Bienvenida pequeña flor [Katrina]

por **Samuel A. Salvatore** Dom Mayo 22, 2011 12:07 pm

Mis pasos eran largos, pausados y tranquilos. No tenía ni destino ni lugar al que dirigirme. Estaba en un lugar tranquilo, lejos de preocupaciones, rodeado de árboles, plantas, matojos, flores... Tenía un plan para ese día: relajarme. No iba a hacer nada que me costase esfuerzo. Al día siguiente ya me esforzaría en buscar trabajo y encargarme de todas aquellas preocupaciones que empeoraban mi día a día. Pensé en mi hermano, ¿como estaría? Seguiría... ¿vivo? Negué con la cabeza. Tranquilidad, no había necesidad de buscarse líos por preocuparme.

Levanté la mirada e intenté buscar un banco que estuviera libre, había dos filas y todos estaban ocupados. -Scheiße- susurré para mi mismo. Tenía la costumbre de cada vez que algo no salía como yo esperaba, blasfemar en alemán. En aquel caso, estaba diciendo algo así como "Joder" o "mierda". Una sonrisa se instaló en mi rostro, las malas costumbres nunca marchan. Seguí caminando mientras vigilaba que algún banco estuviera libre, mi rostro se iluminó al ver como una pareja cuarentona se marchabahaciéndose arrumacos, de un banco impoluto de suciedad.

Apresuré el paso para que nadie me lo quitara y me senté, estirando mis músculos. Suspiré, supuse que no pasaría nada si alguien quisiese ocupar el banco, claro, siempre que no fuera como la pareja que se acababa de marchar haciendo ñoñerías mutuas. Me puse a observar una pequeña flor que había justo al lado de una de las patas del banco, pensé en arrancarla, pero se moriría, también pensé en llevarla a Ayris, para que la hiciese revivir con alguno de sus poderes, pero eso me llevaría demasiado tiempo, así que decidí que la dejaría ahí.

Rosa:

por **Triana** Dom Mayo 22, 2011 3:30 pm

Anoche.. había soñado con un cuento de hadas que se hacía realidad, como mi canción. Una mujer muy hermosa se acercaba a mi llamándome por mi nombre, con tan solo oir su voz había sentido muchas ganas de llorar pero no por que fuese algo feo, sino lo contrario. La mujer me regalaba una rosa azúl, a ella le encantaban, tenía el cabello negro y los ojos azules como... como... mama?

Caminé fuera de casa, mientras mi papá no me hacía realmente ningun caso. Sheira era la única que estaba conmigo casi un dia... al mes! pero me enseñaba a hablar perfectamente el idioma de ésta ciudad tan rara, aunque a veces mi palabrería no era perfecta, yo quería ser como la mujer de mi sueño, crecer y ser una linda flor azul.
Llegué alelada por el olor a flores, los colores me llamaban mucho la anteción y cuando ví tooodas ellas.... O.O' me quedé paradita observándolo todo hasta que reaccioné con una risa risueña.
Corrí por todos lados, e incluso querís tirarme sobre unas flores apiladas, tenían como un solor rosado salvo una de color morado. Y así lo hice, sin saber quien o qué picudas cosas habría bajo ello. Me paré en seco tratando de tromar una de las flores, eran realmente bonitas pero algo me pinchó dejando un pequeño rastro de sangre en mi pequeño dedo.

Sollocé frotándome los ojos, sin saber donde limpiar aquella sangre, era fea y olía mal, pero lo peor era que dolía.

por **Samuel A. Salvatore** Mar Mayo 24, 2011 7:26 am

Seguí observando a la hermosa flor, de pétalos grandes y violáceos. LLevé un dedo hacia allá, acariciendo con delicadeza aquellos suaves y aterciopelados pétalos. Una sensación de molestia me embargó al pensar en el mal sito en el que fue a para aquel rosal. Probablemente alguna semilla cayó allí y creció a base del agua de lluvia y los nutrientes de la tierra.

Mi observación de la rosa fue interrumpida por el sonido de el llanto típico de algún niño o niña pequeños. Miré hacia la derecha, pero ahí solo había hombres y mujeres hablando, probablemente pertenecientes a alguna clase de club exclusivo, ya que parecían de clase alta, y su aspecto era de gente engreída. Miré hacia el otro lado, probando suerte, y entre el gentío que inundaba los jardines vi a una niña pequeña, de tres o cuatro años probablemente, y lo que me estrañó fue que estuviese solo. Sollozaba, pero apenas vi lágrimas en su rostro.

Me levanté del banco y me acerqué a ella. Al estar a su lado me agaché, apooyando una rodilla en el suelo y la otra aguantando el resto del peso. -Hey, pequeña, ¿que sucede?- pregunté a la niña, tenía un aspecto angelical, dulce, como solían tener los bebés. Comprendí al ver que se miraba un dedo, con cara de pena. El dedo tenía una pequeña marca de sangre. No había mucha, pero la suficiente para desesperar a una niña que minutos antes habría caminado feliz por ahí. Me saqué un pañuelo de uno de los bolsillos interiores de mi chaqueta y se lo ofrecí para que limpiara la herida, claro que también habría que mirar si se había infectado. Lo más probable era que se hubiera pichado con una espina o algo punzante.

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