En la mira del deseo (Gaëlle)

De momento París era nueva para mi. A pesar de ser mi tierra natal. Sin embargo que se podía esperar después de 500 años de ausencia de sus calles, edificios, costumbres y su sociedad en si.
Hacía tiempo que no placía a mi carne y como el que dirán poco o nada me importaba, salí a ver que hallaba. Mis pasos me llevaron a la zona “ardiente” de la ciudad. La Luna resplandecía sobre las pequeñas callejuelas, haciendo mas atenuante y al mismo tiempo llamativo el lugar.
Entré sin mucha pompa. Aunque tampoco ocultándome como se que muchos lo hacen. Recorrí el lugar con mi vista. Estaba atestado y la mezcla de sudor, sangre humana, deseo y lujuria exaltaba mis sentidos.
Había hombres y mujeres fogosos y hermosos pero no tenía prisa, me gusta jugar a la espera y cuando vea al chico o chica lo sabría de inmediato.
Me senté en un rincón, en una pequeña y solitaria mesa cuando la vi. Su hermosa cabellera cayendo a su espalada con suaves rizos ondulantes, la esbeltez de su figura era una dulce tentación andante. Miré atentamente cada uno de sus movimientos, la gracia y sutileza que adornaban su exuberante belleza.

Bajó las escaleras para llegar a la sala principal del burdel, ahí estaba el escenario a un lado donde a veces muchas cortesanas dejaban vislumbrar su parte artística. El jefe les daba la oportunidad de subirse al escenario y dejar su imaginación en representaciones. Él no era tonto y sabía que muchas de las cortesanas tenían unos dones artísticos que harían llamar aun más la atención a sus clientes. Le había también ofrecido a Gaëlle subir alguna vez al escenario para que pudiera bailar o cantar pero a ella le daba como cierto pánico tener que subir ahí arriba y que todos la estuvieran observando. Sabía que si algún día se dedicaba a bailar tenía que subir a un escenario pero aun no era el momento no se sentía preparada para ello.
El lugar estaba lleno de mesas ocupadas por muchos clientes, unos desconocidos y otros asiduos. Cortesanas provocando a cada uno de ellos, los cortesanos eran igual de provocadores pero sus técnicas eran algo distintas, ellos jugaban con otras formas de seducir. El ambiente estaba cargado de humo y olores fuertes, a Gaëlle eso no le agradaba en absoluto. Ella hubiera preferido un ambiente menos cargado pero ese era su lugar de trabajo y no tenía derecho a quejarse de nada.
Echó un ligero vistazo al local deslizando su mirada hasta clavarse en la barra. Observó detenidamente percatándose de la colocación de las botellas. Frunció el ceño molesta, ella había ordenado todo y el camarero lo había vuelto a desordenar. Se dirigió hacia un lado de la barra sin perder de vista las botellas y entro tras ella. Agarró una de las botellas y la colocó en el lugar que le correspondía. Mientras estaba intentando colocar todo de nuevo el camarero se percató de su presencia y se dirigió hacía ella con el ceño fruncido.

- Gaëlle, sal de aquí y deja las botellas – le hizo un gesto con el brazo para echarla de la barra

- Están desordenadas – le miró de arriba abajo descubriendo que en su camisa tenía botones de diferente color – ese botón no va en esta camisa – le señaló con el dedo – quítate ese botón

- No voy a quitarme el botón, ve a buscar a un cliente – le agarró del brazo suavemente para acompañarla fuera de la barra – y antes que digas nada tampoco la camisa me quitaré…

- Pero… el botón es distinto a los otros – se dejó llevar hasta afuera – deberías quitártelo

El camarero soltó un suspiro quedándose en silencio unos segundos con la mirada clavada en ella. Dándole la espalda agarró un vaso y lo llenó. El hombre agarró el vaso y lo colocó frente a Gaëlle.

