AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Página 1 de 1.
The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Una tarde más de trabajo, una tarde más de tocar para un montón de desconocidos que les da igual si vivo o muero, una tarde más de desperdiciar mi talento de este modo; pero tengo que comer, y comparar cuerdas nuevas, estas no durarán mucho. Cualquier lugar sería mejor que este, ¿y si me regresara a Cataluña?, ¿y si me arrastrara hasta la puerta de casa de mis padres pidiendo que aunque me oculten y no me hereden nada, me den algo de comer y un techo?, sería la última de las humillaciones, y no, no estoy preparado para hacerlo, es más, nada me asegura que sigan vivos, tal vez tuvieron otro hijo y ahora él es el dueño de todos esos terrenos entre los Pirineos y el Llobregat, yo pasé al olvido, a mi nunca me tuvieron, ni quiera me dieron por muerto, simplemente no existí.
Conforme mis pensamientos se fueron haciendo más negros la música aumentó de intensidad, no lo noté, no noté en qué momento fui incrementando la furia con la que rasgaba las cuerdas con el arco hasta que sucedió lo inevitable, una de las cuerdas se trozó, y no sólo eso, en su viaje violento me tocó la cara, en la mejilla cerca del ojo, me llevo una mano y en mis dedos encuentro sangre, cuento hasta cinco que es lo que tardará en sanar una herida tan superficial en un lican como yo. Creo que nadie me presta atención ya hasta que alzo la mirada después del incidente y veo a un joven atento a mis movimientos, no luce más afortunado que yo, su ropa también es humilde y su expresión es serena.
Conforme mis pensamientos se fueron haciendo más negros la música aumentó de intensidad, no lo noté, no noté en qué momento fui incrementando la furia con la que rasgaba las cuerdas con el arco hasta que sucedió lo inevitable, una de las cuerdas se trozó, y no sólo eso, en su viaje violento me tocó la cara, en la mejilla cerca del ojo, me llevo una mano y en mis dedos encuentro sangre, cuento hasta cinco que es lo que tardará en sanar una herida tan superficial en un lican como yo. Creo que nadie me presta atención ya hasta que alzo la mirada después del incidente y veo a un joven atento a mis movimientos, no luce más afortunado que yo, su ropa también es humilde y su expresión es serena.
Última edición por Pablo Díaz-Reixa el Miér Jun 15, 2011 4:27 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Había llegado a París apenas hacía unas horas, una sola maleta en mi mano me había acompañado en el largo viaje en barco, una que llevaba apenas unas cuantas prendas de ropa tan desgastada como la que traía encima, una carta, un jersey quemado en la parte de la barriga y un par de manzanas para comer esta noche. No estaba tan mal, había dormido bajo una cama en uno de los camarotes del barco a falta de tener suficiente dinero para comprar un boleto decente, había cargado cajas y limpiado la cubierta para pagar mis comidas, incluso había entretenido al capitán con melodías sentado al piano mientras él y gente más agraciada monetariamente que yo cenaban sus alimentos ostentosos. No me importaba, iba a París porque en Madrid no me quedaba absolutamente nada qué hacer, nadie a quién cuidar. Era como borrar y comenzar de nuevo.
Saliendo del puerto decidí que debía ir a conseguir un lugar dónde pasar la noche, un hostal, un cuarto que rentaran, un callejón con suficientes cajas para poder cubrirme del viento que por momentos arreciaba. Después de haber paseado por un montón de lugares, oscureciendo el día, avanzando el tiempo, sin encontrar nada, me senté en algún lugar de cuya ubicación geográfica no estaba seguro. No tenía a dónde ir, ni sabía a dónde quería llegar así que no podía estar perdido, por lo que dejando mi maleta como asiento me dediqué a ver pasar a los transeúntes. Mujeres, hombres, niños, incluso perros y gatos que pasaban a mi lado sin siquiera dedicarme una miradita. Hasta que llegó él.
Lo vi acomodarse en un lugar estratégico, sacar su violín al que trataba con tanta parsimonia y respeto, comenzar a tocar aumentando el ritmo y algo más que se dejaba ver a cada movimiento de su brazo. ¿Rabia? Manos en mis muslos no dejaba de mirarlo, parecía que tamborileaba mis dedos sobre mis rodillas pero en realidad lo que hacía era acompañarlo. Acompañar su melodía con mis acordes invisibles en un piano imaginario. Dominaba el piano, nunca había estudiado una sola nota pero cuando veía ese instrumento, sabía qué teclas digitar, cuando escuchaba una melodía, en mi mente se dibujaba la partitura perfecta, cuando miraba a un artista, mis dedos lo acompañaban al compás de su propia música. Los pianos eran muy caros y lo más cerca que había estado de uno de esos instrumentos tan majesutosos había sido sentarme en las madrugadas en el piano del burdel a tocar canciones que se me ocurrían en ese momento y que debían durar menos de una hora. Antes de que fueran a reñirme por usar algo que no era mí. ¿Desde cuándo tenía ese don? Parecía haber sido lo único que no había olvidado de mi vida anterior a los cinco años.
