Solo un paseo mas (Candice)

Habia salido de la finca, esperando tener un poco de tranquilidad en algun lugar alejado de alli, el pasar de los años me estaba cayendo sobre los hombros, el temor de algunos siglos atras habia surgido de nuevo a mi, como seria posible que un vampiro tan viejo como yo tendria miedo, era algo ilogico pero muy cierto. Monte mi caballo en la obscuridad de la noche sin ningun rumbo fijo, era en el unico momento en el que podia salir de mi hogar, odiaba el hecho de no poder sentir el calor de los rayos del sol en mi palida piel, pero era algo de lo que ya habia acabado por resignarme.
Sin darme cuenta ya estaba llegando al lago, la luna estaba en lo mas alto del cielo con su resplandeciente color grisaseo reflejado en el lago. Me hacia recordar un poco las historias que contaba mi madre, los recuerdos venian vagamente a mi. Baje del caballo dejandolo cerca de un gran arbol, me acerque al lago esperando ahogarme en los pensamientos de mi pasado pero sin volver a tener los mismos sentimientos de cuando habian ocurrido, habia tenido que apartar cualquier sentimiento de mi ser.

No era la mejor idea. Para nada. Pero era irresistible la idea de hacerlo. Tomó una pluma, un tintero, y varios pergaminos que tenía juntados, todos en blanco a excepción de algunas manchas de tinta que no tenían su razón de estar allí. La laguna, al parecer no quedaba muy lejos. Era una caminata que estaba dispuesta a hacer. Valía la pena. Lo único que la hacía dudar era la puesta de sol. Pronto se haría de noche, y la ciudad tomaría tonos más lúgubres y oscuros.

- "Si así es la ciudad, no me imagino la laguna" Un escalofrío recorrió su espalda despacio, advirtiéndole. Pero la curiosidad y las ganas de conocer el lugar eran más grandes que una simple sensación sin sentido.

Llegar allí no había sido fácil. Había tardado más de lo que había planeado. La tarde comenzaba a despedirse, y la luna ya estaba en el cielo presente, por más de que no hubiese ninguna estrella que la acompañara. Las luces estaban ya prendidas allí, todo alrededor, dejando solamente el agua totalmente en la oscuridad.

Comenzó a rodear el borde, hasta encontrar un lugar que le placía, no muy lejos del agua, pero tampoco muy cerca. Hacía algo de frío y había venido preparada para ello. Sacó la bufanda que había guardado expresamente para ese momento, y se la colocó alrededor del cuello, asegurándose de que no entre frío en absoluto. Se acomodó en un banco, sentándose sobre sus piernas, a continuación tomó el primer pergamino, y miró hacia delante, el bello paisaje que tenía frente. Tomó su pluma, la mojó en el tintero, y comenzó a dibujar, tratando de hacer una réplica de aquello.

Los minutos pasaban y nada la placía. Las lineas, o la forma, o el ángulo. Se estaba fastidiando demasiado. La pila de pergaminos de a poco se iba achicando. La luna ahora se alzaba en lo alto de la laguna rodeada de estrellas, dando una imagen aun más bella. Pero Candice se había irritado. Dejó sus cosas de lado y buscó por su caja de cigarrillos. En dos intentos logró prender el fósforo, y luego prender el tabaco. Estiró sus piernas, algo cansada. No tenía noción del tiempo.

Lo único que la distraía no estaba funcionando. Los pensamientos volvieron a su mente, para se desgracia. Se encontró extrañando su pueblo, su gente. Sus lugares.

Se giró violentamente al oír el sonido de un caballo galopando. Éste se detuvo a unos metros de ella. La oscuridad era tal que era dificil distinguir, y la luz que tenía cerca la cegaba aun más. Entonces una silueta se bajó del animal, atándolo allí y acercándose a la orilla. Lo siguió con la mirada, con algo de curiosidad, pero antes de llamar la atención, se volvió hacia delante, tomando una bocanada de su cigarrillo, y soltándo el humo de a poco. Era inevitable observar las formas que tomaba éste cuando salía de su boca. Se quedó en silencio, guardandose dentro la irritación.

