AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Esperándote. (Philipp Ding)
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Esperándote. (Philipp Ding)
12.00. Mediodía. ¿Será como imagino?
Yulianna estaba en el puerto. Esperaba. Atenta. Inmóvil. Pendiente de cual movimiento. Esperándole. Philipp era su nombre, Ding su apellido, desconocida su nacionalidad, sus ojos azules, cabello rubio. ¿Voz? No lo sabía. Pero él se había descrito así.
Se trataba de un cliente que pasaba a vivir a París, o de vacaciones... lo cierto era que ella no estaba muy segura, pero sabía que le había comprado muchos, muchísimos trajes de las mejores telas, e incluso alguno de mujer. ¿Mujer? Quizás esposa, puede que hijos... ella no lo sabía, pero ahí esperaba.
Yulia vestía de manera elegante. Color piedra. Le favorecía mucho, o eso le decían. Pero era lo de menos. Estaba nerviosa, pues él la reconocería o eso creía ella, puesto que la publicidad de su ropa llevaba su rostro. O quizás no. ¿Y si pasaba de largo?, ¿Cómo sabría que era él?
Se quedó esperando en un banco. Mirando el barco que se acercaba. Podía ser ese. No lo sabía, pero sería paciente. Hasta que le viese. Hasta que le pudiese abrazar.
Yulianna estaba en el puerto. Esperaba. Atenta. Inmóvil. Pendiente de cual movimiento. Esperándole. Philipp era su nombre, Ding su apellido, desconocida su nacionalidad, sus ojos azules, cabello rubio. ¿Voz? No lo sabía. Pero él se había descrito así.
Se trataba de un cliente que pasaba a vivir a París, o de vacaciones... lo cierto era que ella no estaba muy segura, pero sabía que le había comprado muchos, muchísimos trajes de las mejores telas, e incluso alguno de mujer. ¿Mujer? Quizás esposa, puede que hijos... ella no lo sabía, pero ahí esperaba.
Yulia vestía de manera elegante. Color piedra. Le favorecía mucho, o eso le decían. Pero era lo de menos. Estaba nerviosa, pues él la reconocería o eso creía ella, puesto que la publicidad de su ropa llevaba su rostro. O quizás no. ¿Y si pasaba de largo?, ¿Cómo sabría que era él?
Se quedó esperando en un banco. Mirando el barco que se acercaba. Podía ser ese. No lo sabía, pero sería paciente. Hasta que le viese. Hasta que le pudiese abrazar.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Aunque su viaje hacia parís inicialmente estaba programado por vías fluviales, a última hora Philipp decidió que tendría un mejor disfrute de la primavera haciendo su recorrido desde Sajonia hasta Paris por vía terrestre. Para él como escritor toda la travesía incluyendo carruajes, cocheros, posadas, comidas, caminos, aldeas y sus gentes, eran material de constante inspiración.
Una vez alojado en su hotel y después de una reparadora noche de descanso, se acordó que ese preciso día, a eso del mediodía la Señorita Yulianna Fiódorovna esperaría, en el puerto, por él a su arribo a Paris. Sólo un inconveniente empañaba su encuentro: dada la repentina decisión de cambiar el barco por el carruaje, Philipp no había tenido cabeza para avisarle a su anfitriona acerca del cambio de planes!
Ya de camino al puerto y luciendo uno de los notables trajes que había adquirido del “atelier du couture” de Yulianna, recordó como su relación comercial ahora los llevaría a conocerse personalmente, dada la gentil oferta de la diseñadora quien al conocer las intenciones de Phillip de pasar una temporada en Paris, le ofreció recibirlo en el Puerto.
Al llegar al puerto Philip se acercó a los muelles en los cuales atracaban los navíos que transportaban pasajeros. En ellos se confundían entre risas y lágrimas las gentes que llegaban y que partían con las que los esperaban y los despedían. Sabía bien a quien buscar, los rasgos físicos de Yulianna eran conocidos dado el grabado que sobresalía en todos los empaques en los cuales se entregaban sus creacionese; era una idea novedosísima para la época. Para él la oportunidad de contrastar la imaginación con la realidad fué suficiente aliciente para aceptar el encuentro en el puerto.
Estaba Philipp en estas meditaciones cuando su mirada se posó en un lejano personaje que apartado de la muchedumbre esperaba en soledad sentada en una banca. A medida que se acercaba se convencía mas y mas que era ella. Aunque de espaldas, todo le indicaba que era esta la mujer a quien venía a conocer: sus cabellos rubios, su fino talle, la calidad y color de sus prendas y el porte con que las llevaba. Ya cerca de ella, el corazón latiendo desordenadamente y el pulso acelerado, tomó precauciones para que no lo oyera acercarse y decidió que el factor sorpresa jugara a su favor, mientras con voz calmada pero cálida se refirió a ella: - Yulianna Fiódorovna, he llegado, soy Philipp Ding!!! -
Una vez alojado en su hotel y después de una reparadora noche de descanso, se acordó que ese preciso día, a eso del mediodía la Señorita Yulianna Fiódorovna esperaría, en el puerto, por él a su arribo a Paris. Sólo un inconveniente empañaba su encuentro: dada la repentina decisión de cambiar el barco por el carruaje, Philipp no había tenido cabeza para avisarle a su anfitriona acerca del cambio de planes!
Ya de camino al puerto y luciendo uno de los notables trajes que había adquirido del “atelier du couture” de Yulianna, recordó como su relación comercial ahora los llevaría a conocerse personalmente, dada la gentil oferta de la diseñadora quien al conocer las intenciones de Phillip de pasar una temporada en Paris, le ofreció recibirlo en el Puerto.
Al llegar al puerto Philip se acercó a los muelles en los cuales atracaban los navíos que transportaban pasajeros. En ellos se confundían entre risas y lágrimas las gentes que llegaban y que partían con las que los esperaban y los despedían. Sabía bien a quien buscar, los rasgos físicos de Yulianna eran conocidos dado el grabado que sobresalía en todos los empaques en los cuales se entregaban sus creacionese; era una idea novedosísima para la época. Para él la oportunidad de contrastar la imaginación con la realidad fué suficiente aliciente para aceptar el encuentro en el puerto.
Estaba Philipp en estas meditaciones cuando su mirada se posó en un lejano personaje que apartado de la muchedumbre esperaba en soledad sentada en una banca. A medida que se acercaba se convencía mas y mas que era ella. Aunque de espaldas, todo le indicaba que era esta la mujer a quien venía a conocer: sus cabellos rubios, su fino talle, la calidad y color de sus prendas y el porte con que las llevaba. Ya cerca de ella, el corazón latiendo desordenadamente y el pulso acelerado, tomó precauciones para que no lo oyera acercarse y decidió que el factor sorpresa jugara a su favor, mientras con voz calmada pero cálida se refirió a ella: - Yulianna Fiódorovna, he llegado, soy Philipp Ding!!! -
Philipp Ding- Humano Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 14/05/2011
Edad : 42
Localización : Paname
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
¿Eres tú?
Yulianna continuaba esperando. No sabía si acertaría, si debería llamarlo. ¡Cómo saber exactamente quien sería! Si sólo sabía de sus rasgos físicos... pero eso daba igual. Continuaba esperando en el puerto, con la esperanza de que de ese barco llegase la gente de Sajonia. ¡Quería conocerle ya!, pues a parte de ser uno de sus mejores clientes, debía de ser una persona encantadora, o eso le habían dicho a ella, la verdad, numerosas amigas de la alta clase que lo habían conocido en fiestas. Estaban locas por él. Y ella se lo contaría a Philipp, como anécdota, cuando tuvieran más confianza.
De repente escuchó a una muchedumbre acercarse. Se apresuró a mirar a todo el mundo. Mujeres, hombres, niños, ancianos... ¿Y él?, ¿Y si la dejaba tirada? Pero no. Escuchó su nombre muy cerca de ella, ¡qué digo cerca! A su lado... Se volvió y entonces alzó la vista para ver al hombre cuyo traje reconoció al instante: se trataba del último pedido de Philipp. Al fin logró ver su rostro, aunque le incomodaba el sol de la mañana, lo que hizo que un ojo no pudiese más y se volviera lloroso, pero de todos modos se levantó. Con elegancia. Le miró. Sonrió de lado y entonces dijo lo que pensaba.
-Es cierto lo que me han contado de usted. -Aseguró. Y como dije antes, no le estrechó la mano, sino que le abrazó. A Yulianna le gustaba la cercanía, además ella era impulsiva, y él era mucho más guapo, elegante y con cualidades más positivas de las que se había imaginado. Era él. Al fin. A su lado. Con esa dulce voz. Con ese porte y esa sonrisa encantadoras, ¿cómo no volver locas a todas? Pero shh! Yulianna tuvo que recordar que no debía verlo como un hombre, pues era su cliente, y no debía incomodarle. Así pues, decidió soltarle. Carraspeó y se alejó casi un metro. Fue exagerado, pero era lo que había que hacer. Debía dejar de actuar así: Primero actúo, luego pienso... era su cliente, probablemente su amigo tras conocerse. Pero solo eso. Era Philipp Ding. Y al fin lo había conocido.
Yulianna continuaba esperando. No sabía si acertaría, si debería llamarlo. ¡Cómo saber exactamente quien sería! Si sólo sabía de sus rasgos físicos... pero eso daba igual. Continuaba esperando en el puerto, con la esperanza de que de ese barco llegase la gente de Sajonia. ¡Quería conocerle ya!, pues a parte de ser uno de sus mejores clientes, debía de ser una persona encantadora, o eso le habían dicho a ella, la verdad, numerosas amigas de la alta clase que lo habían conocido en fiestas. Estaban locas por él. Y ella se lo contaría a Philipp, como anécdota, cuando tuvieran más confianza.