El hechizo de la música se rompió cuando una cuerda de su violín transformada en látigo le cortó el rostro. Se cayó la melodía, el encanto de estar acompañándolo, se rompió la burbuja y me miró. Un segundo en que nos miramos y luego giré el rostro, apenado. ¿Qué habrá pensado de mi? Eso debió haberle dolido. Apreté mis manos sobre mis rodillas mirando de cuando en cuando de reojo notando que aún me miraba. Cielos.
Saliendo del puerto decidí que debía ir a conseguir un lugar dónde pasar la noche, un hostal, un cuarto que rentaran, un callejón con suficientes cajas para poder cubrirme del viento que por momentos arreciaba. Después de haber paseado por un montón de lugares, oscureciendo el día, avanzando el tiempo, sin encontrar nada, me senté en algún lugar de cuya ubicación geográfica no estaba seguro. No tenía a dónde ir, ni sabía a dónde quería llegar así que no podía estar perdido, por lo que dejando mi maleta como asiento me dediqué a ver pasar a los transeúntes. Mujeres, hombres, niños, incluso perros y gatos que pasaban a mi lado sin siquiera dedicarme una miradita. Hasta que llegó él.
Lo vi acomodarse en un lugar estratégico, sacar su violín al que trataba con tanta parsimonia y respeto, comenzar a tocar aumentando el ritmo y algo más que se dejaba ver a cada movimiento de su brazo. ¿Rabia? Manos en mis muslos no dejaba de mirarlo, parecía que tamborileaba mis dedos sobre mis rodillas pero en realidad lo que hacía era acompañarlo. Acompañar su melodía con mis acordes invisibles en un piano imaginario. Dominaba el piano, nunca había estudiado una sola nota pero cuando veía ese instrumento, sabía qué teclas digitar, cuando escuchaba una melodía, en mi mente se dibujaba la partitura perfecta, cuando miraba a un artista, mis dedos lo acompañaban al compás de su propia música. Los pianos eran muy caros y lo más cerca que había estado de uno de esos instrumentos tan majesutosos había sido sentarme en las madrugadas en el piano del burdel a tocar canciones que se me ocurrían en ese momento y que debían durar menos de una hora. Antes de que fueran a reñirme por usar algo que no era mí. ¿Desde cuándo tenía ese don? Parecía haber sido lo único que no había olvidado de mi vida anterior a los cinco años.
El hechizo de la música se rompió cuando una cuerda de su violín transformada en látigo le cortó el rostro. Se cayó la melodía, el encanto de estar acompañándolo, se rompió la burbuja y me miró. Un segundo en que nos miramos y luego giré el rostro, apenado. ¿Qué habrá pensado de mi? Eso debió haberle dolido. Apreté mis manos sobre mis rodillas mirando de cuando en cuando de reojo notando que aún me miraba. Cielos.
Rodrigo de Anda- Humano Clase Baja
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 24/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Separo la mano de mi rostro y aunque tengo la sensación de la cuerda rasgándome la mejilla, la herida está cerrada; es una ventaja ser lo que soy... a veces, pues no tendría dinero para pagar un doctor la mayoría de las veces, y al menos cuando se trata de heridas así sé que sanaré rápido. Guardo el violín en si estuche, por hoy no puedo hacer más, cuento las monedas que me han dejado y tengo que elegir qué haré con ellas, comer o comprar cuerdas, estoy seguro que en ese momento mi expresión no es precisamente alentadora.
Afianzo el estuche bajo mi brazo y me vuelvo a levantar, el joven sigue ahí, al frente del piano imaginario que me pareció ver que tocaba cuando yo lo hacía, quizá sólo eran ideas mías. Doy un paso a la dirección contraria pero puede más mi curiosidad, me recrimino mentalmente, cierro los ojos y chasqueo con la boca para luego girar 180 grados y caminar en dirección al chico, que sigue ahí, muy quieto, no se mueve de su lugar.
-Gracias -es lo primero que se me ocurre decir, y así sin contexto suena a que estoy loco-, por escucharme -aclaro, para sonar menos loco, que me haya escuchado para mi es suficiente, sé, por su apariencia, que no puede darme más que su atención.
De reojo observo sus manos, ahora posadas inmóviles sobre sus piernas, sus dedos son largos, como de pianista, pero no puedo hacer conjeturas, regreso la mirada a su rostro y le sonrío, esperando una respuesta, una señal que me haga saber que puedo preguntar o una que de plano me diga que me vaya.