- Lleva este vaso a esa mesa de ahí – señaló una de las mesas del fondo en la cual estaba sentada una mujer – no hay discusión ve

Gaëlle agarró una servilleta limpia de uno de los cajones de detrás de la barra y envolvió el vaso. Lo tomó con cuidado y se dirigió hacia donde le había indicado el camarero. Lo dejó cuidadosamente justo en el centro de la mesa y observó a la mujer. Era muy hermosa, de cabellos castaños y ojos de igual color. Por su aspecto se veía elegante y cada detalle de su apariencia estaba cuidadosamente en su lugar.

Poco o nada me causaba risa, no por nada mi mal genio prevalecía en mi como antorcha encendida en medio una lúgubre noche de invierno. Mas su comentario por los colores de los botones del camarero, lo cual lo hacía parecer un bufón de la edad media, desplegó de mi boca una suave e imperceptible línea que cruzaba mi rostro.
Una satisfacción cubrió, ahora si, por completo mi rostro al oír la petición del camarero al alejar a Gaëlle, como la llamó, para que dejara de interferir en sus cosas, ni que yo misma lo hubiera manipulado para que lo hiciera, cosa que prefería no hacer, el usar mis poderes a menos que me encontrara en peligro o en situación de ventaja al hacer uso de los mismos.
La gracia de su caminar envolvía el lugar y llenaba mis pupilas del vaivén de sus bien esculpidas caderas y la firmeza y llenura de sus pechos.
La calidez de su mirada se apoderó de mi persona, no como pretendiendo avaluar o analizar mi presencia en este lugar pero algo me decía que pronto lo haría pues se percataba que no era un hueso fácil de roer cuando así lo decidía.
Hizo o fue mi parecer un ademan de irse al dejar el vaso en mi mesa, pero suavemente tomé el talle de su muñeca, el correr de la sangre en sus venas, ardió en mi garganta haciéndome tragar con fuerza su veneno.

-¿Podría solicitarle a tan bella mujer que acompañe a esta dama y que usted haga gala de su hermosura mientras me acompaña una copa?-

Antes que pudiera siquiera responder, recorrí el lugar ubicando un camarero al cual haciéndole señas se dirigió a nosotras con ágil paso. Me miró esperando mi pedido, mas hice una suave seña con mi cabeza inclinándola hacia Gaëlle.

-¿Pregúntele a la dama por favor? –

El gesto de burla que hizo al intercalar su mirada entre la chica y mi persona me llenó de ira. Quién se creía ese muerto de hambre al ironizar mi comentario con su expresión. Sin alzar la voz y pareciendo un susurro helado y mortal, enfatizando en mi mirada la peligrosidad de mi persona, hablé desdeñosamente al camarero.

-¿Lo siento “noble caballero” he dicho algo que pudiera causar en usted gracia alguna, o siente que me he equivocado en mi apreciación? –

Con nerviosismo por mi actitud y la de Gaëlle, estrujaba una servilleta que tenía en sus manos, la cual parecía desgarrar con sus movimientos. Hablando apresurada y entrecortando sus palabras respondió.

-Oh no… no señora.. en ningún momento quise ofender a su vuestra merced-

Y mirando a mi, esperaba futura acompañante, haciendo gala de una humildad que dudaba que tuviera en ese momento miró a Gaëlle inclinando la cabeza hacia abajo.

