AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La magia del circo gitano [Zéphyr]
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La magia del circo gitano [Zéphyr]
Había pasado casi un mes aproximadamente desde que me había encontrado con Zéphyr cerca del campamento gitano y me había entregado a él, dándole lo más valioso que poseía una mujer, su virginidad. Pocas semanas después de aquello, Zéphyr y yo nos unimos en matrimonio en una ceremonia sencilla, cualquier mujer estaría radiante de felicidad el día de su boda, pero no era mi caso, quiero decir, una parte de mí se sentía bien al estar casándome con él, en cambio la otra no, pues también influía el hecho de que mi madre y la mayoría de los gitanos no estuvieran de acuerdo con mi decisión de casarme con él. Sólo Dios sabía que él me había amenazado con hacerles daño si no me convertía en su esposa. Como era de esperar no podía permitir que les hiciera nada y eso Zéphyr lo sabía, algo que él aprovechó bastante bien.
Conforme pasaba el tiempo a su lado, me sentía más a gusto con él, empezaba a cogerle cariño y... puede que un sentimiento más intenso que me hacía sentir confundida en algunas ocasiones, aunque lo que yo sintiera daba igual, pues yo aún no había escuchado ni una palabra de lo que verdaderamente sentía él por mí, y la verdad, no esperaba escucharlo. Él seguramente había querido que me casara con él por... tal vez por interés, pero en realidad todavía no sabía porque se quiso casar conmigo, con una simple gitana que se cruzó en su camino aquella noche. Para mí aún era un misterio sin resolver.
El ambiente del circo gitano en el que me encontraba aquella noche era mágico, en el ambiente se escuchaban las risas de los niños, las voces de los titiriteros, las gracias de los payasos y la música que alegraba el ambiente. Mientras movía mis caderas al ritmo de la música, haciendo volar con mis giros mi falda colorida y mi cabello, el cual llevaba suelto como la mayoría de las gitanas que me acompañaban en el baile que entretenía al público, llenaba mis pulmones con el aroma de las castañas asadas y de los dulces que se vendían en el circo.
Bailar. Ese era mi trabajo. Era una de las bailarinas del circo y no lo cambiaría por nada en el mundo, me gustaba aquello, me sentía viva cuando movía mi cuerpo al ritmo de la alegre música y me gustaba escuchar los aplausos y ver las alegres sonrisas de las personas cuando terminaba la función.
Aquella noche, mientras bailaba, mis ojos examinaban a las personas que se encontraban entre el público para ver si veía a mi esposo... mi esposo, aún no me terminaba de acostumbrar a esa palabra. Él me había prometido que hoy vendría a verme bailar, pero no lo veía. Había demasiada gente, tal vez no me había dado cuenta de su presencia... al menos deseaba pensar eso.
Cuando la función terminó, me alejé unos pasos de allí y me senté sobre una caja que se encontraba cerca de una caravana, al sentarme, pasé mi mano por mi falda para alisarla mientras mis ojos se quedaban fijos en los diversos colores que la adornaban. Zéphyr me había ofrecido algunos hermosos vestidos que se ponían las mujeres de clase alta, pero yo me había negado rotundamente a ponérmelos, tal vez me había colocado uno o dos, pero enseguida me los había quitado y me había vuelto a colocar mis ropas de gitana, era con lo que más familiarizada estaba y eran muchísimo más cómodas que aquellos vestidos con sus corsés ciñéndote la cintura e impidiéndote respirar con normalidad.
El suave toque de una mano en mi hombro, me hizo dar un ligero bote en mi sitio para seguidamente levantar la cabeza y ver a un niño mirándome fijamente, lo miré con una dulce sonrisa y bajé la mirada a su mano, la cual estaba extendida hacia mí, con algo parecido a un papel finamente doblado entre sus dedos. Confundida, extendí mi mano y cogí el papel entre mis dedos, el niño echó a correr en cuanto me quedé con el papel, ni siquiera me dio tiempo a agredecerselo.
Con mis manos temblorosas, abrí el papel y me di cuenta de que era una carta, al parecer era anónima pero claramente iba a dirigida a mí, pues esas letras tan pulcras y claras que adornaban el papel, mencionaban a mi madre.
