I'm Only Happy When it Rains [Pv]

por **Anne-Marie Van Dyck** Lun Jun 06, 2011 4:18 pm

Como las demas ultimas mañanas Anne habia abierto los ojos antes de tiempo y llevaba largas horas dando vueltas y vueltas en el lecho, adoptando una posicion tras otra la cual finalmente le resultaba incomoda. Cerraba los ojos pero no descansaba, la sensacion de la preocupacion la tenia en vela. Pudo quedarse mas tiempo tirada, con la mirada fija en la ventana por la cual se entreveian los primeros rayos de sol que se filtraban por las cortinas. En lugar de eso decidio buscar un entretenimiento para su mente. Despues de un baño podria tomar su libro favorito y releerselo por vigesimoquinta vez. Llamaron a su puerta y tras la entrada de la muchacha que la ayudaba en sus quehaceres matutino, la rutina comenzo y prosiguio como todas las mañanas. De vez en cuando se le escapaba un suspiro resignado, cuando la peinaban o cuando le arreglaban y le ceñian el corpiño del vestido.

Mientras tomaba su te matutino acompañado de nada, pues no tenia hambre se puso a divagar y encontró algo que hacer, algo que sin duda la sacaria de su rutina. Pronto se daria el acontecimiento de su cumpleaños y como todos los años ella, siguiendo una tradicion por respeto a su madre y a los que la rodeaban se colocaba el mismo vestido desde que tenia 15. Su cuerpo no habia dado un gran cambio, quizas habia crecido unos centimetros mas tan solo, le seguia quedando bien. Era un vestido precioso, pero Anne sintio una extraña repulsion al verlo. Ya no tenia 15 años, era toda una mujer y considero que necesitaba un vestido de mujer y no de una niña.

Asi que acompañada de su criada de confianza saldrian a los mercados mas exclusivos de las calles centricas de paris en busca del vestido perfecto. Anne, que muy pocas veces salia de su hacienda observaba hacia de cosas poco importante una montaña de arena. Se acerco emocionada a un puesto ambulante colorido por sus multiples y olorosas flores y aspiro profundamente todo ese aroma.
-¡Son tan bonitas!- exclamo risueña -Amelia...¿Crees que los tulipanes azules le gusten a Milo?- preguntó en un tono suave con el rostro dirigido a la criada, la cual asintió con la cabeza dando su aprobacion.

Las calles estaba concurridas, bullian pura y excitante vida y Anne abrazada a un generoso ramo de tulipanes fue observando escaparate por escaparate, buscando el vestido ideal.

por **Doreen Jussieu** Mar Jun 07, 2011 12:10 pm

"Distracción, distracción, distracción" Esa palabra iba y venía de manera suave a casi gritos en el interior de la joven castaña. Su arreglo era un poco más sencillo de lo normal desde que había adaptado esta nueva vida. Él no se encontraba en la ciudad y ya que no le importaba mucho el verse lo suficientemente hermosa para otro hombre. Sonrió mientras se miraba al espero, las mejillas las tenía enrojecidas a causa del calor del día, hace días se la había pasado encerrada en la habitación, la palidez de su piel era lo único que podía ver. No duro mucho tiempo contemplándose, esa imagen que reflejaba no le gustaba para nada, por eso, intentaría salir de la casa del conde, del cuarto de su prometido para poder enfrentar un poco el mundo y distraerse. La chica camino por la habitación de manera ansiosa, ¿salir o no salir? ¿Desde cuando le tenía miedo al exterior. Ella había escapado de casa para poder tener libertad, para poder caminar por las calles sin ningún problema, pero ahora le aterraba lo que más deseaba porque lo extrañaba. Después de tiempo de meditación, salió de la habitación, le pareció demasiado extraño el no ver a Darcy o a su amiga Sybelle rondando por alguno de los lugares, pero agradecía no toparse a ninguno pues no quería dar explicación alguna de su estado de animo.

