Walk on the wild side [Candice Flamand]

por Invitado Mar Mayo 24, 2011 12:40 am

Sacar a pasear a Tân por las tardes era uno de sus momentos favoritos del día, lo sacaba sin una correa porque el animal no se separaba de su lado y podía caminar sin rumbo charlando con el perro aunque otros transeúntes lo vieran como un loco, estaba acostumbrado a ser visto como un loco. Esa tarde decidió, sin embargo, que quería cantar, así que eso estaba haciendo, cantando mientras caminaba con su perro, cantando viejas canciones galesas con una pronunciación lamentable, el galés antiguo no era su fuerte pero aún así lo hacía a todo pulmón, orgulloso, con una voz desgarbada y a decir verdad, nada placentera para el oído ajeno, sólo le faltaba una botella de alguna bebida alcohólica para completar el cuadro, la ventaja para Týr es que no necesitaba estar borracho, ni siquiera un poco, para poder hacer cosas que otros no harían por "el qué dirán", él sabía que dirían los demás, que estaba loco, qué más.

Cada vez que alguien se le quedaba mirando fijamente, juzgándolo y con cara de desagrado, Týr corría en su dirección, seguido de su enorme mastín, se plantaba en frente de esa persona, hacía un reverencia y saludaba con sonrisa que rayaba en lo cínico. Si en Gales, Escocia, Irlanda e Inglaterra no se habían acostumbrado a su extraño comportamiento, no esperaba que con pocos días en Francia la gente no lo viera extraño, le gustaba de hecho. Diferente era bueno, lo normal estaba sobrestimado.

Así siguió su camino, canturreando, hablando con Tân, pero a veces se perdía tanto en su fantasía que cerraba los ojos cuando las notas altas (que no alcanzaba ni en sueños) llegaban en su canción, y eso siempre provocaba que se tropezara con alguien, y ese alguien no siempre era amable, aunque había tropezado con tanta gente que había conocido de todo.

por **Candice Flamand** Miér Mayo 25, 2011 1:24 am

¿Y por qué no bajar al mercado? Habían pasado unos días ya desde su llegada a la ciudad, y aun seguía descubriendo maravillas, pequeños rincones mágicos abandonados, paisajes inimaginables. Por más que extrañaba su pueblo porteño, sentía que los parisinos encajaban más con ella. Nada les importaba. La soledad se encontraba en cada esquina de París, y, quizás, si uno tenía suerte, podría llegar a conocer a alguien especial. En Marsella, todos se conocen con todos, en el barrio, son todas caras conocidas. Allí, era una más del montón, y aquello comenzaba a gustarle.

Emprendió la caminata distraídamente, con las manos en los bolsillos de su abrigo ligero, mirando las caras de la gente que se cruzaba. Todos estaban embotellados en sus cosas, sin prestar atención a su alrededor. La calle iba en bajada, y la vereda le acompañaba de manera dispareja, con algunos desniveles. Debía estar atenta a las baldosas sueltas, lo cual era bastante difícil, pues su atención duraba pocos segundos si se trataba de algo sumamente aburrido y monótono, como aquello.

Pasó por la plaza de siempre, la cual de día se veía un poco más alegre y viva. Se quedó mirando mientras caminaba, la cantidad de gente que se juntaba allí. Había demasiado ruido, demasiadas voces, pero una le llamaba la atención. Como un cántico. Buscó en la plaza pero no encontraba de donde provenía. Al darse cuenta que, en realidad estaba mirando en la dirección equivocada, se chocó con la fuente de donde venía la voz. El hecho de chocarse con aquella persona no había sido nada en comparación de la caída que ocasionó, pues al dar un paso hacia atrás por reflejo, tropezó con la baldosa levantada justo detrás de ella, haciéndole perder por completo el equilibrio.

Se encontró sentada en el suelo, algo avergonzada, con la mirada gacha y la mano en la cabeza, donde se había golpeado al chocar. Hizo una mueca al sentir un leve dolor. Levantó la vista para encontrarse con un hombre de pelo castaño y ojos claros, y su perro al lado, demasiado cerca de ella, sintiendo el calor que provenía de su aliento. Sonrió al ver al animal, y luego se dirigió a su dueño.

