Una delicia carnal... [Jean]

por **Marco Di Placcido** Sáb Mayo 28, 2011 5:10 pm

Aquella noche, era como otra cualquiera, no sabía que hacer ni donde ir, simplemente me dejaría llevar por mis míseros pasos mientras mi mente me atormentaba una y otra vez hablando como un maltido loro al que es imposible callar junto con la angustia y desesperación que ello supone...

Acabé en las puertas del burdel de París, seguro que estarían en pleno trabajo, tampoco tenía nada que hacer, así que, decidí pasar dentro y observar todo.
Al entrar, en burdel tenía un gran salón, las instalaciones eran muy decentes, o por lo menos las públicas que podía ver la gente nada más entrar. Mujeres jóvenes y otras no tan jóvenes paseaban por allí en busca de algún cliente, ciertas mujeres hicieron el amago de acercarse a preguntarme, sin embargo la bajada de vista mía hacia el suelo les hacía cambiar de opinión, a parte de verme en un cuerpo tan joven como el mío, parecía un crío.

"Eres un maldito crío, admítelo, te comportas como tal..."

Un suspiro se me escapó cuando un hombre me observó de arriba a bajo y simplemente me dijo que sabía donde meterme a mí y me introdujo en una habitación sin que me diera tiempo a decir ni una sola palabra. Estaba muerto de vergüenza. Tanto, que ni si quiera me dio por salir de aquella habitación, simplemente me senté en la cama y miré a mi alrededor pensando en el porqué de mi visita a un burdel, cuando las mujeres no me interesaban en gran parte.

"Pero puedes morderlas... Devorarlas... Saborear su sangre..."

Me estremecí de arriba a bajo notando como mi piel se erizaba ante aquel pensamiento que descarté de inmediato más aún al abrirse la puerta y ver al joven que entró por ella.
Le observé detenidamente, era un chico muy apuesto y de buen ver, al notar mi descaro al mirarle volví la vista al suelo pensando en donde me encontraba y con quien, al parecer también había cortesanos hombre, algo que en cierta parte me sorprendió, sonrojándome de una forma un tanto basta al contraste con mi todo claro de piel.
-Disculpe...

por **Jean Louis Mercier** Sáb Mayo 28, 2011 5:44 pm

Aquella noche tenía la impresión de que tampoco iba a tener mucho que hacer, así que después del baño relajante y aromatizante que me había dado el placer de darme bajé hasta la barra y pedí un trago, como se había convertido en costumbre. Charlé animadamente durante un rato con la chica que atendía la barra y me fijé en un joven que entraba con paso tímido y al que, después de rechazar a varias chicas se llevaban hasta una habitación. Reí un poco, comentándolo. Sin embargo no me dieron tiempo a terminar la copa y me metieron prisa ya que un cliente me reclamaba. Sonreí animado por este hecho y me puse en pie, para dirigirme a la habitación que me ordenaron. Me sorprendió ya que era donde habían mandado al chico con pinta de tímido.

Me acerqué a un espejo que había en el pasillo, ajustándome la bata negra de seda que llevaba, que había sido un regalo de Adelbert, y los pantalones algo anchos y cómodos que completaban mi atuendo de cortesano. Después de esto, entré a la habitación y puse una prenda de ropa en el pomo de la puerta, cerrandola detrás de mí. Sonreí con amabilidad y di un par de pasos hacia delante, hacia el chico.

- Buenas noches, monsieur. - saludé con un gesto de cabeza, al escucharle decir "disculpe". Me había dado un repaso con la mirada, no me había pasado inadvertido y además, se había puesto en modo tímido. Amplié la sonrisa y di unos pasos más hacia él, acariciando su cara. - ¿Le gustaría tomar algo, monsieur? - pregunté, con intención de servirle una copa de wisky o ron.

por **Marco Di Placcido** Dom Mayo 29, 2011 4:46 am

"Ahí madre mía, ¡eres un completo inútil!, tan solo es un cortesano, puedes mirarle y hacerle cuanto quieras... ¿No quieres saber lo dulce que es su sangre? ¿De verdad te vas a resistir...?"

Tragué saliva sonoramente cuando fui a levantar la vista hacia el joven cortesano que acababa de entrar en la habitación con los atuendos propios de dicho oficio. Me sorprendió la caricia recibida por parte del chico haciéndome ponerme tenso por unas milésimas de segundo hasta volver a recobrar la postura. No podía evitar estar nervioso ante la imponente postura que tenía aquel apuesto joven sobre mi y sobre mi sed de sangre, que, inevitablemente empezaba a salir a la luz *Tranquilízate, tranquilízate... No quieres una carnicería...* Pensaba una y otra vez con la intención de recobrar un poco la cordura y poder contestarle a la pregunta.
-Si... Gracias... -Contesté de la manera más amable que pude.

"*No puedo ver esto... Es... asqueroso e insoportable... ¡Puaj! Como se puede resistir a morder a un humano... ¡Es un completo imbécil!* Pensé sin decirle nada, estaba harto de aquel joven en el que estaba encerrado... Tan amable... Sencillo, tímido... Frágil... No podía ser un vampiro, era un error de Satán, de Dios o de quien fuera.
Observé el cortesano sirviendo la copa. Observé su cuello... El calor que desprendía... Su sabroso aroma. Tan solo tardaría un segundo en desgarrarle la garganta...
- Mátalo... Ponle contra la pared y bebe de él... No podrás resistirte..."

Me estaba volviendo loco, mis ansias de sed se volvían notorias y por alguna que otra milésima de segundo no era capaz de saber que pensaba.
Inevitablemente acabé detrás del joven a apenas dos centímetros de él... Iba a controlar... Lo iba a hacer, tenía que hacerlo, aunque la verguenza que iba a pasar por mis repentinos cambios iba a ser notoria...
Mi cuerpo era tan joven... Mi experiencia tan vieja y mi mente tan peligrosa...

por **Jean Louis Mercier** Dom Mayo 29, 2011 2:22 pm

Cuando le acaricié la cara se sorprendió y me dio la sensación de que se ponía tenso. Aparté mi mano de él y alcé las cejas, divertido ante el espectáculo que me estaba dando el chico. Pues vaya tela la suya para aparecerse en un burdel y pedir que alguien le hiciera compañía y ponerse de aquella manera. Apreté un poco el puño de la mano con la que le había tocado. Estaba un pelín fría su piel, no comenté nada, quizás en la calle había tenido frío y aún no había entrado en calor. Sonreí cortesmente cuando me dijo que sí que quería una copa. Me alejé de él un poco, acercándome a las copas y la pequeña botella de licor que había a un lado, algo alejada de la cama. Abrí la botella de cristal, que no tenía ningún tipo de etiqueta y la olí, era ron. Eso serviría.

- Sois vos muy joven, ¿es la primera vez que venís a un lugar así, monsieur? - pregunté, mientras llenaba el segundo vaso de cristal, para él. Cuando quise darme cuenta, él había llegado a ponerse a mí espalda y casi derramaba el contenido de los vasos, que ahora estaban en mis manos. Me terminé de girar y alcé la mirada. Tenía un brillo de impaciencia y algo de ferocidad en los ojos que me inquietó. ¿A qué me recordaba? - ¿Pasa algo, monsieur? ¿Quereis que haga algo por vos? - pregunté, frunciendo el ceño, mirándolo a los ojos sin acobardarme.

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