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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Jue Ago 06, 2015 10:52 pm

Durante toda la mañana madre había estado angustiada caminando de lado a lado con murmullos que no comprendía; sentada me hallaba mirándola apenas al bajar el libro que cargaba en manos, no sabía bien que era lo que la atormentaba de esa manera pero no era prudente en preguntar o su furia de descargaría en mí..

“Nunca interrumpas a tu madre, jamás lo hagas o siempre te quedarán marcas en el cuerpo”

Concentrada en la lectura olvidé lo que hacía hasta que su presencia estuvo más cerca de mí, estaba ella frente mío golpeando la punta de su pie contra el suelo. Alce la mirada sin entender la razón de su actitud hacia mi ¿algo había hecho que no sabía? ¿Algo malo tenía?. La mire con aquellos ojos que solía ponerle cuando no comprendía sus palabras. El silencio era incómodo. Ella me miró y se fue bufando furiosa palabras que no entendía ¿por qué no servía del todo? Eso era lo que preguntaba de lo que apenas captaba de sus lamentos.

Regresé a mi lectura hasta entrada la tarde que quise salir pero madre no me dejó, me lo había prohibido por todo el día, decía que no debía tomar el sol o me haría mal, que debía quedarme en casa al menos por ese día. No le lleve la contraría así que fui a mi habitación para encontrar algo que hacer, como tejer desde la ventana mirando el jardín, eso me ayudaría un poco, o quizás pueda escaparme por esa misma ventana como solía hacerlo antes. Como un ratón asustado me fui a la habitación, donde la pequeña ventana me esperaba pero para mí condena estaba cerrada con llave y ello lo tenía madre en su bolsillo, me la enseñó como un triunfo a mi encierro. No entendía el porqué.

En el silencio de mi habitación las horas pasaban más lento de lo habitual, todo me parecía aburrido, incluso aquellos libros que tenía bajo la cama, nada tenía sentido ya. Quedé dormitada cuando el ruido de unos zapatos me levantaron era madre, traía una charola con algo de sopa y un jugo rojo de arándanos para aumentar mis defensas, siempre en estos días me da ese tipo de jugo. Su sonrisa me asegura que se ha apaciguado su furia y que todo ha estado bien ya para ella. Acepto de buen grado comiendo todo como la buena hija que soy, pero enseguida al tomar el jugo me siento tan cansada, madre asegura que es producto de mi enfermedad, caigo rendida en cama soñando con el sol en mi rostro, con la libertad y con una persona…de quien no sé su rostro.

Despierto en medio de un salón iluminado por velas, no reconozco a nadie, tengo los ojos vendados y las manos atadas hacia atrás, siento la tela de un vestido, pero no sé qué clase es, me empujan unas frías manos y todos ríen al verme caer, alguien me extiende la mano y me lleva al centro del salón, puedo oír copas, risas, conversaciones y pequeños jadeos o gemidos de algo o alguien. Una mano fría y con largas uñas eleva mi mentón moviendo mi cabeza, no comprendo lo que dice, habla en otro idioma pero aquella persona junto a quien está a él ríen , otras manos acarician mi cuello delicadamente, tengo mucho frío pero no puedo gritar, algo no me deja.

La venda se cae y veo que poseo un vestido blanco como mi alma, la visión la llevo borrosa sin apreciar bien a las personas, solo distingo a un hombre sentado en un sillón rojo que sonríe y asiente al hombre que me está inspeccionando, luego la cadena al cuello y otro hombre tirando de ésta llevándome a donde están otras personas, sus sonrisas me aterran hasta que veo los colmillos. Quiero gritar, deseo correr pero no puedo hacer nada, no puedo abrir la boca solo las lágrimas salen cuando sus colmillos desgarran mis muñecas.

Las risas me van embriagando al verme en el centro del salón junto a otras mujeres que son mordidas en peor condición, yo solo sigo frente a todos como si fuera una exposición. Giro la cabeza y veo a otras en las esquinas siendo observadas, acariciadas, mordidas. Parecía una subasta o una especie de pesadilla —Parece un museo de humanos— susurro débilmente, he recuperado mi voz pero estoy tan cansada como para gritar o poder moverme. Solo aquellos ojos de aquel sujeto que no deja de mirarme, como si yo le perteneciera, como si todas ahí le pertenecen.

Ahora recordaba que eso era lo que madre estaba afligida, ya había silo la hora de la luna par a mí, aunque quizás mañana mi mente solo vea brumas.
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Mensaje por Catalina De Aragón Vie Ago 07, 2015 3:35 am

Querida Catalina.

Espero que su llegada a las tierras francesas no haya sido accidentada y que se haya acomodado con facilidad en la casa que había preparado para su disfrute.

Entiendo que los inicios en nuevos lugares son duros, por lo que me gustaría ponerle en contacto con más miembros de nuestra pequeña comunidad. De ese modo, no se sentirá tan sola y seguramente pueda formalizar amistades que próximamente le serán de utilidad.

Adjunto a esta carta le remito una dirección en la cual, mensualmente, se organizan eventos para el regocijo y entretenimiento de nuestra estirpe. No dude en ir y sumergirse en las costumbres y  gustos franceses. Me encargaré de que esté en la lista de invitados.

Sin más preámbulos me despido de usted deseando que tenga suerte en su nueva vida y recordándole que me tiene a su disposición para lo que requiera.

Att. Duque de Segovia


El duque se había propuesto que mi llegada a aquella ciudad fuera lo más cómoda posible y, la verdad, es que era de agradecer. Seguramente más adelante le enviara algún tipo de presente en respuesta a sus atenciones.

Nos conocimos en Madrid, durante un asalto de la inquisición a un túmulo en el cual residíamos unos cuantos vampiros. Ellos huían de una persecución iniciada en Segovia y que se alargó hasta nuestra ciudad y nosotros les dimos cobijo bajo nuestro techo "Entre hermanos no hay que tener inconveniencias" era algo así como nuestro lema. Luego más tarde descubrimos que hasta un hermano tiene precio y que siempre hay gente que se vende al mejor postor, sea del origen que sea.

El refugio nos duró poco más de 5 días y, finalmente, tuvimos que salir de allí lo más rápido posible, dejando todo atrás. El miedo une, y la amenaza de muerte aún más. Esa unión nos ha llevado hasta aquí: Yo en tierras francesas.

No puedo decir que no me guste. Para una artista como yo, aquí es todo sofisticación, cuidado y modales. Los hombres y las mujeres son más cultos y visten mejor. Incluso me atrevería a decir que tienen cierto sabor peculiar, más dulce, más suave.

Me encontraba frente al edificio que me indicaba la carta. Era un lugar majestuoso, de grandes puertas y cuidada arquitectura. El gótico era predominante en sus formas aunque parecía haber sido restaurado, seguramente el dueño sería un romántico empedernido al que no le gustara dejar el pasado en el pasado.

No le culpo, hay cosas que cada vez se nos hacen más difíciles a los vampiros que llevamos más de 200 años caminando por las calles. Los avances cada vez son más rápidos, el transporte, la iluminación... todo evoluciona a pasos agigantados y para seres arcaicos como nosotros, todo lo nuevo es... complicado.

Me he provisto de mis mejores galas para la ocasión, obviamente aquellas que me puedo permitir con el dinero que me restó de vender todas mis obras para la migración. Un vestido clásico, quizás demasiado, de color beige pálido y bordados en un dorado fuerte que resalta ligeramente mis curvas y atributos haciendo que estos se ciñan un poco más a mi cuerpo. ¿Demasiado llamativa? quizás. Pero era un ser de la noche de más de 250 años y no tenía nada que ocultar. Para ser remilgada y casta ya había demasiadas mujeres en sus casas.

Pasé el umbral y prontamente fui anunciada. Nadie se giró, no era nadie importante, no aún. Ni siquiera sabían que existía. Era un pasillo de entrada y tampoco es que hubiera demasiada gente.

- ¿Desea la señora dejar algo que porte para ser guardado hasta su salida? - me preguntó un joven que agachó la cabeza en señal de respeto mientras permanecía a mi lado.

En mi cabeza, podía ver a aquel joven decorando un lienzo. Su juventud plasmada en un fondo blanco con matices de otras tonalidades, siendo la fuerza y el espíritu del arte. Seguramente ese sería mejor destino que el que le esperaba entre aquellas paredes, pues era bastante probable que jamás fuera más de lo que era: un pobre esclavo.

- No, gracias - respondí secamente mientras caminaba unos pasos más mirando la antesala: Todo estaba iluminado con velas, lo que daba un aspecto lúgubre y tenebroso. Las llamas oscilaban al compás de alguna brisa escurrida a través de las ventanas y describían sombras que iban y venían en su incesante danza. Unos sillones estaban repartidos por los laterales, como medio de reposo y preámbulo para lo que esperaba más allá de una puerta blanca, tallada en madera, con algún que otro símbolo desconocido para mi, que medía como tres metros de ancho por dos de alto. Era una gran entrada y una gran incertidumbre lo que escondía detrás de ella.

Fuera ya no quedaba nadie. Miré la pared gobernada por un gran reloj y comprobé, con cierta desilusión, que la "fiesta" ya había empezado, que llevarían algo más de media hora desde la hora que me marcaba en la carta. No obstante, al no saber lo que me iba a encontrar, tampoco sabía lo que me había perdido y eso, en cierto modo, me calmó.

- Permítame - era el joven de antes que se había adelantado a mi para abrirme la puerta. La empujó y esta cedió con un quejido lastimero de madera vieja que pronto fue ahogado por una melodía armónica que provenía de dentro de la sala.

Allí si estaba la vida. Contaría por encima de cien personas, de las cuales habría unos treinta vampiros y el resto humanos, o más bien dicho... humanas.

Algunos miraron hacia la puerta mientras mi sorpresa seguía creciendo a cada paso que daba, contemplando la depravación, la falta de decoro y pudor que se podía esconder tras unas paredes. El vampirismo en estado puro, mi hogar.

Esta sala era bastante más grande. tenía repartidos sillones en semicírculos abrazados por unas escaleras que daban a un balcón vacío en ese momento. El suelo era de mármol y estaba gobernado por cuatro pilares que llegaban hasta el techo en una espiral que empezaba a ras de suelo y acababa en todo lo alto. Había esculturas, pinturas... me fue imposible no abrir la boca estupefacta ante tal magnificencia y, durante unos minutos, me quedé un metro pasado el marco observando sólo los decorados.

Luego pasé a ver a la gente. Las humanas, los vampiros... los músicos también eran humanos y su melodía era salpicada de sonidos varios: gritos, gemidos de placer, lloriqueos. Había bailes sensuales, hermanos obligando a mujeres a ceder su cuello a voluntad mientras sus manos se escondían bajo sus faldas blancas y ligeramente transparentes.

Algo llamó mi atención, un varón. Estaba sentado en un sillón y miraba con insistencia, como si se hubiera quedado fijo al centro de la sala. En ella, una joven de pelo negro derramaba lágrimas mientras dos vampiros tomaban la sangre de sus muñecas. Caminé unos pasos, rodeé a esa joven para mirarla mejor. Miré más allá de su cuerpo, miré su aura y había algo extraño... tenía miedo si, pero parecía no ser su primera vez. Deducí que sería el juguete de aquel hombre. Terminé de dar la vuelta a su menudo cuerpo antes de darme cuenta de que había algo en esa chica que llamaba la atención, algo secreto, oscuro, oculto...

- ¿Es de su propiedad? - pregunté al varón sentado en el sillón.

Este me miró intrigado por mi llegada y quizás por mi osadía al privarle de su espectáculo y contestó.

- Se podría decir que si - lo que no contestaba a mi pregunta pero ampliaba más el abanico de posibilidades.

- ¿Se me permitiría hacer uso de ella? - pareció sorprendido ante mi petición.

- Puede unirse a ellos si lo desea - ofreciéndome ser parte de los devoradores que violaban sus muñecas.

- Por favor, soy una dama, caballero - le respondí apuntándole ese dato - No pretenderá que goce de semejante manjar como lo están haciendo esos animales - refiriéndome a aquellos que la tenían en ese momento.

- Deberá esperar a que acaben entonces - al parecer mi gesto no le había gustado - Podrá alimentarse de los restos, si es que quedan - luego sus ojos se tornaron algo más amenazantes - Pero no tiene permiso para acabar con su vida.

- No lo pretendía - no tenía necesidad de meterme en conflicto nada más llegar, había conseguido lo que me proponía - Le agradezco el gesto - y además: lo último que debe perderse es la educación.

Me quedé plantada a un lado, contemplando su dolor y como sus fuerzas iban menguando cada vez más a la vez que sufría la falta de sangre. Había algo en sus ojos que no había visto antes, que me invitaban a rebuscar más dentro, a buscar en los escondido, a saber más.

La sumisión acabó finalmente y ella quedó en el lugar donde la habían dejado, seguramente no tuviera fuerzas ni para moverse. Tenía las manos a los lados del cuerpo de las cuales aún goteaba algo de sangre que se perdía en el suelo. Miré al varón y parecía estar ya a otra cosa, entendiendo así que tenía libertad para poder hacer lo acordado.

Me acerqué hasta ella con paso firme y aspiré con fuerza el aroma que desprendía, el aroma a vida, a un pelo cuidado con mimo y un nivel de vida que superaría el mio aunque pareciera una esclava más. Eso me intrigó aún más y en mi estomago se formó una impaciencia y nerviosismo que no sentía desde hacía mucho tiempo... pero no podía perder las formas. Para los benefactores de aquella fiesta, las chicas no eran otra cosa que alimento, no había ningún tipo de interés más allá del expuesto en ellos, no podía mostrarme débil, presa de la curiosidad, no al menos frente a ellos.

La miré a los ojos y los vi vacíos, lejanos, perdidos en su propia consciencia, quizás en un mundo creado por su mente para evadirse de la realidad, de los demonios que la asolaban y le robaban la vida. Sujeté el volante de mi vestido para no pisarlo y me encorvé tomando la delgada cadena que se unía al collar que tenía en el cuello. Tiré suavemente pero la chica no se movió presa de su ausencia mental. Tiré con más fuerza obligándole a moverse y haciendo que prácticamente se precipitara al suelo con el mismo tirón.

- ¡Vamos! - le ordené mientras comenzaba a andar con ella de pie o no.

Los presentes se habían girado ahora si, contemplando el nuevo espectáculo y seguramente preguntándose quien narices era yo y que estaba haciendo. No me importaba, tenía a mi premio y no necesitaba más. El varón también parecía complacido con mi trato.

Subí las escaleras mientras no cedía en la fuerza ejercida sobre la cadena y encaré un pasillo en el que yacían cuerpos prácticamente sin vida de otras chicas y vampiros relamiéndose después de saciar su necesidad de sangre.

