¿Recuerdos y encuentros? {Privado}

Aquellos aromas paseaban por todo el lugar, la gente apretujándose por pasar y conseguir los mejores precios era como la lucha de naciones por conseguir ganar una guerra. Yo solo buscaba una que otra cosa, cuero para poder afilar mi navaja de mango de plata ya que el pedazo de cuero pasado se rompió creo que se tensó demasiado cuando colgué a ese pobre infeliz de la viga de su hogar pero, bueno ya ni lamentarse es bueno y solo queda buscar algo que me sirva. En mi lista de cosas por comprar se lograba leer: un hacha, soga (esa nunca me gusto hacerla así que me es más fácil comprarla), sales (que solo este mugriento mercado con olores repugnantes contenía, las cuales eran buen removedor de manchas así que limpiar la sangre ya no era problema para mí) y unos cuantos ganchos para colgar carne y no precisamente de animal.

Pasee por los puestos, esta gente solo venía una vez por semana y siempre se abarrotaba de toda clase de cosas raras en su mayoría eran gitanos errantes lo que se colocaban en el lugar así que siempre eran diferentes rostros. El viento primaveral llevaba el bullicio de un lugar a otro sin detenerse, mientras mi vista se posaba en un viejo alhajero, algo sucio pero parecía en buen estado lo suficientemente grande como para colocar las sales que busco.
Bajo mi brazo coloque el artefacto acabado de comprar y me abrí paso quitando a más de una persona de mi camino aquella mirada fría y mi imponente presencia hacía que más de uno se corriera antes de que llegará a articular palabra alguna.

La sonrisa de mi rostro parecía un tanto retorcida como siempre, mi deseo de sangre no era tanto y menos en un lugar así, tan sucio, tan lleno de escoria como esa pero… ¿en dónde quedo yo? La escoria más grande que ha existido. Mi mente dejo de delirar al momento que vi una cabellera negra, mi olfato era muy bueno a pesar de ser humano tanto contacto con la sangre me había desarrollado que captará los olores a lo lejos y a pesar de ser un lugar infestado de esto la pude reconocer. Fue hace tiempo pero aun lo recuerdo una mujer que vende su joyería barata porque no tiene nada mejor que hacer en la vida y si recuerdo bien me odia, bueno a mi raza y por lo tanto a mí ya que por más que reniegue es el lugar en donde me críe y por decirlo de alguna manera le tengo aprecio ¡ja! Que estupideces puedo llegar a decir. Mis pasos fueron decididos y me dirigí hacía ella estaba de espaldas y no ve vería llegar la última vez no sé por qué demonios la deje vivir, ese blanco cuello se hubiera visto muy bien en mi afilada navaja – No me digas que ¿sigues vendiendo tu joyería de mala calidad? – una frialdad se pudo notar en mi voz estaba a su espalda a solo un metro de ella sin ver su rostro pero sabía que era ella, Évani.

Si mal no recuerdo la conocí en uno de mis viajes a Italia, me había instalado a las afueras de la ciudad pero constantemente visitaba la plaza paseándome de un lado a otro mi rostro en esos tiempos aun mostraba inocencia a pesar de que era maltratado días tras día y vendido cada noche que pasaba, mis ojos apagados y ropa raída se habían topado con una pequeña niña, bueno al menos eso me parecía ya que era mucho mayor que ella. La niña era de familia y bien vestida pero mimada como toda persona de sociedad y no quise acercarmele solo la vi allí con ese vestido de ensueño con miles de pensamientos, preguntas, fantasías y “¿sí ellos fueran mi familia? ¿me querrían? Mis rasgos son diferentes y todos se alejan de mi como si la peste rondara de mi ser…” eso era lo que surcaba en mi mente.

Siempre he odiado su maldito aroma de niña de sociedad pero me entere que su familia había muerto, en el tiempo que volví a Italia después de asesinar a mi familia y prenderle fuego a todo mi clan volví a encontrarme con ese rostro ahora demacrado, la primera vez no hable con ella así que dudaba mucho que me recordara es más ni siquiera estaba seguro que se fijara en un pobre gitano pero los dos habíamos cambiado yo sustituí mi rostro soñador y deseos de salir de toda esa basura y ella dejo der ser la niña mimada que me pareció que era. El encuentro no fue grato ya que había tropezado con su nana según recuerdo, pero no hice caso a nada que pudiese decirme y la ignoré la deje ir perdonándole la vida, es más ni siquiera me digne a sacar mi navaja… algo me unía a ella desde que la vía en ese tiempo que era un inocente niño soñador, tal vez solo era envidia que ella llegara a un hogar con comida caliente y una cama tibia esperando a ser ocupada.

