AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
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El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El destino estaba escrito, y en esta vil noche, la perdición de la luna llena caería a sus pies.
Como cada noche, se encontraba paseando por las calles de París, donde temporalmente, residía. Los encargos que había acudido a hacer a la grande ciudad Parisiense, llevaba mas tiempo de lo que había supuesto en un principio, y no había tenido mas remedio que yacer en esta desconocida ciudad, lejos de su querida Escocia y sus vacíos bosques, que tanto, en noches como esta, echaba de menos. La suave brisa, de otoño, le acariciaba el fino rostro, intentando llegar y juguetear con las finas hebras de su cabello, que escondía en una negra capa, con la que se resguardaba de las miradas indiscretas, internándose mas en el bosque, dejando atrás, las ultimas luces de la civilización. El frondoso bosque se abría a sus pasos, sinuosos árboles, y otros milenarios, se alzaban majestuosos en sombras inacabables, que no cedían ante el envite del viento, que en sus copas, intensamente los removía. Al paso de ella, los aromas del bosque, de las flores, y del húmedo musgo que cubría, grandes piedras en el camino y algún que otro tronco caído, se fueron descubriendo a su sentido del olfato desarrollado que tenia por su naturaleza. Saltó por encima de algunos que otro obstáculo, que intentaron entorpecer su camino, sin éxito alguno y siguió haciéndose camino, en ese salvaje paisaje.
El sol decaía, cada vez mas, el cielo se cubría de un bonito atardecer, pero así ella no lo sentía. A su parecer, el atardecer, no era mas que el previo aviso, de su inminente dominación, en que seria atemorizada y reducida, por las fauces de su bestia -la que indomable, recorría cada treinta noches, las sombras, sin control, mas que el asesino instinto, en la que se regocijaba-. Las sombras del bosque, iban tomando el camino, indicando así, que la interminable espera, tocaría a su fin, cuando el último rayo de sol, alumbrara el firmamento, dejándole el control de los cielos, a la luna y sus noches, dando paso a las criaturas de la noche. Los vampiros se levantarían, con ellos, la interminable sed de sangre que todos padecían, y junto la luna llena, los licántropos con sus celestiales cantos, la adorarían.
Temiendo, que la luna la pillara aún cerca de la esencia humana de los alrededores, usando su velocidad sobrehumana, corriendo contra el viento otoñal, se internó en lo mas hondo que pudo del bosque, sin preocuparse donde llegaría, o acabaría. En su mente solo un pensamiento recorría y deseaba fervientemente, por encima de cualquier cosa; no herir a nadie. Y así, con su objetivo fijo, aprovechó los últimos momentos del atardecer, para resguardarse en lo más oscuro del bosque, temiendo el dolor de la bestia, que inminentemente ardería transformando, su entero ser, hasta resquebrajarlo y darle forma, de una autentica blanca bestia….
Tras pararse, y quitarse la capa negra, la que en la transformación, rompería, dejándola a un rincón – acordándose del sitio exacto de su posición, para mas tarde, recuperarla-. Se preparó. Desde hacia veinte-seis años, que sufría la dolorosa transformación, por suerte, el dolor se le hacia mas llevadero, y en su mayoría lo aguantaba sin grito alguno, mas que leves quejidos. Pero esta fresca noche y tan silenciosa, quizás deparaba otra destino a la joven licántropa.
Finalmente, el último rayo, cayó en la lejanía, y la magia de la luna, la que tímidamente se postraba a su cabeza, fue presenciándose en la suave piel de la joven, preparándola, para el resurgir de la bestia.
Primero un escalofrío arrebató sus sentidos, tras la ceguera momentánea, al ver la brillante luz de la llena luna. Tras ese inicial sobresalto, seguido de un atroz silencio, un pulsante dolor empezó a nacer por sus extremidades, extendiéndose a cada segundo, aumentando con ello, la crispación del dolor que en ella sentía. Su cuerpo se arqueó, apretando los dientes, aguantó con heroísmo los primeros segundos, hasta que se derrumbó sobre el agreste suelo del bosque, retorciéndose a medida, que la transformación se llevaba a cabo, sin descanso mas que unos leves segundos, en que apresurada cogía aliento. No parecía suficiente el aire de sus pulmones, con los que soportaba la tirantez de sus músculos y el resquebrajamiento de sus huesos, que uno en uno, en una tortuosa tortura, cedían, convirtiéndose en el cuerpo de una grande bestia.
Rápidamente, sus apenas perceptibles quejidos, fueron rompiendo la calma del bosque, hasta convertirse en gritos de dolor, al notar como la mandíbula, parecía querer salirse de su rostro, empujando la piel, que cedía tornándose de un tono blanco. Ella abrió la boca gritando del dolor, mientras sus fauces se abrían en su mandíbula, saliéndole los colmillos y caninos, letales de su naturaleza. Sus hasta ahora piernas, lentamente adquirían la forma de unas fuertes patas, el blanco empezó a cubrir su cuerpo, de un suave y abundante pelaje. Pronto su cuerpo irreconocible, bajo el manto de la bestia, fue desarrollándose, y su consciente mente, soltando alaridos de dolor, fue silenciándose, hasta reducirse, en simples pensamientos.
"Y el grito en la profundidad de la noche, dejó de ser humano, convirtiéndose en un salvaje aullido. La innoble bestia, despertó del sueño."
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Las horas pasaban dando aviso del próximo ocultamiento del sol, el cual pronto desaparecía dejando en su lugar la inminente oscuridad que llegaría dentro de poco. Las calles de París pronto comenzarían a vaciarse, pues todos aquellos transeúntes se retiraban a descansar a sus hogares para descansar. Poco a poco, la luz de la luna comenzaba a iluminar el paisaje y la ciudad quedaría desierta.
Una vez estando en total oscuridad, el vampiro salía de su habitación luego de un largo día de descanso, para realizar aquello que fuese obligado a llevar a cabo entre penumbras. Mikael, luego de vestirse con su acostumbrado atuendo de color negro, se dirigió al salón de la casa en donde el ama de llaves había encendido la iluminación ya. Una cantidad considerable de velas formaban curiosas formas en movimiento...
―Señor... ―una voz se dejó oír ―¿volverá a salir esta noche? ―Mikael escuchó la pregunta deteniendo su marcha.
La voz sonaba realmente preocupada, un tono que el vampiro había reconocido haber escuchado con anterioridad. El recuerdo de aquella noche en la cual, a causa de un desafortunado destino, hubiese terminado convirtiéndose en el ser nocturno que ahora era. Un ser cuyo destino estaba atado a atacar con frecuencia tanto seres humanos como animales para mantener su existencia.
―Así es... pero tranquila, por favor ―mencionó aquellas palabras una vez alcanzando el bastón que le sirviese como guía ―prometo que no nada sucederá.
El sonido del viento que soplaba aquella noche daba, para la mayoría de los seres humanos, una sensación de verdadero terror, una sensación que no hubiese afectado al ser nocturno ni aún antes de sufrir su transformación. El insomnio que había sufrido entonces, había sido causa de su destino aquella noche y, aún contra los deseos del ama de llaves que mantenía a su servicio entonces, había decidido salir.
―Pero es que usted no puede... ―comenzó aquella preocupada mujer, quien cortara su frase al observar una ligera sonrisa dibujarse en los labios de Mikael ―disculpe usted, señor... simplemente estoy preocupada, no quisiera que le suceda nada. Su padre no me lo perdonaría ni mi conciencia tampoco.
La escena que vivía en ese momento era tan similar a aquella que ocurriera hacía cuatro años, que de pronto Mikael sintió el tiempo retroceder. Con un asentimiento leve de su cabeza, el hombre se dirigió frente a la mujer, guiándose por su oído y usando su bastón. Frente a ella, extendía ambos brazos para colocarlos sobre los hombros de la misma y sonrió de forma tranquilizadora.
―Está temblando, tranquilícese. Puede volver a dormir con la seguridad que nada me pasará ―mencionó Mikael en total calma ―vaya a su habitación, por favor... ―pidió el vampiro nuevamente, a lo cual la temerosa mujer obedeció.
Minutos después caminaba por las orillas de la ciudad en dirección al bosque, sus pasos tranquilos resonaban en aquella calle abandonada a aquellas horas de la noche, momento en el cual la luna llena iluminaba el paisaje de forma total. El vampiro, guiándose con su bastón, pronto llegó al pie del mismo y se adentró sin temor, ignorando el inminente peligro que le acechaba de cerca.
Una vez estando en total oscuridad, el vampiro salía de su habitación luego de un largo día de descanso, para realizar aquello que fuese obligado a llevar a cabo entre penumbras. Mikael, luego de vestirse con su acostumbrado atuendo de color negro, se dirigió al salón de la casa en donde el ama de llaves había encendido la iluminación ya. Una cantidad considerable de velas formaban curiosas formas en movimiento...
―Señor... ―una voz se dejó oír ―¿volverá a salir esta noche? ―Mikael escuchó la pregunta deteniendo su marcha.
La voz sonaba realmente preocupada, un tono que el vampiro había reconocido haber escuchado con anterioridad. El recuerdo de aquella noche en la cual, a causa de un desafortunado destino, hubiese terminado convirtiéndose en el ser nocturno que ahora era. Un ser cuyo destino estaba atado a atacar con frecuencia tanto seres humanos como animales para mantener su existencia.
―Así es... pero tranquila, por favor ―mencionó aquellas palabras una vez alcanzando el bastón que le sirviese como guía ―prometo que no nada sucederá.
El sonido del viento que soplaba aquella noche daba, para la mayoría de los seres humanos, una sensación de verdadero terror, una sensación que no hubiese afectado al ser nocturno ni aún antes de sufrir su transformación. El insomnio que había sufrido entonces, había sido causa de su destino aquella noche y, aún contra los deseos del ama de llaves que mantenía a su servicio entonces, había decidido salir.
―Pero es que usted no puede... ―comenzó aquella preocupada mujer, quien cortara su frase al observar una ligera sonrisa dibujarse en los labios de Mikael ―disculpe usted, señor... simplemente estoy preocupada, no quisiera que le suceda nada. Su padre no me lo perdonaría ni mi conciencia tampoco.
La escena que vivía en ese momento era tan similar a aquella que ocurriera hacía cuatro años, que de pronto Mikael sintió el tiempo retroceder. Con un asentimiento leve de su cabeza, el hombre se dirigió frente a la mujer, guiándose por su oído y usando su bastón. Frente a ella, extendía ambos brazos para colocarlos sobre los hombros de la misma y sonrió de forma tranquilizadora.
―Está temblando, tranquilícese. Puede volver a dormir con la seguridad que nada me pasará ―mencionó Mikael en total calma ―vaya a su habitación, por favor... ―pidió el vampiro nuevamente, a lo cual la temerosa mujer obedeció.
Minutos después caminaba por las orillas de la ciudad en dirección al bosque, sus pasos tranquilos resonaban en aquella calle abandonada a aquellas horas de la noche, momento en el cual la luna llena iluminaba el paisaje de forma total. El vampiro, guiándose con su bastón, pronto llegó al pie del mismo y se adentró sin temor, ignorando el inminente peligro que le acechaba de cerca.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Pronto sus alaridos de dolor, quedaron reducidos a cenizas, silenciados en lo más interno de su mortal ser. La luna en el firmamento, se posaba como reina contemplando a sus vasallos, los que alrededor de todo el mundo, en estas funestas horas, se irían convirtiendo y la seguirían, ya que sin la luz de la bella doncella, sus bestias eran consumidas por los pensamientos humanos y se verían de vuelta esclavizados. Pero hoy, aun quedaban horas para el fin de la noche. Ahora solo la libertad, se extendía para la bestia.
Un último grito resonó en la noche, el que se convirtió en uno de los primeros ancestrales aullidos, que rompió la calma. El poderoso aullido, hizo huir a la mayoría de criaturas de sus alrededores. La bestia aún confundida, alzando su voz sobre las cuatro patas, que hacia un instante era el cuerpo de la bella mortal, sintió las pisadas de los ciervos que despavoridos huían, los pájaros sobrevolando su cabeza, alejándose de ella, y por ultimo unos pequeños conejos, en sus madrigueras, escondidos. Los sentidos volvían a estar en su máximo esplendor, y con ellos, la sed de sangre, la locura de la hambrienta loba, que le reconcomía las entrañas de su ser. Tras esa momentánea confusión, alzándose, abrió sus verdes oscuros ojos, deshumanizados, sin presentar el brillo que de antaño tenían, y observó su alrededor. Levantó las orejas, y clavó las garras en la tierra, escuchando, sintiendo los movimientos del bosque.
La brisa le trajo el olor de un grande rebaño de ciervos, que huían, el golpeteo de la tierra, señal inequívoca de que no se encontraban muy lejos de su posición. Gruño, desesperezandose, y emprendió una carrera tras el huidizo rebaño de presas. Deslizándose por el bosque, fuerte, mortalmente decidida a terminar con una matanza esa noche. Tras las noches escondida, quería saciarse en sangre, de quien.. no importaba.
Saltando entre piedras, veloz entre los árboles, fue hasta llegar al rebaño, donde se detuvo, uno segundos, en que aprovechó para deleitarse en el olor de la sangre de esos pobres animales, con los que se había topado. Ah, pobres criaturas, incautas que serían devoradas sin compasión por las fauces de la mortal bestia, que desde las sombras las acechaba. Se agazapó, decidida a saltar, tensando los músculos.
Cuando un ruido atrajo su atención, no muy lejos de allí. La loba se paró y se relamió, con ansias, al oír la cadencia de los pasos de un humano y un extraño aroma.
¡NO VAYYAAAS, DETENTEE! Gritó una voz en su cabeza. La bestia gruño en respuesta y tomando impulso, rastreó ese extraño efluvio, y el apenas perceptible ruido. Ignorando la voz que en sus pensamientos le inducia a calmarse, a volver a los ciervos…se adentró cada vez más en el bosque.
