AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La inmortalidad [Mikael]
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La inmortalidad [Mikael]
“Veo los días grises encaminados a mi propia tumba, esperándome con gran ímpetu, todas las noches son iguales, sin pasión, sin emoción. Me encuentro en un umbral al cual creí nunca vería. Pero aquí estas, frente a mí y yo tomándote la mano. Porque tú, eres yo”
Las montañas que son mis pensamientos sucumben al pánico al ver la luna gigante arrullarme en sus brazos, me abrazo como si fuese a romperme, gimoteo mientras los pasos se hacen presentes en aquel pastizal llamado sendero. “¿Por qué estás tan lejos de mí? Quiero tocar los huecos de tu cuerpo. Tú, luna que me espera al final del camino. Te convertirás en sol para matarme rápidamente” ¿Qué es lo que estaba haciendo allí, en medio del cementerio una noche despejada y fría? En realidad, no hacía nada importante, observaba las tumbas familiares, buscaba mi nombre en alguna lápida. No encontraba nada muy interesante, solo el estremecedor ruido de los cuervos a mi alrededor. Cuervos! Por qué eran los cuervos los que me perseguían? Mi ave negra me estaba protegiendo? Mi amante desesperado, aquella flor marchita a la que protejo y acaricio cuando puedo, aquella a la que amo todo el tiempo y desesperadamente busco ser comido. Pero él no se suponía que estuviese allí ese día. Había salido a trabajar, con sus muchos convenios donde precisaban al violinista del diablo. Y por ello yo había salido, husmear entre los lugares, observar cada rincón de muerte de ese lugar. Esa muerte que era final, donde no había un después. Solo la oscuridad que quizá nunca conocería.
—I feel so all alone~ I feel so all alone ~ I wanna run to~ you~ You my love~ — Cantaba con una tranquilidad tan envolvente, tan calmada, era el suave eco de mis palabras lo que resonaba en las rocas del lugar y como si se tratase del viento, movía las ramas secas, que hacían la armonía de mi canción. Suspirando mientras pasaba la mano por algunas lápidas, leyendo nombres en tanto ladeaba la cabeza de un lado a otro, interesado por saber las palabras que los familiares ponían en aquellos lugares. Claro que eran todas frases donde solo estaba representado la humildad, la dulzura y todas las cosas buenas de la persona. Pero cuál era el problema? Si estaba muerto era mejor recordar lo bueno. Y yo me preguntaba si alguna vez podría tener una lápida así. Quizá para saber las cosas buenas que la gente pensaba de mí. Aunque de repente me recorría un escalofrío. De hacer eso tendría que irme? Escapar de todo aquel mundo que me había creado? Las lágrimas brotaron en mis ojos y mi voz se entrecortó e intentando retomar la compostura seguí dejando fluir la canción— I’m saving… All my love for you…—Tomé mi rostro con una mano y suavemente lo empujé hacia atrás, mirando al cielo, mientras las lágrimas caían lento por mis mejillas. Por qué estaba condenado? La vida eterna solo me servía para una cosa y era poder disfrutar hasta la eternidad del ave que me acompañaba. Pero podría eso suceder? Sucumbiría al pánico o lograría enfrentarlo? Como fuese yo no quería intentar nada de eso. Yo solo quería vivir, vivir libremente. Pero claro que jamás lo demostraba. Yo parecía tan acostumbrado que a muchas personas y principalmente vampiros les sorprendía.
Deiran, Camila, Neru, Emerick y más personas… todas, gente que quería demasiado, todos ellos pensaban que yo era feliz siendo lo que era. Pero como podría ser eso? Simplemente me comportaba como un humano. Dejaba la felicidad fluir desde lo más profundo de mi corazón, desde mi frío e inmanente corazón. Pues si no, solo era el sol lo que me quedaría por ver. Y no estaba dispuesto a morir, tantas cosas por ver en aquel hermoso mundo que acabar con mi vida sería un simple desperdicio para todos. Pues no causaba problemas, tampoco los solucionaba demasiado, pero me creía, sin duda alguna, una buena fuente de entretenimiento. Ya sea artístico como humorístico. Mi felicidad siempre lo abarcaba todo, contagiaba a todos. Pero esa noche no. Esa noche estaba allí para poder llorar y gritarle a la luna lo solo que me sentía! La tristeza que me recorría y no era más que su culpa por no dejarme ser un mortal. Mis pensamientos estaban envueltos en la tristeza, pero había algo que me despejaba, un ruido, un pequeño tiritar a mi alrededor, donde el causante no era otro que un inmortal. Donde estaba? No lo sabía, pero podía ver el olor de otro ser a mi alrededor y como si de uno de mis entrenamientos se tratara, me quedé estático en el lugar, apoyando mis manos sobre donde yacían mis armas de fuego. — Q-quién está allí?— Y aún con todo, el suave temblor de mi voz se hacía delatar.
“Busco en tí más de la tristeza que me carcome, busco ver mi reflejo en tu seca mirada. Puedes sentirme? Escucharme? Quiero ser la voz de tu conciencia que no te deje seguir”
- canción:
Invitado- Invitado
Re: La inmortalidad [Mikael]
La luna iluminaba en lo alto del cielo la mayor parte del paisaje de la ciudad, sombras confusas se disponían aquí y allá, estáticas y en movimiento creando una visión casi fantástica. Aquellos que habitaban los alrededores habían abandonado las calles para adentrarse en sus hogares a descansar, resguardándose de todo aquello que supusiera un peligro y con la intención de recuperar fuerzas para, al día siguiente, volver a comenzar.
En un mundo totalmente diferente al acostumbrado, desde hacía cuatro años, Mikael rondaba entre las cuatro paredes de su habitación. El libro que se encontrase leyendo yacía sobre la cama señalando las páginas con un sencillo separador. Sobre la superficie de la mesita de al lado de la misma, una vela apagada se encontraba solitaria, en compañía de un trozo de papel y una pluma en el interior de su tintero.
Las ventanas de la habitación permanecían abiertas, dejando entrar el viento que refrescaba todo en su interior, provocando en el vampiro una honda inhalación. Una sensación de aburrimiento le había invadido de repente, por lo que tomó la decisión de salir a dar una caminata con la intención de distraerse. Envuelto en sus negros ropajes bajo una capa del mismo color, tomó su sombrero de copa y, con el bastón en su mano, se dirigió a la salida de la mansión con tranquilidad.
Los pasos del ser nocturno eran apenas audibles por el camino en dirección al cementerio. Realmente era un paseo bastante extraño debido al destino que había decidido tomar, ya que semejante lugar no sería, para la mayoría, un paisaje muy grato para despejar la cabeza. Mikael realmente prefería un lugar como ese, que ya de antemano solía ser rehuido por los mortales a quienes tenía interés en evitar.
Adentrándose entre las lápidas, el vampiro se guió con ayuda de su bastón para no tropezar entre ellas, mientras su oído alerta captaba hasta el más mínimo sonido que indicara que estaba siendo acechado. El sonido de un gato al maullar rompió el silencio de repente, por lo que detuvo su marcha un momento prestando atención al movimiento furtivo del animal al alejarse rápidamente.
Continuó su camino momentos después, mientras que tocaba de vez en vez con el extremo de aquél instrumento que le sirviese de guía. Habían transcurrido algunos minutos cuando de pronto, el sonido de otra criatura hizo detener sus pasos una vez más. El gato que se encontrase frente a él, emitía sonidos de alerta mientras mantenía su lomo erizado dispuesto a atacar a Mikael ya que, gracias a sus sentidos, éste podía advertir la existencia maldita del mismo.
―Fuera de aquí ―fueron las palabras pronunciadas, carentes de cualquier emoción las que provocaron la rápida huida del felino sin titubear un segundo. Posteriormente, el vampiro continuó su camino y, al no percatarse del obstáculo frente a él por su distracción, terminó tropezando para caer de rodillas sobre las yerbas que se levantaban del suelo ―demonios... ―pronunció, para luego extender su brazo en búsqueda de su bastón.
Mikael pronto se encontraría sentado en una de las tumbas cuya lápida antigua se levantara a la cabecera de la misma, cuyas formas ahora el vampiro comenzara a conocer por medio del tacto. Su mano izquierda repasaba los contornos de la misma, mientras que sus ojos incapaces de ver, mantuviesen su mirada envuelta en una eterna oscuridad. Una oscuridad mucho más profunda que aquellas noches sin luna bajo las que acostumbrase caminar...
Los minutos transcurrían sin que el ser nocturno se percatase de ello, recorriendo cada centímetro aquella escultura cuya inscripción fuese incapaz de descifrar. Su mente se mantenía distante, alejado de todos aquellos pensamientos que le provocasen malestar; hasta que de pronto, en medio del silencio absoluto que imperaba en el lugar, una voz lo sacara de su estado de distracción.
―Buenas noches ―mencionó Mikael al ponerse de pie sosteniendo el bastón entre sus manos, incapaz de observar al joven que se encontraba algunos metros más allá ―lo he asustado ¿cierto? Creí este lugar desierto mas noto que no es así. Una disculpa, caballero ―. Finalizó, sin advertir en ese momento, que se tratase de otro inmortal. Otro ser oscuro al igual que él.
En un mundo totalmente diferente al acostumbrado, desde hacía cuatro años, Mikael rondaba entre las cuatro paredes de su habitación. El libro que se encontrase leyendo yacía sobre la cama señalando las páginas con un sencillo separador. Sobre la superficie de la mesita de al lado de la misma, una vela apagada se encontraba solitaria, en compañía de un trozo de papel y una pluma en el interior de su tintero.
Las ventanas de la habitación permanecían abiertas, dejando entrar el viento que refrescaba todo en su interior, provocando en el vampiro una honda inhalación. Una sensación de aburrimiento le había invadido de repente, por lo que tomó la decisión de salir a dar una caminata con la intención de distraerse. Envuelto en sus negros ropajes bajo una capa del mismo color, tomó su sombrero de copa y, con el bastón en su mano, se dirigió a la salida de la mansión con tranquilidad.
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Los pasos del ser nocturno eran apenas audibles por el camino en dirección al cementerio. Realmente era un paseo bastante extraño debido al destino que había decidido tomar, ya que semejante lugar no sería, para la mayoría, un paisaje muy grato para despejar la cabeza. Mikael realmente prefería un lugar como ese, que ya de antemano solía ser rehuido por los mortales a quienes tenía interés en evitar.
Adentrándose entre las lápidas, el vampiro se guió con ayuda de su bastón para no tropezar entre ellas, mientras su oído alerta captaba hasta el más mínimo sonido que indicara que estaba siendo acechado. El sonido de un gato al maullar rompió el silencio de repente, por lo que detuvo su marcha un momento prestando atención al movimiento furtivo del animal al alejarse rápidamente.
Continuó su camino momentos después, mientras que tocaba de vez en vez con el extremo de aquél instrumento que le sirviese de guía. Habían transcurrido algunos minutos cuando de pronto, el sonido de otra criatura hizo detener sus pasos una vez más. El gato que se encontrase frente a él, emitía sonidos de alerta mientras mantenía su lomo erizado dispuesto a atacar a Mikael ya que, gracias a sus sentidos, éste podía advertir la existencia maldita del mismo.
―Fuera de aquí ―fueron las palabras pronunciadas, carentes de cualquier emoción las que provocaron la rápida huida del felino sin titubear un segundo. Posteriormente, el vampiro continuó su camino y, al no percatarse del obstáculo frente a él por su distracción, terminó tropezando para caer de rodillas sobre las yerbas que se levantaban del suelo ―demonios... ―pronunció, para luego extender su brazo en búsqueda de su bastón.
Mikael pronto se encontraría sentado en una de las tumbas cuya lápida antigua se levantara a la cabecera de la misma, cuyas formas ahora el vampiro comenzara a conocer por medio del tacto. Su mano izquierda repasaba los contornos de la misma, mientras que sus ojos incapaces de ver, mantuviesen su mirada envuelta en una eterna oscuridad. Una oscuridad mucho más profunda que aquellas noches sin luna bajo las que acostumbrase caminar...
