Desafiando a la Suerte [Milo Van Dyck]

por **Carmmine Von Misson** Lun Mayo 02, 2011 10:53 pm

Carmmine se encontraba algo cansada de quedarse todos los días en casa de su maestro, casi enclaustrada, ya que ni siquiera tenía la necesidad de ir de cacería porque su maestro contaba con una gran cantidad de plasma, al que tenía acceso gracias a su profesión de médico.

- La sangre fresca sigue sabiendo mejor – se decía a sí misma, decepcionada por no poder ocultar ese monstruo que llevaba dentro.

Finalmente se decidió por ir a la taberna a alimentarse de uno de los viles borrachos de turno, dado la facilidad de ocultar su muerte, no sería gran cosa, pero serviría. Y seguramente el alcohol en la sangre del desdichado le daría un toque gourmet a la misma.

- Espero que el Carménère este a buena temperatura – dice sensualmente cerca del oído del desdichado que se convertiría en su víctima, mientras trataba de hacer notar su generoso escote adornado solamente por una gema de zafiro azul. Todo esto con la intención de embriagarlo para hacer más fácil la cacería.

Se sentía aburrida, no le agradaban las presas tan fáciles, pero no tenía ánimos suficientes como para un desafío.

- Hoy los humanos están especialmente aburridos - pensó mientras le sonreía cínicamente a esa asquerosa rata que se convertiría en su comida - ¿Cuánto alcohol más necesitaras para desmayarte? – pensaba con desdén.

Y es que llevaba ya un par de horas esperando pacientemente que el sujeto se cocinara en su propia salsa. Ya estaba por perder la paciencia, cuando notó que un hombre la observaba de reojo desde el otro lado de la barra de la taberna.

Tenía cuerpo de militar e iba armado con la experiencia de uno. Se sintió fugazmente intimidada por esos ojos azules intensos y esas armas escondidas entre sus ropas. A Carmmine no le gustaban para nada, su padre era asiduo coleccionista, y todo lo que tuviera que ver con su pasado le daba una sensación de rechazo. Pero algo extraño había en aquel militar que le inspiraba aún más desconfianza, y es que parecía conocer su verdadera naturaleza.

por **Milo Van Dyck** Vie Mayo 06, 2011 3:58 pm

"Dios no hizo más que el agua, pero el hombre hizo el vino."

Taberna/ 9:34 PM.

Una hora y 45 minutos eran los que llevaba Milo sentado frente a la barra. Había perdido la cuenta de cuantas copas llevaba encima pero suponía que habían sido muchas: se sentía sumamente alegre y eso pasaba cuando la embriaguez era tal que superaba todo pensamiento. Aun si el Teniente había comenzando a beber desde muy joven y había desarrollado una excelente resistencia, se mantenía con los codos recargados en la barra, la expresión reservada y la copa de jerez firme entre sus dedos. Diviso por quinta vez a los congregados, deteniéndose en una mirada pesada que le correspondía. Una pareja se mantenía en una mesa, el hombre tambaleándose apunto de lanzarse sobre el pronunciado escote de su compañero quien coqueteaba con el. Milo había notado a esa mujer desde que entro a la taberna, no por su belleza sino por su naturaleza. No era raro toparse con esas criaturas en un lugar publico y tampoco era la intención del cazador proteger al ignorante ciudadano. Su interés derivaba en ella y en las artimañas que estaba empleando para alimentarse. Por la mirada que se estaban dedicando, Milo suponia que ya habia reparado en el y su escrutinio. Le sonrió.

- Oye tu -Se giro nuevamente hacia la barra y llamo al tabernero. - ¿Ves a esa mujer? - Disimuladamente señalo a la vampireza. - Una copa para ella, de parte de su servidor - Con una sonrisa picara el trabajador obedeció, sirviendo la copa y caminando entre los reunidos hasta la mujer. De reojo observo como el tabernero hacia las cosas. Se llevo la copa a los labios bebiendo hasta el fondo el liquido, sorprendido que ya ni siquiera quemaba su garganta. Vaya si debieron de haber sido muchas copas ya.

por **Carmmine Von Misson** Vie Mayo 06, 2011 8:01 pm

Cuando Carmmine se encontraba ya dispuesta a llevarse al desdichado para alimentarse de él en un lugar más privado, fue interrumpida por el tabernero, quien le traía una copa, cortesía del hombre que a ratos le regalaba un par de miradas.

Agradecida, decidió recibir el presente, y bebérselo al instante ya que durante todo el tiempo que llevaba tratando de embriagar al que sería su alimento no había bebido siquiera una gota de alcohol.

Sin duda era muy osado, tanto que consiguió hacerle perder el interés en la alcoholizada victima que tenía a su haber. Tomó la copa entre sus manos de forma delicada y elegante, y comenzó a beber con avidez, hasta que al acabar levantó la copa vacía en honor al que sin duda era un militar.

- Muchas gracias, Teniente – le dijo mentalmente, aunque no sabría si este, dado su estado, notaría la diferencia.

Había visto en sus ojos cierto interés, quizás motivado por las muchas copas que llevaba en el cuerpo. Así que tras dudar un poco, cambió de objetivo.

- ¿Le molestaría si lo acompaño? Creo que conoce usted perfectamente mi naturaleza, Teniente - Esto último, lo de su rango militar, lo había conocido a través de ciertas imágenes que no hacían más que afirmar la temeraria actitud que al parecer lo caracterizaba.

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