Vuestras almas están manchadas con pecado

por **Araziel Baphomet** Mar Jul 12, 2011 12:43 pm

Para vuestros semejantes solo oís queda la luz
Para mí, ser inmortal y descomunal la oscuridad…

Vosotros que sois hechos a imagen y semejanza de vuestro creador, no alcanzáis a imaginar el sufrir de seres como yo, perseguidos por humanos miserables y egoístas que solo piensan para intereses propios y absurdos. Vosotros no tenéis vergüenza al decir que nosotros somos los monstruos, pero que creéis ¡Sois vosotros! Matad al planeta sin misericordia, acabad con los animales que os alimentan aún sin necesitar su carne, pero si su piel por necesidades burdas, arrancad plantas y acabad el mundo, pero os advierto, que yo acabare con vosotros, porque sois una peste, que solo sirve para alimentar mi ego y mi sed.

Vuestras almas están manchadas con el pecado.

Os diré como mate una de las suyas, mientras rogaba por la vida y el perdón que definitivamente no merecía, AL DESPERDICIARLA de la manera más banal posible.
Poseía unos pequeños ojos esmeraldas, cabellos negros como el carbón y su rostro dibujaba una inmensa amargura, le encontré en el burdel de parís. Más mi visita no buscaba más que desbordar mi ansia por el conocer, yo suelo frecuentar lugares como esos para hablar con personas que no me conocen y busco un poco de juego proveniente de jovencitas incrédulas y hambrientas por el dinero, más no se me es muy común encontrar humanas tan jóvenes y ingenuas en ese lugar, más nada es imposible, es por ello que ese día le vi y su presencia me dejo intrigado, inmediatamente la solicite para mí al encargado del lugar y pedí que la enviaran a la habitación donde me encontraba con una botella de vino.

Mientras eso ocurría, camine por las escaleras, con la mirada en las puertas del lugar, una a una pasaban por mis ojos y en una que otra se podían escuchar gemidos, gritos, conversaciones. Una pequeña risa se dibujaba en mi rostro, mientras esperaba impaciente su llegada. Mi mente malcriada ya dibujaba líneas de sangre por las paredes y imaginaba su cuerpo posado sobre la cama, más la espera fue corta.

Al verle en la puerta me acerque y tome su mano cantarino, pero parecía que leyera mi mente, por la forma en cómo me miraba y eso suele desesperarme en la mayoría de los casos, fue por eso que cerré de inmediato y la senté sobre la mesa, mientras me apoyaba casi sobre ella, pero parecía no prestarme atención, por ello, trate de tranquilizarla y cuando lo conseguí, comencé a escudriñar sobre su vida, pues yo no mato por matar, yo lo hago por placer.
Mas no tengo que contar como termino todo, pues vosotros imagináis lo demás…

Domingo

Como todos los domingos se preparaba con sus mejores vestimentas, para visitar uno de los lugares que más parecían llamar su atención el Teatre Des Vampires , En aquel lugar todo tenía un aire diferente y estaba alejado de los mas indeseados ante sus ojos, es por ello que jamás faltaba, como todos los Domingos, iba solo, sin ningún tipo de compañía, sentándose en el balcón central, donde podía admirar mejor el espectáculo.

Dentro, tomo asiento donde acostumbraba, pero parecía no encontrar nada interesante ese día, por lo que se puso de pie y dirigió tras vestidores, maravillado por todas las cosas que encontraba, habían ataúdes, ropas lujosas y trajes más fantasiosos, todo parecía tan conocido, y aquella mirada profunda y desafiante, que parecía mostrar y esconder todo a la vez.

Tomo asiento en una de las esquinas del salón principal, escondiendo todas las emociones que experimentaba, porque él era duro, arrogante, hiriente y orgulloso.
Con todo aquello, logro notar una presencia y se puso de nuevo en compostura a la expectativa.

Spoiler:

por **Lieselotte Molier** Miér Jul 13, 2011 6:12 am

Desde que había llegado a la ciudad no había hecho otra cosa que indagar sobre el sitio. Por primera vez en su vida se había alejado de su pueblo natal y ahora se encontraba como pez fuera del agua. Antes podía decirse que su vida como cazadora era sencilla, vivían en un pueblo pequeño que nunca había superado los 500 habitantes y si alguna vez ocurría algún hecho inquietante como la repentina y violenta muerte de alguno de sus vecinos, rápidamente podían aislar el caso y dar con el asesino. Pero en París todo era muy distinto.