Los minutos transcurrían sin que el ser nocturno se percatase de ello, recorriendo cada centímetro aquella escultura cuya inscripción fuese incapaz de descifrar. Su mente se mantenía distante, alejado de todos aquellos pensamientos que le provocasen malestar; hasta que de pronto, en medio del silencio absoluto que imperaba en el lugar, una voz lo sacara de su estado de distracción.
―Buenas noches ―mencionó Mikael al ponerse de pie sosteniendo el bastón entre sus manos, incapaz de observar al joven que se encontraba algunos metros más allá ―lo he asustado ¿cierto? Creí este lugar desierto mas noto que no es así. Una disculpa, caballero ―. Finalizó, sin advertir en ese momento, que se tratase de otro inmortal. Otro ser oscuro al igual que él.
Alam Lestrange- Vampiro Clase Alta
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Ruido de hojas que con la caída te hacen notar. Recuerdas esos momentos donde querías no ser alguien, desaparecer a tu propio mundo? Quedarte solo hasta crear un bello olimpo entre las paredes de tú soledad?”
Mi canción quedó muda cuando observé como era el muchacho, alto, delgado, de tez clara, amarronada. Unos ojos extrañamente blanquecinos, grandes, ocupaban su rostro de facciones occidentales, cabellos desordenados y marrones. Mantenía un bastón, el cual buscaba a la hora de caerse. Hubiese disparado de no ver que él parecía muy molesto por no encontrar aquel palo de madera refinada que llevaba consigo. Entonces me pregunté, ¿Era ciego? Pero él era un inmortal, podía notarlo fácilmente, debido a mis entrenamientos en la alianza había aprendido a distinguir a las razas bastante rápido, principalmente por mi habilidad de rastreo, que me permitía ver como colores el aroma de las diferentes personas y la verdad es que había pensado que los inmortales no podían tener ese defecto, más parecía que estaba errado. En definitiva, mi don estaba poco desarrollado, seguía siendo un inepto en lo que se tratase de pelear o defenderse y la verdad cada noche que pasaba me frustraba al ver lo inútil que era. Pero en ese momento estaba seguro, no había marguen de error, él era un vampiro. — Qué es lo que un ser como vosotros busca en estos lares de París? Me habéis tomado por sorpresa… M-más no asustado! Aish, de verdad no veis? Porque si veis miradme a los ojos cuando os hablo! Aquí arriba, oye~~ — Refunfuñé y me crucé de brazos, dejando las armas en donde estaban, dando un suave salto, caía planeando a apenas un metro del chico, mordiendo mis labios para verle más de cerca. Haciendo ruido con los pies en tanto dejaba salir un dulce suspiro, tranquilizándome al fin.
—Por qué andáis solo por aquí? Yo quería venir a cantarle a la luna~ Habéis escuchado mi canción? No parecéis de gran edad, en realidad, vuestra piel es casi humana, solo parece estar un poco fría. Como os llamáis? — Y mis palabras salieron con fluidez al no encontrar peligro en el muchacho, dejando que mi tono de voz se suavice tal cuál era, una melodía al hablar, tan dulce como el sonido de una mujer, pero no aguda, más bien era una simple armonía con el aire. Apoyaba mis manos en las rodillas, reía con dulzura y flexionaba mi cuerpo, para así apoyarme sobre mis pantorrillas, dejando salir un suave bostezo y con cuidado me froté la mejilla. De repente, notaba lo poco que había dormido en el día, estaba exhausto de todo, las cosas simplemente no habían salido como lo esperábamos en el trabajo y me había quedado un poco preocupado por todo aquello. — Es un bastón bonito, os habéis hecho daño al caer? Yo hablo demasiado, mejor os dejo solo? Pero en realidad ahora no quiero irme, estaba triste cuando llegué, pero ahora estoy contento. Soy Hero. He-ro y se pronuncia “Je-ro” no “E-ro”. Si? Ahh yahh~ Que ojos tan grande tienes—Me acercaba un poco más al muchacho haciendo ruidos con las hojas que estaban por debajo de mis pies, estirando mi cuello, poniéndome a unos escasos centímetros de sus ojos, riendo, dejando ver aquellos dientes perfectos que me habían sido concedidos, pero que el otro probablemente no podría ver. Era la segunda persona que conocía con ese defecto. Mi corazón latía al recodar a aquella mujer que tanto había querido en mis días de humano. Era la única persona que seguía recordando. Su cabello era un misterio para mí, pero siempre lo recordaba de un castaño claro, casi rubio. Unos ojos exactamente iguales al del joven que estaba frente a mí.
Y su recuerdo me hizo sentir lágrimas en los ojos, pero enseguida las hice desaparecer, alejándome apenas, quedando perdido en el cielo por unos momentos, dejando salir un suspiro cansado, pero emocionado—Puedes escucharlo? La luna grita que es hora, las estrellas aplauden, las hojas quieren darles un espectáculo. Escucha, escucha bien como suenan…— Apoyando un dedo sobre mi oreja, cerraba los ojos y podía notar, el viento pegaba con fuerzas, las hojas volaban de un lado a otro, golpeaban contra los árboles, cada nota era diferente, pero era hermoso, las pequeñas aves nocturnas dejaban salir sus propios sonidos, mientras un cuervo en la lejanía daba un grito te amenaza que me tensaba y me hacía sentir un frío en la columna. Y así, poco a poco se detuvo y dejando salir una risa encantadora, volví a mirar al muchacho, abrazándome a mí mismo con una mano por la cintura.
“Naturaleza, naturaleza que está más viva que lo que nosotros estamos. Cuenta los días para tenernos a nosotros en sus raíces.”
Invitado- Invitado
Re: La inmortalidad [Mikael]
Los pasos del vampiro se habían vuelto cada vez más cercanos mientras que el vampiro levantaba su rostro un poco al escuchar la voz que se dirigió hacia él. Una sonrisa se dibujó en sus delgados labios cuando el portador de la misma se excusaba de no haberse asustado, usando un tono tal que pareciera más bien tener la necesidad de ocultar ese hecho que era más que evidente.
―No te he asustado, de acuerdo ―corrigió su teoría tan pronto escuchó las palabras del otro vampiro ―disculpa el error.
Mikael entrecerró los ojos totalmente extrañado mientras meditaba aquello que acababa de llegar a su oído, mientras que prestaba atención también a las actitudes del joven. Actitudes que eran bastante diferentes a las conocidas en el resto de vampiros que hubiese conocido los cuales, aún a pesar de no ser muchos, éste joven le había recordado a aquellos compañeros con los que había convivido en su adolescencia.
―Realmente no ―respondió el vampiro, su mirada se mantenía perdida mientras su postura se erguía al ponerse de pie ―mis ojos no me permiten reconocer ni la más mínima señal de iluminación.
Mikael se rió un poco. Se había dado cuenta de la fingida molestia del vampiro y eso le había hecho verdadera gracia, una gracia que le provocaba cierta sensación de simpatía. Aquél aire de jovialidad del mismo había producido un efecto en Mikael, la curiosidad de saber un poco más sobre ese muchacho, y si en realidad era alegría la que dominaba su existencia. Alegría que él mismo estaba lejos de poseer.
―De acuerdo, Hero. Intentaré pronunciar bien tu nombre, aunque tal vez a causa de mi acento lo escuches un poco diferente. Mi nombre es Mikael, y es un placer ―se presentó él mismo realizando una leve reverencia ―y no, pierde cuidado, no me has molestado en absoluto.
El vampiro prestó total atención a los sonidos producidos por los movimientos del joven, quien ahora se encontrase a poca distancia de sí. Aquellos movimientos rápidos se componían de una fragilidad inusual, al menos hasta donde era de su conocimiento, en un ser sobrenatural como él. Ante la presencia del joven, Mikael simplemente sonrió de forma casi imperceptible, mientras continuaba escuchando al vampiro hablar.
―¿Grandes mis ojos? ―se rió divertido. Era curioso, no se había divertido con otro inmortal de semejante manera ―no creo que lo sean tanto ―respondió de buen humor mientras sostenía el bastón con su mano izquierda ―¿por qué lo piensas así? ―preguntó Mikael. Él no era capaz de darse cuenta de la fisonomía del joven a causa de su ceguera ―¿es que acaso los tuyos son distintos?
La curiosidad había dominado al vampiro de forma casi total, mientras que lograba escuchar los movimientos de Hero quien, al acercarse bastante a él, éste simplemente permanecía inmóvil con su acostumbrada postura erguida. Escuchaba al muchacho con total atención, mientras que una sonrisa apenas visible se dibujaba en sus delgados y fríos labios.
―Por supuesto, Hero. Puedo escuchar perfecto... al igual que sentir ―respondió, mientras que sus cabellos eran despeinados por la brisa que soplaba en ese momento en combinación con la risa del joven, la cual provocó el mismo efecto en el estado de ánimo de Mikael ―tu alegría me impresiona. Y me agrada también. Es agradable encontrarse con alguien diferente.
―No te he asustado, de acuerdo ―corrigió su teoría tan pronto escuchó las palabras del otro vampiro ―disculpa el error.
Mikael entrecerró los ojos totalmente extrañado mientras meditaba aquello que acababa de llegar a su oído, mientras que prestaba atención también a las actitudes del joven. Actitudes que eran bastante diferentes a las conocidas en el resto de vampiros que hubiese conocido los cuales, aún a pesar de no ser muchos, éste joven le había recordado a aquellos compañeros con los que había convivido en su adolescencia.
―Realmente no ―respondió el vampiro, su mirada se mantenía perdida mientras su postura se erguía al ponerse de pie ―mis ojos no me permiten reconocer ni la más mínima señal de iluminación.
Mikael se rió un poco. Se había dado cuenta de la fingida molestia del vampiro y eso le había hecho verdadera gracia, una gracia que le provocaba cierta sensación de simpatía. Aquél aire de jovialidad del mismo había producido un efecto en Mikael, la curiosidad de saber un poco más sobre ese muchacho, y si en realidad era alegría la que dominaba su existencia. Alegría que él mismo estaba lejos de poseer.
―De acuerdo, Hero. Intentaré pronunciar bien tu nombre, aunque tal vez a causa de mi acento lo escuches un poco diferente. Mi nombre es Mikael, y es un placer ―se presentó él mismo realizando una leve reverencia ―y no, pierde cuidado, no me has molestado en absoluto.
El vampiro prestó total atención a los sonidos producidos por los movimientos del joven, quien ahora se encontrase a poca distancia de sí. Aquellos movimientos rápidos se componían de una fragilidad inusual, al menos hasta donde era de su conocimiento, en un ser sobrenatural como él. Ante la presencia del joven, Mikael simplemente sonrió de forma casi imperceptible, mientras continuaba escuchando al vampiro hablar.
―¿Grandes mis ojos? ―se rió divertido. Era curioso, no se había divertido con otro inmortal de semejante manera ―no creo que lo sean tanto ―respondió de buen humor mientras sostenía el bastón con su mano izquierda ―¿por qué lo piensas así? ―preguntó Mikael. Él no era capaz de darse cuenta de la fisonomía del joven a causa de su ceguera ―¿es que acaso los tuyos son distintos?
La curiosidad había dominado al vampiro de forma casi total, mientras que lograba escuchar los movimientos de Hero quien, al acercarse bastante a él, éste simplemente permanecía inmóvil con su acostumbrada postura erguida. Escuchaba al muchacho con total atención, mientras que una sonrisa apenas visible se dibujaba en sus delgados y fríos labios.