Afianzo el estuche bajo mi brazo y me vuelvo a levantar, el joven sigue ahí, al frente del piano imaginario que me pareció ver que tocaba cuando yo lo hacía, quizá sólo eran ideas mías. Doy un paso a la dirección contraria pero puede más mi curiosidad, me recrimino mentalmente, cierro los ojos y chasqueo con la boca para luego girar 180 grados y caminar en dirección al chico, que sigue ahí, muy quieto, no se mueve de su lugar.
-Gracias -es lo primero que se me ocurre decir, y así sin contexto suena a que estoy loco-, por escucharme -aclaro, para sonar menos loco, que me haya escuchado para mi es suficiente, sé, por su apariencia, que no puede darme más que su atención.
De reojo observo sus manos, ahora posadas inmóviles sobre sus piernas, sus dedos son largos, como de pianista, pero no puedo hacer conjeturas, regreso la mirada a su rostro y le sonrío, esperando una respuesta, una señal que me haga saber que puedo preguntar o una que de plano me diga que me vaya.
Invitado- Invitado
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Sentía las mejillas calientes, sabía que estaba rojo como tomate porque no me gustaba que se dieran cuenta de que me gustaba escuchar música, en realidad no me gustaba que mis actitudes desvelaran lo que era yo en realidad pero era tan ingenuo que lo hacía sin pensarlo. Dejé que el viento que corría me golpeara la piel del rostro para que se bajara el tono rojizo que me había invadido mientras olvidaba por sólo un segundo que acababa de quedarme viendo a un violinista callejero sin que siquiera fuera invitado a mirar. ¿Qué derecho tenía yo de escuchar su música si no tenía absolutamente ni una moneda partida por la mitad para darle? Sobretodo después de semejante infortunio con la cuerda de su instrumento.
Yo nunca había tocado en las calles, si soy sincero, ni siquiera sabía cómo iba a mantenerme una vez que había llegado a París, no sabía si tendría dónde dormir o dónde comer, no sabía absolutamente nada, tenía dinero ahorrado, el de mi madre pero no me duraría para siempre, y a diferencia del chico que tocaba en la calle, yo no podía cargar con un piano para buscar alguien que pudiera contratarme, ni siquiera tenía suficiente dinero para comprarme un piano. Iba a tener problemas si no lograba que alguien me contratara aunque sea para limpiar pisos, sacar la basura, cargar cajas.
Me llevé la mano a la nuca pensando en qué podría hacer para ganarme el pan en esta ciudad tomándome por sorpresa el agradecimiento del chico. Giré la mirada hacia él sintiéndome poco merecedor de lo que tenía que decirme porque yo no había hecho nada. Por sólo un segundo pensé que querría pedirme dinero e instintivamente metí las manos a los bolsillos del pantalón para rebuscarme alguna moneda suelta que pudiera regalarle. Nada. Todo mi dinero lo llevaba en la maleta, bien resguardado en una bolsita de terciopelo. Alcé las cejas negando a lo que me decía, ¿Qué podía tener de bueno que un pobre como yo lo escuchara?
-Si no he hecho nada-
Sonreí un poco no pudiendo sostener su mirada durante demasiado tiempo y volviendo a sentir que me sonrojaba instantáneamente. Sólo lo había escuchado y eso no contaba precisamente como un favor. Ni siquiera te daba para comer. En ese momentó deseé poder darle dinero.
-Siento lo de tu cuerda-
Yo nunca había tocado en las calles, si soy sincero, ni siquiera sabía cómo iba a mantenerme una vez que había llegado a París, no sabía si tendría dónde dormir o dónde comer, no sabía absolutamente nada, tenía dinero ahorrado, el de mi madre pero no me duraría para siempre, y a diferencia del chico que tocaba en la calle, yo no podía cargar con un piano para buscar alguien que pudiera contratarme, ni siquiera tenía suficiente dinero para comprarme un piano. Iba a tener problemas si no lograba que alguien me contratara aunque sea para limpiar pisos, sacar la basura, cargar cajas.
Me llevé la mano a la nuca pensando en qué podría hacer para ganarme el pan en esta ciudad tomándome por sorpresa el agradecimiento del chico. Giré la mirada hacia él sintiéndome poco merecedor de lo que tenía que decirme porque yo no había hecho nada. Por sólo un segundo pensé que querría pedirme dinero e instintivamente metí las manos a los bolsillos del pantalón para rebuscarme alguna moneda suelta que pudiera regalarle. Nada. Todo mi dinero lo llevaba en la maleta, bien resguardado en una bolsita de terciopelo. Alcé las cejas negando a lo que me decía, ¿Qué podía tener de bueno que un pobre como yo lo escuchara?