Giré a la derecha en la tercera puerta y la cerré tras nosotras. Era una habitación, como seguramente lo fueran el resto de puertas de aquel gran edificio. Di un último tirón de la cadena y coloqué el cuerpo de la joven, de pie, en el centro del espacio libre. Luego solté la cadena que se precipitó al suelo haciendo un ligero tintineo. Era de mi conocimiento que, después de obligarla a moverse, era consciente de todo lo que había pasado hasta allí. Aún así, el silencio parecía una de sus virtudes, una muy apreciada ¿O era otra cosa?

Me coloqué frente a ella, la sacaba una cabeza. Estiré la mano y noté el contacto de la piel de su cuello en mis dedos, bajo mis uña. También sentí como la piel se le erizaba cuando lo hacía, como la sangre corría aún por esas venas desgastadas. Sentí la necesidad de perforar esa piel, justo ahí, mientras mi mano sujetaba su cuello y su cabeza se vencía hacia atrás. Tal era mi condena, tal era mi adicción.

Seguí con mi ruta más allá del collar hasta que encontré el broche que lo sujetaba, intenté sin éxito retirarlo con una mano así que utilicé también la otra acortando la distancia que nos separaba y notando muy ligeramente el calor que emanaba su cuerpo.

Cuando finalmente conseguí retirarlo, lo tiré al suelo a nuestro lado y caminé unos pasos hasta el lecho que dominaba la estancia.

- Ya eres libre - le comenté - Deberías correr lejos de aquí ahora que puedes.

La distancia que iba poniendo entre nosotras hacía que la necesidad de abrirle las venas también fuera en disminución.
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Mensaje por Invitado Dom Ago 16, 2015 8:11 pm

Dolor, era todo lo que sentía, el dolor de la humillación sin razón alguna, ver aquellos seres tomando mi cuerpo como si fuera una propiedad, una cosa de su dominio y posesión. Las lágrimas no cesaban pero eran silenciosas, pero poco a poco mermó esa emoción de llorar ahora solo eran rastros de suciedad en mi rostro con mi mente enfrascada en resolver aquellos enigmas de mi estadía en aquella mansión.

“Será que soy mala”
“Hice algo malo”
“Por qué estoy aquí”
“Por qué me tratan como si fuera bien conocida, hasta mi nombre saben”
“Por qué no puedo recordar nada”
“Que soy entonces”

Olvidada ya estaba, fui tirada a un lado como un vejestorio. En un rincón observando todo pero sin observar realmente solo con la mirada perdida en las personas que se reían, me señalaban y se relamían cono hambre, cerraba y abría los ojos por cansancio, sentí las muñecas arder como fuego líquido sobre ellas, se me estaba apagando la vida o eso creía yo la verdad no me importaba toda mi presencia parecía más a la de una muñeca de trapo a punto de convertirse en polvo, tal vez si había sido mala con madre y por eso estaba ahí.

Miré de reojo a aquel tipo que no había dejado de verme durante el festín de aquellos seres, ahora estaba atento con otras jovencitas que se le acercaban con gusto ofreciéndole sus muñecas y cuellos, sus cuerpos eran profanados sin pudor alguno, pestañeaba viendo aquel acto horroroso pero no podía moverme, no estaba ahí o quizás sí pero mi mente no. Moví la cabeza a un lado rezando por alguna ayuda divina que me lleve al paraíso, o quizás ese era por mi mal comportamiento. Tirada y con la esperanza rota ya no supe que más ocurrió solo podía vislumbrar un vestido elegante y muy llamativo frente a mí ondeándose como si fuera la llama de la victoria de las guerras homéricas que tanto había leído. Alce la vista pero a penas y la vislumbraba por completo su voz se oía tan lejana, entrecerré los ojos buscando encontrar un punto de coherencia en mi…

—Qué…?— pregunté, más parecía una harapienta en medio del sofocante desierto y aquella persona era el sol que alumbraba secándome. No oí su petición hasta que su fuerza me sacó de aquel espejismo. La cara contra la alfombra y las risas de los que apenas y me observaban, parecían aplaudir a la mujer que tiraba más de aquella cadena, no pude si no seguir aunque realmente parecía que ella cargaba con un peso muerto, yo. Gateaba al principio lo más rápido en algunos momentos me fallaban las manos y rodillas terminando arrastrándome tras la mujer, ¿podría haber algo más humillante?, las lágrimas amenazaron con salir sobre mi sucio rostro pero me las aguante, estaba cansada y no les daría el gusto de verme más humillada de lo que estaba. Al subir por las escaleras pude ponerme en pie siguiendo a la mujer, voltee la vista al salón y vi como terminaban los cuerpos desplomados con ojos abiertos y sin moverse, llamaban a aun joven y este las arrastraba fuera para el instante entrar otras más, me asuste con esa visión pues ese era mi fina con aquella mujer.

El labio inferior me temblaba al pasar por el pasillo donde más cadáveres estaban apilados y aquellos seres solo reían menospreciando la vida que se haya extinguida en el suelo, mis dedos temblaron al tirar a penas de la cadena para buscar mi libertad pero no se me fue dada. Ingresamos a la habitación mis nervios me delataban aún más pues todo mi cuerpo comenzó a temblar sin razón alguna, cuando la mujer se alejó solté un suspiro de alivio pero no se convirtió en una verdadera calma porque sentía su mirada pesada sobre mí, me sentí desnuda y no me gustaba ello porque aun soy una joven pura sin mancha de pecado alguno, aún seguía siendo doncella, o al menos eso me decía madre cuando el solía salía.

Su cercanía me ponía tensa, cerré los ojos esperando lo peor de aquella invitada, que al igual que los otros debía ser un ser demoniaco, aspiré su perfume cálido de rosas recién cortadas olía a vida y…y…había otro aroma que no conocía y me inquietaba ello. Sus dedos bailando por mi cuello erizaron por completo las terminaciones nerviosas de mi columna vertebral logrando que las piernas fallen al alejarse… ¿por qué? Agaché la mirada y vi aquella cadena, me estaba dando la libertad… —¿por qué?— susurre mirándole y fue entonces que no pude más la debilidad de mi cuerpo se hizo presente, me desplome sobre aquella hermosa alfombra que parecía ser más cara que mi propia vida.

Sobreprotegiéndome de todos me arrastré hasta la pared tomando mis piernas mirándole aun con una chispa de…de ¿rebeldía? No, no era ello era de desafío por haberme libertado en aquel momento —No entiendo, por qué lo hace…que gana usted, acaso ¿esto es un juego para usted? Ver como la presa corre sin poca esperanza para cazarla y matarla, estimulará mejor su diversión, la excitará, me dará un sabor diferente, por qué no acaba con esto no ve que estoy muy débil para correr…ya no queda nada mi sangre terminará en las paredes de este lugar como pintura para luego ser cubierta por otra a nadie le interesa por qué a usted si— sorbí mi nariz con el dorso de la mano olvidándome de mis modales y de la etiqueta que madre se habían empeñado en enseñarme.
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Mensaje por Catalina De Aragón Lun Ago 17, 2015 6:31 am

Escuché su pregunta a mis espaldas. Ese ¿Porqué...? dubitativo, sorprendido, desorientado. ¿Porqué lo había hecho?¿Acaso me estaba volviendo débil frente al sufrimiento humano? No, negué con la cabeza de espaldas a ella. No podía ser por que había visto el festín y la muerte por doquier sin inmutarme, sin pestañear. No, había algo en ese fondo de ojos que me había intrigado, que me había incitado a sacarla de allí, darla una segunda oportunidad, conocer que había más allá de su contenedor de piel y carne. No obstante, mi incomprensión no tenía porque conocerla.

- ¿Es necesario que todo tenga un porque? - pregunté mientras me giraba encarando de nuevo su mirada - Si es lo que necesitas puedes decir que ha sido el destino que no quería verte morir esta noche - la religión me parecía completamente estúpida pero necesaria para los pobres mortales - Luego cuando regreses a tu hogar puedes rezarle a tu Dios, o incluso sacrificarle algún cordero si está en tu mano - era una pequeña mofa pero esperaba aplacar un poco el inconformismo de la joven.

Algo que no fue así...

Se desplomó presa de la falta de sangre y el cansancio mental al que había sometido a su cabeza después de todo lo que había tenido que contemplar. La dejé que reposara, si quería salir de allí le harían falta todas las fuerzas que tuviera. Estaba sola. Al pertenecer a otro vampiro, sacarla de allí por mis medios haría que me enemistara con el otro vástago, y no estaba en situación de empezar mis andares por París generándome enemigos.

Contemplé como, al igual que un animal moribundo, se arrastraba hasta una de las paredes y se hacía un ovillo intentando protegerse del mundo, de mi. Simplemente la observé, en silencio, esperando a ver cual sería su reacción, cual su siguiente movimiento.

Cuando comenzó a hablar mi rostro se fue arrugando, tornando de un gesto afable y calmado a uno arrugado y enfadado ¿Me estaba desafiando?¿Acaso aquella joven era estúpida?¿No tenía ningún miedo?¿Quería plantarle cara a la propia muerte?

Estallé en ira y me avalancé sobre ella tomándola del cuello y levantándola en vilo, sin ningún esfuerzo, dejando sus pies unos centímetros por encima del suelo. Sentí la presión de mi mano en su carne, como se le atragantaba la respiración en la garganta. No me amedrente y le mostré los colmillos mientras la hostigaba por su afrenta.

¡¡¿Cómo osas hablarme así niñata?!! - la furia hacía que se marcaran más mis facciones y que el blanco de mi piel fuera más evidente en contraste con mis ojos - ¡¡¿Atacas al único ser aquí que ha mostrado compasión por ti?!!

La ira me nublaba por momentos y, dentro de mi la bestia se removía clamando sangre, muerte y violencia. Me giré de repente y, aunque mi instinto primario me pedía que la tirara contra una pared para romperle todo los huesos del cuerpo, mi razón se antepuso un momento y cayó sobre la cama que había al otro lado de la habitación.

Antes de que se pudiera reponer ya estaba frente a ella de nuevo. De haber tenido aliento lo notaría chocando con sus labios, mi nariz rozaba con la suya y mis pupilas se internaban en sus ojos. Unas pupilas oscuras, llenas de salvajismo, carentes de humanidad.

- ¡¡¿Vas a hacerte la valiente conmigo?!! - mi tono de voz había cambiado. Sonaba más lúgubre, más gutural - ¿Porqué no te has mostrado así abajo? Estoy segura que esos que bebían de tus muñecas podrían haberte desgarrado la ropa, haber tomado tu cuerpo y no habrías hecho otra que llorar - eran palabras duras pero injustificadas ya que una humana como ella no podia hacer frente a un vampiro. Aunque este fuera un neonato.

- ¡¡¿Quieres que acabe con tu vida?!!¡¡¿Con tu sufrimiento?!! - busqué el cuello de su vestido y tiré de ellos mientras no dejaba de mirarla a los ojos manteniendo mi desafío. Noté como se rasgaba la tela y la descubrí ambos hombros, no llegué a romper más para que no resultara indecorosa en caso de salir de allí. Buscaba la reacción en ella, el instinto de supervivencia. Aunque fuera teniendo un recuerdo mio de horror marcado en su subconsciente.

- ¡¡¿Esto es lo que quieres?!!¡¡¿Ser alimento de inmortales?!! - Intenté amenazarla una vez más. El problema de cuando se juega con fuego es que a veces estás demasiado cerca de quemarte. Sentí la calidez de su piel en mis manos, la sangre fluyendo bajo ella. El latir de su corazón lenta y lastimeramente, el jadeo de su respiración... entreabrí los labios mojándolos con mi lengua, sintiendo la necesidad de tomar su vida, de hacerla mía. Se puso rígida algo normal para una persona que ya ha sido mordida. entonces me percaté de las pequeñas marcas que había en la zona descubierta, evidenciando que no era territorio sin explorar para un vampiro.

Luché por sosegarme y pensar de nuevo con claridad. Dejar atrás los desafíos y las amenazas y centrarme en la última frase ¿Porqué me interesaba?

- Pues la verdad es que cada vez que me desafías y me faltas al respeto dudo más del motivo que me ha llevado hasta aquí - dije sin ningún tipo de miramiento - Creo que me llamó la atención que fueras la única que no gritaba, que asumía su destino. O quizás sólo es que no tienes nada por lo que vivir ¿Es eso? - pregunté intentando arrojar algo de luz a la incertidumbre que sentía.

Me levanté de la cama y caminé por la habitación intentando evitar la suculenta visión de aquella dama indefensa.

- No se si lo sabes pero perteneces a ese hombre - supuse que necesitaría más datos aunque fuera evidente - Aquel que se deleitaba mirando como te tomaban, aquel que te ha entregado a mi - la ventana estaba tapada con unas cortinas que descorrí. A través del vidrio se veían las hojas de los árboles agitarse al compás del viento y, en el cielo, la noche seguía cerrada.

- No te engañaré - declaré - No te estoy salvando, sólo te estoy dando un día más - era cruel decirlo pero no quería tampoco mentirla - Sólo es cuestión de tiempo que dejes de interesarle y acabes como las otras.

Luego me permití de nuevo el lujo de mirarla. Su pelo negro caía lacio sobre sus hombros.

- Es cierto que no te estoy ofreciendo una salida fácil. Así que permiteme un consejo - hice una pequeña pausa - Meteté debajo de la cama y espera a que amanezca. Entonces tendrás una oportunidad.
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Mensaje por Invitado Lun Ago 24, 2015 12:10 am

Era mi fin, lo podía sentir aquella mujer sería la última persona que vería en la faz de la tierra ¡Que triste! Pensé unos momentos en ello y aunque mi alma desolada desea morir en aquel momento y acabar con aquella devastación que me comía por dentro, analicé mejor las cosas, no quería morir así, de esa forma tan…tan…tan solitaria, no le importaría a nadie ni a madre, ni a nadie, no le era importante a nadie..

“Quiero leer más”
“Quiero vivir más”
“Quiero haber amado”
“Quiero…quiero…quiero otra oportunidad, como sea de quien sea

Al final me di cuenta de que quería vivir, de que ello era lo que necesitaba, miré sus ojos molestos y su agarre en mi cuello, sentí sus garras intentar perforar mi piel con aquella furia incluso su voz podía sentir como me laceraba la piel, y eso que solo había alzado la mujer unos decibeles e su tono, pero me lastimaba, me sentía…desnuda frente a ella, que vergüenza.

