Una criatura... compasiva? [Libre]

Soñaba... estaba con mis padres en el bosque... no, era un recuerdo... era la tarde y me estaban enseñando a hacer conjuros elementales... recordaba ese día... la escena cambio, ahora me veía en casa, todavía pequeña, haciendo una poción o mejor dicho una medicina que de paso no me estaba saliendo bien. Mi madre, con una sonrisa me dio una ayuda y sugerencias. Mi padre ese día enfermo y como querían ahorrar dinero y de paso enseñarme, preparamos una poción que le ayudo a sanar en medio día.

De pronto todo se oscureció y sentí mi cuerpo... sentí los ojos pesados y note que estaba recostada sobre algo cómodo... una cama. Gruñí un poco...

-Oh, ya ha despertado. Por favor, señorita, no se esfuerce.-dijo una voz femenina.

-Donde estoy?-dije con la voz ronca como si hubiera dormido durante horas.

-Se encuentra en el hospital ahora. Tuvo un accidente... alguien le trajo y nos pidió ayuda.-me explico, lo que parecía ser, una enfermera.

Escuche sus pasos alejándose... era curioso, no recordaba nada... es decir, recordaba haberme despertado tarde por la mañana y tuve que tomar un atajo por los callejones para llegar al trabajo... luego... luego... no conseguía recordar... pesadamente lleve una mano a mi frente y de pronto olfatee algo en mi mano... no era mi perfume ni mucho menos... era algo diferente... un olor que solo podía despedir una criatura no humana... de pronto escuche una voz que me hablo. Como aun sentía los parpados pesados y tratando de abrirlos, solo pude ver una figura borrosa.

Si mal no había escuchado, era la voz de una mujer joven, tal vez tan joven como yo. Me senté en la cama y con la velocidad de un rayo, los recuerdos regresaron a mi mente. Había tomado un atajo por los callejones para llegar a tiempo al trabajo. En eso estaba, pasando por allí, cuando de repente vi a alguien, quizás un hombre que vino con paso seguro hasta donde me encontraba. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, olfatee su aroma que delataba su naturaleza licantropa... pero fue en el momento que me tomo por ambos brazos y me sostuvo fuertemente, quedando así presa e indefensa... o al menos eso creí el licantropo.

No sabia cuales eran sus intenciones, pero gracias a mi poder, pude sentir emociones fuertes que se parecía a cuando un depredador se prepara para atacar a su presa. No lo pensé dos veces y me defendí como pudo con hechizo aturdidor. Sin embargo, el noto aquello y antes de ser vencido, me lanzo contra una pared y así fue como quede inconsciente. Ahora, al verme en el hospital, supuse que el hombre lobo no quería problemas con una bruja o también cabía la probabilidad de que alguien lo viera y se fue. Aun tenia el aroma de esa criatura, pero también olfatee al aroma a sangre que emite el vampiro y fue cuando vi a la mujer mirándome con alivio.

-Oh, ha sido usted quien me ha traído hasta aquí? Se lo agradezco mucho.-le dije a la joven con una sonrisa amable.

-Es muy extraño que un vampiro ayude a un humano... tomare esto como una prueba de que no todos los vampiros son tan malos...-pensé aliviada. Y así quise creer... puede que los vampiros se alimentaran de sangre, mayormente de los humanos, pero eso no quería decir que todos los vampiros se alimentaban de los humanos... pudiera ser que hubiera vampiros que se alimentan de la sangre de los animales, quien sabe?

-Espero no causarle molestias al tener que pagar los gastos del hospital.-continué cuando escuche que ella lo pagaría.-Puedo preguntar por el nombre de mi salvadora? El mio es Janelle Chifflet.-quise saber.

Note que la joven Carmmine se había sonrojado y eso me había hecho sonreír. Me dijo el diagnostico y trate de pararme viendo si podría caminar a pesar del golpe que había recibido. Trate de hacer memoria, recordando las calles para calcular la distancia desde el hospital hasta a mi casa.

