Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

por Invitado Lun Jun 20, 2011 9:09 pm

Ahí estaba de nuevo, ese despertar sobresaltado, ese que no sabes de donde ha venido ni el por qué pero te saca del ensueño en un instante abrupto y estresante, tan fuerte que por un momento podía sentir la sensación, la terrible ilusión de un corazón latiendo desbocado golpeando su carótida, una total mentira creada por el susto ya que su corazón yacía inerte en su pecho desde hacía casi dos milenios. Descansar le era innecesario pero soñar significaba un rasgo que aún conservaba de esa humanidad perdida tanto tiempo atrás, aún entre las sabanas trató de recordar, retomar si le era posible el sueño y sólo vino a él esa risa que lo atormentaba a ratos en ese mundo que él deseaba imaginario, esa risa sonora, vibrante e infantil que golpeaba su pecho inundándolo de una cálida sensación de grata de añoranza pero inmediatamente lo llevaba a la más abrumadora desesperación, le carcomía esa zozobra y el miedo, si miedo a eso que no conocía o tal vez si pero por supuesto no recordaba. Sacudió la cabeza tratando de reprimir esos sentimientos que le impedían tranquilizarse, saltó de la cama y se dirigió al baño a asearse para luego vestirse y salir por las calles, su cuerpo perfectamente adaptado a la vida nocturna le decía que ya era tarde, corrió la pesada cortina de terciopelo tan sólo un par de centímetros para asegurarse que su instinto no le mentía y que era la oscuridad del cielo nocturno lo que le recibiría.

Caminó sin rumbo fijo tan sólo para despejarse y olvidar, sin siquiera notarlo se encontraba en el centro de la ciudad, dobló en una esquina muy cerca de la plaza y allí sin más se encontraba una niña, miro a ambos lados pero sólo se encontraban él, la pequeña y unos metros más allá, un hombre tambaleándose que derramaba el contenido de una botella apenas sostenida por su mano. Se acercó a ella cauteloso pero sin exagerar para no asustarla, estaba de espaldas, se colocó en posición de cuclillas para estar a su altura, tocó delicadamente su hombro para llamar su atención de una forma no agresiva, esperando que ella diera la vuelta y así poder cruzar alguna palabra. Lo que menos deseaba era que ella se sobresaltara, su intención era ayudarle si se encontraba perdida, no eran horas para que un infante estuviera solo en aquellas calles parisinas.

por **Triana** Mar Jun 21, 2011 2:13 am

Una pesadilla. Una pesadilla desagradable para ella. Sin insectos, ni arañas ésta vez... tan solo algo que la reconcomía dentro de su pequeño cuerpo de tan solo 4 años.
Una persona, a la que odiaba sin saber muy bien el por qué pues su corta memoria le impedía ver mas allá de hace un año. La niña, sin pretenderlo salió por las calles parisinas, caminando con su pequeño cuerpo a oscuras, sumida en el sonambulismo.

La niña, tenía un par de surcos en aquel rostro tan hermoso, debido a sus lágrimas. Se quedó mirando a aquella mujer de susu sueños, dando tumbos por aquel tejado.
Sintió un suave golpe en su hombro, el cual la sacó de aquel profundo sueño casi sin esfuerzo.
Se giró, y un hombre agachado la miró con gesto amable, pero rígido. Volteó la mirada por el lugar que la rodeaba y sintió un escalofrío, muy lejos de parecerse a miedo, pero que aun así la alteraba profundamente. Ella, sin poder resistirlo abrazó el suello de aquel hombre, manchando sin querer las solapas de su camisa con aquellas perlas por lágrimas.

- "Indro...?" - Mas bien fué un susurro/pensamiento casi para ella, supo en sueños, que se encontraría con un señor con aquel hombre, pero no sabía cuando, ni donde.

por Invitado Jue Jun 23, 2011 10:47 pm

Sus grandes y expresivos ojos claros le marcaron profundamente al instante en que la niña volvió su mirada hacia él para luego ocultar su rostro contra su cuello. Ese gesto infantil de un niño temeroso como lo era el hecho de que la pequeña se lanzara a abrazarlo, lo tomó desprevenido, primero porque no solía frecuentar a muchos niños y en segundo lugar porque no esperaba tal acción. Inmediatamente vino aquella palabra tan común para él como lo era su nombre propio pero que en sus labios coralinos y en su voz tierna y aguda, le provoco un escalofrió que de inmediato recorrió su espina dorsal instalándose ahí ¿Cómo es que la pequeña conocía su nombre? Jamás la había visto ¿o sí? Simplemente no era posible, buscó en su memoria pero no la encontró, su mirada le recordaba la de una persona de mucho tiempo atrás pero de ahí en fuera la pequeña le era una completa desconocida.