El clima estaba siendo demasiado perfecto para el día. Las cosas se estaban tornando a su favor. Sentir los rayos del sol sobre su cuerpo la animaron a seguir disfrutando del día. Mientras avanzaba a pasos cortos pero gráciles, Doreen contemplaba todo a su alrededor como una buena artista. Para ella, disfrutar de el paisaje natural sin ningún problema era un regalo demasiado hermoso. Demasiado incluso que la mejor joya del mundo, ya que los paisajes, los escenarios te hacen tener los mejores recuerdos, los mejores que puedes llevarte hasta la muerte, en cambio un regalo material te daba alegrías momentáneas que en el transcurso del día se te iba olvidando. Pronto llego caminando a la zona comercial. Tenía ganas de comprar algo para el regreso de su caballero. Un vestido bonito con el cual poder encantarlo había recibido dinero de su hermano que se encontraba del otro lado del mundo. Todo lo había estado ahorrando para poder darse pequeños regalos como este, odiaba tener que abusar de la amabilidad de su amigo el lobo o incluso del teniente pues no se sentía con el derecho suficiente todavía. Soltó un suspiro encontrando varias tiendas abiertas. Daba gracias al respecto.

La delicada humana se paseo por algunos lugares, incluso se tomo el tiempo suficiente para poder tomar un poco de agua y seguir su búsqueda. Después de un tiempo de estar buscando, los ánimos empezaron a bajar de manera notoria. Ladeo el rostro y se puso a caminar por las calles ya solo intentando distraerse. Su cometido no estaba funcionando. A lo lejos una melena rubia, llamo su atención. La chica se quedo dudosa y abrió su bolso para poder encontrar ese pequeño pedazo de retrato que le había dado el teniente para que conociera a su hermosa hermana. Sus ojos verdes no paraban de verla en señal de asombro, ella tenía entendido que aquella persona que se aproximaba con flores y una sonrisa amplia no salía de casa. Tal vez la estaba confundiendo. Cerro los ojos y movió con brusquedad la cabeza. De manera torpe se giro haciendo que sus manos chocaran con un cuerpo - Lo siento - Dijo cuando sintió que había provocado la caída de lo que la persona tuviera en la mano. Abrió uno de los ojos de manera apenada - Lo lamento, no la vi - Se mordió el labio inferior encontrando su mirada con aquellos ojos azules hermosos que le hacían recordar al hermano de su acompañante.

por **Anne-Marie Van Dyck** Vie Jun 10, 2011 12:43 pm

Y la chica caminaba con una sonrisa radiante en el rostro, ensimismada por cada cosita curiosa que miraba, ya fueran damas con vestidos demasiados estravagantes que iban con una sombrilla en la mano para refugiarse de los rayos de sol, hombres de refinado bigote y rostro estirado, cuya barbilla estaba tan alta que apenas podian mirar bajo de ellos, niños que jugaban, colandose bajo las piernas de algunos de los viandantes.... Por ello es que iba tambien un poco distraida, siendo azuzada de vez en cuando por su acompañante quien la devolvia gentilmente a la realidad y le recordaba el motivo por el cual habian salido. Si claro, el vestido.

-Lo se, Amelia- respondió mostrando un fugaz berrinche en los labios para cuando alguien choco contra ella. Por inercia y sin desearlo abrió los brazos y dejó caer todos los tulipanes al suelo y las florecillas se desparramaron tanto a sus pies como a los suyos dejando a la rubia anonadada observando a la dama con la cual habia chocado. Le parecio muy hermosa y tras unos segundos de silencio, mientras Amelia, mas rapida fue recogiendo todas las flores, Anne sonrió y nego con la cabeza dandole importancia al hecho en si -Tranquila mi lady, ¿Ve? Los tulipanes estan bien, vos estais bien y yo tambien...no hay nada por que lamentarse- murmuro con gentileza tomando nuevamente los tulipanes y practicamente abrazandolos contra su cuerpo. La alegre muchacha debió haber seguido su camino tras el pequeño malentendido, pero no fue asi, quien sabe por que, sintio la necesidad de presentarse.