-Si no he hecho nada-
Sonreí un poco no pudiendo sostener su mirada durante demasiado tiempo y volviendo a sentir que me sonrojaba instantáneamente. Sólo lo había escuchado y eso no contaba precisamente como un favor. Ni siquiera te daba para comer. En ese momentó deseé poder darle dinero.
-Siento lo de tu cuerda-
Rodrigo de Anda- Humano Clase Baja
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 24/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Me encogí de hombros mientras afianzaba el violín bajo mi brazo.
-Son cosas que pasan –respondí al respecto de la cuerda, claro que eran cosas que pasaban pero el problema aquí radicaba en mi poco dinero, debía elegir entre comer o comprar la cuerda, suspiré, ya habría tiempo de pensar en eso. Le sonreí al joven que no lucía más platicador que yo.
-Por escucharme, gracias por eso -¿se lo había dicho ya?, no lo sé, pero valía la pena volverlo a hacer -mucha gente pasa de largo, ni quisiera voltea a verme, al menos tú te detuviste a escucharme –conforme dije aquellas palabras fui agachando la mirada, admitiendo lo difícil que era subsistir de algo tan subjetivo como la música, aunque de una cosa estaba seguro, podría tener miles de defectos, mi condición de licántropo incluida, pero la música… en la música soy bueno, lo sé, sólo no he tenido mi gran oportunidad, pero estoy seguro que en un sitio como París es más probable que llegue, si me quedaba en Barcelona tal vez hubiera tenido que esperarla eternamente.
Era difícil, debía admitirlo, pero algún día seré capaz de vivir y vivir bien gracias a la música, a mis composiciones, a mi talento, que es lo único que verdaderamente tengo.
-Soy Pablo –me presenté ante el desconocido, tratando de sonreír pero sin mucho éxito, mis habilidades sociales están entumidas, sólo platico con Antonella desde que llegué a París, pero a ella no le importa lo torpe que soy para hablar, ella habla por los dos, pero ahora, frente a este chico me doy cuenta de lo complicado que me resulta todo eso de socializar. Me quedo callado pensando en eso y esperando que él diga algo más, las tres o cuatro palabras que he dicho es más de lo que se puede esperar de mí, y eso porque mi interlocutor luce igual de humilde que yo, con las personas que aparentan ser de las clases altas me cuesta más trabajo aún. Insisto, no sé cómo hice amistad con Nell, somos la excepción a la regla.
Estoy en eso cuando mi estómago gruñe, no puedo creer lo inoportuno que es, volteo a ver al joven con el semblante avergonzado, no quiero que crea que soy un muerto de hambre, que sí lo soy, pero no quiero quedar en evidencia de este modo. Me llevo la mano al bolsillo y tengo un par de francos.
-¿Quieres comer algo? –una hogaza de pan con algo de jamón tal vez, con lo que tengo en el bolsillo nos alcanzaría aunque las proporciones no fueran generosas. El dinero que había ganado esa tarde lo guardaría para la cuerda.
-Son cosas que pasan –respondí al respecto de la cuerda, claro que eran cosas que pasaban pero el problema aquí radicaba en mi poco dinero, debía elegir entre comer o comprar la cuerda, suspiré, ya habría tiempo de pensar en eso. Le sonreí al joven que no lucía más platicador que yo.
-Por escucharme, gracias por eso -¿se lo había dicho ya?, no lo sé, pero valía la pena volverlo a hacer -mucha gente pasa de largo, ni quisiera voltea a verme, al menos tú te detuviste a escucharme –conforme dije aquellas palabras fui agachando la mirada, admitiendo lo difícil que era subsistir de algo tan subjetivo como la música, aunque de una cosa estaba seguro, podría tener miles de defectos, mi condición de licántropo incluida, pero la música… en la música soy bueno, lo sé, sólo no he tenido mi gran oportunidad, pero estoy seguro que en un sitio como París es más probable que llegue, si me quedaba en Barcelona tal vez hubiera tenido que esperarla eternamente.
Era difícil, debía admitirlo, pero algún día seré capaz de vivir y vivir bien gracias a la música, a mis composiciones, a mi talento, que es lo único que verdaderamente tengo.
-Soy Pablo –me presenté ante el desconocido, tratando de sonreír pero sin mucho éxito, mis habilidades sociales están entumidas, sólo platico con Antonella desde que llegué a París, pero a ella no le importa lo torpe que soy para hablar, ella habla por los dos, pero ahora, frente a este chico me doy cuenta de lo complicado que me resulta todo eso de socializar. Me quedo callado pensando en eso y esperando que él diga algo más, las tres o cuatro palabras que he dicho es más de lo que se puede esperar de mí, y eso porque mi interlocutor luce igual de humilde que yo, con las personas que aparentan ser de las clases altas me cuesta más trabajo aún. Insisto, no sé cómo hice amistad con Nell, somos la excepción a la regla.