De repente escuchó a una muchedumbre acercarse. Se apresuró a mirar a todo el mundo. Mujeres, hombres, niños, ancianos... ¿Y él?, ¿Y si la dejaba tirada? Pero no. Escuchó su nombre muy cerca de ella, ¡qué digo cerca! A su lado... Se volvió y entonces alzó la vista para ver al hombre cuyo traje reconoció al instante: se trataba del último pedido de Philipp. Al fin logró ver su rostro, aunque le incomodaba el sol de la mañana, lo que hizo que un ojo no pudiese más y se volviera lloroso, pero de todos modos se levantó. Con elegancia. Le miró. Sonrió de lado y entonces dijo lo que pensaba.
-Es cierto lo que me han contado de usted. -Aseguró. Y como dije antes, no le estrechó la mano, sino que le abrazó. A Yulianna le gustaba la cercanía, además ella era impulsiva, y él era mucho más guapo, elegante y con cualidades más positivas de las que se había imaginado. Era él. Al fin. A su lado. Con esa dulce voz. Con ese porte y esa sonrisa encantadoras, ¿cómo no volver locas a todas? Pero shh! Yulianna tuvo que recordar que no debía verlo como un hombre, pues era su cliente, y no debía incomodarle. Así pues, decidió soltarle. Carraspeó y se alejó casi un metro. Fue exagerado, pero era lo que había que hacer. Debía dejar de actuar así: Primero actúo, luego pienso... era su cliente, probablemente su amigo tras conocerse. Pero solo eso. Era Philipp Ding. Y al fin lo había conocido.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
No pudo dejar de sentir un escalofrío de ansiedad al acabar su frase y esperar la reacción de Yulianna. Al oír su presentación ella se dió vuelta, sus ojos encandelillados por el efecto del sol, brillaron de manera casi dolorosa antes de mirarlo; fue entonces cuando pudo empezar a comprobar que si el grabado de los empaques en los cuales recibía sus trajes había despertado su imaginación, la mujer inspiradora de tal imagen difícilmente podría ser plasmada en obra alguna por un artista.
Cuando Yulianna se levantó de la banca Philipp notó como un simple movimiento como ése se convertía en un derroche de gracia y elegancia, ese tipo de movimientos que no se aprenden ni se adquieren, simplemente se poseen.
Por primera ella le regaló una tímida sonrisa a la cual espontáneamente él contesto con otra. Philipp pensaba en ese preciso momento acerca de que palabras seguirían ya que momentos como éste en los cuales empezamos a acercarnos a alguien requieren de mucho tacto, para que el interés que se siente por la otra persona no llegue a ser interpretado como descarada intromisión.
Inesperadamente, al menos para él, Yulianna dejo caer una extraña aseveración y a continuación lo rodeó con sus delicados y expresivos brazos. Una sensación ambivalente se apoderó de él, la cordura lo invitaba a corresponder respetuosamente a ese abrazo de bienvenida proveniente de tan talentosa diseñadora que amablemente se ofrecía a ayudarlo a su llegada a París; de otra parte la naciente admiración por tan bella dama lo incitaba a responder más que afectuosamente el abrazo para dejarle saber que la relación comercial se empezaba a agotar debido al hecho de haberla podido conocer personalmente.
No bien él se hubo decidido acerca de cómo responder al abrazo de Yulianna y aprestándose para ello, la bella dama lo soltó y se alejó un poco, situación que Philipp aprovechó para, de la forma más natural, como si no hubiera aún pasado nada, expresarle a Yulianna su agradecimiento por la deferencia de recogerlo en el puerto: - Jamás imaginé que mis gustos en lo que a indumentaria hacen referencia me llevaran a conocer a una dama tan elegante y hermosa - dijo pausadamente y haciendo énfasis en los adjetivos. Y el cumplido sonó tan “perfecto” que Philipp comprobó una vez más algo que para él se había convertido en principio: los cumplidos sólo se dan cuando son ciertos!!!
Philipp Ding- Humano Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 14/05/2011
Edad : 42
Localización : Paname
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
El gusto es tan solo mio.
Ella, a casi un metro de él le miraba de manera cauta, cuidadosa, con una ceja al alza. Sus ojos eran azules, vivos, naturales, expresivos. A través de ellos podía ver muchas cosas: dulzura, carisma, hazañas, bondad.... todo recogido en una bella mirada, sobre un rostro de tez pálida, de rasgos bien definidos, de labios gruesos, deseosos de pasión, de un amor.
Él, sin más dilación, le expresó su agradecimiento. Ella sonrió. Continuó observándolo, sin poder evitarlo. ¿Era él? Sí, era Philipp Ding. -No hay nada que agradecer-Aseguró y comenzó a caminar, esperando que le siguiese. -En el muelle pudo observar a mucha gente. En aquel barco había llegado mucha gente, pero él no.. ¿o si? Imposible, puesto que no lo había visto salir de el.
-Philipp, ¿Cuál ha sido su transporte? -Preguntó de manera curiosa.
Mientras tanto, mientras esperaba, mientras le miraba de vez en cuando pensaba en cómo sería él. Sólo sabía que todo lo desconocía. Conocía su nombre, cierto era, pero no su origen, de su familia, de su vida... nada... ¿Lograría conocerlo? Y... ¿Por qué le resultaba tan apasionante la idea de saber de él?
Agitó su cabeza levemente, intentando sacar de ella esos pensamientos. Yulianna cada día se acercaba más a la locura. Debía dejar de conocer a hombres como ese, que llegaban a volverla loca... pero ¡por Dios! Si acababa de verlo y ya pensaba en él.
Caminó más rápido para que el aire la ayudase a aclararse. Necesitaba beber algo, o dejar de verlo, pero aún olía su perfume, y eso la hacía mirarlo de nuevo. Pero pronto se volvía hacia delante, continuaba su camino, no daba marcha atrás, y se paró en seco.
-¿A dónde desea ir? -Dijo un poco sofocada, pero sobretodo acongojada.
Ella, a casi un metro de él le miraba de manera cauta, cuidadosa, con una ceja al alza. Sus ojos eran azules, vivos, naturales, expresivos. A través de ellos podía ver muchas cosas: dulzura, carisma, hazañas, bondad.... todo recogido en una bella mirada, sobre un rostro de tez pálida, de rasgos bien definidos, de labios gruesos, deseosos de pasión, de un amor.
Él, sin más dilación, le expresó su agradecimiento. Ella sonrió. Continuó observándolo, sin poder evitarlo. ¿Era él? Sí, era Philipp Ding. -No hay nada que agradecer-Aseguró y comenzó a caminar, esperando que le siguiese. -En el muelle pudo observar a mucha gente. En aquel barco había llegado mucha gente, pero él no.. ¿o si? Imposible, puesto que no lo había visto salir de el.
-Philipp, ¿Cuál ha sido su transporte? -Preguntó de manera curiosa.
Mientras tanto, mientras esperaba, mientras le miraba de vez en cuando pensaba en cómo sería él. Sólo sabía que todo lo desconocía. Conocía su nombre, cierto era, pero no su origen, de su familia, de su vida... nada... ¿Lograría conocerlo? Y... ¿Por qué le resultaba tan apasionante la idea de saber de él?
Agitó su cabeza levemente, intentando sacar de ella esos pensamientos. Yulianna cada día se acercaba más a la locura. Debía dejar de conocer a hombres como ese, que llegaban a volverla loca... pero ¡por Dios! Si acababa de verlo y ya pensaba en él.
Caminó más rápido para que el aire la ayudase a aclararse. Necesitaba beber algo, o dejar de verlo, pero aún olía su perfume, y eso la hacía mirarlo de nuevo. Pero pronto se volvía hacia delante, continuaba su camino, no daba marcha atrás, y se paró en seco.
-¿A dónde desea ir? -Dijo un poco sofocada, pero sobretodo acongojada.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Aprovechándose del hecho que la llegada de nuevos navíos al puerto había acrecentado la cantidad de gentes a su alrededor Philipp se acercó un poco más a Yulianna para crear un ambiente más cercano y no tener que alzar la voz para contrarrestar el barullo producido por la emoción de las muchedumbre al saludar o despedir a sus allegados.
Cuando ella empezó a caminar el se situó a su lado y se mantuvo lo suficientemente cerca para no interrumpir el disfrute de su cercanía, su aliento, su aroma, y en cierta medida la sensación de turbación que adivinaba en ella. - Ahora apreciada anfitriona quiero disculparme por el hecho de no haberle avisado cambios repentinos en mi desplazamiento desde Sajonia. Decidí que para darle un sacudón a mi inspiración artística sería más adecuado usar medios terrestres. Por qué no te avisé? : creí que si llegaba con antelación podría aún cumplir nuestra cita en este puerto. Por eso creo que si tengo razón de estar agradecido contigo, por la comprensión de la que he gozado por parte tuya, hasta ahora, ya que he podido haberte causado algún tipo de desazón cuando no veías que de los barcos procedentes de Sajonia no llegara la persona a la cual esperabas -.
Ante estas palabras notó que el paso de su anfitriona se aceleraba, luego hacía un alto y formulaba una pregunta que él respondió con indecisión producto del agradecimiento y la vergüenza: - no quisiera responder a tu pregunta con otra pregunta pero me encuentro en un dilema que afecta mi comportamiento hacia ti y que dependiendo de tu respuesta determinará, creo, el resto de nuestro primer encuentro: tu gentil ofrecimiento de recibirme a mi llegada y de ser mi anfitriona se debe al hecho de que soy uno de los apreciadores y seguidores de tu talento profesional o a que …? -En ese momento Philipp cayó en cuenta que había convertido sus dudas en un asunto mutuo y que casi comete la torpeza de develar su ansiedad para que a su relación comercial se añadiera la de una posible amistad.
Cuando ella empezó a caminar el se situó a su lado y se mantuvo lo suficientemente cerca para no interrumpir el disfrute de su cercanía, su aliento, su aroma, y en cierta medida la sensación de turbación que adivinaba en ella. - Ahora apreciada anfitriona quiero disculparme por el hecho de no haberle avisado cambios repentinos en mi desplazamiento desde Sajonia. Decidí que para darle un sacudón a mi inspiración artística sería más adecuado usar medios terrestres. Por qué no te avisé? : creí que si llegaba con antelación podría aún cumplir nuestra cita en este puerto. Por eso creo que si tengo razón de estar agradecido contigo, por la comprensión de la que he gozado por parte tuya, hasta ahora, ya que he podido haberte causado algún tipo de desazón cuando no veías que de los barcos procedentes de Sajonia no llegara la persona a la cual esperabas -.