-¿Deseas algo en especial para acompañar a la señora?-

Notó como la mujer le agarraba de la muñeca y su mirada bajó hacia esa mano que la sostenía. Levantó sus ojos para encontrar los de la mujer viendo como llamaba a un camarero y la invitaba acompañarla. Asintió con la cabeza mientras se deshacía del agarre suavemente para tomar de su bolsillo uno de sus pañuelitos. Frotó toda la superficie para poder sentarse hasta que le pareció que ya estaba lo suficientemente limpia como para tomar asiento. Con cuidado se sentó sin dejar de observar a la dama que frente a ella se sentaba. Llegó por fin el camarero que había solicitado y lo miró de arriba abajo como era costumbre de ella. La mujer le dijo al camarero que preguntara que deseaba tomar Gaëlle a lo que ella volvió a mirarla enarcando una ceja.
La expresión de la mujer cambió notablemente cuando el camarero reflejó cierta sorna tras sus palabras. A lo que ella le respondió no solo con frías palabras tajantes si no también con desprecio por la reacción del otro. El camarero no dejó de aplastar una pobre servilleta entre sus manos. Gaëlle clavó su mirada en esas manos y en como estrujaban esa servilleta. Levantó sus manos hacía las del camarero comenzando a estirar la servilleta para quitarle todas las posibles arrugas que pudiera dejar aquel hombre a causa de su nerviosismo. Estaba tan concentrada en su labor de recolocar la servilleta que no reaccionó hasta que la mujer se dirigió directamente a ella. Volteó su cabeza para observarla sin bajar sus manos de la servilleta y asintió con la cabeza suavemente.
Buscó con sus ojos a los del camarero mientras bajaba sus manos y se echaba un poco atrás para comprobar que la servilleta estuviera colocada perfectamente.

- Con un vaso de agua me vale – buscó el vaso de la mujer sobre la mesa y lo señaló con su dedo – el vaso que sea como ese por favor – volvió a mirar al camarero y le indicó con el mismo dedo que se acercara – y también quítale el botón distinto de la camisa al de la barra – le susurró al oído

Se apartó del camarero sonriéndole y se acomodó en la silla. Llevó su mirada hacia la mujer en silencio durante unos minutos.

- Se lo agradezco, me llamo Gaëlle – hizo un gesto con su cabeza en forma de saludo - ¿puedo saber el nombre de la señora?

Aunque traté de ignorar su reacción ante la limpieza tan exhaustiva de la silla, el arreglo de la servilleta, ya no pude contener mi risa al escuchar su comentario por lo del botón nuevamente. En algunas personas estas pequeñas “manias” o conducta a veces puede parecer fastidioso, no sabía por qué generaba en contraste cierta ternura por mi parte hacía ella. Casi como una niña, como una flor blanca en medio del lodazal. Y esto era algo que me atraía indudablemente.
A la sombra de las escasas luces y la posición de su rostro al sentarse a mi lado, hacían que su atractivo aumentara exponencialmente, haciendo que mi mirada no deseara alejarse de tal perfección. Las sombrar bailaban sobre las alfiles de los bordes de su rostro, y el vaivén de estos hipnotizaban mis sentidos.

-Ivonne. Y no tienes nada que agradecer, mas bien tendría que ser yo quien lo hiciera al aceptar mi compañía. Aunque me intriga saber, el motivo que te hizo aceptar. Sin embargo, no me respondas ahora, hazlo después y dime mas bien. ¿Qué piensas hacer con el botón?-

Pregunté sin omitir mi risa divertida, extendiéndome aun mas en la silla, procurando mostrarme tranquila aunque en el fondo esto no era tan cierto. Su presencia me gustaba mucho y no solo físicamente y no quería cometer alguna actitud impropia y alejarla.

Observaba cada detalle de aquella mujer, la cual se echó a reír tras el comentario del botón. Gaëlle frunció ligeramente el ceño y bajó su mirada, volvió a levantarla para observar nuevamente a la mujer. No se ofendió por la reacción de la mujer ni nada parecido, solo que no se daba cuenta de sus acciones hasta que ya las había hecho. A muchos les causaba incomodidad y se ofendían por la forma como actuaba o por como podía decir las cosas, a veces era demasiado sincera y muchas personas no encajaban sus palabras directas.
La mujer se presentó y Gaëlle le sonrió cuando por fin supo su nombre, asintió con la cabeza suavemente en forma de saludo. No podía dejar de observar cada movimiento de la otra, parecía que todo lo que hacía y decía era perfecto. Eso le fascinó completamente y despertó su curiosidad.