El bosque seria observador, por primera vez de la furia y ansia contenida de la bestia. En leves gruñidos, empezó a rastrear a su presa, así pasó una hora, en que la presa se alejaba de sus garras, pero ella, no se rendiría, quería probar a ese ser que se movía como ella por ese bosque. Te tengo…te tengo…¡Eres mío! La locura y desenfrenada hambre dominaba todo a su alrededor, aulló de nuevo a la luna, retumbando el bosque tras de ella. Olfateó cada rama, cada pisada, piedra, con el que aquel ser había topado, dejando un invisible rastro tras de sí. Sintiendo la victoria, de aquel trofeo que sería aquel ser, se encaminó más rápida hacia él.
Y al fin, allí lo tuvo, delante de su hocico, a solo un segundo de sus fauces.
Clavó sus inhumanos ojos en ese ser de dos patas, agazapándose en la sombra de un matorral, analizando a su presa, sus movimientos. Una vez descubriera su punto débil, serio simplemente carne que despedazar y roer, hasta el amanecer. Un gruñido retumbó en su ser, preparándola.
Un último grito resonó en la noche, el que se convirtió en uno de los primeros ancestrales aullidos, que rompió la calma. El poderoso aullido, hizo huir a la mayoría de criaturas de sus alrededores. La bestia aún confundida, alzando su voz sobre las cuatro patas, que hacia un instante era el cuerpo de la bella mortal, sintió las pisadas de los ciervos que despavoridos huían, los pájaros sobrevolando su cabeza, alejándose de ella, y por ultimo unos pequeños conejos, en sus madrigueras, escondidos. Los sentidos volvían a estar en su máximo esplendor, y con ellos, la sed de sangre, la locura de la hambrienta loba, que le reconcomía las entrañas de su ser. Tras esa momentánea confusión, alzándose, abrió sus verdes oscuros ojos, deshumanizados, sin presentar el brillo que de antaño tenían, y observó su alrededor. Levantó las orejas, y clavó las garras en la tierra, escuchando, sintiendo los movimientos del bosque.
La brisa le trajo el olor de un grande rebaño de ciervos, que huían, el golpeteo de la tierra, señal inequívoca de que no se encontraban muy lejos de su posición. Gruño, desesperezandose, y emprendió una carrera tras el huidizo rebaño de presas. Deslizándose por el bosque, fuerte, mortalmente decidida a terminar con una matanza esa noche. Tras las noches escondida, quería saciarse en sangre, de quien.. no importaba.
Saltando entre piedras, veloz entre los árboles, fue hasta llegar al rebaño, donde se detuvo, uno segundos, en que aprovechó para deleitarse en el olor de la sangre de esos pobres animales, con los que se había topado. Ah, pobres criaturas, incautas que serían devoradas sin compasión por las fauces de la mortal bestia, que desde las sombras las acechaba. Se agazapó, decidida a saltar, tensando los músculos.
Cuando un ruido atrajo su atención, no muy lejos de allí. La loba se paró y se relamió, con ansias, al oír la cadencia de los pasos de un humano y un extraño aroma.
¡NO VAYYAAAS, DETENTEE! Gritó una voz en su cabeza. La bestia gruño en respuesta y tomando impulso, rastreó ese extraño efluvio, y el apenas perceptible ruido. Ignorando la voz que en sus pensamientos le inducia a calmarse, a volver a los ciervos…se adentró cada vez más en el bosque.
El bosque seria observador, por primera vez de la furia y ansia contenida de la bestia. En leves gruñidos, empezó a rastrear a su presa, así pasó una hora, en que la presa se alejaba de sus garras, pero ella, no se rendiría, quería probar a ese ser que se movía como ella por ese bosque. Te tengo…te tengo…¡Eres mío! La locura y desenfrenada hambre dominaba todo a su alrededor, aulló de nuevo a la luna, retumbando el bosque tras de ella. Olfateó cada rama, cada pisada, piedra, con el que aquel ser había topado, dejando un invisible rastro tras de sí. Sintiendo la victoria, de aquel trofeo que sería aquel ser, se encaminó más rápida hacia él.
Y al fin, allí lo tuvo, delante de su hocico, a solo un segundo de sus fauces.
Clavó sus inhumanos ojos en ese ser de dos patas, agazapándose en la sombra de un matorral, analizando a su presa, sus movimientos. Una vez descubriera su punto débil, serio simplemente carne que despedazar y roer, hasta el amanecer. Un gruñido retumbó en su ser, preparándola.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El vampiro continuaba su recorrido disfrutando cada segundo de quietud a su alrededor. La sensación de tranquilidad producida en él era verdaderamente impresionante ya que, a pesar de los constantes sonidos en el entorno, la calma imperaba casi en su totalidad. Una calma que jamás imaginaría rota bajo ningún motivo en especial.
Los pasos de Mikael continuaron rompiendo suavemente el silencio de la oscuridad, la cual fue invadida a su vez, por la fuerte luz emitida gracias a la luna llena. Una luz que el ser nocturno fuese, gracias a cierto evento desafortunado, totalmente incapaz de presenciar como en un pasado no muy lejano. Su camino no se interrumpió y los sonidos de algunas criaturas romperon con la tranquilidad nuevamente.
El viento que soplaba en ese momento, lograba despeinar aquél oscuro cabello que el vampiro poseía, y rozar suavemente la fría piel de sus facciones inexpresivas. Aquellos ojos que se mantenían envueltos en la eterna oscuridad, permanecían abiertos, incapaces de captar cualquier tipo de imagen o mínima iluminación. Sin embargo, la tranquilidad del ser de la noche fue rota por una extraña sensación.
―¿Quién está ahí? ―preguntó con curiosidad, sintiendo de pronto un escalofrío recorrer cada centímetro de su fría piel ―haga el favor de salir, si es tan amable... ―continuó, mientras que Mikael sostenía su bastón con firmeza, al experimentar de repente un extraño temor.
El ser oscuro logró percibir un aroma particular, aroma que no le era conocido en absoluto, por lo cual su curiosidad había comenzado a despertar. Desconociendo totalmente la existencia de aquellas criaturas dominadas por efectos de la luna, el vampiro dio un paso hacia donde se encontraba la misma, intentando descubrir aquello que había sido capaz de producir el sonido que a continuación escuchó.
―Una broma de mal gusto, si me permite opinar ―insitió ―salga de su escondite, por favor... ―finalizó, esperando que aquél que se encontrase entre sombras, fuese capaz de dar la cara frente al ser de oscuridad.
OFF:
Rol corto, perdona... debe ser falta de inspiración... >.<
Los pasos de Mikael continuaron rompiendo suavemente el silencio de la oscuridad, la cual fue invadida a su vez, por la fuerte luz emitida gracias a la luna llena. Una luz que el ser nocturno fuese, gracias a cierto evento desafortunado, totalmente incapaz de presenciar como en un pasado no muy lejano. Su camino no se interrumpió y los sonidos de algunas criaturas romperon con la tranquilidad nuevamente.
El viento que soplaba en ese momento, lograba despeinar aquél oscuro cabello que el vampiro poseía, y rozar suavemente la fría piel de sus facciones inexpresivas. Aquellos ojos que se mantenían envueltos en la eterna oscuridad, permanecían abiertos, incapaces de captar cualquier tipo de imagen o mínima iluminación. Sin embargo, la tranquilidad del ser de la noche fue rota por una extraña sensación.
―¿Quién está ahí? ―preguntó con curiosidad, sintiendo de pronto un escalofrío recorrer cada centímetro de su fría piel ―haga el favor de salir, si es tan amable... ―continuó, mientras que Mikael sostenía su bastón con firmeza, al experimentar de repente un extraño temor.
El ser oscuro logró percibir un aroma particular, aroma que no le era conocido en absoluto, por lo cual su curiosidad había comenzado a despertar. Desconociendo totalmente la existencia de aquellas criaturas dominadas por efectos de la luna, el vampiro dio un paso hacia donde se encontraba la misma, intentando descubrir aquello que había sido capaz de producir el sonido que a continuación escuchó.
―Una broma de mal gusto, si me permite opinar ―insitió ―salga de su escondite, por favor... ―finalizó, esperando que aquél que se encontrase entre sombras, fuese capaz de dar la cara frente al ser de oscuridad.
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Rol corto, perdona... debe ser falta de inspiración... >.<
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El trofeo de la bestia no era otro que un Vampiro, todo y que la loba no los distinguía, para ella solo era una presa con sangre en su organismo, la parte humana, sí que lo distinguía, pero no tenia forma de avisar a su alter ego, del peligro que podía suponer un vampiro. ¿Quizás había llegado ya la hora de partir? ¿De encontrar en ese vampiro, el fin de su existencia? Desconociendo el fin de lo que se avecinaba entre esos dos grandes depredadores de la noche, restó en silencio, en su consciencia dormida.
La bestia al tenerlo en su campo de visión y tan cerca, gruñó por lo bajo, anticipándose, oliendo, saboreando ya la carne de su presa en sus fauces, saciando su sed. El joven iba con un bastón con el que caminaba confiado por el bosque, pero en sus movimientos, casi perfectos, algo le delató y los feroces ojos de la bestia cayeron en él y su punto débil. Parecía no caminar sin el bastón. Ya que al pararse en medio del bosque, se había sujetado a él, como si fuera más que un simple aguante para su joven cuerpo.
Al caer en ese detalle, se relamió, saboreando ya la victoria. En la naturaleza, un animal lisiado, era una débil alma, que terminaba en las fauces de algún depredador, sin posible huida de ese vil destino de la criatura. Y el vampiro se encontraba tan cerca de ese destino...Un nuevo gruñido vibró de las cuerdas vocales de la bestia, alertando más al vampiro y creando expectación en el aire. Como cuando se forma una tormenta...esos instantes antes del efecto final, en que todo es confusión y miedo. Se agazapó mas, sin hacer ruido con su patas, estirándose mimetizándose con la naturaleza.
-¡NOOO! ¿Que haces? Huye...Huye!- chillaba una voz dentro la cabeza de la bestia, al ver el desconfiado vampiro que daba unos pasos hacia ella, desconocedor de lo que le esperaba. Las palabras del joven, resonaron en las finas orejas de la loba, provocándole un último gruñido, que resonó esta vez por todos los alrededores, con todo su poder. Y así, sin más, como si aquel rugido hubiera sido la señal de salida, tensando sus patas traseras, abriendo sus fauces, saltó hacia el vampiro, rápida y letal, encarnándose en su cuerpo en apenas un segundo.
Saltó encima, clavando hondo sus garras en el frio cuerpo del ser. Las patas traseras haciendo añicos el pecho del vampiro, creando fuerza para lograr tirarlo y así inmovilizarlo en el suelo. Las patas delanteras sujetas a sus hombros, hiriéndoselo, haciendo correr la sangre.
Cuando el vampiro reacciono, ya era tarde, con su pecho y hombros heridos, y con las fauces de la bestia en uno de sus hombros, mordiendo profundamente, arrancándole un trozo de su carne, poco podía hacer más que intentar quitarse a la bestia. Sumida en el gusto de la sangre, tras tantas noches sin probarla, se sujetó al vampiro un segundo -aprovechando para deleitarse en esa extraña y fría carne- en el que reaccionó al fin y la bestia molesta por su resistencia, clavando una última vez las garras en sus carnes, saltó de encima, aterrizando ligera en el suelo, a las espaldas del vampiro, las que todavía estaban enteras, pero no por mucho tiempo.
La bestia al tenerlo en su campo de visión y tan cerca, gruñó por lo bajo, anticipándose, oliendo, saboreando ya la carne de su presa en sus fauces, saciando su sed. El joven iba con un bastón con el que caminaba confiado por el bosque, pero en sus movimientos, casi perfectos, algo le delató y los feroces ojos de la bestia cayeron en él y su punto débil. Parecía no caminar sin el bastón. Ya que al pararse en medio del bosque, se había sujetado a él, como si fuera más que un simple aguante para su joven cuerpo.
Al caer en ese detalle, se relamió, saboreando ya la victoria. En la naturaleza, un animal lisiado, era una débil alma, que terminaba en las fauces de algún depredador, sin posible huida de ese vil destino de la criatura. Y el vampiro se encontraba tan cerca de ese destino...Un nuevo gruñido vibró de las cuerdas vocales de la bestia, alertando más al vampiro y creando expectación en el aire. Como cuando se forma una tormenta...esos instantes antes del efecto final, en que todo es confusión y miedo. Se agazapó mas, sin hacer ruido con su patas, estirándose mimetizándose con la naturaleza.
-¡NOOO! ¿Que haces? Huye...Huye!- chillaba una voz dentro la cabeza de la bestia, al ver el desconfiado vampiro que daba unos pasos hacia ella, desconocedor de lo que le esperaba. Las palabras del joven, resonaron en las finas orejas de la loba, provocándole un último gruñido, que resonó esta vez por todos los alrededores, con todo su poder. Y así, sin más, como si aquel rugido hubiera sido la señal de salida, tensando sus patas traseras, abriendo sus fauces, saltó hacia el vampiro, rápida y letal, encarnándose en su cuerpo en apenas un segundo.
Saltó encima, clavando hondo sus garras en el frio cuerpo del ser. Las patas traseras haciendo añicos el pecho del vampiro, creando fuerza para lograr tirarlo y así inmovilizarlo en el suelo. Las patas delanteras sujetas a sus hombros, hiriéndoselo, haciendo correr la sangre.
Cuando el vampiro reacciono, ya era tarde, con su pecho y hombros heridos, y con las fauces de la bestia en uno de sus hombros, mordiendo profundamente, arrancándole un trozo de su carne, poco podía hacer más que intentar quitarse a la bestia. Sumida en el gusto de la sangre, tras tantas noches sin probarla, se sujetó al vampiro un segundo -aprovechando para deleitarse en esa extraña y fría carne- en el que reaccionó al fin y la bestia molesta por su resistencia, clavando una última vez las garras en sus carnes, saltó de encima, aterrizando ligera en el suelo, a las espaldas del vampiro, las que todavía estaban enteras, pero no por mucho tiempo.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Mikael permanecía alerta a cada uno de los sonidos que se escuchaban tras los matorrales, maleza que el vampiro era incapaz de reconocer por medio de su visión, mas le fuese sencillo escuchar a cada una de las hojas con el más mínimo de los roces. El sonido del viento que continuaba soplando, producía un fuerte sonido silbante en las ramas de aquellos matorrales y los árboles alrededor, cuya presencia podía ser capaz de aterrar al más temeroso de los mortales.