-Mi casa se encuentra a 2 km y medio... lamentablemente vivo sola, dado que mi hermano mayor tiene su propia casa.-le conté sin darme cuenta de que le había dicho algo de mi.-No se preocupe, creo que puedo llegar a casa sin tropiezos.-le sonreí. Camine hacia la puerta, pero me di cuenta que tambaleaba un poco y la joven lo noto y se ofreció a ayudar.-Ok... de acuerdo, bien, creo que aceptare su ayuda. Tengo que acordarme de ofrecer disculpas en mi trabajo por esta ausencia.-admití tontamente. Ahora era yo la que sonrojaba sin motivo.

No quise decirle a mi salvadora que sabia que era vampiro y que yo era una bruja... no sabia como iba a reaccionar, así que me decidí que primero tendría que hacerle ver que como persona, yo era de confianza y que podía contar conmigo, aun si ella llegara a ser mas fuerte que yo. Al principio se me hacia raro que una bruja y un vampiro fueran amigos... pero luego llegue a pensar que eso podía ser algo bueno, de alguna manera.

-Si mi hermano me viera ahora, me insistiría en que me alejara de ella... pero sera mejor que no le mencione esto por ahora o realmente se preocupara por mi y se que hará cualquier cosa con tal de asegurar mi seguridad.-sonreí ante tal pensamiento. Me sentí extrañamente feliz y quise serlo por siempre... quizás se debía a mi nueva amiga, si es que seria mi amiga, o tal vez porque simplemente me había ayudado... pero de cualquier manera, estaba feliz.


((off: mm... que te parece un poco de acción? Asi no es tan aburrido con solo charlas . Que tal si me reencuentro con el licantropo fuera del hospital?))

MI nueva amiga se ofreció a llevarme a su residencia, algo que no me sorprendió dado que estaba ante un vampiro. Sin embargo, con mi estado, dudaba de que pudiera hacer mucho, así que no tuve mas opción que aceptar. Si en caso de que resultara todo un engaño para convertirme en su cena, pelearía hasta el final, pero rezaba de que no fuera así y que solo fuera imaginaciones mías por el golpe. Me llevaba a través de los pasillos con una brazo alrededor de la cintura fingiendo que era pesada para ella, cuando en realidad, incluso, podría tener el peso de una pluma para un vampiro. En eso se detiene en un momento que me pareció un tanto extraño y me pregunto si lo sabia... y que el licantropo nos había seguido hasta allí.

-Esta... confiando en mi?... o quiere que confíe en ella?-me pregunte para mis adentro. Me sorprendió tanto aquella pregunta que por unos segundos me quede sin habla... pero luego mi cara se ilumino y sonreí creyendo que por fin la rivalidad entre brujas y vampiros podía terminar... algún día... aquello pudiera ser un paso a esa meta.

-Hmm... No crees que es el licantropo quien esta en desventaja?-le dije en una manera de responder ambas preguntas en una.-Una bruja y una vampiresa contra un hombre lobo... hmm... quien te parece que ganaría? Yo apoyo a la extraña pareja.-sonreí al tiempo que me daba cuenta de que le había dicho lo que era. Pero también quise animarla un poco, a pesar de que por dentro, yo estaba algo asustada por mi condición, así que el animo iba para ambas. La joven quiso apresurar el paso, era evidente que quería evitar una pelea, lo cual me pareció bien, pero si algo había aprendido era que nunca se podía evitar lo inevitable...

Logramos salir del hospital, pero apenas nos alejamos lo suficiente y el hombre lobo que me había atacado ese día hizo su reaparición. Supuse que no dejaba las cosas a medias y quería terminar lo que había empezado. Suspire haciendo ver que estaba decepcionada o rendida para esconder mi miedo.

-Oh, vaya... Supongo que es verdad que no se puede escapar de lo inevitable.-dije sarcástica.

