Noche de Copas

por **Willem Van Oranje-Nassau** Dom Feb 03, 2013 3:34 am

Cuando ella hablaba de mi padre, era un sentimiento escalofriante el que se apoderaba de todo mi cuerpo, una dependencia que me congelaba los huesos, mi madre amo a mi padre con una locura que envidiaba y a la vez me aterraba, solo pensar en llegar a necesitar a alguien de aquella forma me hace pensar que no tendré el valor de seguir viviendo como lo hizo mi madre, amo mi vida, amo mi libertad y aun con el trabajo que nunca había realizado, viviendo como un hombre “común” me siento satisfecho, debo ser un mediocre, un hombre sin ninguna ambición, trabajando normalmente sabiendo que el techo y la comida jamás me faltaran, tomando una mujer u otra dependiendo de la oportunidad, debo ser ese tipo de hombre al que llaman despreciable, pero es el hombre que decidí ser, mientras pueda desplegar mis alas y volar libremente aceptare que estas se manchen de fango, dejare que la lluvia las empape y el polvo las impregne mientras pueda extenderlas y emprender el vuelo, no quiero llegar a ese día, al día que cada segundo presiento se acerca mas y más, como un mostró impasible que espera paciente y gozosamente mi llegada, el momento en que mis alas sean cortadas y no pueda volar nunca mas en el cielo azul libre y sin ataduras.

El turno del trabajo termino y tome una bocanada de aire mientras tomaba lo que quedaba de mi bebida, no tenía alcohol en ella, hasta momentos antes estaba trabajando y prefería mantenerme en mis cinco sentidos mientras eso ocurriera, una mujer paso frente a mí, con el maquillaje a granel sobre su rostro, con solo la sombra distante pero aun palpable de la belleza que su juventud se había llevado poco a poco. Le sonreí y ella me devolvió el gesto, a pesar de ser mucho mayor que ella habíamos compartido una pasión desmedida algunos meses atrás, cuando el deseo se fue apaciguando y los ánimos no eran tan altos la relación termino, procuro en mayor medida ser lo más amable posible con las mujeres que me han dado un poco de ellas, con cada una de las que me han brindado felicidad en mayor o menor medida. Pero todo termina y ahora mismo estoy solo, sentado en una mesa, cavilando sobre mis propios miedos, ansiedades y recuerdos, me mantengo solo en la mesa con el trago en la mano, preguntándome si el miedo que me asecha por perder mis alas podrá ser reemplazado por el horror de una vida solitaria algún día.