―Por supuesto, Hero. Puedo escuchar perfecto... al igual que sentir ―respondió, mientras que sus cabellos eran despeinados por la brisa que soplaba en ese momento en combinación con la risa del joven, la cual provocó el mismo efecto en el estado de ánimo de Mikael ―tu alegría me impresiona. Y me agrada también. Es agradable encontrarse con alguien diferente.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Puedes recordar aquellos días en los que el sol se plasmaba contra tu rostro? Lo recuerdas? Simplemente esa memoria se borró de mi cabeza. Se extinguió con las falsas promesas de un mundo en el cual vivir libremente”
Reía al ver que él aceptaba mis recados, tan educado como pocas personas que me encontraba en la vida. Cubría mis labios, los entrecerraba y delicadamente me mordía el inferior. Saber que él no podía verme me daba libertad para poder hacer toda clase de caras que a muchas personas les molestaban. Y no necesariamente por que eran una burla, si no que parecían ser parte de un juego de seducción, que a decir verdad me encantaba jugar. No por nada tenía aquel poder, el único poder que sabía controlar tan perfectamente, la habilidad de hacer que las personas me quieran y no noten que son hechizadas, ya sea como una persona de su familia a un amor romántico; especialmente ese último no me agradaba usar; pero cuando se trataba de momentos al límite, utilizaba todo mi carisma y don para que la persona me vea indefenso, dulce, tierno, que sienta mi presencia como la de un pequeño y esponjoso gatito. Lo había hecho con muchas personas y siempre salía ganador, el capricho y el egoísmo era uno de los defectos que más se sobresalía en mí. Me preguntaba si con él, con una persona que no me veía sería lo mismo. Solo una vez me había encontrado con alguien así, lastimosamente había terminado yo en un tonto enamoramiento de niño. Pero eso estaba en el pasado. Una memoria que recordaba con amor, la guardaba en los diarios de mi mente. Allí en lugares donde nadie puede pasar. Increbantable, llevaba el recuerdo a la lejanía del presente, volviendo a la realidad en la que nosotros, dos inmortales, nos encontrábamos sobre el lecho de muerto de más de mil humanos.
Acomodé un mechón de cabello detrás de mí oreja y me quedé perplejo, escuchándole con una sonrisa tonta en el rostro. — Bien bien, disculpa aceptada… Hahaha. Mmm qué acento? De donde sois? No parecéis extranjero a decir verdad, quizá de los países de más arriba?— Suspiraba, mi voz salía como una melodía, mis dedos se paseaban por mis brazos y me acercaba con suma cordialidad, como quien encuentra algo insospechado. Su bastón combinaba con él y las ganas de probar su textura hicieron de mí un cosmos de travesuras. Miré hacia arriba para verle a los ojos y moví la cabeza a los lados. — Quiero tocar el bastón. Y los míos, mis ojos, son diferentes pero no por eso pequeños, en realidad, tengo ojos muy grandes para ser quien soy. Queréis tocarlos? Queréis tocar mi rostro y a cambio me dejáis tocar el bastón? Soy muy bueno negociando, ya notáis~, creo que debería poner un negocio (¿?) — Riendo divertido, por las tonterías que siempre decía, negando, me acercaba, quedaba a unos centímetros de él, por la altura no me preocupaba, quizá más de media cabeza era lo que me llevaba, pero estaba acostumbrado, los hombres de la época solían ser demasiado altos, con mi metro ochenta, pasaba a todas las mujeres, pero me quedaba corto para sobrepasar a los hombres. Suspiré y me quedé observándole, moviendo la cabeza de lado a lado, la curiosidad me embriagaba.
—Mikael, Mi- ka- el? Mikaél, Míkael, Mikáel, Ommo vuestro nombre es raro, que significa? Mi nombre! Mi nombre significa Heroe. Soy un héroe, verdad? No soy diferente, esperad! Diferente me hace especial? Si me hace especial y eso es bueno, entonces… Entonces sí quiero ser diferente. Puedo? — Haciendo énfasis en que eso era bueno, marcando cada una de mis palabras, me enredaba en mi propia lengua, perdiéndome a la mitad de las oraciones. Necesitaba repetir la última frase para enfocar mi mente. Esperando a que su mano pase por mi rostro, con la sonrisa predilecta del dulzura abarcándolo todo. Me acomodaba, dejaba mis manos ambas apoyadas sobre mi pecho. Estaba claro que el chico me agradaba, era una persona con la que podía hablar libremente, aunque nunca me encarcelaba con nadie. Pero había personas con las que tenía que cuidar mi lengua, gente que de hablar demasiado imprudentemente podría golpearme, quemarme hasta que los gritos desgarren mis cuerdas vocales. Pero allí no estaban, esa noche estaba solo y ahora acompañado por una extraña persona. Dejaba florecer mi felicidad, enredarlo en mi telaraña hasta poder succionar cada uno de sus pensamientos. El egoísmo volvía a formar parte de mí. Sin importar como, aunque las cosas que hacía muchas veces estaban bien, siempre lo hacía por algo que quería, por mí mismo. — que es lo que vosotros sentís ahora mismo? Estáis impresionado por mi felicidad? Eso es porque vosotros no estáis feliz? Por qué no lo estáis? Este lugar está muy oscuro, siempre esta oscuro en la noche. Es como si yo mismo no pudiese ver. Pero allí está la luna, bañándonos. La podéis sentir? Los fragmentos, es una sensación diferente? —
“No encuentro palabras para explicar mis emociones. Mis sentimientos siempre cambian, son un torrente, que como sangre viva corre por mi cuerpo, no da marcha atrás. Bombea cada uno de mis tejidos nerviosos”
Invitado- Invitado
Re: La inmortalidad [Mikael]
El vampiro se extrañaba enormemente por la actitud de aquél ser inmortal debido a la alegría que él parecía desprender. Una risa escapó de los labios del vampiro al escuchar cada una de las palabras del joven con el que conversaba, mientras el viento continuaba encargándose de despeinar sus cabellos oscuros. De pronto aquella melancolía que pareciese acompañarle, había pasado a segundo plano cuando una nueva sonrisa volvió a dibujarse en los labios de Mikael.
Si bien el vampiro no había tenido aquella personalidad jamás siendo humano, tal vez alguien a quien conociese en el pasado no muy lejano sí. Las palabras, las risas y los sonidos del otro vampiro al acercarse, al dibujar expresiones corporales que Mikael jamás podría ver pero era capaz de imaginar, devolvían al mismo algunos años atrás. Una sonrisa apenas evidente se dibujó en los labios del vampiro mientras éste permanecía erguido, sosteniendo aún el bastón entre sus manos.
―¿No parezco extranjero? ―preguntó el vampiro al escuchar la afirmación del joven a quien apenas conocía ―se debe tal vez que mi país se encuentra en Europa también ―afirmó ―soy inglés ―continuó para luego preguntar ―¿de dónde vienes tú?
El vampiro sonrió nuevamente. Aquella efusividad del joven daba pie a una conversación verdaderamente fluida y larga. Libre de toda preocupación y el afán de no experimentar la sensación de pertenencia a su propia estirpe, permanecía a la escucha de las palabras de Hero, quien igual carecía del temor al acercarse a otro inmortal. Falta de temor que causaba bastante satisfacción a Mikael, quien igual no dudó en confiar en el desconocido un poco más.
―¿Un cambio? ―preguntó el vampiro una vez más, el joven deseaba tomar el bastón entre sus manos, y el deseo de Mikael por conocer a aquél vampiro con el que conversaba le llevaron a aceptar aquél trato del que tanto hablaba el joven ―estoy de acuerdo, adelante, tómalo... ―mencionó Mikael al tiempo que extendía su brazo para acercarle su bastón de madera.
La noche continuaba su curso mientras aquél par de entes inmortales permanecían envueltos en una oscuridad que era rota por la luz de la luna. Luz que Mikael estaba condenado a no presenciar desde hacía ya cuatro años. El día en el que, en contra de su voluntad y de su afán por oponer resistencia, había terminado transformado con brutalidad en un ser obligado a saciarse de la sangre de otros seres vivos para garantizar su existencia.
―El significado de tu nombre es interesante, mas lamento decirte que desconozco el del mío ―confesó ―y sí, podría decirse que lo distinto es especial ―afirmó con una sonrisa apenas evidente en sus labios, hizo una breve pausa para escuchar y luego volvió a responder ―realmente Hero, mi forma de expresar la alegría es bastante distinta de la tuya ―continuó, realmente era difícil notar emoción alguna en aquél inexpresivo semblante.
El vampiro permaneció en silencio a continuación. Notar la luz de la luna sobre su piel era una sensación difícil de lograr, realmente no había sido capaz de darse cuenta del efecto de la misma sobre su cuerpo. Más específicamente, jamás creyó pudiese existir alguna sensación cuando la misma se posaba en él cortando de tajo la profunda oscuridad de la noche.
―Realmente no soy capaz de sentirla ―confesó ―¿puedes tú? ¿alguna sensación especial? ―preguntó a continuación con verdadera curiosidad. Su postura continuaba erguida frente al joven que sonriendo, se acercaba a poca distancia del vampiro sin que éste se pudiese dar cuenta de la más mínima expresión facial.
Si bien el vampiro no había tenido aquella personalidad jamás siendo humano, tal vez alguien a quien conociese en el pasado no muy lejano sí. Las palabras, las risas y los sonidos del otro vampiro al acercarse, al dibujar expresiones corporales que Mikael jamás podría ver pero era capaz de imaginar, devolvían al mismo algunos años atrás. Una sonrisa apenas evidente se dibujó en los labios del vampiro mientras éste permanecía erguido, sosteniendo aún el bastón entre sus manos.
―¿No parezco extranjero? ―preguntó el vampiro al escuchar la afirmación del joven a quien apenas conocía ―se debe tal vez que mi país se encuentra en Europa también ―afirmó ―soy inglés ―continuó para luego preguntar ―¿de dónde vienes tú?
El vampiro sonrió nuevamente. Aquella efusividad del joven daba pie a una conversación verdaderamente fluida y larga. Libre de toda preocupación y el afán de no experimentar la sensación de pertenencia a su propia estirpe, permanecía a la escucha de las palabras de Hero, quien igual carecía del temor al acercarse a otro inmortal. Falta de temor que causaba bastante satisfacción a Mikael, quien igual no dudó en confiar en el desconocido un poco más.
―¿Un cambio? ―preguntó el vampiro una vez más, el joven deseaba tomar el bastón entre sus manos, y el deseo de Mikael por conocer a aquél vampiro con el que conversaba le llevaron a aceptar aquél trato del que tanto hablaba el joven ―estoy de acuerdo, adelante, tómalo... ―mencionó Mikael al tiempo que extendía su brazo para acercarle su bastón de madera.
La noche continuaba su curso mientras aquél par de entes inmortales permanecían envueltos en una oscuridad que era rota por la luz de la luna. Luz que Mikael estaba condenado a no presenciar desde hacía ya cuatro años. El día en el que, en contra de su voluntad y de su afán por oponer resistencia, había terminado transformado con brutalidad en un ser obligado a saciarse de la sangre de otros seres vivos para garantizar su existencia.
―El significado de tu nombre es interesante, mas lamento decirte que desconozco el del mío ―confesó ―y sí, podría decirse que lo distinto es especial ―afirmó con una sonrisa apenas evidente en sus labios, hizo una breve pausa para escuchar y luego volvió a responder ―realmente Hero, mi forma de expresar la alegría es bastante distinta de la tuya ―continuó, realmente era difícil notar emoción alguna en aquél inexpresivo semblante.
El vampiro permaneció en silencio a continuación. Notar la luz de la luna sobre su piel era una sensación difícil de lograr, realmente no había sido capaz de darse cuenta del efecto de la misma sobre su cuerpo. Más específicamente, jamás creyó pudiese existir alguna sensación cuando la misma se posaba en él cortando de tajo la profunda oscuridad de la noche.
―Realmente no soy capaz de sentirla ―confesó ―¿puedes tú? ¿alguna sensación especial? ―preguntó a continuación con verdadera curiosidad. Su postura continuaba erguida frente al joven que sonriendo, se acercaba a poca distancia del vampiro sin que éste se pudiese dar cuenta de la más mínima expresión facial.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Vengo de muy lejos, vengo de un lugar donde la oscuridad siempre lo alberga todo, vengo de un lugar encerrado, húmedo y frío. Seco y caluroso. Vengo de un lugar donde las lágrimas son cotidianas, donde la libertad no es algo que tenga en mis manos. Vengo de allí, donde me convirtieron, pero prefiero que esas cosas se queden en el olvido. Son cosas pasadas, son cosas un poco enterradas”
La sonrisa se dibujaba dulcemente en mi rostro y asentía, efectivamente no parecía para nada un extranjero, aunque claro, yo tampoco era alguien que pudiese distinguir demasiado las cosas. Para mí, había solo algunas clases de personas que eran fáciles de notar, ojos rasgados de la parte de Asia, muy amarillos, chinos, muy bajitos, japoneses, algo altos, coreanos, claro que a ese estilo de gente la reconocía porque yo mismo era un oriental. Muy rubios y de ojos claros alemanes, muy negros de todos lados, Africanos. Y eso era lo único que conocía. Los demás podían ser de cualquier parte del mundo que yo jamás lo notaría. Con ello la risa se hacía sonora, realmente era un idiota en lo referente a notar nacionalidades. — Vengo de muy lejos, de la parte más alejada de Asia, allí donde está la península de lo que es llamado Corea, en la parte Sur, al borde del mar Amarillo. Mi acento es muy malo, no lo notáis? Bueno, Sir ingles! Yo se hablar unas palabrillas “My name is Hero”, “I am twenty…sixseven…”? Mejor no hablemos de eso~— Cubriendo mis labios porque de repente había olvidado los números, dejé fluir la risa con dulzura y muy cuidadosamente tomé el bastón que me era entregado, parecía de buen material, lo inspeccioné y lo olfateé como la pequeña alimaña que era realmente, luego mordí mis labios y le miré fijo a lo que eran sus ojos.