Ante estas palabras notó que el paso de su anfitriona se aceleraba, luego hacía un alto y formulaba una pregunta que él respondió con indecisión producto del agradecimiento y la vergüenza: - no quisiera responder a tu pregunta con otra pregunta pero me encuentro en un dilema que afecta mi comportamiento hacia ti y que dependiendo de tu respuesta determinará, creo, el resto de nuestro primer encuentro: tu gentil ofrecimiento de recibirme a mi llegada y de ser mi anfitriona se debe al hecho de que soy uno de los apreciadores y seguidores de tu talento profesional o a que …? -En ese momento Philipp cayó en cuenta que había convertido sus dudas en un asunto mutuo y que casi comete la torpeza de develar su ansiedad para que a su relación comercial se añadiera la de una posible amistad.
Philipp Ding- Humano Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 14/05/2011
Edad : 42
Localización : Paname
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Sonrió abiertamente cuando él se explicó. -Querido no importa... solo estaría molesta si no hubieras llegado... pero estás aquí, ¿no?-Le miró y luego continuó su camino. -Eso es suficiente. -Yulianna estaba encantada de haberlo conocido, y eso debía notarse. Él era una persona agradable, que estaba perfectamente educado, y eso se veía en su manera de hablar, de dirigirse a ella con tanta humildad, una pizca de verguenza, pero sobretodo elegancia. Pues así era él: totalmente elegante. -¿Su inspiración artística? -No pudo evitar preguntar. -Espero que el trayecto haya sido de su agrado.
Continuó su camino, pero se paró en un punto, cuando él habló de nuevo. -Mi interés hacia usted era puramente profesional, por ser como era, pero ahora estaría encantada de poder contarle como mi nueva amistad... si usted lo ve correcto. -Ofreció ella con una delicada sonrisa, ahora sí, tomando su brazo con más confianza. Quería saber más de él, y por ello lo llevaría a un lugar más tranquilo. Irían a un parque estupendo a pocas manzanas del puerto. Estarían solos y podrían hablar con más tranquilidad. -Voy a llevarle a un lugar especial. -Concluyó ella, que caminaba aún con paso firme, observando su melena rubia que de vez en cuando ofrecía algún movimiento debido al viento. Philipp era un hombre muy atractivo.
Al cabo de unos minutos llegaron al lugar que ella deseaba ir, en esa ocasión, acompañada de él.
El lugar era amplio, pero estaba escondido por unos pinos que la muchedumbre decoraba en Navidad, en esas fiestas que todos disfrutaban junto a sus seres queridos, todos menos ella. Yulia no tenía a nadie, pero no era el momento de entristecerse.
Agarró con la mano libre el vestido para no ensuciarlo, y se adentró en esa zona cubierta de césped verde y margaritas.
-Es hermoso...¿verdad? -dijo y entonces encontró la llanura que buscaba, cerca de una charca que contenía diversas charcas. Se quitó su fulard y lo colocó en el suelo. Allí podrían sentarse y disfrutar de unos buenos instantes, juntos por primera vez.
Continuó su camino, pero se paró en un punto, cuando él habló de nuevo. -Mi interés hacia usted era puramente profesional, por ser como era, pero ahora estaría encantada de poder contarle como mi nueva amistad... si usted lo ve correcto. -Ofreció ella con una delicada sonrisa, ahora sí, tomando su brazo con más confianza. Quería saber más de él, y por ello lo llevaría a un lugar más tranquilo. Irían a un parque estupendo a pocas manzanas del puerto. Estarían solos y podrían hablar con más tranquilidad. -Voy a llevarle a un lugar especial. -Concluyó ella, que caminaba aún con paso firme, observando su melena rubia que de vez en cuando ofrecía algún movimiento debido al viento. Philipp era un hombre muy atractivo.
Al cabo de unos minutos llegaron al lugar que ella deseaba ir, en esa ocasión, acompañada de él.
El lugar era amplio, pero estaba escondido por unos pinos que la muchedumbre decoraba en Navidad, en esas fiestas que todos disfrutaban junto a sus seres queridos, todos menos ella. Yulia no tenía a nadie, pero no era el momento de entristecerse.
Agarró con la mano libre el vestido para no ensuciarlo, y se adentró en esa zona cubierta de césped verde y margaritas.
-Es hermoso...¿verdad? -dijo y entonces encontró la llanura que buscaba, cerca de una charca que contenía diversas charcas. Se quitó su fulard y lo colocó en el suelo. Allí podrían sentarse y disfrutar de unos buenos instantes, juntos por primera vez.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Se sintió aliviado cuando las palabras de su hermosa anfitriona le confirmaron algo que era para él también empezaba a ser evidente. Lo importante en ése momento era que estuvieran juntos y que el clima de confianza que habían logrado crear, posiblemente por la percepción que cada uno tenía del otro, no se alterara. Eso lo llenó de un sentimiento de bienestar, casi infantil, que no pudo recordar desde cuando no sentía.
Las siguientes palabras de Yulianna no hicieron más que aumentar su sentimiento, ella también, ahora que se conocían, empezaba a inclinarse por no limitar su relación al diseño, confección y comercio de unos vestidos por hermosos y originales que estos fueran. Al oír que la joven dejaba a su opinión la corrección de ser considerado como su nueva amistad y que lo tomaba de gancho para continuar caminando y llevarlo a un lugar considerado para ella especial, decidió relajarse un poco y con menos aprehensión de por medio disfrutar aún mas de tan deliciosa compañía.
Mientras caminaban pudo ver cómo, casi invariablemente, eran presa de la vista de los transeúntes con los que se cruzaban. Inicialmente creyó que se debía a su condición de extranjero pero cayó en cuenta que sin oír una palabra suya ellos no podrían notar su marcado acento sajón, y que si era por su indumentaria, pues iba ataviado con uno de los mejores ejemplos de moda “avant garde” parisina. No, definitivamente había algo, de ellos como pareja, que llamaba la atención. Concluyó entonces que la real razón era la impactante belleza de su acompañante y eso lo lleno de una varonil sensación que no pudo calificar… pero que estaba disfrutando y se sentía bien… muy bien!
Cuando ella recogió su falda el apretó un poquito el gancho en el que se hallaban sus brazos esperando que ella sintiera que estaba pendiente de cuidarla para que no perdiera el equilibrio debido a la naturaleza del terreno en el cual se estaban adentrando. Una vez llegaron al paraje escogido no pudo más que corroborarle lo plácido y adecuado que encontraba este lugar: - sabes Yulianna?, no pudiste haber escogido mejor lugar, siempre he creído que la naturaleza ayuda al encuentro de las personas con espíritus sensibles - .
Cuando ella extendió su foulard en el piso, el interpretó este gesto como el proveniente de un ser humano dotado de una extraordinaria generosidad, y por qué no? también como un indicio de interés hacia él. Entonces soltó su brazo, se inclinó y acomodó la fina y costosa prenda para que cupieran ambos, le ofreció su mano para que ella la sujetara al tomar asiento en el suelo.
Una vez sentados se despojó de su sombrero y mientras miraba y se quitaba lentamente los guantes Philipp no pudo evitar hacer algo que a veces le salía bien y otras le arruinaba el más hermoso de los momentos… gastarse una bromita!. Con tono trascendental y aprovechando que el silencio tan sólo era interrumpido por los trinos de los pájaros que se escondían en los árboles aledaños expresó: - Srta. Fiodorovna, hay una de sus preguntas que aún no he contestado y que debería, dado el rumbo que va tomando este encuentro, responder cuanto antes. De mi parte y en relación con qué tan correcta vería yo nuestra amistad mi opinión es que hay algo que yo vería totalmente incorrecto… - y dejando la frase sin concluir levantó de manera pícara su mirada, hasta ese momento tan concentrada en sus guantes, para observar la expresión que sus palabras estaban provocando en el agraciado rostro de su acompañante.
Las siguientes palabras de Yulianna no hicieron más que aumentar su sentimiento, ella también, ahora que se conocían, empezaba a inclinarse por no limitar su relación al diseño, confección y comercio de unos vestidos por hermosos y originales que estos fueran. Al oír que la joven dejaba a su opinión la corrección de ser considerado como su nueva amistad y que lo tomaba de gancho para continuar caminando y llevarlo a un lugar considerado para ella especial, decidió relajarse un poco y con menos aprehensión de por medio disfrutar aún mas de tan deliciosa compañía.
Mientras caminaban pudo ver cómo, casi invariablemente, eran presa de la vista de los transeúntes con los que se cruzaban. Inicialmente creyó que se debía a su condición de extranjero pero cayó en cuenta que sin oír una palabra suya ellos no podrían notar su marcado acento sajón, y que si era por su indumentaria, pues iba ataviado con uno de los mejores ejemplos de moda “avant garde” parisina. No, definitivamente había algo, de ellos como pareja, que llamaba la atención. Concluyó entonces que la real razón era la impactante belleza de su acompañante y eso lo lleno de una varonil sensación que no pudo calificar… pero que estaba disfrutando y se sentía bien… muy bien!
Cuando ella recogió su falda el apretó un poquito el gancho en el que se hallaban sus brazos esperando que ella sintiera que estaba pendiente de cuidarla para que no perdiera el equilibrio debido a la naturaleza del terreno en el cual se estaban adentrando. Una vez llegaron al paraje escogido no pudo más que corroborarle lo plácido y adecuado que encontraba este lugar: - sabes Yulianna?, no pudiste haber escogido mejor lugar, siempre he creído que la naturaleza ayuda al encuentro de las personas con espíritus sensibles - .
