Segunda lección [Prof. William Stukeley]

por **Claire Quartermane** Jue Mayo 26, 2011 12:59 pm

Cuatro meses habían pasado desde que esta clase había sido programada y decidida pese a que la idea inicial era que se realizara solo unos pocos días después, aún así muchas veces se había escapado por un par de horas para pasarlas en la biblioteca, siempre sosteniendo con fuerza el papel que su ahora tutor le había entregado, aquella era la llave que le habría el paso a un mundo que siempre creyó negado para ella. Iba durante las tardes al principio, poco después de su primer encuentro con William había recibido la propuesta que le cambiaba la vida, ya no iba a trabajar más en el burdel ni tendría que ocupar sus noches en esa profesión que siempre le gustó tanto, ahora su cabeza estaba totalmente llena de lo que también era lo que repletaba su corazón.

Dos meses antes de esa noche en el bosque había dicho acepto en una iglesia casi vacía, a un hombre que la aceptaba, la quería y la amaba, alguien que no se había burlado de ella cuando le contó de su nueva faceta como asistente de un profesor de arqueología del College du France. El cochero la había dejado en el linde del bosque, ahí mismo la estaría esperando una vez hubiera terminado lo que iba a hacer, ¿qué era aquello? No tenía idea, simplemente había seguido las instrucciones de su nuevo mentor. Esperaba poder llenar su cabeza de nuevos conocimientos y que además él le exigiera averiguar más cosas, había leído un par de veces el libro que el profesor Stukeley le había recomendado, hubiera deseado hacerlo varias más pero planear su matrimonio le había ocupado casi todo el tiempo.

Camino algo rápido al principio sin saber donde debía encontrarse con él, a ratos miraba algún punto que pudiera servirle de referencia para no perderse entre los árboles, todo se hacía cada vez más espeso y ya casi no podía ver las estrellas al levantar los ojos al cielo. El crujir cercano de las hojas podía deberse a algún animal que estuviera rondandola, aunque ella sabía que las noches en París escondían siempre más seres que la habitaban, podía recordar incluso aquella vez muy parecida a esta cuando junto a un pantano había tenido una especie de cita con aquel vampiro que ahora era su mejor amigo, - Profesor Stukeley… ¿es usted? – lo dijo con voz firme para que no se reflejara la duda y hasta quizás el temor que pudiera sentir en ese minuto.

por **William Stukeley** Vie Mayo 27, 2011 11:59 pm

Una pequeña ardilla salta de entre unos matorrales y se escabulle entre las costuras del abrigo de madame Quartermane.

La Luna le da un aire plateado al pelaje del peludo habitante del bosque, que se sorprende al descubrir que no se halla en su árbol favorito. Sin embargo, permanece en el acogedor y abrigado rincón.

Una extraña sensación cruza la espesura como una ráfaga de viento. Entre la confusión el objeto entregado por el profesor ha ido a parar en un nido que se ubica en una rama más allá del alcance de un salto. Un avecilla lo ha cogido desde el suelo, donde ha caído por la costura rota y lo ha llevado, confundiéndolo con uno de sus huevos.

Ninguna señal del profesor todavía.

por **Claire Quartermane** Miér Jun 08, 2011 7:13 am

Claire intenta seguir los pasos normales para respirar como corresponde, inhalar, exhalar, inhalar, exhalar. Algo hace que le cueste pese a que cree estar tranquila, los ruidos en el bosque aumentan y piensa estar sola aunque no lo está. Hay algo nuevo que por el momento ignora y que seguirá así al menos por un par de meses, un sonido la hace girarse y notar como justo en aquel minuto el objeto que el profesor Stukeley le había entregado la primera y única vez que se vieron ahora caía por el bolsillo, al parecer agujereado de su abrigo. No lucía las vestiduras que solía llevar desde que era la esposa de Lord Quartermane, su mentor le había dicho que iba a trabajar en terreno y ella iba preparada para eso.