- Discúlpeme, ¿se encuentra bien? - dijo, atropelladamente, mientras intentaba levantarse del suelo con dificultad, pues al parecer su pierna izquierda recibió también el golpe de la caída.

por Invitado Miér Mayo 25, 2011 10:07 am

Se había sorprendido de lo mucho que había tardado en chocar con alguien, pero como siempre, había terminado con uno de los dos en el suelo, por fortuna había sido el pobre incauto que había ido a su desafortunado encuentro. Al buscarlo no lo encontró y fue hasta que observó a Tân para asegurarse que éste estuviera bien que miró a la otra persona en el suelo. ¡Pero sí se trataba de una dama!, rió, no pudo evitarlo, muchas personas se enojaban porque parecía que se estaba burlando, pero la verdad era que encontraba la mayoría de las situaciones muy graciosas, cuando veía a una persona caerse en la calle no podía evitar carcajearse, cuando él mismo se caía, que no era raro, era el primero en reírse, tanto que muchas veces no podía levantarse por su propio ataque de risa.

Alejó al perro de la señorita, lo que menos quería alguien que se acababa de caer era el aliento a pollo hervido de un perro de ese tamaño.

-¿Se encuentra bien? -preguntó, realmente estaba preocupado por el bienestar de la dama, no tanto porque fuera su culpa, sino porque él, que conocía tan bien el suelo, sabía lo doloroso que era estrellarse contra él, sin preguntarle se agachó y la tomó de la mano para tratar de ponerla en pie-, yo estoy bien -su sonrisa parecía tatuada en su rostro, esa sonrisa demente de rasgos infantiles.

por **Candice Flamand** Miér Mayo 25, 2011 7:48 pm

El hombre comenzó a reír, y por la situación en la que se encontraba, era imposible no contagiarse. Una risa algo avergonzada fue lo único que pudo soltar. Fue un accidente, pero el dolor iba a tardar en irse. Él alejó su perro, por más de que Candice no mostró señales de disgusto.

El Monsieur se agachó para ayudarla, tendiéndole la mano, y preguntándole si se encontraba bien. Ella no respondió, simplemente levantó del piso, aun con la pierna dolorida, y lo miró con curiosidad. Sonreía amablemente, pero ella estaba algo mareada y confundida por toda la situación, que no lograba responderle de la misma forma.

- Yo estoy bien - dijo él.

- "Obviamente, usted no se cayó" - se atrevió a pensar pero no a decir. Su abrigo y los pliegues de su vestido se habían ensuciado, por lo que comenzaba a pensar que debía volver y cambiarse, sin embargo, encontró que era sólo tierra lo que llevaba, luego de sacudir sus ropas rápidamente, asegurándose de que no se note demasiado las manchas que había provocado la caída. Luego de acomodarse, suspiró.

- Si, estoy bien, merci Monsieur. - soltó, en voz baja, acomodándose desprolijamente los mechones de pelo que le cubrían la cara. Volvió la vista al perro por unos segundos, y luego al dueño. - Lo lamento, estaba completamente distraída - admitió, luego de pensar lo que realmente había ocurrido.

por Invitado Jue Mayo 26, 2011 1:01 pm

-¡Genial! -expresó con una sonrisa enorme en su rostro cuando ella dijo que estaba bien, la miró una vez que estuvo de pie y era bella, le gustaba el tono de su cabello, siempre se fijaba en ese tipo de cosas, en rasgos característicos y no en el conjunto.

-Yo venía cantando -eso había sonado hasta con cierto orgullo, era su forma de decir que él también venía distraído y que probablemente era su culpa más que de nadie, pero no lo admitiría en voz alta, para él, resultaba que nunca era su culpa.

