Dos copas de vino [Mikael Boulanger]

por **Benoit Desmarai** Mar Mayo 14, 2013 4:02 pm

Desperté, era mas tarde de lo que pensaba y en la taberna el griterío y escándalo de la juerga parecía haber disminuido hasta casi desaparecer. En mi boca aun se sentía el amargo regusto del alcohol barato y en mi bolsillo la escases de las monedas. Bufe con molestia mientras arqueaba la espalda, desperezándome tras aquel mal rato de bebida y uno pésimo de descanso. Eleve mis brazos y sentí como mi espalda se acomodaba nuevamente.

–¡Cantinero! –grité elevando la mirada y contemplando en derredor, notando que solo quedábamos una decena de comensales. Todos tan borrachos como una cuba se balanceaban en el precipicio de la inconsciencia. El dueño del establecimiento elevó la vista de la barra que limpiaba con esmero, sus ojos abotagados de sueño me miraron con molestia. –¿Desea la cuenta Monsieur? –Me pregunto deseando lanzarme fuera a la calle, el bastardo ya anhelaba la soledad para poder ir a la cama con su esposa. –¿La cuenta? No para nada… quiero otra jarra de tu mejor vino… si, esa miserable bebida que tienes el descaro como vender como destilado de oro. –El cantinero me miró por un segundo con expresión bovina, indeciso entre la furia o la incredulidad, se decidió por la segunda mientras llenaba torpemente otra jarra y me la llevaba tropezándose con sus pies pesados.

–Vaya que eres un hábil negociante. –Murmuré despectivo cuando la jarra estuve en mi mesa, el hombre se alejó con el ceño fruncido murmurando por lo bajo maldiciones, en algún punto había deseado golpearme, pero al ver las pistolas en mi cadera y la espada sobre la mesa se guardó bien en abrir la boca. Solo de nuevo en mi esquina me recosté contra el respaldo de la silla, mirando en derredor a mis compañeros de juerga. Nada en ellos parecía interesante, nada que valiese la pena. Lo mejor era apurar el vino e irme lo antes posible de aquella pocilga, recoger alguna puta barata en el burdel y descargar en ella todo mi aburrimiento.

Tome la copa de cristal barato y le llene hasta el borde, mirando con desdén en derredor pensando en lo divertido que sería el cegar las vidas de todos aquellos seres. Pensamientos tan oscuros como placenteros inundaron mi mente mientras llevaba la copa a mis labios, bebiendo un trago de aquel menjurje asqueroso. Maldije por lo bajo colocando la copa en la mesa, poniéndome de pie note una oscura sombra en el hemisferio derecho de mi campo visual. En la esquina contraria a la ocupada por mi podía notar un cuerpo agazapado en las sombras, algo en él me daba mala espina.

Sonriendo ceñí la espada a mi cuerpo, tomé la jarra y la copa en mis manos avanzando con paso decidido en dirección del desconocido. Al llegar al lado de su mesa baje la jarra con estrépito sobre la madera y me senté en un banco cercano. –Monsieur espero no le moleste la compañía. –Exclamé con tono complaciente mirándole con atención tratando de comprobar mis suposiciones.

por **Alam Lestrange** Mar Mayo 14, 2013 11:09 pm

Aquella era una noche común, en la que solía salir a recorrer las calles y los negocios abiertos de los alrededores. Debido al terrible cambio que había ocurrido sobre la vida de Mikael, sus costumbres habían cambiado bastante también teniendo que modificarlas de forma total. Amante de la lectura y las actividades diurnas, ahora debía resignarse a una vida completamente distinta, vida a la cual aún le costaba acostumbrarse.

―¿Caballero, desea tener compañía esta noche? ―se escuchó de repente.

Mikael había detenido su paso de pronto, la capa que llevaba sobre su traje de color negro se agitaba con el viento que soplaba aquella noche. Sosteniendo el bastón en una de sus manos, permanece inmóvil al escuchar la voz de aquella mujer que había aparecido de pronto en una esquina de la calle que recorría. Ante la cortés negativa del vampiro, ella simplemente realizó una reverencia y se alejó.

El sonido de las voces de aquellos hombres que trasnochaban en la taberna no se hicieron esperar, lo cual le había servido al vampiro para recorrer el camino que restaba sin ninguna dificultad. Pronto se encontró a la puerta del mismo y luego de una honda inspiración, entró y permaneció de pie en ese lugar, a la espera de una mesa vacía que pudiese ocupar.

―Permítame ayudarle señor ―mencionó una de las mujeres que atendían la cantina y, tomándole del brazo, le dirigió a la mesa libre que le indicara Mikael.

Una mesa totalmente desocupada y alejada del resto, lo más inadvertida que pasara la misma, sería mucho mejor para él. Luego de agradecer a aquella mujer, Mikael decidió pedir algo sin alcohol para comenzar aquella noche que auguraba ser bastante larga, mientras las conversaciones y el humo de las pipas de aquellos hombres dejaban un aroma bastante particular en el ambiente.

Tan distraído se encontraba imaginando la escena que sus ojos eran incapaces de ver, que no advertía la cercanía de un hombre al que no había visto jamás. Mikael había dado un nuevo trago a su vaso, cuyo contenido no había podido vaciar durante horas y el amanecer se hacía inminente. Sin embargo, aquello quedó fuera de la atención del vampiro cuando escuchó la voz que en ese momento le habló.

―Pierda cuidado caballero, sírvase a quedarse si así lo desea ―respondió Mikael a aquél desconocido que había sobresaltado su concentración.

por **Benoit Desmarai** Miér Mayo 15, 2013 12:29 pm

Sonreía ante sus palabras, al parecer no tenía que acceder a métodos extremistas desde el primer momento. Con un pesado movimiento me deje caer en la silla al frente del caballero, dejando el vino en la mesa y sirviendo mi copa con desgarbada tranquilidad. Mis ojos no se habían apartado ni un instante de aquel lacónico caballero que parecía resaltar enormemente en medio de aquella pocilga apestosa.

-Ha sido muy amable de su parte caballero el que me permita sentarme a compartir con usted esta adorable velada. -La copa estaba nuevamente a rebosar y el contenido de la jarra ya se hallaba a la mitad. Mis ojos le contemplaban con disimulo, pero el ser parecía no darse cuenta. -Lo peor que se puede hacer en las noches de vela es abandonarse solo al alcohol. Jamás me ha gustado el beber sin compañía. -Bufe elevando mi copa en un brindis que no encontró respuesta en el caballero, una sonrisa torcida en mi boca fue la respuesta a tan grosera forma de proceder.