—Pero no muy diferente a la de la mayoría de los seres que beben sangre. A los que tienen el Don Oscuro. Casi todos sufren, sufren por lo que son, por lo que no pueden evitar ser. Pero sufrir es muy doloroso, yo ya sufro con otras cosas, por ahora, no quiero ponerme a pensar en la maldición. Pero sabéis, uno no tiene la culpa, o si?— Respondí cuando hizo alusión al termino de como demostrar la alegría, de las diferencias que teníamos, simplemente no quería pensar en sufrir demasiado tiempo y cuando lo hacía, era cuando estaba solo, hundido en la propia oscuridad que nadie podía ver. Era la oscuridad que estaba cubierta por hechizos para que nadie tenga derecho a hurgar en aquel pasado escondido, ni siquiera yo mismo. Y de esa forma me acercaba, dejaba el bastón recargado en un costado, sobre un árbol y tomaba con mucha suavidad las manos ajenas, pasándolas por mi rostro. Mi suave y delicado rostro que podía compararse con la piel de un bebé, siempre olía a jazmín. Dejé que aquellos garfios viajaran por mis ojos, por mi nariz que estaba levemente curveada, mis ojos rasgados que mantenían dobles parpados arriba y abajo. Mis labios, que eran demasiado gruesos, mis orejas que eran pequeñas y ovaladas. —Mi piel es blanca, mis ojos son negros, mi cabello es rojizo…Mis labios rosados, intentad imaginarme… Soy muy delgado. — La seducción, que era mi única arma de defensa, hacía presencia inconscientemente. La dulzura con la que le hablaba aparecía como suaves caricias mientras mordía mis labios, negando. — Vuestros dedos están secos, sabéis? Vuestras manos son toscas… Ah! No os estáis esforzando! Sentidla! La luz de la luna está esperando por vuestro abrazo inmortal! Pero si no aceptáis la caricia no sentiréis nada! —
Insistía, dando un suave saltito, aun manteniendo la mano ajena pegada a mi mejilla, acariciándome, pues me encantaban las caricias en aquel lugar, siempre habían sido mi punto débil en cualquier circunstancia. Pero él debía sentirla! Debía de sentir como la luz de la luna pegaba, fríamente, regenerando la piel y las emociones, la luna que era nuestro sol, nos daba la iluminación que siempre deseábamos y esa noche estaba intensa, entre medio del cielo y las estrellas, palpitaba por un nuevo inmortal al cual besar. Descargar energías en su cuerpo, los rayos del sol que daban en el satélite para propagarse en la tierra. El sentimiento de ser bañado en luz, sin sentir dolor. Eso era lo especial en aquel orbe plateado en medio del cielo. Pero por qué él no era capaz de sentir? Como si estuviese siendo obstruido por un pensamiento melancólico, me entristecía, me hacía sentir culpable y negando me separé, suspirando y negando, como si estuviese decepcionado. — Solo debéis creer para poder sentir, si no creéis nada aparecerá, porque vuestra mente lo ahuyentará.—
“Y solo en la más remota existencia, un universo que solo algunos pueden entender, un niño que quiere ser adulto, un adulto que quiere ser niño. Un inmortal con pensamientos humanos. Sentimientos enigmáticos que recubren su tristeza con sonrisas lúcidas. Dolor y felicidad, un baño de amor con pensamientos que solo los más locos pueden entender.”
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Re: La inmortalidad [Mikael]
El vampiro sonrió de forma apenas evidente frente a aquél ser que le recordase un pasado no muy lejano. Extrañado, escuchaba las palabras del mismo, cuya expontaneidad era totalmente evidente en cuanto a la expresión verbal se refiere. La habilidad para conversar no había sido un don de Mikael, con excepción de algunas ocasiones en las cuales un tema le pareciese especialmente interesante, misterioso o una mezcla de ambas.
―¿Asia dices? ―preguntó el ser oscuro, cuya curiosidad despertada por el otro ser le llevase a formular un sinnúmero de preguntas que permanecían finalmente ahí, en el interior de su mente ―nunca no he visitado ese lugar y en cuanto a tu acento no está mal, se te comprende perfecto ―mencionó con una sonrisa apenas evidente ―me cuesta bastante el francés aún a pesar de las constantes lecciones de mi padre... ―calló.
En ese momento sintió cómo el soplar del viento revolvía sus cabellos oscuros y agitaba los bajos de su saco una vez más. Los movimientos y sonidos creados eran perfectamente percibidos por el vampiro, cuyos ojos claros fuesen incapaces de distinguir aún la más mínima señal de luz, de forma y demás, permaneciendo envueltos en una profunda oscuridad, oscuridad que le permitiese hacer uso del resto de sus sentidos.
―Realmente no siempre se és responsable del destino que le acontece, aunque gran parte de responsabilidad tenemos ―continuó ―ante el hecho de que las decisiones que se toman desembocan a tal o cual resultado, aún sin desearlo, aún sin esperarlo, aún sin imaginarlo... mas sin embargo así es, un destino no planeado ―aquellas palabras habían sido dichas de tal forma que el vampiro pudiese escucharlas, pero dirigidas hacia sí mismo.
El sufrimiento realmente, como bien comprendía, era opcional. En aquellas ocasiones en las cuales quienes pronunciaban tales creencias no tenían ni la más remota idea del martirio al que se veía envuelto él, quien mantenía una profunda preocupación por el destino de su alma. Escuchando ahora las palabras del recién conocido vampiro, lograba descubrir una opción más, la cual no distaba demasiado de aquellas descubiertas antes a diferencia de la visión de sí mismo.
―Ser capaz de conocer más allá de una sola voz es agradable, Hero ―mencionó Mikael, cuando sus manos recorrieron la piel de aquél que dirigiera sus manos, a su vez, repasando cada curva de aquél rostro que a medida que fuese tocando, podía hacerse la imagen mental gracias a la descripción del otro vampiro ―desesperado ―se rió un poco en respuesta a las palabras del mismo, mientras continuaba tocando aquél rostro desconocido.
Esa noche se dibujaba particular, la melancolía experimentada por el ser de la noche cuyos recorridos en solitario fuesen capaces de disminuir en mínima medida, era acallada ahora con la presencia del otro. Un vampiro a quien Mikael prestase una especial atención debido a su actitud, actitud que dibujase una sonrisa de vez en vez en sus delgados labios. Sus manos continuaban recorriendo centímetro a centímetro la faz de quien conservase una eterna juventud.
―Es curioso, confieso, descubrir tu excesiva confianza hacia mí, Hero. Hacia alguien totalmente desconocido para ti ―decidió mencionar. Por lo regular él mismo solía mantener bastante marcada su distancia, debido a los continuos desafortunados encuentros que hubiesen desembocado en terribles consecuencias ―¿Cuál es tu edad? ―preguntó al vampiro al retirar sus manos del rostro del mismo, ya que no era capaz de deducirlo debido a su marcada inexperiencia.
―¿Asia dices? ―preguntó el ser oscuro, cuya curiosidad despertada por el otro ser le llevase a formular un sinnúmero de preguntas que permanecían finalmente ahí, en el interior de su mente ―nunca no he visitado ese lugar y en cuanto a tu acento no está mal, se te comprende perfecto ―mencionó con una sonrisa apenas evidente ―me cuesta bastante el francés aún a pesar de las constantes lecciones de mi padre... ―calló.
En ese momento sintió cómo el soplar del viento revolvía sus cabellos oscuros y agitaba los bajos de su saco una vez más. Los movimientos y sonidos creados eran perfectamente percibidos por el vampiro, cuyos ojos claros fuesen incapaces de distinguir aún la más mínima señal de luz, de forma y demás, permaneciendo envueltos en una profunda oscuridad, oscuridad que le permitiese hacer uso del resto de sus sentidos.
―Realmente no siempre se és responsable del destino que le acontece, aunque gran parte de responsabilidad tenemos ―continuó ―ante el hecho de que las decisiones que se toman desembocan a tal o cual resultado, aún sin desearlo, aún sin esperarlo, aún sin imaginarlo... mas sin embargo así es, un destino no planeado ―aquellas palabras habían sido dichas de tal forma que el vampiro pudiese escucharlas, pero dirigidas hacia sí mismo.
El sufrimiento realmente, como bien comprendía, era opcional. En aquellas ocasiones en las cuales quienes pronunciaban tales creencias no tenían ni la más remota idea del martirio al que se veía envuelto él, quien mantenía una profunda preocupación por el destino de su alma. Escuchando ahora las palabras del recién conocido vampiro, lograba descubrir una opción más, la cual no distaba demasiado de aquellas descubiertas antes a diferencia de la visión de sí mismo.
―Ser capaz de conocer más allá de una sola voz es agradable, Hero ―mencionó Mikael, cuando sus manos recorrieron la piel de aquél que dirigiera sus manos, a su vez, repasando cada curva de aquél rostro que a medida que fuese tocando, podía hacerse la imagen mental gracias a la descripción del otro vampiro ―desesperado ―se rió un poco en respuesta a las palabras del mismo, mientras continuaba tocando aquél rostro desconocido.
Esa noche se dibujaba particular, la melancolía experimentada por el ser de la noche cuyos recorridos en solitario fuesen capaces de disminuir en mínima medida, era acallada ahora con la presencia del otro. Un vampiro a quien Mikael prestase una especial atención debido a su actitud, actitud que dibujase una sonrisa de vez en vez en sus delgados labios. Sus manos continuaban recorriendo centímetro a centímetro la faz de quien conservase una eterna juventud.
―Es curioso, confieso, descubrir tu excesiva confianza hacia mí, Hero. Hacia alguien totalmente desconocido para ti ―decidió mencionar. Por lo regular él mismo solía mantener bastante marcada su distancia, debido a los continuos desafortunados encuentros que hubiesen desembocado en terribles consecuencias ―¿Cuál es tu edad? ―preguntó al vampiro al retirar sus manos del rostro del mismo, ya que no era capaz de deducirlo debido a su marcada inexperiencia.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Asia, aquel lugar en el cual reina mi pasado cruel, aquello que no recuerdo pero siento que está latente en mi interior. Sí! Es aquel lugar al cual le tengo miedo. Miedo de regresar y recordar todo aquello que me lastimará. Me destrozará y mi mundo quedará negro nuevamente.”
—No puedo decirte si es hermoso o no, la verdad es que poco recuerdo de aquellos días… Sí, días. Hahaha, muy bien! Me alegro entonces si se me entiende. Oh! Yo pensé que eráis inglés, pero que habíais vivido aquí durante casi toda vuestra vida, la verdad es que vuestro acento es sensacional!— Exclamé con emoción, sin notar nada extraño cuando dio alusión a tener un padre, yo también tenía uno que me daba lecciones, aquel era mi creador y por ende pensé que lo mismo sucedía con el contrario. Las especulaciones se me daban realmente bien. Aunque tampoco es que quisiera poner incomodo al muchacho si este no quería contarme algo, así que prefería simplemente inventar en mi cabeza. Ya que apenas nos conocíamos! A mí, por lo general, me encantaba tener conversaciones con gente nueva, pero tampoco les contaba cosas tan profundas de mí… Prefería mantenerme un poco al marguen cuando de aquellas cosas se trataba. Aparte, las cosas dolorosas me volvían alguien frío, insaciable cuando de llorar se trataba. Quebrado por más partes de las que tenía. No quería pensar en ese instante, solo deseaba vivir, vivir eternamente como me habían dispuesto desde el momento en el que clavaron los colmillos en mí.