Estoy en eso cuando mi estómago gruñe, no puedo creer lo inoportuno que es, volteo a ver al joven con el semblante avergonzado, no quiero que crea que soy un muerto de hambre, que sí lo soy, pero no quiero quedar en evidencia de este modo. Me llevo la mano al bolsillo y tengo un par de francos.
-¿Quieres comer algo? –una hogaza de pan con algo de jamón tal vez, con lo que tengo en el bolsillo nos alcanzaría aunque las proporciones no fueran generosas. El dinero que había ganado esa tarde lo guardaría para la cuerda.
Invitado- Invitado
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Eso no era precisamente una "cosa que pasaba" porque aunque si era una cosa y si sucedía de cuando en cuando, el hecho de que le pasara a alguien de su status social o el mío, era bastante malo. Yo sabía lo que era tener poco dinero y tener que escoger entre dos opciones igualmente importantes pero al parecer a él no le parecía tan problemático. Quise devolver la sonrisa pero yo siempre había sido callado y desconfiado por naturaleza. Levanté la mirada solamente para escuchar otra vez su agradecimiento que yo no me creía merecer y lo que siguió fue totalmente increíble.
-Tocando como tocas, se me hace imposible de creer-
Mis mejillas se tiñeron inmediatamente de rojo cuando lo dije, era un cumplido que usualmente me callaba pero a falta de monedas qué darle, tenía que darle algo, cualquier cosa, aunque fuera un halago de pordiosero que añoraba tener un instrumento portátil para él solito. Negué con la cabeza haciendo que unos cuantos mechones de cabello cayeran sobre mi frente dándome cuenta por primera vez que podía hablar con él en un francés que parecía estar hecho a mi medida, no con tanto acento y para nada complicado, incluso podría decirse que era algo defectuoso pero eso lo hacía mejor porque así podía entenderlo. Cuando me dijo su nombre entendí qué era lo que sucedía, él era como yo, exactamente como yo.
-Rodrigo-
De nuevo el silencio se apoderó de mi, silencio que me permitió escuchar el rugido de su estómago reclamando por comida pero como también sabía qué significaba tener hambre no hice ninguna señal de que hubiera escuchado nada, solamente me quedé con la mirada fija en mis zapatos sin hacer absolutamente nada, viviendo el tiempo que parece derramarse en cámara lenta a nuestro alrededor en medio de una incomodidad por parte de los dos hasta que él decide romperla. No había esperado que me ofrecieran comida llegando a Paris. Había estado esperando a tener que dormir en un callejón cubriéndome con algunos cartones y comiendo la mitad de una de mis manzanas como única cena. Ahora me estaban ofreciendo una comida y yo no sabía cómo actuar ante semejante amabilidad. ¿Decir que si?, ¿Negarme? nadie podía decir que yo no tuviera hambre, me veía escuálido y hambriento y pobre a simple vista.
-Pero es tu dinero-
Una contestación que apenas fue perceptible por los oídos humanos. Una parte de mi quería decir que si, probablemente era lidereada por mi estómago, pero la conciencia me picaba las entrañas diciéndome que ese no era mi dinero y que no era prudente quitarle sus medios a ese pobre chico. Me froté la punta de la nariz con el dorso de la mano sin atinar a dar alguna respuesta coherente. Aunque tal vez si compartíamos todo...
-Tocando como tocas, se me hace imposible de creer-
Mis mejillas se tiñeron inmediatamente de rojo cuando lo dije, era un cumplido que usualmente me callaba pero a falta de monedas qué darle, tenía que darle algo, cualquier cosa, aunque fuera un halago de pordiosero que añoraba tener un instrumento portátil para él solito. Negué con la cabeza haciendo que unos cuantos mechones de cabello cayeran sobre mi frente dándome cuenta por primera vez que podía hablar con él en un francés que parecía estar hecho a mi medida, no con tanto acento y para nada complicado, incluso podría decirse que era algo defectuoso pero eso lo hacía mejor porque así podía entenderlo. Cuando me dijo su nombre entendí qué era lo que sucedía, él era como yo, exactamente como yo.
-Rodrigo-
De nuevo el silencio se apoderó de mi, silencio que me permitió escuchar el rugido de su estómago reclamando por comida pero como también sabía qué significaba tener hambre no hice ninguna señal de que hubiera escuchado nada, solamente me quedé con la mirada fija en mis zapatos sin hacer absolutamente nada, viviendo el tiempo que parece derramarse en cámara lenta a nuestro alrededor en medio de una incomodidad por parte de los dos hasta que él decide romperla. No había esperado que me ofrecieran comida llegando a Paris. Había estado esperando a tener que dormir en un callejón cubriéndome con algunos cartones y comiendo la mitad de una de mis manzanas como única cena. Ahora me estaban ofreciendo una comida y yo no sabía cómo actuar ante semejante amabilidad. ¿Decir que si?, ¿Negarme? nadie podía decir que yo no tuviera hambre, me veía escuálido y hambriento y pobre a simple vista.