Mantuve el silencio un momento, su dureza en palabras y en presencia me hacía ver tan insignificante para todos pero aun así tenía mi orgullo, mi pequeña dignidad. Las lágrimas que en silencio rodaban por mi rostro era todo lo que podía emitir ni siquiera un grito de auxilio, o de miedo, o quizás de clemencia. Solo tomé con fuerza aquella tela entre mis puños con los labios temblando, si pasaba aquello no le daría el gusto a la mujer de verme aún más humillada. Ella me había despojado de todo, fue la última que acabó con mi vida —Para usted y los suyos podré ser solo alimento, y quizás para otros más o para aquel dios que habla, pero para mí, para mi realmente no es así, soy una persona y si puedo lucharé hasta el último día de mi vida, es verdad, aquellos seres pudieron tomarme no solo de sangre si no de cuerpo pero no lo hicieron ¿por qué? No lo sé a lo mejor no soy como las otras o quizás aquel que usted dice que es mi dueño— las lágrimas salieron con mayor fuerzo —no se los permitía, no tengo idea— miraba el techo sin mirar realmente solo era un vago recuerdo de mi niñez o quizás solo un sueño, ya no sabía nada. Me desplomé por completo en el suelo mirando a la mujer

—No debo nada a nadie porque no sé lo que ocurre aquí, no sé nada realmente ¿Qué sé?, ni siquiera de usted se y sus razones de salvar al alimento o mascota de un ser abominable— sorbí mi nariz dela forma más indecorosa que puede haber —Soy valiente, no es así como somos los alimentos, valientes hasta en la hora de su muerte peleando por no morir aunque sus captores lo hayan dispuesto así, no soy más que eso y para usted también ¿Qué puedo tener que llame la atención si solo soy una niña que se atreve a contradecirla?— miré a la alfombra dejando que las lágrimas cayeran más sobre ella. Alce el rostro para verla de espalda ¿Qué podía hacer con toda esa información? Nada.

—Entonces sí, al final moriré, verdad. Cuando aquel hombre que dice ser mi dueño, deje de interesarse por mi yo terminaré seca y loca hasta matarme, no quiero eso, al menos quiero morir decentemente en la gloria de alguien, saber que no fui tan patética como para suicidarme y morir mejor peleando por algo de vida— Me levanté con las pocas fuerzas que me quedaban, acercándome a la mujer toqué su hombro y deslicé mi cabello hacia un lado dándole toda la visión de mi fino cuello —Por qué esperar a algún día si puede ser ahora, no quiero morir así al menos puedo decidir sobre mi muerte, hágalo. Me quiere dar un día de vida hasta que venga aquí nuevamente y pase toda esta humillación, entonces hágalo, hágalo ahora y deje que mi alma sea libre, por favor. Pelearé sí, pero es así como quiero que sea, al menos sabré algo y no como ahora. Esta es mi oportunidad, y esta es la que tomo— susurre con ojos cerrados entregándome como un cordero al sacrificio.

No sabía que estaba haciendo pero mis pies caminaban hasta estar más cerca de aquella mujer, realmente no estaba segura de mis actos o mis palabras, a lo mejor era la falta de sangre o el haber llorado mucho o más seguro era porque desconocía de mi propia vida y de mi persona.
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Mensaje por Catalina De Aragón Miér Ago 26, 2015 1:55 pm

Era gracioso ver como la vida humana era tan cambiante. En un momento, aquella chica estaba llorando desconsoladamente. Al siguiente, mostraba esa furia en los ojos, esa amenaza constante, esa necesidad de luchar contra un enemigo al que sabía que no podía vencer. Esa fiereza oculta más allá de lo visible. Esa fiereza que había hecho que, de entre todas las chicas que había en el lugar, yo me fijara en ella. Esa fiereza que aún viendo que yo no me había mostrado como una amenaza para ella, se esforzaba en lanzar golpes al aire en busca de algún objetivo que derribar.

Sonreí mientras volvía a poner espacio entre nosotras. Y escuchaba como me acusaba, como me hacía culpable de todo lo que la habían hecho, de todo lo que había sufrido. Mientras justificaba cada una de las cosas que antes la había expuesto simplemente con aire, con palabras que carecía de sentido, con pensamientos creados aleatoriamente en su cabeza.

- Querida, si hubiera querido alimentarme de ti, yacerías en ese suelo boqueando como un pez sacado del agua, con la mirada vacía y pensando en lo poco que has hecho en tu vida y todo lo que podías haber llegado a ser - tenía que ser dura para que viera que no todo era del color de rosas y que debía intentar tener un poco de estima después de lo que había hecho por ella - Aquel del que eres dueño no creo que le importe mantener tu cuerpo libre de mácula. Simplemente creo que nos les apetecía. Ya tenían de ti todo lo que requerían y lo han tomado a conciencia. Tanto así que apenas puedes mantenerte en pie ¿Es que no lo ves? - su fuero interno seguía desafiándome. Dentro de mi, la bestia luchaba por que la cruzara la cara de un guantazo y la sometiera bajo mi superioridad... pero ¿Qué ganaría con eso?¿Ser como los demás? Si, era un demonio. Y si, me alimentaba y podía llegar a matar sin ni siquiera pestañear. ¿Era eso el destino que deseaba para aquella doncella?

La joven volvió a la carga. Lleno su cabeza de nuevo de incógnitas que ni siquiera yo podía contestar. Cosas de su vida y motivos para estar allí que escapaban a mi control y a mi conocimiento: no era más que una recién llegada en aquel lugar y ya me estaba buscando problemas. Tenía claro que aquello no iba a terminar bien. Quizás para mi, quizás para ella.

Aún así, todo aquella lucha no era más que una fachada, una mentira recubierta de lo que realmente sentía: Miedo. Tenía miedo y lo ocultaba tras valentía. Pero sus lágrimas la delataban, su llanto hacía que el velo cayera dejando al descubierto sus sentimientos, su alma. Y en ella no se veía otra cosa que una niña perdida, lejos de su casa y sin nadie que la abrace y la de su calor.

- ¿Porqué no acabo con esto sencillamente? - pensé para mi mientras seguía mirándola llorar sobre la alfombra.

- No debes nada dices... quizás no seas tú la que contraído la deuda con ese ser. Quizás estés pagando el pago de otra persona cercana a ti. O quizás no - comencé a decir intentando darle una lógica a todo lo que estaba diciendo aquella chica - ¿Qué me ha llamado la atención de ti me preguntas? Tu valentía. Aunque creo que ya te lo había dicho antes ¿Es que no me escuchas? - la reprendí - Las supuestas ganas de vivir que dices tener - seguí diciendo mientras me separaba aún más y dejaba que mis palabras acariciaran el aire en un tono neutro.

Su tono cambió y, lo que antes había sido supervivencia, se convirtió en derrotismo. La di la espalda buscando algún otro punto en el que centrar mi atención y no castigarme a mi misma por el hecho de haber sido tan estúpida de ver algo más que carne y sangre en ella. Por haberme buscado problemas por una niñata malcriada más que terminaría en el borde de un camino desangrada tarde o temprano.

Sentí su mano en mi hombro y me giré. Vi su cuello, libre de cualquier tipo de prenda, desnudo hasta el hombro. Se había retirado el pelo y me lo ofrecía como último acto en su vida. Di un paso atrás dejando que siguiera hablando y sintiendo una punzada en el estomago que me pedía a gritos que la tomara.

- Hagalo... - esa palabra sonaba en mi cabeza una y otra vez...

Tomé su cuello con mi zurda y lo acaricié suavemente hasta tenerlo aferrada a mi mano. No apreté, no quería hacerla daño alguno. Entreabrí los labios y mis colmillos hicieron aparición como dos dagas afiladas dispuestas a cercenar la carne. Moví la mano y dejé que su cabeza se deslizara hacia un lado dándome una visión plena de la carne y la sangre que se enterraba bajo la piel. Sentí su perfume y mordí mi labio inferior presa del deseo que esa situación me provocaba. Jamás nadie se había ofrecido a mi... era la primera vez en trescientos años que alguien me daba su vida, que la ponía en mis manos.

- ¡¡No!! - grité asustada - ¡¡Apártate de mi!!

La empujé y me separé lo más rápido que pude. Corrí hacia la puerta y salí cerrando tras de mi. Jadeé como si hubiera corrido durante una hora y apoyé la espalda en la madera que me correspondió.

- ¿Qué me está pasando?¿Porqué no he podido hacer lo que deseaba?¿Porqué? - las palabras se sucedían en mi interior. Las dudas me asediaban y mientras yo clavaba las uñas en la madera incapaz de comprender - ¿Qué tiene ese chica?¿Acaso ha anulado el animal que llevo dentro? - llegué a cuestionarme.

Entonces noté como algo se movía por el suelo: Era una de las otras chicas, moribundas, perdida, intentando aferrarse a sus últimos momentos de vida, a su último aliento. Como un animal me eché sobre ella y la agarré. Antes de que pudiera gritar ya mordía su cuello y acababa con su vida mientras sus manos golpeaban su espalda sin fuerza, luchando contra el demonio que iba a matarla, con el final que no podía evitar.

Dejé caer el cuerpo y me levanté. Esa era yo, no la que había huido del interior de una habitación con una niña asustadiza y perdida. Caminé con paso firme y volví a entrar en la habitación con los labios manchados de la sangre de otra.

Busqué de nuevo el cuerpo menudo de la joven en la habitación, seguramente estuviera donde la había dejado. Aunque presumía de valentía, en mi ausencia, no se habría movido. Quizás incluso, ahora que había rechazado su ofrecimiento, se sintiera más humillada de lo que decía estar.

- ¿Ves lo que has conseguido que haga? - pensé en decirla mientras la miraba más fijamente de lo que en esa noche había hecho. Pero eso sería darle un poder que no tenía sobre mi. Mostrarle que había algo en ella que me hacía débil y que no sabía que era. Tendría que buscar otra alternativa. Seguramente terminaría sacándola de allí o matándola si es que mi instinto volvía de su viaje aquella noche.

- ¿Esas son las ganas de vivir que dices tener? - comencé a decir mientras me mantenía en la puerta - ¿Este es tu modo de luchar? - caminé unos pasos hacia ella mientras me limpiaba la sangre en la manga del vestido y, aunque mi rostro había quedado libre de corinto, mis dientes aún tenían restos de ese líquido que me mantenía con vida ¿Entregarte a mi para que acabe con tu sufrimiento? - me quedé a un metro de ella, de pie, mostrando una postura férrea y serena - Eres una cobarde. Una cobarde capaz de afrontar la verdad. Una cobarde que, de tener las faldas de su madre al lado, correría como una loca a meterse debajo de ellas - palabras duras pero necesarias - No cargaré con la muerte de una chica como tú.
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Mensaje por Invitado Sáb Ago 29, 2015 11:25 pm

“No me acobardaré, en la senda de mi camino no retrocederé
Si en mi destino está la muerte con orgullo la afrontaré.
No le temo a la muerte si a mi lado vas, aun cuando venga de la mano de mis enemigos”

Mi fin era ese, debía aceptarlo aun contra todo latido de mi corazón que me decía que no, que debía luchar, que debía huir y correr, correr lo más que pueda lejos de aquel infierno hasta que me sangren los pies o me estallen los pulmones por falta de aire solo así debería detenerme para saber que estoy salva y segura, pero no, ello no sucedería porque el ángel de la muerte ha venido para llevarme y lo aceptaré aunque sea luchando poco pero callaré a mi destino y me entregaré a sus brazos con ojos cerrados.

Las frías manos de la muerte estaban acercándome al lecho final, lo podía sentir, podía oler los campos elíseos de aquellas obras que tanto me habían embelesado, su fragancia estaba tan cerca que mi corazón se desbordaba aun en la debilidad de mi cuerpo, no tenía miedo estaba pasando la prueba, así decían que los dioses se probaban al pasar por el tártaro a los campos elíseos, así lo cantaba homero en los viajes de los héroes que peleaban contra las bestias, este era mi infierno y esas era las bestias y ahora solo quedaba el último ser que me dio la llave para el final. Esperaba el golpe pero no se dio más solo el empuje que me apartaba de ello, una prueba más de que no era acta para nada, de que era un ser impuro como madre solía decirme. Inútil.

Ojos cerrados que se abrían recordando sus duras palabras, el golpe de la puerta en seco me encerró en un profundo sueño, aun con los ojos abiertos era como si no estaba, podía ver mi cuerpo pero no lo movía, veía la habitación pero estaba en otro lado realmente, mi alma ya no estaba en mi cuerpo que solo permaneció de pie.

“Estaba pagando una deuda ajena”
“Yo era el botín realmente”
“No, esto era mi culpa, pero ¿por qué?”
“Acaso pedir estar ahí, será que por dentro me gusta todo esto, será que yo quería esta vida”

Mi cabeza latía conforme más me esforzaba por recordar pero nada, no hallaba nada más que solo las sombras confusas que me abrazaban lentamente. Pero, si aquella mujer lo decía era por algo y entonces debía creerle; busque entre mis recuerdos su rostro pero nada, tampoco había rastro de ello. Era un martirio no saber y lo estaba detestando, pero aún más estaba odiando saber que tendría que regresar a mi hogar como si nada y luego…¿luego que?. Lo incierto me desconcertaba aún más.

“Yo quiero estar aquí… ¿por qué?...algo busco… ¿qué?...placer, vida, pasión, deseo…compañía”
“No, busco la muerte, busco pagar los pecados de alguien…busco pagar…pagar mi vida”

Un golpe extremadamente fuerte fue lo que me despertó de aquella ensoñación, pestañee regresando la vista para ver a aquella mujer pero tenía algo diferente —En qué momento se fue— susurre como una pregunta más no comprendía el lapso de tiempo que había pasado, estaba aturdida, quizás la falta de sangre o el hecho de que ahora pensaba otras cosas más. Sus palabras apenas las oía, camine hasta la mujer al punto de estar tan cerca a ella que pude oler su perfume, un toque de esencias de rosas, muy delicado y sutil. Me hizo sonreír y nuevamente alcé el rostro para ver su mentón rojo —acaso es sangre— toque con burla porque aquella mujer que había evitado matarme no podía haber arrancado la vida de otro ser. Eleve los dedos hasta su mentón y al acercar a mi campo visual corroboré que aquel vitae era de alguien más. Acababa de matar a otra persona.

