialdad inicial. Aquella era la descripción que encajaba con el perfil de aquél hombre identificado como Diétrich Von Obhengrinne, nombre que probablemente era falso, y que pensaba usar en su contra en cuanto la libertad me permitiese denunciarlo a la policía local. Una vez grabé en mis retinas cada mínimo detalle sobre él –incluso la marca que yo misma le había dejado en su pecho-, empezó el juego real de aquella noche.

En cuanto liberó mis manos, mis labios, aquellos que sus ojos contemplaban embelesados, configuraron una sonrisa traviesa que auguraba lo que mis piernas hicieron al enrollarse en la cadera de él, aprisionándolo contra mí. Mis dedos, ahora libres y sin ataduras, se deslizaron de nuevo por su piel, forjando un camino desde el ombligo hasta su cuello, momento en el que entrelacé mis manos a la altura de su nuca y antes los fuertes pálpitos que resonaban en el dormitorio, mi espalda se arqueó lo suficiente para acercar mi boca tentadora a la suya. Tragó saliva y yo reí divertida, recortando distancia hasta deslizar mi lengua por su labio inferior, provocándole, volviéndole loco, instándole a que deseara mis labios como si fuera su elixir de vida. Y entonces… él gritó. En realidad, lo hizo dos veces: una, cuando mis dientes mordieron su labio con fuerza y la sangre pronto emanó de una pequeña herida, suficiente para desviar su atención y centrarla en el escozor del labio. La segunda vez, fue propiciada tras el rodillazo que le propiné en su entrepierna en cuanto había dejado de estar akoalada a su cadera. Y de este modo, dejando al susodicho retorciéndose sobre las sábanas, yo corrí hacia la puerta tras ponerme el albornoz.

- ¡No pienso colaborar con un asesino, espía, ladrón, mafioso, loco perturbado… o lo que vos seais! ¡Váyase ahora mismo o juro que gritaré hasta que me sangre la garganta!- le amenacé vociferando mientras intentaba abrir el pestillo echado de la puerta.

Pero… mis manos me sudaban por los nervios, mis ojos estaban lagrimosos por la ira y sí, también por el temor. El pestillo se rompió, quedándome con la pieza en una mano y la otra en el marco de la puerta, ésta aun cerrada. Maldición… encima me había quedado encerrada en aquél dormitorio con un hombre que bien podía ser el antecesor de Jack el Destripador.

Así que, temblorosa y muy paulatinamente, giré mi cuerpo hacia la cama y contemplé el rostro de Diétrich sólo un momento, pues mis ojos pronto se dirigieron hacia la única ventana de la sala, demasiado alta y pequeña para que alguien como yo pudiese usarla como vía de escape.

Tragué saliva y volví a mirarle, intentando sosegar los nervios que me devoraban por dentro y me martilleaban la cabeza. De este modo, tomé una bocanada de aire y esbocé otra de mis sonrisas enmascaradas, aunque ya había perdido la esperanza de poder solucionar aquello de forma civilizada. Tenía que pensar algo, algo contundente, algo tajante, algo…

- Estoy segura que podemos llegar a un… acuerdo.- dije al fin, usando mi tono más seductor mientras regresaba al lecho y me sentaba en uno de sus bordes, rezando a cualquier ente divino que me escuchara, que por favor aquello no fuera más que una pesadilla más.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Mar Feb 21, 2012 9:24 am

El plan A, intentar buscar información y encontrar pistas por las buenas había fallado…
El plan B, que consistía en ser sincero y encontrar su colaboración también había fallado…
El plan C….Bueno. No me entusiasmaba en lo mas mínimo, pero era una de las tantas cartas que tendría que sacarme de la manga una vez mas.
Después de todo, como mi maestro solía decir. “Cuando nada funcione, y cuando creas que se te va a caer el mundo encima…” Bueno ahora mismo sentía que se me había caído el mundo encima, pero sobre la entrepierna…”Finge demencia, únete al enemigo o simplemente corre y vuelve más tarde con un plan mejor…”

Me temía que ahora lo mejor sería…
-Madame…No tenéis sentido del humor! Comente todavía recostado sobre esa cama, en posición fetal, aun retorcido sobre mí mismo. En aquellos momentos volvía a recordar porque no sentía atracción hacia ningún género…Tarde o temprano alguien terminaba intentando castrarte.
-He llegado hace pocas semanas a la ciudad, y…por lo que veo, aquí no tenéis el mismo humor que en Alemania. Mordí mi labio inferior con suavidad, degustando la sangre de mi labio, intentando que parase, aunque no quería parecer frenar. Debí advertiros de mis excentricidades es culpa mía…jejejee…Rei con pesadez mientras continuaba estirado de lado.

Pasaron unos cuantos minutos en los cuales el silencio fue dueño del momento.
Yo simplemente necesitaba un poco de tiempo y ella…Bueno esperaba que no hubiese sacado otra vez el látigo, sino aquella noche me iba a terminar yendo a casa peor que si me hubiese enfrentado a un licántropo.
Me senté con calma sobre la cama y solté un resoplido. Me quite los zapatos, me saque la chaqueta de esmoquin que aun llevaba y arremangué las mangas de aquella camisa blanca que ya llevaba desabotonada. Ella aun sentada en el borde de la cama me daba ligeramente la espalda. Extendí mi mano hacia ella y acaricie su hombro con el dorso de mi mano para bajar suavemente por su espalda.

-Disculpadme madame, no quería asustaros. Me quede un instante en silencio, hasta que una pequeña idea cruzo por mi mente…Es que…es…aammm me quede un momento pensando en cuál era la palabra, hasta que caí. Fetisch! Fetiche me corregí pues le había dicho en alemán, Un fetiche…si. Me agrada fingir otra personalidad, como si fuese un espía o algún tipo de agente como un policía y que me la otra persona me hable sobre todos aquellos con los que ha estado, que me diga cosas….mmmm Yo sería el tipo bueno y tú la mala…

Definitivamente aquella noche la inspiración no me faltaba, pero aun así aun tenía que ver si la dama habría creído todas mis historias. Después de todo aun era posible que se alzara, que me cruzara la cara y que me amenazara con lo que tuviese a mano.
Me acerque más a ella y me senté a su espalda, dejando que mis piernas se situasen a cada lado de las de ella, como si quisiese abrazarla por detrás.