- Llevaba un botón de un tono diferente de blanco que los demás – dijo como indignada – aunque si le llega a quitar el botón… seguro le faltará uno y la camisa quedará desigual… será mejor que le quite la camisa - hizo ademán de levantarse pero se detuvo y volteó a ver a la mujer, sería descortés dejarla, así que se acomodó de nuevo en la silla

Llegó el camarero con el vaso de agua que le había pedido dejándolo cerca de ella. Gaëlle con su dedo índice lo empujó suavemente hasta el centro de la mesa junto al otro vaso. Y miró al camarero como esperando algo.

- Dice que te concentres en otra cosa y dejes su botón en paz – miró a Ivonne mientras inclinaba su cabeza – señora… - dijo alejándose de la mesa

Giró su cabeza dirección hacia la barra buscando al camarero del botón, el cual negó con el dedo índice lentamente y con un movimiento de mano le indicó que se volteara de nuevo. Gaëlle giró clavando sus ojos con los de Ivonne y le sonrió tímidamente.

-Tienes toda la razón Gaëlle, la belleza y la perfección no discuten con lo burdo de la insignificancia de los detalles. En la exquisitez de los estos se puede apreciar la verdadera belleza en su conjunto…. Así tal como tu. - Le sonreí con sutil coquetería.

-Aunque mi querida Gaëlle, belleza no siempre radica en la perfección de sus detalles, también se ve en esos aspectos pocos comunes y casi raros que nos hacen diferentes a los demás. Y eso también te incluye, hermosa mujer. Entonces eres perfecta por la exquisitez de la perfección y la rareza de los detalles que definen tu divinidad.

Subí mi mano hacia su rostro y simulé tocarla en el aire.

-Tu piel parece tan suave y perfecta, sin embargo cuando frunces tu ceño. Esta se pliega, no obstante no deja de ser deseable y no solo para mi. Creo es valedero disfrutar la vida en la imperfección de sus detalles algunas veces. ¿Qué opinas? Y que por favor que tus palabras no sean el freno de tus pensamientos. Seme sincera en tu sentir. Esta sería muy importante para mi.

Escuchaba atentamente cada palabra que la mujer le decía, sin dejar de observarla estiró el brazo para agarrar el vaso de agua. Metió su otra mano en uno de los bolsillos de su falda sacando un pañuelito con el cual deslizó en todo el contorno del vaso. Una vez terminado dobló con cuidado el pañuelito para volver a guardarlo en su bolsillo. Tomó el vaso con cuidado llevándoselo a los labios bebiendo de él. Cuando terminó cerró los ojos mientras dejaba el vaso nuevamente sobre la mesa, llevando sus ojos al rostro de Ivonne. Con su dedo índice empujó suavemente el recipiente hasta llevarlo al centro de la mesa.

- Los demás no suelen ver con buenos ojos que me fije en ciertos detalles – bajó su mirada mientras que sus manos se entrelazaban sobre su regazo – muchas veces se enfadan conmigo – soltó un suspiro y levantó su mirada de nuevo para observar a la mujer sin poder evitar sonrojarse levemente con sus palabras – es de las pocas personas que ven más allá con mis gestos

Tras decir esas palabras soltó una risa divertida, quedándose quieta al ver como Ivonne alzaba su mano dejándola muy cerca de su rostro con intención de tocarla. Observó detenidamente la mano unos segundos escuchando lo que decía. Llevó un par de dedos sobre su ceño cuando escuchó el comentario y luego los dirigió hacia la mano frente a ella. Con la yema de sus dedos la acarició suavemente siguiendo cada paso con sus ojos concentrada en sus gestos.

- Cada uno descubre donde está su visión de la perfección – calló unos segundos – yo veo en detalles que otros no ven la perfección y me llaman loca por eso… otros sin embargo lo ven en cosas hermosas y ellos deciden que eso es la perfección – levantó su mirada hacia la mujer - ¿acaso ellos no son también locos por ver perfección en sus ojos? – bajó su mano dejándola en su regazo - ¿porque tiene que ser perfecto algo hermoso?