En esa nueva ciudad no conocía a nadie, y había asesinatos y hurtos a diario. La gente que habitaba en esas calles no era como la de su pueblo. La ciudad les había llevado a la perdición. Pobres almas en pena. Pero ella debía encargarse de que esas pobres personas pudieran alcanzar la paz y el cielo una vez dejasen atrás sus cuerpos terrenales, y nunca podrían hacerlo si seguían robando, matando y prostituyéndose en las calles. Aunque claro, no debía engañarse, por mucho que hubiera vivido en una Iglesia, su trabajo no era evangelizar y perdonar pecados. No, su trabajo era terminar con los verdaderos demonios, con los cuerpos cuyas almas nunca alcanzarían el cielo ni el perdón. Debía exterminar a los hijos de Satanás; ésa era su misión.

Domingo

Algo había llegado a sus oídos y ella misma iba a ocuparse de descubrir la verdad en ése rumor. Solía comentarse en conversaciones susurradas, lo suficientemente bajo para que no llegase a oídos indeseables, pues la supersticiosa población parisina creía que había algo de extraño en el Teatro. Solían representarse funciones varios días al mes y sus actores y actrices destacaban por su deslumbrante belleza algo que, según algunos comentaban, estaba muy lejos del alcance de las personas normales. Debían tener un pacto con el diablo. Algunos comentaban lo blanca que era su tez, y que nunca se les veía por la calle a la luz del sol, quizás porque se creían demasiado importantes para mezclarse con la chusma de la ciudad. Pero en la mente de Lieselotte vagaba otra idea.

Aquella noche la chica se había equipado con todo su arsenal de armas. Cuchillos, pistolas, alguna estaca, el látigo y agua bendita constituían parte de él. Aún así, nada de aquello era visible gracias al ancho vestido color sangre que llevaba encima y que lo ocultaba todo a la perfección. Sus botas resonaban contra los adoquines de la calle cuando Lieselotte se encaminó hacía el teatro. Su plan era sencillo: Entraría a ver el espectáculo y esperaría a que éste empezara y las luces se apagasen; en ese momento saldría de la sala de actos y investigaría el lugar. Descubriría qué clase de gente moraba en ese Teatro, y, si hacía falta, acabaría con ellos.

Cuando llegó el momento adecuado, la chica se levantó de su asiento y con agilidad salió del lugar, tratando que nadie se diese cuenta. Una vez fuera empezó a buscar cualquier cosa que pudiera servirle de prueba. Ataúdes, sangre, a los mismos vampiros alimentándose… lo que fuera. En su inspección, los pies la levaron a los vestidores, cubiertos de vestidos coloristas y lleno de objetos para el decorado. Y sí, incluso encontró ataúdes, pero aquello no concluía ninguna prueba real, pues parecía más bien material para las obras que camas para los residentes.

La chica se había perdido en su búsqueda, cuando de pronto notó una mirada a su espalda. Se había despistado, y aquello en su trabajo bien podía significar la muerte. Ya podía estar agradecida de seguir respirando. Lentamente se giró, encontrándose de frente con una cara desconocida.

Su piel era pálida y su belleza notable. Un pelo rojo como el fuego le caía por la espalda. Aquella persona encajaba perfectamente con las descripciones que la gente tenía sobre los actores. ¿Sería acaso uno de ellos? En cualquier caso, la habían pillado husmeando entre bastidores.

- Hum… - dijo tratando de dibujar la más inocente de las sonrisas. – Creo que me he perdido.

por **Araziel Baphomet** Jue Jul 14, 2011 9:29 am

Dibujo una sonrisa tajante pero muy disimulada al ver a la señorita en el pasillo, más no le sorprendió su aparición inesperada, ya que era raro que los vestidores y sus alredores estuviesen tan solos, más no esperaba que aquella presencia fuese la de una humana ya que la mayoría estaba observando el espectáculo o bien era parte del mismo.