Su postura erguida mientras sostenía el bastón producía una imagen casi irreal con aquél viento que agitaba la capa que llevase sobre sus hombros y se extendiese hacia sus pies. El sombrero que llevase sobre su cabeza había sido tirado a causa del mismo, sin que el vampiro hiciese el más mínimo movimiento con el afán de recuperarlo, mientras sus ojos claros se mantuviesen envueltos en una eterna oscuridad, oscuridad a la que fuese condenado por la fuerza.
Un inesperado gruñido había alertado los sentidos del ser oscuro quien, dando un paso atrás, entrecerraba sus ojos carentes de la capacidad de visión y agudizaba su oído manteniendose alerta. El bastón, aferrado a sus manos con firmeza, era el único instrumento que le sirviese de arma y protección además de la fuerza física que el vampiro poseía por naturaleza. Instrumento que, desafortunadamente, mantenía una utilidad nula ante la situación que estaba a punto de atravesar.
―Salga ahora ―pronunció nuevamente, quedándose inmóvil a la espera de aquello que no habría imaginado llegar.
Un aroma peculiar alertó su sentido del olfato momentos después, lo cual provocó un par de pasos en retroceso, pero que no fue suficiente para esquivar a la criatura que se lanzara en ese momento contra el cuerpo del vampiro, quien terminó sujeto por la criatura sin remedio. El bastón había caído al suelo al haber cedido la fuerza de sus manos a causa del impulso, por lo que Mikael forcejeó para librarse de aquella criatura sin éxito, mientras ésta hería terriblemente el pecho del vampiro.
―Aléjate... ―mencionó con rabia mientras recibía los ataques con las garras de la criatura, las cuales le arrancaron algunos gritos de insoportable dolor ―suéltamente criatura del demonio ―continuó luchando en vano, mientras se removía reprimiendo nuevos gritos al darse cuenta que aquél ser le había hecho sangrar.
El vampiro extendió sus brazos mientras que con sus manos, empleando todas las fuerzas de las que era capaz, presionaba aquellos brazos que le impidiesen escapar, intentando clavar sus dedos en apariencia humanos en el interior de su piel. La respiración agitada del vampiro se dejaba escuchar entre gruñidos y gemidos de dolor; Mikael separó sus labios una vez más dejando escapar un grito de rabia a causa de la impotencia experimentada.
―¡¡Suéltame, maldición!! ―la voz cargada de rabia se dejó escuchar a los alrededores cuando las fauces de la criatura mordían el hombro del vampiro, quien temblaba ahora a causa del dolor.
Instantes más tarde, el licántropo se alejaba permaneciendo a sus espaldas dejando al vampiro desangrarse de forma alarmante. Mikael temblaba mientras presionaba sus puños, su respiración acelerada daban perfecta cuenta de la ansiedad y cansancio experimentados cuando éste se giró hacia donde se encontraba la criatura para intentar hacerle frente. Aquél instinto que mantuviese latente, había hecho bien en despertar en ese mismo momento una vez más.
Sin dudarlo un momento, el ser oscuro se lanzaba contra el cuerpo de aquella criatura, sus manos se afianzaron de sus hombros y clavó en ellos sus dedos que, aunque de apariencia humana, poseían una fuerza bastante superior. Los labios del vampiro se separaron dejando ver el afilado par de colmillos que se incrustaron en segundos en el hombro del licántropo, mordiendo con fuerza mientras bebía la sangre emanada para recuperar la perdida de su propio cuerpo.
El vampiro había perdido todo recato y prudencia, continuó atacando, mordiendo y clavando sus manos con fuerza en el cuerpo del licántropo que ahora sangraba también. Separó un momento el rostro dejando ver sus labios cubiertos de sangre para morder sin reparos el hombro de la criatura una vez más. Una lucha que se dibujaba bastante desigual, pero con la visión firme del vampiro en mantenerse en pie ante aquella clara batalla por su propia supervivencia.
Su postura erguida mientras sostenía el bastón producía una imagen casi irreal con aquél viento que agitaba la capa que llevase sobre sus hombros y se extendiese hacia sus pies. El sombrero que llevase sobre su cabeza había sido tirado a causa del mismo, sin que el vampiro hiciese el más mínimo movimiento con el afán de recuperarlo, mientras sus ojos claros se mantuviesen envueltos en una eterna oscuridad, oscuridad a la que fuese condenado por la fuerza.
Un inesperado gruñido había alertado los sentidos del ser oscuro quien, dando un paso atrás, entrecerraba sus ojos carentes de la capacidad de visión y agudizaba su oído manteniendose alerta. El bastón, aferrado a sus manos con firmeza, era el único instrumento que le sirviese de arma y protección además de la fuerza física que el vampiro poseía por naturaleza. Instrumento que, desafortunadamente, mantenía una utilidad nula ante la situación que estaba a punto de atravesar.
―Salga ahora ―pronunció nuevamente, quedándose inmóvil a la espera de aquello que no habría imaginado llegar.
Un aroma peculiar alertó su sentido del olfato momentos después, lo cual provocó un par de pasos en retroceso, pero que no fue suficiente para esquivar a la criatura que se lanzara en ese momento contra el cuerpo del vampiro, quien terminó sujeto por la criatura sin remedio. El bastón había caído al suelo al haber cedido la fuerza de sus manos a causa del impulso, por lo que Mikael forcejeó para librarse de aquella criatura sin éxito, mientras ésta hería terriblemente el pecho del vampiro.
―Aléjate... ―mencionó con rabia mientras recibía los ataques con las garras de la criatura, las cuales le arrancaron algunos gritos de insoportable dolor ―suéltamente criatura del demonio ―continuó luchando en vano, mientras se removía reprimiendo nuevos gritos al darse cuenta que aquél ser le había hecho sangrar.
El vampiro extendió sus brazos mientras que con sus manos, empleando todas las fuerzas de las que era capaz, presionaba aquellos brazos que le impidiesen escapar, intentando clavar sus dedos en apariencia humanos en el interior de su piel. La respiración agitada del vampiro se dejaba escuchar entre gruñidos y gemidos de dolor; Mikael separó sus labios una vez más dejando escapar un grito de rabia a causa de la impotencia experimentada.
―¡¡Suéltame, maldición!! ―la voz cargada de rabia se dejó escuchar a los alrededores cuando las fauces de la criatura mordían el hombro del vampiro, quien temblaba ahora a causa del dolor.
Instantes más tarde, el licántropo se alejaba permaneciendo a sus espaldas dejando al vampiro desangrarse de forma alarmante. Mikael temblaba mientras presionaba sus puños, su respiración acelerada daban perfecta cuenta de la ansiedad y cansancio experimentados cuando éste se giró hacia donde se encontraba la criatura para intentar hacerle frente. Aquél instinto que mantuviese latente, había hecho bien en despertar en ese mismo momento una vez más.
Sin dudarlo un momento, el ser oscuro se lanzaba contra el cuerpo de aquella criatura, sus manos se afianzaron de sus hombros y clavó en ellos sus dedos que, aunque de apariencia humana, poseían una fuerza bastante superior. Los labios del vampiro se separaron dejando ver el afilado par de colmillos que se incrustaron en segundos en el hombro del licántropo, mordiendo con fuerza mientras bebía la sangre emanada para recuperar la perdida de su propio cuerpo.
El vampiro había perdido todo recato y prudencia, continuó atacando, mordiendo y clavando sus manos con fuerza en el cuerpo del licántropo que ahora sangraba también. Separó un momento el rostro dejando ver sus labios cubiertos de sangre para morder sin reparos el hombro de la criatura una vez más. Una lucha que se dibujaba bastante desigual, pero con la visión firme del vampiro en mantenerse en pie ante aquella clara batalla por su propia supervivencia.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El aroma impulsaba a la bestia a atacar de nuevo, a saciarse con él, como nunca antes lo había hecho. Era la primera vez, que cazaba algo con cuerpo humano – que aunque era un vampiro para su instinto animal era una simplemente una presa- y su loba si afianzaba mas a la dicha de la caza, de la matanza, para luego dejar un rastro carmesí bajo sus patas, sus pies. El sujeto de la sed de sangre, temblaba como un pequeño cervatillo, asustado, dolido. La loba se relamió ante la imagen mientras en mi interior me apenaba completamente. Pobre invalida criatura y que apetecible presa, repetía la loba en su locura de luna llena, acallando así otros pensamientos que pudiera haber en lo más hondo de su mente, ahora cegada por el frenesís de la magia en sus venas, de la licantropía.
Sintiendo y saboreando la sangre de aquel frio ser, no se dio cuenta de cuando el vampiro se giró hacia su posición, haciéndole frente, hasta que fue tarde para su huida…demasiado tarde ya. El descuido, el saberse ganador y la presa perdedor... se había confiado, y errado con ello, tanto que ahora el frio vampiro había invertido los papeles, si la sangre que antes corria era de la si mismo, ahora corria la ajena, la de ella.
La loba con sorpresa, se vio siendo alcanzada por las manos ajenas y afianzada por sus patas, las que corresponderían a sus hombros, siendo atravesados por sus dedos, internándose en la carne, produciéndole un dolor que solo hacia revolver a la bestia mas contra él, creciendo sus ansias de sangre y caza. Pero nada la preparó para cuando sus colmillos se hincaron profundamente, hiriéndole el hueco entre su cuello y hombros, desgarrándole la piel con sus afilados colmillos. La loba enloqueció, sus ojos cambiaron de color tornándose de un color rojo sangre de furia y lucha, moviéndose contra la extraña criatura, buscando poder alcanzarle con las patas, dañarle de cualquier forma o soltarse de su agarre. No obstante la tenía bien agarrada y sujeta, todo su cuerpo velozmente fue cubriéndose del rojo de su sangre ante la profundidad cada vez mayor de los dedos y manos del vampiro en su cuerpo. Al sentir otra mordida, esta vez en la otra parte de su cuello, gruño decidida a soltarse, e importándole poco, el dolor que sus dedos y manos pudieran producir en su cuerpo, que mas tarde o más pronto sanaría de una forma u otra, se lanzó con las garras de nuevo, ignorando el dolor en su cuerpo, tras la fuerza descomunal del vampiro, que ejercía en ella.
Ignorando el atroz dolor que el vampiro le imponía, encontrándose sujeta todavía, se resistió clavando profundamente sus garras en el pecho ajeno, sintiendo el derramarse de nuevo aquella sangre en sus patas y garras, como su sangre, se derramaba en las manos ajenas. Era una lucha desigual, todo y que, actualmente el fuerte era el vampiro quien no dejaba de beber de la bestia inhumana, hasta encontrarse repuesto de cada enfrenta recibida por la bestia. La loba sintiendo como su sangre corría, empapando los alrededores, deicidio intentar salir de allí hasta la muerte. En un gruñido feroz, clavó sus fauces en lo que encontraba más fácil y más accesible – en esta caso de nuevo el hombro del joven vampiro, despedazándolo con sus fauces- y aprovechando el instante de dolor del vampiro, clavó las garras en su cuerpo, impulsándose y así escapar de su agarre. Cayendo contra el bosque, herida.
La sangre derramada de ambos, rodeaba el vampiro, que quien sin poder vislumbrar sus siguientes movimientos, tenía que fiarse de sus sentidos de la oída y del olfato. Pero gracias a la mezcla de sangre de ambos, a sus pies, usar el sentido del olfato le resultaría difícil al encontrarse hasta él mismo, llena de la sangre de la bestia. –Déjalo...vete- decía una herida voz en su cabeza, pero la bestia no cedia ante ruegos, solo ante sus ansias e instintos, los que ahora mismo aclamaban por venganza.
Dio vueltas alrededor del vampiro, agazapada, contemplando y esperando que algo fallara en ese ser y fuera la suya, para terminar lo que había empezado y saciarse en su sangre. Sin perderle de vista, reculó hacia un árbol, al que subió en silencio yéndose por las ramas de un árbol, que se alzaba encima de la posición del vampiro y subiéndose en silencio llegó hacia donde se encontraba él. Esperando que la incertidumbre hiciera la suya en el vampiro, esperó contenida a que el vampiro se moviera. Cuando el vampiro, hizo intento de moverse, preparada saltó, desde la rama más próxima a él, cayendo en sus hombros, hincando profundamente sus garras en sus hombros de nuevo – ahora recuperados tras ingerir la sangre de la bestia.-
Abriendo las fauces, intentó hincarle los dientes en su cuello. Solo lo rozo un instante en que pudo abrirle una brecha en el cuello, haciéndole salir sangre pero poco mas, gracias a los movimientos que el vampiro por instinto, usaba contra ella. Con precauciones de que el ser, no volviera a cogerla entre sus brazos y la mordiera, hacia fuerzas contra él, para echarlo en el suelo.
Quizás a fin de cuentas no se trataba de un invalido animal, si no de un herido y salvaje como ella… y esos, eran los más peligrosos.
Sintiendo y saboreando la sangre de aquel frio ser, no se dio cuenta de cuando el vampiro se giró hacia su posición, haciéndole frente, hasta que fue tarde para su huida…demasiado tarde ya. El descuido, el saberse ganador y la presa perdedor... se había confiado, y errado con ello, tanto que ahora el frio vampiro había invertido los papeles, si la sangre que antes corria era de la si mismo, ahora corria la ajena, la de ella.