-Me llamo Anne Marie Van Dyck, tanto gusto- dijo al tiempo que se tomaba con la mano libre parte del vestido a modo de inclinacion hacia la otra bella jovencita, una costumbre muy arraigada y que provoco que unos cuantos tulipanes volvieran a caersele al suelo. Apenada solto un suspiro y se inclino ella misma a recoger el par de flores caidas.

por **Doreen Jussieu** Lun Jun 13, 2011 7:46 pm

No podía dejar de ver ese par de ojos azules, el gran parecido que tenían. Por extraña razón, aunque no fueran la misma persona obviamente, se sintió cómoda, incluso protegida, se sentía demasiado cerca de su teniente a pesar de que él se encontrara fuera de París con... Movió su cabeza con cierta brusquedad para olvidar aquel pensamiento, no podía permitirse ponerse triste al recordar aquello, mucho menos teniendo a la hermana de su amor. A la hermana consentida, a la que más él amaba, por eso Doreen sentía tanta curiosidad. ¿Se vería bien? ¿Estaba en el lugar correcto? Milo quería presentársela ¿Y si hacía mal al conocerla antes de tiempo? Muchas preguntas y reproches asomaron a su cabeza. "Basta Doreen" Se dijo más de dos veces en su mente. Tomó una bocana de aire y se calmo, o bueno al menos calmó sus nervios. Se calmó por completo, colocó sus manos enfrente de ella enredando sus dedos. Se percató que al estar nerviosa había olvidado las cosas que había ocasionado cayeran al suelo - Oh lo siento - De manera rápida pero mostrando la delicadeza de sus movimientos se agachó un poco para ayudar a la mujer que acompañaba a la rubia para recoger los tulipanes, para su mala suerte todo estaba recogido.

Escucho la presentación mientras sonreía. Su primera impresión de la chica de los ojos azules fue la alegría, humildad y accesibilidad que le mostraba, ya que ella era una desconocida y se detenía a presentarse. Doreen tomo suavemente, de cada lado de ella, su vestido, inclino el cuerpo haciendo una reverencia - Un placer conocerle madame, mi nombre es Doreen Caracciolo, para servirle - Se volvió a erguir sonriente. - Una flor hermosa no se arruina aunque sea arrancada del suelo, aunque pase de mano en mano, solo el paso del tiempo le hace perder vida igual que nosotros, pero apuesto a que ha disfrutado incluso la caída por tener la recompensa de volver a sus brazos - A Doreen le gustaban las flores - ¿Las lleva a casa? - Se preguntaba como era la residencia de Milo, este siempre le había prometido llevarla para conocer parte de él, parte de su vida pasada y para que conociera a su hermana. ¿Sería prudente decir que conocía a su hermano? La señorita Caracciolo se sentía tan confundida, no sabía que decir, como actuar, que pensar... Pero ahora había decidido actuar con el corazón.

Se situó a su lado mientras observaba una tienda, después la miro de reojo y soltó aire. - Dígame. ¿A que ha venido a este lugar señorita? - Si, Doreen era demasiado curiosa.Tal vez la pregunta no era la más correcta, el atrevimiento, pero no sabía que otro tema sacar a la luz. - ¿Las tiendas para damas son hermosas, no le parece? - Le sonrió ampliamente mientras se acomodaba las capas de su vestido. Sin querer se le deslizó de los dedos el pequeño retrato que tenía de Anne-Marie, no se había dado cuenta hasta que la joven Amelia se agacho por el dejando mostrar su nerviosismo cuando le entrego el papel a Doreen. Observó a la rubia nerviosa y soltó un suspiro - No se espante tengo que explicarle - Le tendió el retrato para que lo tomará - Milo me lo dio, se lo estoy guardando - Bajo la mirada avergonzada. Que mala manera de dar una impresión buena a la chica. ¿La había espantado? Esperaba que no. - No estaba muy segura si era usted, hasta que vi sus ojos perfectamente iguales a los de él - El brillo en los ojos de Doreen al hablar aunque sea de manera mínima de él delataba su amor y devoción por el soldado.