—Eso es cierto… Claro que algunas veces sí, pero ya veis… entendéis a lo que voy, hasta parece que os estáis intentando de convencer. Me gusta eso… Destino no planeado es una frase bastante interesante… — Y asintiendo sentí como terminaba de recorrer mi rostro, esperando que él hubiese notado bien mi textura, mi ojos curvados a los costados, levemente agrandados. Era un ser bello, inexpresivo en lo que a marcas en la piel se refería. Como un marfil bañado en cera y eso me encantaba. Tomé mis cabellos y los dejé detrás de mí oreja, subiendo mis brazos, estirándome delicadamente a un lado y al otro. Tenía sueño, no podía dormir los últimos días, cada día era más complicado conciliar el sueño. — Como es “más allá de una sola vez”? No os comprendí eso… Ay! Noo no soy desesperado o eso espero. Bueno quizá sí. Pero que sea un secreto entre nosotros!— Con un deje de gracia decía aquello y le observaba, escuchando su pregunta, sus palabras que después de todo me herían un poco. Yo no era confiado, él estaba confundiendo mis formas de ser. Pero tenía razón, así es como yo era, una persona sin medida, sin miedos, sin barreras. Yo hacía lo que quería, cuando quería y cómo quería. Aún si se trataba de alguien poderoso, no me importaba.
—A que le llamáis confianza joven vampiro? Que yo sepa no os he dicho nada del otro mundo. Pero no sois desconocidos. Ya se vuestro nombre! Que tanto tengo que esperar para conoceros? Mmmm tengo veintisiete años, en total. Morí hace varios años atrás… Bueno, no importa eso. Por qué me lo preguntáis? Porque soy de esos niños que hablan con extraños? Sinceramente, me gusta hablar con gente como tú, no hablo con cualquiera, tengo mis elecciones. Vosotros sois diferente, y sufrís. A mí me llama la atención la gente que sufre. Pero por qué… Por qué sufrís? — Ya sin poder retenerlo ni un segundo más dejé que la pregunta salga volando como un globo al que se le escapa el aire. Mirándole con mis dos ojos fijos, pestañeando con curiosidad, riendo muy suavemente por como actuaba, seguro el muchacho se enojaría, pero ya no podía evadir mis pensamientos, que me pedían a gritos que supiera todo de él. O al menos entender en las cosas que pensaba. Pues a pesar de no poderle leer la mente, podía notar algo de incertidumbre. — Soy joven, pero no significa que no entienda las cosas, pues me han pasado muchas. Pero casa uno tiene algo especial, algo diferente. Es por eso que me intrigan las personas, siempre se tiene sentimientos similares, pero siempre por diferentes cosas, no os parece aquello curioso?—
“Y esas son las virtudes de la inocencia”
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Re: La inmortalidad [Mikael]
Y la noche transcurría dejando pasar sus horas silenciosas, rotas en ese momento por las palabras que interrcambiaban aquél par de criaturas en medio de la oscuridad. Una noche un tanto diferente ante la percepción de quien, sosteniendo un bastón entre sus manos, permaneciese de pie a la escucha de las respuestas de su recién conocido interlocutor.
Una nueva ráfaga de viento soplaba en ese momento, mas Mikael hacía caso omiso al movimiento que, gracias al mismo, se produjece en aquella capa de color negro que vistiese sobre un traje del mismo color. Las palabras de aquél vampiro le parecían tranquilizadoras, cargadas de una extraña paz que hacía mucho no lograba sentir ante la presencia de un ser inmortal.
Ya bien sabía, por alusión del mismo vampiro, que sus continuos paseos se debiesen al deseo de no sentir aquello que le atormentara, que aquella alegría latente expresada por sus palabras y actitudes, no eran más que una forma de mantenerlo sus demonios enterrados. Una tendencia no muy distinta a la de Mikael quien, de una forma u otra, mantenía ocultos sus fantasmas también.
―¿El conocerte? ―el vampiro sonríe de forma apenas visible ―conocer más allá de una voz, Hero. Más allá de simples palabras que lleguen a mi oído. Soy capaz, soy perfectamente capaz de crear una imagen mental, mas hacerlo por medio de las manos, observar a través de las mismas me da un mínimo margen de error ―confesó sin más, a la espera de una respuesta del joven vampiro.
Mikael no pudo reprimir una risa suave ante las palabras que escuchaba de aquél casi desconocido de cuando en cuando. La simple idea, la simple concepción de guardar un secreto no había podido hacer menos que dibujar una sonrisa en los labios del ser oscuro, quien sintiese en ese momento el suave rozar del viento sobre la frialdad de su rostro.
―Tal vez no era la palabra adecuada entonces... o no fui capaz de explicarme ―aclaró Mikael al escuchar la respuesta de Hero ―mi intención fue simplemente a hacer alusión a tu actitud tan abierta, tan resuelta a diferencia de algún otro ser que, al igual que tú y que yo, comparten esta misma existencia maldita ―finalizó sin más. Sus palabras casi carentes de toda emoción.
La pregunta cayó de pronto con todo su peso sobre el vampiro recién transformado. Al haberse dado cuenta de la edad del otro ser oscuro y percatarse de que se trataba de un "neófito" también. Aquellas palabras que dejaron a Mikael meditando un momento ¿por qué sufría? ¿pertenecer ahora a una estirpe cuya misma existencia estuviese reprobada por la raza a la que anteriormente pertenecía?
―El porqué... ―repite con tranquilidad, más para sí mismo que para su acompañante ―tal vez, Hero... la sensación de que he perdido un fragmento importante de mi alma al convertirme en lo que soy... un ser condenado a la oscuridad... ―confiesa, sintiendo retornar aquella rabia a causa de la impotencia de verse obligado sin remedio a tal condición.
Una nueva ráfaga de viento soplaba en ese momento, mas Mikael hacía caso omiso al movimiento que, gracias al mismo, se produjece en aquella capa de color negro que vistiese sobre un traje del mismo color. Las palabras de aquél vampiro le parecían tranquilizadoras, cargadas de una extraña paz que hacía mucho no lograba sentir ante la presencia de un ser inmortal.
Ya bien sabía, por alusión del mismo vampiro, que sus continuos paseos se debiesen al deseo de no sentir aquello que le atormentara, que aquella alegría latente expresada por sus palabras y actitudes, no eran más que una forma de mantenerlo sus demonios enterrados. Una tendencia no muy distinta a la de Mikael quien, de una forma u otra, mantenía ocultos sus fantasmas también.
―¿El conocerte? ―el vampiro sonríe de forma apenas visible ―conocer más allá de una voz, Hero. Más allá de simples palabras que lleguen a mi oído. Soy capaz, soy perfectamente capaz de crear una imagen mental, mas hacerlo por medio de las manos, observar a través de las mismas me da un mínimo margen de error ―confesó sin más, a la espera de una respuesta del joven vampiro.
Mikael no pudo reprimir una risa suave ante las palabras que escuchaba de aquél casi desconocido de cuando en cuando. La simple idea, la simple concepción de guardar un secreto no había podido hacer menos que dibujar una sonrisa en los labios del ser oscuro, quien sintiese en ese momento el suave rozar del viento sobre la frialdad de su rostro.
―Tal vez no era la palabra adecuada entonces... o no fui capaz de explicarme ―aclaró Mikael al escuchar la respuesta de Hero ―mi intención fue simplemente a hacer alusión a tu actitud tan abierta, tan resuelta a diferencia de algún otro ser que, al igual que tú y que yo, comparten esta misma existencia maldita ―finalizó sin más. Sus palabras casi carentes de toda emoción.
La pregunta cayó de pronto con todo su peso sobre el vampiro recién transformado. Al haberse dado cuenta de la edad del otro ser oscuro y percatarse de que se trataba de un "neófito" también. Aquellas palabras que dejaron a Mikael meditando un momento ¿por qué sufría? ¿pertenecer ahora a una estirpe cuya misma existencia estuviese reprobada por la raza a la que anteriormente pertenecía?
―El porqué... ―repite con tranquilidad, más para sí mismo que para su acompañante ―tal vez, Hero... la sensación de que he perdido un fragmento importante de mi alma al convertirme en lo que soy... un ser condenado a la oscuridad... ―confiesa, sintiendo retornar aquella rabia a causa de la impotencia de verse obligado sin remedio a tal condición.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Conocer más allá, es tan difícil como para nosotros ver la luz del día. Porque significa entender a esa persona completamente, desde la piel hacía dentro. Y solo el amor es el sentimiento que te permite ver por todos lados, esforzarte en escarbar hasta encontrar el carbón. Y teniendo el carbón entre manos, pulirlo hasta convertirlo en oro”.
El muchacho era extraño, completamente diferente a lo usual en los inmortales neófitos, quienes se pensaban que eran los reyes del mundo y los más fuertes de todos y casi el noventa por ciento de las veces terminaban siendo aniquilados por la inquisición o por los de su propia especie, aunque él seguía teniendo algo que también recordaba de una persona en especial, y era ese sentimiento de autodestrucción que parecía albergar. Aquello me recordaba a mi cuervo negro, tan sentimental con todo lo que le sucedía y a la vez parecía mantenerse sereno, intentando controlar hasta el más pequeño de sus sentimientos. Yo no comprendía eso, jamás lo había terminado de razonar. Me parecía estúpida la necesidad de ocultar las cosas comunes, las cosas simples, pues ya tenía que esforzarme en otras. Pero es que a muchos vampiros les molestaba el hecho de perder, de ser mal tratados, el solo hecho de que alguien les conteste mal parecía afectarles. Y a mí simplemente no me importaba, lo que sea que digan de mí… No interesa, pues solo yo y quienes me conocen saben la verdad saben y eso es lo único que me hacía sentir tan vivo como parecía. ― Justo estaba pensando en eso… Muchos son así, tan cerrados, tan doloridos por fuera que hasta me sorprende que sigan vivos! Es decir, yo me aburriría si estuviese así toda la eternidad! ― Exclamé pensativo y me quedé mirando el cielo, tan hermosa la luna que me hacía delirar de a belleza que reflejaba en nuestro alrededor, era como si revitalizara hasta el último hueco del mundo.
―No es tan malo si lo tomáis de forma positiva… Pensadlo a corta distancia, porque si lo pensáis a larga… Bueno, es una eternidad. Decidme, que hacíais de humano? Entiendo eso de que estáis como “obligado” o “condenado”, es gracioso como muchos humanos buscan la inmortalidad y quienes la consiguen luego la odian o desde nunca la han querido. Es algo como del destino… ― Le respondía a sus palabras, sentándome en el suelo al lado de una roca, me había cansado de estar de pie. Apoyaba la cabeza en la piedra y suspiraba, mirando hacia arriba, perdiéndome en las estrellas. ― No os sentaréis? Yo aún no quiero irme… Estaba pensando en lo mucho que me gusta el ruido de los cuervos… Algunas veces parece que tienen hambre, otras que simplemente quieren que nos vayamos. Seres que marcan territorio… A vosotros os gustan? Por cierto, no leéis mentes no? ― Mi mirada se fue inquiridoramente a mi acompañante. No era como si me molestara que me leyera los pensamientos que en ese momento rondaban por mi cabeza, pero siempre lo preguntaba, por qué me molestaba mucho aquel poder, pues era el mismo que Lestat, Lara, Deiran y Nicolás tenían. Como un poder habitual entre los seres de la noche. No entendía por qué todos despertaban aquel don, pero no había dudas de que me daban un poco de envidia. Como sería poder leerle la mente a Nicolás?