Una nueva ráfaga de realidad llevó a un nuevo despertar por parte de la loba.Siguió la rutina de siempre y trató de reconocer en dónde había caído esta vez, y para su buena suerte, había sido en uno de los rincones más alejados de la ciudad. No habían dolores adicionales, lo que implicaba que no había sido herida; pero sí tenía impregnado un olor que detestaba: sangre humana. Se miró las manos aún en el suelo y allí estaba la fuente de su disgusto: tierra y pasto bañados de una repugnante capa de sangre que desconocía a su dueño. De forma despectiva miró a un lado y su
sorpresa fue grande al encontrar un cuerpo tirado a unos diez metros. Por su olor era humano, y uno muerto. Vino la mueca y la puesta en pie, y por supuesto el robo respectivo de la ropa que ya había perdido por enésima vez al mutar sus músculos. Una polera y pantalones a la pantorrilla, ambos de tela, fueron su nueva adquisición que ella se dispuso a lucir rápidamente; rapidez que también usó para largarse de allí y desaparecer entre los callejones que tan bien conocía.

El paseo ya llevaba unos 15 o 20 minutos cuando, tras saltar de un techo hasta un callejón, un olor le llamó la atención: y no era de un vampiro, ni de un humano, ni tampoco de uno de los suyos...era el de ella misma. ¿Cómo podía ser eso posible? Aquella incertidumbre le motivó a buscar la fuente de aquella extraña situación...y el destino de sus manos y pies le llevaron al hospital. Allí una mezcla muy desagradable le hizo arrugar su nariz y liberar de su prisión a los colmillos que hace muy poco habían estado mordiendo y desgarrando carne ajena: su propio olor, el mismo del que empezaban a impregnarse sus ropas nuevas, estaba entremezclado con los olores humanos y vampíricos. Bufó de rabia y decidió acercarse, pero no alcanzó a dar un par de pasos hasta que vio salir a las dueñas de aquellas esencias, que al parecer se habían percatado de su presencia, lo que le confirmaba que no eran simples humanas...siendo una de ellas, de hecho, no humana. Las vio fijo, y sus ojos se tornaron amarillos con la misma violencia con la que su postura corporal cambió. Su respiración se agitó e incluso entreabrió un poco la boca, casi imaginando el desgarrar de sus colmillos sobre las pieles claras y pálidas que tenía a la vista. Los gruñidos salieron de inmediato y sus instintos se dispararon cuando vio correr a la vampiresa. ¿Escapar? No, no era una alternativa ni para ella ni para sus oponentes, así que sus piernas se movieron solas hacia la clara distracción que estaban estableciendo con muy malas intenciones. Sus ojos estaban centrados en la vampiresa, pero su oído y olfato estaban pendientes de lo que haría la humana; por supuesto que no dejaría que la tomaran por sorpresa, y mucho menos aquellos individuos. Ese deseo de no ser vencida alimentaba su instinto a esas alturas descontrolado, y haría cumplir ese deseo de la manera más cruenta posible.

Mientras mi amiga vampira distraía a la loba, yo pensaba en una solución al problema, un ataque sorpresa... lo primero que se me ocurrió fue invocar al viento, pero luego pensé que seria mas apropiado en ese caso usar a la naturaleza. Por suerte mientras hubiera tierra debajo de mis pies, siempre podía pedir ayuda a las plantas. Me quede agachada mientras Carmmine ponía la atención sobre ella, aparentando que no tenia mas fuerzas. A la vista quería parecer que no podía hacer nada, cuando de hecho realmente no podía hacer mucho mas que pelear desde donde estaba. Procure calcular bien la zona para no lastimar a la licantropa, no sabia con exactitud que buscaba y seria buen momento para un interrogatorio. Comencé a hablar la lengua de las plantas tan bajo me fue posible para que no sospechara. Espere el momento.

-Se mueven muy rápido... tengo que esperar a que Carmmine se aleje y luego apresarla... tengo que ser muy rápida...-pensaba mientras las observaba enfrentarse y por supuesto, la loba no me quitaba el ojo de encima para tener todo controlado. Para poder tener mas éxito en mi plan, debía avisarle a Carmmine de alguna manera lo que pensaba hacer. No podía hablar o nuestra enemiga lo sabría... solo se me ocurrió hacer señales cuando la loba no estuviera mirando o estuvieras de espaldas. Señalaría el suelo y con mis dedos representaría a las raíces o ramas que saldrían para apresarla. Luego de que estuviera bien atada, el resto dependería de la vampira. Suspire despacio.