La abrazó y ante su pregunta él asintió a pesar de su sorpresa – Aquí estoy, todo estará bien – trató de tranquilizarla mientras acariciaba, suave y delicadamente, sus sedoso cabello, sintiendo como poco a poco las lagrimas que se impregnaban en su camisa humedecían su piel, otra vez sintió la tensión en su medula pero en realidad no le incomodaba era más un acto primitivo de protección, su llanto, quedo y pausado, le hacía sentirse vulnerable.

-¿Qué pasó?- preguntó dulcemente, un tono de voz que pocas veces utilizaba y que las personas que lo habían escuchado de sus labios habían muerto varios siglos atrás. Continuo estrechándola contra sí, lo suficiente para hacerla sentir protegida pero no muy fuerte de tal manera que permitía que la pequeña se separara de él cuando fuera su voluntad, no era una prisionera - Puedes decírmelo – Tal vez estaba siendo imprudente pero las palabras ya habían salido de su boca, pensó en decirle que la protegería por que en verdad era así, el deseaba que nada malo le sucediera. Esperaría hasta que ella se calmara, esperaría hasta el mismo amanecer si fuese necesario “¿por qué?” volvió a preguntarse a sí mismo, “¿por qué?" Tal vez en realidad no lo hiciera, se llevaría a la pequeña a un lugar seguro pero en el fondo de su ser sentía que podría morir por ella. Justo esa noche en la que esa risa de infante lo había vuelto acosar en sueños, aquella risa que provenía de su pasado humano, un pasado cruelmente borrado, un pasado del cual no quería saber.

por **Triana** Vie Jun 24, 2011 10:22 am

Aquel señor abrazaba a la niña como si hubiese conseguido con tan solo un gesto abrir aquel duro corazón de piedra.
Ella, relajó su respiración hasta tal punto de sentir como el aire pasaba con dificultad, dando pié a que tuviese el corazón encogido gracias a la llantera.

Pese al frío que el señor desprendía, la niña siguió unida a él en un abrazo. Otra vez ocurrió lo correcto, de nuevo la niña había acertado aquello que habría de pasar el día de hoy. La pequeña Katrina se separó del hombre con un simple y pequeño paso hacia atrás. Llevandose los manchurrones de su rostro surcado en lágrimas hacia las mangas de su vestido. Tenía miedo, de nuevo había despertado de un sueño que era muy real. No sabía que podía hablar con aquel hombre que simplemente la miraba. Ella, nada mas y nada menos que sentía un gran apego por él, a pesar de que era su primer contacto visual hacia aquella persona.

Katrina, frotándose los ojos negó con la cabeza.

- Soñé con mi mamá...

Dijo despacio, pausadamente, como si necesitase recordar aquella palabras. Como si cada vez que las pronunciase la pusiesen mas cerca de su madre. Cosa que no era posible porque su madre biológica la creía muerta. En la cabeza de Katrina tan solo resonaba una melodía, no sabía de donde procedía ni quien se la había enseñado, tan solo la conocía de principio a fín. A penas recordaba al hombre que la raptó, pero desde que Vincenzo la recogió todo iba mas tranquilo en la vida de aquella pequeña dama.

- Kat..katt.. me llamo Katrina. - Dijo con dificultad. Sheira la había enseñado perfectamente a hablar el idioma apropiado al lugar en el que estaban. Katrina, aprendió muy velózmente otros idiomas, como si fueran natales. Todos y cada uno pero jamás entendió el Francés, hasta que pisó las calles parisinas por primera vez de la mano de su papá adoptivo.

Miró de nuevo al hombre, con gesto serio, mas bien triste. Katrina había estado los últimos meses encerrada en casa, aprendiendo, pero tan solo quería saber mas de aquellos sueños, de aquellas personas las cuales se encontraba tras sus sueños, el por qué de todo ello. Pero tan solo su pequeña cabecita no daba a mas, ella, volvió a dar un paso hacia el hombre y le tendió la mano, quería que la aupase.

por Invitado Miér Jun 29, 2011 12:32 am

Cuando la niña deseó separase se lo permitió, atento la vio tallarse su delicado rostro contra las mangas del vestido y así limpiarse las lagrimas, acción que fue tan rápida y él estaba tan absorto (observándola y haciendo conjeturas) que fue demasiado tarde cuando pudo ofrecerle el pañuelo de detalles bordados en color purpura que acompañaban sus iniciales que llevaba consigo.