―Entonces ya habéis conocido a otros seres oscuros? Que os gusta hacer, mi querido inmortal? En que gastáis vuestras limitadas noches hasta el amanecer? Contadme, romped este silencio que me atormenta, pues le odio. Porque los no sonidos me alarman. Me desespera saber que del silencio pueden salir mis pensamientos lejanos! ― Dije casi con temor a que estos salgan. El pensar en todas las cosas que no recordaba, todo aquello que era lejano y poco acogedor, sentía que podría llegar a morir en llantos si alguna vez terminaba de entender aquellas cosas, fragmentos que venían a mi cabeza en sueños. Estaba seguro que nada bueno saldría de recordar y de poder borrarlos definitivamente seguro estaría más relajados. No tenía control sobre que podría suceder si aquellos pensamientos daban a la luz. ― Conocéis el teatro de los vampiros? Allí trabajo yo… Es un lugar repleto de seres como nosotros… Algún día deberíais ir! ― Dije emocionado, dejando fluir una pequeña risita chillona que se entrelazó con el ruido del revolotear de las aves a nuestro alrededor. ―Aunque quizá si no le gusta nuestra raza no os sientas muy cómodo. Pero os puedo prometer conseguir un buen lugar, alejado de los vampiros! ― Subí un dedito, olvidando que el otro no me podía ver, recordando cuando una leve risa salió de mi boca. Que tonto que era, me olvidaba de todo tan rápido como me lo decían.
“No busques más donde no encontrarás nada. Revuelves el cascarón vacío y sabes que no hay nada dentro, pero aun así lo intentas y aunque me pone extrañamente feliz, sé que no hay nada en ese lugar que pueda servirte”
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Re: La inmortalidad [Mikael]
―Tendrá que ver con personalidades, Hero. Confieso que estando en vida, siendo humano todavía... ―calló un momento, luego continuó dirigiéndose al vampiro ―mi actitud no era demasiado diferente. En realidad no ha cambiado mucho en mí con excepción, tal vez, de mi tendencia a permanecer en soledad que he comenzado a romper apenas hace poco tiempo...
Aquella conversación se tornaba verdaderamente extraña para aquél que jamás lograse establecer un vínculo de confianza tal, que le diese por confesar aquellas ideas que guardase en el interior de su mente. Aquél con el cual conversara en ese momento le producía en ocasiones un poco de gracia, la alegría que parecía externar a pesar de los pensamientos o emociones que le oprimiesen el corazón.
―Es cosa del destino claro, un destino para el que no se tiene plan, al menos en mi caso, debido al desconocimiento de esta condición ―afirma al escuchar Hero sentarse en ese lugar ―son más dudas las que guardo en mi interior que respuestas, por lo que de pronto la sensación de permanecer envuelto en un sueño del que pronto despertaré me domina con frecuencia.
Mikael hizo lo que el no tan desconocido vampiro hiciese primero. Usando el bastón como guía, terminó sentándose con cuidado para luego dejar el mismo sobre su regazo, mientras prestaba especial atención a las palabras de aquél. El soplar del viento contra las ramas de los árboles continuaban dando aquella imagen mental de irrealidad, mientras que se enfocaba también al sonido de las aves nocturnas.
―Las criaturas suelen huírme, Hero ―menciona ―por lo que por lo regular no suelo detenerme a escucharles, mas que cuando éstas se alejan de mí con rapidez ―se ríe un poco, cortando así con la seriedad en el semblante que mostrara en todo momento anterior ―y no, Hero... la capacidad de leer mentes me ha sido negada y siendo sincero, desconocía que pudiésemos contar con dicha capacidad.
Realmente ignoraba todo acerca de su condición. Habiendo sido transformado y abandonado sin más, con una nula instrucción mas la de que debía alimentarse y de qué forma, Mikael ignoraba todo sobre sí mismo. Aquella ansiedad experimentada en él giraba alrededor de tal desconocimiento de sí, de aquél hueco en su interior que no le permitiese entender el porqué de su existencia.
―¿Acostumbras evitar tus pensamientos que atormentan? ―preguntó sin más, mientras meditaba un poco antes de responder ―no he conocido a demasiados inmortales, alguno aquí... en este mismo lugar ―recordó la ocasión en que conociese a Deiran ―y tal vez... en las calles alguno otro más... realmente, debo confesarlo, tengo una marcada tendencia a evitarles. Así que, como bien imaginas, ¿un teatro de vampiros? suena interesante pero encontrarme totalmente rodeado de ellos no me será una sensación agradable ―mencionó, luego calló al escucharle a continuación ―aunque, si es posible mantener mi distancia de ellos como mencionas podría presentarme sin problema, Hero ―afirmó.
Aquella conversación se tornaba verdaderamente extraña para aquél que jamás lograse establecer un vínculo de confianza tal, que le diese por confesar aquellas ideas que guardase en el interior de su mente. Aquél con el cual conversara en ese momento le producía en ocasiones un poco de gracia, la alegría que parecía externar a pesar de los pensamientos o emociones que le oprimiesen el corazón.
―Es cosa del destino claro, un destino para el que no se tiene plan, al menos en mi caso, debido al desconocimiento de esta condición ―afirma al escuchar Hero sentarse en ese lugar ―son más dudas las que guardo en mi interior que respuestas, por lo que de pronto la sensación de permanecer envuelto en un sueño del que pronto despertaré me domina con frecuencia.
Mikael hizo lo que el no tan desconocido vampiro hiciese primero. Usando el bastón como guía, terminó sentándose con cuidado para luego dejar el mismo sobre su regazo, mientras prestaba especial atención a las palabras de aquél. El soplar del viento contra las ramas de los árboles continuaban dando aquella imagen mental de irrealidad, mientras que se enfocaba también al sonido de las aves nocturnas.
―Las criaturas suelen huírme, Hero ―menciona ―por lo que por lo regular no suelo detenerme a escucharles, mas que cuando éstas se alejan de mí con rapidez ―se ríe un poco, cortando así con la seriedad en el semblante que mostrara en todo momento anterior ―y no, Hero... la capacidad de leer mentes me ha sido negada y siendo sincero, desconocía que pudiésemos contar con dicha capacidad.
Realmente ignoraba todo acerca de su condición. Habiendo sido transformado y abandonado sin más, con una nula instrucción mas la de que debía alimentarse y de qué forma, Mikael ignoraba todo sobre sí mismo. Aquella ansiedad experimentada en él giraba alrededor de tal desconocimiento de sí, de aquél hueco en su interior que no le permitiese entender el porqué de su existencia.
―¿Acostumbras evitar tus pensamientos que atormentan? ―preguntó sin más, mientras meditaba un poco antes de responder ―no he conocido a demasiados inmortales, alguno aquí... en este mismo lugar ―recordó la ocasión en que conociese a Deiran ―y tal vez... en las calles alguno otro más... realmente, debo confesarlo, tengo una marcada tendencia a evitarles. Así que, como bien imaginas, ¿un teatro de vampiros? suena interesante pero encontrarme totalmente rodeado de ellos no me será una sensación agradable ―mencionó, luego calló al escucharle a continuación ―aunque, si es posible mantener mi distancia de ellos como mencionas podría presentarme sin problema, Hero ―afirmó.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Sería increíble poder recordar cómo era cuando era humano. Poder recordar completamente mi personalidad, mi forma de ser y mis pensamientos. Aunque tengo miedo, miedo de experimentar un gran cambio al ver eso. Entonces, que es lo que quiero realmente? No lo sé.”
Le escuchaba atentamente cuando sus palabras fluían, sentía que tenía que ver ese momento como algo único, porque luego quizá nunca más podría escucharlo hablar de ese modo, tan firme, tan sereno y verdadero. En las demás oportunidades que le había escuchado, parecía alguien que pensaba demasiado, si estaba diciendo las cosas bien, mal o que reacción haría en el contrario, cosas así que a mí no me afectaban para nada, no me preocupaban aquella reacciones, simplemente yo nunca me enojaría por opiniones o gustos diferentes. – Mmm dicen que las personas no podemos permanecer mucho tiempo solas completamente. Nos morimos de tristeza. Como los animales! – Comenté casi al aire mientras mis dedos jugaban con el pastizal que había a nuestro alrededor, la calma era el centro de acción número uno en el área donde estábamos y yo solo deseaba que la tierra nos trague para volver a ser parte de ella, así como en un momento habíamos sido, antes de nacer, antes de existir. Éramos dos inmortales con un claro deseo de expansión a otra tierra, pero nuestros métodos eran claramente diferentes. Él deseaba redención y yo solo quería amor.
- Pero no es un sueño! Sería tonto si pensarais por toda la eternidad que es un sueño. Aparte, los sueños son lindos y perfectos. Sería una pesadilla, no creéis? Aunque mmm como es eso que leí hace poco… “¿Somos felices con momentos de tristeza, o infelices con momentos de felicidad?” – Replicaba pensativo, tomaba un pequeño palito del suelo y lo empezaba a doblar, jugando como si fuese lo más interesante del mundo. Sabía que el otro no podría verme, así que no tenía vergüenza de hacer aquellas cosas tontas. – Porque huirían de alguien tan bonito? Jijiji, dije un piropo~ - La risa dulce y angelical salía de mis labios en el mismo instante que cubría mis cerezas con ambas manos, moviendo la cabeza a los lados por la vergüenza pequeña que sería por decir tales cosas. Me preguntaba si el otro recordaba cómo era, si tenía idea de sus facciones, me imaginé que sí, pues no había sido ciego desde siempre. – Hay muchos tipos de “poderes” o como les queráis llamar. Los inmortales viejos pueden dañarte con solo una mirada, eso duele mucho según me dijeron. Por suerte hasta ahora no lo he sufrido. Hay otros que tienen algo en la sangre que te hace dependiente de ella, es como una droga. Y bueno hay más! Yo solo he conseguido tener habilidades tontasss~ Buu y tú? No sabes que habilidades haz creado? – Le observé, moviendo mi cabeza hacia arriba para poder chocarme con sus ojos muertos, sonriéndole, pues aun cuando no me podía ver, estaba seguro que mí sonrisa se podría hacer notar de igual forma.
-Sip, no me gustan esos pensamientos feos feos feos. Los evito, es más sano para todos. Ohhh Yo conozco a muchos~ Viejos, medianos, neófitos. De todo un poco. Los más viejos son los más raros. De alguna forma es una ventaja que no los podáis ver. Ellos parecen estatuas, tienen el rostro como el marfil, como un hueso. Es increíble y da un poco de miedo también. Algunos, los más viejos de todos siquiera necesitan beber, con un poco cada muchos años les es suficiente. Increíble, no? – Le comenté en tanto me levantaba de allí y me subía a una lápida tomando de una punta de rama un fruto. Jugueteando con él, mientras caminaba alrededor del vampiro, calmado, pero inquieto. Tocando la textura de los árboles, terminando dos lápidas alejadas del muchacho. – Pero donde vivís? Yo debería haceros llegar una invitación si es así. Awnn ~ Quizá pueda presentaros a un vampiro muy muy viejo. Aunque quizá no queráis. A todos les cae un poco raro el cuervo… Pero pero pero… Bueno, nada. Quería decir que es bueno, pero en realidad sería una mentira. Mejor dejémoslo en que solo me vayáis a escuchar a mí! Y a los demás~ Buuu… - Jugueteando con mis palabras volvía hacia él por arriba de los mármoles, haciendo perfecto equilibro en aquel lugar, volvía a corretear hasta quedarme parado en un costado, ladeando la cabeza, volviendo a mirar al cielo. Este parecía estar esperando por el sol, de tan iluminado que se encontraba. –También podríais ir con alguien. Como para no sentiros inseguro. Aunque creo que vosotros desconfiáis de vuestra propia sombra…-
“Buscamos la razón de vivir, buscamos la forma de poder disfrutar nuestra vida. Algunos no quieren darse ese lujo. Otros lo buscan con desesperación.”
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Re: La inmortalidad [Mikael]
―Una pesadilla, por supuesto. Y realmente es así, sería una larga pesadilla de la que continuamente lucharía por despertar ―confiesa con tranquilidad.
En ese momento el vampiro había hecho lo que pocas veces con el resto de seres de su condición. La característica de Mikael, el hablar apenas y pronunciar el mínimo de palabras para expresar lo que deseaba, no se había visto patente en esa conversación y él mismo logró percatarse de aquello. Sonriendo de forma apenas visible, permaneció escuchando las palabras del otro con bastante interés, dándose cuenta, en efecto, de las diferencias entre los distintos seres de su condición.
―¿Morir de tristeza? ―pregunta sin emoción evidente en la voz ―es posible... posiblemente sea la razón que me ha impulsado a salir de Inglaterra para asentarme en Francia, luego de imaginar que podría encontrar seres que compartiesen mi maldición ―continuó, nuevamente y sin darse cuenta ésta vez, hablando con soltura ―y no me equivoqué, al parecer...