-Soy Týr -se presentó de la nada, nunca dudaba en decir su nombre, el apellido lo omitía pues esos franceses sí que sabían destruir el idioma galés y en sus bocas su nombre de familia sonaba horrible-, y este es Tân -señaló al perro-, saluda a la dama, idiota -le habló bajo al animal como si la chica no pudiera escucharlo con sólo susurrar de ese modo, el perro, sin embargo, lo ignoró y bostezó en su lugar-. Discúlpalo, no tiene modales -dijo como si de hecho se esperara que un perro los tuviera-, ¿cómo te llamas? -era de esas veces que Týr agobiaba a la otra persona hablando y hablando sin dar oportunidad de que el interlocutor procesara lo que escuchaba si quiera.

por **Candice Flamand** Dom Mayo 29, 2011 9:05 pm

Una vez que encontró cierto orden en su aspecto (orden imaginario, pues no podía verse, necesitaría un espejo), se sintió un poco más tranquila. Aunque aun se sentía culpable de su propia caída. El muchacho admitió que venía cantando, claro, él estaba distraído (o al menos eso creyó ella), y ella estaba buscando quien cantaba. Era una coincidencia un poco obvia, pero en ningún momento se imaginó que sería accidentada.

Týr se presentó con su nombre, y ella no dijo ni hizo nada, más que sonreír, algo perdida. A continuación lo presentó a su perro, llamado Tân. - Discúlpalo, no tiene modales - dijo él, luego de decirle algo por lo bajo. Ella negó con la cabeza, rápidamente, haciéndole entender de que no era necesario.

- "Es un perro..." - Le estaba dando demasiadas vueltas al asunto, por lo que prefirió simplemente mirar al suelo. Era increíble lo poco que se le daban esas situaciones. Se bloqueaba física y mentalmente, sin saber como interactuar con las personas.

- ¿Cómo te llamas? -. La muchacha inmediatamente levantó la vista. Le sorprendió que la tuteara, pero era algo que estaba dispuesta a dejar pasar. Su acento era llamativo también, pero no tan notorio, por lo que concluyó que era extranjero. París era un sinónimo de mezclas de culturas.

- Candice - respondió, en un murmullo, mirando los ojos de Týr, sin saber que más decir. Le sonrió incómodamente. - Un... un gusto Týr - hizo una pausa - y Tân - señaló el perro, encontrando la situación divertida.

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por Invitado Lun Mayo 30, 2011 9:15 am

Týr parpadeó un par de veces, la desconocida lucía perpleja, pero él ya estaba acostumbrado, era la reacción más normal que obtenía de las demás persona, hablaba mucho, aturdía, hacía bromas, volvía a hablar de algo que no venía al caso y luego se quedaba con esa sonrisa maníaca que asustaba a quien no lo conociera; de hecho para él era más extraño no recibir reacciones como la que estaba recibiendo.

A veces, cuando la otra persona era tímida como la chica frente a él, él era el que comenzaba a sentirse incómodo, siempre había dicho que le gustaba la gente que se reía de sus tonterías.

-¡Candice! -exclamó y brincó como si él mismo se hubiera tomado por sorpresa-, es un bello nombre -puso el dedo índice en la barbilla como si aquello requiriera de pensarse muy a fondo, quién sabe qué cosa loca estaría maquilando-. Candice, Tân y Týr -señaló a cada uno cuando dijo su nombre-, un buen grupo, deberíamos ir a tomar algo, o... ¡ya sé! -ahí estaba, diciendo un montón de incoherencias sin pensarlas -acompáñame a pasear a este tonto -señaló al perro-, acá entre nos lo saqué para que hiciera... tú sabes, y no lo ha hecho -se acercó a ella, puso su mano en su boca como si le fuera a decir un secreto y susurró.

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por **Candice Flamand** Miér Jun 01, 2011 5:17 pm

Era increíble la energía que tenía el muchacho. Candice se lo quedó viendo, sorprendida, con una sonrisa confusa, sabiendo que no escaparía de él. Tampoco quería hacerlo. Era un cómico, muy acelerado e imparable. Si se los comparaban, eran completos extremos.