-¿Con tu mamá?- preguntó un poco confundido, con la niña parecía no poder disimular en lo más mínimo y el tampoco sentía la necesidad de hacerlo, los niños eran seres inocentes y transparentes, y en ese mismo momento él también deseaba serlo. Pensó que para la mayoría de los mortales tal sueño con su figura materna sería algo agradable, cálido y de carácter consolador pero había encontrado a la niña desconsolada, pensó que la pequeña estaría extraviada. Además había otro detalle que no encajaba del todo ¿soñando? ¿en plena calle? ¿A caso la niña sufría de sonambulismo? -¿Dónde está? – preguntó suavemente, no quería romper el ambiente tranquilo en el que se desarrollaba su conversación con la niña.
-
-Katrina, es un hermoso nombre- dijo cuando la niña se presentó, y le sonrió a la pequeña, no era una sonrisa común en él, era el gesto que le dedicaba a sus más allegados cuando sentía la intimidad necesaria y estos estaban haciendo bien las cosas, era ese gesto sincero - no es necesario que yo me presente, ya que por alguna bella – y extraña pensó en agregar sin embargo no lo hizo - coincidencia tú conoces mi nombre.- acentuó su sonrisa.

Observó como la pequeña le tendía la mano e irresistiblemente él hizo lo mismo, tomó su pequeña mano con la propia y luego, tal vez adivinando lo que la niña quería, la alzó del suelo para cargarla apoyándola sobre su brazo izquierdo, era tan liviana que aquello no le representaba ningún esfuerzo, en caso de que la pequeña le molestara tal acción en la bajaría de inmediato pero en ese preciso instante ella era una pequeña princesa perdida que no tenía necesidad de tocar el suelo de las calles parisinas si él, un humilde caballero, estaba presente para socorrerla y llevarla de nuevo, sana y salva, a su palacio - ¿Sabes dónde vives?- preguntó acercando la palma de su mano libre a su rostro para limpiar con su pulgar el pequeño rastro de llanto que ella no había logrado borrar, lo hizo suavemente y deseó que a la niña no le molestara su tacto gélido.

por **Triana** Dom Jul 03, 2011 11:05 am

Katrina, sutilmente pegó un respingo al sentir aquel frescor que procedía del tacto de aquel buen hombre. Se sintió aliviada, como si se sintiese parte de aquello, aquella extraña aura que rodeaba aa aquel hombre. Fuese lo que fuese, la niña se sentía muy cómoda en aquel campo, sentía como si perteneciese al mismo lugar que aquel hombre.

Sintió que la vista cambiaba de posición en ella, tan solo aquel hombre había comenzado a caminar. Ella extrañaba aquella sensación de vacío bajo sus pies, algo que la hacía tener cosquillas en la tripa, pero no eran del todo malas para ella.

Cuando Indro, pronunció las palabras, bajó cálidamente su mirada al suelo. No sabía realmente donde estaba su mamá, tan solo sabía que no estaba con ella, tan solo la necesitaba, lo que la hacía preguntarse en muchas de las ocasiones si de verdad llegó a portarse tan mal... o si por el contrario su mamá ya no la quería y por eso la dejó sola. Katrina la tenía en su cabeza, en forma de mujer, que la miraba, pero no obtenía respuesta alguna de sus labios. No la hablaba, sino todo lo contrario, se mantenía fría y distante por momentos que llenaban de desesperación y tristeza el corazón de aquella Pequeña Dama.

La pequeña niña negó con la cabeza, al tiempo que su pelo se revolvía al viento de aquella noche, acababa de darse cuenta de que aun llevaba su pijama blanco, con el que solía dormir en aquellas calurosas noches de verano.

- Desde mi casa se puede ver el mar.

Tan solo pudo localizar aquel pequeño detalle de su mente. Cuando no sabía hablar aquel idioma tan desconocido para ella se pasaba las horas delante de la ventana de su habitación, mirando a través de ella. No conocía a nadie, y tampoco tenía amigos, pero en todo momento el ver aquello desde su ventana, junto con el arrullo del mar la tranquilizaban, haciéndola cambiar completamente su forma de ser tan infantil. Pese a que las grandes superficies con agua, le daban un miedo terrible. Pese a sus cuatro años de edad, la niña, en ocasiones cambiaba su semblante, y hablaba como una verdadera adulta, con suavidad, como si su parte mágica la permitiese aquel don de tranquilidad y sosiego en sus propias palabras. A veces, como cualquier infante, tenía sus momentos caprichosos, pero solía dar un giro de 360º a su actitud, en cuanto a su mente llegaban recuerdos, o simplemente una melodía a su oido. La de una caja de música.