-Si…deberíamos llegar a un acuerdo…comente en voz baja cerca de su oido. Era cierto que mi trabajo implicaba que también fuese un buen embustero. Sabía ponerme en diversos papeles, pero por lo visto ahora tendría que jugar a ser un “cliente” y cargar con las consecuencias de lo que ello supusiese. Me quede un instante pensando, y por la forma en la que estaba intentando conseguir información ahora y en que encima me pagarían por mi trabajo me sentía como si ahora fuese yo el cortesano...Oh cruel destino siempre burlándose de mi.

Ahora solo tenía que esperar, si nada funcionaba quedaba el siguiente plan y no deseaba recurrir al plan D, porque ese plan dejaba de lado todo tipo de caballerosidad y suponía un reducir a la victima para hacer el trabajo a las buenas o a las malas. Definitivamente era uno de los planes que menos me gustaban y al que mas tenía que recurrir. Suspire, pues de la dama dependía la clase de persona en la que tenía que convertirme en las próximas horas y eso no me agradaba ni un ápice.

“-…Bueno…solo me quedan unos cuantos años de trabajar para el vaticano…Después cuando sea libre…. juro por dios que me voy al monte a meditar por lo menos un año…” Pensé.
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Mensaje por Michelle Délvheen Mar Feb 21, 2012 2:41 pm

- Un fetiche…- susurré para mí misma, forjando una sonrisa entre avergonzada, aliviada y divertida ante aquella idea, aunque no quise mostrar la sorpresa que eso suponía para mí.- Oh… por supuesto que no le malinterpreté… solamente seguía las directrices que vos mismo marcaba, yo le seguía el juego sin más, lamento si mis actos fueron demasiado… crudos para vos.- comenté juguetona, tomando sus manos que ahora se hallaban en mi vientre cuando él me abrazó por la espalda.- Le parece si… ¿lo reanudamos donde lo dejamos?- le propuse mientras acariciaba el dorso de sus manos y mis dedos recorrían sus brazos a medida que mi voz se dulcificaba y mi aliento erizaba la piel de su pecho.- He sido mala… muy mala… debería castigarme por ello, señor espía.- murmuré en tono seductor antes de girar mi cabeza hacia él justo en el momento en el que una de mis manos le tomaba por la nuca y acercaba su rostro al mío para que mi boca buscara la suya en un beso algo agresivo, saboreando la sangre que el mordisco había provocado sobre su labio.

Y en cuanto me di cuenta que sus músculos empezaban a destensarse y su atención se centraba en mi pícara lengua que exploraba cada rincón de su casta boca, mi cuerpo empezó a girar en si mismo hasta colocarme cara a cara con él, tomando entonces su rostro entre mis manos y usando mis rodillas para desplazarme por el lecho hasta guiarle hacia el cabezal, acomodando su espalda y cabeza a un sinfín de cómodos cojines que, a demás de mantener un clima confortable para él, me facilitaba la tarea a la hora de examinar su anatomía. Y es que mis manos, pronto iniciaron su viaje por las sendas de su cuerpo, recorriendo su pecho, su abdomen, aquellos músculos firmemente posicionados en sus brazos tatuados, descendiendo hacia el cinturón que momentos antes se había resistido a mis encantos.

- Dígame… ¿desea azotarme, quizás? O… ¿morderme?- sugerí antes de hincar el diente a su cuello, sintiendo bajo mi bata cómo él se estremecía, probablemente de placer, quizás de sorpresa.

Mis besos suplieron aquellos fieros mordiscos y usé las mismas caricias que le brindaba para deshacerme, de nuevo, de aquél molesto albornoz que mantenía mi desnudez lejos de su visibilidad. Tras lanzar la bata lejos de nosotros, mis labios volvieron a buscar su boca con la intención de enloquecerle y guiarle así hacia el abismo de la lujuria. Aquella noche, aquél hombre con un extraño fetiche autoritario, sentiría en su piel lo que significaba la palabra CIELO. Y así, desplegué mi abanico de sensualidad para que poco a poco y sin darse cuenta, Diétrich cayera en las redes de mi particular hipnosis dónde no había sitio para la racionalidad.

¡Al fin! El maldito cinturón dio de sí y tras jugar un rato con él alrededor de mi cuello y cintura, decidí apartarlo de nosotros y lanzarlo contra una de las paredes. Antes de que él se diera cuenta de lo que mis dedos habían logrado, volví a distraerle con algunos movimientos pélvicos que llevé a cabo sobre su cadera que, teniendo en cuenta mi desnudez, aquél juego de provocación fue el culpable de la alteración que su ritmo cardíaco padeció durante un momento tras el que sus latidos parecieron no parar a descansar por la velocidad que tomaron éstos pálpitos.

Me gustó saber que aquello le gustaba… ¿quién no lo disfrutaría? No obstante, me sorprendió que pese a su fetiche y su carácter dominante, no fuera él quién tomara la iniciativa en aquella danza carnal que auguraba el simple roce de nuestros cuerpos. No obstante, dejé de pensar en conspiraciones y me centré en mi particular número de malabares oculto tras sus pantalones.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Jue Mar 22, 2012 10:56 am

Era rápida…Ella era muy astuta y muy rápida.
¿En qué momento se había deshecho de mi cinturón?…oh Supongo que me estaba costando tomar atención pues sus caricias, sus besos y esos movimientos sobre mi cadera…me estaban distrayendo un poco.