Antes de que pudiera agacharse a recogerlo un ave lo tomó llevandolo hasta su nido, - Genial... ¿ahora como le explico al profesor esto? Creerá que estoy inventando una historia medio ridícula… - dio un paso para dirigirse hasta el árbol donde de seguro estaba también el nido de aquel pájaro pero sentir algo entre sus pies la hizo dar un salto, lo que creyó era una rata resultó siendo una inofensiva ardilla, estaba demasiado alterada quizás. Se arrodilló sin importar que la tela de su vestido terminara manchada de tierra, intentar acariciar al pequeño animal resultó ser inútil, se escabullía más rápido de lo que ella podía moverse.

Resopló casi molesta y volvió a ponerse de pie, el profesor la encontraría de algún modo y lo mejor era no moverse de ahí, tal vez si inspeccionara un poco más el árbol existiría la opción de treparlo, ya muchas veces lo había hecho de pequeña y quizás esas cosas no se olvidaban tan fácil. La corteza estaba casi seca y tenía bastantes grietas, pero nada que sirviera de apoyo para sus manos o sus pies, se impulsó intentando llegar a la mayor altura posible pero un mareo repentino no permitió que se aferrara a él logrando que cayera sentada al piso. Ahora enojada, frustrada, se quedaría sentada cruzada de brazos esperando que el profesor apareciera para comenzar la clase.

por **William Stukeley** Miér Jun 08, 2011 1:54 pm

El viento sigue meciendo suavemente la copa del árbol, el frío continúa haciendo su trabajo y la noche se mantiene en su tono gris inmutable. Algunas nubes ocultan las estrellas de cuando en cuando, lo suficiente para crear juegos de luz y sombra que despiertan la imaginación agitada.

La ardillita salta de su escondite hasta el seno de madame Quartermane y luego a su cabeza para treparse vertiginosamente al árbol. La rama con el nido cruje y dos huevos caen un poco más allá de sus pies, rompiéndose en el acto. El avecilla reacciona violentamente y las emprende contra la dama, dándole de picotones en las pantorrillas.

La rama vuelve a crujir, pero con más fuerza esta vez, un lince cae sobre la avecilla partiéndole el pescuezo de un solo zarpazo. Acto seguido comienza a darse un festín de carne y doble omelette, mientras su cola oscila frente a la vista de la dama con ganas de hipnotizarla.

La rama finalmente se rompe tras una ráfaga más intensa, pocos segundos para reaccionar y evitar quedar bajo ella. Al caer al suelo, la reliquia sale despedida hacia un frágil arbusto que evita que ruede por una suave ladera. Sin embargo, un tercer huevo permanece en su interior que rápidamente es cogido por un visón que ha salido de su madriguera a observar la confusión.

Un segundo lince, probablemente la hembra del primero, muerde el cuello del mustélido cuando intenta regresar a su refugio. Entre el forcejeo, el arbusto se dobla y la reliquia está a punto de caer, pero regresa a su posición inicial cuando la cacería termina.

El macho, con sus fauces llenas de su merienda, se saborea y camina orondo hacia su pareja. Un coro de maullidos comienza, hasta que se monta sobre ella, mordiendo enérgicamente su nuca para excitarla. Pero hay pelea, gruñidos y rugidos por unos instantes hasta que la hembra cae rendida ante los encantos de su fuerte y guapo compañero.

por **Claire Quartermane** Jue Jun 09, 2011 4:55 am

Sólo dos veces antes había visto algo similar, una mientras aún era una niña y su hogar estaba en un distante país, la otra en la casa que tenía en el campo, ahí donde su yegua Bettina corría sin la tortura de que alguien quisiera ensillarla para cabalgar sobre ella. Los animales parecían rodearla haciendo que se sintiera como lo que realmente era, una intrusa en el hábitat de los seres que convivían todos los días en el mismo lugar. No puede evitar reír cuando la ardilla recorre su piel, intenta una vez más atraparla pero decide que es mejor dejarla libre como siempre debe estar, se distrae un poco siguiendo su camino por lo que sólo el dolor la hace enfocarse en aquel pájaro que ahora le picotea las piernas, - Shuuu, shuuu… - quiere espantarlo sin tener que asustarlo o golpearlo, - shuuuu sal de aquí… - mueve brazos y piernas como si tuviera algún ataque logrando que el ave vuele hasta una rama.