En derredor del bar las cosas continuaban girando a su propio ritmo, lentamente sumergiéndose en el sopor de la noche. El silencio en la mesa era incomodo y mis dedos tamborileaban sobre la mesa apolillada. –Le diré una cosa caballero, si es que me lo permite. –Comencé sin esperar respuesta o animosidad por el desconocido. -No creo que usted pertenezca a este mundo.

Le contemple de arriba abajo, paseando mi mirada sobre sus finos ropajes, la limpieza de su adorno y sobre todo aquel porte tan ajeno a aquella habitación. Mis ojos pusieron especial atención en su piel, era tan pálida como la cera… pero aquello no era una prueba suficiente para comprobar mi teoría. Sería paciente aun quedaba mucho tiempo disponible para desentrañar el misterio, tome un nuevo trago de la copa esperando su respuesta.

por **Alam Lestrange** Miér Mayo 15, 2013 1:36 pm

Un fuerte sonido llegó a los oídos del vampiro cuando el recién llegado se dejaba caer sobre la silla vacía frente a la suya, al otro lado de la mesita de madera. Mikael prestaba especial atención a cada uno de los sonidos y logró escuchar el chorro de vino volcado sobre el vaso, el cual apenas era perceptible en combinación con los ruidos de conversaciones que llegaban a sí como lejanos murmullos.

―No dé las gracias señor ―respondió el hombre calmadamente ―su comentario es interesante, aunque debo confesar que la bebida no es costumbre mía, así que podría decir que para mí, es un aprendizaje completamente nuevo.

La expresión impasible continuaba impreso en el semblante de Mikael cuando éste levantó de la mesa su propio vaso, para acercarlo a sus labios y dejarlo en su sitio posteriormente, al tiempo que prestaba atención al hombre que le acompañaba esa noche. Si los vampiros lograban sentir la "esencia" en las personas que se encontraban cercanas a ellos, era una cualidad que no se encontraba ausente en Mikael.

Las cosas se desenvolvían con naturalidad aquella noche, mientras que el ser de la noche permanecía en silencio, al no tener un tema de conversación que creyera que pudiese ser de interés para quien le acompañaba. Mikael no solía distinguirse por ser un gran conversador y aquello estaba a la vista, pero aquello no fue un impedimento para comenzarla cuando el cazador decidió tomar la palabra.

―Creo señor, que esa es una interesante suposición ―un lento parpadeo precedió a la casi imperceptible sonrisa que dibujaron los labios de Mikael. Parecía haber sido descubierto, pero las cartas no se encontraban sobre la mesa todavía ―explíquese, por favor.

Finalizó el vampiro. Aquello suponía un riesgo grande, estaba consciente de aquello. Sin embargo, debido a la falta de mentor y la carencia de enseñanzas importantes que carecía a partir de ello, se veía obligado a actuar de acuerdo a lo que le dictaran sus instintos. Afortunadamente aquellos no le habían pagado mal y esa era la razón por la que, a pesar de su reciente ceguera, había sobrevivido durante cuatro años.

por **Benoit Desmarai** Jue Mayo 16, 2013 11:39 am

Un gesto suave en la faz del vampiro fue la única señal distintiva de que entendiese aquello que había dicho, no pude mas que fruncir suavemente el mentón notando la poca reacción ante aquellas palabras que pronunciase con total inocencia... al parecer aquel ser oscuro era mas cuidadoso de lo que esperaba, mas controlado que la mayor parte de los chupa sangres.

En mis largos años como cazador había tenido el "placer" de encontrarme con una enorme y diversa gama de aquellas alimañas. Las había tan embusteras y escurridizas como reptiles, otros con un carácter mucho más encendido y aires de presunción. esos eran los peores, los que iban por ahí profesando a los cuatro vientos su "condición" superior y creando caos en cada lugar donde sus plantas tenían la desgracia de caer. Al parecer este dudoso ser de oscuridad era de la primera clase, la mas peligrosa y divertida.

-Bien hace usted caballero en no beber vino ni ningún veneno destilado... sobre todo el de este lugar, es meramente asqueroso. -Comente ignorando por un segundo su interés en mis palabras, no deseaba aun dar una explicación. Mis dedos jugaban con la copa con descuido mirando con interés su copa, el contenido me es indescifrable en ella pero resulta claro no es mas que es algo para pasar el rato. -Aunque un fino caballero como vos debería disfrutar de un buen vino de Anjou, quizás Champagne o un suave Bordeaux. Lujos que simples mortales como nosotros no podemos costear. Estoy seguro que sus gustos son extremadamente exquisitos...

Remarcó especialmente aquella postrema palabra clavando mi mirada en la hermosa sierva que limpia las mesas a unos metros, el suave meneo de su trasero me parece hipnótico. Descarado le contempló por unos segundos para después girar mi atención al caballero a mi lado. -Pues si no es el vino y alcohol el que os trae a este sucio bacanal ¿qué puede ser? -Instigó bebiendo de la copa lanzando una mirada oblicua a la muchacha... -Repito, y discúlpeme si no comparte mi parecer, pero ahora estoy mas seguro que antes... usted no pertenece a este mundo. -Dejó las palabras flotando en el espacio, les saboreo como saboreo el agrio regusto del vino que eleva el calor en mi sangre.

por **Alam Lestrange** Jue Mayo 16, 2013 2:33 pm

Mikael dejó el vaso de cristal sobre la superficie de la mesa, aquél que aún permanecía completamente lleno del líquido que había pedido. Posteriormente inhaló profundo, de forma tan sutil que no sería advertido por nadie, mientras que abandonaba sus sentidos a las sensaciones que recibía de su alrededor. Bien notorio era el hecho de que el vampiro, evidentemente, no encajaba con la imagen de semejante lugar.

―Agradezco su consejo, no comprendo entonces el afán por consumir tal líquido usted ―dijo casi inexpresivo a excepción de una sonrisa sutil.

El vampiro notó cómo aquél hombre evadía el momento de las explicaciones, sin embargo no le importó demasiado. Era la primera vez que alguien se acercaba a él soltando sus teorías de forma tan directa, tan tajante... que a Mikael le pareció verdaderamente interesante. Su sentido de alerta se había puesto en marcha con más énfasis que nunca, a pesar de que la sensación adrenalínica le resultaba extrañamente agradable.

―"Simples mortales..." ―repitió mentalmente aquella frase mientras permanecía frente al caballero, impasible.

El desconocido había callado un momento, Mikael ignoraba que el motivo fuese su distracción hacia la dama que precisamente le había dirigido a él mismo hacia la mesa donde se encontraba. Ante tal situación que el vampiro consideraba sin importancia mayor, toma el bastón que mantuviese sostenido entre sus rodillas con una mano, mientras que la otra descansaba envolviendo el vaso sobre la mesa todavía.