La caricia de su piel bajo la mía era tan suave y tersa, no me había equivocado, la sedosidad de sus manos podría ser la envidia de toda la alta rama de la sociedad que buscaba tal con cremas y todo tipo de menjurges para suavizar su pieles para sus amantes o simplemente para alardear con las demás “damas de sociedad”. Mas dudaba que Gaëlle, que inclusive esta sueva perfección que era el roce de la yema de su dedos fuera buscada, era natural, tan natural como ella en sus hermosas y hasta divertidas imperfecciones.

-A mi parecer, lo mas hermoso es lo poco común, y en la imperfección de los detalles de halla la verdadera belleza, la sublimidad de las cosas. Y tu pequeña. Eres tan sublime como exquisita. Y solo afiebras mis sentidos al desear estar mas tiempo contigo del que quizás me sea permitido. -

Sabía que antes del amanecer tendría que salir de este lugar y nunca antes este hecho representaba para mi pesar. Pues a pesar de todo mi soledad y el refugio que este representaba para mi, eran necesarios no desquiciar en mi larga existencia.

-Puedo tener la osadía de preguntar mas por tu vida Gaëlle. Ansió por conocer mucho mas de ti, tus gustos, aquello que te disgusta hasta el límite, saber porque sonríes cada mañana, si es que lo haces y si no, porque no. Lo siento. No quiero abrumarte con mis preguntas, es solo que….

No sabía completar la frase pues ni yo misma sabía como completarla.

Le extrañaban las palabras de la mujer, ella misma no se veía tan perfecta como parecía ser en los hermosos ojos de Ivonne. Quizá es que no estuviera acostumbrada a que la tratasen de esa forma. Sus ojos no dejaban perder ningún solo detalle de ella, no quería perder ni un solo movimiento de su rostro o manos. Sus gestos eran delicados y a la vez transmitían una seguridad en sí misma que le agradaba. A veces sonreía al escuchar su voz y la forma como se expresaba, Gaëlle no lo hacía tan bien como ella, ya que no tuvo ni por asomo la misma educación. La mujer que tenía frente a sus ojos era un misterio y despertaba curiosidad en ella.

- Agradezco las palabras – se sonrojó levemente – si desea aprovechar el tiempo que le quede con mi presencia sería un placer

Se oían las risas de los clientes con las otras cortesanas y cortesanos resonar en toda el lugar. Se podía escuchar el sonido de las botellas y los vasos al preparar los pedidos. En el escenario alguna que otra compañera se animaban a cantar o a bailar para todo el público presente. Atenta a las palabras de Ivonne, la cual deseaba conocer más de ella, hizo que girara levemente hacía el escenario quedando pensativa unos instantes. Volteó nuevamente buscando los ojos de la mujer. No muchos clientes preguntaban por la vida de las cortesanas y ella no era de las que hablaban mucho de ello, pero cuando le preguntaban se limitaba a responder. Quizá por educación o quizá no, ni ella misma lo sabía. Abrió un poco sus labios como para empezar hablar pero los volvió a cerrar. Se mordió el labio inferior suavemente.

- Me apasiona la danza… - empezó a decir – desde pequeña una persona muy especial para mi me enseñó y me gustaría poder algún día poder estudiar en la escuela de París – sonrió levemente – eso suele hacerme sonreír – ladeó su cabeza observando a Ivonne - ¿usted tiene algo que le apasione? ¿Algo que haga que su corazón explote y se libere de todo lo que le rodea?

Escucharla hablar era un tónico de paz para mi, bien cierto había algo que me cautivaba en esta pequeña y las emociones que despertaba me tenían completamente absorta.
Mi sonrisa igualaba la suya al escucharla, sin embargo su pregunta me dejó sin bases de momento. Qué podría contestar a eso.

-A decir verdad pequeña, creo que tu tienes mas razones para sonreír que yo. Desde hace mucho tiempo la sonrisa sincera, aquella que te hace vibrar desapareció de mi ser. Ahora solo resta vivir procurando hallar algo que me pueda devolver por lo menos una sonrisa así sea esta esporádica.


Respondí sinceramente, esperando que mi respuesta no le pareciera insulsa y hasta deprimente, pero era la verdad. De nada valía fingir algo que no se tenía o se era.