Claire sonríe aliviada creyendo que su idea de no usar la violencia había tenido éxito cuando ve aparecer un felino que rápidamente líquida al avecita que le ha dejado feas marcas en las piernas. Aún, sentada con la espalda apoyada en el tronco, intenta retroceder como puede para escapar del área de visión de aquel animal, no tiene nada que pueda usar como arma para defenderse más que el sentido común que le dice que no debe correr, gritar o hacer movimientos muy bruscos. Se muerde los labios para evitar que la respiración agitada se haga sonora, cuando cree ser casi invisible divisa con el rabillo del ojo el objeto que el profesor le ha dado, piensa que es la oportunidad para recuperarlo.

Error, justo cuando había comenzado a arrastrarse para tomarlo un visón aparece y seguido de él otro lince que pronto ataca al animal más indefenso, la muerte es rápida y Claire ruega para que la de ella sea del mismo modo, cree que incluso el aire es reemplazado por tierra en sus pulmones, le cuesta respirar y los músculos no le responden, la visión se nubla pero dura poco, ahora ambos felinos comienzan con su danza de reproducción justo frente a ella, la mujer se siente paralizada pero no puede dejar de ver aquel espectáculo de la naturaleza, espera que los animales se mantengan en eso durante un tiempo y no reparen en su presencia, - Profesor ¿dónde está? ¿Dónde está? – repite varias veces en susurros que apenas pueden ser distinguidos entre todos los ruidos que el bosque ha ido revelando.

por **William Stukeley** Jue Jun 09, 2011 1:23 pm

La pareja de linces se entrega con una pasión desenfrenada, se convierten en un verdadero torbellino que hace que hasta los libros de las artes amatorias queden como simples cuentos infantiles.

El tiempo parece detenerse y la sensación es de horas transcurridas después del furioso recital de jadeos, gruñidos y rugidos que se repite muchas veces. Como en un eterno deja vù sexual. La naturaleza hace su trabajo, demasiado bien, trayendo el deseo que con tanto placer perpetúa el eterno ciclo de la vida.

Entonces, todo se vuelve más claro y fresco como el aire de la noche: ¡la reliquia es un símbolo de fertilidad! Y vaya símbolo... roto, pero seguramente sirvió para que alguna dama acongojada saciara su sed más íntima. Es increíble como un profesor puede hacer clases sin siquiera estar presente, como si hubiera sabido que esta es la época de apareamiento de los linces y con tan extraordinario experimento preparado con antelacion sirviera para aprender el principio básico de la arqueología: "Todo se conecta con los ciclos de la naturaleza, entenderlos... es entender el pasado".

La pareja de linces se acomoda junto al frágil arbusto y caen en un pesado sueño. La reliquia yace en un estado intermedio entre ser recuperada y perdida irremisiblemente. Ahora la pregunta es como acercarse a ella sin despertar a sus nuevos guardianes.

por **Claire Quartermane** Vie Jun 10, 2011 2:48 pm

Si alguien le hubiera dicho a Claire que lo que pensaba sería una tranquila noche desenterrando cosas se convertiría en una escena salida como de una novela de exploradores de África no lo hubiese creído, lo habría tratado de loco y simplemente se hubiera reído en su cara por decir aquellas locuras. Ahora, en el suelo y mirando casi sin poder creer el espectáculo que daban los dos linces apenas era capaz de pensar con claridad. Necesitaba recuperar la reliquia que el profesor le había dado, aquel tema comenzaba a molestarle, era su primera labor, sólo cuidarlo y ni siquiera había sido capaz de hacer eso de forma adecuada.

Intenta arrastrarse pero entre las ramitas, hojas y piedras esparcidas en el suelo hacen que todo sea más difícil, especialmente cuando es necesario hacerlo de la forma más silenciosa posible. Logró avanzar un tramo levantándose apenas y sentándose un poco más cerca, pero un gruñido del lince la detuvo como si la congelara en aquel lugar, quizás sólo estaba acomodándose en ese sueño que podría no ser tan profundo como ella quería. Otra oportunidad se produjo al notar que la respiración de ambos animales se hacía más acompasada, moviéndose lo más sigilosamente posible llegó a unos dos metros de donde estaba el objeto.