Miró a aquel hombre, sin saber qué decir, o si la tomaría de nuevo como alguien chiquito y la ignoraba, como el resto de los mayores.

- Tienes hijos..? - Preguntó con la boca pequeña, con un leve atisbo de voz, que se vió repentinamente interrumpida por la sequedad de su garganta. Su querer conocer a nuevos niños de su edad la hizo querer pronunciar aquello.

por Invitado Vie Jul 15, 2011 5:26 pm

Aquella pequeña debía ser una pequeña hechicera por que sin duda había lanzado un invisible manto embrujado sobre de él y ahora lo tenía cautivo. No sabía cómo pero continuaba sonriendo, tal vez era la novedad de nunca tratar con niños o tal vez algo especial en la pequeña.

-El mar- repitió en un susurro, más para sí que comentario hacia la pequeña, frunció el ceño desconcertado… “mar, mar…” no había estado en la ciudad parisina lo suficiente, tenía que recordar - Desde tu casa se puede ver el mar... - en este caso si fue un comentario para la niña, agachó el rostro para que ambas miradas se cruzaran -¿Puedes escuchar algo desde tu casa? ¿Barcos? ¿Gaviotas? que se escucha con más fuerza - preguntó. Inmediatamente pensó en el muelle pero es que ¿acaso una niña tan bonita y educada podría vivir en sus cercanías?. Tal vez fuera extranjera y era lo único que podría recordar de su antiguo hogar. El muelle... o tal vez no fuera el mar lo que ella reconocía, París estaba cruzada por ríos. Trató de recordar la geografía Parisina y el entramado de sus calles pero sus recuerdos eran de más de un medio siglo atrás, la zona norte ni siquiera había existido en sus memoria hasta hace poco cuando visitó el cementerio de Montmartre....

La pregunta lo sacó de sus planos mentales, antiguos y labrados en piedra, una piedra desgastada que ante los cambios lucía rígida e inservible. Su voz, suave y serena retumbó en su mente, sacándolo de aquella vieja ciudad que ahora sólo existía dentro de su memoria. Una voz angelical que merecía atención, un niño siempre merece toda la atención del mundo, dicen verdades que los adultos con sus pensamientos elaborados pretenden disfrazar y hasta ocultar. Vio a la pequeña sin saber el por que del titubeo en su voz y la emoción de aprensión, vivaz y a la vez solitaria que se colaba por su mirada.

- No los tengo- contestó suave, y a él mismo su voz le sorprendió, se escucho triste, como si realmente fuera un extraño y escondido lamento y su propio rostro adquirió un semblante triste. - ¿Por qué? - aquella era una pregunta doble, le preguntaba a la pequeña por que quería saber y se interrogaba a si mismo ¿por qué? porque se lamentaba, ¿por qué lamentaba no tenerlos consigo?, ¿por que su cuerpo se llenaba de ese sentimiento de añoranza y volvía a él esa risa que lo había perturbado al despertar?

por **Triana** Mar Jul 19, 2011 4:51 am

- Tan solo quería jugar con alguien…

La niña se quedó mirando el rostro de aquel hombre, era hermoso, y sus ojitos decían que estaba triste aunque su sonrisa dijese lo contrario, parecía alegre aunque el sentimiento de añoranza por algo que ella no llegaba a comprender estuviese latente en su frío corazón.
Ella, tomó sus manitas, y con una delicadeza tan latente en su forma de ser, que tan solo podían tener los humanos, tomó el rostro de aquel hombre, como si de una escultura se tratase, acarició sus mejillas, aquellas arrugas que formaban sus labios al tornase sonrisa, su nariz, su frente y finalmente acarició sus cejas que enmarcaban aquellos ojos que tanto le gustaban a la niña.

- Eres lindo si sonríes…

La niña, juntó su nariz con la de aquel hombre, se sentía protegida, como si en sus brazos se sintiese más segura que en ningún lado, incluso en sus sueños más lindos. Ella, en un momento de tranquilidad infinita, sintió como si aquella persona pudiese hablarle sin necesidad de usar las palabras, y ella, simplemente actuó como lo haría tan solo con su mejor amigo, Indro, besó la punta de su nariz, de una forma dulce, infantil y pura como tan solo ella podía hacerlo, y se acurrucó en su pecho.