Madame....Azotarle?..Morderle?....En serio a la gente les gustaba que le hicieran eso? A mi me habían azotado lo suficiente en mi infancia como para no desearlo más y morder…Deguste la sangre de mi labio aun herido por su mordisco y definitivamente rechace la idea. No, definitivamente los mordiscos tampoco me agradaban mucho.

Sus manos inquietas comenzaron a bajar la tela de mis pantalones y fue entonces cuando trague saliva.
“oh dios mio….estoy perdido….de acuerdo de acuerdo….si acabamos rápido pronto me podre….oh meine mutter pero que me hace!!!???....” Pensé un tanto desesperado.
Sus manos se desplazaban con rapidez hacia mi entrepierna y fue entonces cuando contuve el aliento. Sin poderlo evitar tome de su cintura antes de que ella siguiese con sus caricias y me gire con ella en la cama, ubicándome encima. De alguna forma quería impedir que ella se moviese mucho, quería sostener sus manos, si se mantenía tranquila podría librarme un poco…Pero estaba siendo difícil resistirse ante la dama, que con su simple tacto de deshacía de mi agarre deslizando sus dedos cálidos sobre mi piel, haciéndome estremecer en algunos momentos ante su tacto tan delicado y tan extraño para mí. Puesto que no estaba en lo mas mínimo acostumbrado a los gestos de cariño ni mucho menos a las caricias o besos…

De hecho, la última vez que una mujer me había acariciado, lo había hecho como maniobra distractora para sacar su revólver y disparar. Claro que yo me había adelantado en aquel momento y el tiro le salió por la culata, nunca mejor dicho!...Así que mis experiencias con las damas no eran precisamente amistosas tampoco.

Los labios de madame Rubí encontraron nuevamente los míos y yo enterré la cabeza en su cuello un instante, intentando aclarar mi mente aunque ahora me estuviese costando mares poder centrarme, ser frio y lógico en semejante situación. Sobre todo al notar como sus piernas se enredaban en mi cintura. La desnudes de su cuerpo y la desnudes del mio comenzaba a unirse y fue entonces cuando distrayéndome un instante de ella y de sus sensuales movimientos, alargue el brazo hasta la mesita de noche, contemplando aquel liquido burbujeante de la copa que Rubí había dejado.

“Seguro que con esto me relajo un poco, total todo el mundo bebe para relajarse…¿o no?" Olisquee el liquido e hice una mueca de desagrado. "Vamos Du miserabler dummkopf! No te quejes!” Me bebí el líquido de un solo trago y tosí un poco ante tanta burbuja. Seguía pensando que sabía mal pero confiaba casi como último recurso que aquello me ayudase a relajarme un poco…

Mire la sonrisa maliciosa de la madame que se ubicaba debajo de mi y acerque mi rostro hacia ella sonriendo de medio lado.
Por su culpa tenía que estar ahí esa noche, por su culpa ahora me sentía extraño, incomodo y ahora extrañamente un poco más relajado, por su culpa ahora me sentía yo también como un cortesano! Sin embargo ella seguía allí con calma. ¿que le hacia sentirse tan segura? Había algo en esos ojos que parecía decirme. "vas a caer! vas a caer! créeme!"
Me acerque a ella como si quisiera besarle, aunque en realidad lo que hice fue morderle el labio inferior tal como había hecho ella conmigo. Claro que yo lo hice con mucha más sutileza que ella conmigo.

-Supongo que ahora estamos “medianamente” en paz madame. Comente mientras observaba su gesto que aun mantenía una sonrisa, pero también un atisbo algo sorprendido.
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Mensaje por Michelle Délvheen Jue Mar 22, 2012 2:24 pm

¿Así que aquél era el juego? ¿Se trataba entonces de igualarnos en placer? Bien, pues, en tal caso, ambos venceríamos en aquella tabla de metro ochenta por dos metros.

Me relamí los labios con picardía y le desnudé con la mirada mientras mis piernas se aferraban con posesividad a su cadera y mis brazos formaban un cerco a la altura de su cuello, estrechándolo de tal forma que cada vez su rostro estuviese más cerca del mío y su cuerpo rozara el mío con tan sólo respirar.

- Medianamente…- repetí entre una risa suave y traviesa, abrazándolo simplemente para poder acercar mi boca a su oreja y morderle su lóbulo, bajando por sus mandíbulas poco a poco y deteniéndome a escasos milímetros de sus labios, respirándole para tentarle con mi simple aliento.

Y así, percibiendo cómo sus músculos se relajaban y sus gestos se dulcificaban, pronto sus latidos se aceleraron, su temperatura corporal subió hasta límites insospechados y sus susurros tomaron la forma de mi nombre mezclados entre jadeos. Sus fuertes brazos me abrazaban y me estrechaban mientras su cintura marcaba el vaivén de aquella danza carnal que al principio se inició con torpes movimientos pélvicos pero que a medida que los minutos se fundían en el tiempo, Diétrich se convirtió en un amante ansioso, curioso incluso por descubrir qué había tras cada uno de los rincones de mi anatomía. Exploró mi cuerpo siguiendo los senderos de la locura hasta caer al abismo de la lujuria, lugar en el que se vio preso en una jaula eterna de fuego y placer sin igual, un paraje en el que no existía el tiempo, ni nuestra identidad, ni siquiera el respirar para seguir con vida. Aquello era en si, vida.

Escondidos bajo las sábanas de seda que ocultaban el pecado original por el que ambos pagaríamos frente al Santísimo el día de nuestro Juicio Final y nos condenaría a las llamas eternas, mi cliente y yo nos fundimos en carne viva en busca de la tentación y el goce, sonorizando el clímax con un grito seguido de varios jadeos que empañaron el cristal del único ventanal que poseía aquél nido sin más dueño que el del sexo sin sentimiento.