La loba con sorpresa, se vio siendo alcanzada por las manos ajenas y afianzada por sus patas, las que corresponderían a sus hombros, siendo atravesados por sus dedos, internándose en la carne, produciéndole un dolor que solo hacia revolver a la bestia mas contra él, creciendo sus ansias de sangre y caza. Pero nada la preparó para cuando sus colmillos se hincaron profundamente, hiriéndole el hueco entre su cuello y hombros, desgarrándole la piel con sus afilados colmillos. La loba enloqueció, sus ojos cambiaron de color tornándose de un color rojo sangre de furia y lucha, moviéndose contra la extraña criatura, buscando poder alcanzarle con las patas, dañarle de cualquier forma o soltarse de su agarre. No obstante la tenía bien agarrada y sujeta, todo su cuerpo velozmente fue cubriéndose del rojo de su sangre ante la profundidad cada vez mayor de los dedos y manos del vampiro en su cuerpo. Al sentir otra mordida, esta vez en la otra parte de su cuello, gruño decidida a soltarse, e importándole poco, el dolor que sus dedos y manos pudieran producir en su cuerpo, que mas tarde o más pronto sanaría de una forma u otra, se lanzó con las garras de nuevo, ignorando el dolor en su cuerpo, tras la fuerza descomunal del vampiro, que ejercía en ella.
Ignorando el atroz dolor que el vampiro le imponía, encontrándose sujeta todavía, se resistió clavando profundamente sus garras en el pecho ajeno, sintiendo el derramarse de nuevo aquella sangre en sus patas y garras, como su sangre, se derramaba en las manos ajenas. Era una lucha desigual, todo y que, actualmente el fuerte era el vampiro quien no dejaba de beber de la bestia inhumana, hasta encontrarse repuesto de cada enfrenta recibida por la bestia. La loba sintiendo como su sangre corría, empapando los alrededores, deicidio intentar salir de allí hasta la muerte. En un gruñido feroz, clavó sus fauces en lo que encontraba más fácil y más accesible – en esta caso de nuevo el hombro del joven vampiro, despedazándolo con sus fauces- y aprovechando el instante de dolor del vampiro, clavó las garras en su cuerpo, impulsándose y así escapar de su agarre. Cayendo contra el bosque, herida.
La sangre derramada de ambos, rodeaba el vampiro, que quien sin poder vislumbrar sus siguientes movimientos, tenía que fiarse de sus sentidos de la oída y del olfato. Pero gracias a la mezcla de sangre de ambos, a sus pies, usar el sentido del olfato le resultaría difícil al encontrarse hasta él mismo, llena de la sangre de la bestia. –Déjalo...vete- decía una herida voz en su cabeza, pero la bestia no cedia ante ruegos, solo ante sus ansias e instintos, los que ahora mismo aclamaban por venganza.
Dio vueltas alrededor del vampiro, agazapada, contemplando y esperando que algo fallara en ese ser y fuera la suya, para terminar lo que había empezado y saciarse en su sangre. Sin perderle de vista, reculó hacia un árbol, al que subió en silencio yéndose por las ramas de un árbol, que se alzaba encima de la posición del vampiro y subiéndose en silencio llegó hacia donde se encontraba él. Esperando que la incertidumbre hiciera la suya en el vampiro, esperó contenida a que el vampiro se moviera. Cuando el vampiro, hizo intento de moverse, preparada saltó, desde la rama más próxima a él, cayendo en sus hombros, hincando profundamente sus garras en sus hombros de nuevo – ahora recuperados tras ingerir la sangre de la bestia.-
Abriendo las fauces, intentó hincarle los dientes en su cuello. Solo lo rozo un instante en que pudo abrirle una brecha en el cuello, haciéndole salir sangre pero poco mas, gracias a los movimientos que el vampiro por instinto, usaba contra ella. Con precauciones de que el ser, no volviera a cogerla entre sus brazos y la mordiera, hacia fuerzas contra él, para echarlo en el suelo.
Quizás a fin de cuentas no se trataba de un invalido animal, si no de un herido y salvaje como ella… y esos, eran los más peligrosos.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Los gemidos de dolor del vampiro al encontrarse en aquella desafortunada y peligrosa situación rompieron el silencio de la noche. Gemidos que se transformaron en desgarradores gritos de dolor al sentirse destrozar por las fauces de aquella bestia que, mucho más poderosas que la boca del vampiro con obvia forma humana, fuesen capaces de provocar las más terribles heridas sobre el cuerpo de Mikael.
Sus manos con formas humanas continuaron defendiéndose de aquél ser que, bajo el efecto de la luna llena, fuese ahora un ser mortalmente peligroso. El vampiro se removía, intentando escapar de las garras del mismo, una mezcla de gritos, gemidos y rugidos entre ambas criaturas continuaban inundando a su alrededor, una pelea presenciada por aquél bosque silencioso...
Las heridas recibidas por las garras y las patas de la licántropa, de pronto no pudieron compararse con las producidas por las manos y colmillos de aquél ser nocturno, cuyas fuerzas comenzaban a disminuir nuevamente. Las mordeduras recibidas que provocasen terribles gritos de dolor del vampiro a medida que la lucha se extendía, le eran cada vez más insoportables.
―Dios mío... ―fueron las palabras que pronunció el vampiro, cuando en un intento de arrojar a la bestia lejos de sí, cayó de espaldas contra el suelo sintiendo sobre él a la criatura que era incapaz de observar debido a su ceguera.
Un arrebato de furia dominó al ser oscuro en ese momento el cual, mezclado con el dolor y la creciente sensación de indefensión experimentada, logró dotarlo de las fuerzas suficientes para retirar a la licántropa de sí y salir de debajo de aquél peso cada vez más molesto. En ese momento, Mikael se sentó presionando su hombro con fuerza cuando logró notar el alejamiento del animal.
Pronto el vampiro tuvo nuevamente a la criatura sobre sí mordiendo, arañando, desgarrando y desangrando su cuerpo que, aún a pesar de la continua regeneración que lograba, cada vez le era más difícil una rápida recuperación. La desesperación de Mikael era creciente, estando en el suelo de espaldas nuevamente, se removió continuamente en su deseo de librarse de su aprisionamiento.
Sentir una nueva mordedura en su hombro, un nuevo grito se escuchó y, causando aquello un arrebato de rabia producido por la impotencia, dio a Mikael la fuerza suficiente para arrojar a la criatura lejos de sí luego de clavar sus dedos sobre el lugar que conformaran los hombros de la misma. Aquellos segundos libre de sus garras, fue suficiente para darle al ser oscuro la posibilidad de esconderse sin hacer el menor ruido.
Verdaderamente dolorido, el ser oscuro permaneció oculto padeciendo aquella terrible confusión a causa de la ignorancia, el no encontrarse consciente del peligro al cual se enfrentaba en ese momento. Acallando su respiración agitada, notaba cómo el sentido del olfato le sería inútil para rastrear la ubicación de aquella licántropa, por lo que debía hacer uso de su oído nuevamente.
Presionando con fuerza su hombro destrozado, permaneció oculto tras algunos gruesos matorrales al pie de un árbol con sus ropas totalmente desgarradas y cubiertas de sangre. De haber sabido los motivos que hubiesen llevado al surgimiento de semejante criatura, Mikael habría pedido un rápido paso de las horas con el fin de que la luna llena quedara oculta y, de esa manera, verse librado del ataque de la licántropa.
Sus manos con formas humanas continuaron defendiéndose de aquél ser que, bajo el efecto de la luna llena, fuese ahora un ser mortalmente peligroso. El vampiro se removía, intentando escapar de las garras del mismo, una mezcla de gritos, gemidos y rugidos entre ambas criaturas continuaban inundando a su alrededor, una pelea presenciada por aquél bosque silencioso...
Las heridas recibidas por las garras y las patas de la licántropa, de pronto no pudieron compararse con las producidas por las manos y colmillos de aquél ser nocturno, cuyas fuerzas comenzaban a disminuir nuevamente. Las mordeduras recibidas que provocasen terribles gritos de dolor del vampiro a medida que la lucha se extendía, le eran cada vez más insoportables.
―Dios mío... ―fueron las palabras que pronunció el vampiro, cuando en un intento de arrojar a la bestia lejos de sí, cayó de espaldas contra el suelo sintiendo sobre él a la criatura que era incapaz de observar debido a su ceguera.
Un arrebato de furia dominó al ser oscuro en ese momento el cual, mezclado con el dolor y la creciente sensación de indefensión experimentada, logró dotarlo de las fuerzas suficientes para retirar a la licántropa de sí y salir de debajo de aquél peso cada vez más molesto. En ese momento, Mikael se sentó presionando su hombro con fuerza cuando logró notar el alejamiento del animal.
Pronto el vampiro tuvo nuevamente a la criatura sobre sí mordiendo, arañando, desgarrando y desangrando su cuerpo que, aún a pesar de la continua regeneración que lograba, cada vez le era más difícil una rápida recuperación. La desesperación de Mikael era creciente, estando en el suelo de espaldas nuevamente, se removió continuamente en su deseo de librarse de su aprisionamiento.
Sentir una nueva mordedura en su hombro, un nuevo grito se escuchó y, causando aquello un arrebato de rabia producido por la impotencia, dio a Mikael la fuerza suficiente para arrojar a la criatura lejos de sí luego de clavar sus dedos sobre el lugar que conformaran los hombros de la misma. Aquellos segundos libre de sus garras, fue suficiente para darle al ser oscuro la posibilidad de esconderse sin hacer el menor ruido.
Verdaderamente dolorido, el ser oscuro permaneció oculto padeciendo aquella terrible confusión a causa de la ignorancia, el no encontrarse consciente del peligro al cual se enfrentaba en ese momento. Acallando su respiración agitada, notaba cómo el sentido del olfato le sería inútil para rastrear la ubicación de aquella licántropa, por lo que debía hacer uso de su oído nuevamente.
Presionando con fuerza su hombro destrozado, permaneció oculto tras algunos gruesos matorrales al pie de un árbol con sus ropas totalmente desgarradas y cubiertas de sangre. De haber sabido los motivos que hubiesen llevado al surgimiento de semejante criatura, Mikael habría pedido un rápido paso de las horas con el fin de que la luna llena quedara oculta y, de esa manera, verse librado del ataque de la licántropa.
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Como era de esperar por más que intentara que el vampiro no le hiciera daño, la loba no podía parar ni prever sus movimientos, ya que centrada en su sangre y lucha, solo contemplaba y ansiaba la sangre que entre ellos dos corría, encontrándose con que a veces las manos y colmillos del vampiro se hundían bajo su piel lastimándola pero nunca lo suficiente para que dejara de hacer fuerza contra él, para que se diera por vencía y huyera por el rabo entre las piernas.
Los zarpazos, desgarramientos, mordidas, por parte de ambos se extendían haciéndose mas insoportables pero ella mentalizada solo en la lucha, poco le importaba, solo el vampiro notaba los efectos inmediatos, volviendo a quedarse sin fuerza, como para regenerarse al acto tras el ataque incesante de la loba. En un último intento del vampiro en donde, clavando las manos en ella la intentó echar fuera de encima suyo, le salió al revés y acabó cayendo al suelo para gloria de una loba que ya se relamía de gusto, tras lograr su propósito ya que en el suelo la más fuerte era ella.
No se lo pensó dos veces y lanzándose, inmovilizándolo bajo su cuerpo, volvió a enseñarse con esa fría piel, la que por más que dañara al final volvía a sanar envolviéndola en un frenesí furioso, queriendo, deseando desgarrarle cada centímetro beber de su sangre y vanagloriarse tras vencer. Pero el vampiro no era cualquier otra presa seguía debatiéndose, hiriéndola profundamente, hincando sus colmillos en un intento de apartarla de sí y sacársela de encima.
Sin esperarse el arrebato de furia que dominó el cuerpo del vampiro, se encontró de un momento a otro siendo arrojada a un árbol, yendo directa hacia él parando en el último momento con sus patas el golpe, ya que si no se habría dado en la cabeza fuertemente tras estrellarse con el tronco, por suerte estaba despierta, sus cinco sentidos más fuertes que nunca, y aunque su cuerpo se encontrara malherido no así, su espíritu.
Tras dejar al vampiro, volvió hacia él con más saña, furiosa por haberla lanzado, apartado de encima de él cuando tenía tan cerca la victoria. Volvió a arrimarse al cuerpo ajeno, desgarrando y mordiendo, desangrándolo lentamente observando con orgullo como sus heridas cada vez les costaba más sanarse completamente. Segundos retardados en los que ella aprovechaba y abría nuevamente las heridas, sin dejar un trozo de su piel sin ninguna marca de su ataque. El vampiro desesperado recurrió a sus instintos más fuertes; el de la supervivencia ya que volvió a encontrarse en el suelo bajo ella. Con fuerza volvió a arrojarla lejos de él, tras herirla cerca del cuello en lo que serian los hombros humanos de la loba, provocando un alarido de dolor de la bestia que cayó contra el suelo, jadeante cogiendo aire nuevamente en sus pulmones, esperando que la herida sanara dejando escapar a la presa unos segundos, en los que se escondió.
Aturdida por la falta de sangre, permaneció unos instantes recuperándose en la tierra echada olfateando el aire, buscando la presa que había huido. Lentamente volvió a levantarse sobre sus cuatro patas. De su blanco pelaje ya no existía ni el recuerdo, su suave pelaje se había vuelto rojo carmesí con su misma sangre de las heridas y la sangre de aquel ser. Se relamió las fauces y alzando su canto, aulló fuertemente resonando por todo el bosque su celestial canto, avisándole al vampiro que allá volvía de nuevo.
Con el ardor de la lucha en sus venas, poca cuenta se dio la loba de que solo quedaban unas horas para el amanecer, para el fin de ella y sus juegos, volviendo a reinar la duquesa que en ella habitaba.
-Huye o escóndete, pero no dejes que te encuentre de nuevo…¡sálvate!- rogaba una silenciosa voz dentro de la mente de la loba.
Los zarpazos, desgarramientos, mordidas, por parte de ambos se extendían haciéndose mas insoportables pero ella mentalizada solo en la lucha, poco le importaba, solo el vampiro notaba los efectos inmediatos, volviendo a quedarse sin fuerza, como para regenerarse al acto tras el ataque incesante de la loba. En un último intento del vampiro en donde, clavando las manos en ella la intentó echar fuera de encima suyo, le salió al revés y acabó cayendo al suelo para gloria de una loba que ya se relamía de gusto, tras lograr su propósito ya que en el suelo la más fuerte era ella.