por **Anne-Marie Van Dyck** Jue Jun 16, 2011 6:31 am

De nuevo con las flores en la mano, de tanto estrujarlas acabaria con ellas en cuestion de segundos, pero tampoco lo hacia queriendo. La observo en silencio, con una sonrisa en el rostro un tanto extrañada, sentia un palpito, como una señal inequivoca del destino que le decia que debia conocer a esta joven de cuyos labios fluian palabras hermosas que la hicieron sonrojar ligeramente.
-Que linda, sigue disculpandose cuando no tiene por que...- comento mas para ella misma que para cualquiera, solo que su voz fue mas bien audible -esto...si, si claro. Son para mi hermano que regreso hara unos dias... Las vi e inmediatamente pensé en el.- asintio dulcemente encogiendose de hombros con levedad.

Sintio la rubia un pequeño toquecito en el codo, era su dama de compañia que le metia prisa silenciosamente.
-Ah! ¡Son preciosas!- exclamo sobresaltada por su pregunta -Y yo...yo iba...En realidad estoy buscando un vestido especial, dentro de poco sera mi cumpleaños.- respondio mirando de reojo a Amelia, con un ligero puchero en los labios para que le diese un poco de "aire". Ella apenas salia de la hacienda, no tenia amigas mas alla de sus sirvientas, criados..no tenia confidentes ya que sus hermanas se habian ido. Sentia la necesidad de socializar con alguien. Amelia comprendio eso y asintio con paciencia. Justo cuando se disponia a alejarse un poco de Anne, para buscar alguna tienda que pudiera captar la atencion de la noble joven aquella foto cayó al suelo.

La rubia se sintio totalmente desconcertada y desde luego aguardaba estoicamente la explicacion de Doreen. Tomo el retrato y miro su propio rostro, un poco mas joven. Debia ser de cuando tenia 15 años. Portaba ese vestido que la hacia parecer tan niña. Recordaba en que momento se hizo esta foto, uno de sus cumpleaños pasados.
-¿De que conoceis a mi hermano?- pregunto curiosa acercandose para devolverle la fotografia. "¿Le ha llamado Milo?" pensó la rubia incrementandose asi su ansias de saber. Que ella supiera, solo sus familiares y amigos mas cercanos llamaban asi al capitan...entonces no quedaba otra, estaba frente a una amiga de MIlo.

-¿Sabe que? Creo que el vestido puede esperar...- lanzo antes de obtener respuesta alguna por parte de la joven -Amelia, toma estas flores, llevalas a casa y ponlas en agua por favor.- dijo tendiendole el ramo y ante la mirada de desaprobacion volvio a torcer los labios, esta vez en un pequeño berrinche -¡Estare bien Amelie, la señorita Caracciolo me cuidara.. ¿Verdad que si?- ladea el rostro sonriente buscando la aprobacion de la otra jovencita. Amelia solo suspira y asiente a sabiendas de que es dificil cambiar los designios de Anne, prefiere obedecer, pero volvera lo mas rapido que pueda, pues debia cumplir las ordenes que habia recibido directamente de su hermano: "No la dejes sola".