Conforme pasaba el tiempo a su lado, me sentía más a gusto con él, empezaba a cogerle cariño y... puede que un sentimiento más intenso que me hacía sentir confundida en algunas ocasiones, aunque lo que yo sintiera daba igual, pues yo aún no había escuchado ni una palabra de lo que verdaderamente sentía él por mí, y la verdad, no esperaba escucharlo. Él seguramente había querido que me casara con él por... tal vez por interés, pero en realidad todavía no sabía porque se quiso casar conmigo, con una simple gitana que se cruzó en su camino aquella noche. Para mí aún era un misterio sin resolver.
El ambiente del circo gitano en el que me encontraba aquella noche era mágico, en el ambiente se escuchaban las risas de los niños, las voces de los titiriteros, las gracias de los payasos y la música que alegraba el ambiente. Mientras movía mis caderas al ritmo de la música, haciendo volar con mis giros mi falda colorida y mi cabello, el cual llevaba suelto como la mayoría de las gitanas que me acompañaban en el baile que entretenía al público, llenaba mis pulmones con el aroma de las castañas asadas y de los dulces que se vendían en el circo.
Bailar. Ese era mi trabajo. Era una de las bailarinas del circo y no lo cambiaría por nada en el mundo, me gustaba aquello, me sentía viva cuando movía mi cuerpo al ritmo de la alegre música y me gustaba escuchar los aplausos y ver las alegres sonrisas de las personas cuando terminaba la función.
Aquella noche, mientras bailaba, mis ojos examinaban a las personas que se encontraban entre el público para ver si veía a mi esposo... mi esposo, aún no me terminaba de acostumbrar a esa palabra. Él me había prometido que hoy vendría a verme bailar, pero no lo veía. Había demasiada gente, tal vez no me había dado cuenta de su presencia... al menos deseaba pensar eso.
Cuando la función terminó, me alejé unos pasos de allí y me senté sobre una caja que se encontraba cerca de una caravana, al sentarme, pasé mi mano por mi falda para alisarla mientras mis ojos se quedaban fijos en los diversos colores que la adornaban. Zéphyr me había ofrecido algunos hermosos vestidos que se ponían las mujeres de clase alta, pero yo me había negado rotundamente a ponérmelos, tal vez me había colocado uno o dos, pero enseguida me los había quitado y me había vuelto a colocar mis ropas de gitana, era con lo que más familiarizada estaba y eran muchísimo más cómodas que aquellos vestidos con sus corsés ciñéndote la cintura e impidiéndote respirar con normalidad.
El suave toque de una mano en mi hombro, me hizo dar un ligero bote en mi sitio para seguidamente levantar la cabeza y ver a un niño mirándome fijamente, lo miré con una dulce sonrisa y bajé la mirada a su mano, la cual estaba extendida hacia mí, con algo parecido a un papel finamente doblado entre sus dedos. Confundida, extendí mi mano y cogí el papel entre mis dedos, el niño echó a correr en cuanto me quedé con el papel, ni siquiera me dio tiempo a agredecerselo.
Con mis manos temblorosas, abrí el papel y me di cuenta de que era una carta, al parecer era anónima pero claramente iba a dirigida a mí, pues esas letras tan pulcras y claras que adornaban el papel, mencionaban a mi madre.
Jazmín Lezue- Gitano
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Re: La magia del circo gitano [Zéphyr]
Habìa sido un dìa sumamente agetreado y largo en cuanto a trabajo se referìa. al parecer a las personas se les habìa ocurrido asistir precisamente el día de hoy a consultar, hechizar y "perseguir" las cosas que cada uno deseaba, con hehcos simplemete egoístas, pero a mi me importaban un comino sus deseos o el daño que quisieran causar a la demás gente, siempre y cuando cubrieran por completo el precio, ya que no daba ni créditos no rebajas ni mucho menos.
El día por fin concluyó y dejé que todos los demás "clientes" hicieran una especie de 'cita' para el día siguiente, puesto que le había prometido a mi esposa ir a verla danzar,el lugar estaba bastante concurrido cuando llegué y pude ver los pasos y la danza finamente bailada por mi digna esposa, hasta incluso podría darme cuenta de los celos que éso me causaba, pero al final de cuentas, era algo que ella gozaba y se veía en la forma en la que lo interpretaba y en el rostro tan hermoso que ella tenía al momento de hacerlo.