Mis ojos se abrieron abruptamente como enormes platos asustados alejándome completamente de la mujer, no comprendía el hecho de que haya rechazado mi vida pero si haya tomado la de otro —Us…Usted puede puede ver lo que realmente quiere la persona, no es así…usted sabe que quiero realmente y no me lo dice porque teme que le mienta. No quiero la inmortalidad, no quiero la belleza eterna o extrema fuerza, una vida triste sin poder ver el claro del sol, sin poder oler los jardines en su esplendor, sin poder pasar las tardes bajo un árbol calentando el rostro junto a un buen libro, sin poder pasear con el cantar de las aves. Aquella solitaria vida no la quiero, puede quedársela usted y los suyos—

Extendí las manos para alejarla de mí, no quería tenerla cerca y saber que habría ofrecido mi vida a ella, a una mujer dura y fría, en que estaba pesando. Sus palabras calaron a fondo en mi corazón, aquella mujer tenía razón y eso me molestaba pero no la iba a dejar así no más, no iba a dejar que ella me dijera cobarde cuando no lo era —Si, puede que si madre estuviera aquí me escondería tras sus faldas y le rogaría que me sacara de aquí llevándome a casa segura, para dormir con ella y sentirme a salvo, sentirme querida por mi progenitora ¿Qué tiene de malo ello? ¿Qué tiene de malo que busque a alguien que me quiere? ¿Qué de malo hay en que pida protección de quien dice amarme? No veo nada de malo, cuando hay amor se hace eso, se corre a los brazos del ser querido, del ser amado y se pide protección. Claro que va a saber usted de ello, no tiene a quien amar más que solo a usted misma igual que los seres despreciables de abajo. Ustedes no saben que es amar y ser amado porque no conocen esos sentimientos humanos, porque no son seres humanos— escupí sin pensar aquellas palabras, aunque no las sentía del todo sinceras no podía retractarme —Yo no tengo un modo de lucha como ustedes que todo lo resuelven a una sola forma, matando, no mi señora, yo tengo otros y ellos se presentan en el momento en el que me encuentro, como ahora. Quiero vivir, pero no quiero un minuto de vida, quiero la vida completa, vivir los años que me correspondan sin tener que saber que le pertenezco a alguien, sin saber que no soy más que ganado para seres como usted, y si tengo que luchar pues escojo luchar hasta la muerte y ser yo quien escoja como morir, no ustedes—

Las lágrimas ya no caían, ahora el ceño se fruncía en clara evidencia de molestia —No tiene que cargar con mi muerte, otro haría el trabajo de usted al final eso es lo que somos para gente como usted. Si le agradezco por al menos alargar mi sufrimiento, por hacerme ver cuál es mi lugar aquí y también por hacerme ver que debo pelear contra todos ustedes, y si me disculpa creo que es hora que baje para que ellos acaben de una vez conmigo— camine hasta la puerta sin pensarlo ni mirar a atrás.

—Disculpe a esta tonta niña por haber ofrecido su vida a alguien que al menos parecía conocer lo que es ser un ser humano, pero como humana que soy fui una estúpida al creerlo, porque ya sé que usted no conoce de ello. Con permiso— tambaleándome llegué a la puerta, la visión se me nublaba, había sido un error enojarme pero más que nada sería toda una equivocación mostrar aquella fiereza.

En el fondo algo había que no podía descifrar, algo que me llamaba la atención, quizás si, en el fondo yo mismo buscaba ello, en el fondo era puro egoísmo de mi parte e hipocresía…pero ¿Por qué no recordar?...por qué no recordaba…
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Mensaje por Catalina De Aragón Dom Ago 30, 2015 4:02 pm

Allí seguía ella, ensoñada en sus pensamientos, fundida en las sombras del inconsciente, presa de la desorientación. Tanto así que sus susurros cuando hice aparición me dieron a entender que ni siquiera había sido consciente de que me había ido, de que me había marchado, de que había sido incapaz de tomar su vida, su cuerpo, de robarle su último aliento y acunarla en mis brazos mientras sus ojos daban el último adiós a este mundo.

Pero... ¿Por qué? volvía una y otra vez a mi cabeza, como un sueño recurrente que una y otra vez se sucede en tu descanso intentando decirte algo que hay dentro de tu cabeza pero muchas veces no te atreves a admitir. ¿Por qué? Acababa de robar la vida de aquella otra chica y no sentía nada, ni dolor, ni sufrimiento, ni remordimiento. ¿Por qué me importaba tan poco lo de fuera y era incapaz de acabar con aquella que estaba dentro?

¿Por qué había tenido que entregarse? Hasta ese momento estaba segura de que mi curiosidad era lo que me mantenía en aquel lugar, lo que me había llevado a sacarla de ese nido de vampiros que tarde o temprano habrían acabado con ella. ¿Era incapaz de acabar con su vida?¿O sabía que de hacerlo terminaría dándole el aliento inmortal? Tenía la cabeza echa un mar de dudas.

Pero el destino de aquella joven estaba sellado, su muerte tenía fecha aunque no la conociera. Y sería imposible que luchara contra ella, no así, no con esas armas. No era más que un pelele en manos inmortales. Un juego, del que finalmente se cansarían y borrarían para no dejar más huellas.

Se acercó a mi, o estaba borracha de pensamientos o realmente mi huída repentina le había dado el valor para borrar el miedo que sentía por mi, para volverse lo suficientemente temeraria para creer que tiene el control, que puede jugar conmigo. Veo su sonrisa y en mi fuero interno la odio, la borraría esa sonrisa de un golpe, pero es más el saber que se está pasando por su cabeza a cada paso que las ganas de erradicarlo. Aquellos ojos despertaban demasiada curiosidad en mi.

Noté el calor de su piel, el sonido de su respiración, el olor de su sudor impregnado de una sangre seca que hacía tiempo había dejado de brotar de sus muñecas. Su mirada, su tacto siendo incapaz de creer que lo que manchaba mis labios era la sangre de otra... Sus pasos hacia atrás, su repliegue, sus ojos de terror, a sabiendas que aunque mis manos no la hubieran poseído y arrebatado de este mundo, era un monstruo. Uno capaz de sesgar almas simplemente por placer.

Acababa de comenzar de nuevo la noche...

- ¿Cómo voy a saber lo que quieres? - comencé a responder su exposición de los hechos bajo su punto de vista - Si ni siquiera lo sabes tú - le dije sin ningún tipo de reparo - Quieres vivir y al instante quieres que te quite la vida. ¿Acaso sabes lo que es estar muerto?¿Crees que yo he elegido esta vida?¿Crees que yo pretendo o alguno de los que hay abajo pretende darte esto? - caminé unos pasos hacia ella, lo suficiente cerca para que mis manos llegaran a su rostro, tomarla con una de ellas del vestido para que no huyera más y con la otra mano limpiar los restos de sangre de mis labios y manchar los suyos - Deseanos la muerte por simplemente hacer lo que la naturaleza nos dicta. Vosotros, los humanos, matáis a alguien por robar, lo hacéis por placer con los animales - seguí diciendo mientras la volvía a soltar - Nosotros no matamos por placer, no de manera normal. ¿Hubieras preferido correr el destino de la chica que ahora mancha tus labios? Siéntete culpable si lo deseas pues es por ti que yo he tenido que saciar mis ansias con ella - confesé - ¿No es lo que vosotros hacéis? Siempre echando la culpa a otros...

Toda aquella apología a su madre casi me hace vomitar. No era necesario que me explicara que si fuera posible volvería a entrar por donde había salido al nacer, que estaba mejor dentro mientras no era consciente de la realidad, que ahora siendo presa de ella. No hacía que lo dijera, eso ya lo sabía. El problema recaía en que, seguramente todo aquello fuera culpa de ella.

- ¿Y quien si no ella tiene la deuda que pagar con el ser que te controla, te succiona y tiene la potestad sobre ti?¿No podría ser esa que dice protegerte?¿Esa que dice amarte?¿O también te estás engañando con eso? - quizás eran demasiadas suposiciones o, en caso de ser ciertas, demasiadas verdades para ser asimiladas de un golpe. No obstante, aquello parecía haberse convertido en una batalla campal de la cual no podía salir nada bueno - ¿Amar? Que sabrás tú del amor. Que sabrás tú de lo que significa gozar con los placeres de la carne. El sabor de una piel que no es la tuya y que deseas ¿Acaso lo sabes? - era demasiado inocente para saber todo el daño que podía hacer el sentirse atraído por otra persona. Era el único dolor que sería incapaz de desear a alguien.

Agaché la cabeza y la moví negando todo lo que decía. Me parecía completamente absurdo aquel ataque constante hacia mi persona. Entendía su frustración y su enfado, pero no entendía su necesidad de generalizar, de meterme en el mismo saco que aquellos que la habían tomado sin su consentimiento y de los cuales yo la había salvado.

- ¿Porqué estás haciendo esto? - esperé a que preguntara el porque - ¿Porqué estás hablándome como si yo te hubiera tomado del mismo modo?¿Acaso no te das cuenta de que te he salvado?¿De que no te estoy usando como alimento? - hice una pausa dejando escapar un suspiro forzado, estaba calmándome no necesitaba discutir con aquella chica, no cuando sus palabras estaban más allá de la lógica del momento - Pero piensa lo que quieras. Si te vas a sentir mejor, puedo acabar con tu sufrimiento la próxima vez que te vea. No esta noche, no me apetece, ya he matado suficiente ¿No? - le dejé caer, si quería verme como una más, así sería - ¿Quieres vivir la vida completa? Sal de aquí y deja todo atrás, huye a otra ciudad, a otras tierras, a otro continente. Donde te apetezca. Aquí siempre estarás bajo su yugo, al menos hasta que su cuerpo se convierta en cenizas y no, no tienes armas para luchar contra ninguno de nosotros. Sólo eres un cordero más - la realidad era dura, aunque siempre había alternativa: Mi sangre le ayudaría en esa labor, en la labor de ser libre, pero mi sangre no sería malgastada en alguien así.

Después de eso parece lanzar su último ataque, su alegato final. Volviendo a blandir sus almas contra mi, pensando que no he sido humana, que mi corazón no ha latido y que no he nacido y crecido, que no he comido, que no he vivido. Sabía muy poco de nosotros. Pero a mi juicio, si sabía lo que se contaba por ahí, debería saber que todos nosotros hemos sido humanos antes de convertirnos en lo que somos, antes de dar el paso a la muerte y, tras de ella, a la inmortalidad.

La dejo caminar, veo como sus pasos son tambaleantes. Como, cada vez que un pie sucede al otro, su cuerpo lucha contra la gravedad por no perder la verticalidad. Y la certeza de que, si sale por esa puerta, será pasto de los demás, realmente será su transito hacia el averno. O quizás para el purgatorio. Dios no guarda lugar en sus filas a aquellos que, sabiendo que la muerte está tras la madera, caminan hacia ella simplemente porque creen no poder luchar contra lo evidente, contra un destino marcado. Si la vida, o más bien la no-vida me ha enseñado algo es que las verdades absolutas también pueden ser burladas. Soy una prueba fehaciente de ello.

- Camina hacia tu muerte, ignora mis consejos... eres una causa perdida - pero en el fondo no quería que aquella chica muriese. No habíendo matado por ella. ¿Acaso eso no tenía sentido para aquella dama?

Maldije por dentro que mi humanidad se hubiera despertado en un momento tan malo, en una situación tan complicada y con una resolución tan inesperada e desconocida. Me levanté y caminé hacia ella sin pensarlo. La cogí por la cintura y la eché sobre mi hombro sin ningún tipo de dificultad, sin ni siquiera preguntar, no me hacía falta.

- Eres una estúpida, una cobarde y una suicida - le dije - Quiero que te estés completamente quieta, no quiero que respires ¿Lo entiendes? - le expliqué.

Aunque realmente no me quedaba claro quien era la estúpida allí. Eso traería consecuencias pero también había traído respuestas dentro de mi, había despertado sensaciones que creía olvidadas.

Sujeté sus piernas entre mi brazo con fuerza. La suficiente para que no pudiera moverlas y no tanto como para que la hiciera daño. Abrí las puertas y salí de la habitación. Fuera, los pasillos estaban inundados de cadáveres. A su alrededor había otros como yo, saciados hasta puntos extremos y tirados como un humano que ha comido lo suficiente como para una semana.

Esa fue mi suerte, y la de aquella joven que portaba sobre el hombre. Caminamos hasta la salida sin llamar la atención y, una vez fuera, dejé que cayera al suelo sin preocuparme por un aterrizaje suave. Debía ver que no era suave con ella sólo por haberla sacado con vida de allí, que no me importaría lo más mínimo lo que la pasara si no hacía ningún tipo de distinción conmigo, si simplemente me trataba y veía como a los que habían abusado de ella.

Estábamos lo suficiente lejos para que no se viera la situación por ninguna ventana, para que no se pudiera relacionar ese hecho conmigo. Aunque, cuando aquel hombre la volviera a reclamar, todo estaría enlazado.

La noche era fría. Tanto como para hacer que un humano normal tiritase. Aunque yo no lo notara, sabía que ella tenía frío, o que lo tendría en cuanto fuera consciente de la realidad que ahora la rodeaba. Yo, por mi parte había acabado con mi labor, seguramente aquella noche acabara allí. Había salvado su vida y ni siquiera era valorado, ni agradecido, sólo salían maldiciones de su boca. ¿Debía doblegar su voluntad?¿Someterla bajo mis designios? Interiormente lo deseaba, deseaba ver como se arrastraba a mis pies pidiéndome que no la abandonara, que la protegiera ¿La veía como una hija acaso?¿O cómo una amante? Daba igual, seguramente no lo descubriría jamás. Finalmente, si su familia tenía suficiente dinero, saldría en las páginas de necrológicas del periódico.

- Aquí está tu libertad - la dije a dos metros de distancia y desde la superioridad que me daba estar de pie mientras ella yacía en el suelo - Haz con ella lo que te plazca. Y si no deseas seguir viviendo, simplemente sabes donde tienes que ir - le dije señalándola de nuevo el lugar del que acababa de sacarla.
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Mensaje por Invitado Dom Sep 06, 2015 3:04 am

“Nacer para amar y ser libre es lo único, porque la condena de vivir en ausencia y solead es el peor castigo para el alma”

No podía creer lo que estaba ocurriendo, jamás había ocurrido algo así en mi vida, mi mundo se estaba quebrando en mil pedazos todo lo que conocía y pensaba que era real no lo era, ahora todo era una bruma confusa en donde no podía diferencia el bien del mal, lo que quería y lo que no quería, solo sabía que deseaba desde lo más oscuro y visceral de mi alma salir de ahí gritando esperando el amanecer y luego encontrar la fría muerte.

Aguardo solo el golpe final, algo que me despierte de aquella pesadilla, todo era un sueño, un sueño mal contado que se disiparía en cualquier segundo porque estaba segura que me encontraba en cama con fiebre y madre junto a mi cantándome esas canciones para que se alejaran aquellos espíritus malvados que buscan almas puras e inocentes, quizás era producto de ello todo lo que estaba pasando y aquella mujer de ojos fríos era un espíritu malvado que quería llevarse mi alma pecadora. Sus ojos fieros y sus fauces llenas de sangre, sangre que podría ser la mía en cualquier momento, eso, eso estaba esperando aquella mujer que fuera yo misma por mis propios medios a mi muerte, este era el final, un nuevo comienzo en la senda de la agonía eterna.