Otro ruido y Claire ya tenía ganas de gritarle a lo que fuera que estuviera imposibilitando su labor, pero eran los linces, uno despertando y el otro acomodándose, la miraban como si reprocharan que se preocupara más de un objeto en vez de asimilar lo que acababan de enseñarle. Por la cabeza de ella sólo pasaban instintos de supervivencia y reconciliación, ya no tenía la seguridad del árbol, ahora estaba incluso mucho más disponible para un ataque directo, último movimiento y ahora tenía la reliquia en la mano, el corazón amenazaba con salir por su boca y unos ojos felinos la miraban fijo, muy cerca. Hasta aquí llegué.

por **William Stukeley** Vie Jun 10, 2011 8:55 pm

Los dos gatitos, sumamente satisfechos de estómago e intimidad, se limitan a caminar en círculos alrededor de la asustada dama. Acercándose un poco cada vez, hasta que comienzan a jugar con un jirón del bolsillo roto, como si se tratara de dos cachorritos con su ama.

La reliquia nuevamente en las manos, sudorosas, pero firmes. Las imágenes de los linces, algo más se moja bajo el vestido. Que horrible, pero el viento de la noche se encargará de secarlo. Ni en las más arrebatadas citas de pasión, tanta excitación se ha juntado.

Con la respiración agitada y la pulsión entre las piernas, los linces se alejan tan sigilosos como llegaron. Algunas nubes cubren la Luna por un instante, como si se tratara de la vela en un alto candelabro de habitación de burdel... agitada por los gemidos de los amantes impetuosos. Finalmente algo de soledad, pero el nerviosismo y el miedo sin duda son más llevaderos que la excitación actual creciente que agita la respiración hasta llevarla a un suave jadeo.

por **Claire Quartermane** Jue Jul 14, 2011 4:23 pm

¿Así se sentía un infarto? ¿Por qué no estaba muerta entonces? Quizás lo estaba y aún no se daba cuenta, quizás todo esto era lo que algunos decían que era el cielo, ¿entonces por qué no cambiaba de lo que había estado viviendo sólo unos pocos minutos antes? Quizás era una etapa de transición y pronto bajaría alguien, le diría unas lindas palabras, la perdonaría por todos sus pecados y la llevaría de la mano hasta las puertas del paraíso, ahí vería a su madre, si es que estaba muerta y le diría todo lo que alguna vez pensó que ella necesitaba escuchar, las explicaciones por la vida que sus hijas habían llevado, el hecho de que aunque luego aprendieron a leer y escribir nunca le enviaron una carta y que pese a que luego ambas tenían el dinero para ir en su búsqueda y sacarla de donde fuera que estuviera no lo había hecho. Quizás en realidad esto era el infierno y los animales eran una representación gráfica de todo.

Claire cerró los ojos esperando el final, los animales se le acercaban y ella mantuvo en su cabeza los tres rostros de las personas que más amaba, su esposo, reciente pero por lo mismo sería más doloroso, ni siquiera habían alcanzado a disfrutar de su nueva vida juntos, su hermana, con la que no hablaba hacía mucho, con la que tenía una conversación y algunas disculpas pendientes, no podía creer que moriría sin poder decirle a Juliette que la quería por sobre todo, que el amor de una hermana y más de una gemela no se compara con nada, y finalmente el de su madre, a esa que le debe tanto y que produce aquel nudo culposo en su garganta. Silencio, más silencio, algunos olores desagradables que se mezclaban con los propios del bosque, un ojo primero y luego el otro, estaba sola, ahora sí, aunque probablemente no del todo, pero al menos ya no tenía dos depredadores acechándola, era libre y estaba viva.