Entonces él dijo su nombre, y ella se sobresaltó, sin esperarse aquello. Nuevamente volvió a sonreír, pero sin decir palabra. Dicho muchas cosas en apenas 2 segundos, los cuales ella intentó seguirle el ritmo, pero desistió al instante. Él se acercó para decirle algo al oído, de manera que, aparentemente, Tân no escuchase. Candice le siguió el juego, divertida, pero más confundida que nada.

- Está bien - dijo, con más certeza, con una sonrisa que ni ella conocía. Era imposible no encontrarlo gracioso y simpático. Se ofreció a acompañarlo, olvidando por completo lo que salió a hacer. El golpe la había distraído, y un poco de compañía nunca hacía mal.

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por Invitado Jue Jun 02, 2011 12:21 pm

"¡Perfecto!" pensó Týr en cuanto ella aceptó la invitación, así como solía toparse a menudo personas que se cansaban rápido de él, que lo tiraban de a loco, que no eran capaces de tomarlo muy en serio a pesar de provenir de una familia respetada, también encontraba en sus retorcidos caminos a personas con Candice que aunque parecían no poder seguirle el ritmo (¿quién podría?, en todo caso) estaban dispuestas a invertir más de 5 minutos en su compañía, y eso ya era digno de admirarse, tenían que ser personas verdaderamente valientes para tomar un riesgo como ese.

-¿A dónde quieres ir? -comenzó a caminar, se giró 180 grados para quedar de frente a su nueva acompañante, Tân por su parte emprendió el paso en cuanto su amo lo hizo sin inmutarse; así, de espaldas el joven brujo avanzaba-, yo no conozco mucho la ciudad -dijo con desilusión, le hubiese gustado poder llevarla a un lugar que él encontrara interesante -pero si un día vas a Gales te puedo dar un tour, no hay mucho que ver, sólo parajes verdes y nublados -reflexionó -mejor no vayas -concluyó sin darle oportunidad de responder si quiera.

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por **Candice Flamand** Sáb Jul 09, 2011 7:22 pm

La pelirroja se echó a reír ante su comentario. El chico decía algo y se contestaba solo. Comenzó a pensar que él directamente pensaba en voz alta. No había otra respuesta posible. - "Si, claro" - se corrigió, - "que está loco.". - Pero, después de todo, ¿quién no andaba algo loco en esos días? Le dedicó una sonrisa, aun algo tentada. No se había equivocado, era extranjero. Sintió un momento de victoria, y luego volvió a la realidad. Gales sonaba tan lejano, una tierra desconocida.

- Pues... - comenzó, - Yo soy nueva aquí también. - Se le hizo un blanco, no podía recordar para que había salido en un principio. Le tomó al menos un minuto y medio volver a retomar la conversación, pues se adentró en sus pensamientos, para encontrar la respuesta. - Pensaba ir al mercado, por donde pasé hace unos días. Parece bastante interesante. - Aquello último lo añadió para ella, como un murmullo. - Aunque solamente quería ver de que trataba. - confesó, algo confundida. Aunque lo pensaba, ahora en fresco. La idea de ir a un lugar lleno de gente, no le fascinaba demasiado.

por Invitado Lun Jul 11, 2011 3:04 am

Ella pareció estar reflexionando, pero sin darle tregua un solo minuto Týr la miraba con gesto maniaco, no era algo que hiciera a propósito, era algo que se le daba natural, o quién sabe, gustaba de incomodar a las personas y sabía que no había mejor modo que mirarlas fijamente con aquel aspaviento demente. Su sonrisa se acentuó cuando ella admitió ser nueva también, de ese modo sintió que estaban en iguales condiciones y si se iban a perder por París al menos iba a resultar una aventura para ambos, una igualmente imprevista e improvisada. Si alguien sabía de improvisaciones ese era él.

-Me gustan las aventuras –dijo en voz alta mirando a Tân a su lado, sí, había dicho en voz alta lo que estaba pensando, aunque para él resultaba tan normal que no tuvo la delicadeza de disculparse o aclararlo si quiera-. Mmm –hizo mueca de estar pensando, dedo índice en la barbilla y cejas torcidas elaboradamente –el mercado suena divertido, pero hay mucha gente y ya sabes, sólo venden frutas y animales –qué sabía él que nunca había ido, pero se lo estaba inventando, era lo que suponía, sin embargo, a pesar de ser un lugar nuevo, no se le antojaba por ese día ir a ese sitio, caprichoso como era, trataría de convencer a su interlocutora de ir a otro sitio.