El lugar comenzo a tornarse mucho mas apetecible para qudarme mas tiempo en ese lugar, deseaba amanecer recostado sobre la arena con un poco de luz alrededor del lugar, habia deseado tanto esto que alguna que otra vez no me importaba quedar muerto en el intento.
Habia noches en las que deseaba cambiarlo todo por tener una vida mortal, el dinero era lo de menos, carecer de algunas cuantas cosas no me importaba con tal de tener la certeza de que algun dia iba a morir, pero eso no era asi, lo era para algunos otros, los mortales humanos, sentia envidia y rabia al pensar que ellos lo tenian todo, su familia e incluso su muerte asegurada.
Me despoje de mis zapatos, enrrolle el pantalon hasta mis rodillas y me quite la camisa adentrandome al lago sintiendo como iba subiendo el agua hasta llegar hasta la mirad de mi pantorrilla.
Los recuerdos comenzaron a apoderarse de mi cabeza, esto era lo que hacia de niño, hace mas de mil años, dije en mi mente para despues sonreir para mi mismo en la nada.

Los siglos se me estaban viniendo encima, sentia como envejecia dia a dia, tenia ya un dia y medio sin beber nada de sangre, me sentia decaido y deseoso de provar de nuevo ese sabor ardiente en mi garganta y en mi paladar. Suspire pasando mi mano por el cabello.
Algo me decia que no estaba solo en aquel lugar, escuchaba en mis oidos el palpitar de un corazon y podia tambien escuchar el pasar de la sangre por las venas, me gire en direccion de donde venian aquellos palpitares, esperando ver algun movimiento, pude ver una silueta sentada bajo una lampara.

La noche se ponía de a poco más lúgubre. Tomó de nuevo un pergamino y comenzó a garabatear, ya sin ganas ni inspiración. Luego de varios minutos de intentar, ni las lineas salían de la forma que quería. Quizás era el cansancio, o el miedo que le había tomado al ver a aquella persona, que no sabía de quien se trataba.

Volvió la mirada hacia donde lo había visto, pero ya no había nadie. Volvió a aspirar de su cigarrillo, con la mano temblorosa. Así, era imposible concentrarse. La silueta había desaparecido, sin dejar rastros aparentes.

Pero entonces se escuchó un chapoteo en el agua, miró con sorpresa en aquella dirección, encontrándose de nuevo con aquella persona. No debía emitir ningún ruido, pues aun no se había percatado de su presencia, o al menos eso creía. A penas se veía un torso desnudo, gracias a la luz de la luna. Ella siguió fumando mientras observaba de lejos. Se trataba de un hombre, o un muchacho, no lograba distinguir. Aun no entendía porqué estaba metido allí, en la laguna, con el frío que hacía. O que al menos ella sentía. La escena le dio escalofrío, haciendo que el tintero se caída y se rompa en el suelo, dejando una mancha de deforme, y a ella completamente al descubierto. Miró hacia delante, hacia la laguna. Sintió dos ojos clavados en ella. Del nerviosismo, dejó caer su cigarrillo, el cual levantó atropelladamente. Miró hacia otro lado, haciéndose la distraída. Lo que menos quería en ese momento, era llamar la atención y había fallado por completo.

Deseaba estar solo en aquel momento, que nadie invadiera mis recuerdos, aunque...sabia que muy dentro de sentia la necesidad de tener a alguien a mi lado, no como alguna pareja, alguien que siempre estuviera ahi solo para charlar o escuchar algunas de mis preguntas y responderlas de manera inteligente.

Senti el aire que pasaba por mi dorso desnudo, estaba deseoso por sentir la lluvia caer sobre mi cuerpo, y mojarme de su encanto.
Gire de nuevo la cabeza al escuchar el caer de algo, sali del lago sin pensarlo acercandome de donde venia aquel ruido, cuando mas me iba acercando la silueta se hacia mas clara a mi vista, me detuve a mitad del camino ladeando la cabeza intentando definir los rasgos, ver solamente su rostro.
Sabia que hacia mal en acercarme tanto, no me gustaba convivir con los humanos, era algo antipatico y amargado, a veces sentia que me parecia mas a un anciano decrepito que a un vampiro. Me quede parado alli esperando algun otro movimiento de aquella persona. El escuchar cada palpitar sacaba mi instinto asesino a flote, solo me quede mirando como unos cabellos rojizos se movian por el aire que hacia alli.