-Pero es tu dinero-
Una contestación que apenas fue perceptible por los oídos humanos. Una parte de mi quería decir que si, probablemente era lidereada por mi estómago, pero la conciencia me picaba las entrañas diciéndome que ese no era mi dinero y que no era prudente quitarle sus medios a ese pobre chico. Me froté la punta de la nariz con el dorso de la mano sin atinar a dar alguna respuesta coherente. Aunque tal vez si compartíamos todo...
Rodrigo de Anda- Humano Clase Baja
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 24/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Sonreí taimado cuando halagó mi talento, no soy bueno recibiendo cumplidos, pero me resulta más difícil cuando estos vienen de alguien que sabe de música, es decir, no sé qué tanto él realmente sepa sobre el tema, pero de una cosa estoy seguro, sabe tocar el piano, y al menos comprende la dificultad de ser intérprete de un instrumento, estoy seguro que no mucha gente está al tanto de ello y por eso me pasan de largo cuando me escuchan, soy sólo el acompañamiento a sus días, la música de fondo que si yo no tocara, ya otro lo haría, una pieza que se puede cambiar en este rompecabezas, sin estar al tanto que no es de ese modo, que si no estoy yo tocando las melodías tristes que sé tocar, no estará nadie más, no otro igual a mí, quizá esté un trompetista, o un mimo, pero no yo. Me quedé mirando el suelo mientras con la punta de mi zapato viejo dibujo pequeños círculos en el suelo. Mi rostro se levanta hacía a él cuando dice su nombre y abro tanto los ojos con sorpresa que debo parecer búho.
-¿Rodrigo? –repito como perico que no sabe hacer otra cosa, estoy seguro que un francés no puede llamarse así, Rodrigue tal vez, que es la versión francesa (como Roderic es la que yo conozco, la catalana) -¿eres de aquí? –quiero cerciorarme, pero encontrar a otro proveniente del reino de Su Majestad Carlos IV es como sentir algo conocido, algo a lo cual asirme, algo que me recuerda de dónde vengo y quién soy, incluso el por qué estoy aquí. Hasta este momento caigo en cuenta en cuánto realmente extraño España, a pesar de todos los recuerdos (grabados a fuego, culpa de esta misma maldición que es la que me ha exiliado), a pesar de ser el sitio que significó mi caída y desgracia, también extraño a los gitanos del extrarradio barcelonés, y las danzas de éstos, y los días de la fiesta de San Jorge.
Lo noto dubitativo ante mi invitación, incluso yo mismo me reprendo mentalmente, ¿para qué lo invito si con trabajos yo tengo para comer?, pero dicen que donde come uno comen dos, y vaya que la gente en nuestra condición de pobreza conoce bien ese dicho.
-No importa, podemos comprar pan y robar algo de miel –le digo muy seguro y un segundo después me doy cuenta de la barbaridad que se me ha escapado, ¿qué va a creer de mi?, aunque me niego a creer que él nunca lo haya hecho, además es verano, los apicultores están rebosantes de miel, no creo que extrañen una poca-, o como quieras –me encojo de hombros sin verlo a los ojos, no puedo aún con el bochorno de mi insinuación de hurtar miel. Espero su respuesta, o si tiene otra propuesta, tengo la manía de invitar a comer a cada persona que se cruza en mi camino y se ve igual que yo, es quizá por eso, si hay poca comida y el mañana es incierto, al menos me gusta pensar que la compañía hará más llevadera la situación.
-¿Rodrigo? –repito como perico que no sabe hacer otra cosa, estoy seguro que un francés no puede llamarse así, Rodrigue tal vez, que es la versión francesa (como Roderic es la que yo conozco, la catalana) -¿eres de aquí? –quiero cerciorarme, pero encontrar a otro proveniente del reino de Su Majestad Carlos IV es como sentir algo conocido, algo a lo cual asirme, algo que me recuerda de dónde vengo y quién soy, incluso el por qué estoy aquí. Hasta este momento caigo en cuenta en cuánto realmente extraño España, a pesar de todos los recuerdos (grabados a fuego, culpa de esta misma maldición que es la que me ha exiliado), a pesar de ser el sitio que significó mi caída y desgracia, también extraño a los gitanos del extrarradio barcelonés, y las danzas de éstos, y los días de la fiesta de San Jorge.