Cuando ella extendió su foulard en el piso, el interpretó este gesto como el proveniente de un ser humano dotado de una extraordinaria generosidad, y por qué no? también como un indicio de interés hacia él. Entonces soltó su brazo, se inclinó y acomodó la fina y costosa prenda para que cupieran ambos, le ofreció su mano para que ella la sujetara al tomar asiento en el suelo.
Una vez sentados se despojó de su sombrero y mientras miraba y se quitaba lentamente los guantes Philipp no pudo evitar hacer algo que a veces le salía bien y otras le arruinaba el más hermoso de los momentos… gastarse una bromita!. Con tono trascendental y aprovechando que el silencio tan sólo era interrumpido por los trinos de los pájaros que se escondían en los árboles aledaños expresó: - Srta. Fiodorovna, hay una de sus preguntas que aún no he contestado y que debería, dado el rumbo que va tomando este encuentro, responder cuanto antes. De mi parte y en relación con qué tan correcta vería yo nuestra amistad mi opinión es que hay algo que yo vería totalmente incorrecto… - y dejando la frase sin concluir levantó de manera pícara su mirada, hasta ese momento tan concentrada en sus guantes, para observar la expresión que sus palabras estaban provocando en el agraciado rostro de su acompañante.
Philipp Ding- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Mar de dudas.
Yulianna sonreía solo de ver el hermoso rostro de su acompañante. Es que nunca había sentido por el aspecto físico de una persona la atracción que sentía por él. Era un vínculo que se acrecentaba por su manera de hablar, y sobretodo de tratarla.
Mientras caminaban Yulia podía notar la presencia de muchas miradas. ¿Por qué sería? No podía ser que reconociesen a Phillipp como extranjero, pues llevaba un perfecto traje diseñado por la propia Yulianna que era realmente echo al estilo Francés. Pero en fin... eran transeúntes.
Al cabo de unos minutos, cuando acababan de pasar por ese lugar calló en la cuenta de que esas miradas lascivas sólo se fijaban en ella. Y su cara no pudo ser más que de asco. Tan fue, que tuvo que agarrar la mano de Phillipp, un poco asustada.
Cuando llegaron, el la ayudó, algo que la reconfortó, pues de nuevo se había mostrado caballeroso con ella, sin pedir nada a cambio. Y también le ayudó a colocar el fulard sobre el suelo. Y ella le siguió, sin poder dejar de mirarlo, aunque de manera disimulada.
Tomó la mano que él le ofreció y se sentó junto a él. Cerca de él. Sintiendo su perfume, se atrevería a decir que de una conocida marca bastante cara.
-Me alegro de que le guste tanto el lugar... A mi me transmite mucho -Miró fijamente los ojos y le mostró una delicada y coqueta sonrisa. -Es un sitio tranquilo, donde vengo a pensar, a relajarme de lo difícil que es la vida... a preocuparme por mi, sólo por mi... pero hoy lo quise compartir con usted. -Y sin poder evitarlo se acurruca en su pecho, pero tan solo por un instante. Luego se da cuenta de dónde se encuentra. Sobre su corazón que late con fuerza. Y se separa lentamente. "Otra vez te has dejado llevar por un impulso". Y lo peor vino después, cuando palabras empezaron a salir sucesivamente de esos gruesos y sensuales labios. "¿No quería ser su amigo?". Eso la pilló totalmente por sorpresa. Alzó una ceja y se separó de su cuerpo. Definitivamente lo había desilusionado el hecho de acercarse tanto a él. Quizás eso significaba ser una mujer "ligera de cascos", en su país. Y la preocupaba. Se quedó mirándolo con cara de tristeza y se derrumbó la posibilidad de pasar una maravillosa tarde con él, pero aún así, por cortesía permaneció a su lado. Firme, centrada en su mirada, esperando su respuesta. ¿Qué vería incorrecto?, La cercanía que este le ofrecía? Estaba en un mar de dudas.
Yulianna sonreía solo de ver el hermoso rostro de su acompañante. Es que nunca había sentido por el aspecto físico de una persona la atracción que sentía por él. Era un vínculo que se acrecentaba por su manera de hablar, y sobretodo de tratarla.
Mientras caminaban Yulia podía notar la presencia de muchas miradas. ¿Por qué sería? No podía ser que reconociesen a Phillipp como extranjero, pues llevaba un perfecto traje diseñado por la propia Yulianna que era realmente echo al estilo Francés. Pero en fin... eran transeúntes.
Al cabo de unos minutos, cuando acababan de pasar por ese lugar calló en la cuenta de que esas miradas lascivas sólo se fijaban en ella. Y su cara no pudo ser más que de asco. Tan fue, que tuvo que agarrar la mano de Phillipp, un poco asustada.
Cuando llegaron, el la ayudó, algo que la reconfortó, pues de nuevo se había mostrado caballeroso con ella, sin pedir nada a cambio. Y también le ayudó a colocar el fulard sobre el suelo. Y ella le siguió, sin poder dejar de mirarlo, aunque de manera disimulada.
Tomó la mano que él le ofreció y se sentó junto a él. Cerca de él. Sintiendo su perfume, se atrevería a decir que de una conocida marca bastante cara.
-Me alegro de que le guste tanto el lugar... A mi me transmite mucho -Miró fijamente los ojos y le mostró una delicada y coqueta sonrisa. -Es un sitio tranquilo, donde vengo a pensar, a relajarme de lo difícil que es la vida... a preocuparme por mi, sólo por mi... pero hoy lo quise compartir con usted. -Y sin poder evitarlo se acurruca en su pecho, pero tan solo por un instante. Luego se da cuenta de dónde se encuentra. Sobre su corazón que late con fuerza. Y se separa lentamente. "Otra vez te has dejado llevar por un impulso". Y lo peor vino después, cuando palabras empezaron a salir sucesivamente de esos gruesos y sensuales labios. "¿No quería ser su amigo?". Eso la pilló totalmente por sorpresa. Alzó una ceja y se separó de su cuerpo. Definitivamente lo había desilusionado el hecho de acercarse tanto a él. Quizás eso significaba ser una mujer "ligera de cascos", en su país. Y la preocupaba. Se quedó mirándolo con cara de tristeza y se derrumbó la posibilidad de pasar una maravillosa tarde con él, pero aún así, por cortesía permaneció a su lado. Firme, centrada en su mirada, esperando su respuesta. ¿Qué vería incorrecto?, La cercanía que este le ofrecía? Estaba en un mar de dudas.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Si los humanos pusiéramos más atención a los cambios de ritmo de nuestro corazón… cuantos sinsabores nos ahorraríamos. Ése era ahora el pensamiento de Philipp. En cuestión de segundos el suyo había pasado de un alegre y rítmico galopar como respuesta a la cercanía de Yulianna cuando se acurrucó en su pecho, a un galopar desordenado y agitado cuando ella repentinamente se alejó. Sería que había alcanzado a escuchar su frenético luv-dum?.
Luego, sintió una desaceleración de su ritmo cardíaco al tiempo que tozudamente jugaba su bromita que tuvo efectos desastrosos!, no solo en ella sino en él mismo: sintió que su corazón casi se paraba en seco!!!. Fue notorio el cambio en las emociones de Yulianna reflejado no solo en su alejamiento sino en la triste expresión de su rostro. Sintió como se prendieron las alarmas: se requerían acciones de rescate y de castigo!!!.
Para rescatar el momento tan hermoso que estaban construyendo – y que él tontamente estaba por arruinar - se apresuró a completar la frase que hasta ahora tan solo amenazaba con naufragio. Se necesitaba un gesto teatral que desviara la atención y tristeza de la dama que tenía al lado. Tomando en una mano sus guantes, que interponiéndose entre ellos descansaban en el foulard, los empezó a elevar tratando de captar la atención de Yulianna, cuando su brazo se extendió completamente en dirección al cielo soltó primero uno y luego el otro para ubicarlos donde no estorbaran y de la manera más ceremoniosa expesó: - Continuando con mi respuesta, tan hermosamente interrumpida por su breve cercanía, le ratifico, Srta. Fiodorovna, que ahora que sé y disfruto de su compañía, que siento un inexplicable interés por saber de su pasado y que me alegro de ser una minúscula parte de su presente, vería totalmente in-co-rre-to que mi estancia en Paris no girara en torno a su presencia -.
Hizo una pausa y aprovechando que ahora sus guantes no se interponían entre los dos fue él quien se acercó a ella, a la distancia justa para recuperar la intimidad sin perturbar la tranquilidad de la joven, para continuar: - Ahora que he aclarado lo que encuentro incorrecto, tengo que decirle que algunas de sus palabras me causan preocupación. ¿Qué podría hacer la vida difícil a mujer tan preciosa y exitosa como la que tengo a mi lado?
Mientras esperaba la respuesta de Yulianna dejó, por un momento, divagar su pensamiento en la clase de castigo que algún día tendría que propinarle al impenitente bromista, que justo tomaba las ocasiones más delicadas como pista de circo, especialmente con personas sobre las cuales tales payasadas podrían tener un efecto devastador!
Luego, sintió una desaceleración de su ritmo cardíaco al tiempo que tozudamente jugaba su bromita que tuvo efectos desastrosos!, no solo en ella sino en él mismo: sintió que su corazón casi se paraba en seco!!!. Fue notorio el cambio en las emociones de Yulianna reflejado no solo en su alejamiento sino en la triste expresión de su rostro. Sintió como se prendieron las alarmas: se requerían acciones de rescate y de castigo!!!.
Para rescatar el momento tan hermoso que estaban construyendo – y que él tontamente estaba por arruinar - se apresuró a completar la frase que hasta ahora tan solo amenazaba con naufragio. Se necesitaba un gesto teatral que desviara la atención y tristeza de la dama que tenía al lado. Tomando en una mano sus guantes, que interponiéndose entre ellos descansaban en el foulard, los empezó a elevar tratando de captar la atención de Yulianna, cuando su brazo se extendió completamente en dirección al cielo soltó primero uno y luego el otro para ubicarlos donde no estorbaran y de la manera más ceremoniosa expesó: - Continuando con mi respuesta, tan hermosamente interrumpida por su breve cercanía, le ratifico, Srta. Fiodorovna, que ahora que sé y disfruto de su compañía, que siento un inexplicable interés por saber de su pasado y que me alegro de ser una minúscula parte de su presente, vería totalmente in-co-rre-to que mi estancia en Paris no girara en torno a su presencia -.