-¿Sabes? Sería un honor el verte un día bailar. Quizás mas adelante si no es mucho pedir pudieras venir a mi casa, tiene un salón enorme en el cual podrías deleitarme con los suaves movimientos de tu cuerpo al compas de la música.

Al solo imaginarme su hermoso cuerpo moviéndose cadenciosamente para mi mientras una suave música de fondo armonizaba con ellos, eso si me hizo sonreír con ahínco y anhelo de que Gaëlle me regalara tal espectáculo.

-¿Puedo hacerte una pregunta un tanto intima, respecto a tu estadía en este lugar?

pd: Hola Gaëlle. Te mandé un mp.

Quedó atenta a lo que le decía Ivonne y a cada palabra que salía de sus labios. Una sonrisa pensó ella, recordaba a su madre pronunciar esa palabra. Cada noche cuando iba arropar a sus hermanos y a ella les preguntaba a cada uno que tres cosas les habían hecho sonreír ese día, era para recordarles que cosas tan pequeñas e insignificantes aparentemente para unos podían hacer sonreír a otros. Gaëlle una de las tres cosas que siempre decía era la danza, antes bailaba todos los días, ya fuera por las clases que Julie le daba como cuando ella se perdía en los bosques para bailar. Ahora se preguntaba cuando fue la última vez que bailó, ya casi no recordaba.

- Es más fácil perder la sonrisa que encontrar algo que te la devuelva – soltó un suspiro – pero no es imposible recuperarla – le sonrió amablemente mirándola

Quedó en silencio unos minutos mientras alargaba de nuevo su brazo hacia el vaso colocado en el centro de la mesa atrayéndolo hacia ella. Sacó de nuevo su pañuelito de uno de sus bolsillos y lo deslizó en el borde del vaso para luego guardar el pañuelito en el bolsillo. Agarró el vaso con cuidado y se lo llevó a los labios para dar otro sorbo de esa agua, luego lo dejó nuevamente sobre la mesa y con el índice lo volvió a empujar hacia el centro de esta. Cuando escuchó la propuesta de Ivonne sus ojos se agrandaron de par en par sin poder articular palabra durante unos instantes y quedando su brazo extendido con su dedo tocando aun el vaso. Negó rápidamente con la cabeza y retiró el brazo colocándolo sobre su regazo. Bailar para ella pensó, no bailaba delante de nadie, era algo de pánico escénico por decirlo así lo que sentía. Sabía que si quería poder bailar e ir a estudiar a la escuela de danza debía mostrarse delante de otras personas y bailar frente a ellas. Ivonne le estaba ofreciendo un buen lugar para bailar y ella sería una buena espectadora de sus movimientos.

- Ehm… - empezó a ruborizarse – podría intentarlo… - desvió su mirada – es muy amable, se lo agradezco

Realmente no sabía que contestarle, la mujer estaba siendo muy amable con ella y quería corresponderle de igual forma. No sabía si podría ofrecerle un buen espectáculo, pero intentaría hacerlo lo mejor posible e intentaría que no le invadiera el pánico escénico sobretodo. Levantó su mirada al escuchar su pregunta mientras asentía lentamente con su cabeza.

- Siéntase libre de preguntar lo que quiera

Asentí dando razón a sus palabras sobre la perdida de la risa. Un suspiro acompaño así lo último que dijo sobre este tema. A lo mejor esto era cierto, pero para buscarla se debería tener esperanza y yo ya no la tenía, mi vida era solo una resignación de la cual no me podía y en ocasiones no quería escapar, pero no por aquella esperanza que decía Gaëlle, sino por la promesa que le hice a mi amado esposo antes de morir, no hubo necesidad de palabras para ver en sus esmeraldinos ojos su petición. Carraspeé buscando con ello traerme de nuevo al presente. En estos momentos estaba con una hermosa jovenzuela, llena de pequeñas actitudes y bellezas rarezas que me tenían fascinada. No era la hora, ni el lugar para llamar a los fantasmas pasados.