―Usted ha despertado mi curiosidad caballero. Y para mí, es necesaria una explicación sobre el motivo de sus deducciones ya que, como le menciono antes, no comprendo a qué se refiere ―volvió a insistir en el momento que un fuerte aroma a alcohol invade sus fosas nasales ―si no tiene inconveniente, por supuesto.

No tuvo el descuido de llevar el vaso a sus labios para beber falsamente ya que el hombre seguramente lo notaría, y eso le traerían mayores dificultades al ser de la noche. Fue por ese motivo que permaneció inmóvil luego de que soltara el bastón y dejase ambos brazos descansar sobre a superficie de la mesita de madera; estuvo ahí sin decir nada más, mientras que sus ojos claros permanecían en la oscuridad que se le había impuesto eternamente.

por **Benoit Desmarai** Vie Mayo 17, 2013 11:09 am

La atención de aquel curioso hombre me pertenencia. Aun cuando pareciera no dar importancia a mis palabras y acciones, había algo en sus movimientos que expresaba un interés mucho mas marcado de lo que realmente deseaba mostrar. Por un segundo había cambiado a tomar su bastón, para después dejarlo ir nuevamente... ¿era acaso que se preocupaba por una acción violenta? Era interesante el contemplar la forma en que aquello se desenvolvía.

-No no no... para nada me es un inconveniente caballero. La verdad jamás lo es. -Dije con tono encendido mientras mi copa se elevaba, el cristal rayado atrapó el resplandor de las candelas que iluminaban el lugar proyectando sobre la mesa una curiosa maraña de luminiscencia. -Sin embargo monsieur, hay un momento para todo y creo, si me permite decirlo, aun no considero que haya llegado el momento para decirlo todo. -Sonreía cuando hube terminado, baje la copa y la vacié en mi boca con un rápido trago. El sabor quemante y agrio del vino bajo violentamente por mi garganta.

Mas allá de donde nos encontrábamos se escuchó un pesado ruido, me gire solo para ver como uno de nuestros "finos" compañeros de juerga se había desplomado en el suelo. Aquel acto de destreza había logrado llevarse consigo la mesa, su jarra de cobre y una copa tan arañada como la mía. Aparatosamente trataba de ponerse de pie, solo logrando el enredarse en aquellas cosas nuevamente y caer en medio de carcajadas y maldiciones. Menee la cabeza señalandole con mi copa con un gesto de desdén y repugnancia.

-¿No le parece molesto? Seguro que para alguien como usted debe serlo... Mírelo simplemente: torpe, sucio y grosero, cada una de sus acciones es una ofensa para el buen vivir. -Mis palabras se teñían de un despreció marcado, cada palabra era cortante y helada como una cuchilla. -Le seré sincero, a veces me pregunto como es posible que la existencia de algunos seres sea permitida. ¿No sería mucho mas tranquila nuestro existir si fuesen erradicados? El orden se mantendría con mas sencillez, las calles serían mas seguras y limpias... ¿cree en las utopías?

Le miraba con atención mientras interponía la copa manchada de vino entre nosotros. Unas cuantas gotas de aquel carmesí liquido aun manchaban el cristal, sangrientas y brillantes simulaban lagrimas en la faz de mi alegre interlocutor.

por **Alam Lestrange** Sáb Mayo 18, 2013 8:42 am

El extraño proceder de aquél hombre era verdaderamente interesante, sobre todo cuando Mikael creía notar en el mismo el deseo de indagar un poco más sobre el vampiro. Cada vez más estaba más consciente de que debía tener bastante cautela, ya que de lo contrario las consecuencias serían devastadoras para él. Mikael, como vampiro prácticamente reciente, aún tenía mucho que aprender.

―Como usted desee ―contestó sin emoción de inmediato a las palabras de Benoit, teniendo la certeza de haber sido descubierto ya.

El vampiro soltó el vaso que sostenía minutos atrás y dio una larga inhalación tan sutil que había pasado desapercibida. Posteriormente se dibujó una casi imperceptible sonrisa en los labios del mismo una vez más. Mikael sentía la mirada clavarse en su persona, sin embargo no le dio mayor importancia, quedándose distraído con los sonidos del lugar en el que se encontraban.

―Es un lugar muy particular y sí, muy distinto a los que suelo asistir ―mencionó ―"o solía"... ―pensó casi de inmediato ―sin embargo, ha sido una visita de lo más interesante.

No dijo nada más. Escuchaba las risas y las maldiciones de las personas al ocurrir el desafortunado evento del hombre que caía, mientras que el vampiro se limitaba a permanecer inmóvil, con la certeza de que su ceguera no había sido advertida todavía. Ponía atención a todas y cada una de las palabras de su acompañante mientras éste hablaba sobre la no grata existencia de algunos seres en ese mundo.

―La tranquilidad no puede ser tal sin la existencia del caos... ―dijo simplemente.

Mientras se mantenía impasible por fuera, aún a pesar de que aquella conversación comenzaba a inquietarle un poco, el vampiro notaba que aquél hombre llevaba la conversación a otro nivel. Mikael simplemente permaneció escuchando mientras volvía a tener la sensación de encontrarse observado más de lo que solía estar acostumbrado con anterioridad.

―Insiste en el tema. Me gustaría saber el motivo, si fuese tan amable ―pidió el vampiro una vez más, esperando una respuesta satisfactoria por parte de aquél desconocido.

por **Benoit Desmarai** Sáb Mayo 18, 2013 2:15 pm

-Nimiedades caballero, cosas que ambos sabemos... sospechas innecesarias pues no hay cabida para ellas cuando la verdad se muestra tan cruda y real. -Comente con suma tranquilidad jugando con la copa entre mis dedos, girándole para hacer caer las gotas vagabundas hasta la madera rayada y apolillada de la burda mesa ocupada por ambos. -Los motivos y razones son claros, desnudos ante nuestros ojos. El buscarles o indagar demasiado en ello es superfluo, una necedad que no cuadra con alguien de vuestro talante.

Me recargue contra el respaldo de la silla, cerrando los ojos al tiempo que elevaba mi faz hacia el techo. El difuso sonido del caos poco a poco era mermado por una tranquilidad ensoñada, aquel borracho había terminado dormido en el suelo y el resto de los comensales, respetuosos y complacientes, tornaron su atención a los vasos a medio llenar. Solo era perceptible el sonido suave y continuo del cristal al chocar contra la madera.