Un cliente me distrajo justo cuando la función acabó, tan sólo me distraje unos cuantos segundos, pero al final de cuentas fué una distracción, la cual no me permitió ver hacia donde se dirigía mi esposa en ésos momentos, pero pude dar por tenminada mi 'consulta express' al mommento de la misma consulta, puesto que lo cité para el día siguiente en mi domicilio paras poder hacer todo lo que el deseaba, mientras le pedía todo lo que necesitaría para éso que el deseaba hacer.
por otro lado, vi a un niño pequeño acercarse y tocar el hombrop de mi esposa entregándole un pequeño papel.
Me acertqué a ella con detenimiento tratando de leer las expresiones de su rostro y así poder darme una idea del contenido de ése papel.
Por otro lado no podría llegar y quitárselo para poder enterarme por mi cuenta, aunque lo haría y estaba dispuesto si ella prefería guardar ésos secretos para su esposo
-¡Pasa algo mi amor?-e dije con una nota de sarcasmo en mi voz, puesto que pensé que aún no se había dado cuenta en el momento que llegué y me senté justo a su lado.
El día por fin concluyó y dejé que todos los demás "clientes" hicieran una especie de 'cita' para el día siguiente, puesto que le había prometido a mi esposa ir a verla danzar,el lugar estaba bastante concurrido cuando llegué y pude ver los pasos y la danza finamente bailada por mi digna esposa, hasta incluso podría darme cuenta de los celos que éso me causaba, pero al final de cuentas, era algo que ella gozaba y se veía en la forma en la que lo interpretaba y en el rostro tan hermoso que ella tenía al momento de hacerlo.
Un cliente me distrajo justo cuando la función acabó, tan sólo me distraje unos cuantos segundos, pero al final de cuentas fué una distracción, la cual no me permitió ver hacia donde se dirigía mi esposa en ésos momentos, pero pude dar por tenminada mi 'consulta express' al mommento de la misma consulta, puesto que lo cité para el día siguiente en mi domicilio paras poder hacer todo lo que el deseaba, mientras le pedía todo lo que necesitaría para éso que el deseaba hacer.
por otro lado, vi a un niño pequeño acercarse y tocar el hombrop de mi esposa entregándole un pequeño papel.
Me acertqué a ella con detenimiento tratando de leer las expresiones de su rostro y así poder darme una idea del contenido de ése papel.
Por otro lado no podría llegar y quitárselo para poder enterarme por mi cuenta, aunque lo haría y estaba dispuesto si ella prefería guardar ésos secretos para su esposo
-¡Pasa algo mi amor?-e dije con una nota de sarcasmo en mi voz, puesto que pensé que aún no se había dado cuenta en el momento que llegué y me senté justo a su lado.
Zéphyr Lezue- Hechicero Clase Alta
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Re: La magia del circo gitano [Zéphyr]
Me encontraba tan concentrada en el contenido de la carta que descansaba entre mis dedos, que no me di cuenta que mi esposo se encontraba sentado a mi lado.
En la carta se podía leer información sobre mi que nunca había escuchado. Quien me escribía, me contaba con sus letras tan pulcras y claras, que mi padre no estaba muerto como me había hecho creer mi madre desde que era pequeña, sino que se encontraba vivo y que además, se trataba de un conde inglés. Decía que si era la hija del conde debía de tener una marca de nacimiento en forma de luna en la parte baja de la espalda, pues era herencia de mi padre. Además, me informaba que si no creía la información allí escrita, sólo tenía que preguntarle a mi madre o ir al cementerio y desenterrar la tumba de mi supuesto padre. Así vería que se encontraba vacía y que mi madre me había estado mintiendo por una causa, y esa causa era ponerme a salvo, pues alguien me había querido matar cuando tan solo tenía unos meses de vida y gracias a ella, ahora seguía viva.
Miré extrañada la carta, al principio no me creí nada de lo que ponía, pero cuando mencionó mi marca de nacimiento, no pude evitar pensar que tal vez esa información era cierta. ¡Pero no podía ser! Desde que era una niña había ido a visitar la tumba de mi padre y casi todos los días le había llevado flores. Nunca lo había conocido, pues según me había contado mi madre, él había muerto antes de que yo naciera, pero claramente esa información no se parecía en nada a la que acababa de leer.
Sujetando la carta con manos temblorosas, volví mis ojos a la primera letra y comencé a releerla cuando escuché una voz muy conocida a mi lado. Ahogué un grito en mi garganta y me sobresalté del susto que me había dado, haciendo que el papel resbalara de mis dedos y mi corazón latiera desbocado. Seguí con la mirada el movimiento del papel en el aire y me levanté rápidamente para atraparlo con mi mano. Me giré para ver a Zéphyr y lo miré sorprendida. ¿Cómo es que no me había dado cuenta de su presencia?