Mis uñas arañaron su espalda tras el último de mis quejidos y sentí su flujo correr libremente por mis entrañas mientras mis dedos desdibujaban su figura aposentada entre mis brazos, quedándonos mirando con la respiración entrecortada, la piel sudorosa, los pálpitos sin frenesí y los labios desgastados tras aquellos fogosos besos que casi nos roban el alma.

Con una sonrisa cansada acaricié su mejilla con lentitud hasta dejar caer mi mano sobre mi pecho, esperando que fuese él quién abandonara primero la calidez del lecho y desembarcara finalmente de mi cuerpo. En silencio, mis pupilas todavía perfilaban el contorno de su anatomía y mi boca guardaba con recelo el sabor de su saliva. Mis manos, aunque ya no le tocaban, mantenían la suavidad de quien ha logrado acariciar el cielo con sus yemas. Y mi cuerpo... pese a encontrarse exhausto, todavía vibraba ante cada roce, impregnado en su aroma varonil, sellados cada poro de mi piel con sus caricias aunque falsas, a sabiendas que con un suspiro del viento todo cuanto había sucedido aquella noche naufragaría en nuestros recuerdos para no ser recuperado jamás, convirtiéndose en un secreto más que custodiaba la Noche. Tan sólo fue eso… uno más.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Dom Mar 25, 2012 1:31 pm

Respire aun agitado, algo cansado, y con la mente en blanco. No sabía del todo que había ocurrido, solo que mientras ambos nos habíamos dado el uno al otro no había existido el tiempo, ni ninguna otra cosa más importante que ella y yo.

Observe esos ojos azules, lujuriosos, poderosos y aun así con un toque dulce que realmente me sorprendió descubrir.
Aparte sus cabellos pelirrojos que caían en desorden sobre su frente y contemplé con seriedad su mirada, sintiendo curiosidad por como seria ella. No curiosidad por la cortesana perfecta y atrayente que había ahí…Sino la mujer, ¿como seria ella? Parecía muy joven y a la vez cansada y con cierto deje triste en su mirar...¿Pero yo que iba a saber? Yo solo era un cliente esa noche, y al igual que ella, se me estaba prohibido saber cosas que no tuviesen relación con el trabajo.

Bese sus labios una última vez, pero esta vez sin prisa, sin ansias ni desespero. Simplemente acaricie sus labios con los míos unos segundos, como si aquello fuese una despedida, sonreí al apartarme de ella, pues aunque extraño, por un momento no importo nada mas en mi vida que su tacto, y su persona.

Fue entonces cuando el tic tac del reloj volvió a comenzar, recordé a que había venido, lo que había hecho y que aun estaba sobre aquella joven…
No sé qué ocurrió, solo que note un gran calor en el rostro. Me quite de encima suyo y me extendí a su lado, de espaldas igual que como ella se ubicaba. Contemple el techo y tape mi boca con mi mano derecha mientras miraba hacia arriba en aquella estancia aun asombrado por lo que acaba de ocurrir entre ella y yo.

-Oh Mein Gott...¿Diétrich Der Kláuseen que acabas de hacer?... Bueno…Sabia que tarde o temprano se me condenaría al infierno. Así que….ya que mas da…Ais...Necesito un té…Solté un suspiro y baje mis manos hacia mi abdomen, tenía que relajarme. Fue entonces cuando pensé en ella,seguro que se estaría riendo de mi... Gire el rostro y contemple a la joven que me observaba con una sonrisa, aunque mas que de burla... parecía una sonrisa curiosa. Parpadee un instante hasta que caí, ella observaba mi desnudes. Me senté y puse las piernas a un lado de la cama, como si quisiera levantarme ya, dándole la espalda un momento a Rubí.
Pues además de avergonzado, no me sentía concentrado...Como si uno pudiese concentrarse con semejantes curvas....Negué con la cabeza, pues hasta mi mente me estaba traicionando ahora.

Lo mejor sería marchar e intentar descubrir lo que necesitaba cuando ella no estuviese en la casa. Quizás registrarlo todo o interrogar a sus cercanos…No sabía cómo, pero algo se me ocurriría. Ahora mismo no me veía muy por la labor de interrogar, lo mejor sería irme cuanto antes. Me disculparía con ella y marcharía dando por finalizada ya nuestra pequeña “Reunión”.

Fue entonces cuando alguien aporreo la puerta. Me gire para mirar a Rubí y le contemple queriendo excusarme. Quizás le había robado más tiempo del que me tocaba. Pero ella me miro haciendo un gesto con su mano, indicando que no me preocupase, se puso su bata y se levanto mientras yo me apresuraba en ponerme mis pantalones. Alguien daba alaridos desde fuera y aquello aunque estuviésemos en un burdel no me parecía del todo normal…
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Mensaje por Michelle Délvheen Lun Mar 26, 2012 12:50 pm

Tras abrir la puerta con un golpe, dejé a mi invitado en el dormitorio mientras caminaba descalza hacia la puerta, sin poder borrar la estúpida sonrisa que adornaba ahora mis labios. Y no es que hubiera sido mi mejor noche, pero había sido distinta, quizás especial. ¿Tenía esa sensación algo que ver con aquél enigmático hombre que se había enredado entre mis sábanas y cuyo aroma aun impregnaba mi piel? Mi mente se hallaba tan distraída en lo que acaba de acontecer en mi lecho que ni atención le presté al hombre que apareció bajo el umbral de mi puerta cuando ésta fue abierta por mí. Le conocía. ¿Cómo olvidar sus escándalos en público? Su nombre, Quasimodo.