por **Doreen Jussieu** Lun Jun 20, 2011 2:30 am

Todo había pasado demasiado rápido. La delicada cara de consternación de la hermana del teniente, su preocupación, la pequeña explicación, las ordenes a la dama de compañía, la cercanía. A Doreen a penas le había dado tiempo de tener un respiro cuando la delicada chica despidió a su acompañante para seguir la tarde con ella. Aquello le había producido un vuelco en el corazón. ¿Qué le diría? ¿Amo a ti hermano? Soltó una risa un poco nerviosa pero asintió a cuidarla, era lo menos que podía hacerlo. Lo irónico aquí era que Milo se la pasaba dando la vida por esas dos señoritas, por la seguridad de ambas, incluso por que estuvieran con el semblante alegre. Doreen sintió la fuerza necesaria recordando sus ojos para cuidar a la persona que él más amaba: Su hermana. Se tranquilizo por completo al ver a la chica ceder. Había recordado las palabras del teniente: Son muy parecidas. Y fue cuando la bondad e inocencia de la chica se reflejo en los ojos azules de Anne, se sintió tranquila, seguramente era de las chicas que ayudaban, escuchaban, comprendían, querían, amaban sin necesidad de ver dobles intenciones. Fue entonces cuando observo a la dama retirarse para darles el espacio que requerían. Niños corriendo a su alrededor, mujeres gastando todas las riquezas que algunos no tenían, hombres alardeando su buena vida, niños inocentes corriendo de aquí para allá en las calles en busca de aventuras nueva con su imaginación, tiendas de ropa, puestos de comida, y ellas dos en medio del caos. ¿Qué era conveniente realizar en esa hermosa tarde?

Decidió comenzar a camina entre aquella multitud no sin antes tomar la mano de su acompañante con suavidad. De tanta gente que había alrededor de ellas era mejor no separarse para no tener una preocupación más grande al buscarse. La miró de reojo mientras dibujaba una sonrisa ya de tranquilidad. - Si, conozco a su hermano - Habló por fin la chica observando de nuevo el camino. Quería evitar lo evidente, quería ser más precavida pero no era posible y aunque se mordió el labio inferior para tranquilizarse ese rubor que delataba sus sentimientos hacía el joven volvió a mostrarse en sus mejillas de manera pronunciada. El carmín era un color encantador en las mejillas de la humana, la hacía resaltar el color blanco de su piel e incluso resaltaba el color de sus ojos pero le molestaba un poco el hecho de ser tan expresiva con su rostro. - Anne - Marie... - Suspiró un poco para ya dejar su atención por completo en la rubia. - Las flores son hermosa, seguro le gustaran al teniente - Asintió recordando lo que había provocado, la caída de aquellas que eran compradas con tanto amor para el regreso de un ser querido.

Por un pequeño momento Doreen se adentro en sus pensamientos. Recordó dos cuadros y sonrió ampliamente para animar a la chica a buscar el vestido perfecto - ¿Qué es lo que busca en un vestido para que le agrade por completo? - Se detuvo para observar del otro lado de la calle. Una hilera de tiendas con estantes que mostraban elegantes vestidos llenos de colores que llamaba la atención de cualquiera. Para Doreen gastar tanto en un vestido no le era del todo apropiado pero desde que había escapado de casa sabía cuan cansado era obtener ese dinero para comprar una sencilla prenda. Desde ese entonces no se había dado los lujos de los que estaba acostumbrada. - Mire aquel vestido, seguro si pedimos algo de su talla podrá quedar aun más perfecto. Es cuestión de saber buscar - Una extraña sensación se apodero de su cuerpo. Había tenido tanto miedo de la aprobación de la hermana de Milo que ahora le daba la vida la oportunidad de conocerla para tener una amiga. Doreen siempre estaba rodeada de caballeros, daba gracias a que Milo la protegía, tenía una buena amiga Sybelle pero esta tenía tiempos reducidos y platicaban poco. Ver a Anne era tener la esperanza de una confidente, de alguien que pudiera abrazarla cuando tuviera miedo o tristeza pero también compartiera sus alegrías. Dio un suave tirón a la mano de la chica para poder llevar a la tienda. La tarde pintaba para ser muy buena.

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