- Tú serás mi amigo, verdad..?

por Invitado Lun Ago 01, 2011 12:06 pm

Pensó en cómo se sentiría un niño pequeño, feliz y lleno de inocencia, sólo trató de imaginárselo ya que él no recordaba su propia infancia, la observó unos instantes mientras en la voz de la niña resonaban aquellas palabras en un tono un tanto triste "sólo quería jugar", si en sus manos descansará la responsabilidad de hacer feliz a esa chiquilla no le bastarían sus noches para complacerla.

El contacto de la calidad piel de la niña le provoco un ligero sobresalto pero inmediatamente cerró los ojos mientras los diminutos dedos de la pequeña recorrían su rostro, moldeando cada musculo que se prestase a ello y delineando cada arruga que se atravesaba en su camino, cerró los ojos como si sólo su tacto infantil pudiera lavar todo de él, comenzando por sus ojos y las imágenes desagradables que guardaba en su memoria. Sonrió lo más amplio que le permitía su anatomía cuando la niña toco con sus labios la punta de su nariz, dándole un inocente beso que surtió efecto en él como el toque de una hada con su varita mágica.

-Claro que soy tu amigo, Katrina- le dijo estrechándola contra su pecho hecha un ovillo -Ya no soy un niño- y para la percepción de su vida, jamás lo había sido -Pero puedo acompañarte a jugar- le sonrió de nuevo, con cierto entusiasmo infantil tan extraño para él, una emoción que llegaba a él gracias al querer reanimar e imitar a la pequeña como lo haría cualquier otro niño -Puedo cuidarte, tirar de ti en el columpio y cuidar que no te caigas, ni resbales hasta el suelo al terminar la resbaladlla- sugirió con el corazón en las manos.

por **Triana** Vie Sep 02, 2011 7:19 am

Katrina oyó aquellas palabras como si un mismo angelito las estuviese diciendo.
En él posaba toda su confianza, distinta a la de las demás personas pues ella era
tan solo una infante llena de amor para todos, aunque no todos se lo tomen de la misma forma. Pero con Indro, era muy distinto, aquella niña se sentía protegida bajo su arropo,
a pesar de su fría piel ella seguiría esperándole en cualquier esquina, sabía que en la oscuridad de la noche él estaría ahí para protegerla y tener así como un poco de fe en sus actos.

La pequeña dama puso ambas manos en las mejillas del vampiro, y posó un puro y casto
beso en sus labios, como cuando hacía con su mamá. Como si aquello sellase parte de un trato, un trato que jamás se rompería pese a las adversidades.
Un bostezo rompió toda aspereza de aquella preciosa situación, en el que el beso de un infante adornaba los labios de un adulto, la niña estaba somnolienta y su pequeño cuerpo ya
tenía sueño, estaba agotada tal la hora que era.
Se acurrucó sobre el pecho del vampiro,, y tras enseñarle con un par de palabras la ubicación de su hogar, sus párpados cayeron con todo el peso del sueño.

por Invitado Miér Sep 28, 2011 12:35 am

Estaba sonriendo cuando aquel gesto de la pequeña le tomó por sorpresa, sabía que aquello era completamente un gesto inocente, un gesto infantil, ellos pequeños humanos incorruptos eran capaces de llevar a cabo actos de completa pureza. Recibió el beso en sus mejillas como si en ellas volviera a corres la sangre y estás pudieran adquirir cierto rubor, cierto calor, cosa que para él era fisiológicamente imposible pero así lo sintió. Las comisuras de sus labios se alzaron en una amplia sonrisa al momento que se dibujaban tenues arrugas alrededor de estas. Cerró los ojos. Era increíble lo que aquella niña, aquella magia que le rodeaba, aquellos efectos que parecía tener sobre el vampiro.

Abrió los ojos al escuchar el bostezo, la acurruco contra su pecho y comenzó a acariciar suavemente su cabello como algo automático, como algo inconsciente que debía hacerse. Escuchó los balbuceos somnolientos que salían de su diminuta boca y luego sintió como su respiración alcanzaba el compás característico del sueño, un sueño tranquilo.

No fue consciente hasta un par de minutos después de lo que significaba aquello: un balbuceo. Se maldijo a si mismo por caer encandilado y no poner atención, por no tratar de descifrar sus “palabras” al instante. Tenía a un infante acurrucada en su pecho y no sabía que hacer, no sabía dónde estaba su casa, no sabía a dónde tenía que llevarla.

No podía permanecer ahí estático, tampoco quería despertarla, comenzó a caminar sin rumbo, como lo había hecho antes pero ahora en un estado distinto, lleno de la paz, aquel sentimiento extraño que le inspiraba su pequeña acompañante.

por Contenido patrocinado

Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]

Re: Tú tendrás estrellas que saben reír [Katrina N. Boulak]