Sus gruesas y sucias manos se entornaron alrededor de mi cuello y lo oprimieron hasta robarme el aliento, alzándome unos centímetros del suelo mientras mis pies desnudos luchaban por tocar madera, inútilmente. Sin mediar palabra, él me empotró contra la pared y fue entonces cuando me devolvió el oxígeno perdido aunque aprisionó su cuerpo contra el mío mientras sus labios agrietados, fríos, con sabor a alcohol y nauseabundo aliento buscaron con fiereza mi boca, mi cuello, mi escote…

- ¡Ah, horrible engendro deforme! ¡Quita tus asquerosas manazas de mí! – vociferé mientras le arañaba una de sus mejillas y le desgarraba la camisa desabotonada que lucía, siendo aquél gesto más que disuasorio, al contrario, provocando en el jorobado una reacción que rozaba la excitación.

Él me volvió a tomar de la cintura y mientras me reproducía el sonido de las campanas al oído, sus manos se deshicieron de la bata que cubría mi cuerpo y babeó mi cuello hasta la saciedad. En el interior del dormitorio, algo se removió y mi mirada intentó desviarse para no dar pistas de una segunda presencia a mi agresor. Pero no funcionó y el jorobado me tomó de los cabellos y me arrastró, literalmente, hasta la habitación dónde se encontraba Diétrich. El ser amorfo soltó una carcajada y me lanzó sobre la cama con desdén, cerrando la puerta tras él y empezando a desabrocharse los pantalones.

- Hay para todas, nenas.- alegó, confundiendo a mi invitado con una cortesana más, probablemente, fruto de su locura.

Y entonces, en un momento de distracción, tomé uno de los candelabros que adornaba el dormitorio y se lo arrojé a la cabeza.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Miér Abr 11, 2012 1:20 pm

Qué diantres acababa de pasar!? Me levante rápido pero alguien entro con violencia en la habitación. Me aparte a un lado de la puerta para que aquella…”cosa” no me atropellase. Pero entonces entre la oscuridad vi como aquel hombre arrastraba de Rubí hasta dejarla sobre aquel lecho. No tenía que ser un genio para descubrir que aquel hombre podría ser un cliente del pasado, pero aquella forma de actuar y los gritos de ella…No definitivamente esto no era nada normal.

Aun a medio vestir como me encontraba, me lance sobre la espalda curvada de aquel hombre, tirando de él hacia atrás mientras Rubi le arreaba con el candelabro en su abultada y deforme cabeza, haciendo que él cayese hacia atrás. Y como yo le tenía agarrado me vi arrastrado con él, quedando debajo de aquel enorme hombre, que ahora me aplastaba. Este comenzó a removerse encima mío y yo pase mi antebrazo por su escaso cuello, ahogándole desde atrás, pues éste seguía encima, dándome la espalda.
Hay para todas dices?...Me temo que aun no me estas complaciendo! Comente mientras tiraba aun mas de mi brazo para ahogarlo a la ves que este se removía intentando toser, poniéndose algo morado por la falta de aire.
Pero mientras yo le retenía este se hurgo entre los ropajes hasta sacar una pistola de mediano calibre que intento mover para apuntarme. Aunque mas que apuntarme a mi, sus manos temblorosas por el forcejeo apuntaban a Rubí.
Rubii!!!! Sal de aqui!! Cooorre!!! Grite mientras me movía con él en el suelo intentando desestabilizar su arma, pero él aun fiero, agarro con firmeza su pistola y comenzó a apuntar hacia abajo. Como no podía visualizar hacia donde apuntaba no logre ver como apretaba el gatillo, disparándome en el muslo derecho.

verdammter Hurenbock!!!!!!!!!!!!
...Dentro de las blasfemias e insultos, aquel me salió del alma. Y aunque los presentes no me habían entendido porque lo había dicho en alemán, procure pensar entre el dolor de aquel disparo, que procuraría no volver a decirlo, la madre de aquel hombre no tenia culpa de nada después de todo, claro que en aquel momento …no me arrepentiiiiíaaaaaa!

El deforme hombre aprovecho mi distracción para removerse del suelo y levantarse, retrocediendo y acercándose al lecho con la pistola apuntándome a mí, agarrando a Rox del brazo para tirar de ella.
Cobarde!! Suéltala!!! Gruñí mientas me movía con lentitud hasta quedar de cuclillas. La bala me habia pasado cerca, creando una herida limpia que atravesó la carne, así que la bala entro y salió de mi, pero parecía como si hubiese estado untada con algún elemento químico, pues sentía en la piel como si la quemaran con acido. La asquerosa risa del hombre resonó en la habitación y fue entonces cuando recordé y note, el frio metal de las armas que guardaba a mi espalda, armas que se sujetaban en la cinturilla de mi pantalón. Mire a Rubi ansioso. Y ella vio como mis manos se dirigían lentamente hacia mi atras.
Sabes Rubi?...creo que olvide comentarte que también tenia un fetisch…diferente…¿sabes lo que es un colador? ¿O Como fabricar uno?....¿No?...quizás pronto lo entiendas…Un pequeño atisbo de sonrisa, casi indetectable apareció en mis labios, lo suficiente para que ella lo viese. Rubí lo entendió. Ella me miro con notable preocupación, pero sin miedo alguno se alejo lo que más pudo de aquel hombre que aun le tenía sujeta por un brazo y propicio una buena patada en la espinilla al deforme hombre, que profirió un buen alarido por lo inesperado de aquello, mientras yo veloz como un rayo estiraba los brazos hacia atrás sacando las dos pistolas de mi espalda, estirando los brazos hacia el frente para disparar sin dilación ni atisbo de duda hacia aquel hombre, dándole cerca de los hombros, haciendo que por el impacto éste cayese hacia atrás destrozando una mesa llena de ornamentos, objetos que se destruyeron con su peso a la vez que este quedaba sentado, lleno de escombros, con los dos agujeros en sus hombros aun humeando.