El tono de su voz me golpeaba con fuerza, me hacía sentir pequeña, incluso cuando su mano tomó mi rostro y luego sentir la sangre seca mezclarse entre las dos sentí un dolor en mi estómago haciendo me sentir de lo más miserable posible, como si yo la hubiera matado, como si fuera mi culpa su deceso, y si, quizás fuera yo la causante de aquello por mi estupidez, por haberme metido a la boca del lobo sin saber lo que era. Buscaba aventuras y esto fue lo que encontré al final.

“No, no mato por placer, ni por ambición”
“Yo soy buena persona, una buena persona”
“Ellos son los malos, los demonios de almas”
“Igual tu ¿o no?, ya no estoy tan segura”

Cada insulto, palabra y acto que aquella mujer hacía y decía me llenaba de una sensación extraña como si fuera una niña regañada por algo malo que ha cometido, pero aun más que ello, era una sensación extraña como si en el fondo tuviera razón y yo solo despotricaba por la ira y el desasosiego que sentía. Sí, eso estaba haciendo estaba tirando culpas por la rabia, pero ¿de qué? De estar ahí, de no saber, de ver que ella me tendía la mano sin esperar algo a cambio, de verme explotada, de…de nada en total.

—Sí, los hombres matan por ambición pero es la naturaleza del hombre, ustedes, los suyos son bestias que matan, según usted por la naturaleza, por alimento quizás, pero también lo hacen por diversión, por ver los rostros llenos de desesperación, es una cacería para los suyos. Y si, si fue por mi culpa la muerte de ella entonces si hubiera preferido haber sido yo y que todo esto se acabe, si hubiera podido elegir entre ella y yo, si hubiera elegido la vida de ella y que la mía termine entre sus fauces. Quiere oírlo, pues óigalo bien. A veces el ser humano puede ser bondadoso le pregunto a usted mi señora ¿acaso los suyos pueden ser? ¿Pueden mostrar esta bondad desinteresada? ¿Pueden acaso dar su vida por gente que no conoce, gente insignificante? Eso es amor, amor por los otros, eso se llama ser humano, y no la cambiaría por la vida triste y solitaria que llevan ustedes, una vida vacía sin amor, porque yo si se lo que es amor, pero ¿y usted?—

Que estaba diciendo o haciendo, no, no era yo quien decía esas cosas y toma esa actitud; no, si lo era, era mi voz, mis manos moviéndose, mis gestos y ademanes hacia esa mujer que solo quiso ayudarme.

“El demonio soy yo, nadie más que yo”

Las lágrimas comenzaron a correr, pero esta vez no eran de tristeza o dolor, salieron sin más, los ojos acuosos y cristalinos dejando correr las pequeñas gotas, quizás eran lágrimas de desesperanza, no, eran de verdad, de la verdad que te duele cuando es descubierta, cuando tu alma en guerra se dispara y luego viene la calma porque alguien ha sabido tomar las riendas, eso era lo que necesitaba que alguien tomará las riendas de mi vida desconcertada. Quise refutarle pero no me atreví, quise pegarle cuando me tomó de aquella forma como un objeto más, como se atrevía, si podía ser un animal para ellos del cual alimentarse pero tenía mi orgullo y dignidad y…y nada. No dije nada y me remití a callar, guardar el silencio que me pedía.

El lugar era uno de esos de terror donde cuerpos sin vida se hallan cada paso, mis ojos mostraron todo el horror que sentí, me congele al pensar que podría ser ese mi destino, que me estaba ofreciendo a ello mismo, si me estaba arrepintiendo de todo lo que hice y dije. Los pasillos con sangre cual pintura en las paredes, cuerpos sin vida en el piso y contra los muros y alfombras, el aroma de la muerte y de las ratas comiendo los pedazos de la carne arrojada.

El viento golpeando mi cuerpo traslucido por aquellas telas rasgadas, el frio ser que llegaba de la nada, solo veía el verde pasto que se oscurecía por la noche hasta que el golpe en seco me hizo abrir los ojos ante lo nuevo, estaba fuera, libre pero ¿para dónde? Miré a la mujer confundida por todo ello y aunque era lo que deseaba me sentí vacía y adolorida, no por el golpe en sí, pero había algo que me lastimaba. Con esfuerzo me puse de pie y antes de que aquella extraña mujer se fuera tome su mano, si, sabía que ella podría empujarme hasta lastimarme y matarme incluso pero ya no había nada que perder, estaba lejos de todo y todos

—Muchas gracias— susurré quedamente mirando al suelo, levanté en segundos la mirada para enfrentar mi nueva realidad. Las palabras no salían completamente, estaba nerviosa y gagueando ante aquella mujer —Quizás yo sea una causa pérdida y hasta una estúpida, creo que más estúpida que causa, pero debo decirle— sorbí mi nariz sin elegancia ni modales, ya los había perdido —Gracias, se lo agradezco mucho, y no sé cómo pagarlo, la verdad…— reí tontamente —le debo una disculpas y no va a haber eternidad suya y efímera vida mía que me alcance para pedirle disculpas y agradecerle lo que está haciendo por mí, ahora sé que esto le causará problemas, que problemas si a lo mejor para ese hombre yo no he de importar, ni mi nombre ha de saber ese sujeto, una humana más o menos no hace la diferencia y para mí tampoco— volví a reír y nuevamente miré a los ojos a aquella mujer —Gracias y de verdad lo siento la juzgue mal, no tengo excusa ni perdón por ello porque, pensar que usted es igual que ellos fue lo que hice y entiéndame yo no sé qué hago aquí y por qué y que usted quisiera ayudarme, no comprendí— en ese momento, tuve un impulso, la mano de la mujer la sostuve con algo de fuerza y me abalance sobre ella en un abrazo medio fuerte.

No sabía si estaba bien o mal, no sabía nada solo supe que el dolor de mi cuerpo y alma se estaba extinguiendo. Dejé un beso en su mejilla y me alejé unos pasos de aquella mujer con una sonrisa en el rostro. Caminé alejándome dejando esa vida, ahora tenía que hacer mi propia existencia lejos de la ciudad pero al menos debía hacer algo más…Giré unos momentos antes de despedirme de la única persona diferente y amable que había conocido en aquel mundo oscuro, al menos ella merecía tener algunas últimas palabras —De lo que me dijo, quizás tenga razón, quizás yo no sepa muchas cosas sobre ustedes, o quizás si y no las recuerdo, quizás mañana no la recuerde a usted me olvide de su rostro pero algo si le diré. Sé lo que es amar a alguien, no en la forma de placeres carnales ni nada de eso, pero si en la forma de sentimiento, se lo que es el amor por el cual uno es capaz de entregarse para el bienestar del otro y si, quizás yo sea una hija consentida de su madre, pero amo a mi madre la amo y si ella tenía que pagar alguna deuda yo me hubiera ofrecido voluntariamente y no tuviera ella que hacer algo para hacerme olvidar, quizás ella no sepa esto, estaría dispuesta a todo por la persona que amo, daría mi vida y mi libertad a cambio de que ella este bien— la sonrisa fue la más sincera que pude mostrar.

El frio pasto que rozaban mis pies descalzos me hizo sentir más viva, la sonrisa alegre y vivaracha que tenía no la podía aun creer, incluso en mi debilidad e incredulidad estaba feliz. Mis dedos pasaron por mi rostro en una forma de sentir que realmente estaba viva y que ello no era un sueño —No los odio, bueno no a usted mi señora, y si soy una cobarde por no tener la fuerza suficiente de enfrentarme a aquellos que me hicieron esto, o quizás no soy tan estúpida y sino un poco tonta por haberme puesto al mismo nivel con usted creyendo que podría hacer algo cuando no era así, cuando estaba equivocada con usted y los demás, pero ya no importa, le pido me disculpe, y sí, soy libre ahora iré a otra ciudad a instalarme en el campo lejos de todo esto muy lejos hasta de mi madre a lo mejor recuerde más cosas o a lo mejor esto queda como un sueño una pesadilla, solo le pido un favor— regresé donde la mujer tomándole la mano entre las mías, le iba a pedir algo más, aunque fuera un abuso —Se lo suplico, no le diga a nadie donde estoy o donde iré, aunque no sé si al menos por el resto de la noche consiga algo, veré que hayo por ahí, pero no les diga a nadie que me vio ni que me conoció sé que es muy pretencioso de mi parte como si fuera importante yo en la vida de seres como usted, pero al menos con este podré empezar de nuevo, y le pido nuevamente disculpas por mis palabras, yo no debí decirle nada de eso, fue el momento, olvide mi terquedad y estupidez de palabras que le dirigí, usted no tenía la culpa de nada es más yo debo agradecerle infinitamente por esto que está haciendo, aunque aún no sé por qué lo hace pero, gracias y se lo juro me perderé de esta ciudad y cuando quiera morir la llamaré para darle mi vida o lo que me quede de ella se la daré solo a usted— extendí la mano con una sonrisa —Es un trato, mi señora— miraba a la mujer con unos grandes ojos que brillaban con la aventura y la segunda oportunidad que se me estaba brindando

Iba a comenzar de nuevo…

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Mensaje por Catalina De Aragón Jue Sep 10, 2015 4:07 pm

Era cuanto menos gracioso ver como, aún completamente acorralada como estaba, no cesaba su empeño en seguir luchando contra mi. Como su alma rebelde quería aferrarse a las palabras ya que su físico era incapaz de afrontar esa situación.

Volvía una y otra vez a atacarme, a buscar algún punto en que mi paciencia se acabará. ¿Acaso valoraba tan poco su vida? Era una pregunta absurda. De haber querido, ahora yacería sobre el suelo como un cadáver más, como un cuerpo inerte en mitad de la soledad de la muerte. Simplemente tenía que haber cedido...

Escuché todas sus blasfemias y mentiras infundadas bajo su experiencia. Generalidades creadas por la falta de conocimiento, por lo limitado de la mente humana o simplemente por lo limitado que estaba el cerebro de aquella chica que, al parecer, había sido manipulado. Aguanté la necesidad incipiente en mi estómago de abrirle la garganta y acabar su retahíla pero finalmente aguanté las ganas y la contesté.

- Hablas con sabiduría - no podía pasar aquella conversación sin burlarme de ella, realmente se lo había merecido - Una sabiduría basada en tus... ¿Veinte años? - esta vez fue una carcajada que mostró mis dientes amenazantes y agresivos - Creo que tu madre no te ha enseñado una cosa importante en la vida. No tienes elección - le lancé esa verdad a la cara sin ningún tipo de preparación. También era raro que ya, a su edad, no fuera consciente de ello - Serás un títere en las manos de ese que posee tu vida, en las mías o en la de cualquier persona que se digne a desposarte - iba a ser franca y, para eso, debía ser dura. Al igual que ella había pretendido ser - ¿Crees que te he sacado de ahí porque alguien me ha pagado? Quizás sólo he decidido que esta noche no era para que murieras. Quizás sea bonda o un simple capricho, pero aquí estás ¿No? - las verdades a veces son más contundentes que las bofetadas - No, no se lo que es el amor. Nunca lo he sentido en trescientos años. ¿Acaso tú si en tu corta vida? Creó que tu amor, al igual que tu vida, no es más que una mentira. Una falacia creada por tu imaginación que te deja dormir por las noches - y para acabar, añadí - O ¿Se ha metido alguien ya entre tus piernas? - le dije cerca de ella mientras  sujetaba la tela y las descubría hasta por encima de las rodillas.

Salimos de allí y se estuvo callada durante todo el tránsito, como le había dicho, algo que me dejó satisfecha. Al menos parecía que si sabía acatar órdenes siempre que se dieran en el orden concreto. Con mis manos rozaba sus muslos ligeramente debajo de sus cachas y eso me producía una sensación extraña, como una necesidad de correr la mano unos centímetros y buscar esa curvatura de carne que sabía había más arriba. Una necesidad que dejé de sentir al renacer y que creía olvidada. Una necesidad que no llegue a cumplir.

Cuando cambió su parecer al verse libre no pude más que sorprenderme ligeramente. Sólo los perros son capaces de reconocer cuando se les estaba haciendo bien sin llegar a hacerlo. Aquella chica había necesitado la prueba física para darse cuenta de que no tenía segundas intenciones, de que no había nada oculto en lo que había hecho.

Tomó mi mano y la deje, me abrazó y se lo permití. Me besó en la mejilla y me mantuve en mi lugar ¿Qué estaba pasando conmigo? Me daba asco a mi misma por ser tan débil, por haber sentido algún tipo de deseo físico hacia una humana. Un efímero trozo de carne con huesos y sangre. No quería eso, debía volver a ser yo misma.

- Me das pena. Has tenido que ver la evidencia para poder creer ¿Tan pura eres? No lo creó. Tampoco creó que ese hombre no haya tomado de ti todo lo que haya querido, que no haya mancillado tu cuerpo hasta la saciedad y luego te haya hecho creer que seguías siendo igual - dejé unos segundos que lo asimilará. Estaba furiosa aunque no tenía muy claro el porque - "Los pecados del padre se verán reflejados en el hijo" ¿No es eso lo que dice vuestra biblia? ¡Escupo sobre ella y sobre ti si sigues esos principios! - le dije mientras las palabras salían apresuradamente de mis labios ¿Porqué estaba tan enfadada?

- ¿Quieres agradecérmelo? Muy bien. Reponte esta noche y mañana, la noche siguiente vendrás a mi y yo me alimentaré de ti hasta quedar saciada. Me rebajaré a la altura de aquellos que te han tomado sin consentimiento. Sólo que ahora será diferente, consentirás y aún más, vendrás a mi, cada dos noches, sin faltar - luego caí en los problemas que eso me iba a traer pero también salí al paso como pude - Mis problemas son míos y ahora también lo son los tuyos. Nadie te tomará más, sólo yo - la ordené - No te borraré la memoria ni nada por el estilo, recordarás cada vez que mis colmillos rasgan tu piel y mis ojos hambrientos sobre ti. Si los deseas, podemos hacerlo frente a un espejo - hice una pausa más - Al final, suplicarás que te muerda...

Toda su esperanza se vería arrojada al infierno en aquel momento, pero era eso o saber que se iba a ir para no volver y, todavía no había acabado con ella.

- No, no eres libre - la dije - Te compraré, mataré a tu dueño si hace falta pero vayas donde vayas, corras lo que corras, serás mía. No te perseguiré, no ahora. Recuerda que yo tengo todo el tiempo del mundo y que mi nombre estará grabado en tu pecho - veríamos como se tomaba aquello.
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Mensaje por Invitado Mar Sep 15, 2015 12:08 am

“La vida es como un cristal, puede romperse tan fácil”

No, nuevamente todo estaba desmoronándose como castillos de naipes siendo derrumbados por apenas un soplido, uno que se creía ser el de esperanza para una vida nueva realmente era el aliento del final, de la muerte que tocaba con fuerza las puertas para colarse y llevarse mi alma. Aquello no estaba ocurriendo, no podía ser real, ¿cómo cambió todo drásticamente? Aquella mujer que decía ser diferente a los otros ahora actuaba como ellos ¿así eran ellos?, no lo sabía y jamás lo sabré ahora porque mi vida le pertenece, he firmado la sentencia de muerte con un beso. Un beso de muerte.

