Y la Muerte no tendrá Dominio.{Ian Lancaster

por **Nicolás D' Lenfent** Miér Jul 20, 2011 4:52 pm

En otro tiempo, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones y en el que se derramaban todos los vinos. Una noche senté a la belleza sobre mis rodillas y la injurié. Me he armado contra la justicia. Me fugué. ¡Oh brujas, oh miseria, oh odio! Fue a vosotros que confié mi tesoro. Logré hacer desaparecer de mi espíritu toda esperanza humana. Sobre cualquier alegría, para estrangular, di el salto sordo de la bestia fiera. Llamé a los verdugos para que, al parecer, pudiese morder la culata de los fusiles. He invocado los desastres para ahogarme con la arena y la sangre. La desgracia ha sido mi propia presencia. Me he tendido en el infierno. Me he secado con el fuego del crimen. Le he gastado buenas bromas a la locura. Y la primavera me trajo la risa horripilante del idiota. Luego, últimamente, cuando me he visto a punto de lanzar mi último minuto, se me ocurrió buscar la llave del festín antiguo para ver si, recobraba el apetito. La caridad es esta llave. Esta inspiración demuestra que lo he soñado.

"Seguirás siendo vampiro, .." -insistio el demonio que me coronó con tan amables adormideras. "Llega a la muerte con todos tus apetitos, con tu egoísmo y con todos tus pecados capitales." ¡Ah! ya aguanté lo mío:—Pero, querido Satán, os conjuro; ¡miradme con ojos menos irritados! Y aguardando las pequeñas cobardías en demora, para vos que apreciáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, voy a destacar algunas odiosas hojas de mi carné de condenado.
Pero que carne. ¡Maldición! Nicolás estás perdiendo de nuevo la cabeza. Maldición ya no se qué está pasando, el mundo se desploma y yo deseo matar, beber, pero ahora que es lo que deseo? Deseo saciar mi ira, deseo poder tener una compañía hasta matarla pero este día no. Solo quiero el camino, muéstrame el camino para poder desafiarlo, así sea un miserable como yo lo hare.

Y se muestran dos caminos, el bosque y el cementerio. Que os tomara. Así que de nuevo en el bosque, bosque Oh silencioso bosque te atravieso con el corazón en la mano tan lleno de miseria por todas las voces que caen de los árboles y las hierbas que rasgan mis piernas, deja que me siente en tu sombra más oscura mientras los grises búhos vuelan sobre ti, allí he de ver lo que deseo, hacer de este bosque pierde todo silencio y solo bailar, bailar. Para la noche que se muestra danzando en pleno lugar provocando a todo que lo oiga.

por **Ian Lancaster** Jue Jul 21, 2011 4:37 pm

El abismo de la soledad abrazaba sin descanso al longevo vampiro que yacía sobre su ataúd en la claridad de un nuevo día. Si bien su deseo jamás fue el de haberse convertido en una bestia perversa con sed de sangre. Jamás hubiera querido depender de aquellos frágiles humano que en sus manos fallecían por el hecho de tener un alimento para aquel ser, jamás pensaba que podría matar a alguien por hambre, por sed, por ira. Una vida normal era lo que aquel ser deseaba, una mujer, un hijo, paseos después de un corto amanecer agarrado de la mano de su pequeña familia disfrutando del campo y del césped mientras deseosos almorzaban sobre un manto de cuadros de colores blanco y escarlata acompañados de un refresco y unos bocadillos después de un día entero jugando con su pequeño y su esposa.

Jamás ocurriría, ¿por qué? Porque Ian era un vampiro, un ser que nunca volvería a ver el alba, que jamás podría tener una descendencia biológica. Los sueños rotos de un viejo y vagueante vampiro inundaban su mente y se adueñaban de aquellos sueños que podía tener mientras descansaba en aquel mueble de madera de pino en el que dormía cada día. La noche amenazaba próxima y los sueños y pensamientos parecían desaparecer cuando los ojos del nosferatu se abrieron de par en par sintiendo ya el aroma de una nueva noche llena por acontecimientos que se avecinaban. Como era de suponer y era como un ritual que marcaba cada noche, abrió las ventanas para que la brisa veraniega junto con unas corridas cortinas que tan solo estorbaban aquella noche, entrara para impactar en el rostro de aquel vampiro y sentir el aroma y la sangre que podría encontrarse aquella noche, sentir los aromas de los humanos a la lejanía de su mansión.