-Por que estas cosas deben pasarme en los momentos mas inoportunos?-pensé sarcástica. Si hubiese estado sola y en buen estado, probablemente podría vencerla yo sola... pero no estaba muy bien y tenia compañía y ese ultimo era lo único bueno que tenia de momento, dado que tener un vampiro de mi lado era mas ventajoso que estar sola. Mientras las veía amenazándose entre si recordaba la rivalidad natural entre vampiros y hombres lobos... aquello me recordaba a la rivalidad natural entre perros y gatos o gatos y ratones. Desee que llegara el día que en que en el caso de los vampiros y licantropos, pudieran llevarse bien o al menos tener un acuerdo o algo así... pero ese día estaba lejos de verse.

-Debo permanecer viva y sana... Debo hacerlo por mi hermano... después de todo, se lo prometí...-pensé en las promesas que le había hecho a mi hermano mayor cuando lo había encontrado y yo me prometí a mi misma que las iba a cumplir a toda costa. Mientras, notaba que el ambiente se ponía pesado y sentía que algo estaba por pasar... tal vez fuera nuestra pelea o seria otra cosa... estaba atenta a todo.

Carmmine había logrado poner la atención en ella. Vi como agarro la rama de un árbol y supuse que iba a golpearla con eso, lo cual me hizo dudar hasta que en mi mente escuche su voz. No sabia que tenia ese poder, pero en ese momento no había tiempo de hacerse preguntas o dudar. Cuando Carmmine le lanzo la rama, se movió con rapidez hacia la loba y la golpeo, pero la licantropa también llego a tocarla y Carmmine pareció salir despedida hacia atrás, cerca de mi. Fue cuando escuche que podía hacer lo mio y con rapidez hice que las ramas y raíces salieran del suelo y apresaran a la loba. Trate de que estuviera bien envuelta, tanto como fuera posible, para que no pudiera escapar.

-Eso es... un poco mas... resiste...-rezaba a las plantas. Noto que Carmmine se levantaba de a poco, el golpe que había recibido había sido brutal.

Use las ramas mas gruesas que pude convocar y deje la cabeza de la loba en libertad para no asfixiarla. A simple vista, parecía que el plan había funcionado, ahora solo debía ser lo bastante fuerte como para mantener las raíces como estaban. Dado el golpe en la cabeza, mi concentración no funcionaba en su totalidad, pero lo suficiente como para usar hechizos tan simple como llamar a la naturaleza. Lo único que aun tenia en duda, era si podría mantener las raíces en ese estado por un tiempo. Mientras estuvieran verdes y fuertes todo estaría bien, pero si comenzaba a ponerse marrón y tiesas, osea débiles, la licantropa bien podría escapar con un poco de esfuerzo.

-Es como hacer que una flor sobreviva en tierra en sequía.-murmure pensando en voz alta y solo entonces me di cuenta de que lo había dicho y que seguramente ambas criaturas me habían escuchado. Con cuidado, trate de ponerme de pie mientras me concentraba en las raíces. Con ayuda de Carmmine, camine un poco mas cerca de la loba, pero me detuve a cierta distancia para mi seguridad.-Has sido tu la que me ataco esta tarde, no es así?-le pregunte.-Que mal te he hecho para tal castigo? Y por que te empeñas en terminar conmigo?-empece a interrogarla, rezando de que aquella criatura no fuera tan salvaje como siempre me habían contado.