Ojos desorbitados y bien abiertos, silencio total ante sus palabras, mi cuerpo inmóvil, parecía que no estaba realmente ahí que todo ello era producto de un golpe fuerte en la cabeza o quizás una pesadilla, no sentía ser yo la que estaba en aquel momento si no fuera por el frío y el mareo que comencé a sentir me atrevería a decir que aquella era una mujer parecida a mi y que yo era una simple espectadora de su trágica vida.

Sus duras palabras apenas y las comprendía, incluso mi habla se perdió al oír todas sus ¿reproches? ¿Castigos? ¿Verdades? ¿Ira? Si ello debía ser, estaba sufriendo la ira descontrolada de un ser nocturno y diabólico, no podía permitirlo pero no salían las palabras solo las lágrimas silenciosa que rodaban por las mejillas hasta el cuello. Las insinuaciones sobre mi pureza y la duda que presentaba ante ello me daba nauseas, pues solo imaginar que ya pude haber pasado por manos de alguien me enfermaba, los mareos se hicieron más presentes y el nudo en la garganta se intensificaba, no podía ya respirar.

“No es real”
“No es real”
“No es real”

Repetía cual mantra sin dejar de ver a aquella mujer, observaba sus labios moverse y sus palabras eran como eco en mi mente —¿Qué dijo— entrecerré los ojos preguntándole dando tres pasos adelante, estaba acercándome mucho a aquella mujer pero tenía que hacerlo porque no estaba segura de lo que había escuchado —¿Que ahora soy suya?— cuestione nuevamente —¿Por qué? ¿por qué ahora? Acaso no hacía esto usted como una buena acción, como muestra de que usted es diferente, porque quiere ser como ellos. Si es por darme una lección la aprendí— quizás pueda sonar arrogante y pretencioso de mi parte —No, no es una lección verdad ¿Qué es? Dígamelo por favor— repetía sus palabras en mi mente buscando un significado pero todos me llevaban a ello, a que nada fue real, a que aún seguía siendo una esclava y que ella se burlaba de mí y mis creencias.

Estaba a solo tres pasos de ella, extendí la mano y estaba a dos pasos, acaricie su mejilla y ya solo estaba a un paso, bajé la mano junto a la mirada que chocó contra el pecho de aquella mujer, ya no habían lágrimas solo había pesar en mi tono de voz, un pesar que se asociaba a la incredulidad de mi realidad.

Mis manos se elevaron en puño sobre el de ella sin poder aceptar aquel nuevo destino, no podía simplemente resignarme a otra nueva esclavitud —Por favor, le pagaré con trabajo o dinero, pero ¿Por qué mi libertad? No ve que sus palabras dolieron y ahora mi vida se rompe en pedazos, mi pureza está en duda, ya no sé quién soy, o que soy realmente. Parece ser que solo una marioneta de todos, mi curiosidad me ha engañado, entonces sea pues, sea el gato que devora al ratón curioso, por piedad mi señora hágalo, no creo soportar una vida donde tendré que ser exhibida como lo fui ahí dentro, donde la humillación de vivir es lo que me espera, pues su palabras han sido severas para que tome en cuenta que será igual que mis antiguos captores— relamí mis labio secos, ya no tenía fuerzas más —Dígame, solo una cosa más ¿por qué? Porque me daría libertad para nuevamente esclavizarme, ¿acaso es por algún valor económico? Puedo pagar, ya se lo dije, o es por algo de diversión ¿es ello? Solo seré un juguete más para su colección, acaso me veré obligada a yacer con alguien mientras usted nos observa, o ser devorada por alguien más, si así no quiero ello, no acudiré si eso me espera, no dejaré que muerda de mi si solo seré su juguete— mis ojos seguían fijos en el suelo con los labios temblándome ante la posible respuesta

Elevé el rostro, suplicándole con la mirada alguna respuesta mejor que solo le hecho de comprarme, una respuesta diferente, quizás esperaba algo misericordioso. Ya no me queda fuerzas para pelear, todo se había extinguido hace momentos atrás. Solo veía una sola solución a aquel dilema que se ocasionaba en mi mente. La mire limpiándome las lágrimas —Hágalo ahora entonces, se lo suplico— carraspee nerviosa —Si no marca mi pecho como suyo, tenga por seguro que huiré y aunque uste vaya tras de mi seguiré huyendo si no pone las malditas cadenas, entonces hágalo, muerdame para ver si le suplico el que lo vuelva a hacer tanto como para regresar a la noche siguiente a su morada, tanto como para ser suya en silencio— mentí, metí descaradamente porque jamás aceptaría ser de alguien en silencio.

Al menos iba a dejar que crea ello…
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Mensaje por Catalina De Aragón Mar Sep 15, 2015 4:28 pm

El viento había decidido hacer un receso en su continuo ir y venir sobre la noche parisina, cesando en su soplo continuo. Aún así, el frio no había hecho otra cosa que comenzar. A cada minuto este aumentaba, crecía sin resistencia alguna por parte del Sol. Un Sol ajeno a todo, lejano para algunos, olvidado para otros. Un Sol que dormía cuando las alimañas como yo salíamos de nuestro escondrijo en forma de madera y devorábamos a los desamparados, a los aislados de su refugio.

Porque los demonios caminan de noche...

No se que había dejado de funcionar en mi cabeza para haber cambiado tanto de parecer. Sea como fuere ahí estaba, tomando como pago la libertad de aquella chica que acababa de salvar, privándola de lo mismo que la había ofertado unos minutos antes. ¿Era como aquellos que hacían con su cuerpo y vida lo que se les antojaba? Quería creer que no. Quería pensar que yo era diferente. ¿Mejor? Lo dudo mucho, sólo diferente.

La miraba en su incomprensión y buscaba en la propia las respuestas que mi razón anhelaba, las respuestas que necesitaba para seguir adelante. Para dar un paso más hacia el control o uno hacia atrás para batirme en retirada.

¿Era la necesidad de ocultar la soledad bajo aquel pelo negro quizás? Lo dudaba mucho pues, había vivido los suficientes años para probar muchas pieles y aspirar muchos aromas ¿Por qué iba a ser ese diferente?

¿Era quizás que su valentía y su rebeldía despertaba interés en mi espíritu? Había conocido también muchas personas que se habían enfrentado a la muerte y la habían mirado a los ojos. ¿Por qué ellos no eran dignos de mi atención y sin embargo aquella joven si?

¿Era pudo sadismo? La idea de dar a alguien una esperanza, una puerta de salida, para luego arrebatársela también era atrayente, un dulce que no se puede evitar probar. Pero realmente no era algo digno de mi. No mientras la victima fuera una mujer.

¿Qué era todo eso? Mi cabeza estaba hecha un lio. Por un lado, deseaba que se marchara y escapara del yugo de aquellos que anhelaban clavar sus colmillos en su tersa piel. Por otro, la idea de sentirme imprescindible, necesaria, buscada... me provocaba una necesidad casi más fuerte que las ganas de alimentarme en ese momento.

¿Porqué no forzarla a beber mi sangre y acabar con aquella tortura? Porque en el fondo no deseaba una esclava. No de ese modo. Deseaba que ella anhelara mi sangre, que la deseara, pero no por el hecho de haberla obligado a beber una vez. Quería que aquella joven suplicara, se arrodillara y me implorara que la alimentara. Que la recogiera entre mis brazos y le acercara mi muñeca lacerada, para calmar su dolor y alejar la muerte de su vida.

El problema es que la soledad lleva a no saber relacionarse... a tratar con odio aquello que quieres tener cerca... a alejar lo que se aprecia...

- Supongo que en el fondo uno no puede ocultar lo que es ¿No? - comencé a responder a su pregunta - Soy un monstruo, un lobo que ha intentando vestir la piel de un cordero pero un monstruo a fin de cuenta - la miraba sin despegar mis ojos de los suyos más de un segundo - ¿Qué eres tú? Nada más que un cordero que va de un matadero a otro, sólo eso - luego me referí a su idea de que aquello no era más que una lección - Si, es una lección. Una lección de la vida que aprenderás esta noche: No tienes control sobre ti misma. Has entrado en la boca del lobo y ahora no puedes salir, no viva, no esta noche - mi intención era que la desesperación doblegara aquella alma que pronto volvería a la carga, a la lucha - Puedes convivir con él siempre y cuando lo desee. Pero no te preocupes - intenté darle otro hilo de esperanza. Un bálsamo en el infierno - No pienso despreciarte ni matarte, nada de eso te pasará.

Se acercó de nuevo, buscaba de nuevo tocarme, acariciarme, romper un poco más la coraza que me estaba colocando de nuevo para no parecer blanda, para no parecer humana, para seguir siendo lo que era y lo que había sido durante más de doscientos cincuenta años: sólo un monstruo.

Aparté la cara. No tenía derecho a tocarme, no sin que yo se lo consintiera. No tenía el control ni la capacidad de tocar. Debía seguir que si seguía respirando era porque yo se lo permitía. ¿Porqué me estaba comportando así?

Habló desde la desesperación, desde la congoja. Aunque se mostraba férrea, me ofrecía de nuevo su vida ¿Porqué? Ni siquiera sabía lo que la estaba ofreciendo, lo que le quería dar más allá de lo que la podía quitar que, aparentemente no era más que polvo, polvo y mentiras, vacíos y despertares desorientada ¿Porqué? Esperé pacientemente a que terminara su exposición para llevar a cabo la mía.

Caminé unos pasos, pegándome a ella, haciéndola retroceder forzadamente. Hasta que, poco más atrás, nos topamos con un muro de piedra de media altura que hizo el papel de final de camino. Sentí como su cuerpo encontraba el obstáculo y no podía andar más, como sus manos buscaban en los resquicios de la roca algún modo de seguir caminando. Me pegué más, pecho con pecho. La miraba desde lo alto, vislumbrando la parte de arriba de su rostro, era un poco más alta que ella. Separé los labios y deslicé mi lengua suavemente por ellos.

- No es tu curiosidad o estar en mal lugar, eres tú - le dije revelando algo que ni yo misma había pensando hasta ese momento - Has llamado mi atención y hacía tiempo que nadie lo hacía - seguí diciendo mientras me separaba un poco para poder mirarla mejor - No te estoy privando de tu libertad, no lo veas así. Sólo te estoy ofreciendo un método de pago que parecía que querías darme. La luz del Sol te librará de mi pacto y si lo deseas, no tienes que venir cada dos noches. Sólo deberás venir el día que te sientas en deuda conmigo. El día que, al caer el Sol sientas que aún estás aquí porque yo aparecí esta noche, liberándote de tu opresor - hice una pausa - Te liberaré de él. Es una promesa.

- No te mostraré como un trofeo, ni compartirás lecho con nadie. Yo no tocaré tu honor ni serás un juguete... sólo quiero conocerte más, saber más de ti y para eso también debo saber tu sabor... - mis palabras, gracias a mis dones, resultaban hasta sugerentes.

- No marcaré tu pecho, sólo era una metáfora - le expliqué aunque seguro que lo había entendido - No me hará falta. Ese sentido del honor del que hablas te hará cumplir lo que yo te estoy pidiendo - sabía que si no lo hacía realmente me había engañado desde el principio - ¿Quieres huir? Huye. Vayas donde vayas seguirás estando en deuda conmigo.

Volvió a decirme que la mordiera, me retaba a ello, negaba mis palabras ¿O acaso temía que fueran realidad?¿Temía desearme? No era tan fácil hacerme caer, no aquella noche, no habiendo acabado con una vida ya.

- No te mataré. Ambas sabemos que es lo que conseguiría mordiéndote ahora mismo. No, eso no pasará - le indiqué - Si después de haber venido a mi siete veces - le indiqué con los dedos - Aún deseas morir. Acabaré con tu suplicio.

Luego cambié de tema. Para mi no había acabado la noche.

- ¿Con quien vives? Cuéntame todo sobre ti. Necesito saberlo si quiero sacarte de tu pozo de locura y olvido.
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Mensaje por Invitado Vie Oct 09, 2015 10:39 pm

Estoica rallando al punto de la incredulidad, como si todo eso no fuera mi historia si no de una extraña, un ente ajeno de alguna obra fantástica con matices de terror, pasión, muerte y esperanza que al final se marchita para queda atada a cadenas en sótanos húmedos llorando hasta morir, soñando con ver el sol; así estaba, de pie frente aquella mujer de aspecto y voz que me atemorizaba muy en el fondo, observando sin comprender la dimensión de sus palabras y actos.

Mi cabeza daba vuelta como si me fuera a desmayar, ¿sería la falta de sangre? ¿La falta de sueño? ¿La falta de la verdad? Quizás el conjunto de todo ello y más que golpeaba en mi cabeza creándome la ilusión de que todo eso era un sueño o pesadilla, de que todo ocurría a otra persona, que se parecía a mí, pero no era yo; porque para mí todo se había detenido, el tiempo no corría para mis sentidos como si algo hubiese decidido congelar el sitio dejándonos sumergidas en un silencio con los labios moviéndose y el eco de aquellas palabras en sincronía desfallecida.

Pestañeaba, movía los dedos, ladeaba la cabeza de lado a lado buscando un ápice de movilidad, pero no había; mis pies estaban clavados sobre aquel césped como si me estaba poniendo estatua, todo en mi estaba rígido, anonadada ante la demostración de poder que aquella mujer presentaba.

Todo aquel momento se disipo dejándome envuelta en una nube negra de amargura; los dedos los cerré en puños con el rostro bajo comenzándome a reír ante sus peticiones, sus palabras, no creía en todo ello y no iba a creerlo, quizás si era un cordero y eso a lo mejor era lo que me molestaba, que yo era un estúpido cordero asustado que servía de presa para las bestias a sus juegos personales.

—Nada de eso me pasará— repetí aquella frase dos veces —Y yo que creí que sería demasiado pretencioso de mi parte aquello de que todo se remetía en una lección y que usted, una mujer como usted con poder y de su especie se rebajaría a ello pero me doy cuenta que no— reí más fuerte, quizás por estallo de los nervios y de la incredulidad —Pero si, es una lección, una donde solo caigo en cuenta que soy un cordero de sus sacrificios, un cordero al que puede tomar en cualquier momento, ha comprado por mí con la libertad, con mi gratitud y mi entrega a hacer lo que sea por agradecimiento eterno— la risa paro unos momentos y mis ojos ya no estaban vidriosos al contrario, estaban secos y bravíos.