-¡Vamos a perdernos! –exclamó como si aquello fuese la mejor idea que hubiera tenido en su vida-, caminemos y veamos a dónde nos llevan nuestros pasos –continuó –verás, perderme no es raro para mi, tengo problemas para poner atención –aclaró como si eso no fuera más que evidente –así que estarías con un experto -¿un experto en perderse?, eso no sonaba alentador.

por **Candice Flamand** Mar Jul 12, 2011 11:25 am

Al parecer, a Týr tampoco le agradaba demasiado la idea. Sonrió distraída al perro y volvió los ojos a él, intentado sacar alguna idea de la galera. Luego de unos minutos llegó a la conclusión de que definitivamente estaba en lo cierto, el muchacho estaba loco. Hablaba en voz alta, o le comentaba cosas al perro, lo cual era ridículamente gracioso. Le cubrió la boca para disimular un poco la risa, mirándolo de reojo.

Su comentario a cerca del mercado le llamó la atención. ¿Acaso vendían animales? ¿Qué clase de animales? Se le hizo la idea de muchos gatos, y perros y aves de diferentes matices, lo cual no ayudaba demasiado en el plan de esquivar el mercado. Se quedó pensando en silencio, haciéndose la idea de que más tarde iría a ver que sucedía allí. Por otro lado, ¿porqué venderían frutas y animales? ¿Frutas? Se distrajo, mirando al joven por un instante, cuestionando sus recientes palabras.

Entonces él se sobresaltó, emocionado, proponiendole una idea que jamás hubiese tenido. Sonrió, confundida y a la vez dándole a entender que no era una buena idea. Perderse en París... - "Terminaremos en cualquier lado" - pensó, y con mucha certeza. Volvió a reírse ante sus conclusiones y sus afirmaciones. Podría estar loco, pero no podía negar que era divertido.

- Así que perdernos, será - se dijo, practicamente en voz alta, dando a entender que no había otra opción. - Pero hay un problema - añadió, mirando a sus alrededores. - ¿Volvemos por donde yo vine? ¿Vamos por donde usted vino? - La ridiculez era contagiosa.

por Invitado Jue Jul 14, 2011 7:53 am

La chica parecía estar tratando de desenredar la madeja que era todo el proceso mental y de conversación de Týr, tarea que ni el mismo Týr conseguía. Mientras ella estaba un poco confundida, y con justa razón, el joven brujo se distrajo con una paloma que buscaba migajas entre las piedras de la calle, sin notarlo comenzó a imitar el movimiento de cuello del ave, colocando también los brazos flexionado a modo de alas. Dejó de hacerlo cuando ella habló de nuevo, parecía que había sido despertado de una ensoñación pues de momento lució aturdido, era común que se distrajera con tonterías como las palomas.

-Ni uno ni otro –dijo muy decidido –¡iremos por un nuevo camino! –giró 360 grados y señaló una calle, Tân agachó la mirada, como si el perro se avergonzara de su amo.

Sin pedir permiso la tomó de la mano y la haló con fuerza, ella tardó en reaccionar desde luego pero debido a la fuerza que él estaba ejerciendo tuvo que seguirlo, a su lado su perro fiel.

-Nunca he ido al norte –dijo sin soltarla-, este es el norte, ¿verdad? –su duda confirmó lo que había dicho, no tenía idea de cuál era el norte y cuál el sur, y perderse era lo más factible –como sea –le restó importancia, ni siquiera le estaba dando tiempo de responder, hablaba rápido y desordenado, parecían ideas internas y luego hacía preguntas que él sólo se respondía –iremos por aquí, espero que no sea un barrio muy feo, sino tú me tendrás que defender a mi –lo dijo con tanta convicción que era difícil saber si era una broma o no.

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