-¿Desde cuándo estás ahí? No... no sabía que te habías sentado a mi lado -dije y me acerqué unos pasos hacia él -¿has conseguido verme bailar o no has llegado a tiempo? -le pregunté a mi esposo con algo de tristeza marcada en mi voz, pues no lo había visto durante toda la actuación.
Bajé la vista a la carta que sostenía en mi mano y luego lo miré a él. No sabía si debía contárselo o no. Lo pensé durante unos segundos y suspiré, levantando mi mano para entregarle la carta y que él pudiera leerla con sus propios ojos. Había decidido contárselo, al fin y al cabo era mi esposo y sabía que si no se lo contaba haría cualquier cosa para conseguir la información.
-Es anónima... no sé si lo que pone en ese papel es cierto, pero... podría serlo... por lo menos, lo de la marca de nacimiento en forma de luna es cierto, tú mismo la has visto -dije y volví a sentarme a su lado, sin apartar mi mirada de él -sería extraño para mi tener un padre, hasta ahora me había hecho a la idea de que no lo tengo... ¿pero por qué me querrían matar cuando tan solo tenía unos meses de vida? -dije, recordando lo que ponía en la carta -¿tú que piensas? -le pregunté a mi esposo, quería saber que opinaba él sobre la información de la carta.
En la carta se podía leer información sobre mi que nunca había escuchado. Quien me escribía, me contaba con sus letras tan pulcras y claras, que mi padre no estaba muerto como me había hecho creer mi madre desde que era pequeña, sino que se encontraba vivo y que además, se trataba de un conde inglés. Decía que si era la hija del conde debía de tener una marca de nacimiento en forma de luna en la parte baja de la espalda, pues era herencia de mi padre. Además, me informaba que si no creía la información allí escrita, sólo tenía que preguntarle a mi madre o ir al cementerio y desenterrar la tumba de mi supuesto padre. Así vería que se encontraba vacía y que mi madre me había estado mintiendo por una causa, y esa causa era ponerme a salvo, pues alguien me había querido matar cuando tan solo tenía unos meses de vida y gracias a ella, ahora seguía viva.
Miré extrañada la carta, al principio no me creí nada de lo que ponía, pero cuando mencionó mi marca de nacimiento, no pude evitar pensar que tal vez esa información era cierta. ¡Pero no podía ser! Desde que era una niña había ido a visitar la tumba de mi padre y casi todos los días le había llevado flores. Nunca lo había conocido, pues según me había contado mi madre, él había muerto antes de que yo naciera, pero claramente esa información no se parecía en nada a la que acababa de leer.
Sujetando la carta con manos temblorosas, volví mis ojos a la primera letra y comencé a releerla cuando escuché una voz muy conocida a mi lado. Ahogué un grito en mi garganta y me sobresalté del susto que me había dado, haciendo que el papel resbalara de mis dedos y mi corazón latiera desbocado. Seguí con la mirada el movimiento del papel en el aire y me levanté rápidamente para atraparlo con mi mano. Me giré para ver a Zéphyr y lo miré sorprendida. ¿Cómo es que no me había dado cuenta de su presencia?
-¿Desde cuándo estás ahí? No... no sabía que te habías sentado a mi lado -dije y me acerqué unos pasos hacia él -¿has conseguido verme bailar o no has llegado a tiempo? -le pregunté a mi esposo con algo de tristeza marcada en mi voz, pues no lo había visto durante toda la actuación.
Bajé la vista a la carta que sostenía en mi mano y luego lo miré a él. No sabía si debía contárselo o no. Lo pensé durante unos segundos y suspiré, levantando mi mano para entregarle la carta y que él pudiera leerla con sus propios ojos. Había decidido contárselo, al fin y al cabo era mi esposo y sabía que si no se lo contaba haría cualquier cosa para conseguir la información.
-Es anónima... no sé si lo que pone en ese papel es cierto, pero... podría serlo... por lo menos, lo de la marca de nacimiento en forma de luna es cierto, tú mismo la has visto -dije y volví a sentarme a su lado, sin apartar mi mirada de él -sería extraño para mi tener un padre, hasta ahora me había hecho a la idea de que no lo tengo... ¿pero por qué me querrían matar cuando tan solo tenía unos meses de vida? -dije, recordando lo que ponía en la carta -¿tú que piensas? -le pregunté a mi esposo, quería saber que opinaba él sobre la información de la carta.