-Y la tranquilidad vuelve, tras el caos... -mi voz hace eco a aquella frase que momentos antes pronunciara mi compañero. Sonrió al pensar en aquello, en la perfecta sincronía que ha sido despertada en los eventos y pensamientos. -Sin embargo, una duda embarga mi cabeza... una idea mas bien. ¿Pueden existir a un tiempo ambas entidades? ¿Es beneficioso para la sociedad el someterse a tan abrupta y corrosiva relación? -Me incorporó y recargo mis codos en la mesa, cruzando bajo mi mentón las manos y recargando así mi rostro que contempla con atención al hombre.

-Si lo vemos desde mi personal y errático punto de vista, la continua lucha de poderes desgasta no solo las fuerzas, si no también la moral de los agentes involucrados en la confrontación. -Cerré los ojos manteniendo en mi faz aquel gesto tranquilo y lejano. -Los agentes del caos son necesarios para el conflicto, pero eventualmente deben ser relegados. Soy de la idea que para alcanzar un estado de perfección es necesario primero un periodo de oscuridad. No hay día sin noche, pero no por ello ambos estratos deben ser eternos. -Abrí los ojos contemplando a aquel ser tan perfecto y ajeno a la realidad, un perfecto agente del caos.

-Cuando veo este mundo, la oscuridad que ha rodeado cada acto humano... me da la impresión de que la gran Confrontación ha llegado, es necesario el decir adios a los viejos demonios. -Suspiré paseando la mirada en el lugar fijándole finalmente en aquellos ojos traslucidos y vacíos. -¿Usted que cree caballero? ¿Deberíamos continuar una confrontación por la posteridad o meramente dar paso a una etapa de paz y tranquilidad mas estable aunque no eterna?

por **Alam Lestrange** Sáb Mayo 18, 2013 3:51 pm

Un teatro de marionetas en el que él deseaba manejar los hilos, perfecto. El vampiro había advertido aquello en las palabras del desconocido a medida que su brazo se extendía para tomar el vaso con la bebida que había sobrevivido durante tantas horas. Atento a los sonidos de su alrededor, su rostro carente de expresión apenas dibuja una leve sonrisa al escuchar al cazador.

―Interesante argumento ―respondió de inmediato ―cargado de cierta insistencia para ser un tema de poco, o nulo interés para usted.

Mencionó el vampiro finalmente. Aquello, ciertamente, se trataba de un estira y afloja a su forma de ver la situación y, curiosamente, era bastante atrayente para él. A partir de su conversión, Mikael no había conversado de esa manera con nadie jamás. Realmente era interesante darse cuenta la forma en que reaccionaban sus instintos al sentirse en peligro inminente.

―Ciertamente, caballero ―mencionó Mikael reanudando la conversación ―es necesario un equilibrio en la existencia ―calló de repente, reflexionando.

El humo del tabaco se dispersaba a su alrededor, las risas, gritos y demás sonidos ahora disminuían hasta casi desaparecer de la capacidad auditiva del vampiro quien, con una inhalación casi imperceptible, lleva una mano a su frente. Su mano suelta el vaso que aprisionara mientras un leve parpadeo se pudo advertir en sus ojos claros.

El hombre permanecía sereno aún, hurgando en su mente en busca de aquellas palabras que mejor describiesen lo que deseaba expresar. Mikael, ciertamente, era una persona de muy pocas palabras y aquella conversación suponía un verdadero reto. Un reto que podía jugarle en su contra si se inclinaba por tomarlo. El silencio, en una gran mayoría de ocasiones, era la mejor de las armas.

―La balanza se inclinará hacia uno de los lados, algún día ―mencionó ―y será sumamente productivo involucrarse en tal proceso. Sea más poderoso el lado que sea ―finalizó sin emoción.

por **Benoit Desmarai** Dom Mayo 19, 2013 12:39 pm

Sonreí al escuchar su afirmación, permití un instante de silencio y tranquilidad en aquella guerra tan curiosa que se llevaba a cabo sin armas ni sangre derramada. Debía admitir que mis gustos eran un tanto distintos, la violencia y crueldad solían ser mis primeras opciones pero con aquel lacónico caballero parecía ser necesario un acercamiento diferente.

-Claro, la balanza se encuentra en constante cambio. Es una realidad innegable y que de una forma u otra nos permite a seres como usted o yo el disfrutar del espectáculo de la confrontación. -Cerré los ojos con cuidado y complacencia, disfrutando de la repentina tranquilidad de aquel lugar. -Aunque consideró que nuestros papeles han sido ya determinados. ¿No lo cree?

Con abrupto y sigiloso movimiento me separé un tanto de la mesa, irguiéndome en la silla tomando la espada que colocase en la mesa, un breve y casi imperceptible sonido fue emitido por el acero cuando mi mano tiro del mango sacandole de la vaina. La hoja de aquel instrumento presentaba algunas marcas ya, había sido un regalo de mi padre y este la había recibido del suyo. Una reliquia familiar que había culminado con la existencia de una centena de seres de la noche, quizás aquel día tendría el honor de mancharse de una nueva victima.

-Nuestro papel en esta gran representación ha sido ya determinado, algunos habrán de tomar el camino del caos. Agentes de pálida tes y oscuros secretos, individuos que no pueden ser llamados humanos que con gracia y elegancia, en su mayor parte, traerán la muerte y destrucción. -Mis dedos jugueteaban con el acero, atrapando en su hoja pulida el resplandor tímido de las lumbreras que adornaban el lugar con su sucia luz. No había en aquel mal intencionado juego amenaza explicita, solo una satisfacción personal por tomar el arma entre mis manos, comenzaba a sentirme incomodo por no haber llegado ya a esa parte del encuentro.

-Por otro lado... -continué recuperando el hilo de mis pensamientos que por un segundo se perdió al entretenerme en mi sencillo jugueteo- ...estarán aquellos que enarbolaran la bandera la justicia. Almas puras y un tanto hipócritas que defenderán el bastión de la rectitud. Sin embargo en ellos habrá oscuridad también, una curiosa ambivalencia que les permitirá justificar la destrucción por medio de la sangre. Dos facciones atonas y sin embargo tan similares a la vez. -Lance una suave carcajada sin humor, un sonido metálico que ahogo una exclamación de indignación por parte de un borracho que encontraba su copa vaciá.