Podía sentir la poca sangre latiendo en mis oídos acumulándose ahí tal como la brisa levantaba mis negros cabellos agitándolos lentamente en una seda negra que se eleva por si solo, más en cuestión de segundos en los que cerré los ojos el viento me llevó; la cercanía de ella me asustaba realmente, no tuve opción que dar pasos hacia atrás para alejarla, si, ahora si comenzaba a temer por mi vida, ella estaba jugando con la poca cordura que tenía y eso era lo que me desquiciaba más, mis manos buscaron sentir cual era mi base, si era algo físico o alguien, mi cabeza para ese momento estaba formulando mil hipótesis, desde la más lógica hasta la más descabellada. Su mano sobre mi piel erizó completamente todo lo que tenía de sentido común despertándolo, su lengua rompió el último resquicio de juicio que poseía…simplemente todo se puso en una nube de polvo que se estaba esfumando incluso aquella furia que amenazaba con salir y que pitaba a mis oídos, iba mermándose.

Quizás fueron sus palabras, sus ojos…me estaba engañando, era todo de aquella mujer que me había desarmado ¿cómo lo hace? Era lo que pensaba, como podía ella ponerme como un indefenso cordero y luego como un león para al final tenerme como un manso gatito junto a ella, era imposible ello, pero así era. Abrí la boca para decir algo pero callé porque ella tenía razón, me sentía en deuda por su acto noble de libertad, mordí mi labio para no soltar alguna frase mordaz pero no pude contenerme —Claro cuando me sienta en deuda de su acto doble moralista, verdad, porque me ha sacado para que sea su esclava, que linda forma de atar a las personas, porque no mejor me pidió realizar un contrato como su empleada, no se quizás su ama de llaves o la estúpida niña que pierde la memoria cuando el sol sale y de la que puede utilizar sin miedo a que al próximo sol recuerde— grave error, las palabras salieron porque esto lo tenía atragantado, cerré los ojos regañándome por esa estupidez cometida.

Cuando aprendería que en esta vida no se me estaba permitido hablar ni mover ni un solo ápice de mi cuerpo sin consentimiento de mi hacedor. Ahí iba metiéndome en más problemas de los que ya tenía y sin dudar que terminaría pidiendo disculpas, no en ese momento pero si más adelante porque aquella mujer seguro me haría callar de algún golpe o quizás de alguna mordida mortal y pensar aquello me hacía sentir cosas…cosa que antes no sentía y no sabía por qué. Tragué mi orgullo unos segundos mostrándole la sonrisa más amable que tendría guardada, mostrando algo de un ligero y fingido arrepentimiento

—Y si no voy en siete días? Que ocurrirá, que pasa si huyo cuando el sol salga, que tal si para cuando el sol esté en lo alto yo no esté en parís y me haya ido a otra ciudad escondida de usted y los suyos ¿me buscaría? Y si eso fuera así ¿por qué?— di un paso adelante y ahora era yo quien estaba más pegada a ella, nuestros pechos juntos y mi mirada alzada directo a sus labios, un poco más arriba y tenía sus ojos fijos en mi, imaginando que aquella mujer terminaría discutiendo y hasta darme un golpe que me dejaría soñada hasta que el sol apareciese, pero no, lo que encontré fue un giro completamente distinto.

Nada me había preparado para ello, quedé nuevamente desubicada, como podía aquella mujer hacer eso, ella tenía un poder superior al que conocía, pero, ¿Qué era lo que yo conocía de ese mundo? Nada ¿querría conocerlo? Quizás, mi curiosidad estaba llamando a la puerta y eso era peligroso porque no pararía hasta saciar todas mis dudas y lagunas, sin importarme si en el camino sufría algún daño

Tosí levemente como si no comprendiera ese giro pero si lo sabía la mujer no quería discutir con su presa, con su comida para llevar, accedí algo furiosa por ello, y lo mostré con el ceño fruncido y dando unos pasos hacia atrás para toparme nuevamente con aquela pared fría; elevé los ojos al cielo oscuro y solo reí un poco, que podía decirle a aquella mujer que yo supiera, si no sabía nada.

Asimilé por unos segundos la pregunta y las respuestas que se merecía mientras mi mente solo me decía “es como pago” eso me repetía, era el pago por sacarme de esa mansión del horror, de perdonar mis estupideces y de darle la oportunidad de jugar conmigo a su antojo, suspiré y negué pesadamente —Mi señora no hay mucho que saber de mí, más de lo que le he dicho, vivo con mi madre ella dice que tengo un abuelo por parte de ella y que el dinero que recibimos es por mí, pero que cuando ella muera no recibiré nada, por eso ella quiere que conserve mi virtud para un marido, un esposo que ella busca desesperadamente para mí, pero que por mi forma tan caótica de ser no puede hallarme partido decente; no se si tengo más familiares, de mi padre no tengo idea quien es, incluso ahora pensando no recuerdo su rostro si es que alguna vez lo vi no recuerdo— relamí los labios secos mirandola

Mis ojos se clavaron en los de ella fijos sin pestañear y luego sonreía —Usted dijo mi señora, que quizás sea mi madre quien borra mi memoria, que he sido vendida a aquel hombre quizás por deudas de mi madre o quizás porque mi madre se quiere deshacer de mi ya que le soy una carga, no lo sé, solo puedo decirle que cuando el sol sale estoy en cama adolorida y madre trae jugo para que me de fuerzas, ella dice que es porque estoy enferma, pero ahora que veo todo no creo que sea una enfermedad, tal vez es el castigo que recibo porque soy mala o porque he sido mala hija— cerré los ojos aspirando el aroma de la noche —Al final no lo sabré, y si no lo sé yo, quizás usted, pero dudo que llegue a saberse, eso quedará y siempre será el mayor misterio de mi vida, incluso ahora que llegue a casa mañana todo lo olvidaré— abrí los ojos mirándola, dándole a entender que si no volvía o la recordaba no sería mi culpa, o quizás sí. Ya no estaba segura que era lo que estaba diciendo ni pensando y menos pidiendo.
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Sangre en copas vencidas || Privado Empty Re: Sangre en copas vencidas || Privado

Mensaje por Catalina De Aragón Sáb Oct 10, 2015 5:47 am

La noche avanzaba mientras seguíamos en nuestras tesituras, en nuestros tira y afloja personales. En el fondo sólo era un modo de conocernos. No existe un modo pacífico para un vampiro cuando se le planta cara.

Pero daba igual, sabía que su voluntad, aunque férrea, no dejaba de ser un mero posicionamiento, una fachada que su mente ponía pero su cuerpo se negaba a cumplir. Sentí como toda su piel se revolucionaba ante mi contacto. Como mis gestos despertaban sus sentidos. Como, por mucho que se empeñará en llevarme la contraria, luchar y pelear: la atraía tanto como me temía.

- ¿Acaso es eso lo que quieres?¿Un trabajo?¿Un lugar donde huir cuando todo se nubla a tu alrededor? No te pido tu libertad, ni tampoco quiero una esclavas. Muchas jóvenes suplicarían por ocupar ese puesto. ¿Porqué te lo iba a dar a ti? - resultaba ridículo su ataque desesperado. Su modo de agarrarse a su voluntad que poco a poco iba cediendo ¿Cuánto más aguantaría?

Pequeña y engreída, se reía y lloraba, ¿Cómo iba a entender algo si ni siquiera ella se entendía a si misma? Estaba realmente afectada. Seguramente tanta y tanta magia en su cabeza, terminaba pasando factura.

Se acercó, me retó de nuevo, pegó su cuerpo al mío. Sentí el ligero calor que emanaba de su maltrecho cuerpo, la dureza en su pecho a causa del frío, como la suave tela describía sus curvas pegado suavemente a ellas, sus hombros descubiertos eran un reclamó y su mirada directa un desafío.

- No me tientes... - susurré levemente mientras ellas hablaba y volvía a envalentonarse conmigo.

Reí mostrando los colmillos cuando se repetía una y otra vez a si misma que iba a huir, que iba a desaparecer y que si la iba buscar.

- ¿Eso es lo que quieres?¿Qué vaya tras de ti? - la pregunté con la certeza de que la pregunta la descolocaría.

- Es una pena que esto tenga que acabar así... - comencé a decir mientras cambiaba el tono de voz y agachaba la mirada a los pies de la joven.

- ¿Sabes porque se que no vas a huir? - continué mientras retomaba la mirada de la mortal y me acercaba a su rostro entreabriendo los labios.

No tenía a donde huir. Como mucho podría arquear la espalda hasta su límite, pero eso no la alejaría lo suficiente.

Cuando estaba lo suficientemente cerca, cogí su labio inferior entre los míos y apreté hasta que mi colmillo perforó suavemente su piel. Sabía que sentiría el pequeño pinchazo, pero también tenía claro el placer que reportaba ese "beso" en concreto. Saboreé despacio el premio de un par de gotas de su sangre y solté de nuevo su piel, separándome.

- Vayas donde vayas, esto que te acabo de dar, no lo olvidarás - quizás fuera pretencioso por mi parte pero sabía lo que transmitía ese "beso" - El próximo tendrás que pedirlo tú - añadí mientras volvía a separarme.

Escuché su historia, ahora más calmada y concluí enbqie realmente tenía un montón de incoherencias y muchas incógnitas. Pero todo giraba entorno a su madre y aquel vampiro. Cuando acabó, comencé yo.

- Está claro que todo esto tiene que ver con tu madre y ese vampiro que dice ser tu dueño - era algo poco difícil de deducir dadas las circunstancias - Y al parece a tu madre le benefiia en algún grado pues se esfuerza en que estés en buen estado - refiriéndome al hecho de darla zumos y demás para recobrar fuerzas - Hay lugares que escapan a mi control pero...

Me quede pensativa esperando que alguna solución llegara.

- No vuelvas a casa, no esta noche. Te buscaré un sitio donde dormir y estar segura - ¿estaría haciendo lo correcto o sólo era un capricho? - No puedo protegerte más allá de lo que conozco. No puedo protegerte si te alejas - no se si aquello la retrendia a mi lado. De no ser así, tendría que forzarla pues esa parte si era un capricho - Ven conmigo...

Estiré la mano para que la tomará.
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Sangre en copas vencidas || Privado Empty Re: Sangre en copas vencidas || Privado

Mensaje por Invitado Dom Oct 18, 2015 12:49 am

¿Por qué? ¿Por qué?...¿por qué sus palabras dolían a mi corazón? ¿Por qué cada acto que ella hacía logra desequilibrarme? No lo sé, pero si soy consciente de que es porque yo lo permito…No, no se lo permito pero aun lo hace ¿por qué?

Sus palabras dolían, sobre todo una en especial ¿pero por qué me dolía? Quizás por varios hechos que la mujer había sacado respecto a mí; no dicen que la primera impresión es lo que cuenta…pues entonces eso fue lo que tuve con ella…

El hecho de que aquella mujer no me consideraba digna de su presencia
Hecho que a lo mejor era poca cosa
Hecho de que por mala suerte se cruzó conmigo
Hecho de que ella esperaba a alguien mejor
Hecho de que cualquier jovencita suplicaría aquel puesto de esclava
Hecho de que jamás sería especial para ella
Hecho que ella quería a alguien más
El hecho que dolía sin razón…

Que estaba diciendo, en que me afectaba ello, en nada y aun sí mis ojos mostraron la emoción del momento, una profunda tristeza que se albergó en mi corazón…pero ¿por qué?, no, no podía estar así, fruncí el ceño con una sonrisa sarcástica y un bufido —Que no la tiente, y en que la tiento mi señora dígame, bien dicen que las verdades duele, si dice que cualquier otra tonta jovencita suplicaría en ser su esclava que le hace pensar que yo lo haría ¿Por qué me lo daría a mí? Si tiene un harem de jóvenes más dóciles que yo, más tontas que yo para disponer, muchas se morirían por saber que un ser como usted quiere hincarle el diente cada vez que quiera— no, no era eso lo que quería decir, realmente no, pero no pude controlarme.

“Por qué no podría ser yo, tan simple me ve”

Ese era mi pensamiento pero lo revestí con enojo ¿por qué? Quizás por algo que llamamos los humanos como “dignidad” y “orgullo”, podía estar mal pero aún tenía algo de resquicio en mi mente que no dejaría las cosas tan fácil, al menos no por el momento ¿Qué estaba diciendo? Quizás era el lugar, sí, podía culpar al lugar donde estábamos.

Aquel lugar no era el mismo que fue cuando llegamos, ahora tenía otro tinte uno más denso y oscuro que me estaba confundiendo e invitándome a perderme en él lentamente, un paisaje que mis ojos asimilaban pero no comprendían ni retenían, solo habían pocas cosas que estaba captando como el frescor de la brisa nocturna que agitaba aquel verde césped, los ojos fulminantes de aquella mujer junto a sus labios, su cuerpo que insistía en pegarse al mío ¿o era el mío que insistía en ello?, el reflejo de la luz de la luna nueva que la mostraba más intimidante y asesina…eso y el dolor agónico que se mezcló con una oleada de placer que hizo que mis piernas temblara, la sangre y sus labios sobre los míos.

Aquello era asqueroso, pero…pero a su vez extraño y excitante…

Su voz resonaba pero la verdad yo no estaba comprendiendo nada, solo asentía por inercia pues mi mente solo quedó en aquel ¿beso?, una y otra vez repetía en mi mente la imagen de sus labios sobre los míos, la sensación de sus colmillos perforando la carne suave de mi labio y tomándola ¿tomó mi sangre?

No pude más, un sonrojo apareció en todo mi rostro, el sonrojo de la excitación, la furia y la vergüenza de que aquella mujer haya echo ello, de que me halla besado de aquella manera tan licenciosa y yo se lo permití porque incluso mis manos se quedaron en sus hombros tomándose del vestido, ¿Por qué no la alejé? ¿Por qué no esquivé aquel beso? ¿Por qué sigo pensando en ello?.

No sé cuánto tiempo perdí quedándome en el limbo hasta que vi sus ojos y su mano esperando respuesta, traté de asimilar lo que había hablado y comprendí lo que ella me mostraba o quería mostrarme en sus palabras y aunque no quisiera reconocerlo, ella tenía razón. Solo había la posibilidad de que todo fuera por madre que yo estuviera así, que estuviera a punto de enloquecer, y quizás lo estaba y era ello lo que me enfadaba.

Suspiré bajando el rostro para con la zurda tocar el labio herido, al contacto con mis dedos se me erizó todo el cuerpo y mis piernas volvieron a fallar, gracias a los cielos estaba aquella pared; lentamente sus palabras hicieron eco en mi mente.