No se lo pensó dos veces y lanzándose, inmovilizándolo bajo su cuerpo, volvió a enseñarse con esa fría piel, la que por más que dañara al final volvía a sanar envolviéndola en un frenesí furioso, queriendo, deseando desgarrarle cada centímetro beber de su sangre y vanagloriarse tras vencer. Pero el vampiro no era cualquier otra presa seguía debatiéndose, hiriéndola profundamente, hincando sus colmillos en un intento de apartarla de sí y sacársela de encima.
Sin esperarse el arrebato de furia que dominó el cuerpo del vampiro, se encontró de un momento a otro siendo arrojada a un árbol, yendo directa hacia él parando en el último momento con sus patas el golpe, ya que si no se habría dado en la cabeza fuertemente tras estrellarse con el tronco, por suerte estaba despierta, sus cinco sentidos más fuertes que nunca, y aunque su cuerpo se encontrara malherido no así, su espíritu.
Tras dejar al vampiro, volvió hacia él con más saña, furiosa por haberla lanzado, apartado de encima de él cuando tenía tan cerca la victoria. Volvió a arrimarse al cuerpo ajeno, desgarrando y mordiendo, desangrándolo lentamente observando con orgullo como sus heridas cada vez les costaba más sanarse completamente. Segundos retardados en los que ella aprovechaba y abría nuevamente las heridas, sin dejar un trozo de su piel sin ninguna marca de su ataque. El vampiro desesperado recurrió a sus instintos más fuertes; el de la supervivencia ya que volvió a encontrarse en el suelo bajo ella. Con fuerza volvió a arrojarla lejos de él, tras herirla cerca del cuello en lo que serian los hombros humanos de la loba, provocando un alarido de dolor de la bestia que cayó contra el suelo, jadeante cogiendo aire nuevamente en sus pulmones, esperando que la herida sanara dejando escapar a la presa unos segundos, en los que se escondió.
Aturdida por la falta de sangre, permaneció unos instantes recuperándose en la tierra echada olfateando el aire, buscando la presa que había huido. Lentamente volvió a levantarse sobre sus cuatro patas. De su blanco pelaje ya no existía ni el recuerdo, su suave pelaje se había vuelto rojo carmesí con su misma sangre de las heridas y la sangre de aquel ser. Se relamió las fauces y alzando su canto, aulló fuertemente resonando por todo el bosque su celestial canto, avisándole al vampiro que allá volvía de nuevo.
Con el ardor de la lucha en sus venas, poca cuenta se dio la loba de que solo quedaban unas horas para el amanecer, para el fin de ella y sus juegos, volviendo a reinar la duquesa que en ella habitaba.
-Huye o escóndete, pero no dejes que te encuentre de nuevo…¡sálvate!- rogaba una silenciosa voz dentro de la mente de la loba.
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Habían sido los momentos más largos y terribles que hubiese experimentado en mucho tiempo. Debilitado y dolorido, Mikael continuó oculto tras los matorrales que en nada le protegerían de ser descubierto por la criatura hija de la luna llena. Envuelto en terribles dolores, el ser oscuro presionó sus mandíbulas para evitar cualquier sonido producido por sus labios, sonidos que se convertían en simples exhalaciones casi inaudibles, o eso esperaba, para la licántropa con la que peleaba.
La luz de la luna llena caía sobre el lugar iluminando por completo todo a su paso, el silencio volvió a reinar en ese momento en el que, debilitada también por la pérdida de sangre causada por las heridas, la criatura quedase en el suelo en un intento de recuperar sus energías. Mikael respiró hondo, sus ojos cuya su mirada se encontrase envuelta en una total oscuridad, permanecían entreabiertos mientras que él se encontrase inmóvil, arrodillado sobre la humedad del suelo.
El aroma a aquél líquido rojo era insoportable para el vampiro quien, sintiendo un terrible dolor, reprimiese el deseo de gritar presa del mismo. Una ráfaga de viento se soltó en ese momento y, con una inhalación profunda realizada por los labios separados del vampiro, hizo llegar el aire fresco al interior de sus pulmones. Los minutos pasaban de forma increíblemente lenta cuando el vampiro deseó ser capaz de ocultarse, ya que imposible sería intentar volver a la mansión.
Prestó atención a cada uno de los sonidos producidos a su alrededor, aquella criatura que fuese su oponente aquella terrible y desafortunada noche había detenido sus movimientos. Mikael, agradecido por aquello, exhaló con cansancio y dolor para luego sorprenderse al escuchar aquél aullido salido de las fauces de la criatura, la cual al parecer estaba dispuesta a continuar con aquella batalla que el vampiro no sentía confianza de ganar.
Percatándose de que pronto comenzaría el amanecer, Mikael respiraba hondo sintiendo bastante temor al imaginarse destruído bajo los rayos del sol, por lo que debía encontrar sitio en el cual ocultarse. No teniendo la menor idea de dónde comenzar, el vampiro murmuró por lo bajo su condición invidente, la cual le impedía ciertamente tener mayor movilidad y la idea de no lograr sobrevivir pasó por su mente en una fracción de segundo.
Mikael no podía terminar así, no podía cortar con su existencia de aquella manera y él mismo lo sabía. Decidido a protegerse y a continuar con la misma, se pone de pie temblando, mostrando un marcado gesto de dolor en su semblante, para dirigirse a cualquier lugar que le brindase la posibilidad de refugio ¿cómo haría? aquello aterraba terriblemente al vampiro quien, con cuidado, se alejase del lugar de la batalla dejando a la licántropa atrás.
El cómo, el ser inmortal no lo sabía con certeza ni sería capaz de entenderlo jamás. Con ayuda de su oído que le permitiese percibir aquellos sonidos en forma de ecos tal vez, una especie de sentido alterno, ajeno a aquellos conocidos hasta ese momento podría haber sido el causante de que aquél lograse dar con la entrada a una cueva formada de rocas. Desconociendo el peligro que pudiese encontrar en su interior o tal vez, pasándolo por alto, el vampiro decidió adentrarse con la intención de mantenerse oculto de aquella bestia salvaje y de los mortales rayos de sol.
La luz de la luna llena caía sobre el lugar iluminando por completo todo a su paso, el silencio volvió a reinar en ese momento en el que, debilitada también por la pérdida de sangre causada por las heridas, la criatura quedase en el suelo en un intento de recuperar sus energías. Mikael respiró hondo, sus ojos cuya su mirada se encontrase envuelta en una total oscuridad, permanecían entreabiertos mientras que él se encontrase inmóvil, arrodillado sobre la humedad del suelo.
El aroma a aquél líquido rojo era insoportable para el vampiro quien, sintiendo un terrible dolor, reprimiese el deseo de gritar presa del mismo. Una ráfaga de viento se soltó en ese momento y, con una inhalación profunda realizada por los labios separados del vampiro, hizo llegar el aire fresco al interior de sus pulmones. Los minutos pasaban de forma increíblemente lenta cuando el vampiro deseó ser capaz de ocultarse, ya que imposible sería intentar volver a la mansión.
Prestó atención a cada uno de los sonidos producidos a su alrededor, aquella criatura que fuese su oponente aquella terrible y desafortunada noche había detenido sus movimientos. Mikael, agradecido por aquello, exhaló con cansancio y dolor para luego sorprenderse al escuchar aquél aullido salido de las fauces de la criatura, la cual al parecer estaba dispuesta a continuar con aquella batalla que el vampiro no sentía confianza de ganar.
Percatándose de que pronto comenzaría el amanecer, Mikael respiraba hondo sintiendo bastante temor al imaginarse destruído bajo los rayos del sol, por lo que debía encontrar sitio en el cual ocultarse. No teniendo la menor idea de dónde comenzar, el vampiro murmuró por lo bajo su condición invidente, la cual le impedía ciertamente tener mayor movilidad y la idea de no lograr sobrevivir pasó por su mente en una fracción de segundo.
Mikael no podía terminar así, no podía cortar con su existencia de aquella manera y él mismo lo sabía. Decidido a protegerse y a continuar con la misma, se pone de pie temblando, mostrando un marcado gesto de dolor en su semblante, para dirigirse a cualquier lugar que le brindase la posibilidad de refugio ¿cómo haría? aquello aterraba terriblemente al vampiro quien, con cuidado, se alejase del lugar de la batalla dejando a la licántropa atrás.
El cómo, el ser inmortal no lo sabía con certeza ni sería capaz de entenderlo jamás. Con ayuda de su oído que le permitiese percibir aquellos sonidos en forma de ecos tal vez, una especie de sentido alterno, ajeno a aquellos conocidos hasta ese momento podría haber sido el causante de que aquél lograse dar con la entrada a una cueva formada de rocas. Desconociendo el peligro que pudiese encontrar en su interior o tal vez, pasándolo por alto, el vampiro decidió adentrarse con la intención de mantenerse oculto de aquella bestia salvaje y de los mortales rayos de sol.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Se puso en marcha, tras su canto, el aviso a su presa siguió con el juego. Saltó por matorrales, gruño al aire al no encontrarle de nuevo. ¿Dónde habría ido? Presa de la impotencia de que la presa se fugara, se le escurriera de las patas, volvió a alzar la voz al cielo, cantando, aclamando a la luna que le dejase ver a su presa, que le iluminara ahora que quedaba poco tiempo para la salida del sol y el fin de la bestia. ¿Habría hecho caso a la voz que en sus pensamientos le gritaba que huyera, que se escondiera...? Un nuevo gruñido retumbo en su garganta y desesperada volvió a rastrear de nuevo.
Se quedó con el olor a su sangre, que manchaba el suelo donde anteriormente se habían peleado. Un aroma fuerte e intenso que no dejaría escapar axial como así. Con el hocico pegado al suelo, husmeando llegó hasta que encontró un nuevo rastro. En su hocico de lobo se dibujó lo que vendría a ser una sonrisa maliciosa. Ya podía sentir el gusto de nuevo de su sangre, su carne entre sus fauces… se relamió satisfecha y impulsándose con las patas traseras, empezó a perseguir a aquel ser que se le había escapado.
El vampiro se internaba en el bosque, huyendo de la loba, pero poco le serviría ya que el bosque era su casa, la casa de la bestia y donde tomaba sangre cada luna llena. Por suerte o no para él se habían encontrado con luna llena…quizás seria hora que uno de los dos dejara de existir. ¡No! Gritó en los pensamientos de la loba ¡Maldita bestia! Déjalo! La voz intentaba tomar el control, pero esa noche seria imposible tal cosa, demasiada sangre había sido derramada ya para negarse la satisfacción de terminar con aquello.
Transcurrió tiempo detrás del rastro del vampiro, hasta que llegó a lo que parecía una columna de piedras y rocas. Sentía su olor muy cerca… y también el amanecer. Gruño por lo bajo rastreando en cada roca para encontrar donde podía estar escondido, hasta llegar a lo que parecía una cueva de piedras de algún oso dejada mucho tiempo atrás. La loba antes de entrar e internarse en aquella cueva, gruño satisfecha dando aviso al vampiro de que había sido cazado. Solo quedaba un minuto para que el sol irrumpiera en el firmamento, cada vez mas la loba sentía como su parte humana exigía el control pero ella no cedía, primero iba a eliminar la amenaza y se iría a dormir así tranquila hasta la siguiente luna llena.
Sus sigilosas patas entraron con cautela, las orejas en alta y las fauces abiertas preparadas para echársele en el cuello solo verlo. La oscuridad era asfixiante, hasta llegar al extremo en que la loba no podía ver bien a causa de la cercanía del amanecer y la perdida de su parte animal. Gruñó al sentir un ruido dirigiéndose a ciegas hasta allí, sentía el olor del vampiro cada vez mas cerca…mas cerca. Ya podía sentirle, en un extremo de la cueva. Se relamió gruñendo por lo bajo y antes de que el primer rayo de sol alumbrara el firmamento saltó encima del vampiro por ultima vez.
Se quedó con el olor a su sangre, que manchaba el suelo donde anteriormente se habían peleado. Un aroma fuerte e intenso que no dejaría escapar axial como así. Con el hocico pegado al suelo, husmeando llegó hasta que encontró un nuevo rastro. En su hocico de lobo se dibujó lo que vendría a ser una sonrisa maliciosa. Ya podía sentir el gusto de nuevo de su sangre, su carne entre sus fauces… se relamió satisfecha y impulsándose con las patas traseras, empezó a perseguir a aquel ser que se le había escapado.
El vampiro se internaba en el bosque, huyendo de la loba, pero poco le serviría ya que el bosque era su casa, la casa de la bestia y donde tomaba sangre cada luna llena. Por suerte o no para él se habían encontrado con luna llena…quizás seria hora que uno de los dos dejara de existir. ¡No! Gritó en los pensamientos de la loba ¡Maldita bestia! Déjalo! La voz intentaba tomar el control, pero esa noche seria imposible tal cosa, demasiada sangre había sido derramada ya para negarse la satisfacción de terminar con aquello.
Transcurrió tiempo detrás del rastro del vampiro, hasta que llegó a lo que parecía una columna de piedras y rocas. Sentía su olor muy cerca… y también el amanecer. Gruño por lo bajo rastreando en cada roca para encontrar donde podía estar escondido, hasta llegar a lo que parecía una cueva de piedras de algún oso dejada mucho tiempo atrás. La loba antes de entrar e internarse en aquella cueva, gruño satisfecha dando aviso al vampiro de que había sido cazado. Solo quedaba un minuto para que el sol irrumpiera en el firmamento, cada vez mas la loba sentía como su parte humana exigía el control pero ella no cedía, primero iba a eliminar la amenaza y se iría a dormir así tranquila hasta la siguiente luna llena.