Llene con desgarbo la copa con la zurda mientras la diestra recargaba la espada en el suelo, hundiendo un poco la punta del arma en la madera veteada. -¿Qué papel desearía tomar usted caballero? ¿Qué agente sería en tan interesante y productiva confrontación? -La luz de las velas danzaba en mis ojos helados y curiosos mientras miraba aquella copa sin vaciar, aque liquido de procedencia desconocida que solo era una pantalla inútil y vaciá.

por **Alam Lestrange** Dom Mayo 19, 2013 3:55 pm

La conversación se tornaba de lo más interesante, o al menos a percepción del vampiro quien no había tenido una parecida hacía bastante tiempo. Descansando sus brazos sobre la superficie de la mesa de madera, Mikael se limitaba a escuchar al cazador quien, a fuerza de palabras, le hacía ver al ser de la noche que estaba enterado de su condición no humana. Aquello era más que evidente...

―¿Seres como usted o como yo caballero? ―repitió Mikael ―seguro está de la veracidad de su postura ¿No es así?.

Lo que sucedió a continuación causó un tanto de extrañeza en el ser de la noche, un sonido de una silla al arrastrarse, el sonido suave de un objeto afilado al salir de su estuche. Manteniendo aún su semblante inexpresivo, el vampiro prestó total atención a dicho sonido que, en combinación con las palabras del cazador, le daban pauta para pensar que se encontraba en peligro.

―Sería interesante saber su inclinación también ―mencionó el vampiro al desconocido ―o tal vez señor... prefiere no dar mucha explicación todavía...

Y sonrió levemente, como era su costumbre. Posteriormente llevó una mano a su bastón y lo rozó con las yemas de sus dedos apenas, mientras su rostro se mantenía sin cambio alguno todavía. Aquello sugería peligro inminente para Mikael, quien se preguntó si su sentido común le serían de utilidad en esta ocasión. Aquella pregunta rondaba por su mente alertando sus sentidos aún más.

―Asumir el rol impuesto, hacer lo posible por sacar el mejor resultado con ayuda de aquellas características que se tienen. Aquellas "ventajas" ―dijo seriamente Mikael ―ese, caballero, es mi estrategia de acuerdo a la jugada que se me dio.

El vampiro no dijo más, simplemente inhaló de forma tan sutil que no podría ser notado por nadie, se hizo hacia atrás para apoyarse en el respaldo de la silla y sostuvo su bastón con mesura. Algunos clientes, hasta ese momento, comenzaban a salir a tropezones del lugar mientras que las risas de quienes se quedaban penetraban en los oídos del ser de la noche.

―Espero sea tiempo, caballero, de hablar con claridad del asunto.

por **Benoit Desmarai** Dom Mayo 19, 2013 10:55 pm

Mire en derredor, ya se podían contar con los dedos de la mano el numero de comensales de aquel lugar. Almas perdidas que embotados en el alcohol ponían nula atención aquel debate de poderes. Inspire con tranquilidad la mescolanza de olores que imperaban en el lugar mientras llevaba la copa a mis labios, disfrutando cada segundo que atrasaba mi respuesta.

-Oh claro, seres como vos tendrán en la confrontación ventajas que un simple ente de mi calidad desconoce y no sueña con alcanzar. -El tono de mi voz cortaba el silencio como una cuchilla, mis dedos aferraban con firmeza el pomo de la espada. -De eso no me cabe duda y a usted tampoco monsieur.

Con un suave sonido recargue el contenedor a medio vaciar sobre la mesa, dejando que la reverberación del golpe retumbase en el lugar, apenas perceptible sobre el grito y canto de un borracho a nuestra derecha. No podía negar que disfrutaba aquel juego tan exquisito, seguro estaba que mi contra parte de alguna forma lo hacía también. De haber sido un caso contrario quizás el caballero hubiese ya delatado su condición sin que yo pronunciase acusación alguna.

-El tiempo es relativo caballero. Hay entre los hombres aquellos que insensatos dejan que entre sus manos se escapen los minutos como si se tratase de arena, sin esperar ni desear nada del curso del reloj. Otros, sin embargo, simplemente viven de tal forma acelerada que desean aprovechar cada instante como si del ultimo se tratase. -Ladee la cabeza degustando aquellas ideas que inundaban mi pensamiento, formulando con cuidado aquello que deseaba transmitir. -Yo, personalmente, no me considero ni uno ni lo otro. No desespero ante la llegada de un momento especifico ni me olvido de su existencia. Soy de la idea de que todo ha de llegar en el momento idóneo.

Con un suave movimiento y acompañado del sonido de la silla al recorrer varios centímetros sobre la tarima del suelo, me puse de pie. La espada produjo un chirrido constante acompañando el acompasado ritmo de mi andar al rodear la mesa y colocarme a un par de pasos de mi interlocutor. Solo la camarera alzo la mirada mientras estos sucesos tenían lugar, su rostro blanco como la luna formaba una suposición aterrada mientras se ponía de pie dejando caer el pedazo de tela con que limpiaba una mesa a pocos metros de mi.

-Su desesperación por hablar del asunto es adorable, realmente admirable sobre todo teniendo en cuenta que es tan consciente como yo de la realidad. -Mis ojos se clavaron en el vaso aun repleto de mi acompañante. -Seamos sinceros por un segundo mi señor, no es el qué lo que nos compete en este instante, si no el cómo... ¿o me equivoco?- La espada se afianzó en mi mano mientras esperaba su respuesta, exaltado por el deseo de saber cual sería el rumbo a tomar en tan curiosa disertación nocturna..

por **Alam Lestrange** Lun Mayo 20, 2013 5:10 pm

Mikael escuchó atentamente cada una de las palabras del desconocido, quien parecía esperar el momento oportuno para actuar y aquello el vampiro lo sabía perfectamente bien. Los sonidos del interior de la taberna meguaban cada vez más; aquellas voces, anteriormente alegres, ahora eran murmullos apenas perceptibles para cualquier oído humano mas no así para el vampiro, quien escuchaba todo casi la perfección.

―Es asombrosa su insistencia ante mi supuesta condición, caballero ―mencionó nuevamente Mikael.

Aquella conversación se comenzaba a tornar un tanto incómoda, tanto incómoda como peligrosa. El vampiro no se había encontrado en una situación como aquella jamás, por lo que había de ser bastante hábil para jugar las pocas cartas que tenía a su favor antes de hacerle ver al desconocido que sus palabras estaban en lo cierto. Ante aquello, Mikael simplemente sonrió de una forma apenas perceptible.

―Efectivamente señor, las diferencias existen ―respondió con tranquilidad ―y las hay algunas tan marcadas que simplemente es bastante difícil aceptar que exista en el mundo un lugar para albergar a quien las posee ―hizo una pausa y luego continuó ―así como existe también quien, ante tal confusión, decide “arreglar tales errores de la naturaleza” ―mencionó casi sin emoción ―¿No es así, señor?