El pequeño objeto le deja una marca entre las manos, la presión es demasiada y lo piensa mil veces, si el profesor no aparece pronto ella dejará las lecciones hasta ahí, no es capaz de soportar tanto, se miente a si misma, haría eso y más por continuar con eso, quiere llegar un día a casa y poder decirle a su esposo que ahora no es más una ignorante, que puede gritarle a todos que está casado con alguien que ha estudiado en la universidad y que puede sentirse orgulloso, él jamás se lo ha pedido pero ella quiere darle ese regalo, porque primero es un regalo para si misma, para ella que desde siempre ha buscado la excelencia en lo que hace, primero fue entre sábanas logrando ser sin dudas la mejor del burdel, ahora lo sería como estudiante o asistente, como futura arqueóloga o como otra faceta más que ya comienza a gestarse pese a que ella ni siquiera se ha dado cuenta.

por **William Stukeley** Lun Jul 18, 2011 4:37 pm

En una exhalación, el bosque deja de ser un lugar tenebroso. Los olores propios y ajenos se vuelven aromáticos perfumes de la más fina calidad.

Cada árbol, arbusto, hierba y el cúmulo de animalillos cobran una agradable áura de acogida y tranqulidad. Sin que por ello pierdan su magnífica energía.

La reliquia es ahora algo bastante ajeno al entorno, pero aún así encaja maravillosamente. La brisa fresca se encarga de remover todo el sudor y la plétora de la naturaleza vuelve a sus tareas habituales de la noche.

Una pequeña niña, se deja caer desde la rama del árbol para sorprender apenas a madame Claire. Viste con ropajes demasiado brillantes y telas desconocidas, su cabello parece el fuego de una estrella.

Su presencia es dulce y su sonrisa, cálida como el primer rayo del amanecer.

Buenas noches, señora. Soy Josefina, escuché su llamado mientras jugaba en mi casita del árbol.

Apunta a un roble cercano, mientras observa la reliquia y extiende la parte faltante.

Creo que esto debería ser suyo, lo encontré hace un par de días en una pequeña caverna junto a la choza de mi padre. Y según puedo observar, debería encajar con lo que carga en su mano

por **Claire Quartermane** Miér Sep 28, 2011 3:18 pm

Respiración profunda que va haciéndose cada vez más agitada, cada vez más como si el aire se convirtiera en alquitrán y no fuera capaz de llegar hasta los pulmones. Claire mira hacia el suelo, hacia el bordillo de su vestido ahora ensuciado de tierra y pequeñas hojas, intenta tranquilizarse pese a que aún le cuesta dejar de pensar en lo que acaba de suceder. Las rodillas le tiemblan y sabe que en cualquier minuto sería capaz de caer perdiendo toda esa integridad que alguna vez fue parte de ella. El profesor no aparece y ella está a punto de gritar hacia el cielo y volver por lo que cree puede ser el camino correcto, un carruaje la espera al borde del camino, quizás Nigel la esperaba con el ceño un poco fruncido por desaparecer a esa hora sin darle las explicaciones que corresponden, pero luego de contarle por todo lo que pasó de seguro él terminaría con una sonrisa en los labios y los brazos abiertos para recibirla como lo hacía siempre. Ese sólo pensamiento permite que Claire alce un poco el rostro y se desconcentre, no siente todos los sonidos que debiera, quizás no está tan atenta a como debería estarlo.

Claire vuelve a respirar como si de un momento a otro ahora fuera consciente de ese gesto que no debe serlo, de a poco todo se calma y los minutos parecen pasar más rápido. Una niña cae desde un árbol y el grito se ahoga sólo por la mano que ella acaba de llevar hasta su boca, el corazón parece querer escapar de esa jaula en la que está confinado y cada fibra de ella se debate entre correr asustada, llorar por todo lo que ha sucedido esa noche o simplemente esperar. Su decisión no alcanza a llegar cuando la pequeña comienza a hablar con una calma realmente envidiable, como si todo eso fuera algo normal en su vida, se acerca sin miedo en los ojos e incluso produce una sonrisa en Claire. Parece tan ajena y al mismo tiempo parte del paisaje que la rodea, como en esas ilustraciones de los pocos libros infantiles que alguna vez tuvo entre sus manos. ¿Qué edad tendría esa niña? ¿Por qué se preocupa de algo sin importancia como eso?

