Jugar a las muñecas [Katrina N. Boulak]

por **Hayleigh Harley Joke** Dom Sep 04, 2011 1:55 pm

Mentiría si dijera que no añoraba pasear de día por las calles o por el campo. Añoraba sentir el sol caldeando mi piel e iluminándola por su gran palidez, pero para nada echo de menos ser humana.
Podía ver el sol en los cuadros, e incluso podía pintarlos aunque no fuera perfecto Un circulo amarillo con toques naranjas y rayos echos de finas lineas que luego serían difuminadas.
Suerte que al menos me quedaba este extraño collar que encontré en la calle el otro día, ese que ahora tengo entre mis manos pero que dejo sobre la mesa.
Estoy lista para salir a la calle, lista para envolverme de la noche. Aunque he de decir que me siento muy extraña.
Se me hacía raro no llevar mi habitual maquillaje y mi traje de arlequín. Me mire al espejo intentando reconocerme, pero se me hacía imposible.
Mi rostro era mas pálido que el de los humanos y era imposible no verlo. Me senté en la silla con las piernas cruzadas y buscando las cosas necesarias en el tocados. Cogí la brocha y me aplique en las mejillas polvos blancos con un arte de profesional. Me perfile los labios con un color claro y luego los pinte con color rosado y un poco de color carne por los parpados.
Era una extraña la que se reflejaba en el espejo.
Me peine con suavidad el pelo dejándolo tan liso como podía estar, como finos hilos rubios. Lo recogí en un moño sencillo y poco elaborado, pero que aun así me quedaba realmente bien.
Me levante con rapidez y abandone la sala. En menos de un segundo ya estaba fuera del edificio.
Llevaba una larga falda negra, una blusa blanca y una chaqueta de traje negra sobre ella. Las botas de tacón negro resonaban con cada paso que daba por las calles de Paris.
La luz del anochecer me caldeaba la piel, pero no llegaba a quemarme. El sol estaba a punto de apagarse como la luz de una vela en medio de una brisa.
Cogí una manzana de aquel puesto que aun estaba recogiendo aunque no me la fuera a comer. De día este lugar debería de ser maravilloso. Tal vez debería de dormir algún día en alguna de estas casas para escuchar las voces en sueños.

por **Triana** Miér Sep 14, 2011 2:57 am

Katrina había perdido totalmente la noción del tiempo, aunque la noción del espacio estuviese ligeramente difusa en sus retinas.
La pequeña, dotada de la más extraña ilusión infantil lograba ver a su alrededor cosas que realmente no estaban. Cómo si todo se limitase a estar dentro de un sueño o de quizás una pesadilla, muy poco diferenciadas de la actual situación.
Los pasos la habían llevado a aquel lugar, a una hora temprana, pero al tomar una manzana roja que una señora le había regalado, se la quedó mirando, observando aquel hermosos color sobresalir de las demás manzanas verdes. ¿Acaso era una manzana enferma por ser distinta? Se pensó con la increíble edad de 4 años que rondaba su cuerpo, aun así, ella la fascinaba aquella fruta, aquella que era distinta a las demás, pero que fuera de su corteza era igual que el resto. Dulce y deliciosa.
La pequeña dama parpadeó por fin, dándose cuenta por otra de las manzanas que rodaban por el suelo, que se acababan de caer del puesto y que llegaron rodando hasta sus pies, enfundados en unos hermosos zapatos rojos que contrastaban con el blanco puro de su vestido. Allí vio a una mujer realmente hermosa, que admiraba de una forma quizás distinta a las manzanas de aquel puesto, quizás para comprarlas. Pero finalmente por un leve quiebro del puesto se cayeron. Silver, tomó la que podía para ayudar a recogerlas, sin miedo a perder la suya ya que era distinta a las demás.

- Tome. – La nena alzó la manzana, pero la suya se cayó al suelo y rodó por el camino polvoriento. Ella, no quería perderla así que corrió tras ella alejándose del puesto.

por **Hayleigh Harley Joke** Dom Sep 18, 2011 3:44 pm

Caminaba como una señorita, recordando lugares, colores y sombras. Con aire distraído y sonriendo. Me sentía desnuda sin el maquillaje sobre mi rostro y me siento incómoda con las ropas que llevo. Nunca me acostumbraré a estas faldas.
Aun así era divertido, era como interpretar un papel que no era mio. Solo me faltaba el gorro negro con un lazo blanco de adorno.
Mas que caminar creo que bailo, doy pequeños saltos mientras recorro la calle llena de puesto. Mesas de madera repletas de cosas curiosas que alguna vez usé y ahora no me sirven de nada. El olor de la comida me daba hambre, pero era un hambre que no reconocía en mi; no era como cuando la sed me llamaba a gritos cuando habían humanos cerca y no había bebido. Era un hambre humano, antiguo, irreconocible.
Las telas que se vendían parecían ser exquisitas, pero no iba a comprar ninguna. Tampoco me iba a parar a contemplar con detalle las prendas de vestir que colgaban de los puestos. Fingía que me interesaba, fingía que iba a algún lugar en concreto cuando solo vagaba.
Una manzana rodó hasta mis pies. Era como la que tenía en el bolsillo, solo que su piel era de un color distinto. La cogí sin mas y la contemple mientras me ponía derecha. La limpie en la chaqueta negra y busque a su propietario con la mirada.
Una preciosa niña parecía serlo.
-Aquí tienes pequeña-Le digo dandosela.

por **Triana** Miér Oct 12, 2011 2:45 pm

Katrina alzó la mirada hacia la mujer que le tendía aquella fruta de color tan exquisito. Se sintió ligeramente aliviada por no tener que correr tras aquello que deseaba, era cómo aquello que siempre quiso tener pero que jamás lograba sostener en sus manos, sino que se esfumaba más rápido de lo que creía, sin darla tiempo a disfrutarlo, cómo aquellos sueños fugaces con su mamá, que en cuanto sentía aquel cálido beso sobre su mejilla, todo se esfumaba. Tragó saliva, pero no se trataba de algo que le diese miedo, sino todo lo contrario. Alzó sus pequeñas manos al ponerse de puntillas con cierta ligereza y tomó la manzana de en manos de aquella mujer. Que pese a sus rasgos tan hermosos parecía cómo si aquello la incomodase, Katrina, en un rinconcito de su corazón sabía reconocer sin explicación alguna que aquella mujer se sentía triste, una tristeza que poco se parecía a la suya. La pequeña dama inclinó su cabeza sin apartar la mirada de la mujer y con la lengua ligeramente liada se presentó.

- Me llamo Katrina. – Miró de nuevo la reacción de la mujer, esperando no ser grosera tal y cómo la habían enseñado a ser y por ello se había llevado muchas reprimendas por parte de la mujer que la instruía sin descanso. – ¿Por qué está triste? - Un nudo se instaló en la garganta de la niña, que gracias a aquel sexto sentido empatizaba con todo aquel que conocía, muy a su pesar de que todos estuviesen tristes, por cualquier motivo, pero ella, tan solo tenía un propósito en aquel entramado:

“Sacarle una sonrisa a la más triste de las personas.”

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