Su ira crecía tan rápido como la espuma, y eso se reflejaba con extrema claridad en su rostro, el cual de milagro no estaba deformado con la animalidad de su raza, pero no faltaba mucho para ello. Gruñiendo furiosa seguía con la mirada a la vampira que sólo atinaba a moverse a distancia, y eso le brindaba una gran arrogancia a la loba: una sucia y patética criatura como un vampiro, temiéndole a ella, a la gran mujer que se convertía en bestia en un solo paso y era capaz de destruir todo lo que estuviera en su camino con simples movimientos de sus garras. Y esa arrogancia empezó a jugarle en contra a partir del momento en que la mujer de cabellos rojos le empezó a provocar para luego posteriormente lanzarle una rama con el convencimiento de que le haría algún daño, o al menos eso pensaba Gianella. En una muestra de reflejos extremadamente despiertos, se agachó para evitar (y asegurar el salir inmune de ese movimiento) alguna herida; pero cuando se volvió a incorporar fue demasiado tarde, ya que había sido golpeada con un puñetazo en el abdomen que a cualquier humano común le haría retorcerse de dolor y quedar sin aire; pero ella de partida no era una simple humana, así que miró con sus pupilas asesinas a quien le había provocado tal estremecimiento del cuerpo y esbozó una sonrisa que más bien parecía una sentencia de muerte por cómo estaban sus colmillos intercalados en su boca. - ¿Divirtiéndome? - interrogó con voz ronca y confiada .- ¡¡La estoy pasando de maravilla!! - gritó y con un feroz rugido le devolvió el golpe en la misma zona con su puño derecho, logrando enviarla varios metros lejos con ese mero impulso y su fuerza multiplicada, tanto así que quedó casi al lado de la otra mujer. Escupió a un costado toscamente y se preparó para ir a por su segunda presa, pero en un segundo notó su falla: la distracción había servido y ahora estaba rodeada de gruesas raíces y ramas con intenciones de inmovilizarla. - ¡¡Pagarán por esto!! - gritó y empezó a moverse para liberarse, empujando con su cuerpo hacia adelante y sintiendo los roces y raspaduras que significaba estar frotándose con troncos gruesos por todos lados, pero eso no le importaba en lo más mínimo; su instinto le dictaba lo que había que hacer, y la orden en ese momento era eliminar a quienes tenía al frente.

La mujer responsable de las raíces se acercó (prudentemente, claro) y la empezó a interrogar. La italiana cerró los ojos por unos segundos y luego los abrió en vistas a lo que su olfato le confirmaba: había atacado a esa mujer hace muy poco, hasta podría haberlo hecho en su forma bestial y no recordaba nada. Y eso explicaba el por qué de su olor impregnado en las ropas de quien le increpaba por lo sucedido. Trató de calmarse, y entre feroces jadeos y movimientos infructuosos de acercarse a ella respondió con la más pura verdad, para desgracia de las mujeres que le tenían en ese estado .- No recuerdo nada, ni siquiera sé quién eres...¡¡¡ahora suéltame o te juro que te voy a dejar sin cabeza!!! - Terminó haciendo lo de siempre, amenazando a sus contrarios mientras luchaba por soltarse. La fuerza que empleaba era cada vez mayor, y era cosa de tiempo para que las cosas se volvieran a su favor.

Por varios minutos lo único que se repitió por parte de Gianella, casi como una improvisación de baile, fueron sus esfuerzos manifestados en aquella lucha contra las ramas que no cedían a pesar de la fuerza bruta que ya estaba usando desde hacía rato. También gruñía, con sus ojos casi sin pupila, casi tiñiéndose por completo de amarillo, estando en el límite de la cordura y el control que darían paso en no mucho tiempo a la bestia dentro de ella, la cual ya estaba destrozando las cadenas del alma de Gianella con su instinto sangriento y destructor.

Vio acercarse a la vampira y emitió un sonido que bien podía parecer un ladrido o un bufido, pero lo que importaba era que era una acción de absoluto rechazo. Le tomaron del mentón e intentó morderle la mano, y ante la orden que tenía como valor agregado el poder de persuasión siguió luchando. Lo único que tenía de humana en ese instante era el cuerpo, porque cada comentario fue repelido con negaciones de cabeza enérgicas con los ojos cerrados que no daban ninguna respuesta demasiado clara.