Se acerca a la pequeña con una desconfianza que a ratos la avergüenza, - Hola Josefina, puedes decirme Claire, - ¿de dónde había salido esa niña y que hacía sola a esa hora de la noche? Estaban en el bosque y por mucho que ella se refiriera ahora a su padre y al hecho de vivir por ahí cerca algo seguía sin encajar, bastante contrario a lo que sucedía con la reliquia que parecía haber encontrado su complemento en el objeto que la niña le entregaba. – Tienes razón, parece que has encontrado a la pareja perfecta de esta cosita que ni siquiera sabía que existía. – Claire ni siquiera sabía que estaba haciendo, en ese lugar, no sabía tampoco como hablar con esa niña, quizás hasta era peligrosa o todo eso era una prueba que debía superar en su entrenamiento con el profesor. Tal vez no era realmente una niña sino que otro ser de esos que habitan la noche, ella sabía de algunos pero si existían esos posiblemente también otros. - ¿No es un poco tarde para que estés sola por acá? –

por **William Stukeley** Vie Oct 14, 2011 6:22 am

Josefina sonríe ampliamante y saca una manzana que comienza a mordisquear.

Yo podría hacerle la misma pregunta, señora Claire. Sin embargo, sé que tendrá sus motivos y debo ser discreta. Si gusta puedo llevarla a mi casa, para que pueda recomponerse. Mi padre ya debe tener casi lista la especialidad de su caldero: sopa de setas del bosque.

El jugo de la dulce fruta se chorrea por sus labios y manos, mientras se saborea al nombrar su comida favorita. El aperitivo, sin duda, demuestras la calidad de los ingredientes que debería utilizar su padre.

Saca otra manzana y se la ofrece a la dama.

Para el camino.

por **Claire Quartermane** Dom Oct 30, 2011 10:46 am

Decir siempre que sí es siempre un error que puede traer consecuencias graves, el aceptar ese alimento, aceptar acompañarla a un lugar que no conoce, Claire con suerte puede recordar el camino desde ese punto al sendero donde el carruaje la espera, se suponía que esa noche sería de estudio y no puede perder el tiempo conversando con una niña en la que francamente no confía. Ella sabe de sobra que una muchachita de esa edad puede tener diferentes caretas, no es lo mismo una que fue criada en una mansión por tutores e institutrices, a una que pasa los días en la calle consiguiendo las cosas como puede, mucho menos, como fue en su propio caso una que pasó del campo inglés al bullicio de Paris y luego los burdeles antes de cumplir los 12 años.

- Me encantaría acompañarte pero no puedo, - Claire hace una pequeña mueca sin darse cuenta, de cierto modo esa niña ilusionada le produce algún tipo de instinto, quizás ella era la única persona distinta a su padre que ha visto en mucho tiempo o tal vez, justo como ella misma, necesita una amiga por unos momentos, - estoy esperando a alguien… a mi profesor, - sonríe mientras da la explicación, quiere parecer cercana y no una mujer estirada como se supone debería serlo considerando su nueva clase social, - ya debería haber llegado pero debe haberse retrasado con algo. – No lleva reloj por lo que no puede calcular cuanto tiempo ha pasado desde que puso los pies en ese lugar, quizás mucho o quizás sólo unos minutos y el incidente con los animales ha hecho que vea todo distinto.

Claire estira la mano y recibe la manzana, no es capaz de comer en ese minuto pero tampoco de rechazar tal gesto, si la pequeña la muerde con esas ganas de seguro está buena, pero el malestar en el estómago continúa desde la mañana y por algún motivo ciertos olores le producen náuseas, quizás deba consultar al médico dentro de estos días, - Si quieres puedes quedarte esperando conmigo, el profesor William sabe muchas cosas interesantes… - la mira con cuidado, la niña es diferente, tan diferente como si no perteneciera a ese lugar, la primera pregunta que asalta la mente de Claire es si esa pequeña sabrá leer, ella a su edad ni siquiera conocía las letras, sólo apenas hace unos pocos años había aprendido no sólo con los libros en francés, también en su natal inglés. – No se cuanto más demorará él, ¿no se preocupará tu padre porque estés acá? –

por **William Stukeley** Lun Nov 07, 2011 6:21 am

¿Te refieres a mi tío bisabuelo William, Claire?