Sus sigilosas patas entraron con cautela, las orejas en alta y las fauces abiertas preparadas para echársele en el cuello solo verlo. La oscuridad era asfixiante, hasta llegar al extremo en que la loba no podía ver bien a causa de la cercanía del amanecer y la perdida de su parte animal. Gruñó al sentir un ruido dirigiéndose a ciegas hasta allí, sentía el olor del vampiro cada vez mas cerca…mas cerca. Ya podía sentirle, en un extremo de la cueva. Se relamió gruñendo por lo bajo y antes de que el primer rayo de sol alumbrara el firmamento saltó encima del vampiro por ultima vez.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El cansancio experimentado por Mikael iba en aumento. Una vez en el interior de la cueva, el inmortal buscaba a tientas el mejor lugar para mantenerse a resguardo y descansar. Su cabeza le daba vueltas mientras presentía la cercanía del amanecer, un amanecer letal para todos los de su especie. Los sentidos opacados del vampiro le habían impedido darse cuenta del creciente sonido a la entrada de la cueva, aquél que le indicara que nuevamente estaba en peligro.
―Déjame en paz... ―fueron las palabras que logró pronunciar antes de que aquella criatura se lanzara nuevamente contra su cuerpo maltrecho. Un grito de dolor rompería el silencio de aquél lugar haciendo eco en las paredes de aquella caverna que resguardase a los seres que luchasen, uno contra el otro, con el único deseo de salir bien librados.
Las manos de apariencia humana del vampiro presionaban la piel de aquella criatura, mientras que sus colmillos perforaban la misma para debilitarle. Mikael, en su adormecimiento sobrevenido a causa del amanecer, sentía sus fuerzas ceder cada vez por lo que, separándose de la licántropa de repente, se alejó a un rincón de la cueva buscando refugio a tientas. La carencia de su bastón, perdido hacía largo tiempo, le hacía mucho más complicada su labor.
La respiración de aquella criatura resonando en sus oídos, no hacía más que indicarle la posición exacta en la cual aquella se encontrase. Manteniendo el más minucioso silencio, Mikael continuaba alejado de la licántropa, cuya identidad el vampiro estuviese lejos de adivinar mientras los primeros rayos de sol comenzaban a caer sobre las copas de los árboles en aquél lugar del bosque. Aquél lugar que fuese testigo de la lucha encarnizada entre dos criaturas nocturnas tan distintas, pero a la vez tan semejantes entre sí.
El cuerpo del inmortal fue cediendo poco a poco ante aquél adormecimiento que irrumpiese a la llegada del amanecer y, sintiéndose totalmente debilitado, se abandona en un extremo alejado de la cueva cerrando sus ojos para descansar. Aquella noche había sido realmente larga y bastante distinta de otras tantas que hubiese vivido Mikael en el pasado, en las que su lucha por su propia existencia no se viese amenazada por criaturas de la luna.
El nuevo anochecer sobrevendría con prontitud ante la percepción del vampiro, cuyo cuerpo herido necesitase de alimento para recuperar las energías desgastadas en la lucha brutal en la que participase la noche anterior. El sol, oculto en ese momento, había sido el indicador de que era posible emerger sin peligro y Mikael intentó ponerse de pie, aspirando el aroma de aquella que hubiese sido su rival.
―Déjame en paz... ―fueron las palabras que logró pronunciar antes de que aquella criatura se lanzara nuevamente contra su cuerpo maltrecho. Un grito de dolor rompería el silencio de aquél lugar haciendo eco en las paredes de aquella caverna que resguardase a los seres que luchasen, uno contra el otro, con el único deseo de salir bien librados.
Las manos de apariencia humana del vampiro presionaban la piel de aquella criatura, mientras que sus colmillos perforaban la misma para debilitarle. Mikael, en su adormecimiento sobrevenido a causa del amanecer, sentía sus fuerzas ceder cada vez por lo que, separándose de la licántropa de repente, se alejó a un rincón de la cueva buscando refugio a tientas. La carencia de su bastón, perdido hacía largo tiempo, le hacía mucho más complicada su labor.
La respiración de aquella criatura resonando en sus oídos, no hacía más que indicarle la posición exacta en la cual aquella se encontrase. Manteniendo el más minucioso silencio, Mikael continuaba alejado de la licántropa, cuya identidad el vampiro estuviese lejos de adivinar mientras los primeros rayos de sol comenzaban a caer sobre las copas de los árboles en aquél lugar del bosque. Aquél lugar que fuese testigo de la lucha encarnizada entre dos criaturas nocturnas tan distintas, pero a la vez tan semejantes entre sí.
El cuerpo del inmortal fue cediendo poco a poco ante aquél adormecimiento que irrumpiese a la llegada del amanecer y, sintiéndose totalmente debilitado, se abandona en un extremo alejado de la cueva cerrando sus ojos para descansar. Aquella noche había sido realmente larga y bastante distinta de otras tantas que hubiese vivido Mikael en el pasado, en las que su lucha por su propia existencia no se viese amenazada por criaturas de la luna.
El nuevo anochecer sobrevendría con prontitud ante la percepción del vampiro, cuyo cuerpo herido necesitase de alimento para recuperar las energías desgastadas en la lucha brutal en la que participase la noche anterior. El sol, oculto en ese momento, había sido el indicador de que era posible emerger sin peligro y Mikael intentó ponerse de pie, aspirando el aroma de aquella que hubiese sido su rival.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Tras aquel último salto, se encontró de nuevo con un brutal forcejeo de parte del vampiro, quien de dolor grito lastimosamente, rompiendo el silencio de aquel pedregoso lugar. Gruñendo luchó contra él, aprovechando los últimos instantes que tenia la loba para poderse hacer con carne fresca o algo que llevarse al recuerdo, hasta la última luna llena. El vampiro gritó y gritó, tanto como gritaba una silenciosa voz cada vez más contundente en la mente de la furiosa loba, que se encarnizaba con la sangre de aquel ser… de aquella presa no capturada y que se le escurría por las manos.
En un nuevo intento del vampiro de provocarle un grave dolor y daño a la loba, usó de nuevo sus garras para dañar la piel ajena, localizando los músculos del grande canino, cortando y despedazando. Sus colmillos hirieron a la loba, que una vez inmovilizada con las garras de aquel ser desgarrándola, poco podía hacer más que lastimosamente arañarle profundamente la piel. Devastada por las manos del vampiro y los afilados colmillos que se hincaban en su cuello y hombros, rasgándolos profundamente, avivando las heridas y el sangrado, finalmente el vampiro ante los rayos del sol y el dolor que acaricia su cuerpo la soltó, aventándola al otro extremo de la cueva.
Malherida, no pudo ni agarrarse a su presa cuando se encontró volando hacia la rocosa pared. Chocó fuertemente contra ella, sintiendo la rotura de una de sus patas, y alguna que otra costilla astillada. Tras el golpe cayó como un animal muerto contra el suelo, soportando su cabeza gran parte de aquel golpe, que de no ser una licántropa, bien podría haber muerto instantáneamente.
Su lenta respiración, no tardó en acelerarse, cuando el sol salió de nuevo, dejando que la magia se invirtiera, volviendo a su estado humano y mortal de nuevo. Aulló de dolor terminando por salir de aquellas fauces, gritos de dolor humanos, al encontrarse con la dolorosa transformación. Tras aquellos primeros minutos de lágrimas silenciosas en la cueva, la loba levantó la cabeza siendo ahora humana, intentando ver algo, pero la oscuridad la consumía. Herida como se encontraba, apenas abrió los ojos que se encontró cayendo de vuelta al suelo, inconsciente sin fuerzas con las que moverse. Al despertar no recordaría mucho de aquella noche, sanada de las heridas peo débil por la pérdida de sangre, tendría que volver a su mundo de formalidades. Antes de eso, deberá salvarse del vampiro que dormido permanece hasta la vuelta de la noche en aquella misma cueva, donde ahora su cuerpo humano lentamente se recomponía todo lo que podía, sumido en un sueño reparador.
Pasaron horas y más horas, no se podría decir cuánto habría pasado, solo que la luz diurna daba a su fin, venia la noche… la luna pronto se posaría en su trono.
Lentamente la consciencia volvió y Danna se encontró abriendo los ojos, sintiendo en aquel gesto la debilidad que aun acarreaba su maltrecho cuerpo. Logró tras muchos intentos incorporarse, recostando su espalda desnuda contra la fría piedra. Se tocó la cabeza, en el punto justo donde se había golpeado fuertemente. La cabeza le palpitaba, dolía. De sus labios salió un leve suspiro. Al menos sigo viva después de todo. Ahora solo tengo que salir, pensó haciendo un esfuerzo más para sostenerse bajo sus pies.
Danna lo consiguió. Estando ya de pie, se sujetó con una mano contra la pared, recostándose. Debía habituar la mirada a la oscuridad absoluta de la cueva. Fue en ese momento que atisbó un leve ruido y con él un aroma…el vampiro había despertado. Se quedó quieta en el instante de recordar el incidente, ahora el vampiro era quien tenía ventaja sobre ella.
Absorta, con la mirada perdida en la oscuridad, tembló ligeramente al pensar en lo que aquel ser podría hacerle. Encontrándose presa de un cansancio y de un palpitante miedo a la reacción de aquel vampiro, no le salían las palabras, ni una voz que pudiera avisar al vampiro con ella de que se encontraba una humana. Recostada, sin hacer más que el ruido de su ajetreada respiración, esperó por los movimientos de aquel vampiro, esperando poder anticiparse y salvar su maldita vida.
En un nuevo intento del vampiro de provocarle un grave dolor y daño a la loba, usó de nuevo sus garras para dañar la piel ajena, localizando los músculos del grande canino, cortando y despedazando. Sus colmillos hirieron a la loba, que una vez inmovilizada con las garras de aquel ser desgarrándola, poco podía hacer más que lastimosamente arañarle profundamente la piel. Devastada por las manos del vampiro y los afilados colmillos que se hincaban en su cuello y hombros, rasgándolos profundamente, avivando las heridas y el sangrado, finalmente el vampiro ante los rayos del sol y el dolor que acaricia su cuerpo la soltó, aventándola al otro extremo de la cueva.
Malherida, no pudo ni agarrarse a su presa cuando se encontró volando hacia la rocosa pared. Chocó fuertemente contra ella, sintiendo la rotura de una de sus patas, y alguna que otra costilla astillada. Tras el golpe cayó como un animal muerto contra el suelo, soportando su cabeza gran parte de aquel golpe, que de no ser una licántropa, bien podría haber muerto instantáneamente.
Su lenta respiración, no tardó en acelerarse, cuando el sol salió de nuevo, dejando que la magia se invirtiera, volviendo a su estado humano y mortal de nuevo. Aulló de dolor terminando por salir de aquellas fauces, gritos de dolor humanos, al encontrarse con la dolorosa transformación. Tras aquellos primeros minutos de lágrimas silenciosas en la cueva, la loba levantó la cabeza siendo ahora humana, intentando ver algo, pero la oscuridad la consumía. Herida como se encontraba, apenas abrió los ojos que se encontró cayendo de vuelta al suelo, inconsciente sin fuerzas con las que moverse. Al despertar no recordaría mucho de aquella noche, sanada de las heridas peo débil por la pérdida de sangre, tendría que volver a su mundo de formalidades. Antes de eso, deberá salvarse del vampiro que dormido permanece hasta la vuelta de la noche en aquella misma cueva, donde ahora su cuerpo humano lentamente se recomponía todo lo que podía, sumido en un sueño reparador.
Pasaron horas y más horas, no se podría decir cuánto habría pasado, solo que la luz diurna daba a su fin, venia la noche… la luna pronto se posaría en su trono.
Lentamente la consciencia volvió y Danna se encontró abriendo los ojos, sintiendo en aquel gesto la debilidad que aun acarreaba su maltrecho cuerpo. Logró tras muchos intentos incorporarse, recostando su espalda desnuda contra la fría piedra. Se tocó la cabeza, en el punto justo donde se había golpeado fuertemente. La cabeza le palpitaba, dolía. De sus labios salió un leve suspiro. Al menos sigo viva después de todo. Ahora solo tengo que salir, pensó haciendo un esfuerzo más para sostenerse bajo sus pies.
Danna lo consiguió. Estando ya de pie, se sujetó con una mano contra la pared, recostándose. Debía habituar la mirada a la oscuridad absoluta de la cueva. Fue en ese momento que atisbó un leve ruido y con él un aroma…el vampiro había despertado. Se quedó quieta en el instante de recordar el incidente, ahora el vampiro era quien tenía ventaja sobre ella.
Absorta, con la mirada perdida en la oscuridad, tembló ligeramente al pensar en lo que aquel ser podría hacerle. Encontrándose presa de un cansancio y de un palpitante miedo a la reacción de aquel vampiro, no le salían las palabras, ni una voz que pudiera avisar al vampiro con ella de que se encontraba una humana. Recostada, sin hacer más que el ruido de su ajetreada respiración, esperó por los movimientos de aquel vampiro, esperando poder anticiparse y salvar su maldita vida.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Su olfato se ve invadido por el aroma de su propia sangre mezclada con la de aquella con quien luchase la noche anterior. El aturdimiento del vampiro comenzaba a disiparse lentamente, mas sus heridas no terminaban de cerrar aún debido a la causa de las mismas. Mikael ignoraba que ataques de criaturas de la luna serían casi mortales para él, por lo que creía se debería a su debilidad por la sed no saciada.
―Demonios... ―aquello era realmente doloroso, mas esa sensación se disipó un momento cuando logró percibir la presencia de la licántropa, quien estaría ahora bajo su forma humana y temerosa, temerosa de un nuevo ataque por parte del inmortal ―salga por favor... ―pronunció con dificultad al darse cuenta que se trataba de una forma humana a juzgar por el sensible olfato de Mikael.
Un ligero viento soplaba hacia el interior de la cueva, aquél húmedo recinto que albergase a ese par de criaturas cuya lucha hubiese estado a punto de acabar con la vida de los dos. El ser oscuro continuaba escuchando atentamente cada movimiento de la joven, mientras prestaba atención también al sonido de su respiración agitada y el aroma de su temor.
―No quiero hacer daño... salga por favor ―repitió Mikael, a sabiendas de que aquella compañía, de ser un cazador, podría significarle la muerte de imediato debido a su excesiva debilidad. Necesitaba alimentarse, saciar su sed... ―no atacaré... ―pronunció la frase con dificultad ¿sería igual por parte de aquélla?