El sonido de las voces dentro del lugar comenzaba a menguar, Aquél hombre bebía tranquilamente de su vaso mientras el vampiro lograba escuchar hasta el más mínimo sonido emitido por el mismo. Sosteniendo su bastón por debajo de la mesa aún, Mikael logró advertir el momento en el cual aquél desconocido, luego de afianzar el mango de su espada, se ponía de pie.

―Estoy totalmente consciente, por supuesto… ―afirmó Mikael en respuesta a lo dicho por el cazador.

Aquél hombre se encontraba a un par de pasos del ser de la noche quien, en ese momento, dejó el vaso que tuviese sostenido en una de sus manos, sostuvo su bastón con firmeza y separó con cuidado su silla. Segundos después, Mikael se encontraba de pie frente al desconocido con su bastón apoyado en el suelo, al momento que levantaba su mentón sutilmente con altivez.

―El momento idóneo se ha llegado ya, según su criterio, por lo que logro advertir ―murmuró Mikael al escuchar el gesto de sorpresa de la camarera que había tenido a mal por presenciar ―dígame qué desea ―pidió, esperando la clara respuesta del cazador a pesar de conocerla a la perfección.

Era una imagen extraña, un par de hombres de pie al lado de la mesa, uno de ellos llevando en mano una espada desenfundada, cuyo resplandor a causa de la luz tenue era imposible de advertir por los ojos del otro: un vampiro que sostenía un bastón cuyo extremo se apoyaba contra el suelo del lugar, mientras era consciente del silencio que dominaba a su alrededor de repente.

―Caballero, ¿Cuál es su plan? ―comenzó Mikael, cuyo semblante inexpresivo continuaba inalterable ―porque supongo que lo tiene... ―finalizó asumiendo el riesgo que tendría el atreverse a provocarle.

por **Benoit Desmarai** Mar Mayo 21, 2013 10:59 am

Le deje hacer, moverse y amenazarme con aquella postura tan firme y en apariencia tan inocente. Le tenía frente a frente y podía contemplar la tersura de su piel, aquella perfección inhumana que solo podía ser parte de un ente maldito. Sonreí ante cada una de sus palabras, ante aquellas frases delicadas y bien ensayadas que parecían ser parte de una representación que la antesala de la muerte.

-He de admitir, y no sin cierta vergüenza, que no tengo plan alguno... al menos ya no es aquel que enarbolara en el momento que entre en este derruido lugar. -Suspiré avanzando un paso más cerca de él. Mi aliento cargado de alcohol acariciaba su piel sin calor. -¿Qué puedo decir? El hombre pone y Dios dispone.

Tranquilamente elevé la espada demarcando con su hoja acerada un semicírculo que termino en mi hombro, el acero descansaba con desgarbo en aquella posición descuidad al tiempo que mi mano presionaba su empuñadura atento a cualquier cambio o reacción por parte del peligroso interlocutor.

-¿Puedo confiarle algo? pues admito que tras tan alegre tertulia le siento tan cercano como un amigo. -hice una reverencia teatral que no encontraría eco en aquel ente frió y lejano- Puedo confiarle, repito, que esta hermosa noche solo deseaba llenarme el estomago y la cabeza de alcohol, quizás tomar a aquella puta... -con un gesto señale a la cantinera- ...disfrutarla en algún rincón de un callejón y degollarle una vez que su cuerpo no me placiera más... Pero ya ve, Dios o el Demonio me dieron el placer de encontrarle a usted en cambio.

Una sonrisa salvaje y cruel delineaba mis labios contraponiéndose de forma desconcertante con tan descarada confesión. Pude escuchar como la mujer emitía un gemido ahogado en el momento que elevaba su mano trémula a su garganta, no había perdido ni una palabra emitida por mi y se encontraba al borde del desmayo al pensar lo cerca que había pasado el ángel de la muerte a su lado sin que le oyese batir sus oscuras alas.

-Admito, caballero, que la improvisación no es mi fuerte pero haré lo mejor que este en mis manos para hacerle encantador el baile. -Retrocedí un paso haciendo una reverencia teatral y cómica a la par. Tras ello me erguí dominando con mi mirada aquel lugar donde el silencio se acaba de hacer. Todos los ojos estaban clavados en nosotros, sus gestos supeditados a nuestros movimientos mientras el sonido de mis pasos al rodear al vampiro era el que marcaba el ritmo de sus corazones.

por **Alam Lestrange** Mar Mayo 21, 2013 3:55 pm

De haber sido posible, el corazón de aquél ser oscuro habría latido con tanta fuerza que causaría dolor en su pecho. Sin embargo se encontraba ahí, inerte, a la espera de aquello que le hubiese deparado el destino en esta ocasión. Realmente el no haberse encontrado en semejante situación a lo largo de sus cuatro años existiendo en aquella condición, era algo verdaderamente sorprendente.

―Le comprendo, por supuesto ―respondió Mikael a las palabras del desconocido. Lamentablemente, Mikael no lograba sentir aquella sensación amigable que mencionara el cazador ―no contaba con mi presencia, debo suponer.

Los sonidos normales del lugar habían disminuido mucho más todavía, las voces habían dado lugar a simples risas en voz baja. Los vasos de cristal al ser depositados con firmeza sobre la superficie de las mesas de madera en la que, totalmente absortos en su disfrute, se encontraban aquellos hombres dedicados a la bebida teniendo cerca a la mesera dispuesta a servirles.

―Interesante confesión, caballero ―respondió Mikael nuevamente luego de escuchar el gemido de sorpresa de aquella mujer aterrada, a quien casi podía escuchar el latido de su corazón al compás de su respiración agitada ―debo aceptar que me alegro por su suerte ―continuó con franqueza refiriéndose al destino de la mesera.

Mikael pensaba en aquél intercambio posiblemente justo, mientras que el cazador se acercaba tanto a él que, además de inhalar aquél aroma a alcohol que para él fuese verdaderamente desagradable, lograba escuchar el ritmo de su respiración a la perfección. El sonido de su espada afilada al ser enarbolada cerca del vampiro, se acrecentaba con el repentino silencio del lugar.

―Bien... ―Mikael no lograba descifrar los movimientos del desconocido acompañante con exactitud, simplemente aquellos en los que presentía su cercanía o alejamiento con regularidad. Él había sido incapaz de observar aquella reverencia que realizase con la intención, ante la creencia del vampiro, de hacer un poco de burla a la situación ―dígame qué desea ―finalizó mientras sostenía el bastón con firmeza y su sentido de alerta encontrándose al límite.

por **Benoit Desmarai** Mar Mayo 21, 2013 9:21 pm

Era innegable aquella tensión que inundaba el lugar, era como si todos tratasen de contener su aliento, el evitar provocar cualquier sonido que desencadenara la destrucción. Un acto de violencia impensable que parecía incapaz de alargarse por mas tiempo. Sin embargo, en lo que a mi respectaba, el plato fuerte aun debía esperar un poco más.