Josefina se quita el colgante que lleva en el cuello, lo abre y muestra un hermoso roble pintado con delicadeza. Sutiles imágenes de los rostros de 4 generaciones forman un detallado árbol genealógico. La pátina de barniz repele convenientemente las gotas de jugo de manzana que le caen.

Esboza una sonrisa tétrica.

Justamente venía a visitarlo.

Camina unos pasos hacia el rincón más alejado del claro y comienza a remover algunas malezas en torno a una pequeña lápida.

por **Claire Quartermane** Sáb Nov 26, 2011 3:39 am

Preguntas sin respuesta o quizás algunas que simplemente no puede entender de todo, Claire intenta encontrarle el sentido a algo que parece no tenerlo, ¿alguien miente o es sólo un juego del que no desea ser parte? Está segura que el profesor saldrá en algún momento y con una sonrisa, quizás algo extraña para esa imagen siempre correcta, le dirá que aquella pequeña sólo bromea, que es una coincidencia de nombres, que de seguro creen estar hablando de la misma persona pero no es así. Ella da un paso adelante y observa sin mucho éxito aquella imagen al interior del colgante de esa pequeña, es de noche y la escasa luz no ayuda para ella que desde que comenzó a leer junto a una vela luego de terminar su trabajo en el burdel, no tiene la misma agudeza visual de antes. Claire sonríe a esa pequeña y da un paso atrás, - William es un nombre común, pequeña. –

Como si quisiera que su hipótesis fuera de inmediato descartada, la niña comienza a remover ramas y hojas para mostrarle una lápida, justo frente a ella, el nombre de su profesor aparece, eso no es más que otra coincidencia, pese a que el apellido también es el mismo es probable que sea algún antepasado de ese señor al que espera en lo que parecen horas. Claire se acerca casi para tocar la piedra fría con aquellas letras talladas. Son demasiadas coincidencias y si algo le ha enseñado su corta pero no por eso plana vida es que no debe adjudicar una característica ‘cósmica’ a un hecho terrenal, - ¿Alcanzaste a conocer a tu tío bisabuelo Josefina? – Claire juega con esa manzana entre sus dedos. Aquello que sería una clase práctica se convierte ahora en un diálogo de alguien con poca paciencia y una niña salida de quizás donde.

Ella se estira un poco y guarda aquel regalo en un bolsillo, en el otro se mantiene la reliquia que él antes le ha dado, no quiere ser descortés pero tampoco pretende estar ahí toda la noche y arriesgarse a que su esposo envíe a alguien en su búsqueda. – No se si estarás acá mucho tiempo más, pero se hace tarde… - o quizás temprano considerando que pronto ya podrían llamar a esa noche madrugada, - esperé a mi profesor por horas pero es probable que no coincidiéramos en la ubicación o quizás él tuvo algún problema… espero que no sea eso último, - Claire parece hablar sola, responde a sus propias interrogantes y desvía su mirada hacia un punto lejano hasta que abre los ojos y vuelve a enfocarlos en la niña, - si ves a un señor mayor, con el pelo del color de la nieve, ¿puedes decirle que iré a su despacho para organizar la próxima clase? – ahora le regala una sonrisa pese a que teme que ese mensaje nunca llegue a destino.

por **William Stukeley** Miér Nov 30, 2011 10:34 am

A pesar de lo distraída que parece Josefina, es capaz de detallar todos los acontecimientos previos y apuntando a la Luna manifiesta que desde que llegó al bosque sólo han pasado un par de horas. Difícilmente está cerca la madrugada.

La verdad, Claire; tu descripción coincide exactamente con la de mi tío bisabuelo William Stukeley. No lo conocí, pues él vivió en Inglaterra. Según me contaba mi abuela, que era su sobrina, lo nombraron caballero por sus descubrimientos en medicina y unas piedras antiguas apiladas.

Como que trata de recordar el nombre de dicha formación y apenas alcanza a balbucear con acento francés algo parecido a Stonehenge.

De todos modos, yo vivo por aquí y todavía me parece extraño que mi tío abuelo venga a encontrarse contigo aquí en el bosque... menos considerando que está muerto hace muchos años.

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Segunda lección [Prof. William Stukeley]

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