Jazmín Lezue- Gitano
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Re: La magia del circo gitano [Zéphyr]
Ví como el amor de mi vida se sobresaltaba con mi repentina aparición, noté su nerviosismo y tal vez un poco de miedo en su mirada y suponía que era por el hecho de que Yo me encontrara en el aquí y en el ahora con ella, expectante por completo.
-Pude notarlo...-Dije como respuesta al hecho de que ella no sabía que ya me encontraba ahí y suspirando suavemente rodeando los ojos le dije-Por supuesto que te he visto bailar hermosa y te he de ser muy sincero... Me puse celoso..-Con una sonrisa galante, me paré y me puse enfrente de ella y la bese suavemente en sus finos, delicados, carnosos y deliciosos labios-Aparte de que me dejaste por completo excitado...-Guiñé un ojo sabiendo que en estos momentos ella no deseara un cumplido como ese, pero la verdad me gustaba hacerle saber lo mucho que ella me encantaba y tratando de compenzar un poco tal vez... El hecho de que había notado cierta tristeza en su voz cuando me pregntó si la había visto bailar.
Aún notaba la carta arrugada que ella había estado leyendo cuando llegué a su lado. Cuando ella me la entregó la leí rapidamente mientras ella me menconaba lo de la marca de nacimiento que claramente venía descrita en la carta...-En eso tienes razón amor... ésa marca que tienes (que es la que me encanta por cierto), está muy claramente descrita en ésta carta...-Le dije mientras cerraba de nuevo la carta entre mis manos, pidió mi opinión aunque ella sabía de antemano lo que yo pensaba de los padres, que no servían para nada más que para darle problemas a los hijos, lo cual se confirmaba a la llegada de ésta carta.
-La duda sería mejor... ¿Por que hasta ahorita tu padre quiere hacerse presente?, por que ésta en definitiva está escrita por él...-Abracé a mi esposa y le dí un beso tierno en su frente.-Y... ¿Que quieres hacer?... De cualquier manera, cualquier cosa que decidas sabes que tienes mi apoyo-De algo sería bueno tener un esposo que sabe dominar las artes obscuras, podría matarlo si con ello le devolvía con eso, a ella su tranquilidad.
-Pude notarlo...-Dije como respuesta al hecho de que ella no sabía que ya me encontraba ahí y suspirando suavemente rodeando los ojos le dije-Por supuesto que te he visto bailar hermosa y te he de ser muy sincero... Me puse celoso..-Con una sonrisa galante, me paré y me puse enfrente de ella y la bese suavemente en sus finos, delicados, carnosos y deliciosos labios-Aparte de que me dejaste por completo excitado...-Guiñé un ojo sabiendo que en estos momentos ella no deseara un cumplido como ese, pero la verdad me gustaba hacerle saber lo mucho que ella me encantaba y tratando de compenzar un poco tal vez... El hecho de que había notado cierta tristeza en su voz cuando me pregntó si la había visto bailar.
Aún notaba la carta arrugada que ella había estado leyendo cuando llegué a su lado. Cuando ella me la entregó la leí rapidamente mientras ella me menconaba lo de la marca de nacimiento que claramente venía descrita en la carta...-En eso tienes razón amor... ésa marca que tienes (que es la que me encanta por cierto), está muy claramente descrita en ésta carta...-Le dije mientras cerraba de nuevo la carta entre mis manos, pidió mi opinión aunque ella sabía de antemano lo que yo pensaba de los padres, que no servían para nada más que para darle problemas a los hijos, lo cual se confirmaba a la llegada de ésta carta.
-La duda sería mejor... ¿Por que hasta ahorita tu padre quiere hacerse presente?, por que ésta en definitiva está escrita por él...-Abracé a mi esposa y le dí un beso tierno en su frente.-Y... ¿Que quieres hacer?... De cualquier manera, cualquier cosa que decidas sabes que tienes mi apoyo-De algo sería bueno tener un esposo que sabe dominar las artes obscuras, podría matarlo si con ello le devolvía con eso, a ella su tranquilidad.
Zéphyr Lezue- Hechicero Clase Alta
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Re: La magia del circo gitano [Zéphyr]
Mi padre. Mi padre estaba vivo, pero todavía no me terminaba de creer aquella noticia. Desde niña había vivido únicamente con mi madre y con la gente que vivía con nosotras en el campamento gitano, nunca había tenido un padre y cuando me había hecho falta uno, siempre había acudido al patriarca del campamento. Él me había ayudado siempre que lo había necesitado. Siempre le había preguntado a mi madre sobre como había sido mi padre antes de su supuesta muerte, y debido a que mi madre siempre evitaba responderme cambiando de tema, mi mente había imaginado un boceto de mi padre y había crecido creyendo en aquella imagen ficticia. Si ahora conociera a mi padre, probablemente me decepcionaría o tal vez no…
Salí de mis pensamientos en cuanto escuché las palabras de mi esposo, la carta que le había entregado aún descansaba en sus manos. No pude evitar que una enorme sonrisa radiante se dibujara en mi rostro cuando afirmó que me había visto bailar. También me sorprendió lo que dijo a continuación.
-¿Celoso? ¿de qué? -le pregunté sin comprender, yo solo había bailado ante todas esas personas porque era mi trabajo y porque me gustaba hacerlo y entretener a los visitantes del circo gitano. No creía haber hecho nada para ponerlo celoso, no entendía cual había sido el motivo de aquellos celos.
Lo vi acercarse a mi con una sonrisa galante y exhalé un delicado gemido al sentir sus cálidos y suaves labios sobre los míos. Moví mis labios al mismo compás de los suyos, correspondiéndole así al suave beso. Saboreé aquel maravilloso beso, olvidándome de la gente que había a nuestro alrededor, hasta que segundos después nos separamos.
Lo miré sonrojada al escuchar que lo había dejado completamente excitado. Me gustaba escuchar eso, conocer lo que podía causar en él me agradaba pero al mismo tiempo me confundía, sabía que ambos nos atraíamos bastante, pero ¿qué sentía él realmente por mí? ¿sentía algo o solo eran ilusiones mías? Algún día le formularía aquella pregunta, en cuanto encuentre el momento y el lugar adecuado para hacerlo.
Desvié la mirada unos segundos, intentando olvidar lo último que me había dicho y volviendo a recordar el tema principal. Lo volví a mirar para recordarle la carta anónima que aún tenía en sus manos, pero antes de decir una palabra, noté que la estaba leyendo rápidamente. Asentí ante lo que dijo de mi marca de nacimiento y no pude evitar sonreír al escuchar que le encantaba.
Mi esposo no me había contado muchas cosas de su vida en el poco tiempo que llevábamos casados, pero una vez me había contado lo que pensaba sobre los padres, él decía que lo único que hacían era traer problemas… desde entonces me había preguntado cuál sería el motivo de que pensara de aquella manera. Aún así, después de que leyera la carta le había pedido su opinión y escuché atentamente sus palabras.
-Puede que tengas razón y que la duda sea lo mejor… pero, en realidad no sabemos si ha sido mi propio padre quien ha escrito esta carta, es anónima y por lo que pone, mi madre huyó conmigo para ponerme a salvo cuando yo tan solo tenía unos meses, no le dijo nada a nadie, ni siquiera a mi padre… no sé, tal vez esta carta me la haya escrito alguien cercano a mi madre, algún gitano de confianza… o puede que mi padre haya dado con nosotras después de muchos años de búsqueda, algo que creo imposible… -dije, pensando en quien podría haber escrito aquella carta. Suspiré y me separé de las cajas donde había permanecido sentada segundos antes. Volví a buscar con la mirada entre la gente, con la esperanza de ver a alguien mirándome desde la distancia, alguien que hubiera escrito aquella carta y que estuviera vigilando mi reacción al leerla, pero no vi a nadie mirándome, solo a Zéphyr. Lo miré y al acercarse a mí para abrazarme, percibí el gran poder que mi esposo albergaba en su interior. Debía de admitir que le tenía algo de miedo, mi esposo podía hacer cualquier cosa con aquel poder y aunque el día en que lo conocí me mostré desafiante, también había sentido el miedo recorrer mis venas. Yo era una mujer valiente, pero eso no significaba que el miedo no me alcanzara de vez en cuando.