Más no le hablo inmediatamente como en su momento se lo propuso, pues primeramente se detuvo a mirarle con cautela y pudo notar de inmediato que era una chica muy joven, más eso no era del todo seguro, con unos cabellos castaños, piel casi blanca y un vestido rojo rubí, que le hacía ver de espalda pequeña y cuerpo fino. Pero luego de que ella notara su presencia, se giro y le saludo cortésmente; dibujando una dulce sonrisa, él por su lado hizo una reverencia con sus ojos fijos en ella.

-Bonne nuit Mademoiselle, ce qui rend une femme comme vous dans un endroit comme celui-ci –
(Buenas Noches señorita, ¿qué hace una mujer como usted en un lugar como este?)

-sont le pansement des acteurs et que vous n'êtes pas l'un d'eux –
(Son los vestidores de los actores… y usted no es uno de ellos)

Después de observarle mejor, ¡tuvo una idea maravillosa! ya que no obtenía la distracción que buscaba en la obra que había venido con tanta ansia a observar; jugaría con ella, ya que sabía que las razones por las cuales había ido hasta allí, eran curiosidad, aunque estaba lejos de sospechar que en realidad se tratase de algo más allá, más eso no era un impedimento para él, ya que solo la veía como una ilusa humana. Más se le hacía extraño que ella se atreviera a entrar hasta estos lugares, pues se era bien sabido por la sociedad parisina que este teatro no era común y por las cosas que se murmuraban, los ciudadanos no lo frecuentaban y en realidad el teatro tampoco era muy conocido, ya que parte de sus espectáculos era atroces ante los ojos humanos.

Le extendió la mano para que se la tomase, mientras escondía sus descabelladas intensiones, giro por un segundo la mirada hacia el pasillo, percatándose de que nadie viniese aunque si era el hecho, la habría de pasar por su acompañante, aún cuando ella fuese una humana, más no sería algo raro si la hiciera pasar por una muñeca de sangre, su muñeca, más no venia al caso y terminaría por arruinar sus verdaderas intensiones.

-Mi Nombre es Jean-Yves Caillaux y soy uno de los actores de la obra -
Murmuro, haciendo un gesto de aprobación por su no tan esperada aparición.
-Y si esta pérdida, como es en este caso, déjeme que le muestre las instalaciones… pero.-
Se acerco hasta su oído
-Tiene que ser un secreto entre usted y yo, ya que no dejan que gente opuesta a los actores estén aquí –

Después de aquellas palabras, la dirigió tomada de su lecho, unos 40 metros al oeste, en sentido hacia los camerinos, ya que del otro lado, se encontraban lugares indeseados a la luz pública y que de seguro ella no querría conocer y el no estaría dispuesto a mostrar. Mas ella no le habría cruzado más palabras desde que había iniciado la conversación, ya que Jean tampoco la había dejado hablar más de lo necesario, así que solo callo y espero a que se mostrara anudada por los interiores de los camerinos.

“eran hermosos, con muchos colores y decorativos por todas partes, las paredes hechas de cemento muy bien decorado, clásicamente por especialistas de la época, encajes franceses y flores en algunos lugares”.

por **Lieselotte Molier** Lun Jul 18, 2011 8:02 am

La muchacha observó con suspicacia al hombre que tenía delante, calibrando si se trataba de amigo o enemigo, pero por el momento nada se podía decir, así que la pantomima iba a tener que continuar hasta que pudiera seguir con su investigación.

Al observar que el hombre ejecutaba una reverencia ante ella, Lieselotte optó por no ser descortés y responderle con otra, doblando ligeramente las rodillas y desplegando la falda a sus lados con ambas manos, junto con una breve inclinación de la cabeza. Después de eso la chica volvió a sonreír, con una mueca de ligera incomodidad. Por una parte ese sentimiento era genuino, prefería investigar a solas sin un par de ojos que la observaran, pero por otra, tenía que fingir ser la pequeña chica que aparentaba ser para que nadie se fijara demasiado en ella, y para que, obviamente, no sospechasen de que su incursión a las zonas más privadas del teatro eran una misión para cazar y exterminar a las criaturas demoníacas que pudieran haber en el lugar.

- Oh… - dijo fingiendo sorpresa y vergüenza. Después soltó una risita nerviosa adrede y añadió: - Bueno… ¡es que los actores de aquí son fantásticos! Y me preguntaba… bueno, cómo serían fuera del escenario, cómo vivirían, cómo serían las zonas que no se ven del teatro… ya sabe, esas cosas.