Hizo una pausa y aprovechando que ahora sus guantes no se interponían entre los dos fue él quien se acercó a ella, a la distancia justa para recuperar la intimidad sin perturbar la tranquilidad de la joven, para continuar: - Ahora que he aclarado lo que encuentro incorrecto, tengo que decirle que algunas de sus palabras me causan preocupación. ¿Qué podría hacer la vida difícil a mujer tan preciosa y exitosa como la que tengo a mi lado?
Mientras esperaba la respuesta de Yulianna dejó, por un momento, divagar su pensamiento en la clase de castigo que algún día tendría que propinarle al impenitente bromista, que justo tomaba las ocasiones más delicadas como pista de circo, especialmente con personas sobre las cuales tales payasadas podrían tener un efecto devastador!
Philipp Ding- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Yulianna continuaba con un semblante serio, pues quizás se había echo demasiadas ilusiones con tan solo unos minutos a su lado, pero realmente ese hombre la había dejado embelesada. Por su belleza, por su forma de hablar, por sus modales... era todo él lo que a ella le aceleraba el ritmo de sus pulsaciones, y justo cuando pensó que el corazón se le pararía, éste le dio un vuelco. No pudo más que reír.
-Me encantaría que su instancia el París girase en torno a nosotros, no a mi mera presencia, pues algo tan simple no merece toda su atención. -Dijo con humildad, algo que siempre la había caracterizado, quizás, por los duros golpes de la vida.
Entonces él se acercó y las pulsaciones de Yulianna se aceleraron, pero no había roce entre ellos, y eso era bueno, puesto que así no se daría cuenta de lo nerviosa que la ponía.
Alzó una ceja y contestó. -Mi vida... Phillipp, mi vida ha sido muy difícil. -Comenzó. ¿Por qué le transmitía ese hombre tanta confianza? -Yo era de Rusia, eso suponfo que ya lo sabrá, y tuve que exiliarme a París, y ahora es mi ciudad natal. Pues bien... hace unos ocho años, durante la guerra que hubo en mi país, resultó que mi padre, un hombre de clasa alta, general en el ejército, y de gran fama, tenía a personas en su contra. Y eso se debía a las sublevaciones. -Tragó saliva y con un dolor en el pecho por el echo de recordar prosiguió. -Simplemente lo asesinaron en mi casa. Y me tuve que hacer cargo de mi madre, de mi hermana pequeña e incluso de mi anciana niñera. Y por suerte pude rehacer mi vida. Aquí. Y ahora he cambiado... no soy la misma persona. Aunque me duela aceptarlo... -Y se calló pues el dolor pudo con ella, hasta tan punto que sus ojos parecían de cristal. Yulianna iba a llorar.
Agachó la cabeza por unos segundos, sintiendo su cercanía, pues Phillipp se había acercado a ella, haciendo la situación más íntima. Pero era difícil de coprender la situación que Yulianna sufría, pues sólo le quedaba su hermana y... nunca la veía. Estaba pero como si no... y era muy difícil para Yuli despertar cada mañana sola. Sin nadie. Y eso era lo que la mataba: La soledad.
-Me encantaría que su instancia el París girase en torno a nosotros, no a mi mera presencia, pues algo tan simple no merece toda su atención. -Dijo con humildad, algo que siempre la había caracterizado, quizás, por los duros golpes de la vida.
Entonces él se acercó y las pulsaciones de Yulianna se aceleraron, pero no había roce entre ellos, y eso era bueno, puesto que así no se daría cuenta de lo nerviosa que la ponía.
Alzó una ceja y contestó. -Mi vida... Phillipp, mi vida ha sido muy difícil. -Comenzó. ¿Por qué le transmitía ese hombre tanta confianza? -Yo era de Rusia, eso suponfo que ya lo sabrá, y tuve que exiliarme a París, y ahora es mi ciudad natal. Pues bien... hace unos ocho años, durante la guerra que hubo en mi país, resultó que mi padre, un hombre de clasa alta, general en el ejército, y de gran fama, tenía a personas en su contra. Y eso se debía a las sublevaciones. -Tragó saliva y con un dolor en el pecho por el echo de recordar prosiguió. -Simplemente lo asesinaron en mi casa. Y me tuve que hacer cargo de mi madre, de mi hermana pequeña e incluso de mi anciana niñera. Y por suerte pude rehacer mi vida. Aquí. Y ahora he cambiado... no soy la misma persona. Aunque me duela aceptarlo... -Y se calló pues el dolor pudo con ella, hasta tan punto que sus ojos parecían de cristal. Yulianna iba a llorar.
Agachó la cabeza por unos segundos, sintiendo su cercanía, pues Phillipp se había acercado a ella, haciendo la situación más íntima. Pero era difícil de coprender la situación que Yulianna sufría, pues sólo le quedaba su hermana y... nunca la veía. Estaba pero como si no... y era muy difícil para Yuli despertar cada mañana sola. Sin nadie. Y eso era lo que la mataba: La soledad.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Oía atentamente sus palaras tratando de hallar pistas que le ayudaran a entender mejor a ese ser a la vez tan delicado y fuerte. La brevedad mezclada con intensidad que encontraba en lo que ella le estaba refiriendo no le permitían aclarar nada aún. Quien podría adivinar que aquella exquisita joven había, en su corta existencia, soportado una guerra, un asesinato (el de su padre, por Dios!) y ahora como responsable de su familia vivía como extranjera exiliada en Paris.
A sus 29 años y llevando a cuestas sus propias penas, para las cuales ni siquiera había intentado hallar un confidente, Philipp era ya un maestro en el arte de escuchar!. Pensó entonces que eso era lo que podría afianzar esta naciente relación en ese preciso momento, intentaría convertirse en un digno receptor de sus palabras las cuales encontraba, haciendo una comparación con las obras literarias, como apenas los títulos de capítulos por desarrollar que sin duda presentía llenos de misterios y plenos de sentimientos.
Su pensamiento se alejó un poco de ella para concentrarse en él mismo y darse cuenta que todo el trasfondo de su vida estaba ligado a lo que él consideraba su papel en la tierra: estar al servicio de las letras. Pero el silencio y el brillo de los ojos de Yulianna, acrecentados por las lagrimas al punto de desbordarse, lo hicieron volver a la realidad. Trataría frenar un poco su tristeza para que empezara a narrar esos capítulos que él ansiaba escuchar. – A decir verdad, la suponía extranjera tanto por su nombre como por su acento, el cual, si me permite decirlo, encuentro encantador -.
A continuación, sin dejar de mirarla, con una mano sacó de uno de sus bolsillos un pañuelo de seda blanca que dobló y depositó en la mano de ella la cual ahora sostenía delicadamente en su otra mano. Con suave presión cerro la mano de ella en torno al pañuelo y dijo: - Si siente ganas de llorar puede hacerlo sin temor. Ya me ha dado un hermoso regalo contándome hechos tan trascendentales de su vida, que me mueven a responder a su generosidad no solo respetando su dolor sino ofreciéndome para que, si le sirve de desahogo, encuentre en mí ese “paño de lágrimas” que sospecho tanto necesita -.
Ahora de manera delicada empezó a conducir con su mano la mano de su acompañante y el pañuelo hacía los casi llorosos ojos de la chica. Retiró su mano para permitir que ella misma tomara cuidado de sus lagrimas y habló de manera bastante casual y coloquial: - Como en este momento me siento responsable de sus bellos ojos quisiera no solo cuidarlos sino protegerlos de este sol de mediodía-.
Philip ya pensaba en dirigirse a algún lugar más resguardado que les permitiera intimar más en sus vidas y protegerse del entorno. Él único inconveniente era que él aún no conocía ningún lugar de ese tipo en París.
A sus 29 años y llevando a cuestas sus propias penas, para las cuales ni siquiera había intentado hallar un confidente, Philipp era ya un maestro en el arte de escuchar!. Pensó entonces que eso era lo que podría afianzar esta naciente relación en ese preciso momento, intentaría convertirse en un digno receptor de sus palabras las cuales encontraba, haciendo una comparación con las obras literarias, como apenas los títulos de capítulos por desarrollar que sin duda presentía llenos de misterios y plenos de sentimientos.
Su pensamiento se alejó un poco de ella para concentrarse en él mismo y darse cuenta que todo el trasfondo de su vida estaba ligado a lo que él consideraba su papel en la tierra: estar al servicio de las letras. Pero el silencio y el brillo de los ojos de Yulianna, acrecentados por las lagrimas al punto de desbordarse, lo hicieron volver a la realidad. Trataría frenar un poco su tristeza para que empezara a narrar esos capítulos que él ansiaba escuchar. – A decir verdad, la suponía extranjera tanto por su nombre como por su acento, el cual, si me permite decirlo, encuentro encantador -.
A continuación, sin dejar de mirarla, con una mano sacó de uno de sus bolsillos un pañuelo de seda blanca que dobló y depositó en la mano de ella la cual ahora sostenía delicadamente en su otra mano. Con suave presión cerro la mano de ella en torno al pañuelo y dijo: - Si siente ganas de llorar puede hacerlo sin temor. Ya me ha dado un hermoso regalo contándome hechos tan trascendentales de su vida, que me mueven a responder a su generosidad no solo respetando su dolor sino ofreciéndome para que, si le sirve de desahogo, encuentre en mí ese “paño de lágrimas” que sospecho tanto necesita -.
Ahora de manera delicada empezó a conducir con su mano la mano de su acompañante y el pañuelo hacía los casi llorosos ojos de la chica. Retiró su mano para permitir que ella misma tomara cuidado de sus lagrimas y habló de manera bastante casual y coloquial: - Como en este momento me siento responsable de sus bellos ojos quisiera no solo cuidarlos sino protegerlos de este sol de mediodía-.