El vampiro se rió un poco al escuchar el piropo de Hero, agradeció con una leve inclinación de su cabeza y continuó sentado, frente a él, sosteniendo el bastón entre sus manos otra vez. El viento había aumentado de intensidad y el sonido que provocaba contra las ramas móviles de los árboles creaban un ambiente verdaderamente perturbador para aquellas almas sensibles. Mikael simplemente se dedicaba a escuchar e imaginar la imagen prohibida para su visión.
―Entonces cambian mucho con el paso de los años. Yo, lo confieso, me recuerdo tal y como fui el día anterior a ser transformado y no siento ninguna clase de cambio en mí ―mencionó, mientras que llevaba una de sus manos hacia su frío y pálido rostro ―en realidad no sé qué tanto mi rostro es igual, o distinto a aquél que fue cuando conservaba mi humanidad, Hero ―mencionó sin emoción en su voz ―¿has cambiado tú? la visión debe ser sorprendente...
Las palabras que escuchó a continuación le provocaron bastante sorpresa. El instinto que a los vampiros les llevaba a alimentarse poco a poco desaparecería, o la necesidad de hacerlo en sí. Ante el paso del tiempo, el cual seguramente debería ser bastante, no había necesidad de atacar a nadie. Una sensación de alivio invadió la mente de Mikael, quien esperaba aquél momento en el que no necesitase de la sangre para continuar su existencia aunque, evidentemente, faltaba mucho por recorrer.
―¿Una invitación? De acuerdo, sería bastante interesante luego de lo que me has dicho antes ―confesó, y prestó atención a las palabras del joven cuando se refería a ciertas presentaciones, lo normal... lo formal ―no he tenido la oportunidad de conversar con un vampiro antiguo todavía, no al menos que me haya dado cuenta y sí, en realidad, a pesar de mi tendencia a la soledad y a evitar a aquellos de nuestra especie puedo aceptar ―hizo una pausa, luego continuó ―en cuanto a llevar compañía al teatro, he decidido asistir solamente yo, para evitar contratiempos.
Una risa ciertamente divertida fue lo que dejaron escapar los delgados labios de Mikael al escuchar las palabras del otro vampiro. Desconfiar incluso de su propia sombra... era realmente la mejor descripción que se podía hacer en referencia al ser nocturno, quien, evidentemente y con excepción de noches como aquella, prefería mantenerse en soledad.
En ese momento el vampiro había hecho lo que pocas veces con el resto de seres de su condición. La característica de Mikael, el hablar apenas y pronunciar el mínimo de palabras para expresar lo que deseaba, no se había visto patente en esa conversación y él mismo logró percatarse de aquello. Sonriendo de forma apenas visible, permaneció escuchando las palabras del otro con bastante interés, dándose cuenta, en efecto, de las diferencias entre los distintos seres de su condición.
―¿Morir de tristeza? ―pregunta sin emoción evidente en la voz ―es posible... posiblemente sea la razón que me ha impulsado a salir de Inglaterra para asentarme en Francia, luego de imaginar que podría encontrar seres que compartiesen mi maldición ―continuó, nuevamente y sin darse cuenta ésta vez, hablando con soltura ―y no me equivoqué, al parecer...
El vampiro se rió un poco al escuchar el piropo de Hero, agradeció con una leve inclinación de su cabeza y continuó sentado, frente a él, sosteniendo el bastón entre sus manos otra vez. El viento había aumentado de intensidad y el sonido que provocaba contra las ramas móviles de los árboles creaban un ambiente verdaderamente perturbador para aquellas almas sensibles. Mikael simplemente se dedicaba a escuchar e imaginar la imagen prohibida para su visión.
―Entonces cambian mucho con el paso de los años. Yo, lo confieso, me recuerdo tal y como fui el día anterior a ser transformado y no siento ninguna clase de cambio en mí ―mencionó, mientras que llevaba una de sus manos hacia su frío y pálido rostro ―en realidad no sé qué tanto mi rostro es igual, o distinto a aquél que fue cuando conservaba mi humanidad, Hero ―mencionó sin emoción en su voz ―¿has cambiado tú? la visión debe ser sorprendente...
Las palabras que escuchó a continuación le provocaron bastante sorpresa. El instinto que a los vampiros les llevaba a alimentarse poco a poco desaparecería, o la necesidad de hacerlo en sí. Ante el paso del tiempo, el cual seguramente debería ser bastante, no había necesidad de atacar a nadie. Una sensación de alivio invadió la mente de Mikael, quien esperaba aquél momento en el que no necesitase de la sangre para continuar su existencia aunque, evidentemente, faltaba mucho por recorrer.
―¿Una invitación? De acuerdo, sería bastante interesante luego de lo que me has dicho antes ―confesó, y prestó atención a las palabras del joven cuando se refería a ciertas presentaciones, lo normal... lo formal ―no he tenido la oportunidad de conversar con un vampiro antiguo todavía, no al menos que me haya dado cuenta y sí, en realidad, a pesar de mi tendencia a la soledad y a evitar a aquellos de nuestra especie puedo aceptar ―hizo una pausa, luego continuó ―en cuanto a llevar compañía al teatro, he decidido asistir solamente yo, para evitar contratiempos.
Una risa ciertamente divertida fue lo que dejaron escapar los delgados labios de Mikael al escuchar las palabras del otro vampiro. Desconfiar incluso de su propia sombra... era realmente la mejor descripción que se podía hacer en referencia al ser nocturno, quien, evidentemente y con excepción de noches como aquella, prefería mantenerse en soledad.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“Descubre de una buena vez que la vida sigue aun cuando se te detiene el corazón. Si no lo haces, terminarás tirándote al sol como muchos ya han hecho. Yo pienso que está bien, que está mal. Que depende de uno mismo.”
Su respuesta no me había satisfecho en lo absoluto. Una pesadilla?! Como podía ser que él pensara en que estaba viviendo eso? Era de cerne y hueso y aunque su corazón no latía y sus venas no provocaban una corriente que lo hacía respirar… Aun así. Estaba vivo. Tenía sentimientos y era un ser pensante, tal como decían las descripciones de un humano. Me daba odio saber que él no lo sentía así, me hacía recordar a las personas de la inquisición, que nos trataban como alimañas, como Mikael creía que éramos. Y yo no estaba de acuerdo!! Nunca lo estaría y en mis ojos se notaba de a muchos kilómetros de distancia que lucharía hasta el fin de mis días contra ese maldito pensamiento que provocaba que miles de vampiros se tiren al fuego sin siquiera probar un poco de esta vida que nos habían dado. No diría que era una bendición, o el paraíso, pero era nuestra vida. Lo único que teníamos y a lo que teníamos que aferrarnos, al menos mientras pudiésemos. — Por culpa de pensamientos como esos… Es por lo que nos cazan. A-ah! No digo que lo cambiéis, es decir, vamos, nadie puede hacer cambiar el pensamiento de nadie, yo lo sé! Pero… Peroo… Bueno! Ignora eso. — Pedí al final, sintiendo un poco de vergüenza por haber dejado que mis palabras salgan como un disparo de mi boca. Pero no me era posible evitar, la melancolía de saber que nuestra propia especie quería darnos fin. Los malditos condenados, pertenecientes a la iglesia, vampiros, lycanes y todo tipo de sobre naturales. Ellos estaban en contra de nosotros, me sacaba de quicio aquella forma de ser de las personas.
Intentando que el tema se desvíe hacía cualquier lado le observé y escuché sonriendo ante aquella inclinación tan propia que él me había regalado, parecía salido de uno de esos cuentos que siempre me agradaba leer en la biblioteca, escondido obviamente de las otras personas, que se burlarían si me encontraban disfrutando simples cuentos infantiles. Y luego pensé, ¿Realmente había cambiado desde que me habían convertido?, no que yo recuerde. En realidad, todo lo contrario. Había cambiado hacía unos años, al llegar a parís. Luego de que la soberbia se apoderara de mí, unos seres inmortales me habían “ayudado”, de alguna extrañísima forma. A salir de aquel pecado y ahora estaba feliz. Podía ser realmente bueno con todos a mi alrededor, mi máscara de frialdad hacía las nuevas personas se había desvanecido. Dejando a un asiático amigable al frente de todo. Pero no, absolutamente no pensaba haber cambiado en nada, pero según tenía entendido, cambiábamos con el tiempo, con la muerte de seres queridos, uno detrás de otro. Y por ello nuestra luz se apagaba, hasta quedar en la completa oscuridad. — Sí, París es un lugar con gran poder mágico. Y por ello atrae a los de ese estilo. Por las calles, sentirás más sobrenaturales que humanos caminando. Principalmente por las noches, que es nuestra especialidad, o más bien, nuestro ámbito natural. — Respondí rápidamente a lo que él advertía, el hecho de encontrarse con seres de su especie, pero como un relámpago me envolvía en sus demás preguntas o formulaciones. — Yo tampoco he cambiado en absoluto, pero creo que el cambio se da con más tiempo. Aunque yo no te puedo decir del todo como era cuando humano. No recuerdo casi nada… Pero no me importa! Ah! Pues sí, creo que veo mejor, es todo mucho más nítido, soy más fuerte, más resistente. Huelo muy bien, soy un rastreador y puedo elevarme en los aires como un pajaritoo~ — Como si un hechizo saliera de mis labios ante aquellos pensamientos, intentar recordar estaba prohibido para mí y por ello siempre el “no me importa” salía de mi boca. Mantuve en silencio el hecho de poder seducir a las personas y me dirigí de inmediato a aquel rostro que mostraba una felicidad extraña al saber que no era necesario beber sangre una vez el tiempo pasara. — Faltan muchos años para eso, Sir~~ — Aclaré levantando un dedo, y luego miré este, negando, sonriendo por haber olvidado nuevamente el hecho de que el contrario no podía ver.
—Mmm, mm! Muy bien, Sabéis? Prontito tengo que irme, Mikael. En realidad he quedado con alguien para charlar en el bosque. Me pregunto si irá… Esperemos que sí, si no, volveré aquí y quizá vosotros sigáis~ Deberíais no sé, empezar a relacionaros con la gente, no son tan malos, a mí me gustan las personas. Bueno, os haré llegar una invitación cuando menos os lo esperéis. Lo prometo. — Inquirí y con una sonrisa de lado me acerqué y besé rápidamente su mejilla, dando un saltito antes de que pudiesen golpearme. — Así se saluda aquí, en París. Es rarito, no? Pero es más afectuoso y aparte, si os saludaba con movimiento de mano no me veríais, no? Ha sido todo un placer y yo espero que cuando nos encontremos prontito, seáis un poco, más dinámico. Si no, os tendré que volver así de ese modo! Buu~ — Dije con gracia mientras pasaba la mano por mi espalda y miraba al cielo, esperanzado de que el tiempo se detuviera. Tenía que ir a enfrentarme al destino en ese momento, sería una noche muy corta, a decir verdad.
“Cambios y desniveles. Se proclaman aún en las vidas más cotidianas. Pero todos deseamos, en lo más profundo de nuestro interior ser especiales. Al menos para algunas personas… ”
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Re: La inmortalidad [Mikael]
―No, Hero ―comenzó a decir Mikael ―mi creencia no tiene que ver con el deseo de destrucción por considerarme un ser inferior. Gira en torno a mi negativa a la necesidad de atacar humanos para continuar existiendo. Nada más ―continuó con firmeza en sus palabras ―de ser así, hace bastante formaría parte de ese grupo que se encarga de destruir a los nuestros cuando no tengo la menor intención, ni estoy de acuerdo en las cosas que promulga el catolicismo ―confesó finalmente.
Si bien era cierto que algunos inmortales solían considerarse el primer y más importante eslabón en la cadena alimenticia, para Mikael aquello era totalmente diferente. La necesidad de verse obligado a saciar su sed de aquellos a quienes había pertenecido en el pasado no le hacían la existencia tranquila. Deseando infinitamente lograr encontrar alguna alternativa sin ningún resultado, el vampiro se sometía a las leyes que regían su no aceptada naturaleza.