Lo noto dubitativo ante mi invitación, incluso yo mismo me reprendo mentalmente, ¿para qué lo invito si con trabajos yo tengo para comer?, pero dicen que donde come uno comen dos, y vaya que la gente en nuestra condición de pobreza conoce bien ese dicho.
-No importa, podemos comprar pan y robar algo de miel –le digo muy seguro y un segundo después me doy cuenta de la barbaridad que se me ha escapado, ¿qué va a creer de mi?, aunque me niego a creer que él nunca lo haya hecho, además es verano, los apicultores están rebosantes de miel, no creo que extrañen una poca-, o como quieras –me encojo de hombros sin verlo a los ojos, no puedo aún con el bochorno de mi insinuación de hurtar miel. Espero su respuesta, o si tiene otra propuesta, tengo la manía de invitar a comer a cada persona que se cruza en mi camino y se ve igual que yo, es quizá por eso, si hay poca comida y el mañana es incierto, al menos me gusta pensar que la compañía hará más llevadera la situación.
Invitado- Invitado
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Me mantengo en el mismo lugar y la misma posición en la que estoy sentado, manos en las rodillas, espalda encorvada, tan sólo alzando el rostro un poco para poder mirarlo a la cara. Su pregunta me tomó por sorpresa, nadie me preguntaba por mi nombre, supongo que por el hecho de que no a todo el mundo le decía cómo me llamaba. Supuse que era por lo mismo que yo pensaba. Un Pablo encontrándose a un Rodrigo en París, ¿Cuáles eran las posibilidades? Yo no conocía a ningún parisino que se llamara como ninguno de nosotros dos.
-No... acabo de llegar de Madrid...-
Debía saberlo por mi acento que carecía de elegancia, decían que el francés era el idioma que podía hacer que la mierda sonara bonita pero no en mi caso, en mi caso podrían arrestarme por echarlo todo a perder y es que apenas tuve tiempo de tomar unas cuantas lecciones con la madame del burdel en Madrid, ella era francesa y quería ayudarme pero cada día era un suplicio para mi, quedarme allá, dormir en la cama donde dormía mi madre antes de morir, acordándome de todo lo que habíamos pasado. Literalmente huí.
-Tu tampoco eres francés, ¿cierto?-
Lo dije más como una afirmación que como una pregunta, el acento era más o menos el mismo aunque él dominaba mejor el lenguaje, supongo que llevaría más tiempo viviendo aquí. No importaba. Una parte de mi se alegraba de conocer a alguien con quien podría hablar en mi lengua materna sin que me dejara de entender, sin que yo pasara bochornos nada más al abrir la boca. Mi gramática era pésima y estaba muy seguro de que la mitad de las cosas que decía, no estaban bien pronunciadas pero siempre me quedaba el lenguaje a señas.
Lo miré escuchando su invitación que implicaba robar algo de miel y comprar algo de pan. No lo juzgué, yo también había tenido que robar una que otra cosa. No mucho puesto que mi madre siempre me daba lo que necesitaba. Solamente lo miré y esperé un momento. No me veía a la cara así que me levanté y noté la diferencia de alturas. Sonreí y tomando con una mano mi maleta, con la otra jalé la manga de su camisa.
-Puedo aportar un par de manzanas... y de francos también. ¿Dónde podemos comprar pan y robar miel?-
-No... acabo de llegar de Madrid...-
Debía saberlo por mi acento que carecía de elegancia, decían que el francés era el idioma que podía hacer que la mierda sonara bonita pero no en mi caso, en mi caso podrían arrestarme por echarlo todo a perder y es que apenas tuve tiempo de tomar unas cuantas lecciones con la madame del burdel en Madrid, ella era francesa y quería ayudarme pero cada día era un suplicio para mi, quedarme allá, dormir en la cama donde dormía mi madre antes de morir, acordándome de todo lo que habíamos pasado. Literalmente huí.
-Tu tampoco eres francés, ¿cierto?-
Lo dije más como una afirmación que como una pregunta, el acento era más o menos el mismo aunque él dominaba mejor el lenguaje, supongo que llevaría más tiempo viviendo aquí. No importaba. Una parte de mi se alegraba de conocer a alguien con quien podría hablar en mi lengua materna sin que me dejara de entender, sin que yo pasara bochornos nada más al abrir la boca. Mi gramática era pésima y estaba muy seguro de que la mitad de las cosas que decía, no estaban bien pronunciadas pero siempre me quedaba el lenguaje a señas.
Lo miré escuchando su invitación que implicaba robar algo de miel y comprar algo de pan. No lo juzgué, yo también había tenido que robar una que otra cosa. No mucho puesto que mi madre siempre me daba lo que necesitaba. Solamente lo miré y esperé un momento. No me veía a la cara así que me levanté y noté la diferencia de alturas. Sonreí y tomando con una mano mi maleta, con la otra jalé la manga de su camisa.