Una copa de vino fue lo que Lancaster sujetó delicadamente sobre la palma de su mano, dejando que la base de la copa fuera traspasada entre los dedos de su fría y pálida piel. Una vez cerca de sus labios sintió el olor de aquel vino catándolo y cerrando los ojos deleitándose de tal hazaña mientras daba un pequeño sorbo y tragaba pasando por su gaznate como si fuera una simple bocanada de aire que respirar. Se acercó de nuevo a la ventana, observando el bosque el cual tenía cerca de su mansión, y con los ojos entrecerrados presenció la sangre de un vampiro de aquella zona con su infalible olfato. Un vampiro que jamás había olido, su sangre era espesa y por qué no, podía oler incluso deliciosa a la par que deleitante al paladar de aquel ser oscuro. Un abrir y cerrar de ojos hizo que aquel vampiro no se encontrara dentro de la mansión, la sangre de un ser de su misma raza lo había llamado con su aroma, Ian se encontraba en la zona de los bosques, ya muy alejado de su hogar el cual no quería que fuera avistado por aquel ser que seguramente también habría captado el aroma de Ian, a pesar de que no era una persona que se ocultara ante nada, pues el miedo no estaba entre sus más absolutos vocablos.

por **Nicolás D' Lenfent** Jue Jul 21, 2011 7:51 pm

-Bailar, bailar morir al billar. Cantaba entre melodías del viento, entre danzares acompañados de los arboles mientras e menean entre susurros para enloquecer juntos, juntos hasta sentir de nuevo. El mundo enloquece ¡A quien le importa? Solo será mi mundo el que nadie conocerá, solo yo seré el dueño de tanta divinidad guardada entre delirios. ¡Vaya! ¿Querrá bailar la sangre ajena? Que hace, que piensa, puedo sentirle, oírle, Si soy yo el demente vampiro que se pierde entre mundos desconocidos. No me importa decir que soy un gran asesino. Que soy un vampiro. ¿Te importa?, ven y cállame entonces…Rio en el fondo de ese vacío de cuerpo que se escondía grandes sensaciones nunca antes vistas.

¡Demonio! Puedo sentirlo, eres uno más de los perdidos vampiros. Ilusionista por el rostro semblado de dolor y tristeza a la vez pero solo yo lo puedo ver, al fin alguien es sensible sintiéndose un gran hombre. ¡Juguemos siendo demonios! Le miro aun dando vueltas deteniéndose para burlarse ante su presencia. Querer saber que le sucede al saber que no era el único ser inmortal en ese territorio. Inclinándose finalizando una melodía rota, interrumpida por la presencia tan divina e insignificante a la vez. Dedicándole en su rostro una sonrisa de descaro hermoso, no se preocupaba de si lo mirase o no, el sabia que lo hacía y podría distinguirla a cierta distancia que se encontraba.

Provocándole, asegurándose que carácter mostraba ya que su sangre era sumamente agria y maligna. Pero esto era lo único que faltaba de un carácter pesado y que. Eso era lo que buscaba desde hace más de un siglo. Avanzando ante él entre vueltas aun continuando el baile interrumpido, siendo su alma la que desciende hacia los tristes hangares de los muertos. Del muerto que se encontraba a medio camino, siendo desde las altas zonas del crimen que estaba a punto de suceder, hare unos sueños rotos para la ira que se avecinaba, sus ojos divinos de amargura y desdén, esto es lo que esperaba esto es lo que quiero desafiar, si desafiar para poder volver a sentirse en casa.

Extrañas sensaciones se podían recorrer en esas vueltas que se hacían placenteras de poder y gloria, sentirse aun libre estando maldito de por vida, sin sentir el cariño solo el odio a la vida misma y la presencia que aun desafía sin entender el destino que se aproxima.

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