El ser oscuro lograba adaptarse poco a poco, era un hecho innegable. Aquellos cuatro años que hubiese existido siendo lo que ahora era, había ayudado si bien no en gran medida, sí de manera relativa a la aceptación paulatina de aquella condición inmortal. El obligarse cada día transcurrido aún con las dificultades que conllevaba, lograba dotarlo de la serenidad suficiente para afrontar aquello, serenidad que necesitaba en extrema medida al haber dejado de pertenecer a la raza humana.
―Se puede sentir, curiosamente, nada más al salir a las calles ―continuó en respuesta al comentario del otro inmortal ―fue ese el motivo por el que, debo confesar, tardé un poco en tomar la confianza para aparecer de la misma manera en que hicieren ellos, con tal despreocupación pero sin dejar de lado la precaución de pasar como un humano más.
Mikael se sorprendió al darse cuenta del impulso a hablar de tal forma, como no había hecho en mucho tiempo en una conversación con un igual. Ya al haber sido transformado en lo que ahora era, su tendencia a permanecer en silencio había sido una característica bastante arraigada en su personalidad, mucho más evidente que en el pasado, cuando poseía humanidad todavía. Sería, tal vez, aquél desenvolvimiento que el otro vampiro mostrase la pauta para conducirse igual.
―Físicamente ha habido bastante supongo, cambios en relación a la resistencia y fortaleza. Rapidez para sanar casi cualquier herida, al menos lo poco que he logrado notar ―continuó con seguridad ―y en cuanto a tu pasada existencia humana, debe ser que ha pasado bastante desde entonces ¿cierto? realmente yo recuerdo prácticamente todo, con excepción de algunas experiencias vividas durante mi transformación y un poco después.
Mikael continuó hablando con soltura, situación que no le provocaba el menor desagrado, mas sí extrañeza en el mismo. En contadas ocasiones solía hablar, si no había sido lo suficientemente claro, el soltar pequeñas confesiones eran un verdadero logro para él así no fuesen mínimas experiencias de su propia existencia sin importancia mayor. Experiencias que contaba sin dejar de prestar atención a las palabras de aquél inmortal recién conocido.
―¿Te vas? Ha sido un placer, espero la invitación entonces ―respondió con cortesía mientras sentía el saludo de despedida, contacto de unos labios sobre su mejilla que le hizo dar un paso atrás y luego sonrió de forma apenas perceptible ―costumbre bastante arraigada en Francia, es extraña por supuesto, por lo regular un saludo de mano y una reverencia son suficiente saludo para mí, sin embargo podría tomarse como una actitud de más frialdad por parte mía ―Mikael sonrió de forma apenas visible y continuó al escucharle ―¿dinámico dices? de conocer mi desenvolvimiento en el pasado, entenderías que lo he sido hoy al conversar contigo. Suerte con tu cita, espero todo salga como esperas.
Dicho aquello, Mikael se inclinó en una reverencia formal como de costumbre y, sosteniendo el bastón entre sus manos, se dispuso a marcharse mientras un cúmulo de pensamientos se agolpaban en el interior de su mente, lo que provocaba cierta confusión en el vampiro. Aquél había sido un encuentro verdaderamente grato y, a diferencia de los demás, Mikael agradecía que no hubiese terminado con sangre.
Si bien era cierto que algunos inmortales solían considerarse el primer y más importante eslabón en la cadena alimenticia, para Mikael aquello era totalmente diferente. La necesidad de verse obligado a saciar su sed de aquellos a quienes había pertenecido en el pasado no le hacían la existencia tranquila. Deseando infinitamente lograr encontrar alguna alternativa sin ningún resultado, el vampiro se sometía a las leyes que regían su no aceptada naturaleza.
El ser oscuro lograba adaptarse poco a poco, era un hecho innegable. Aquellos cuatro años que hubiese existido siendo lo que ahora era, había ayudado si bien no en gran medida, sí de manera relativa a la aceptación paulatina de aquella condición inmortal. El obligarse cada día transcurrido aún con las dificultades que conllevaba, lograba dotarlo de la serenidad suficiente para afrontar aquello, serenidad que necesitaba en extrema medida al haber dejado de pertenecer a la raza humana.
―Se puede sentir, curiosamente, nada más al salir a las calles ―continuó en respuesta al comentario del otro inmortal ―fue ese el motivo por el que, debo confesar, tardé un poco en tomar la confianza para aparecer de la misma manera en que hicieren ellos, con tal despreocupación pero sin dejar de lado la precaución de pasar como un humano más.
Mikael se sorprendió al darse cuenta del impulso a hablar de tal forma, como no había hecho en mucho tiempo en una conversación con un igual. Ya al haber sido transformado en lo que ahora era, su tendencia a permanecer en silencio había sido una característica bastante arraigada en su personalidad, mucho más evidente que en el pasado, cuando poseía humanidad todavía. Sería, tal vez, aquél desenvolvimiento que el otro vampiro mostrase la pauta para conducirse igual.
―Físicamente ha habido bastante supongo, cambios en relación a la resistencia y fortaleza. Rapidez para sanar casi cualquier herida, al menos lo poco que he logrado notar ―continuó con seguridad ―y en cuanto a tu pasada existencia humana, debe ser que ha pasado bastante desde entonces ¿cierto? realmente yo recuerdo prácticamente todo, con excepción de algunas experiencias vividas durante mi transformación y un poco después.
Mikael continuó hablando con soltura, situación que no le provocaba el menor desagrado, mas sí extrañeza en el mismo. En contadas ocasiones solía hablar, si no había sido lo suficientemente claro, el soltar pequeñas confesiones eran un verdadero logro para él así no fuesen mínimas experiencias de su propia existencia sin importancia mayor. Experiencias que contaba sin dejar de prestar atención a las palabras de aquél inmortal recién conocido.
―¿Te vas? Ha sido un placer, espero la invitación entonces ―respondió con cortesía mientras sentía el saludo de despedida, contacto de unos labios sobre su mejilla que le hizo dar un paso atrás y luego sonrió de forma apenas perceptible ―costumbre bastante arraigada en Francia, es extraña por supuesto, por lo regular un saludo de mano y una reverencia son suficiente saludo para mí, sin embargo podría tomarse como una actitud de más frialdad por parte mía ―Mikael sonrió de forma apenas visible y continuó al escucharle ―¿dinámico dices? de conocer mi desenvolvimiento en el pasado, entenderías que lo he sido hoy al conversar contigo. Suerte con tu cita, espero todo salga como esperas.
Dicho aquello, Mikael se inclinó en una reverencia formal como de costumbre y, sosteniendo el bastón entre sus manos, se dispuso a marcharse mientras un cúmulo de pensamientos se agolpaban en el interior de su mente, lo que provocaba cierta confusión en el vampiro. Aquél había sido un encuentro verdaderamente grato y, a diferencia de los demás, Mikael agradecía que no hubiese terminado con sangre.
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Re: La inmortalidad [Mikael]
“La creencias empiezan desde el punto en que nacemos y se extienden, en nuestro caso por toda la eternidad hasta ver por fin la luz del sol al amanecer.”
Me quedé perplejo ante el sulfúrico pensamiento de aquel a quien recién conocía. Quedándome deslumbrado por su auténtica elegancia al decir que simplemente no quería ser quien era. Que no quería existir de esa manera. Y yo le comprendía, sabía que era difícil, que era doloroso y simplemente natural. Más siendo alguien que recordaba perfectamente como era salir por las mañanas a caminar por las laderas de una costa o algo así. Pero yo, sinceramente, siempre había estado en este mundo, era mi vida y pensar en cambiarla se me hacía realmente ridículo. Como si hubiese nacido siendo un vampiro y así estaba contento de morir. Aunque me hubiese gustado hacer aquellas cosas que los humanos disfrutaban – o quizá no todos-, como caminar en la mañana, acostarse a la luz del sol, ir a trabajar por la mañana, el té de la tarde. Sin embargo, ya sabía que eran cosas que simplemente “no eran para mí” y con eso terminaba de convencerme e intentaba no pensar. Porque de esa forma, como siempre he dicho, se sufre menos. ― Oh… pero por qué decid “atacar”? Muchos hacen eso, muchos inmortales atacan y matan a sus víctimas, pero eso no es necesario, -aunque he conocido alguno que así lo creen- basta con beber sangre de un humano o animal para sobrevivir, los humanos nos dan más energía vital, nos hacen más fuertes. Se la puedes pedir a alguien muy cercano, la puedes robar sin que lo noten o puedes matarlos y beber de ellos hasta que el corazón... “Pooff” deja de latir. ― Le sonreí gustoso, sabiendo que él no vería mis facciones, pero eso no era lo importante. La luna estaba llamándome y con eso el paso siguiente que hacía resonar las varas secas del bosque.
Asentía intrigado a sus palabras, escuchándole incógnitamente, mordiendo mis labios en lo que me dispersaba hacía la imaginación de un primer día libre de ataduras como inmortal. Cosa que había sucedido, en mi caso, no hace mucho tiempo, unos tres o cuatro años. Pues los otros cinco o seis años de esa vida la había pasado encerrado con mi padre, mi creador. En la misma casa donde se suponía yo había vivido como mortal. Habían sido momentos felices, acogedores, pero nunca como los que había vivido en este último tiempo, donde todo era nuevo y perfecto para mí. ― Lo de las heridas es la parte más molesta para haceros pasar por un humano, no podemos cortarnos con nada, porque si no sería demasiado evidente. O nos gritan “brujos, brujos” o “son vampiiirooosss” ― Dije de forma burlona riendo sarcásticamente mientras cubría mis labios y le miraba perplejo por la siguiente pregunta negando con rapidez, notando al instante lo tonto que había sido por pensar que el me vería haciendo aquello. ― Hace unos doce años que soy así, mi padre, mi creador, me dijo que el perder la memoria pudo haber sido debido a que él me encontró casi muerto antes de convertirme. Yo no sé, eso no me intriga. No. No lo hace. ― Dije automáticamente, casi en contra de mi voluntad las últimas palabras, la realidad era que cada vez que me ponía a pensar eso, siempre aparecía algo fuerte en mi cabeza que me hacía cambiar o dar por finalizado aquel tema en cuestión. Yo no solía preocuparme, eso era raro, lo sabía o más bien lo sentía, pero no había nada que pudiese hacer para evitarlo.
― Ohh, eso debe ser interesante, me pregunto que habéis olvidado… Lo podéis consultar con una gitana, ellos leen todo, me dan mucho miedo! Pero hace poco he conocido a una… Quizá os la pueda presentar algún día. Pero más adelante, no quiero que os espantéis por las juntas que tengo (¿?) Hahaha, son “juntas raras”, como nosotros. Ah! Si, debo irme, quedan pocas horas para la salida del sol y tengo un trabajo que hacer, quería venir aquí, a relajarme antes de ir, pero se ha hecho un poco tarde. Creéis vos que me regañarán? Si me regañan, me deberéis una copa de whisky porque os culparé! ― Reí arraigadamente cuando el otro dio un paso atrás y aplasté muy suavemente con la punta de mi dedo su nariz, a modo de leve burla y despedida. Negando con entusiasmo por esas palabras que a pesar que eran algo crueles y demandantes, me llenaban un poco de regocijo y dulzura. Al fin y al cabo mis lágrimas habían sido sanadas por él en esa misma noche y mi humor y ánimos había resurgido como un ave fénix de las cenizas, esperando aún a su amo con un canto tan doloroso que hacía que los cielos se quebraran. ― Espero que sí! Si no, quizá nada os llegue para ir al teatro! Nos veremos pronto Monsieur Mikael, ya se ha hecho la hora! ― Inesperadamente di un salto suave y terminé parado sobre un árbol, acariciando las hojas que colgaban de las ramas, empezando a trotar encaminado a la casa del árbol que era el punto de reunión. Allí donde todo volvería a tomar su rumbo, manteniendo siempre en mente, la esperanza de volver a ver a aquel vampiro de ojos blancos que me había llamado tanto la atención. Quizá, era su parecido a alguien que había conocido hacía muchos años, alguien que apenas podía recordar. O quizá, era simple curiosidad.
“Vengan los nacidos del infierno, porque pronto nos presentaremos en la casa del santo patriarca, para ponerle fin a la existencia de la desigualdad entre las razas.”
Off rol: Si quieres responder y cerrarlo, hazlo, si no, puedes mandarlo a cerrar ahora, como gustes bella, luego organizamos el otro tema n.n Gracias!
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