-Puedo aportar un par de manzanas... y de francos también. ¿Dónde podemos comprar pan y robar miel?-
Rodrigo de Anda- Humano Clase Baja
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 24/05/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: The Great Elsewhere [Rodrigo de Anda]
Sus palabras comprobaban mis sospechas y saberlo procedente del mismo sitio de donde vengo me hizo sentir seguro. Tal vez no quiera saber nada sobre mis padres, sobre los Sant Jordi, pero es en España también donde fui feliz gracias a una madre adoptiva que resultó más digna que la biológica, sonreí aunque no dije nada, no sabía qué decir en todo caso. Luego negué con la cabeza ante su pregunta, aunque era más como una confirmación.
-Vengo de Barcelona –afirmé sin darle mayor importancia, ya hubiera sido mucha coincidencia que aparte de todo, ambos fuésemos originarios de la misma ciudad.
Luego aguardé a ver su reacción, en el mejor de los casos se negaría y daríamos por zanjado el asunto, el problema era que no podía pensar en el mejor de los casos, no sé si era yo, ideas mías o qué, pero siempre parecía presentarse el peor de los escenarios posibles. Mantuve la cabeza gacha hasta que escuché su respuesta, primero escuché su voz sin entender las palabras y alcé la vista para poder verlo y poco a poco el significado de lo que había dicho llegó a mí con segundos de retraso. Lo primero que hice fue mirarlo como el tonto que soy para luego sonreír cuando finalmente uní palabras con significado.
-Creo que será suficiente para ambos –lo miré, ahora de pie y me observé a mí, era evidente que debido a nuestra condición estábamos acostumbrados a las comidas sencillas y de porciones reducidas, así que con el pan, la miel que pretendíamos robar, sus manzanas y cualquier otra cosa que nos encontráramos en el camino, iba a ser un banquete para un par de tipos que había días no comían en absoluto, o al menos a mi me sucedía a menudo eso.
-Doblando esa esquina hay una tienda de conservas –señalé el punto en la calle –ahí también tienen miel fresca, uno de los dos distraerá al dependiente y el otro toma a discreción uno de los frascos –dije, por dentro me sentí avergonzado de ser tan hábil en esas artes, pero qué le iba a hacer, era eso o morir de hambre, y yo no planeaba morir hasta que mi habilidad como músico fuese reconocida. Lo observé con ambas cejas levantadas, esperando su aprobación o que de plano me hiciera ver lo descabellada que era mi idea.
-Vengo de Barcelona –afirmé sin darle mayor importancia, ya hubiera sido mucha coincidencia que aparte de todo, ambos fuésemos originarios de la misma ciudad.
Luego aguardé a ver su reacción, en el mejor de los casos se negaría y daríamos por zanjado el asunto, el problema era que no podía pensar en el mejor de los casos, no sé si era yo, ideas mías o qué, pero siempre parecía presentarse el peor de los escenarios posibles. Mantuve la cabeza gacha hasta que escuché su respuesta, primero escuché su voz sin entender las palabras y alcé la vista para poder verlo y poco a poco el significado de lo que había dicho llegó a mí con segundos de retraso. Lo primero que hice fue mirarlo como el tonto que soy para luego sonreír cuando finalmente uní palabras con significado.
-Creo que será suficiente para ambos –lo miré, ahora de pie y me observé a mí, era evidente que debido a nuestra condición estábamos acostumbrados a las comidas sencillas y de porciones reducidas, así que con el pan, la miel que pretendíamos robar, sus manzanas y cualquier otra cosa que nos encontráramos en el camino, iba a ser un banquete para un par de tipos que había días no comían en absoluto, o al menos a mi me sucedía a menudo eso.
-Doblando esa esquina hay una tienda de conservas –señalé el punto en la calle –ahí también tienen miel fresca, uno de los dos distraerá al dependiente y el otro toma a discreción uno de los frascos –dije, por dentro me sentí avergonzado de ser tan hábil en esas artes, pero qué le iba a hacer, era eso o morir de hambre, y yo no planeaba morir hasta que mi habilidad como músico fuese reconocida. Lo observé con ambas cejas levantadas, esperando su aprobación o que de plano me hiciera ver lo descabellada que era mi idea.
Invitado- Invitado
Temas similares
» Rodrigo de Anda Cervantes
» Amaia Di Rodrigo
» Hacedme un hueco, anda... xD
» El Gitano Viajero - Rodrigo de Montalvo
» La tercera ¿Habrá una cuarta? [Rodrigo]
» Amaia Di Rodrigo
» Hacedme un hueco, anda... xD
» El Gitano Viajero - Rodrigo de Montalvo
» La tercera ¿Habrá una cuarta? [Rodrigo]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour