AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Duquesa tentando al destino {Joseph}
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La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Era tarde y el sol hacía poco se había escondido, caminaba con mi sirvienta por las calles parisinas, ella iba casi pegada a mi, no quería volver a perderme de vista que acabara nuevamente perdida por ahí, ya que se ganaría un nuevo castigo por mi culpa. Caminaba mirando todo encantada y algo sorprendida, rara vez me quedaba en la calle tan tarde y me sentía fascinada con la vida que mantenía aun la ciudad.
A lo lejos vi el teatro que parecía brillas de manera llamativa y atraerme, miré a mi sirvienta -Quiero ir al teatro, hace mucho que no voy- le dije sonriendo fascinada con aquellas idea, ella se excusó conmigo argumentando que no podíamos y debíamos regresar, que era peligroso estar en la calle tan tarde. -Pero si es solo una obra de teatro, de seguro es una linda obra, ninguna de esas cosas libertinas- me quejé con expresión triste.
Seguía caminado algo molesta y con aire distraído -¿Por que no puedo ni siquiera ir al teatro?- me pregunté, avanzaba esquivando instintivamente a la gente, pero como era bastante torpe acabé chocando con un muchacho. -Ouch... Lo siento- Me disculpe sin mirarlo, con la vista puesta en el suelo, avergonzada por mi torpeza.
A lo lejos vi el teatro que parecía brillas de manera llamativa y atraerme, miré a mi sirvienta -Quiero ir al teatro, hace mucho que no voy- le dije sonriendo fascinada con aquellas idea, ella se excusó conmigo argumentando que no podíamos y debíamos regresar, que era peligroso estar en la calle tan tarde. -Pero si es solo una obra de teatro, de seguro es una linda obra, ninguna de esas cosas libertinas- me quejé con expresión triste.
Seguía caminado algo molesta y con aire distraído -¿Por que no puedo ni siquiera ir al teatro?- me pregunté, avanzaba esquivando instintivamente a la gente, pero como era bastante torpe acabé chocando con un muchacho. -Ouch... Lo siento- Me disculpe sin mirarlo, con la vista puesta en el suelo, avergonzada por mi torpeza.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Las calles parisinas eran mi hogar desde hacía siglos. Ese suelo apavimentado con rocas, las altas farolas de acero pintadas de una pintura oscura y esos habitáculos rodeados de cristal con una pequeña vela que evitaba ser apagada por el frío aire del exterior.
Mis pintas bohemias: conformadas por una chaqueta de cuero sobre los hombros, sin abrochar, adornando mi cuerpo oculto por un jersey de cuello alto de un tono chocolate otoñal y con unos pantalones de pana rohidos y desgastados. Mi cabeza estaba repleta de una mata de pelo poco peinada y mi barba de una semana descansaba perfilando mi mentón.
Adoraba esos paseos a la luz de las velas de las farolas, bajo las estrellas y la luna que adornaban el firmamente y sobre ese suelo tan escarvado y poco sólido. Cada espacio entre piedras servía para que una persona perdida en sus pensamientos se diese un traspiés. Por suerte, mis sentidos estaban presentes incluso cuando dormía. Nunca tropezaba pero, por alguna extraña razón, el cuerpo de una joven dama rubia hizo que mi cuerpo se descontrolase. Me sujeté a su hombro, con pocos modales, y al oír la queja de su acompañante saqué la mano de su cuerpo y la ayudé a alzarse.
-¿Se encuentra bien, señorita?
Murmuré observando sus hermosos ojos azules.
Mis pintas bohemias: conformadas por una chaqueta de cuero sobre los hombros, sin abrochar, adornando mi cuerpo oculto por un jersey de cuello alto de un tono chocolate otoñal y con unos pantalones de pana rohidos y desgastados. Mi cabeza estaba repleta de una mata de pelo poco peinada y mi barba de una semana descansaba perfilando mi mentón.
Adoraba esos paseos a la luz de las velas de las farolas, bajo las estrellas y la luna que adornaban el firmamente y sobre ese suelo tan escarvado y poco sólido. Cada espacio entre piedras servía para que una persona perdida en sus pensamientos se diese un traspiés. Por suerte, mis sentidos estaban presentes incluso cuando dormía. Nunca tropezaba pero, por alguna extraña razón, el cuerpo de una joven dama rubia hizo que mi cuerpo se descontrolase. Me sujeté a su hombro, con pocos modales, y al oír la queja de su acompañante saqué la mano de su cuerpo y la ayudé a alzarse.
-¿Se encuentra bien, señorita?
Murmuré observando sus hermosos ojos azules.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Mi ropa y mi apariencia dejaba claro que era una heredera de la nobleza, mi cabello ondula y recogido finamente, mi vestido recatada, pero a la ultima moda, todo finamente preparado. De cierta manera parecía discordar con aquel paisaje nocturno y cada vez más festivo.
Mi piel pálida y perfumada se sonrojo furiosamente al ver a la persona con quien había chocado, era un hombre muy atractivo. Desvié mi mirada avergonzada por la cercanía de aquel desconocido que me tenía su mano en mi hombro, yo intenté articular palabras más no pude, la timidez pudo más que yo, fue mi sirvienta quien le reclamó por el contacto físico que tenía conmigo y me puse de pie con su ayuda -Gra...cias- Murmuré apenas intentando no perder mi educación.
Di unos pasos hacía atrás intentando romper la cercanía que existía entre nosotros -Si, me encuentro bien, algo magullada solamente- le respondí sin volver a mirarlo, pero sintiendo su penetrante mirada puesta en mi -¿Por que me mirará así?- me pregunté sin hacer la pregunta en voz alta, mientras mi sirvienta me tomaba del brazo para hacerme caminar.
Mi piel pálida y perfumada se sonrojo furiosamente al ver a la persona con quien había chocado, era un hombre muy atractivo. Desvié mi mirada avergonzada por la cercanía de aquel desconocido que me tenía su mano en mi hombro, yo intenté articular palabras más no pude, la timidez pudo más que yo, fue mi sirvienta quien le reclamó por el contacto físico que tenía conmigo y me puse de pie con su ayuda -Gra...cias- Murmuré apenas intentando no perder mi educación.
Di unos pasos hacía atrás intentando romper la cercanía que existía entre nosotros -Si, me encuentro bien, algo magullada solamente- le respondí sin volver a mirarlo, pero sintiendo su penetrante mirada puesta en mi -¿Por que me mirará así?- me pregunté sin hacer la pregunta en voz alta, mientras mi sirvienta me tomaba del brazo para hacerme caminar.
Invitado- Invitado
Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Observé sus toques reales en su vestimenta y cabello. Era obvio que pertenecía a la nobleza. Ese vestido costaría más de lo que costaba medio París. Entrecerré los ojos al ver como la acompañante -que parecía ser la sirvienta por sus ropas menos estilosas- la agarraba del brazo para llevársela de ahí. Lejos de mí, donde jamás volvería a verla. Recluida en un castillo de altas torres. Algo en ella me atraía. Algo extraño y seductor recorría su cuerpo. No era el hermoso aroma afrutado de su piel ni su mirada humana y perfecta... Era su sangre. Su sangre era la clave. Tragué saliva y me quedé petrificado unos segundos, decidiendo qué hacer. Esa mujer teía la sangre con el olor más agradable y atrayente que había logrado captar hasta ahora. Sólo superado por un puñado de humanas que habían vivido siglos atrás.
Finalmente me decidí y avancé hacia la chica rubia, adelantándome a ella y a su acompañante y situándome delante de ambas, con las manos en los bolsillos.
-Disculpe, señorita, de nuevo por el tropezón. ¿Podría saber su nombre?
Murmuré mientras miraba hacia los ojos cristalinos de la chica, que debía ser princesa o duquesa. Tragué saliva y esperé impaciente a que la chica hablase. Si la sirvienta la dejaba. Fruncí el ceño y fulminé con la mirada a la chica que acompañaba a la ángel rubia que estaba situada delante de mí, con un halo de belleza.
Me había dado fuerte esa sensación. Hacía tanto que no saboreaba la sangre humana que ese olor me enamoraba. No sabía si era el olor o la belleza de la muchacha. Fuese lo que fuese, a mí me daba igual, ya lo averiguaría.
Finalmente me decidí y avancé hacia la chica rubia, adelantándome a ella y a su acompañante y situándome delante de ambas, con las manos en los bolsillos.
-Disculpe, señorita, de nuevo por el tropezón. ¿Podría saber su nombre?
Murmuré mientras miraba hacia los ojos cristalinos de la chica, que debía ser princesa o duquesa. Tragué saliva y esperé impaciente a que la chica hablase. Si la sirvienta la dejaba. Fruncí el ceño y fulminé con la mirada a la chica que acompañaba a la ángel rubia que estaba situada delante de mí, con un halo de belleza.
Me había dado fuerte esa sensación. Hacía tanto que no saboreaba la sangre humana que ese olor me enamoraba. No sabía si era el olor o la belleza de la muchacha. Fuese lo que fuese, a mí me daba igual, ya lo averiguaría.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Camine alejándome de él sin siquiera despedirme, moviéndome más por el avance de mi sirvienta que por mis propios medios, iba siendo arrastrada por ella, caminaba lento y sin animo, después de todo quería ir al teatro y no me dejaban, y al pequeño accidente con aquel hombre me había dejado desconcertada por la forma en que me miraba, era obvia hasta mi sirvienta la noto y comenzó a hablarme y a repetirme la misma cantaleta de siempre, que no debía confiar en los hombres y mucho menos si me miraba así como él. -Lo sé, lo se, solo caminemos, ha sido solo un accidente- les respondí sin animo de reclamos.
Seguí caminando aun más distraída que antes, por lo que me sobresalté al verlo aparecer nuevamente, me llevé las manos al pecho asustada por su repentina presencia. -No se preocupe, monsieur, ha sido mi culpa- le respondí respirando agitada y con voz temblorosa, producto del susto, no respondí a su otra pregunta, ya que mi sirvienta intentaba nuevamente hacerme caminar y no quería que yo respondiera, y miró con expresión severa a aquel hombre.
Por alguna razón mi criada aflojó la presión sobre mi brazo y pareció asustarse un poco, por lo que me pareció correcto presentarme, no quería quedar por una muchachita mal educada -Renée Marie de Valois, Duquesa de Anjou- me presenté con voz suave y dulce, haciendo una delicada reverencia. -Y cual es su nombre?- le pregunté mientras nuevamente era arrastrada para avanzar, yo no comprendía que tenía de malo ser educada para que mi acompañante intentara sacarme tan rápido de ahí.
Seguí caminando aun más distraída que antes, por lo que me sobresalté al verlo aparecer nuevamente, me llevé las manos al pecho asustada por su repentina presencia. -No se preocupe, monsieur, ha sido mi culpa- le respondí respirando agitada y con voz temblorosa, producto del susto, no respondí a su otra pregunta, ya que mi sirvienta intentaba nuevamente hacerme caminar y no quería que yo respondiera, y miró con expresión severa a aquel hombre.
Por alguna razón mi criada aflojó la presión sobre mi brazo y pareció asustarse un poco, por lo que me pareció correcto presentarme, no quería quedar por una muchachita mal educada -Renée Marie de Valois, Duquesa de Anjou- me presenté con voz suave y dulce, haciendo una delicada reverencia. -Y cual es su nombre?- le pregunté mientras nuevamente era arrastrada para avanzar, yo no comprendía que tenía de malo ser educada para que mi acompañante intentara sacarme tan rápido de ahí.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Sonreí al escuchar a la muchacha. Miré como la sirvienta se la llevaba de nuevo y yo me limité a seguir a ambas, con una sonrisa en los labios.
-Anjou... hermoso ducado. El vino de esas tierras siempre me sorprende. ¿Ha vivido usted ahí alguna vez o son sus padres los duques?
Murmuré con una nota noble y elegante, demostrando que mis modales eran propios de un príncipe. Miré de reojo el enorme teatro iluminado y después miré a la duquesa. Una duquesa, todavía me sorprendía que esa muchacha tan joven pudiese ser una duquesa, una mujer de la realeza. Ahora entendía la sirvienta y sus intentos para alejarla. Normalmente esas muchachas tenían pretendientes previamente seleccionados por sus padres y que la chica conociera otros hombres ponía en juego la estabilidad de un pacto de paz.
-Mi nombre es Joseph. Joseph Arsène. Duque de Borgoña. Un placer conocerla.
Mentí descaradamente sobre mi cargo. E incluso dudaba seriamente que Borgoña siguiese siendo un ducado. Cuando yo viví ahí, seguía siéndolo y rezaba para que siguiese así.
-¿No van al teatro? Dicen que la función de ésta noche es sublime.
Me interpuse de nuevo en el paso de las dos mujeres. Metí mi mano en un bolsillo y saqué dos entradas. Unas entradas que había comprado. Siempre compraba dos entradas para que el palco que ocupaba estuviese vacío.
-Tengo dos entradas... ¿a alguna de ustedes les place venir?
-Anjou... hermoso ducado. El vino de esas tierras siempre me sorprende. ¿Ha vivido usted ahí alguna vez o son sus padres los duques?
Murmuré con una nota noble y elegante, demostrando que mis modales eran propios de un príncipe. Miré de reojo el enorme teatro iluminado y después miré a la duquesa. Una duquesa, todavía me sorprendía que esa muchacha tan joven pudiese ser una duquesa, una mujer de la realeza. Ahora entendía la sirvienta y sus intentos para alejarla. Normalmente esas muchachas tenían pretendientes previamente seleccionados por sus padres y que la chica conociera otros hombres ponía en juego la estabilidad de un pacto de paz.
-Mi nombre es Joseph. Joseph Arsène. Duque de Borgoña. Un placer conocerla.
Mentí descaradamente sobre mi cargo. E incluso dudaba seriamente que Borgoña siguiese siendo un ducado. Cuando yo viví ahí, seguía siéndolo y rezaba para que siguiese así.
-¿No van al teatro? Dicen que la función de ésta noche es sublime.
Me interpuse de nuevo en el paso de las dos mujeres. Metí mi mano en un bolsillo y saqué dos entradas. Unas entradas que había comprado. Siempre compraba dos entradas para que el palco que ocupaba estuviese vacío.
-Tengo dos entradas... ¿a alguna de ustedes les place venir?
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Me limité a caminar junto a mi sirvienta con paso lento y poco decidido, tropecé varias veces con mi enorme vestido y su rapidez al guiarme por entre la gente, me resultaba difícil seguirle el paso. -No, la duquesa soy yo, he heredado el titulo. Pero nunca he vivido allá más de una temporada- Respondí con inocencia y amabilidad a aquella pregunta, mientras la mujer a mi lado me miraba mal por entregar tanta información.
Yo era inocente y desconocedora del mundo, todo lo que sabía de el me había sido enseñado por la iglesia, aun así seguía siendo bastante ingenua, a pesar de las advertencias de la religión. Repetí mi reverencia ante su presentación, en un primer momento no tomé importancia a su titulo, pero luego me entró la duda, estaba casi segura que el ducado de Borgoña era un titulo del Delfín o algo por el estilo -¿Borgoña?- me limité a preguntar mirándolo por primera vez a los ojos, queriendo saber si podía ver algo mas en ellos, pero rápidamente desvía la vista, no debía hacer eso.
Oí sorprendida aquella invitación y mi rostro que comenzaba a recobrar su color habitual volvió a sonrojarse -Me encantaría ir al Teatro, más no me dejan, me ha dicho que la función no es apropiada para una dama como yo- le reconocí mirando a mi sirvienta cabizbaja, casi triste, tenía demasiadas ganas de hacer algo que saliera de lo común, jugueteó con un crucifijo que tenía al cuello que demostraba lo religiosa que era.
Pretendía seguir mi camino cuando el nuevamente se interpuso esta vez con las dos entradas en la mano y sonreí apenas, tentada a aceptar la invitación, hasta que oí la voz de mi sirvienta hablándome al oído, recordándome que aquello podría llegar a oídos de Michel, mi prometido y causarme problemas, mi sonrisa rápidamente se esfumó. -Lo siento, no sería apropiado de mi parte aceptar su invitación- agaché la cabeza sin volver a mirarlo.
Yo era inocente y desconocedora del mundo, todo lo que sabía de el me había sido enseñado por la iglesia, aun así seguía siendo bastante ingenua, a pesar de las advertencias de la religión. Repetí mi reverencia ante su presentación, en un primer momento no tomé importancia a su titulo, pero luego me entró la duda, estaba casi segura que el ducado de Borgoña era un titulo del Delfín o algo por el estilo -¿Borgoña?- me limité a preguntar mirándolo por primera vez a los ojos, queriendo saber si podía ver algo mas en ellos, pero rápidamente desvía la vista, no debía hacer eso.
Oí sorprendida aquella invitación y mi rostro que comenzaba a recobrar su color habitual volvió a sonrojarse -Me encantaría ir al Teatro, más no me dejan, me ha dicho que la función no es apropiada para una dama como yo- le reconocí mirando a mi sirvienta cabizbaja, casi triste, tenía demasiadas ganas de hacer algo que saliera de lo común, jugueteó con un crucifijo que tenía al cuello que demostraba lo religiosa que era.
Pretendía seguir mi camino cuando el nuevamente se interpuso esta vez con las dos entradas en la mano y sonreí apenas, tentada a aceptar la invitación, hasta que oí la voz de mi sirvienta hablándome al oído, recordándome que aquello podría llegar a oídos de Michel, mi prometido y causarme problemas, mi sonrisa rápidamente se esfumó. -Lo siento, no sería apropiado de mi parte aceptar su invitación- agaché la cabeza sin volver a mirarlo.
Invitado- Invitado
Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Asentí al escuchar su pregunta. Por lo visto empezaba a desconfiar de mis palabras. Empecé a hacer memoria y rememoré noticias que había recibido. El ducado de Borgoña había pasado a ser parte de un título francés nominado Delfín, el cual estaba ahora en posesión de la casa de Borgoña. Respiré profundamente y clavé mi mirada verdinegra en las pupilas azules de esa duquesa, la cual me estaba hechizando. Me gustaba la realeza. No sólo por el olor de su sangre, el cual me alteraba los sentidos y me volvía más carismático y dulce además de galán -algo de lo que no estaba orgulloso- sino que encontrarme con alguien de la realeza era como reencontrarme con mi hermana. Y esta muchacha era idéntica a ella.
-Borgoña, sí. Mi padre es Luis de Francia y soy el heredero al trono de Borgoña. ¿Por qué? ¿Nunca ha estado por las tierras de Borgoña?
Murmuré algo sorprendido. Todo actuación aunque en el fondo me sorprendía que alguien no hubiese conocido Borgoña. Era la zona más hermosa de Francia. Sus viñedos eran preciosos y sus aromas en verano me embaucaban eternamente.
Al escuchar a la dama de que debía marcharse, decidí sacar mi "poder". Más que un poder era el tono con el que susurraba las palabras las cuales hacían clavarse en la mente de las mujeres, hombres y humanos en general y, casi siempre, accedían a hacer lo que les pedía. Lo descubrí por casualidad y ahora lo usaba más bien poco. Pero no podía dejar escapar al vivo retrato de mi hermana.
-Por favor, no se vaya. La invito al teatro, le aseguro que la obra es preciosa. Y su sirvienta no tiene nada que temer. Yo mismo cuidaré de vos.
Mi tono de voz embaucador haría que la criada dejase de molestarla y aceptase a que se fuese. Luego Renée sería libre de elegir pero mi voz también la camelaba a ella y, si todo iba viento en popa, disfrutaría de su compañía en el teatro.
-Borgoña, sí. Mi padre es Luis de Francia y soy el heredero al trono de Borgoña. ¿Por qué? ¿Nunca ha estado por las tierras de Borgoña?
Murmuré algo sorprendido. Todo actuación aunque en el fondo me sorprendía que alguien no hubiese conocido Borgoña. Era la zona más hermosa de Francia. Sus viñedos eran preciosos y sus aromas en verano me embaucaban eternamente.
Al escuchar a la dama de que debía marcharse, decidí sacar mi "poder". Más que un poder era el tono con el que susurraba las palabras las cuales hacían clavarse en la mente de las mujeres, hombres y humanos en general y, casi siempre, accedían a hacer lo que les pedía. Lo descubrí por casualidad y ahora lo usaba más bien poco. Pero no podía dejar escapar al vivo retrato de mi hermana.
-Por favor, no se vaya. La invito al teatro, le aseguro que la obra es preciosa. Y su sirvienta no tiene nada que temer. Yo mismo cuidaré de vos.
Mi tono de voz embaucador haría que la criada dejase de molestarla y aceptase a que se fuese. Luego Renée sería libre de elegir pero mi voz también la camelaba a ella y, si todo iba viento en popa, disfrutaría de su compañía en el teatro.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Lo miré algo sorprendida de sus palabras y de su identidad, me limité a mirarlo solamente mientras mi sirvienta le hizo una reverencia, aquella historia me parecía muy extraña, pero guarde silencio, sin decir nada al respecto -Claro que conozco Borgoña, conozco casi toda Francia e Inglaterra- Respondí un poco ofendida ofendida por sus palabras, era obvio que una señorita de mundo como yo conocía muchos lugares distintos, sacudí mi ropa que había quedado algo arrugada con el choque.
Sacudí mi cabellera, y mi delicado peinado se movió al mismo ritmo, dejando mi suave cuello a la vista, mi sirvienta aun algo confundida por la identidad por aquel hombre, no sabía si seguir insistiendo en irnos del lugar o quedarnos ahí. Pensé en Michel y en aquel compromiso que no quería para mi, quería un romance de aquellos de las historias románticas, y suspiré.
Su invitación pareció esta vez mucho mas interesante, no se por que hubo algo en su voz mucho más atrayente, sonreí durante un segundo, dispuesta a aceptarlo. Pero pronto comencé a pensar que era el demonio intentando tentarme, me aferre a mi crucifijo, evitando sus profundos ojos, mi sirvienta comenzó a asentir, dispuesta a permitir que fuese al teatro con el, pero era yo quien dudaba. -Muy amable de su parte, monsieur Arsène, me encantaría acompañarlo. Más me temo no se vería bien que una dama sola vaya al teatro con un hombre desconocido, sobre todo estando comprometida- Le respondí educadamente, aunque un tono triste y algo molesto tiñó mi voz al hablar de mi compromiso, haciendo notorio que no me estaba de acuerdo con ello. Miré en dirección a mi criada, para no mirarlo a él y ceder a su invitación.
Sacudí mi cabellera, y mi delicado peinado se movió al mismo ritmo, dejando mi suave cuello a la vista, mi sirvienta aun algo confundida por la identidad por aquel hombre, no sabía si seguir insistiendo en irnos del lugar o quedarnos ahí. Pensé en Michel y en aquel compromiso que no quería para mi, quería un romance de aquellos de las historias románticas, y suspiré.
Su invitación pareció esta vez mucho mas interesante, no se por que hubo algo en su voz mucho más atrayente, sonreí durante un segundo, dispuesta a aceptarlo. Pero pronto comencé a pensar que era el demonio intentando tentarme, me aferre a mi crucifijo, evitando sus profundos ojos, mi sirvienta comenzó a asentir, dispuesta a permitir que fuese al teatro con el, pero era yo quien dudaba. -Muy amable de su parte, monsieur Arsène, me encantaría acompañarlo. Más me temo no se vería bien que una dama sola vaya al teatro con un hombre desconocido, sobre todo estando comprometida- Le respondí educadamente, aunque un tono triste y algo molesto tiñó mi voz al hablar de mi compromiso, haciendo notorio que no me estaba de acuerdo con ello. Miré en dirección a mi criada, para no mirarlo a él y ceder a su invitación.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Alcé una ceja al obsevar en su rostro una mueca de desagrado al pronunciar su excusa. No era un experto en la gesticulación humana pero algo sabía gracias a mis años de aprendizaje. Aunque mis exilios voluntarios hacían que ver expresiones ajenas a las mías fuese bastante complicado. Aún así, y alejando todo eso, su gesto lo capté enseguida.
-¿Y qué clase de compromiso es ese que hace que el rostro de una bella dama se enlute de tal manera que deba apartar la vista?
Alargué la mano para acariciar el mentón de la muchacha y hacer que su rostro volviese a alzarse y me mirase. La sirvienta estaba fuera de juego, ahora simplemente bajaba la cabeza y escuchaba las palabras de ambos. Se acariciaba el crucifijo pero nada más. El cuelo de la muchacha brilló bajo la luz de las velas del paseo y un atisbo de naturaleza neófita resurgió queriendo morder a la muchacha. Pero lo controlé y me limité a sonreír observándola. Subí la mirada de su cuello a sus hermosos ojos.
-Ignore por un momento que es una hermosa dama comprometida. Déjese llevar. Yo la guiaré, no debe tener miedo a nada, joven. Sólo deseo conocer a una duquesa que comparte tierras francesas.
Murmuré mientras soltaba la mano de su mentón, que en todo este tiempo se había mantenido agarrándolo para que no dejase de mirarme. Mi mirada esmeralda despedía un brillo mágico a cada choque de ésta contra la luna, que empezaba a aparecer en lo alto del cielo, apartando a las nubes de su camino para que todos viesen la hermosura del plenilunio.
-¿Qué me dice?
Pregunté mientras mi cuerpo permanecía impasible ante el vieno que se iba levantando.
-¿Y qué clase de compromiso es ese que hace que el rostro de una bella dama se enlute de tal manera que deba apartar la vista?
Alargué la mano para acariciar el mentón de la muchacha y hacer que su rostro volviese a alzarse y me mirase. La sirvienta estaba fuera de juego, ahora simplemente bajaba la cabeza y escuchaba las palabras de ambos. Se acariciaba el crucifijo pero nada más. El cuelo de la muchacha brilló bajo la luz de las velas del paseo y un atisbo de naturaleza neófita resurgió queriendo morder a la muchacha. Pero lo controlé y me limité a sonreír observándola. Subí la mirada de su cuello a sus hermosos ojos.
-Ignore por un momento que es una hermosa dama comprometida. Déjese llevar. Yo la guiaré, no debe tener miedo a nada, joven. Sólo deseo conocer a una duquesa que comparte tierras francesas.
Murmuré mientras soltaba la mano de su mentón, que en todo este tiempo se había mantenido agarrándolo para que no dejase de mirarme. Mi mirada esmeralda despedía un brillo mágico a cada choque de ésta contra la luna, que empezaba a aparecer en lo alto del cielo, apartando a las nubes de su camino para que todos viesen la hermosura del plenilunio.
-¿Qué me dice?
Pregunté mientras mi cuerpo permanecía impasible ante el vieno que se iba levantando.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Lo miré sorprendida por aquella pregunta, a veces olvidaba que solía ser un libro abierto para las personas, que que estas con mucha facilidad podían interpretar mis expresiones, sonreí tristemente antes de hablar -La única clase de compromisos que existe, monsieur. Aquellos arreglados por conveniencia familiar- dije con simpleza, para mi así eran y serían siempre las cosas, siempre estaría subyugada a los deseos de otros, intenté mantener la vista puesta en algun lugar lejano, pero sentía el toque de su fría mano en mi piel, obligándome a mantener mi vista fija en él, cosa que me incomodaba, yo una señorita recatada, generalmente rehuía a los ojos de los hombres.
Quise mirar a mi sirvienta más no pude pues él mantenía su mano en mi rostro, tomándolo firme, pero a la vez suavemente, con la mejillas sonrojadas a más no poder. Me pareció extraño que mi sirvienta no se quejara ante el contacto físico con aquel hombre aun desconocido para mi. Oí nuevamente su invitación, una parte de mi añoraba el teatro y la otra mantenía el recato y el respeto por Michel.
Me quedé en silencio unos minutos, acomplejada por aquel dilema -Yoo... yo.. no.... puedo- Respondí con voz temblorosa, desviando la vista en cuanto me soltó el rostro -No podría hacer eso, no sería propio- dije con timidez, se notaba lo recatada que era y lo mucho que me importaban las consideraciones morales que podría acarrear aquella invitación. -Debería invitar a una jovencita que pueda aceptar tan amables invitaciones, pero debo reconocer que me encantaría poder aceptarla- hablaba con rapidez, como si las palabras fluyesen antes de que pudiese llegar a controlarlas, me cubrí la boca al notar que lo último que había dicho no había estado bien. Mi sirvienta no parecía estar al tanto de lo que ocurría, lo que me pareció bastante extraño.
Quise mirar a mi sirvienta más no pude pues él mantenía su mano en mi rostro, tomándolo firme, pero a la vez suavemente, con la mejillas sonrojadas a más no poder. Me pareció extraño que mi sirvienta no se quejara ante el contacto físico con aquel hombre aun desconocido para mi. Oí nuevamente su invitación, una parte de mi añoraba el teatro y la otra mantenía el recato y el respeto por Michel.
Me quedé en silencio unos minutos, acomplejada por aquel dilema -Yoo... yo.. no.... puedo- Respondí con voz temblorosa, desviando la vista en cuanto me soltó el rostro -No podría hacer eso, no sería propio- dije con timidez, se notaba lo recatada que era y lo mucho que me importaban las consideraciones morales que podría acarrear aquella invitación. -Debería invitar a una jovencita que pueda aceptar tan amables invitaciones, pero debo reconocer que me encantaría poder aceptarla- hablaba con rapidez, como si las palabras fluyesen antes de que pudiese llegar a controlarlas, me cubrí la boca al notar que lo último que había dicho no había estado bien. Mi sirvienta no parecía estar al tanto de lo que ocurría, lo que me pareció bastante extraño.
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Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Observé que Renée estaba metida en sus trece. Nadie la sacaría de ahí, aunque en el fondo su rebeldía para zafarse del yugo de sus padres la rogaba que aceptase mi invitación. Pero sus modales implicados desde que nació eran más fuertes y no aceptaría. O, si lo hiciese, me costaría mucho esfuerzo y no deseaba gastar el tiempo. Volvería a por ella, pero no sin antes golpear un par de veces más al contario, noquearlo para conocerle sin que éste se pudiese negar. Aunque Renée era una mujer fuerte que me sorprendía de sobremanera por su autocontrol incluso bao un yugo tan poderoso como el de mi mirada y voz.
-La entiendo, joven dama. No insistiré más, pues no quiero incomodarla. Siempre tendrá la invitación disponible para usted.
Alargué la mano e introduje la invitación en una de sus delicadas y perfectas manos. Acaricié la punta de sus dedos cuando separé nuestras palmas y la volví a mirar, deseoso de que ahora, que no quería sujetar su rostro, no apartase la mirada por la vergüenza quue mis palabras y mi cercanía provocaban en su menudo cuerpo y en sus hermosas mejillas que tomaban un tono rojizo cual par de manzanas maduras deseosas de caer del manzano.
-Podría saber, antes de marcharme, ¿dónde se aloja en París? Me gustaría visitarla en alguna ocasión siempre que tenga su consentimiento. Tal vez podría conseguir una noche libre para que podamos ir a ver una obra teatral juntos.
Esperé impaciente a que me respondiese. Luego la dejaría marchar. Mi voz seguía sonando dulce y atrayente para que Renée no se pudiese negar a darme una información tan vanal y simple. Su empleada seguía subyugada bajo mi poder, la cual, en el fondo, se aferraba a su fe para que no pasase nada malo. Y nada malo iba a pasar. Por muy neófito que fuese mi naturaleza no estaba ligada con el asesinato indiscriminado de humanos inocentes.
-La entiendo, joven dama. No insistiré más, pues no quiero incomodarla. Siempre tendrá la invitación disponible para usted.
Alargué la mano e introduje la invitación en una de sus delicadas y perfectas manos. Acaricié la punta de sus dedos cuando separé nuestras palmas y la volví a mirar, deseoso de que ahora, que no quería sujetar su rostro, no apartase la mirada por la vergüenza quue mis palabras y mi cercanía provocaban en su menudo cuerpo y en sus hermosas mejillas que tomaban un tono rojizo cual par de manzanas maduras deseosas de caer del manzano.
-Podría saber, antes de marcharme, ¿dónde se aloja en París? Me gustaría visitarla en alguna ocasión siempre que tenga su consentimiento. Tal vez podría conseguir una noche libre para que podamos ir a ver una obra teatral juntos.
Esperé impaciente a que me respondiese. Luego la dejaría marchar. Mi voz seguía sonando dulce y atrayente para que Renée no se pudiese negar a darme una información tan vanal y simple. Su empleada seguía subyugada bajo mi poder, la cual, en el fondo, se aferraba a su fe para que no pasase nada malo. Y nada malo iba a pasar. Por muy neófito que fuese mi naturaleza no estaba ligada con el asesinato indiscriminado de humanos inocentes.
Invitado- Invitado
Re: La Duquesa tentando al destino {Joseph}
Lo miré de ojo algo avergonzada por no ser lo que él esperaba, era demasiado recatada para cualquiera en aquella libertina ciudades, muchas veces pensé que no encajaba ahí, pero así había sido criada y no podía hacer nada con aquello, por que no tenía otra forma de ver el mundo, me aferraba a Dios y a mi fe -Gracias por comprender mi razones, monsieur, yo... mas que cualquiera desearía que las cosas fuesen diferentes- Susurré cerrando los ojos y suspiré, y sentí como ponía algo entre mis manos. Abrí los ojos para ver de que se trataba -Una invitación al teatro- pensé abrumada, alzando a penas la vista para mirarlo a los ojos.
Sonreí dulcemente -Gracias, es un agradable detalle de su parte- reconocí aun con timidez, mirando a mi sirvienta que seguía con aquel aire distraído. No quise negarle la información que me pedía, después de todo él había sido muy agradable conmigo después de todas mis negativas -Vivo en un castillo a las afueras de París, el Castillo de Valois- respondí con la vista puesta en la entrada que tenía entre las manos. Por alguna razón sentía algo de ansiedad, como si no quisiera que aquel encuentro se acabara, fuese lo que nuevamente me llevó a hablar de más -Si así lo desea podemos pasear un rato... En compensación por no haber aceptado su invitación- dije nuevamente con expresión avergonzada, aunque no tenia nada de malo caminar cerca de alguien, aunque fuese estar con un hombre a la vista de todos.
Sonreí dulcemente -Gracias, es un agradable detalle de su parte- reconocí aun con timidez, mirando a mi sirvienta que seguía con aquel aire distraído. No quise negarle la información que me pedía, después de todo él había sido muy agradable conmigo después de todas mis negativas -Vivo en un castillo a las afueras de París, el Castillo de Valois- respondí con la vista puesta en la entrada que tenía entre las manos. Por alguna razón sentía algo de ansiedad, como si no quisiera que aquel encuentro se acabara, fuese lo que nuevamente me llevó a hablar de más -Si así lo desea podemos pasear un rato... En compensación por no haber aceptado su invitación- dije nuevamente con expresión avergonzada, aunque no tenia nada de malo caminar cerca de alguien, aunque fuese estar con un hombre a la vista de todos.
Invitado- Invitado
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