Varios sonidos la confundieron y le llamaron la atención. Primero que nada, el viento comenzó a soplar en la dirección contraria, produciendo un silbido desentonado y aterrador. Las copas de los árboles alrededor se sacudieron de forma violenta, acompañando al movimiento del aire. Las hojas produjeron un estruendo al chocar. La única luz que la alumbraba, comenzó a titilar, amenazando con apagarse. Se escuchó un leve chispeo cuando el viento finalmente se calló. Y por último, los chapoteos de agua llegaron a sus oídos como señal de advertencia, señalando el peligro que acechaba (o era la paranoia y el ambiente proporcionado, excelente para dar lugar a ello).

La luna se escondió por unos minutos, sin darle posibilidad de ver a donde se dirigía la persona, si salía o se adentraba aun más. Cualquiera de los dos casos era extremo. El escalofrío volvió a florecer en lo más profundo de su ser, creando un nudo en su garganta, y un vacío en su estómago. Se quedó completamente paralizada, a tal punto que no se animaba a mover ni un músculo ni respirar. Miró de reojo en la dirección donde había visto la silueta en el lago, pero con la gran oscuridad, era imposible vislumbrar algo allí. Sin embargo, tenía el terrible presentimiento de que la observaban, y de cerca.

Tenía dos opciones: levantarse e irse, lo cual le daba pavor. Se sentiría comentamente perseguida hasta llegar a su casa. La otra era averiguar de quien se trataba, si realmente se encontraba allí. Se tomó unos minutos para tranquilizarse, para juntar valor. Se giró hacia la oscuridad.

- ¿Hay alguien allí? - Logró modular con mucho esfuerzo, por lo bajo, en un tono de voz temeroso. Esperaba no obtener respuesta, así quedarse tranquila, y luego reír de su paranoia y el juego que su mente le estaba montando.

Se olvidó por completo de su cigarrillo, que aun descansaba entre sus dedos.

Seguia alli parado esperando algun movimiento, mis colmillos comenzaron a dolerme por aquellas enormes ganas de saciar mi apetito. Camine despacio acercandome mas, lo que hizo detenerme fue una diminuta voz, trate de distinguir de nuevo pero no veia nada claro. Me iba a alejar pero decidi quedarme un rato mas, no iba a contestar y solo quedarme callado esperando que algun movimiento hiciera aquella persona. Eran muy escasas las personas que sabian sobre la existencia de los vampiros o de criaturas de la noche, no sabia con exactitud quienes pero siempre era bueno estar prevenido y que no te tomen por sorpresa.

Despues de algunos minutos hable un poco bajo pero claro para que me escuchara - Buenas noches - dije sin saber que otra cosa decir pero aun sin salir de entre las sombras. No habia notado que la luna habia tomado otra posicion escondiendose entre los arboles y dejando oscuro el lugar donde me encontraba.
No queria moverme por....temor? me pregunte, tal vez deberia salir de la duda de una vez por todas. Percibia el miedo de la chica, podia sentirlo solo por los latidos de su corazon; claro estaba que era una chica, su cabello rojizo seguia moviendose con el aire haciendo pequeñas ondas.
La luna se puso en un punto en el que iluminaba todo de nuevo dejandome ver el rostro de la chica, di un paso hacia adelante intentando caminar mas pero me detuve en el intento mirandola algo intrigado el que hacia una chica en este lugar tan tarde.

No hubo respuesta. Por lo menos no en los primeros eternos 2 minutos, llenos de silencio, suspenso e intriga. Pero no iba a bajar la guardia. Tenía ganas de salir corriendo, pero aun no se aseguraba de nada. Sintió algo externo a ella entre los dedos. Miró hacia abajo, recordando, y se llevó el cigarrillo a la boca, con la intensión de calmarse. El corazón lo tenía en la garganta y en los oídos, haciéndole un eco insoportable e imposibilitándola de escuchar con claridad. La mente aprovecha esos momentos clave para jugar sucio, y hacer aparecer sonidos que no existen.

Exhaló el humo por la nariz, de a poco, pero la corriente se cortó en seco, al oír claramente un "buenas noches". Tragó con dificultad, y a continuación, largó rápidamente el resto de monóxido de carbono que le quedó en los pulmones. Se giró despacio hacia el lugar donde se había escuchado la voz, encontrando una penumbra inigualable. El miedo descargó adrenalina en su cuerpo, haciendo que las pupilas se le dilataran aun más, y acelerando su respiración. Nuevamente, el corazón en los oídos la ensordecían. Paralizada como estaba, con los ojos bien abiertos, trataba de penetrar la oscuridad, pero no lograba ver quien estaba allí.