Tras eso, agachó la cabeza con un ligero rubor en las mejillas y respondió con una afirmación a la segunda frase del hombre. Ella no era ninguna de las actrices del lugar, y eso era algo que ambos sabían, pero no podía revelarle por qué se encontraba donde no debía, por lo que decidió seguir interpretando el papel de jovencita inocente, ilusa y curiosa.

- Supongo que no soy una actriz… sólo venía a ver el espectáculo y no pude evitar el impulso de levantarme y curiosear. Espero que no sea nada tan grave. – añadió abriendo los ojos.

Tras eso esperó a la reacción de aquella persona. Ahora estaba en sus manos, más o menos. Si decidía devolverla a los asientos del público debería buscar otro día para investigar, o hacerlo más tarde y con más cuidado. En cualquier caso no iba a darse por vencida porque la hubieran pillado, acabar con los vampiros de París era algo mucho más importante a que la echaran del Teatro y que incluso le prohibieran la entrada.

Pero entonces sucedió algo inesperado. El hombre, en vez de echarla del teatro, o mandarla de vuelta a la sala del espectáculo, le tendió la mano. Lieselotte la observó largamente, sospesando los pros y los contras de aceptar la mano de aquel desconocido. Bueno, en cualquier caso ella no era una niñita, aunque lo pareciese, e iba a poder defenderse dado el caso. Aún así no había por qué alarmarse, aquel hombre, Jean-Yves Caillaux según se presentó, no parecía enfadado por haber encontrado a la chica fuera de su puesto, por lo que Lie no pensó que fuera a agredirla.

Después escuchó el resto de las palabras del hombre y lanzó otra risita nerviosa, cómo se esperaría de toda dama joven. ¿Le iba a enseñar las instalaciones? Bueno, algo era algo, no podría tener toda la privacidad para cuchichear cómo hubiese querido, pero al menos podría seguir por allí, hasta que lograra dar esquinazo al hombre.

- Muchas gracias, Monsieur. – dijo con una sonrisa, agarrando finalmente la mano del hombre. – No sabe lo que significa para mí poder ver todo esto por dentro.

Una vez dentro de los camerinos, la chica se soltó de la mano de su acompañante y se permitió regodearse ante tal hermosa visión. Aún así sabía a lo que había venido, y no precisamente a contemplar las preciosas telas de vistosos colores y todos aquellos adornos, pero había adoptado la actitud de una chiquilla soñadora y ilusionada con todo aquel mundo del teatro, así que debería interpretar un poco para el pelirrojo.

- Vaya, todo esto es… ¡espléndido! – dijo con un deje de ilusión en la voz. Después aprovechó para acercarse a curiosear por todos los lugares, dejando escapar sonidos de asombro y risitas, aunque mientras parecía que al chica sólo se deleitaba como una niña tonta con cosas bonitas y brillantes, la cazadora que había dentro de ella, y que había decidido investigar el lugar, había aprovechado el momento para inspeccionar con cuidado los camerinos. Quizás encontraba cualquier cosa importante, manchas de sangre, e incluso copas con ella. Había oído que algunos vampiros tomaban la sangre como si fuese vino.

Tras investigar toda la zona lanzó un suspiro casi imperceptible. No había encontrado nada que pudiera culpabilizar a los actores de aquel teatro de vampirismo. Debería buscar en otros lugares.

- ¿Y no hay sitios más secretos? – le preguntó con una sonrisa inocente al hombre. – Ya sabe… Algunas salas que sean solo para actores, me gustaría ver que es lo que hacen en su tiempo libre. ¡Debe ser tan guay! Sabe, le contaré un secreto… A mí me gustaría ser una actriz como las de aquí. Tan esbeltas, hermosas, con pelos tan bonitos… Siempre me ha gustado el mundo del espectáculo, ¿hay algunos secretos sobre este mundo? ¡Estoy tan ansiosa de aprender todo lo que pueda! – Obviamente todo aquello era una sarta de mentiras tras otra, pero la chica debía ganarse al hombre para que la llevase a sitios que pudieran comprometer a los actores.

[Off: perdón por tardar tanto, ya te conté que en fin de semana me cuesta mucho escribir xD]

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