Con suavidad me aleje del vampiro sin perder un segundo de atención en él, retrocediendo hacia donde la camarera aun permanecía embobada por las palabras articuladas con descuido por mi. Al verme acercar trató de alejarse, tropezando con la mesa y enredando sus pies uno con otro lo que provocó que se volcara boca abajo sobre el suelo a mis pies. Con un suave movimiento deja caer la punta de la espada a un lado de su cuello, la mujer profirió un grito ahogado.

-¿Lo que deseo caballero? -Comenté mientras me inclinaba tomando a la mujer por el brazo obligandole a ponerse de pie, un gesto de mi rostro le hizo callar pues comenzaba a gimotear como un cerdo.- Un hombre como yo aspira a tan poco... debo admitir que mis gustos son sencillos y la idea de enumerarlos me apena, pues puede hacer que un gran señor como usted me considere un simple.

El cantinero había reaccionado lentamente a mis acciones y cuando hube acabado aquellas palabras se acercaba desde la retaguardia a mi enarbolando una botella vaciá por el cuello, me gire apenas mientras mi mano libre sacaba de la pistolera un revolver de cañón largo. -Si sabes lo que te conviene mi amigo, te largarás de aquí y me dejaras arreglar este asunto a mi modo. -El hombre, que había demostrado ser un cobarde patentó aquel titulo dejando caer al suelo la botella y seguido torpemente por el resto de los comensales, la taberna se quedo vacía por completo en unos cuantos segundos.

-Bueno, parece que el baile es solo nuestro. -Comente guardando la pistola en su lugar y tomando la espada la desclave del suelo mientras tiraba del cuerpo de aquella mujer, afianzando mi agarre le rodee el cuello con el brazo izquierdo y le acerque a un par de metros del vampiro. -Retomemos entonces su ultima pregunta. ¿Cuál había sido? -La espada enarbolada por mi diestra acariciaba con su afilado tacto el escote de la mujer, sonreía con suavidad mirando al tranquilo caballero. -Ya lo recuerdo... ¿lo que deseo? Vayamos por partes entonces, en este momento deseo un poco de sangre.

Apenas pronuncie aquella ultima palabra presione la cuchilla contra la piel de la mujer, un grito agudo y desesperado acompañó el derramamiento del cálido y acre liquido. En un instante el lugar quedo impregnado de aquel aroma mientras obligaba al fiambre en mis brazos a avanzar un paso más.

por **Alam Lestrange** Mar Mayo 21, 2013 10:26 pm

El vampiro quedó inmóvil frente al cazador esperando respuesta del mismo. No se había encontrado ante un ambiente tan asfixiante con anterioridad y de pronto le invade un poco de duda. La habilidad de aquél desconocido era evidente, pero aquello no debía inculcar temor a Mikael o de lo contrario le sería bastante difícil mantener aquella serenidad necesaria para pensar claramente.

―Tranquilo caballero, no es mi costumbre juzgar ―respondió el ser de la noche a aquél desconocido ―puede estar completamente tranquilo, a menos claro... que le avergüence a usted ―finalizó con una sonrisa sutil.

Se podía respirar el aroma del terror en el interior del lugar y aquél vampiro, aún siéndole negada la capacidad de la visión, podía imaginar aquellos rostros llenos de turbación plasmados en los presentes dentro de la taberna. Una sensación bastante desconcertante para gusto del vampiro, debido a la inexperiencia que el mismo poseía, inexperiencia que no le impediría continuar salir de todo aquello.

Aquellos pensamientos y sensaciones que invadían el ser del vampiro fueron interrumpidos de pronto. Un sonido de un cuerpo desplomándose seguido del de la espada del hombre cuya punta penetraba en la madera del suelo dejó oír un repentino grito femenino. Posteriormente algunos sonidos de pasos provenientes de detrás de la barra desataron la consecuente amenaza del cazador.

―¿Pero qué... ―murmuró Mikael entre dientes al notar que el suceso anterior fue suficiente para que se escuchara una rápida carrera que culminó con la taberna totalmente vacía ―creo caballero, que no era necesario llegar a este extremo ―mencionó Mikael, ahora que habían sido ya centro de atención de varios pares de ojos.

Fue en ese momento que se percataba de la presencia de alguien más. El aroma de la mujer aterrorizada aumentaba su intensidad y el ser de la noche permaneció inmóvil, sosteniendo aquél bastón que hasta ese momento no hubiese abandonado ni un segundo. Mikael no era capaz de observar lo que ocurría, más podía imaginar aquello guiándose por el sonido.

―Déjela... ―dijo el vampiro al momento que escuchaba las palabras del cazador quien, en un arrebato emocional desconocido para Mikael, provocaba una herida en la piel de la mujer, dejando escapar el aroma de aquél líquido rojo que provocaba los sentidos del ser de la noche. En ese momento comprendió, o creyó comprender ―es una interesante provocación... ―mencionó, luego repitió -déjela ir.

Lejos de sentir el deseo de acercarse a probar aquello que para el resto de los seres de su condición fuese un manjar irresistible, Mikael sentía un malestar bastante marcado ante el simple aroma de la sangre. Curiosamente, el líquido le provocaba tal repulsión al borde de las náuseas, que el vampiro simplemente exhaló sin expresar emoción alguna. Necesitaba moverse rápido.

―Libérela, caballero ―soltó el vampiro dando un paso hacia el cazador ―arreglaremos esto usted y yo, nada más ―finalizó. Sus sentidos alerta, tomando el bastón entre sus manos con firmeza. Sabía la peligrosidad de aquello, pero el momento del afrontamiento se había llegado ya.

por **Benoit Desmarai** Miér Mayo 22, 2013 10:47 am

-¿Dejarla ir? ¿Por qué debería de hacerlo? -Comenté con fingida sorpresa mientras observaba en el filo de la cuchilla la marca deleble de la sangre caliente y vivaz. -La dama y yo nos estamos divirtiendo, no hay motivo para detener el baile cuando ha dado inicio apenas. -La mujer estaba sumergida en el estopor, contemplando la marca roja que lloraba sobre sus pechos. Gimoteaba ahogadamente y aquel sonido me encantaba, debía decir que era difícil controlar mi excitación con semejante provocación. Meneé la cabeza, debía mantenerme enfocado en e trabajo.