Me puse en pie aun con cuidado, notando como la pierna aun me escocia. Menuda noche.... Me habían pegado, casi castrado, azotado, mordido, disparado...y yo solamente venia a por información.
Me levante poco a poco con ambas armas en mis manos. No había apuntado a ninguna parte vital, pues solo quería reducirle.
Mire a Rubí e hice una mueca. ¿Cómo explicarle que tuviese armas y que fuese tan diestro con ellas? Algo me decía que después de una noche tan movida y tan llena de mentiras, - a mi mente venia cuando le había dicho lo de los fetiches- Ya no iba a ser tan fácil que ella me creyese…a menos que fuese sincero…Aunque sí lo era, quizás me creería aun menos…Solte un suspiro.

-Como me gustaría tomarme un té ahora mismo…susurre mientras bajaba la mirada a las dos armas aun humeantes entre mis manos.
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Mensaje por Michelle Délvheen Sáb Mayo 05, 2012 10:41 am

Jadeante, aterrada, atónita, confusa… ¿cómo no estarlo? En a penas siete minutos, mi mundo había dado un giro de 360º y ahora, me encontraba en el suelo de mi dormitorio, con una simple bata de seda que apenas ocultaba mis formas, el pulso desorbitado, el sudor impregnando mi cuello, mis labios agrietados por la sequedad de mi boca, los ojos abiertos de par en par, sin perder detalle de lo que había acontecido, con las manos temblorosas y algunos espasmos en mi pierna izquierda que intenté redimir al ponerme en pie, buscando al autor de aquellos últimos disparos que de alguna forma y otra, habían salvado a mi cuerpo de ser magullado de nuevo por las manos de aquél engendro. De reojo, el susodicho jorobado seguía parpadeando con la boca entreabierta, en shock probablemente. No obstante, su rostro volvió a dulcificarse hasta que tras unas palabras inteligibles, estalló en un llanto infantil, como hacía siempre que la lucidez momentánea volvía a él. Suspiré, agarrándome al hierro forjado que adornaba la cama.

- Quasimodo es un buen hombre… pero su locura… le atormenta y le incita a comportarse salvajemente… no es la primera vez que viene en mi busca… ni será la última.- comenté con una sonrisa triste, abriendo la puerta poco a poco antes de acercarme a Diétrich, si así era su nombre real, pasando mi brazo derecho por su cintura y el suyo izquierdo por mi cuello, intentando levantarle para guiarle al segundo piso, encerrando a Quasimodo en aquél dormitorio, pues sabía que ahora se limitaría a dormirse, como siempre ocurría tras su delirio.

Tras los tambaleantes pasos, logré sentar al hombre en una de las sillas de la cocina mientras, aun fuera de mí misma, luchaba por volver a la normalidad. Me distraje, pues, preparando te, sirviéndole a mi cliente en una taza de porcelana japonesa. Me senté junto a él y tomé un sorbo de mi taza humeante, sintiendo mi cuerpo estremecerse por su calor y el sabor bajar por mi garganta, aclarando poco a poco mis sentidos y mis pensamientos.

- No deberías insultar a las prostitutas cuando acudes a ellas.- comenté de pronto con una media sonrisa, bromeando y no como un reproche a su anterior comentario en alemán que sí, había entendido perfectamente, pues era de las pocas frases extranjeras que conocía y se lo debía a uno de mis clientes más habituales, el señor Von Hämmel.

Aquello me recordó la herida que se había hecho, por lo que, en silencio y sin añadir palabra alguna, me puse en pie para dirigirme a mi baño particular, abriendo el grifo de agua caliente de la bañera, vertiendo algunas sales aromáticas y espuma, mientras rebuscaba en los cajones mi pequeño botiquín. Con él, regresé a la cocina y me acuclillé frente a Diétrich, apartando la tela que pudiese contaminar la herida mientras la escrutaba con delicadeza y preocupación, aunque no era una herida grave. No obstante, debía sacarle la bala. Alcé un momento la vista y con la simple mirada, le advertí de mis intenciones antes de tomar unas pinzas del botiquín y hurgar en la herida hasta dar con la bala, extrayéndosela con cuidado hasta apartarla de la carne. Dejé caer la bala sobre el plato bajo el que se encontraba mi taza del té todavía a medias y ya frío, regresando la atención a mis manos que ahora tomaban una pequeña botella de alcohol y la vertían sobre la herida, pidiéndole a mi cliente que aguantase el dolor y no gritara, pues finalmente llamaríamos la atención del resto de cortesanas y podría tener problemas por lo sucedido aquella noche. Cuando terminé de limpiar y desinfectar la herida, procedí a vendarle el muslo con varias tiras, sujetándoselas con un nudo que le apretaba levemente, pero que era necesario. Suspiré y me puse en pie, tambaleándome de nuevo por una subida de azúcar, o quizás de tensión.

- Puedes bañarte si lo deseas, ya lo preparé.- comenté mientras tomaba asiento de nuevo, esperando que no se percatara de mi malogrado estado de salud.- Te dejé algo de ropa, espero que te siente bien. Tus pantalones están rotos y manchados de sangre.

Le sonreí, sin preguntas ni dudas. En realidad, no quería saber quién era él ni qué buscaba en mí. Si ahora le ayudaba era porque él me había salvado aquella noche. Tras el baño, si se sentía mejor, le pediría que se marchara de mi vida y no me involucrase en sus problemas, que suficiente tenía con los míos. Y aunque la curiosidad me corroía, sabía que aquella vez debía hacer uso de mi lógica, quién me gritaba que me apartara de él. Debía hacerle caso, pero… terminé por espiarle mientras se bañaba, escondida tras la puerta entreabierta, mordiéndome el labio inferior y esperando quizás, que su cuerpo se transformara en un enorme y robusto monstruo de color verde y músculos de escándalo. Quizás incluso con capa o con taparrabos, que sería más divertido… Aquella idea me hizo reír y juraría, que él se dio cuenta de mi presencia tras la puerta. Tragué saliva ruidosamente y mi cuerpo se petrificó.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Lun Jul 09, 2012 4:17 pm

Sumergido en la bañera sostuve mi rostro con ambas manos un tanto desesperado antes de deslizar mí espalda por la superficie de la bañera, quedando sumergido unos treinta segundos bajo el agua. Intentando pensar con claridad ante tan perturbada noche. Aquella mujer me había hecho de todo, y aunque no quería pensar mucho en ello, seguía sintiéndome algo avergonzado…
Definitivamente había sido una noche de locos.