El vampiro decidió permanecer inmóvil y no acercarse más, la carencia de su bastón y aquella sensación de alerta por parte de sus sentidos le impedían conducirse con naturalidad. Las heridas que hubiese sufrido la noche anterior habían desaparecido ya, con excepción de las más graves, las cuales aún permaneciesen en su piel a forma de fuertes desgarros que quemasen bajo la sangre seca que hubiese surgido de las mismas.
―Demonios... ―aquello era realmente doloroso, mas esa sensación se disipó un momento cuando logró percibir la presencia de la licántropa, quien estaría ahora bajo su forma humana y temerosa, temerosa de un nuevo ataque por parte del inmortal ―salga por favor... ―pronunció con dificultad al darse cuenta que se trataba de una forma humana a juzgar por el sensible olfato de Mikael.
Un ligero viento soplaba hacia el interior de la cueva, aquél húmedo recinto que albergase a ese par de criaturas cuya lucha hubiese estado a punto de acabar con la vida de los dos. El ser oscuro continuaba escuchando atentamente cada movimiento de la joven, mientras prestaba atención también al sonido de su respiración agitada y el aroma de su temor.
―No quiero hacer daño... salga por favor ―repitió Mikael, a sabiendas de que aquella compañía, de ser un cazador, podría significarle la muerte de imediato debido a su excesiva debilidad. Necesitaba alimentarse, saciar su sed... ―no atacaré... ―pronunció la frase con dificultad ¿sería igual por parte de aquélla?
El vampiro decidió permanecer inmóvil y no acercarse más, la carencia de su bastón y aquella sensación de alerta por parte de sus sentidos le impedían conducirse con naturalidad. Las heridas que hubiese sufrido la noche anterior habían desaparecido ya, con excepción de las más graves, las cuales aún permaneciesen en su piel a forma de fuertes desgarros que quemasen bajo la sangre seca que hubiese surgido de las mismas.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El vampiro parecía haberse quedado estático, no se movía y en cuanto se movió su voz hizo alterarse a Danna, la que reculó mas contra la pared de piedra, hasta quedar de espaldas completamente, con la mirada fija en la oscuridad. Olfateo el aire y a través de él le llegó el dulce olor de la sangre. No la de ella, o no gran parte, ya que aún como el vampiro tenía incisiones de sus colmillos y desgarramientos en su frágil piel, doliéndole como mil demonios, pero manteniendo el dolor silenciado para no revelar al vampiro su estado.
Se mantuvo alerta, la inquietud y el apenas perceptible movimiento del vampiro no le gustaba ni un pelo. Parecía aquellos instantes antes de calma, de silencio antes de que un lobo se echara encima del ciervo; su presa.
Le llegó las palabras de aquel ser a sus oídos, y se mantuvo cauta, aún no se fiaba, bien entendía que el vampiro se encontraba debilitado y necesitaría sangre… y no precisamente sangre animal. Estaba en peligro, la primera vez hacia mucho que se encontraba en aquella situación, atrapada con una criatura devoradora de almas, una criatura de la noche eterna.
- ¿Puedo fiarme…de su palabra? – Preguntó a la inmensidad de la cueva, con una voz temblorosa.
Recorrió la mirada por la cueva, forzando la vista para ver mejor, pero en aquel estado parecía que había perdido toda vista privilegiada para ver en la oscuridad. Suspiró – No veo mucho y la salida esta taponada por una piedra. Yo…debo moverme - explicó al tiempo que daba los primeros pasos hacia adelante, alejándose del hueco donde se había resguardado, sintiéndose de repente vulnerable.
Caminó con cierta confianza, su vista cada vez se iba aclarando y llegaba a vislumbrar sombras. Hizo una vuelta sobre sí misma buscando la salida taponada por una piedra, que impedía que la luz alumbrase la cueva, topándose de repente contra algo duro y frio. Vampiro…pensó al olfatear la sangre de aquel ser junto a ella.
Alzó la mirada con cierto temor – No me haga nada, por favor - Susurró inmóvil en el sitio junto a la criatura. Si se movía el vampiro podría tomárselo como una amenaza y lo último que quería era empeorar el estado de ambos.- Lo siento.- se disculpó consciente de que podría ser bien aquellas palabras, las ultimas.
Se mantuvo alerta, la inquietud y el apenas perceptible movimiento del vampiro no le gustaba ni un pelo. Parecía aquellos instantes antes de calma, de silencio antes de que un lobo se echara encima del ciervo; su presa.
Le llegó las palabras de aquel ser a sus oídos, y se mantuvo cauta, aún no se fiaba, bien entendía que el vampiro se encontraba debilitado y necesitaría sangre… y no precisamente sangre animal. Estaba en peligro, la primera vez hacia mucho que se encontraba en aquella situación, atrapada con una criatura devoradora de almas, una criatura de la noche eterna.
- ¿Puedo fiarme…de su palabra? – Preguntó a la inmensidad de la cueva, con una voz temblorosa.
Recorrió la mirada por la cueva, forzando la vista para ver mejor, pero en aquel estado parecía que había perdido toda vista privilegiada para ver en la oscuridad. Suspiró – No veo mucho y la salida esta taponada por una piedra. Yo…debo moverme - explicó al tiempo que daba los primeros pasos hacia adelante, alejándose del hueco donde se había resguardado, sintiéndose de repente vulnerable.
Caminó con cierta confianza, su vista cada vez se iba aclarando y llegaba a vislumbrar sombras. Hizo una vuelta sobre sí misma buscando la salida taponada por una piedra, que impedía que la luz alumbrase la cueva, topándose de repente contra algo duro y frio. Vampiro…pensó al olfatear la sangre de aquel ser junto a ella.
Alzó la mirada con cierto temor – No me haga nada, por favor - Susurró inmóvil en el sitio junto a la criatura. Si se movía el vampiro podría tomárselo como una amenaza y lo último que quería era empeorar el estado de ambos.- Lo siento.- se disculpó consciente de que podría ser bien aquellas palabras, las ultimas.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El dolor causado por aquellas mordeduras era verdaderamente difícil de soportar. El vampiro se mantenía de pie y, con bastante dificultad, mantenía sus sentidos alerta para percibir la presencia de aquella a quien hasta el momento en el que escuchase su voz, descubriese que se trataba de una mujer. Sintiendo cierta consternación ante aquello, lo cual era debido al desconocimiento de una raza como lo eran los licántropos, permaneció a la defensiva.
―Puede, señorita, por supuesto ―respondió el ser oscuro ante la petición de la dama, a quien no recordase haber escuchado con anterioridad. La oscuridad que envolvía a su alrededor en el interior de la caverna no era nada en comparación con aquella a la que Mikael estaría condenado durante toda la eternidad.
Los pasos titubeantes de la dama provocaban en el vampiro cierta expectación y, aunado al aroma de la sangre mezclada de la misma con la suya propia, le producían también una marcada aversión. El vampiro reprimía quejarse a causa del dolor que le invadía, jamás imaginaría que hubiese algo que fuese capaz de herir de semejante manera a un inmortal como lo era él y, si en algún momento éste se sintiese más vulnerable físicamente, era precisamente ese.
―Puede hacerlo con calma, tiene mi palabra como mencioné anteriormente, de que no recibirá daño alguno de mí ―continuó. Ella deseaba cambiar de lugar debido a la obstrucción de la salida de la cueva, misma que el vampiro hasta ese momento no se había percatado a causa de su incapacidad para percibir cualquier signo de luz.
El torso desnudo del vampiro, luego de que sus ropas fuesen brutalmente desgarradas en esa pelea a muerte, fue partícipe del contacto por parte del cuerpo de la dama momentos después de que la misma se hubiese dirigido hacia él sin intención. El sobresalto del ser oscuro apenas podría ser evidente al darse cuenta de la calidez y vitalidad de aquella joven temerosa que pedía no ser lastimada.
―No... señorita, no tema ―mencionó intentando calmarle mientras permanecía inmóvil para no aumentar el temor en la misma ―no le dañaré, puede confiar en mi palabra ―continuó exhalando y dejando entrever un gesto claro de dolor ―¿podría saber quién es usted? ―preguntó con cautela para posteriormente añadir ―¿se encuentra bien?
―Puede, señorita, por supuesto ―respondió el ser oscuro ante la petición de la dama, a quien no recordase haber escuchado con anterioridad. La oscuridad que envolvía a su alrededor en el interior de la caverna no era nada en comparación con aquella a la que Mikael estaría condenado durante toda la eternidad.
Los pasos titubeantes de la dama provocaban en el vampiro cierta expectación y, aunado al aroma de la sangre mezclada de la misma con la suya propia, le producían también una marcada aversión. El vampiro reprimía quejarse a causa del dolor que le invadía, jamás imaginaría que hubiese algo que fuese capaz de herir de semejante manera a un inmortal como lo era él y, si en algún momento éste se sintiese más vulnerable físicamente, era precisamente ese.
―Puede hacerlo con calma, tiene mi palabra como mencioné anteriormente, de que no recibirá daño alguno de mí ―continuó. Ella deseaba cambiar de lugar debido a la obstrucción de la salida de la cueva, misma que el vampiro hasta ese momento no se había percatado a causa de su incapacidad para percibir cualquier signo de luz.
El torso desnudo del vampiro, luego de que sus ropas fuesen brutalmente desgarradas en esa pelea a muerte, fue partícipe del contacto por parte del cuerpo de la dama momentos después de que la misma se hubiese dirigido hacia él sin intención. El sobresalto del ser oscuro apenas podría ser evidente al darse cuenta de la calidez y vitalidad de aquella joven temerosa que pedía no ser lastimada.
―No... señorita, no tema ―mencionó intentando calmarle mientras permanecía inmóvil para no aumentar el temor en la misma ―no le dañaré, puede confiar en mi palabra ―continuó exhalando y dejando entrever un gesto claro de dolor ―¿podría saber quién es usted? ―preguntó con cautela para posteriormente añadir ―¿se encuentra bien?
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Danna tomó aire lentamente, no era la primera vez que se topaba con un vampiro, aún así, si era la primera vez en que se había topado con uno al que recientemente su parte animal había herido en la pelea que hubo anteriormente bajo la luz de la luna llena. Por lo que no sabía que esperar, ni que podría pasar.
Por suerte, el vampiro no parecía querer hacerle nada, ni vengarse contra ella por las heridas sufridas, ya que intentó tranquilizarla, diciéndole que no temiera. Los dos se encontraban inmóviles el uno junto al otro, su caliente piel contra la fría del vampiro. – Yo... lo siento...no era yo aquella noche...la bestia- Suspiró en cuando oyó las palabras de nuevo del vampiro diciéndole que podía confiar en él.
Danna asintió con la cabeza y dando un paso atrás, se alejó levemente del vampiro. – Soy Danna...Licantropa y duquesa de Escocia - añadió temiendo que si le escondía su naturaleza seria peor, ya que tras lo sucedido si no conocía a los seres como ella, algo debía de tener de idea preconcebida en su mente, tras toparse con aquella bestia. – Si...me encuentro bien- Por suerte en el día que había pasado dormida había recuperado fuerzas, no todas y necesitaba alimentarse al llegar a su residencia de nuevo en Paris, pero aún así, se encontraba mejor ella que el vampiro. O aquello creía.
- ¿Y usted está bien…? – Preguntó preocupada, dando una última mirada a la cueva, adivinando una ligera luz un poco más lejos de donde se encontraban.
- Creo que encontré una salida… - dudó un momento antes de añadir lo siguiente. – Pero necesitaré su ayuda. No creo poder aparta con mis fuerzas la piedra que impide la salida a esta cueva - Murmuró con cierta angustia. Él quizás se encontraba acostumbrado con su ceguera, pero para ella apenas ver nada, la estaba asustando. Le gustaba la oscuridad, si, siempre y cuando alguna luz alumbrara su camino. No como ahora que la oscuridad era absoluta, menos por aquel resquicio en la entrada por donde un puntito de luz asomaba.
- Ya me aparto...- susurró dando unos pasos mas hacia atrás dejándole via libre al vampiro, con la mala suerte de tropezarse y caer de espaldas contra el suelo. – Auch…-Murmuró en una queja, lamentándose ser torpe en situaciones como aquella.
Por suerte, el vampiro no parecía querer hacerle nada, ni vengarse contra ella por las heridas sufridas, ya que intentó tranquilizarla, diciéndole que no temiera. Los dos se encontraban inmóviles el uno junto al otro, su caliente piel contra la fría del vampiro. – Yo... lo siento...no era yo aquella noche...la bestia- Suspiró en cuando oyó las palabras de nuevo del vampiro diciéndole que podía confiar en él.
Danna asintió con la cabeza y dando un paso atrás, se alejó levemente del vampiro. – Soy Danna...Licantropa y duquesa de Escocia - añadió temiendo que si le escondía su naturaleza seria peor, ya que tras lo sucedido si no conocía a los seres como ella, algo debía de tener de idea preconcebida en su mente, tras toparse con aquella bestia. – Si...me encuentro bien- Por suerte en el día que había pasado dormida había recuperado fuerzas, no todas y necesitaba alimentarse al llegar a su residencia de nuevo en Paris, pero aún así, se encontraba mejor ella que el vampiro. O aquello creía.
- ¿Y usted está bien…? – Preguntó preocupada, dando una última mirada a la cueva, adivinando una ligera luz un poco más lejos de donde se encontraban.
- Creo que encontré una salida… - dudó un momento antes de añadir lo siguiente. – Pero necesitaré su ayuda. No creo poder aparta con mis fuerzas la piedra que impide la salida a esta cueva - Murmuró con cierta angustia. Él quizás se encontraba acostumbrado con su ceguera, pero para ella apenas ver nada, la estaba asustando. Le gustaba la oscuridad, si, siempre y cuando alguna luz alumbrara su camino. No como ahora que la oscuridad era absoluta, menos por aquel resquicio en la entrada por donde un puntito de luz asomaba.