Philip ya pensaba en dirigirse a algún lugar más resguardado que les permitiera intimar más en sus vidas y protegerse del entorno. Él único inconveniente era que él aún no conocía ningún lugar de ese tipo en París.
Última edición por Philipp Ding el Lun Jun 06, 2011 10:19 pm, editado 1 vez
Philipp Ding- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Necesito libertad.
¿Por qué se había emocionado? Si ella jamás había llorado delante de nadie. Era algo superior a sus fuerzas, y mucho menos con este tema, pues siempre había sido fuerte. Desde el primer momento en el que vio a su padre en su propio despacho desecho, con el rostro desfigurado y el estómago cosido a balazos. En ese momento no lloró. Solo gritó. Y descargó su ira en esa habitación. Días después salió de su país, huyó de allí junto a lo poco que le quedaba, y en París... ¿pero por qué no contaba todo aquello a Phillipp?, ¿Para no aburrirle con su triste existencia? No lo sabía, pues nunca se había descargado con nadie, pero quizás la ayudaría, y descargó su dolor con él, aún sin llorar. Intentaría no hacerlo. Debía ser fuerte. Como siempre lo había sido.
Y esos fueron sus pensamientos, que duraron hasta que llegaron a un restaurante parisino muy elegante. Yuli pidió una mesa que le pareció adecuada, un poco alejada de la gente. Se sentó y pidió vino tinto. No dijo nada, hasta que ambos se sentaron y entonces no se aguantó más.
-Phillipp.... -Comenzó sin pedirle permiso para continuar con su historia -Lo enterramos en el jardín, como si fuese un perro, y mi madre estaba embarazada. Al día siguiente llegaron más soldados, y rebuscaron toda la casa. Eso provocó que mi madre se disgustase y el embarazo que por aquel entonces era de ocho meses continuó pero con problemas. Ella sangraba, yo no podía conseguir un médico, y nuestras dietas empeoraban pues las reservas de la casa comenzaban a escasear. -Le miró fijamente y continuó. -Yo... intenté ser fuerte por todos, así que cosí, pues eso me lo enseñó mi madre, y bordé cogines, donde escondí el dinero, las joyas, los visados... Y de ese modo pasaba desapercibida la riqueza allí contenida. Al cabo de los días, y ante la negativa de una madre patriótica, nos embarcamos rumbo a Francia, destino París. -Tragó saliva y suspiró. -Mi madre falleció por una infección, y dos años después mi Nianuskina. Eso quiere decir que mi hermano, que nació muerto, también lo perdí, así como a mi hermana, Masha, que ahora reside en París con un hombre que nunca le ha proporcionado buena vida. -Las lágrimas iban a florecer, pero ella apretó su mano con fuerza cuando éste se acercó y continuó. -Yo primero fui modelo, gané mucho dinero, y finalmente rehice mi vida, en el mundo de la moda, y además pude recibir mi dinero, es decir, mi herencia. Y ahora todo está... -Yulianna se derrumbó. Notaba la expresión acongojada de Phillipp, seguramente por su relato, pero no pudo más. Le abrazó con mucha fuerza y comenzó a llorar. Como nunca lo había echo. Eso era lo que necesitaba. Liberarse.
¿Por qué se había emocionado? Si ella jamás había llorado delante de nadie. Era algo superior a sus fuerzas, y mucho menos con este tema, pues siempre había sido fuerte. Desde el primer momento en el que vio a su padre en su propio despacho desecho, con el rostro desfigurado y el estómago cosido a balazos. En ese momento no lloró. Solo gritó. Y descargó su ira en esa habitación. Días después salió de su país, huyó de allí junto a lo poco que le quedaba, y en París... ¿pero por qué no contaba todo aquello a Phillipp?, ¿Para no aburrirle con su triste existencia? No lo sabía, pues nunca se había descargado con nadie, pero quizás la ayudaría, y descargó su dolor con él, aún sin llorar. Intentaría no hacerlo. Debía ser fuerte. Como siempre lo había sido.
Y esos fueron sus pensamientos, que duraron hasta que llegaron a un restaurante parisino muy elegante. Yuli pidió una mesa que le pareció adecuada, un poco alejada de la gente. Se sentó y pidió vino tinto. No dijo nada, hasta que ambos se sentaron y entonces no se aguantó más.
-Phillipp.... -Comenzó sin pedirle permiso para continuar con su historia -Lo enterramos en el jardín, como si fuese un perro, y mi madre estaba embarazada. Al día siguiente llegaron más soldados, y rebuscaron toda la casa. Eso provocó que mi madre se disgustase y el embarazo que por aquel entonces era de ocho meses continuó pero con problemas. Ella sangraba, yo no podía conseguir un médico, y nuestras dietas empeoraban pues las reservas de la casa comenzaban a escasear. -Le miró fijamente y continuó. -Yo... intenté ser fuerte por todos, así que cosí, pues eso me lo enseñó mi madre, y bordé cogines, donde escondí el dinero, las joyas, los visados... Y de ese modo pasaba desapercibida la riqueza allí contenida. Al cabo de los días, y ante la negativa de una madre patriótica, nos embarcamos rumbo a Francia, destino París. -Tragó saliva y suspiró. -Mi madre falleció por una infección, y dos años después mi Nianuskina. Eso quiere decir que mi hermano, que nació muerto, también lo perdí, así como a mi hermana, Masha, que ahora reside en París con un hombre que nunca le ha proporcionado buena vida. -Las lágrimas iban a florecer, pero ella apretó su mano con fuerza cuando éste se acercó y continuó. -Yo primero fui modelo, gané mucho dinero, y finalmente rehice mi vida, en el mundo de la moda, y además pude recibir mi dinero, es decir, mi herencia. Y ahora todo está... -Yulianna se derrumbó. Notaba la expresión acongojada de Phillipp, seguramente por su relato, pero no pudo más. Le abrazó con mucha fuerza y comenzó a llorar. Como nunca lo había echo. Eso era lo que necesitaba. Liberarse.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Pensando en ese lugar que aún no conocía, pero que deseaba fuera más resguardado que el campo abierto en el que estaban, Philipp se levantó del césped e invitó a Yulianna a incorporarse tendiéndole su mano para levantarla suavemente del suelo. De igual manera recogió su foulard, y lo sacudió contra en el aire para despojarlo de cualquier brizna de pasto o de suciedad que pudiera tener, y acto seguido lo entregó a Yulianna.
Una vez empezaron a caminar manteniendo sus brazos de gancho, lo cual parecía ahora tan natural, notó como ella estaba ausente en sus propios pensamientos. También reparó en el hecho de que ella había podido controlar sus lágrimas lo cual no hizo sino confirmar la fortaleza de su carácter. Juzgó que lo mejor en ese momento sería ahorrar y ahorrarle palabras para dándole así espacio para que recompusiera su estado de ánimo mientras llegaban a…. a donde?
Empezó a mirar a los transeúntes para escoger a algunos que por su apariencia pudieran darle información acerca de un café o un restaurante adecuado para llevar a su preciosa acompañante. - Buenas tardes Sra-, buenas tardes Sr., podrían ustedes recomendarme algún buen restaurante a distancia conveniente y digno para invitar a esta bella dama? - . Preguntó Philipp a una respetable pareja que paseaba en sentido contrario al suyo. A continuación agregó: - Me disculparán si interrumpo su paseo pero recién arribo a esta ciudad y no quisiera cometer error alguno al hacer mi primera invitación a mi acompañante -.
No es problema Señor, respondió el hombre mientras la que parecía su esposa trataba de esconder su gesto de preocupación al mirar a Yulianna. Esta zona de la ciudad no se distingue precisamente por su oferta gastronómica, sin embargo, existe un restaurante al que recurren los hombres de negocios y capitanes que tienen en el puerto su teatro de actividades. La comida es excelente y considerando el vecindario no carece de cierta elegancia. Señalando una casona a distancia razonable de donde se hallaban agregó: no les tomará más de cinco minutos y posiblemente a esta hora no estará tan lleno como suele estarlo para la del almuerzo. Con su gutural acento, Philipp dio las gracias al tiempo que se descubría para despedir a la otra dama. Una vez su sombrero volvió a su sitio empezó a dirigirse y a dirigirla rumbo al recomendado lugar.
Ya dentro del establecimiento pareció como si Yulianna hubiera cobrado nueva vida pues fue ella quien escogió una mesita bastante apartada de la puerta la cual se complementaba con un banco para dos personas, se sentó y casi antes de que él se sentara solicitó a la camarera más cercana una botella de un vino tinto de su predilección.
Una vez sentados, y cuando Philipp esperaba que la caminata, el silencio y la expectativa de un buen vino, un almuerzo tardío y su mutua compañía relajara los melancólicos ánimos que habían rodeado este primer encuentro, la joven intempestivamente continuó con su historia dando detalles terribles de la horrenda suerte que habían corridos sus seres más queridos. Cuando ya no pudo más se abrazó a él y se derrumbó en llanto.
Sería engañarse si no aceptaba que aunque la ocasión de tan estrecho contacto radicaba en hechos tan dolorosos a la vez no experimentaba una sensación difícilmente descriptible al sentirla tan unida, tan entregada y tan confiada a él. La diferencia de sus edades no alcanzaba para inspirar un sentimiento paternal hacia ella pero… entonces que era lo que al emanar de su contacto y de sus palabras tenía tanto efecto en su interior?.
- Yulianna, susurró a su oído mientras aumentaba la intensidad del abrazo, quiero que llores todo lo que quieras, que saques de ti todo ese dolor que llevas acumulado por tanto tiempo. Por quienes nos ven no te preocupes, aparte de que a esta hora son pocos los comensales me imagino que se pensarán de modo convencional o bien que te estoy comunicando malas nuevas o bien que mi trato hacia ti deja mucho que desear -. En ese momento se acercó la camarera trayendo el vino elegido y dos copas. Al ver el estado de la joven la camarera no procedió con el ritual de la prueba del vino sino que discretamente y casi sin hacerse sentir escanció las copas con el rubicundo líquido, lo miró, por primera vez desde que se acercó ya que su vista saltaba de la bandeja a la joven, y no pudo controlar un gesto de disgusto y se alejó.