Nuestra enemistad surgió en la misma época. Se giró hacía mí y como siempre haciéndose la valiente, esa pobre e inmundo ser, tan patética con es apariencia sucia y desaliñada. Mi rostro dibujo una sonrisa un tanto macabra pero mi rostro seguía sin expresión con los ojos clavados en ella – Que patética eres – la mire de arriba abajo examinándola con un rostro de desagrado – Sustituiste tus joyas por esto – tome una que otra pieza elaborada por sus manos – Están sucias al igual que tú – Tome su mentón violentamente y apreté sin compasión acercándome – Sabes que soy sensible, no puedes conmigo recuerda solo eres basura en mis manos y no creo que esta vez tu nana te salve – solté mi agarre empujándola, no fue que el insulto me molestase yo pensaba lo mismo que mi raza pero a ninguno le perdonare esa insolencia a mí se me respeta o una muerte cruel y sumamente dolorosa les espera – Tengo entendido que murió al igual que tus padre y dime ¿también se quemó? O ¿al menos tuviste un cuerpo que enterrar? – mis palabras demostraban esa frialdad y placer por remover heridas, le seguí mirando esperando ver un rostro lleno de furia por recordarle ese tipo de cosa, bien sabía que Évani era susceptible a ese tema y está era la oportunidad de golpear esa herida solo porque quería hacerlo.

Lo que sentía por esa mujer no era desprecio u odio, sino diversión. La fragilidad de su corazón al quedarse sola gracias a la muerte de los más cercanos a ella me complacía de sobremanera, recordárselo cada que podía era más placentero que ver su sangre correr por todo el lugar. Mi actos siempre eran bien cubiertos y no había mostrado agresividad alguna, a menos no en público y ella, ahora, me provocaba tomarla del cuello arrojándola para poder ver miedo en su mirar, ese mirar que me asqueaba por ser tan retador. Algún día le enseñare el respeto que me merezco, aprenderá a adorarme como el dios de la muerte que soy.

Mi arrogancia era única al compararme con dios pero eso era, yo puedo tomar cuántas vidas me plazca después de juzgar sus actos sin mirar a mi espalda para ver los míos. Mis pecados se pagaran después ya que eso no importa el lugar al que iré después de mi muerte está más que decidido. Su carácter no cambia, una linda mascara que ella ha creado para que su enemigo no la penetre, la rudeza y la autosuficiencia no le bastaban ya que yo siempre consigo lo que quiero, el miedo en su mirada al momento de torturarle, sí, eso debía valer oro. Un lugar menos habitado aunque este tipo de gente nunca defiende a alguien que no es de su nivel, familia o alguien que conozcan por eso estaba seguro que a nadie le importaría si la mato ahora mismo esparciendo sus restos por todo el lugar ¡claro! Siempre y cuando no manchara su mercancía, por todo lo demás estaba bien.

Su desprecio ante mí y mi gente era bastante buena, aumentaba mi ego y mi deseo por verla sucumbir ante mis actos esta era más una guerra de soportar a tus semejantes, es eso, sé que lo es nuestro constante despreció es porque nos parecemos más de que nos gustaría, solos sin nadie en el mundo y constantemente irritados intentando ganarnos la vida de la mejor manera que conocemos sin importar nadie más que nosotros. Sentí el golpe en mi mejilla sin pensarlo solté el alhajero recién comprado y todas las demás cosas, sin todo el bullicio del lugar el sonido que provocaron mis artefactos al caerse hubiera asustado a más de uno. La tomé por la nuca acercándola a mí con demasiada fuerza mi mano derecha la cual se encontraba libre despejo la mesa en la que Évani estaba acomodando sus asquerosas baratijas, las tire al suelo sin preocuparme por nada dando unos pasos al frente pisando más de un objeto (ella lo llama joyería) mi voz tranquiliza resonó cerca de su tímpano – La muerte te desea pero la haré esperar un poco más, tu destino es morir en mi manos pero con el mayor dolor que te pueda causar – arrastre mis palabras hablando lentamente para que entendiera mi mensaje, la muerte le llegaría pero le dejaría un pequeño recuerdo de que a mí nadie me toca y menos una mugrienta como ella. – Eras más hermosa con tus vestidos de gala y una joyería que si valía la pena – Pise más de un artefacto haciéndolo crujir – Pero mírate, tus padres estarían decepcionados bueno… al menos te ahorraste el entierro y la vieja de tu nana al morir se convirtió en polvo, así que solo te basto soplar no es así – fue más una afirmación, saque mi navaja del pantalón mostré el filo cerca de los ojos de Évani para que supiera que no estaba jugando. A nuestro alrededor nadie nos hacía caso a pesar de tenerla casi de cara contra la mesa.