Le escuchó hablar, viendo cómo un imaginario puñal de plata se le acercaba directo al pecho, hasta que con toda la crueldad del don de la palabra sintió cómo éste se le clavaba en el punto más débil de su cuerpo y de su mente: su pasado. Abrió los ojos, regresando a ellos un leve tono azulado que hizo ver a sus orbes de color verdoso y se calmó de manera perturbadora, dando paso a una respiración enérgica que, como una reacción en cadena trajo un sentimiento completamente distinto a colación: frustración. Agachó la cabeza y siguió negando con la cabeza, con los colmillos notándose en su boca con gran facilidad, atrayendo la atención como quien se desnuda repentinamente en la calle. Sin embargo, tanta aparente calma se esfumó y regresó la rabia, que mezclada con esos sentimientos de dolor tan punzantes tanto como las ramas que la mantenían aún fuertemente apresada y como la daga imaginaria que le "hacía sangrar" a cada segundo. - Déjenme ir...¡¡¡déjenme ir o les mataré!!! - dijo con la mente perdida en otro lugar que no era ni su instinto ni aquella realidad: sus recuerdos.

Y entre tanta multipolaridad, unas gotas de agua muy particulares empezaron a manchar el suelo. Eran el fruto del dolor de Gianella.

No pensaba soltar a la licantropa hasta que fuer seguro y para eso Carmmine debía asegurarse de eso. La vi examinándola y le pregunto su nombre, cosa que no contesto la apresada. Siguió luchando contra las ramas, tratando de librarse. Hubo un momento en el que la loba agacho la cabeza cuando la vampira le dijo que pudo haber herido a un ser querido. Reconocí aquella mirada... algo le había pasado antes... pero luego volvió a su ira y comenzó de nuevo a luchar por su libertad. No sabíamos a que hacer... comencé a notar que la licantropa se estaba hiriendo. Hasta yo podía olfatear la sangre que le salia del cuerpo, sin poder verlas. No me estaba gustando nada...

-Detente.-le pedí a la loba con voz clara, pero no me escucho. Seguía peleando y pude ver algo transparente que caía... agua salada.-Basta!!-grite desesperada.-Por favor no sigas o terminaras lastimada!!-no pude evitar contener mis lagrimas... ver a alguien sufrir... simplemente me lastimaba a mi.-No se que pasa por tu cabeza ahora, pero por favor... si aun te queda algo humano, entiéndeme y no te lastimes mas... al menos, hazlo por aquellos que quieres...-le dije con lagrimas en los ojos.

Quería hacer algo... algo que la calmara y pensara racionalmente. No quería por ningún motivo recurrir a sacrificios y sabia o al menos esperaba que Carmmine entendiera eso. Recordé un hechizo para hombres lobos, que consistía en disminuir sus poderes licantropos a tal punto que parecería que fueran humanos otra vez. Pero solo funcionaba cuando la luna llena reinaba, cosa que afortunadamente, había esa noche, pero no sabia cuanto tiempo duraría el efecto... eso dependería de la loba.

Me arrodille y comencé a rezar... puse gran esfuerzo a pesar de mi herida en la cabeza. De a poco, fui moviendo las ramas, pero solamente apresaban su cuello, las muñecas y tobillos de la loba sentada en el suelo. Rece que aquello fuera suficiente, al menos para que entendiera que no quería hacerle daño. Me acerque, me senté frente a ella y comencé a curarle las heridas con mucho cuidado. Aun no confiaba en que no me atacaría, pero no la dejaría así tampoco... no estaba en mi naturaleza dejar a alguien herido.

A pesar de todo, ella seguía moviéndose. A pesar de las ramas que se enterraban en su cuerpo hinchado, al límite de la conversión a la bestia asesina que había atacado a la más "normal" de esas mujeres. A pesar de las lágrimas que caían sin oposición desde esos ojos que se debatían entre la ira y la pena más absoluta. A pesar de su cuerpo que ahora caía de rodillas por la presión, el cansancio y la sangre que ya brotaba de todos lados. Las palabras de la mujer le retumbaban como campanazos, eran ruidos tan molestos que su propia bestia le devoraba la mente para no escuchar nada más y lanzarse a atacarla...pero no se movió, ni siquiera con la disminución del agarre que se limitaba a su cuello, sus muñecas y sus tobillos. ¿Acaso su cuerpo estaba siendo adormecido? No lo supo, ya que sus ojos se fueron a negro.