Philipp prosiguió: - Una vez liberada del dolor ya verás como te sentirás mejor y trataremos de almorzar. No sin que esto quiera decir que no me interesan mayores detalles de tu historia, sino que por ahora vamos a tratar de retornar a la “normalidad” pues tengo la sospecha y a la vez la ilusión de que nos esperan intensos momentos de conversación -. Fue entonces cuando recordó uno de sus versos escritos hace mucho tiempo y no se pudo contener para recitarlo:
[b]Que tu paladar y tu alma
Sean lo suficientemente bondadosas
Para entender que el llanto de las uvas
Sólo tiene sentido si ha de saciar
Tu sed de risas y … de lágrimas
Muy delicadamente fue soltando del abrazo uno de sus brazos. - Verás que he abandonado el “usted” cambiándolo por el “tu” con la disculpa de que te siento tan cercana que no quisiera alejarte mediante mis palabras. Con el brazo libre cogió una de las copas, la balanceo lentamente y la ofreció a Yulianna diciendo:
- Vamos seamos bondadosos con las uvas! -
Una vez empezaron a caminar manteniendo sus brazos de gancho, lo cual parecía ahora tan natural, notó como ella estaba ausente en sus propios pensamientos. También reparó en el hecho de que ella había podido controlar sus lágrimas lo cual no hizo sino confirmar la fortaleza de su carácter. Juzgó que lo mejor en ese momento sería ahorrar y ahorrarle palabras para dándole así espacio para que recompusiera su estado de ánimo mientras llegaban a…. a donde?
Empezó a mirar a los transeúntes para escoger a algunos que por su apariencia pudieran darle información acerca de un café o un restaurante adecuado para llevar a su preciosa acompañante. - Buenas tardes Sra-, buenas tardes Sr., podrían ustedes recomendarme algún buen restaurante a distancia conveniente y digno para invitar a esta bella dama? - . Preguntó Philipp a una respetable pareja que paseaba en sentido contrario al suyo. A continuación agregó: - Me disculparán si interrumpo su paseo pero recién arribo a esta ciudad y no quisiera cometer error alguno al hacer mi primera invitación a mi acompañante -.
No es problema Señor, respondió el hombre mientras la que parecía su esposa trataba de esconder su gesto de preocupación al mirar a Yulianna. Esta zona de la ciudad no se distingue precisamente por su oferta gastronómica, sin embargo, existe un restaurante al que recurren los hombres de negocios y capitanes que tienen en el puerto su teatro de actividades. La comida es excelente y considerando el vecindario no carece de cierta elegancia. Señalando una casona a distancia razonable de donde se hallaban agregó: no les tomará más de cinco minutos y posiblemente a esta hora no estará tan lleno como suele estarlo para la del almuerzo. Con su gutural acento, Philipp dio las gracias al tiempo que se descubría para despedir a la otra dama. Una vez su sombrero volvió a su sitio empezó a dirigirse y a dirigirla rumbo al recomendado lugar.
Ya dentro del establecimiento pareció como si Yulianna hubiera cobrado nueva vida pues fue ella quien escogió una mesita bastante apartada de la puerta la cual se complementaba con un banco para dos personas, se sentó y casi antes de que él se sentara solicitó a la camarera más cercana una botella de un vino tinto de su predilección.
Una vez sentados, y cuando Philipp esperaba que la caminata, el silencio y la expectativa de un buen vino, un almuerzo tardío y su mutua compañía relajara los melancólicos ánimos que habían rodeado este primer encuentro, la joven intempestivamente continuó con su historia dando detalles terribles de la horrenda suerte que habían corridos sus seres más queridos. Cuando ya no pudo más se abrazó a él y se derrumbó en llanto.
Sería engañarse si no aceptaba que aunque la ocasión de tan estrecho contacto radicaba en hechos tan dolorosos a la vez no experimentaba una sensación difícilmente descriptible al sentirla tan unida, tan entregada y tan confiada a él. La diferencia de sus edades no alcanzaba para inspirar un sentimiento paternal hacia ella pero… entonces que era lo que al emanar de su contacto y de sus palabras tenía tanto efecto en su interior?.
- Yulianna, susurró a su oído mientras aumentaba la intensidad del abrazo, quiero que llores todo lo que quieras, que saques de ti todo ese dolor que llevas acumulado por tanto tiempo. Por quienes nos ven no te preocupes, aparte de que a esta hora son pocos los comensales me imagino que se pensarán de modo convencional o bien que te estoy comunicando malas nuevas o bien que mi trato hacia ti deja mucho que desear -. En ese momento se acercó la camarera trayendo el vino elegido y dos copas. Al ver el estado de la joven la camarera no procedió con el ritual de la prueba del vino sino que discretamente y casi sin hacerse sentir escanció las copas con el rubicundo líquido, lo miró, por primera vez desde que se acercó ya que su vista saltaba de la bandeja a la joven, y no pudo controlar un gesto de disgusto y se alejó.
Philipp prosiguió: - Una vez liberada del dolor ya verás como te sentirás mejor y trataremos de almorzar. No sin que esto quiera decir que no me interesan mayores detalles de tu historia, sino que por ahora vamos a tratar de retornar a la “normalidad” pues tengo la sospecha y a la vez la ilusión de que nos esperan intensos momentos de conversación -. Fue entonces cuando recordó uno de sus versos escritos hace mucho tiempo y no se pudo contener para recitarlo:
[b]Que tu paladar y tu alma
Sean lo suficientemente bondadosas
Para entender que el llanto de las uvas
Sólo tiene sentido si ha de saciar
Tu sed de risas y … de lágrimas
Muy delicadamente fue soltando del abrazo uno de sus brazos. - Verás que he abandonado el “usted” cambiándolo por el “tu” con la disculpa de que te siento tan cercana que no quisiera alejarte mediante mis palabras. Con el brazo libre cogió una de las copas, la balanceo lentamente y la ofreció a Yulianna diciendo:
- Vamos seamos bondadosos con las uvas! -
Philipp Ding- Humano Clase Alta
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Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Yulianna sonrió al ver que continuaba comportándose como todo un caballero. Eso lo demostró cuando ella sin decir nada debido a sus pensamientos más internos, se levantó, y éste recogió su fulard, lo sacudió y se lo entregó a ella. Estaba en perfecto estado, y a él solo podía pagarle con una sonrisa.
Y más sonrió cuando escuchó lo que le decía a una pareja, de mayor edad que ellos. Ella, que conocía el lugar, ya había pensado en llevarle así, pero su iniciativa la enternecía, y sin duda le había echo sonreír de nuevo. Así pues llegaron al restaurante y ella misma eligió donde colocarse.
Pero de las sonrisas, nuestra protagonista pasó a los lloros.
Debía admitir, que él la había escuchado de una manera atenta, educada y sobretodo "sentida", y con eso me refuero a una pena que se notaba que él sentía, que le invadía aunque fuese un poco, por escuchar lo que ella acababa de confesar. Su mayor secreto; su peor pesadilla.
Se relajó un poco cuando lo abrazó. Sentirle a él, que no la rechazó, allí junto a ella. Siendo como el había dicho "Su paño de lágrimas", significaba mucho para ella.
Levantó la mirada y se fijó en sus preciosos ojos que la miraban con una pizca de tristeza. Quiso decir "gracias", pero no quería estropear más el momento.
Yulianna se secó las lágrimas y le escuchó. Susurraba en su oído, como si de una melodía se tratase.
-Phillipp -Dijo ella en un suspiro -El resto me da igual. -Aseguró -Sólo me importa lo que pensarás tú de mi -Confesó mirando ahora avergonzada el suelo. Después movió su mirada hacia el vino recién llegado. -Acabamos de conocernos y mira... ¡qué desastre! -dijo lo último en voz más baja.
-Discúlpame. -Se atrevió a decir, pero él al momento le pidió que se descargarse con él, le dijo que si tenía que llorar que llorase, pero que ahora disfrutase de aquel almuerzo tardío, y así lo haría. Junto a él. Junto a su nuevo amigo, el que estaba sentado junto al lado de ella.
Sin darle tiempo a decir nada, ella sonrió abiertamente. -Nunca suelo ser tan sentimental, pero tú sacas de mi el lado más tierno. -Le dijo alzando levemente la copa. -Salud. Y cuando fue a beber no pudo más que fijarse en sus hermosos y perfilados labios que tanto le llamaban la atención, pero pronto desvió la mirada, maldiciéndose por ser así de observadora. O porque él le llamase tanto la atención, pues debía reconocer que Phillipp definitivamente era su prototipo de hombre, pero eso él no lo sabría.
Y más sonrió cuando escuchó lo que le decía a una pareja, de mayor edad que ellos. Ella, que conocía el lugar, ya había pensado en llevarle así, pero su iniciativa la enternecía, y sin duda le había echo sonreír de nuevo. Así pues llegaron al restaurante y ella misma eligió donde colocarse.
Pero de las sonrisas, nuestra protagonista pasó a los lloros.
Debía admitir, que él la había escuchado de una manera atenta, educada y sobretodo "sentida", y con eso me refuero a una pena que se notaba que él sentía, que le invadía aunque fuese un poco, por escuchar lo que ella acababa de confesar. Su mayor secreto; su peor pesadilla.
Se relajó un poco cuando lo abrazó. Sentirle a él, que no la rechazó, allí junto a ella. Siendo como el había dicho "Su paño de lágrimas", significaba mucho para ella.
Levantó la mirada y se fijó en sus preciosos ojos que la miraban con una pizca de tristeza. Quiso decir "gracias", pero no quería estropear más el momento.
Yulianna se secó las lágrimas y le escuchó. Susurraba en su oído, como si de una melodía se tratase.