Pero entonces me reincorpore, sentándome. La pierna me molestaba horrores, aunque aquella joven me había curado bastante bien, cosa que me había sorprendido. Sin embargo aquel disparo no era como los tantos otros que había recibido. En esta ocasión la bala había sido lo de menos, era el liquido que la rodeaba el que parecía escocer en la carne a pesar de haber salido ya de esta. Aquella arma debía de ser alguna experimental, y eso quería decir que aquel hombre podría verse envuelto en asuntos turbios, quizás trabajaba para alguna de las razas que se estaban moviendo por Paris y aquello me dejo pensativo un instante.

Entonces acomode la tela de mi pierna. Las vendas se habían humedecido un poco, así que las apreté ligeramente, pues estaba seguro que aguantarían lo suficiente hasta llegar a casa.
Entonces de solo imaginar mi casa, una sonrisa apareció en mi rostro. Pues ahora donde me encontraba se me hacia tan lejano aquello, como si hubiese pasado mas de un mes fuera de allí. Extrañaba mi hogar, quizás porque allí no había mujeres peligrosas con látigos…Ni locos psicópatas lujuriosos…Ni tampoco era obligatorio ir vestidos con incomodos trajes de etiqueta ni con sombreros de copa como el que había tenido que utilizar esta noche…
Allí el único peligro era que Aya jugase cerca de la pólvora o de los rosales, y afortunadamente esa lección ya la habíamos aprendido los dos…

Solté un suspiro. Extrañamente, echaba mucho en falta no poder ir a casa, -después de semejante y movidita noche- Pero despeje mi cabeza de tales pensamientos inmediatamente. No debía seguir soñando, pues muy a mi pesar seguía de servicio.
Entonces mientras me mordía los labios, absorto en mi “melancolía”, sentí un crujido cerca de la puerta. Gire el rostro para mirar hacia allí e hice una mueca con los labios.

Madame…Se que esta ahí. Porque no viene y me hace compañía? Total ya que mas da…Indique gesticulando con ambas manos antes de dejar que volvieran al agua.
Entonces mire hacia la puerta sabiendo que quizás le habría avergonzado. O que posiblemente le habría asustado, después de todo, me había visto disparar a un hombre con más rapidez y precisión de la que suele ser “habitual” para cualquier persona…
Quite las gotas de agua que aun se alojaban en mis ojos y mejillas y contemple la puerta mientras me acomodaba en la bañera, apoyando un brazo en el borde mientras esperaba que ella quisiera aparecer.
No sirve de mucho mantener las apariencias a estas alturas, supongo. Ya habrá visto que llevo armas. Comente intentando explicarme. No voy a dañarle ni a hacerle nada. Pero me llevare conmigo a aquel hombre que esta encerrado en la habitación. Será más seguro para usted, además, deberíamos interrogarle…
El silencio se hizo ante nosotros, así que continúe sin más.
Oh por cierto…lo de antes…yo no tengo costumbre de insultar a nadie. Ni a las prostitutas ni a ninguna persona, no es mi forma de ser. Explique aclarándome. Si he soltado semejante insulto es porque a veces te salen esas cosas cuando te disparan y las balas entran en tu carne desgarrando y carcomiendo por dentro…No es nada personal. Indique bromeando.
Aunque igualmente te pido disculpas, no deseaba haberte ofendido
Entonces solté un suspiro aun mirando la puerta, y luego desviando la mirada hacia aquella ropa que ella había traído con amabilidad para mi. A pesar de que podría haberme dicho que me largase cuanto antes, aun había tenido el detalle de ofrecerme ayuda. Quizás era por simple miedo a mi, quizás porque le había rescatado de aquel jorobado…Fuese como fuese aquella situación me robo una sonrisa mientras me apoyaba en el borde de la bañera negando con la cabeza….

Noche de locos…
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Mensaje por Michelle Délvheen Miér Jul 11, 2012 12:12 pm

Sonreí un tanto avergonzada, sorprendiéndome ese gesto incluso a mí misma. Cerré la puerta tras de mí, con pestillo, recostándome contra ella mientras dejaba deslizar el albornoz que cubría mi desnudez hasta caer a la altura de mis pies descalzos, caminando hacia la bañera ignorando la ropa que dejaba tras mis pasos hasta sumergirme en la cálida agua, con la compañía de aquél enigmático hombre que ahora me miraba frente a frente mientras mis manos llevaban hacia mi cuerpo la espuma que el jabón y las sales habían creado junto con el agua, quedando pronto llena de aquella espuma y burbujas con las que me entretuve jugando a soplarlas en dirección a Diétrich, riendo cuando una de aquellas pompas de jabón explotó suavemente contra su nariz.

- Vos no vinisteis aquí a verme a mí.- comenté a modo de conclusión, sin un atisbo de reproche en mi voz.- ¿Qué le llevó hacia mi cama, monsieur?- le pregunté aun divertida con aquél infantil juego, esperando impaciente la verdad en sus palabras, ya sin mentiras ni tapujos.

Pero de repente, una fuerte tos sacudió mi cuerpo y un gélido sudor recorrió mi columna vertebral, haciéndome estremecer aunque quise disimular aquello que mi propia anatomía se provocaba de vez en cuando. Aunque lo cierto era que el motivo por el que mi salud se debilitaba con el pasar del tiempo fue un absoluta tabú para mí misma, pues si sabía que mis días estaban contados, no le encontraba el sentido a marchitarme mientras me autocompadecía y lloraba por aquellos soles que jamás volverían a deslumbrarme.