Era extraña la manera en como trataba a esa mujer, mis manos no se manchan de sangre inocente a pesar de mi crueldad mis asesinatos siempre han sido contra personas que lo merecían aquellos que escapan de la justicia por cualquier ayuda o ya sea aquellos que son testigos de algún asesinato. Pero Évani lo único que hizo contra mi persona fue un insulto tal vez mi orgullo se lastimo en ese momento teniendo como única meta vengarme de ella provocando el mayor dolor posible, sí pudiera ser que mi orgullo fuera el causante de ese odio irracional que tenía en contra de ella.

No debía mentir aquello me hacía sentir bien, maltratarla sin razón aparente me demostraba cada día que mi humanidad se iba perdiendo ya no me importa si la gente observa esa escena solo debía causar el mayor daño posible al grado de que la locura controlara su ser o me pidiera perdón para poder convertirla en una esclava… pero esas solo eran fantasías claramente su odio hacía mi podía más que cualquier cosa y la muerte es lo que escogería antes de servirme, algo que en verdad no importaba y de alguna forma admiraba su tonta forma de ser ya que por esa tonta ilusión seguía completamente sola.

No lo demostraba pero el miedo se sentía en cada parte de su cuerpo ¿Quién demonios le había dicho que enfrentar sus temores era la mejor solución? Esta allí mirando a los ojos tan arrogante como si en verdad me pudiera dañar, a mí, ya nada me dañaba por más profundo que entrara una bala no dolía, así me apuñalaran ilimitadas veces sangraba pero ya no gritaba de dolor como era normal en una persona, mi ser ya no tiene salvación, mi alma está condenada y no hay vuelta atrás por más desprecio que me muestre esa mujer no duele, solo gozo con cada palabra que le digo se que duele y mucho más de lo que ella me demuestra.

– ¿Dios? ¿Quién es dios? ¿El mismo que te dejo sola? – una sonrisa burlona apareció mientras acortaba distancia entre su cuerpo y el mío no quería darle tregua para que se defendiese la muy infeliz, sé que lo hará si tiene oportunidad, aun si es acosta de su vida. –Soy dios y el mismo demonio, juego con sus patéticas vidas y las destrozo al final. Tengo el poder en mis manos y nadie me lo quitara jamás – esa forma tan segura de hablar, el mundo es mío y de nadie más yo soy el titiritero que mueve los hilos de cada alma –Mi juicio es más importante de lo que piensas y sabes muy bien que puedo hacerte mucho daño sin la necesidad de tocarte – la navaja comenzó a pasearse por su mejilla llegando hasta su cuello – La belleza es algo que tú no tienes, la tuviste pero eso es algo del pasado… una persona como yo sabe lo que es la verdadera belleza aunque lo dudes, en mi trabajo la verdadera esencia de las personas se descubre ante mí y es cuando lo veo, las almas putrefactas son las que merecen morir – deje en beso en su mejilla.

El rencor, odio y desprecio que siente ante mí es lo que me alimenta aun no la puedo matar, algún día mi navaja podrá atravesar esa piel y bañarse con aquel liquido carmesí… por el momento solo observare como intenta defenderse de mí – No intentes nada ya que el filo de mi pequeña está en tu vena – observe bien sus ojos no me aleje ni un momento pero se me veía muy feliz – Si la corto morirás muy lentamente –