-Phillipp -Dijo ella en un suspiro -El resto me da igual. -Aseguró -Sólo me importa lo que pensarás tú de mi -Confesó mirando ahora avergonzada el suelo. Después movió su mirada hacia el vino recién llegado. -Acabamos de conocernos y mira... ¡qué desastre! -dijo lo último en voz más baja.
-Discúlpame. -Se atrevió a decir, pero él al momento le pidió que se descargarse con él, le dijo que si tenía que llorar que llorase, pero que ahora disfrutase de aquel almuerzo tardío, y así lo haría. Junto a él. Junto a su nuevo amigo, el que estaba sentado junto al lado de ella.
Sin darle tiempo a decir nada, ella sonrió abiertamente. -Nunca suelo ser tan sentimental, pero tú sacas de mi el lado más tierno. -Le dijo alzando levemente la copa. -Salud. Y cuando fue a beber no pudo más que fijarse en sus hermosos y perfilados labios que tanto le llamaban la atención, pero pronto desvió la mirada, maldiciéndose por ser así de observadora. O porque él le llamase tanto la atención, pues debía reconocer que Phillipp definitivamente era su prototipo de hombre, pero eso él no lo sabría.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
El comportamiento de Yulianna reforzaba la secreta convicción de Philip acerca de la fortaleza de aquella mujer. Mira que ser capaz de quebrarse cuando lo sintió necesario para después guardar la compostura ante tan emotiva situación!. Eso hablaba muy bien de aquella chica que a sus cortos años ya había visitado casi todos los niveles del espectro emocional.
Cómo había oído todas sus palabras y preguntas, a pesar del perturbador abrazo en que se unieron, y como parecía que la situación ahora obligaba a alzar la copa, desearle igualmente salud y probar el vino, pues así lo haría. Sin embargo se percató de que Yulianna miraba fijamente sus labios para luego apartar la mirada de ellos. Se preguntó acaso si el sol los habría estropeado ya que respondían de manera peculiar a los rayos del sol y entonces se sintió incomodo pues no sabía en qué estado de resequedad y cuarteamiento lucían. Él no era vanidoso pero tampoco le gustaba llamar la atención debido a su apariencia.
Sonaría presumido de mi parte, sin serlo, decirte que por alguna razón que aún no me explico, o que sospecho pero que no quiero explicarme, algunas gentes encuentran en mí todo un “confidant”. Es por esto que quiero que no te disculpes, y por ahora no te expliques: si eres sentimental o tierna, es algo que yo iré averiguando, viviendo y disfrutando, porqué no?, a medida que progresa nuestra relación.
Voto por probar este vino que seleccionaste y ordenar algunos platillos leves que justo nos ayuden a recuperar fuerzas y no estropear la cena que nos espera esta noche en el restaurante de mi hotel. Allí procederé a meter mi nariz, hasta donde lo permitas, en algunos de los hechos que me has contado ocurrieron en tu vida - . Philipp dijo esto como si tuviera certeza que la joven aceptaría su invitación y su deseo de aumentar el conocimiento de ella; sin embargo esto era un anzuelo que lanzaba esperando la reacción de Yulianna.
Ahora estaban nuevamente separados, el abrazo se había agotado, pero muy juntos lado a lado en esa banca que a decir verdad era perfecta para la ocasión: no los ponía frente a frente pero les permitía el contacto de algunos puntos de sus cuerpos. Con una mirada de reconocimiento localizó a la camarera y al hacer contacto visual con ella cambió el tono y volumen de su voz para pronunciar un: - Camarera, servicio por favor! – y volviendo al tono que Yulianna le inspiraba le dijo: - Además, mi atrevimiento, y tal vez esta terrible hambre, me llevan a confiar en tu criterio a la hora de escoger esos platillos con los cuales tendremos buena excusa para dar cuenta de tan… y bebió lenta y concienzudamente de su copa - peculiar vino -..
Cómo había oído todas sus palabras y preguntas, a pesar del perturbador abrazo en que se unieron, y como parecía que la situación ahora obligaba a alzar la copa, desearle igualmente salud y probar el vino, pues así lo haría. Sin embargo se percató de que Yulianna miraba fijamente sus labios para luego apartar la mirada de ellos. Se preguntó acaso si el sol los habría estropeado ya que respondían de manera peculiar a los rayos del sol y entonces se sintió incomodo pues no sabía en qué estado de resequedad y cuarteamiento lucían. Él no era vanidoso pero tampoco le gustaba llamar la atención debido a su apariencia.
Sonaría presumido de mi parte, sin serlo, decirte que por alguna razón que aún no me explico, o que sospecho pero que no quiero explicarme, algunas gentes encuentran en mí todo un “confidant”. Es por esto que quiero que no te disculpes, y por ahora no te expliques: si eres sentimental o tierna, es algo que yo iré averiguando, viviendo y disfrutando, porqué no?, a medida que progresa nuestra relación.
Voto por probar este vino que seleccionaste y ordenar algunos platillos leves que justo nos ayuden a recuperar fuerzas y no estropear la cena que nos espera esta noche en el restaurante de mi hotel. Allí procederé a meter mi nariz, hasta donde lo permitas, en algunos de los hechos que me has contado ocurrieron en tu vida - . Philipp dijo esto como si tuviera certeza que la joven aceptaría su invitación y su deseo de aumentar el conocimiento de ella; sin embargo esto era un anzuelo que lanzaba esperando la reacción de Yulianna.
Ahora estaban nuevamente separados, el abrazo se había agotado, pero muy juntos lado a lado en esa banca que a decir verdad era perfecta para la ocasión: no los ponía frente a frente pero les permitía el contacto de algunos puntos de sus cuerpos. Con una mirada de reconocimiento localizó a la camarera y al hacer contacto visual con ella cambió el tono y volumen de su voz para pronunciar un: - Camarera, servicio por favor! – y volviendo al tono que Yulianna le inspiraba le dijo: - Además, mi atrevimiento, y tal vez esta terrible hambre, me llevan a confiar en tu criterio a la hora de escoger esos platillos con los cuales tendremos buena excusa para dar cuenta de tan… y bebió lenta y concienzudamente de su copa - peculiar vino -..
Philipp Ding- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/05/2011
Edad : 42
Localización : Paname
Re: Esperándote. (Philipp Ding)
Yulianna se dio cuenta perfectamente de que el señor Ding sabía que ella observaba sus labios, pero también lo notó... ¿incómodo? Quizás porque no le gustaba llamar la atención de las personas por su aspecto físico, o porque se tomó a mal esa mirada, es decir, creía que ella le miraba por otra razón que no fuese la sensualidad de esos rasgos.
De todos modos, y aunque le hubiese gustado poder insinuar algo para que él le contestara, no lo hizo. No era el momento. Quizás más adelante.
Sonrió tiernamente al escuchar sus palabras y para su asombro... ¿Su invitación a una cena? Ella, ciertamente no sabía si él quería una amistad con ella porque le llamaba la atención o porque necesitaba un guía, pero muy adentro de ella, Yulianna quería pensar que la primera opción era la correcta, y eso se hizo cierto cuando él dijo: "si eres sentimental o tierna, es algo que yo iré averiguando, viviendo y disfrutando, porqué no?, a medida que progresa nuestra relación"
Ella, por su parte, cambió un poco el semblante cuando él le habló de su familia de nuevo. Quería saber más y ella... ella no iba a negarse. Por el momento, pues no quería dejar las cosas a medias, y además ese abrazo... había sido reconfortante.
Aún así no mencionó nada al respecto. Solo dijo. -¿A las diez te parece bien? -Esperaba, además, que en su hotel, cosa que era común por allí hubiese pista de baile. Le encantaría bailar con él, ¿sabría? Ella era muy aficionada, y el baile es un arte que una a las personas.
Sonrió abiertamente y de manera un poco "pícara", pues ella ya tenía sus propios planes para esta noche, pero la pregunta era... ¿y él? Yulianna confiaba en que sí.
Y de ese modo, pidió los platos más sencillos pero exquisitos que pudo. Sería un gran almuerzo, y señores, ese no era "El principio del fin", sino el inicio de una gran amistad, y quien sabe lo que les depararía el futuro.
Después bebió de nuevo, y mientras observaba los ojos de su atractivo acompañante, se prometió a sí misma que esa amistad con Phillipp sería especial.
De todos modos, y aunque le hubiese gustado poder insinuar algo para que él le contestara, no lo hizo. No era el momento. Quizás más adelante.
Sonrió tiernamente al escuchar sus palabras y para su asombro... ¿Su invitación a una cena? Ella, ciertamente no sabía si él quería una amistad con ella porque le llamaba la atención o porque necesitaba un guía, pero muy adentro de ella, Yulianna quería pensar que la primera opción era la correcta, y eso se hizo cierto cuando él dijo: "si eres sentimental o tierna, es algo que yo iré averiguando, viviendo y disfrutando, porqué no?, a medida que progresa nuestra relación"
Ella, por su parte, cambió un poco el semblante cuando él le habló de su familia de nuevo. Quería saber más y ella... ella no iba a negarse. Por el momento, pues no quería dejar las cosas a medias, y además ese abrazo... había sido reconfortante.
Aún así no mencionó nada al respecto. Solo dijo. -¿A las diez te parece bien? -Esperaba, además, que en su hotel, cosa que era común por allí hubiese pista de baile. Le encantaría bailar con él, ¿sabría? Ella era muy aficionada, y el baile es un arte que una a las personas.
Sonrió abiertamente y de manera un poco "pícara", pues ella ya tenía sus propios planes para esta noche, pero la pregunta era... ¿y él? Yulianna confiaba en que sí.
Y de ese modo, pidió los platos más sencillos pero exquisitos que pudo. Sería un gran almuerzo, y señores, ese no era "El principio del fin", sino el inicio de una gran amistad, y quien sabe lo que les depararía el futuro.
Después bebió de nuevo, y mientras observaba los ojos de su atractivo acompañante, se prometió a sí misma que esa amistad con Phillipp sería especial.
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Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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