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" Gianella, ¿me ayudas con un pedido?"
" ¡Asesina! ¡No mereces vivir!"
" No quiero tu ayuda, ¡¡no necesito la ayuda de nadie!!"
" Gianella...."
" ..."
" Yo te amo...no me dejes aquí...."
" Sybelle...yo...."
" ¡¡¡Gianella!!!"

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Parecía haber perdido la consciencia unos instantes, y eso explicaba el hecho que durante las curaciones que le realizaba Janelle no se había movido un centímetro. Entreabrió los ojos y los tuvo que volver a cerrar. Estaba mareada. Pero eso le obligó a volver a abrirlos y afrontar la horrible realidad que le había tocado vivir, realidad que se pasó en su cabeza cronológicamente con la velocidad de un tornado. Se intentó levantar, pero cayó de nuevo al suelo con los brazos en cruz y las articulaciones lastimadas. La bestia se había tranquilizado, y su llanto también. Sus ojos ahora azulados aún empapados de lágrimas levemente se alzaron, y al notar los rostros inquisitivos de las otras dos mujeres, decidió esconderlos de nuevo y darles como vista privilegiada el suelo. No iba a hablar. Ya estaba decidido.

La loba seguía moviéndose débilmente... Yo seguía curando sus heridas que parecía estar en todas partes. Note que abría y cerraba los ojos como si estuviera durmiéndose... Quiso levantarse, pero se caía de nuevo al suelo. Parecía que mi hechizo había tenido efecto exitoso. Por un momento nos miro y luego bajo la vista al suelo... No creía que iba a hablar... Me daba tristeza... Termine de curar sus heridas y pase una mano por la frente para secar el poco sudor que tenia. Sonreí y le acaricie un poco la cabeza a la licantropa.

-Ya esta. Las heridas cicatrizaron.-le dije en baja voz para no provocarla.-Si tuviera algo de agua y tela te limpiaría un poco, pero dudo que encuentre algo por aquí.-agregue como una pequeña broma para animar un poco el ambiente. Al ver que la loba no me hacia mucho caso intente otra cosa.-No tienes que explicarme nada de lo sucedido ahora, si no quieres. Pero al menos me dirás tu nombre?-le pregunte. Recordaba que ya Carmmine le había ordenado que le dijera su nombre, pero quise intentarlo de un modo mas amable.-Por si no lo sabes, mi nombre es Janelle.-me presente a pesar de que hubiera posibilidades de que no consiguiera siquiera un nombre.

Mire a Carmmine que seguía detrás de la loba, en guardia por si llegara a hacer alguna estupidez. Le sonreí como diciendo "Lo intente" y volví mi mirada a la apresada. Parecía una prisionera, al aire libre ademas de que no parecía cómoda en esa posición. Recite el conjuro de las plantas de nuevo e hice que formaran algo parecido a una silla donde podía descansar la espalda apoyada en lo que seria el respaldo. Todo eso sin liberarla de sus ataduras a pesar de que parecía débil, pero no sabia que tan rápido un licantropo recuperaba sus fuerzas. Suspire un poco desesperanzada al ver que no podía soltarla sin que hiciera algún movimiento inesperado. Quería confiar en ella, pero con la luna llena todavía reinando y con mi hechizo en ella, no podía saber que sucedería.

-Esto no tiene porque ser así...-le hable de nuevo.-Me gustaría mucho ayudarte si me lo permitieras... Y si me lo permites, también podría ser tu amiga.-le dije con otra sonrisa esperando que confiara en mi. Estando en ese estado mas tranquilo, esperaba que al menos Carmmine se relajara un poco... Pero no sabia que esperar de esa vampira mas que un estado de alerta.