La luna volvió a mostrarse, despejado un poco la oscuridad, y allí fue que vio un hombre parado a pocos metros de ella. Sus ojos estaban clavados en ella, y ella tenía sus ojos clavados en él. Dio un pasó para delante, pero Candice no se movió. Tragó nuevamente con dificultad, y trató de mantener la calma de sus nervios, lo cual se hacía un poco difícil, dada la situación.

- ¿Qué hace usted aquí, monsieur? - soltó, con voz clara, pero temerosa y quebrada otra vez. Se sorprendió a sí misma, ya que el valor para decir aquello no tenía idea de donde había salido. Finalmente supuso que fue por impulso. La frase iba en forma amenazante, aunque ella en sí no presentaba amenaza alguna. Estaba atenta a cualquier movimiento, y cualquier sonido, gracias a la adrenalina que aun corría por sus venas, aceleradamente, debido a los latidos de su corazón.

El viento continuaba envolviendo aquel lugar con un poco de frio, no habia notado que el aire pegaba en mi pecho descubierto, solo el sonido de este hacia que me distrallera un poco.
La mirada de la chica me habia llamado la atencion, pero era algo que solia hacer todo el tiempo, siempre me adentraba a los pensamientos o eso intentaba con solo mirarlos, cuando tenia la oportunidad de conocer a alguien tan solo con observarlo podia saber que era lo que en realidad llevaba dentro, y no es un don, era algo mas como saber conocer a las personas, con el paso del tiempo habia aprendido a conocer a las personas que me rodeaban aunque no tenia ninguna cercania hacia ellas.

Sabia que tenia que irme de ahi si queria que todo saliera bien y no dejar mas rastos tan cercanos de muertes, pero el hambre comenzo a apoderarse de mi sin piedad. Mis pensamientos comenzaron a llevarme a querer destrozarle la garganta a la chica pero su voz me hizo despertar.
-Noches como estas me atraen hacia el lago - le dije con algo de precaucion en el tono de mi voz, queria que ella corriera antes que algo pudiera pasar.
Escuche el relinchar de mi caballo, pero no voltie solo miraba aquel rostro que me parecia algo conocido.

El muchacho le respondió, y ella se quedó pensando. Su cabeza iba más rápido de lo normal, lo cual le sorprendía bastante.

- "¿Noches frías? ¿Al lago?" - era ridículo. Hacía frío, lo cual era totalmente sobrenatural meterse al lago. Aunque no se atrevió a decirlo en voz alta, y mucho menos a aquel desconocido, que no le quitaba los ojos de encima. De haber sido una situación completamente diferente, se hubiese reído, pero su rostro ni se mutó.

La tensión de a poco iba aumentando. No sabía cual era la peor parte: que estuviese allí, observándola, o que le haya hablado, lo cual la ponía un poco más nerviosa. La parálisis de su cuerpo se fue yendo de a poco, el corazón latió un poco más despacio, advirtiendo que no había peligro, al menos por el momento. Se atrevió a mirar hacia delante, en un intento de ignorar la situación, pero sentía su mirada sobre ella, lo cual hacía las cosas un poco más incómodas.

Luego de unos eternos minutos, decidió romper el silencio, esta vez con la voz temblorosa y quebrada, sin poder controlar los nervios, por más de que estaba un poco más tranquila. Fumó de su cigarrillo olvidado, y volvió la vista hacia él.

- ¿Con éste frío, monsieur? - dijo, soltando el humo con cada palabra, y, terminada la frase, sacando lo que le quedó en sus pulmones. Inspiró, buscando oxígeno para tranquilizarse, y no salir corriendo.

El silencio era inevitable, no podia entablar una conversacion con ella, alguien que no conocia, no sabia que era lo que se debia decir sin ser demasiado ovio ni asustarla demasiado, puros pensamientos negativos inundaban mi cabeza en busca de alguna oracion que hiciera que me saliera de aquel lio que me habia metido por haber contestado a su pregunta.

Tenia la apariencia de no ser algun ser paranormal, pero los cambiaformas podrian hacer que no los reconociera al momento, ni con algo de olor en ellos los podria reconocer.
Intentando tornar el ambiente un poco mas comodo, me puse de cuclillas enfrente de ella mirando como el humo del cigarro iba en direccion de la corriente del aire. Guardando mi distancia con ella, no me apetecia la confianza con ningun ser vivo.