Notaba que mis acciones no resultaban tal cual esperaba, era como si la sangre en lugar de animar al vampiro le provocaba alguna clase de animadversión. -Me parece interesante, quizás un poco decepcionante su reacción ante mi regalo para usted. -Comenté mientras soltaba a un tiempo el agarre del cuello de la dama y le empujaba sosteniéndole del brazo derecho con mi zurda como lo haría una pareja de bailarines. El cuerpo de la desconcertada mujer se proyectó en dirección del pálido caballero como si fuese un guiñapo, trastabillando cuando golpeo contra aquel cuerpo tan frío y duro como el mármol.

Aquel breve contacto duró apenas un par de segundos pues afianzandole por el brazo le tire de vuelta a mi, aferrándole por la cintura y comenzando a guiarla en una danza extraña y bizarra. Se resistía a mis movimientos con debilidad, pálida ya lloraba comenzando a salir de las muchas y desagradables sorpresas de las que era presa. Con un temerario y cruel movimiento le obligue a realizar un giro dejandole de espaldas contra mí, regresando a la posición primera en que le tenía atrapada. Con aquel baile nos habíamos colocado a espaldas del vampiro.

-¿Es que acaso esta puta no es de su agrado caballero? Aceptó que no tiene una apariencia espectacular, sus pechos no son tan hermosos como las cortesanas caras en el burdel... pero su sangre, ese delicioso elixir que embriaga los sentidos de los seres como usted no deja queja alguna. -Mientras hablaba con el filo de la espada acariciaba su faz y una vez que termine mi frase le presione con tal fuerza que provoque un corte transversal en la mejilla derecha de la mujer. -Por favor... déjeme se lo ruego... -Habló por primera vez con un gemido desesperado y plañidero. Le ignore mientras llevaba mis labios a aquella herida, lamiendole con suavidad y probando el sabor acre y salado de su sangre.

-Hmmm no sabe mal para ser un puta... -Comenté despectivamente dándole un sonoro beso a su cuello, sonriendo al relamer la sangre en mis labios que manchaba apenas mi piel. -Debería, caballero, darle un trago. Le encuentro pálido y demacrado, ¿cuándo fue la ultima vez que se deleito con la sangre de una hembra? No es una doncella, ya lo se pero el cerdo no esta mal tampoco. -Golpe las pantorrillas de la mujer obligandole a caer de rodillas, tomándole por el cabello arqueé su espalda en dirección miá descubriendo enteramente su cuello. -Ande... tome aun, esta caliente. -Invité al deslizar el filo de la espada sobre su cuello, abriendo apenas una suave herida que no era mortal, pero si suficiente para arrancar un grito de desesperación de aquella mujer.

por **Alam Lestrange** Miér Mayo 22, 2013 7:50 pm

La situación comenzaba a tener un giro bastante inesperado. Aquél desconocido hallaba divertido entretenerse de una manera fuera de lo común para un ser humano, podría decirse, normal. Los seres que existiesen bajo la misma condición de Mikael solían ser considerados fenómenos del demonio, mas sin embargo, no podía decirse menos de la actitud que aquél caballero mostraba esa noche.

El aroma a la sangre tibia de la mujer impregnaba por completo su sentido del olfato, provocando en él una nueva sensación de náuseas que pasaría inadvertida para su acompañante quien, obviamente, se encontraba ahí para probar su comportamiento. El vampiro por su parte, intentaba simplemente mantenerse impasible, lo cual sería bastante difícil dada la situación en la que se encontraba.

El sonido de los pasos de baile que Mikael era incapaz de observar, llenaban sonoramente el silencio del lugar. Los sollozos e incesantes gritos de la dama provocaban en el vampiro una sensación de inquietud bastante desagradable. El hombre era un vampiro, sí... pero aquello no significaba el que tuviese que mostrar las crueles actitudes que mostraban la mayoría de sus congéneres.

―Lamentable su decepción ante mi actitud, caballero ―mencionó el vampiro con seriedad. Aquella que difícilmente desapareciese de su rostro a pesar del cúmulo de sensaciones experimentadas en el interior de su alma, o lo que quedara de la misma ―ahora, si no tiene inconveniente, permítame mencionarle que mis acciones suelen ser bastante distintas, pero no por eso menos efectivas para conseguir mi objetivo final.

Era verdad que el vampiro solía usar una forma totalmente diferente cuando de conseguir a su presa se trataba. Simple y llanamente, Mikael se rehusaba a repetir aquella brutalidad con la que fue tomado por la fuerza él mismo hacía cuatro años ya; actitud que podría ser mal vista entre sus iguales si fuese descubierta, razón por la cual solía actuar en solitario, en secreto...

―Deje a la dama tranquila ―volvió a repetir sin expresar emoción, aún a pesar de los llantos suplicantes de aquella pobre y aterrorizada mujer.

Nuevos sollozos y gritos desesperados advirtieron al vampiro de que el cazador continuaba entretenido en su trabajo, un trabajo que, al considerar humano a aquél caballero, le pareció verdaderamente repulsivo y reprobable. Ésa, era precisamente la clase de gente que solía juzgar a aquellos que, condenados a vivir eternamente, necesitasen servirse de los seres humanos para no perecer.

―Mi costumbre en cuanto a mi alimentación es asunto mío ―respondió tajante, luego de que sintiera a la mesera golpear contra su cuerpo carente de calor humano.

El vampiro había entrado en un estado de total confusión ¿quién era el ente infernal y quién sería el que hiciese justicia, evitando así, mayores derramamientos de sangre? ¿Se había errado en la asignación de papeles para semejante obra teatral? Mikael escuchaba ahora los sollozos de la mujer arrodillada de espaldas al cazador quien, con la espada afilada, provocaba un nuevo corte en el cuello de la misma.

El grito desesperado de la mujer terminó dotando al vampiro de decisión y, con un movimiento rápido, dio un paso hacia el cazador con la intención de detenerlo. Aquello había sido suficiente. La ausencia de visión no le impedía conocer el lugar en el que el aquél hombre se encontraba y, colocándose tras de él, rodeó su cuello con el bastón presionándolo hacia sí mismo, con riesgo de cortar su respiración.

―Pido una vez más, el que acepte arreglar este asunto a solas... ―insistió el vampiro ―desista de lo que hace... si es tan amable, caballero.

Mikael no había sido partícipe de ninguna lucha de semejante riesgo jamás. No era un peleador y, a pesar de que su ceguera podría ser un enorme obstáculo, aquella podría decirse sustituida por la fortaleza física y agudeza que poseía en sus sentidos restantes. El vampiro había decidido jugar las cartas que se le habían asignado a pesar del riesgo que implicaba tal acción. Un riesgo que, como bien sabía el ser de la noche, podría costarle la existencia misma.

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