- ¿Decía?- le insistí, retomando el hilo de una conversación que no había hecho más que empezar, borrando de mi mente aquél malestar que poco a poco empezaba a conquistar las tierras de mis ojos y mejillas, sintiendo mis músculos debilitarse y mis huesos tornarse en pedazos frágiles de porcelana.- Vamos... no se haga de rogar...- bromeé, haciendo uso del arte de la seducción gracias a mis largas y espesas pestañas negras y mi mirada felina, aunque pura y cristalina como el mar más limipio del mundo, usando mi pie derecho para buscar uno de aquellos puntos que ya había descubierto que excitaban a mi compañero de baño, riendo cunado éste se tenso al sentir aquél tacto juguetón en su entrepierna.- Prometo ser buena guardando secretos.- insistí con un descarado guiño de ojos.
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Mensaje por Diétrich Von Kraft Miér Jul 25, 2012 12:10 pm

Cuando le vi entrar pensé que se sentaría a mi lado y que hablaría conmigo...
O al menos que me intentaría engañar para que me fuera pronto de su casa.
Por eso cuando le vi desnudarse -una vez mas- delante mio, y meterse en la bañera junto a mi, me quede con el rostro de un jugador de poker, pensando en como diantres lo hacia para terminar en semejantes situaciones. ¿Seria una cuestión de karma?

Ahogué un pequeño quejido al notar como su pierna comenzaba a jugar con cierta parte de mi anatomía que deseaba que se mantuviese en calma. Dando un pequeño brinco al sentir su piel.
Lleve mis manos hacia su pie rápidamente y lo situé sobre mi rodilla, sonriendo nerviosamente, disponiéndome a masajearlo con delicadeza, pensando que así distraería a la dama de querer jugar con mi hombría.

Solté un suspiro mientras contemplaba mis manos en su pie, notando como ella sonreía en algunos momentos, quizás por cosquillas.

No madame, no he venido a veros a vos esta noche.
A decir verdad he venido a ver vuestra casa.
Ella ladeo el rostro un tanto perpleja y yo sonreí negando con la cabeza.
Madame, usted se mete en muchos problemas, y no se da cuenta…Me temo que aunque no lo deseo debo advertirle que tenga cuidado…aun con su pie en mis manos, me mordí los labios, intentando pensar en cómo continuar.
Su nombre ha llegado a nuestros oídos. No…es mejor que no sepa quiénes somos, pero lo que si puedo decirle, es que sospechan de usted o de que usted colabore con sus clientes en sus “asuntos”…Por eso necesito que me diga si ha visto alguna cosa fuera de lo normal en alguien, algún cliente, o quizás en alguna persona de sus entorno, o incluso de sus compañeros…Conductas extrañas, comportamientos sospechosos, o algo fuera de lo "normal".
Créame, es muy importante.


Deseaba que ella no supiera nada, que no tuviese relación con ninguno de los sobrenaturales…Pero si era al revés, debía sacarle toda la información y llevarle conmigo de ser necesario…Por eso implore a que no supiera nada, no me gustaba admitirlo, pero aquella dama me había caído en simpatía a pesar de todo, y no me agradaba la idea de tener que llevarla delante de la inquisición, ya que allí lo más suave que le harían, seria azotarle con un látigo como el que ella guardaba en su habitación.

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Mensaje por Michelle Délvheen Jue Jul 26, 2012 4:46 pm

Solté una sonora carcajada que fue interrumpida por otro movimiento de las manos de Diétrich hacia la planta de mi pie, relajando mis músculos al momento, decayendo mis párpados y dejando escapar un verdadero gemido de placer.

- ¡Oh... por todos los dioses...!- exclamé, agarrándome al borde de la bañera para liberar el latigazo casi orgásmico que recorrió entonces mi espalda.- ¡Sí!- vociferé de repente, meneando mi cabeza y cayendo mis cabellos llenos de espuma contra mi rostro húmedo, despegando de nuevo mis labios para alargar aquella escueta respuesta a su pregunta que, con el mismo tono pervertido lleno de placer físico, pareció ser más bien una invitación a que el invitado entrara en el cielo de mi entrepierna.- ¡Oh, sí, sí, sí! ¡Hay tantos clientes... de condu-u-u-ucta... RARA! ¡Oh, la por la Virgen! -grité con énfasis, arqueando mi espalda y abriendo más mis piernas en un acto casi innato.- ¡No se detenga, por lo que más quiera! ¡Siga, sig...! Oh... sí... ahí, ahí... ¡Más fuerte! ¡Deme más! ¡Sí, ahí, más fuerte, más FUERTEEE! Ah...- suspiré entonces, relajándome de nuevo cuando cambió la zona por la que masajeaba, refrescándome con el agua pues me sentía casi hiperventilando.- Monsieur, debo admitir que tiene vos unas manos divinas...- reí, guiándole el ojo mientras ladeaba a un lado y otro mi cabeza, relajando así mi cuello en tensión.- Disculpe, ¿de qué hablabamos?- pregunté un tanto confusa ante su mirada algo inquietante.- ¡Oh, sí, mis clientes!- recordé riendo.- Hay varios sadomasoquistas... ya sabe, que les gusta dar y recibir, con látigos, cuchillos, cadenas... Les gusta sentir dolor y provocarlo, eso les excita no sabe cuánto, monsieur Diétrich... Pero como esos, hay muchos clientes con extraños fetiches.- argumenté con cierto desdén, pues no solía hablar de mis clientes con otro cliente.- Por ejemplo, tengo entre mis piernas a un noble al que sólo le excita oler flores... por lo que debo adornar la cama con montones de flores para que a su pequeño soldadito le apetezca descubrir la flor de mi entrepierna.- reí meneando la cabeza.- Aunque no creo que eso, señor, sea un delito. ¿Me equivoco?- le pedí entonces, alzando una ceja antes de soplar a su rostro un puñado de espuma que salpicó su nariz.
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