- Ya me aparto...- susurró dando unos pasos mas hacia atrás dejándole via libre al vampiro, con la mala suerte de tropezarse y caer de espaldas contra el suelo. – Auch…-Murmuró en una queja, lamentándose ser torpe en situaciones como aquella.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
Una extraña sensación aquella, el contacto de la piel cálida de la joven licántropa contra la suya propia carente de calor. El vampiro permaneció inmóvil escuchando las palabras de la desconocida hasta que aquella se presentó añadiendo, además del nombre, el rango que ostentaba la misma, a lo cual un asentimiento lento pudo observarse como último gesto del Mikael antes de continuar.
―Mikael Boulanger a sus órdenes, su alteza ―respondió al momento aquél ser oscuro presentándose de inmediato. Escuchar aquellas palabras provenientes de los labios de la dama no hacían más que confundir la mente del vampiro, quien hasta ese momento desconociese la existencia de semejantes criaturas.
Un evento desafortunado que había provocado heridas de gravedad que, para sorpresa del inmortal, no estuviesen sanando como las que hubiese sufrido anteriormente ya sea a causa de un humano o de algún animal. El desconcierto y dolor ante aquello distrajeron su mente cuando, de pronto, la joven continuó con su discurso provocando que éste meditase un momento para luego responder.
―Me encuentro bien por supuesto... aunque confieso que he estado en mejores condiciones... ―finaliza aquél, quien aún experimentase los inconvenientes de aquella lucha anterior ―¿una salida? ¿se ha bloqueado la principal acaso? ―pregunta con curiosidad mientras, con torpeza, da un paso al frente al mismo tiempo que escucha la queja de la dama al caerse de espaldas al suelo ―permítame...
Segundos después, el vampiro extendía la mano hacia donde le indicase el sonido de la voz femenina para ayudarle a levantar ya que, a causa de su completa ceguera, le era imposible observar su figura. Aquella carencia del objeto que le sirviese como guía era un impedimento, mas no lo suficiente para evitar que el vampiro continuase con su cometido y, haciendo uso de su fuerza sobrenatural, comenzó a retirar las piedras del lugar.
―Señorita, debo ser sincero al mencionar que no tengo clara idea del lugar en el cual nos encontramos... ―realmente, aquella lucha le había hecho terminar un tanto desorientado ―necesitaré de su ayuda, si no le causa incomodidad... ―menciona finalmente, mientras retira una roca más dejando una abertura de tamaño tal que, evidentemente, podrían atravesar sin la menor dificultad.
―Mikael Boulanger a sus órdenes, su alteza ―respondió al momento aquél ser oscuro presentándose de inmediato. Escuchar aquellas palabras provenientes de los labios de la dama no hacían más que confundir la mente del vampiro, quien hasta ese momento desconociese la existencia de semejantes criaturas.
Un evento desafortunado que había provocado heridas de gravedad que, para sorpresa del inmortal, no estuviesen sanando como las que hubiese sufrido anteriormente ya sea a causa de un humano o de algún animal. El desconcierto y dolor ante aquello distrajeron su mente cuando, de pronto, la joven continuó con su discurso provocando que éste meditase un momento para luego responder.
―Me encuentro bien por supuesto... aunque confieso que he estado en mejores condiciones... ―finaliza aquél, quien aún experimentase los inconvenientes de aquella lucha anterior ―¿una salida? ¿se ha bloqueado la principal acaso? ―pregunta con curiosidad mientras, con torpeza, da un paso al frente al mismo tiempo que escucha la queja de la dama al caerse de espaldas al suelo ―permítame...
Segundos después, el vampiro extendía la mano hacia donde le indicase el sonido de la voz femenina para ayudarle a levantar ya que, a causa de su completa ceguera, le era imposible observar su figura. Aquella carencia del objeto que le sirviese como guía era un impedimento, mas no lo suficiente para evitar que el vampiro continuase con su cometido y, haciendo uso de su fuerza sobrenatural, comenzó a retirar las piedras del lugar.
―Señorita, debo ser sincero al mencionar que no tengo clara idea del lugar en el cual nos encontramos... ―realmente, aquella lucha le había hecho terminar un tanto desorientado ―necesitaré de su ayuda, si no le causa incomodidad... ―menciona finalmente, mientras retira una roca más dejando una abertura de tamaño tal que, evidentemente, podrían atravesar sin la menor dificultad.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
El suelo frio se clavaba en la piel y huesos de la licantropa, que ante el desconocimiento del vampiro, andaba ni más ni menos que desnuda, hasta encontrar ropa con las que esconder su cuerpo y su condición de maldita, como cada uno de aquellos que una vez que los lobos les mordían se transformaban en aquella alma dominante que en luna llena se hacia el control de todo, consciencia y cuerpo. Encontrándose sorprendida en cuando el vampiro fue hacia ella y adivinando su posición le tendió una mano para ayudarla a levantarse del suelo.
- Muchas gracias Mikael – dijo agradeciendo aquel gesto, tomándole de la mano, sirviéndose de apoyo para levantarse de aquel pedregoso y frio suelo. – Y por favor no me llame como alteza…solo es un titulo, no soy reina de nadie – Comentó en una sonrisa ya levantada al lado del vampiro – Puede llamarme Danna simplemente…
Frunció el ceño, finalmente sus sentidos volvían, y pese a ser no demasiado más potentes que los de un mortal, el olfato como la vista eran mejores. Aquello fue lo que le avisó de que las heridas del vampiro seguían tiernas, no le había bastado dormir aquellas horas para recuperarse de las mordidas de su bestia. -¿Está…? - se quedó callada ya que lo que iba a preguntarle era una gran tontería. Estaba bien, solo necesitaba recuperarse…pero como se recuperaba un vampiro de sus heridas?
Perdida en sus pensamientos, no fue consciente de la huida del vampiro hacia la entrada taponada, hasta que este le solicitó ayuda. Enseguida fue hacia allí, empujando junto a él la gran roca, logrando moverla hasta quedar un hueco lo suficientemente grande como para caber ambas criaturas.
- Deja…ya abrimos un hueco lo suficientemente grande – lo tomó de la mano y tiró hacia la salida, adelantándose ella primera para así poder guiar al vampiro hacia el exterior de la cueva. – Sígueme… yo te llevo - murmuró en una sonrisa esperando que el vampiro confiara en ella y se dejara guiar.
Por suerte el vampiro la dejó hacer y en unos segundos salieron de aquella oscura cueva. El olor a bosque, naturaleza, el ruido de los animales, el gotear del agua en un cercano riachuelo, toda la vida y ruidos del bosque parecían cantar para los oídos de Danna. Sonriendo al bosque, tomó aire fresco más relajada. Apretó una de las manos y al dar con algo extremadamente frio se acordó de Mikael, el cual dejó suavemente de la mano. Anteriormente había sido consciente de sus gestos ante su cercanía y no parecía agradarle mucho el contacto ajeno.
- Lo siento… no quise incomodarle - dijo respetuosa apartándose unos pasos y mirándole, cayendo en el cuerpo del vampiro, en su ropa destrozada y en una herida en uno de sus costados, de la que aún no había podido sanarse. Pensativa volvió la mirada al bosque – Ahora vengo no tardaré. Voy a buscar algo con que poder sanar su herida o ayudar en lo que pueda a que cicatrice - En sus adentros se sentía culpable de aquellas heridas, por lo que poco tardó en desaparecer por la espesura del bosque y aún menos tiempo tardó en volver con unas hojas mojadas por el rocío de la noche.
-Estas hojas son usadas en la sanación y cura de muchos males, y son perfectas para cicatrizar heridas – Se acercó hacia él tendiéndole una de las hojas para que la tocara y viera que realmente era lo que le estaba diciendo. - ¿Me permites? Por probar poco perdemos…
- Muchas gracias Mikael – dijo agradeciendo aquel gesto, tomándole de la mano, sirviéndose de apoyo para levantarse de aquel pedregoso y frio suelo. – Y por favor no me llame como alteza…solo es un titulo, no soy reina de nadie – Comentó en una sonrisa ya levantada al lado del vampiro – Puede llamarme Danna simplemente…
Frunció el ceño, finalmente sus sentidos volvían, y pese a ser no demasiado más potentes que los de un mortal, el olfato como la vista eran mejores. Aquello fue lo que le avisó de que las heridas del vampiro seguían tiernas, no le había bastado dormir aquellas horas para recuperarse de las mordidas de su bestia. -¿Está…? - se quedó callada ya que lo que iba a preguntarle era una gran tontería. Estaba bien, solo necesitaba recuperarse…pero como se recuperaba un vampiro de sus heridas?
Perdida en sus pensamientos, no fue consciente de la huida del vampiro hacia la entrada taponada, hasta que este le solicitó ayuda. Enseguida fue hacia allí, empujando junto a él la gran roca, logrando moverla hasta quedar un hueco lo suficientemente grande como para caber ambas criaturas.
- Deja…ya abrimos un hueco lo suficientemente grande – lo tomó de la mano y tiró hacia la salida, adelantándose ella primera para así poder guiar al vampiro hacia el exterior de la cueva. – Sígueme… yo te llevo - murmuró en una sonrisa esperando que el vampiro confiara en ella y se dejara guiar.
Por suerte el vampiro la dejó hacer y en unos segundos salieron de aquella oscura cueva. El olor a bosque, naturaleza, el ruido de los animales, el gotear del agua en un cercano riachuelo, toda la vida y ruidos del bosque parecían cantar para los oídos de Danna. Sonriendo al bosque, tomó aire fresco más relajada. Apretó una de las manos y al dar con algo extremadamente frio se acordó de Mikael, el cual dejó suavemente de la mano. Anteriormente había sido consciente de sus gestos ante su cercanía y no parecía agradarle mucho el contacto ajeno.
- Lo siento… no quise incomodarle - dijo respetuosa apartándose unos pasos y mirándole, cayendo en el cuerpo del vampiro, en su ropa destrozada y en una herida en uno de sus costados, de la que aún no había podido sanarse. Pensativa volvió la mirada al bosque – Ahora vengo no tardaré. Voy a buscar algo con que poder sanar su herida o ayudar en lo que pueda a que cicatrice - En sus adentros se sentía culpable de aquellas heridas, por lo que poco tardó en desaparecer por la espesura del bosque y aún menos tiempo tardó en volver con unas hojas mojadas por el rocío de la noche.
-Estas hojas son usadas en la sanación y cura de muchos males, y son perfectas para cicatrizar heridas – Se acercó hacia él tendiéndole una de las hojas para que la tocara y viera que realmente era lo que le estaba diciendo. - ¿Me permites? Por probar poco perdemos…
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: El dominio de la bestia [Mikael Boulanger]
―De acuerdo, Danna. Encontremos una manera de salir entonces ―menciona una vez que la joven estuvo de pie. Realmente aquella humedad del ambiente le parecía un tanto desconcertante e incómoda. Siendo sus ojos incapaces de ver, aún así podía darse cuenta de la oscuridad envolvente a su alrededor por obra, tal vez, de un sentido desconocido que le había sido otorgado al transformarse en la criatura inmortal que ahora era.
Una noche más en el interior de aquella caverna sin ser capaz de salir llevaría a provocar la sed que comenzaba a experimentar aquél ser de la noche, por lo que era necesario salir para saciarla antes de que perdiese el control. Ya desde hacía cuatro años, aún a pesar de su evidente condición como vampiro nuevo, había logrado mantener un control que no conseguían el resto de las criaturas de su condición, hecho que realmente agradecía.
―No entiendo cómo ha terminado por cerrarse la salida ―mencionó cuando éste continuaba quitando rocas para descubrir un hueco más grande usando sus sentidos intactos ―aunque seguramente habremos de lograr alejarnos de aquí pronto...
El vampiro continuó, ahora con ayuda de la joven en aquella oscura caverna mientras los ecos de cada uno de los sonidos que producían ambos se dejaban escuchar. No había pasado demasiado tiempo cuando el hueco que se abrió fue lo suficientemente grande como para permitir la salida de la joven y él mismo, quien fue ayudado por la dama. Una honda inhalación fue lo primero que se dejó escuchar por parte del ser oscuro cuando el roce del viento del exterior llegó hasta su cuerpo herido.
―¿Plantas medicinales? ―preguntó de inmediato cuando la joven ofrecía ayudarle con sus heridas ―desconozco, señorita, si un ser como yo puede sanar con ayuda de tales curaciones... ―mencionó. Si mal no recordaba y, de acuerdo a lo que había comprendido a lo largo de sus cuatro años de existencia como inmortal, su cuerpo carecía de vida ahora, por lo que lo único que conocía y que podía ayudarle a sanar era el alimentarse ―pero le agradezco, Danna... creo que podría intentarse... ―finalizó.
Una noche más en el interior de aquella caverna sin ser capaz de salir llevaría a provocar la sed que comenzaba a experimentar aquél ser de la noche, por lo que era necesario salir para saciarla antes de que perdiese el control. Ya desde hacía cuatro años, aún a pesar de su evidente condición como vampiro nuevo, había logrado mantener un control que no conseguían el resto de las criaturas de su condición, hecho que realmente agradecía.
―No entiendo cómo ha terminado por cerrarse la salida ―mencionó cuando éste continuaba quitando rocas para descubrir un hueco más grande usando sus sentidos intactos ―aunque seguramente habremos de lograr alejarnos de aquí pronto...
El vampiro continuó, ahora con ayuda de la joven en aquella oscura caverna mientras los ecos de cada uno de los sonidos que producían ambos se dejaban escuchar. No había pasado demasiado tiempo cuando el hueco que se abrió fue lo suficientemente grande como para permitir la salida de la joven y él mismo, quien fue ayudado por la dama. Una honda inhalación fue lo primero que se dejó escuchar por parte del ser oscuro cuando el roce del viento del exterior llegó hasta su cuerpo herido.
―¿Plantas medicinales? ―preguntó de inmediato cuando la joven ofrecía ayudarle con sus heridas ―desconozco, señorita, si un ser como yo puede sanar con ayuda de tales curaciones... ―mencionó. Si mal no recordaba y, de acuerdo a lo que había comprendido a lo largo de sus cuatro años de existencia como inmortal, su cuerpo carecía de vida ahora, por lo que lo único que conocía y que podía ayudarle a sanar era el alimentarse ―pero le agradezco, Danna... creo que podría intentarse... ―finalizó.
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