Jajaja y hablando de extrañas bellezas, volvió hacer eso que me gustaba, esa obsesividad tan peculiar y tan dulce, en Gaëlle, solo en ella. Ahogué una sonrisa al ver la expresión de su rostro y aquellos hermosos ojos casi desbordados de sus cuencas, al escuchar mi petición de baile. Me di cuenta que su contestación era más por educación que por otra cosa, no había necesidad de internarme en su mente para verlo, sus acciones eran mas claras que el agua cristalina de un lago.

-Lo digo en serio Gaëlle, y no deseo que te sientas apenada o presionada. No buscó nada mas que mi felicidad al verte danzar con tu hermoso y grácil cuerpo, sin nada a cambio -

Sentí la necesidad de aclararle mis intenciones, ya que no estaba de mas y sobre todo teniendo en cuenta el asqueroso lugar en donde nos encontrábamos. La mayoría, ya que no me permitía a juzgar a todos por igual, pero muchos de estos “hombres”, ya que parecían mas bien animales salvajes; no le propondrían algo así a esta chica sin buscar nada mas a fondo.

- La danza es tu pasión, que magnífico sería verme envuelta en la majestad de tu baile, me imagino que cuando dejas que la música te atrape, te fundes en ella y se vuelven una sola -

Mi voz y mi aspecto se podían ver soñadores, y no eran para menos, ya que mi buena imaginación me mostraba el deleite de aquella imagen.

-Perdón, me deje llevar –

Esbocé una sonrisa bajando un poco mi rostro. Pero al instante lo alcé delicadamente y recordando quien era y sobre todo la pregunta que rondaba en mi cabeza.

-¿Qué situaciones adversas te trajeron a este lugar?

Mis ojos buscaron los suyos buscando en ellos la verdad de sus palabras. Si bien era cierto y hasta podría ser de broma para otro de mi especie, no deseaba la verdad con mis dones, sino escucharla en su melodiosa voz y en su límpida y al mismo tiempo enigmática mirada.

Bailar. Eso era lo que más le gustaba y se perdía siempre en todos y cada uno de sus movimientos. La música entrando por sus oídos hasta su mente y su corazón penetrando cada nota en su interior. A veces no disponía de una melodía que la acompañara por eso su mente imaginaba muchas otras veces que sonaba una hermosa canción y otras simplemente la tarareaba ella.
Ladeó la cabeza escuchando atenta cada palabra que Ivonne hacía salir de sus labios. Gaëlle no sabía si era por su forma de hablar, por las cosas que le decía o por como era que le hacía sentir a gusto y tener un matiz de confianza. Sonrió dulcemente cuando imaginó en un lugar hermoso bailando mientras de fondo sonaba una preciosa música y bailar para Ivonne que seguro valoraría cada uno de los movimientos que ella haría en su danza. Asintió tímidamente con su cabeza mientras jugueteaba sobre su regazo con sus dedos.

- Se lo agradezco, será un placer poder bailar. Hace mucho que no lo hago y empezar de nuevo con usted de espectadora sería gratificante

Levantó su cabeza observando a la hermosa mujer abriendo sus ojos de nuevo por la pregunta que le había hecho. Su situación no es que fuera de las más deplorables pero si estaba cargada de esperanzas y sueños.

- Mi familia es de clase baja, somos muchos hermanos – tomó aire – mi sueño es poder estudiar en la academia de danza de Paris, y eso es muy difícil lograrlo por ser muy costoso. Sería imposible pagar algo así – quedó en silencio unos pocos segundos – en mi antiguo trabajo no salió muy bien y terminé aquí, dinero más o menos fácil y un lugar donde vivir

Quizás sus razones no eran las que la otra esperara y muchas de sus compañeras en el burdel habían tenido vidas muy duras. Pero ella deseaba tanto poder conseguir ese sueño que haría lo que pudiera para lograrlo y este trabajo le permitía poder ahorrar para poder asistir a la academia de danza y ayudar a su familia con algo de dinero. Para ella todo eso era más que suficiente.