Escuche su voz de nuevo y regrese la mirada a ella rapidamente sin parpadear - Noches como esta no se tienen todos los dias, y la luna es la mejor amiga en ellas - Pero ella que me preguntaba eso, si ella tambien se encontraba en este lugar, el aire le deberia de causar frio a ella, yo ya ni sentia lo helado de este, solo podia sentir como chocaba con mi dura piel de hielo. -Si no es mucha indiscreción mi pregunta, usted ¿que hace en este lugar tan solo y a esta hora?, una señorita no deberia andar sola por aqui...-me detuve unos cortos segundos mirandola sombriamente - existen muchos peligros en la obscuridad.

La persona se movió en la envolvente oscuridad, quedándose en cuclillas. Sintió un escalofrío, pues eso significaba que no se iría pronto. Comenzó a jugar con sus dedos, nerviosamente, evitando la mirada de aquel ser extraño que se escondía en la penumbra.

Su respuesta la dejó con más dudas, sin resolver las anteriores. Intentó hacerle caso omiso a lo que había contestado, pues no explicaba el por que, con el frío, se metería al lago. Volvió a fumar, al escuchar su pregunta, nerviosa. Tenía razón, pero no iba a admitirlo. No esperaba encontrarse con alguien a esas horas de la noche. Se le había hecho tarde y allí había estado su error. Sus hojas abolladas se desparramaban por todo el banco, dando señales obvias de lo que había estado haciendo. Miró el piso, con algo de miedo. Aquella pregunta hacía a aquel extraño un poco más peligroso.

- Se me hizo tarde - admitió, hablándole al suelo. Si aquel hombre iba a atacarla, ¿por qué no se acercaba? Y si no lo hacía, ¿por qué no se iba? Se encontraba en una duda existencial. Tenía miedo de él, por lo que estaba atenta a cada sonido que emitiera. Volvió a su cigarrillo, con una mano temblorosa, soltando el humo entrecortadamente, y mirando de reojo hacia donde se encontraba el hombre.

En esos momentos podia oler el miedo a mi alrrededor, por mas que ella quisiera ocultarlo el miedo salia a flor de piel.
Comenzaba a divertirme el tener un poco asustada a la chica, disfrutaba de esto pero... bueno no tenia que ser tan cruel, tal vez ya deberia de marcharme o ponerme algo decente, sabia que el estar con el dorso desnudo era algo incomodo tanto para ella como para mi.
El olor a cigarrillo no era lo que mas me apetecia en esos momentos, pero me hacia recordar el olor a yerbabuena de los tabacos que consumia mi padre cuando yo era pequeño.

-Creo que un poco de compañia seria lo mejor - eso salio de mi boca, me quede callado al momento de decir eso. ¿A caso yo queria ser esa compañia que ella necesitara? ¿porque?

Tragó con dificultad al oír esas palabras, sintiendo una leve brisa que se levantaba suavemente, complicando un poco más la situación. ¿A qué se refería con eso? ¿Compañía? ¿Un desconocido ofreciéndole compañía? El miedo la invadió de repente, sin saber exactamente como controlarlo. Los dedos que sostenían el cigarrillo temblaron al acercarlo a su boca. Al aspirar, sintió el ardor en sus labios, lo quitó de ellos, luego de dar un pequeño salto de dolor. Tiró el filtro al suelo, ya que de tabaco no quedaba nada, y miró a la silueta que estaba a unos metros de ella, confundida.

Era una situación demasiado extraña, sobretodo por lo que había ocurrido hacía minutos. Pero lo que más la desconcertaba era el hecho de que no parecía que fuera a atacarla, o al menos no veía esas intensiones de inmediato. Sin embargo, la mínima posibilidad de que ocurriera algo estaba presente en su mente. No debía bajar la guardia, o lo que sea que fuese.

La oscuridad revelaba poco, aunque podía distinguir su silueta. Levantó los hombros, dando señales de que no le importaba realmente lo que él hiciera, sin embargo, eso no era del todo cierto. Llevó los ojos al espacio vacío que quedaba en el banco donde estaba sentada, y luego los volvió a él, torciendo los labios, confundida y perdida.