Después de sentir su beso en mi frente, me separé de su abrazo, poniendo algo de distancia entre nosotros casi sin darme cuenta de lo que hacía -ahora mismo no sé que quiero hacer, tal vez lo mejor sea hablar con mi madre… probablemente mañana o pasado mañana le haga una visita, quiero preguntarle porque nunca me ha contado la verdad sobre mi padre -le comenté a mi esposo y asentí, sin decir nada, al escuchar que tenía su apoyo.
Salí de mis pensamientos en cuanto escuché las palabras de mi esposo, la carta que le había entregado aún descansaba en sus manos. No pude evitar que una enorme sonrisa radiante se dibujara en mi rostro cuando afirmó que me había visto bailar. También me sorprendió lo que dijo a continuación.
-¿Celoso? ¿de qué? -le pregunté sin comprender, yo solo había bailado ante todas esas personas porque era mi trabajo y porque me gustaba hacerlo y entretener a los visitantes del circo gitano. No creía haber hecho nada para ponerlo celoso, no entendía cual había sido el motivo de aquellos celos.
Lo vi acercarse a mi con una sonrisa galante y exhalé un delicado gemido al sentir sus cálidos y suaves labios sobre los míos. Moví mis labios al mismo compás de los suyos, correspondiéndole así al suave beso. Saboreé aquel maravilloso beso, olvidándome de la gente que había a nuestro alrededor, hasta que segundos después nos separamos.
Lo miré sonrojada al escuchar que lo había dejado completamente excitado. Me gustaba escuchar eso, conocer lo que podía causar en él me agradaba pero al mismo tiempo me confundía, sabía que ambos nos atraíamos bastante, pero ¿qué sentía él realmente por mí? ¿sentía algo o solo eran ilusiones mías? Algún día le formularía aquella pregunta, en cuanto encuentre el momento y el lugar adecuado para hacerlo.
Desvié la mirada unos segundos, intentando olvidar lo último que me había dicho y volviendo a recordar el tema principal. Lo volví a mirar para recordarle la carta anónima que aún tenía en sus manos, pero antes de decir una palabra, noté que la estaba leyendo rápidamente. Asentí ante lo que dijo de mi marca de nacimiento y no pude evitar sonreír al escuchar que le encantaba.
Mi esposo no me había contado muchas cosas de su vida en el poco tiempo que llevábamos casados, pero una vez me había contado lo que pensaba sobre los padres, él decía que lo único que hacían era traer problemas… desde entonces me había preguntado cuál sería el motivo de que pensara de aquella manera. Aún así, después de que leyera la carta le había pedido su opinión y escuché atentamente sus palabras.
-Puede que tengas razón y que la duda sea lo mejor… pero, en realidad no sabemos si ha sido mi propio padre quien ha escrito esta carta, es anónima y por lo que pone, mi madre huyó conmigo para ponerme a salvo cuando yo tan solo tenía unos meses, no le dijo nada a nadie, ni siquiera a mi padre… no sé, tal vez esta carta me la haya escrito alguien cercano a mi madre, algún gitano de confianza… o puede que mi padre haya dado con nosotras después de muchos años de búsqueda, algo que creo imposible… -dije, pensando en quien podría haber escrito aquella carta. Suspiré y me separé de las cajas donde había permanecido sentada segundos antes. Volví a buscar con la mirada entre la gente, con la esperanza de ver a alguien mirándome desde la distancia, alguien que hubiera escrito aquella carta y que estuviera vigilando mi reacción al leerla, pero no vi a nadie mirándome, solo a Zéphyr. Lo miré y al acercarse a mí para abrazarme, percibí el gran poder que mi esposo albergaba en su interior. Debía de admitir que le tenía algo de miedo, mi esposo podía hacer cualquier cosa con aquel poder y aunque el día en que lo conocí me mostré desafiante, también había sentido el miedo recorrer mis venas. Yo era una mujer valiente, pero eso no significaba que el miedo no me alcanzara de vez en cuando.
Después de sentir su beso en mi frente, me separé de su abrazo, poniendo algo de distancia entre nosotros casi sin darme cuenta de lo que hacía -ahora mismo no sé que quiero hacer, tal vez lo mejor sea hablar con mi madre… probablemente mañana o pasado mañana le haga una visita, quiero preguntarle porque nunca me ha contado la verdad sobre mi padre -le comenté a mi esposo y asentí, sin decir nada, al escuchar que tenía su apoyo.
Jazmín Lezue- Gitano
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