Sería verdad, me atrevería a pedirle que hiciera lo mismo nuevamente, que clavara esos colmillos en mis labios o en mi lengua o quizás…NO, claro que no, estaría loca si lo hiciera y además ¿Por qué tengo que pedirlo? No, no puedo…no debo, pero…

Tomé su mano sujetándola con fuerza, no tenía nada que perder, aunque aún no lo viera, igual buscaría la forma de escapar sin que ella supiera, a fin de cuentas tendría muchas jóvenes a su servicio y no se daría cuenta de la falta de una tonta, si eso era. Ya estaba el plan trazado, solo debía tener paciencia y buscar en los momentos que ella no esté en su casa, buscaría un trabajo un lugar alejado para quedarme y estar escondida, incluso cambiaría mi nombre y mi aroma por uno más ¿rupestre? ¿Campesino?. Puede ser.

Mi voz sonó cansada, y lo estaba, muy agotada con todas las sensaciones y emociones fuertes que estaba teniendo, los cambios de humor —¿A dónde? ¿A dónde iría? No tengo fuerzas hoy para poder huir, pero quizás mañana o pasado mañana o la semana que viene tendré más fuerzas y huiré— tonta de mí, estaba revelando mis planes —Pero por hoy no, aunque déjeme decirle algo mi señora, mi ama, no, no le pediré que me vuelva a besar o morder o tocar— eso nunca lo hizo, que estoy diciendo o pensando —Si quiere sangre pues primero tendrá que pelear por ella, ya no estaré con la cabeza confusa y olvidadiza así que podré pelear dignamente con usted, no que en esta vida todo cuesta, pues bien yo le pongo precio a mi sangre y sabe algo— esto no iba para nada bien.

Tragué en seco y con la mano sujeta a la de ella la tire sobre mí, solté su mano y las coloque sobre sus mejillas y fue ahí, en ese momento que la besé. Toque sus labios despacio y temblorosamente, no lo había hecho antes, o quizás sí y no lo recuerdo pero estaba nerviosa, lentamente fui dejando que mi lengua se introduzca en la boca de ella buscando a la gemela, un beso muy torpe debo acotar más por los nervios que por otra cuestión.

Rompí el contacto enseguida sonriéndome y limpiándome los labios con el dorso de la diestra —Pude que suene pretencioso y hasta arrogante, pero será usted quien pida nuevamente esto, y será este tonto cordero que le dirá que no, porque hay otros jovencitos que suplicarían por ello— reí, reí tanto que dolía, reía para evitar pensar, reí al punto que sonaba quizás grosera.

Aquella mujer me intimidaba de sobre manera pero a su vez había algo en ella que me hacía enojar, quizás porque fue la única, la única que me ha hecho ver mi verdad y por eso la detestaba porque logro hacerme odiar a mí misma. Pero a su vez, había algo más que ella despertó…y aun no lo sé que es, o como llamarlo.
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Sangre en copas vencidas || Privado Empty Re: Sangre en copas vencidas || Privado

Mensaje por Catalina De Aragón Miér Oct 21, 2015 1:10 am

La duda, la desidia, la incomprensión... esas emociones que surgen, que se descontrolan, que te toman la voluntad y la quiebran. Que te hacen llorar, reír, gritar, patalear. La emoción es la que hace al hombre esclavo de sus sentimientos, la que le hace vulnerable, voluble, rompible.

Aquella joven estaba hecha un mar de dudas y yo sólo hacía que darle un nuevo rumbo por el que seguir dudando, acrecentando todo aquello que su cabeza no podía comprender, no podía encauzar. Seguramente porque sus pensamientos fueron robados. ¿Era acaso malo ofrecerle una alternativa?¿Una salida por la cual olvidarse de todo aquello y vivir una vida diferente?

Claro está, ella no concebía una vida bajo la supervisión de otra persona, aunque esa persona acabara de sacarla de un nido de vampiro que pronto acabaría con ella, aunque esa persona hubiera preferido acabar con la vida de otra chica en lugar de tomarla a ella como esta le pedía. En el fondo no me veía más que como otro perro con distinto collar.

Su pregunta rompe un poco con la idea que tenía, me deja descolocada en mi posición. ¿Realmente no es consciente de lo que hace y lo que puede provocar?
- ¿No eres consciente de que me tientas? Soy un vampiro, como aquellos que hemos dejado atrás. Tu sangre me atrae y tú no haces otra cosa que ofrecerte, que mostrarte vulnerable. Luchas pero sabes que no puedes ganar, te enfrentas a mi con la idea de amedrentarme cuando lo único que consigues en enfurecerme más ¿Eso es lo que deseas?¿Verme estallar de enfado? - la dije intentando que sus humos, que sus envites de valentía acabaran de una vez y se plegara a lo que la estaba ofreciendo. Aunque algo me decía que ese tira y afloja seguiría durante demasiado tiempo, más del que yo tenía para hacerla ceder - Has odiado que, en vez de  ser tu la que ha probado mis colmillos esta noche, fuera otra. ¿Me estás diciendo que te gustaría que lo hiciera con otras chicas estando tú aquí?¿Prefieres que otra doncella goce del placer de mi abrazo y mi atención?¿De mis besos y caricias? - le dije a modo de revulsivo esperando ver que reacción tomaba ante eso. Esa reacción seguramente sería la que marcaría como iba a ser nuestra interacción. Quizás, después de eso, simplemente no la viera más y la dejara allí o, podía ser que nos viéramos más a menudo...

El beso ayudó a que los vientos se calmaran. Noté como cedía ante mi, como sabía que su intento de reto acababa de darse la vuelta. Noté como sus manos se abrazaban a mi vestido suplicando porque aquel contacto no acabara, suplicando por más, por más tiempo... Noté como sus piernas flaqueaban ligeramente y una de mis manos rodeó su cintura asiéndola con fuerza para que no cayera. Noté su sangre mojando mi lengua y luego... la solté sin más.

Dio un par de pasos desorientada, sorprendida. Al parecer le costaba comprender lo que acababa de ocurrir y ello lo mostraba sin ningún tipo de tapujo en su rostros confundido. Al poco, se dio cuenta de lo que acababa de pasar y de como, aún en contra de su voluntad, había cedido hasta el punto del deseo. Su rostro se tornó color cereza y mi sonrisa le acompañó en su viaje hacia lo desconocido.

- Huye si es lo que deseas, pero nadie podrá protegerte entonces. Te perseguirán, se alimentarán de ti y te matarán pues conoces su secreto - seguramente aquello no fuera para nada que sirviera pues estaba obcecada en su pensamiento de escape - Mientras tanto yo te buscaré un sitio. No conmigo, pero si cerca de mi - me tomó la mano y, por un momento pensé que finalmente estaba cediendo a la realidad y sobre todo a la verdad.

Reí sonoramente ante su siguiente comentario ¿Qué estaba haciendo?¿Poner límites?¿Condiciones? Era más que graciosos que siguiera pensando que tenía la oportunidad de elegir, que tenía el control suficiente como para poder decir hasta donde podía llegar yo si quería o que iba a hacer ella al encontrarse en una situación en concreto.

- Primero, el día que quiera ser tu ama lo sabrás. Ese día dejarás de poder llevarme la contraria y serás un verdadero corderito que sólo respirará para satisfacerme en todo lo que yo quiera ¿De acuerdo? - una vez dejado claro el primer punto, pasamos al siguiente - En segundo lugar y como te he dicho antes: yo no voy a pelear por tu sangre. Aunque ahora mismo a tu alrededor no haya nadie, siempre hay personas. Todas esas personas tienen sangre, toda su sangre me vale al igual que la tuya - no era necesario decir que mi predilección por la sangre de mujeres era imperante pues eso reduciría las víctimas a la mitad - ¿Serás tú capaz de pensar que otra persona está siendo la que está entre mis brazos? - iba a darle la pincelada final a aquella parte de la conversación - ¿Serán suficientes tus caricias en el interior de tus muslos cuando sólo tendrías que pedir una de mis besos?

Se envalentonó, se esforzó y llegó hasta mis labios, los rozó, los acarició con los suyos, con la suavidez y la calidez de la vida, los entreabrí y ella me invadió con su lengua húmeda. Hacía tiempo que no sentía un beso y la verdad, siempre eran gustosos. Moví mi lengua y acaricié la punta de la suya, una caricia sutil y ligeramente perceptible, una caricia llena de intenciones ocultas y perdidas en el fondo de una mente oscura.

Se separó y intentó, de nuevo, mostrarse altiva, dominante y controladora. Pobrecita...

- Dudo mucho que esos jovencitos de los que hablas te hagan sentir como yo, simplemente con un segundo de contacto, he hecho. Fornicarán contigo, te privarán de tu virtud y te dejarán tirada como un despojo. Quizás sea eso lo que quieres, que te traten como basura, que te traten como lo hacían ahí dentro ¿Es eso lo que quieres?

Del interior del edificio, que no distaba mucho de donde nosotras nos encontrábamos, comenzaron a sonar ruidos más estridentes. La puerta principal se abrió y pude ver como comenzaba a salir gente de allí. Vampiros todos...

- Si es eso lo que quieres no te fuerces, sólo quédate aquí y ellos harán el resto - dije francamente y algo decepcionada por su actitud - Si quieres un consejo: mejor ábrete tu de piernas antes de que ellos lo hagan.

Luego comencé a caminar en dirección a la ciudad.
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Mensaje por Invitado Lun Oct 26, 2015 5:01 pm

¿Por qué? ¿Por qué?...Mi corazón late rápidamente, puedo oír el sonido de este estallar por todo el lugar con tan solo su mirada y sus palabras ¿por qué sus palabras logran que mi corazón salte y a la vez adolezca? No lo entiendo y no creo que quiera hacerlo, o quizás sí, no, sí. El miedo no me deja pensar bien, miedo a descubrirme a mí misma.

Sus palabras retumbaban con más fuerza que antes haciendo que me estremeciera más, podía sentir como mi cuerpo temblaba por su cercanía, como las piernas fallaban y mis manos, mis manos picaban por tomarme de sus hombros. NO. Enseguida me regaño por el rumbo de los pensamientos que van tomando y dándose forma en la mujer que tenía en frente. Los Labios me temblaban, no podía ya pronunciar palabra alguna porque no tenía nada más que decir, porque ya había despotricado tanto que no tenía dirección que tomar y la única que se me presentaba no quería tomarla.

La sinceridad.

La mente comenzó a imaginarla abrazando a otra joven, sonriéndole y acariciándole el cabello así como besándola con aquellos filosos colmillos que en la suave carne de introducen provocando que la joven se sonrojara, pero no era otra mujer era yo la que tomaba el tinte carmesí en las mejillas y en todo el rostro en sí, estaba molesta por imaginar ello, estaba molesta por sus palabras y sus pretensiones. No podía aceptarlo, simplemente no podía.

En mis ojos se vislumbra la tristeza, la diestra toma la tela de aquel improvisado vestido, que ahora parecen más harapos, arrugándolo entre los dedos con fuerza cerca de mi corazón. Agaché el rostro para evitar que viera mis ojos entristecidos a causa de ella, porque no tenía respuesta a ello ya que no sabía la razón exacta de ello, o quizás si, pero no quería admitirla, no en voz alta. Lo único que sabía era que me dolía todo ello, como iniciamos, como seguíamos y cómo íbamos a terminar.

“Voy a dejar que las cosas salgan no como espero si no como quieran salir”

Cerré los ojos, escuchando como avanzaba alejándose de mí, se estaba alejando eternamente y quedaría ahí en medio de aquel jardín sola en la oscuridad dispuesta a ser carne para cualquier lobo que desee tomarme de cualquier forma, y al final volver a un hogar donde las mentiras se ciernen aún más profundas, suspiré pensando en ello, pero iba a continuar aunque fuera sola, más antes de dar un paso una frase fue la que rompió todo mi ser…una frase de aquellos labios.

Ella es dura, es fría pero aun así me calienta de muchas formas.

Aquellas palabras lograron nuevamente que las lágrimas amenacen en salir, podía sentir el escozor de los ojos y como una pequeña lágrima rodó por mi mejilla. No podía permitir que nadie me toque, nadie más, nunca.

No supe que hacer, quería gritarle que aquello no sería asunto suyo, que quizás otro si tendría las agallas de terminar con la vida de una estúpida como yo, pero no, solo me quedé observando cómo se alejaba a través de los ojos acuosos. En qué momento las piernas se movieron y comencé a correr hacia aquella mujer, no sé, ni siquiera cuando mi mano se estiró y tomó el brazo de ella. Solo fui consciente hasta que la miré agitada de haber corrido aun con pocas fuerzas.

Solté abruptamente su brazo y pedí disculpas en una reverencia demasiado estúpida para mi gusto, pero era lo que había aprendido en los libros que solía leer día tras día, aquellos en donde un esclavo no mira el amo a los ojos y menos levanta el rostro, lo mantienen fijos en el suelo agazapados por miedo, solo que este último no era aliado mío, aun sentía el valor para poder enfrentarme a la mujer y no sabía porque cuando ella fue la única que se mostró de aquella forma amable yo la trataba mal con deseos de pelear y desquitarme de todo para luego…

Tomé una buena bocanada de aire pidiendo las disculpas pertinentes, claro que así se espera que se haga, pero lo que salieron fueron otras palabras —Ni se te ocurra, si es así creo que sería en los dos lados ¿verdad?— eh? Que estaba diciendo —Si este será el adiós entonces al menos quédate y mira como otro de los tuyos toca mi cuerpo y bebe mi sangre hasta la muerte, como abro mis piernas para ellos y como grito por…— debo parar, debo controlar mi lengua.

Abrí los ojos de par en par, no estaba bien, no era correcta esa actitud mía —Lo siento, me excedí. No quise decir aquellas palabras, lo que yo quise realmente decir— Sería muy tarde para poder decir la verdad —Lo que quise decir es que acepto su ayuda, pero— otra vez, porque estaba tan condicionada. Oh si, por mi tonto miedo de fe, voluntad y creencia. Si tan solo la pudiera romper, pero no puedo está en mi todo ello —Pero, quiero pagarle con algo que pueda, no creo que…que aun pueda ser esclava de alguien, si quizás usted ahora me ponga y me diga muchas cosas que me hacen pensar y créame que lo hace pero, no puedo asegurar nada aun, solo digo que me de la oportunidad. No quiero morir en manos de aquellos desconocidos si voy a hacerlo al menos quisiera conocer a mi verdugo así como la conocí a usted, si es que se puede decir que la conozco— Cálmate Aimée, ordena tus ideas, me decía a mí mismo tratando de controlar mi respiración —Hagamos esto de nuevo, acepto su ayuda y no escaparé, al menos por un tiempo, luego me iré de su lado para no causarle problemas ni contradicciones con nadie. Esto será un contrato entre nosotras— Si, vas bien Aimée. Esto es así, yo necesito un lugar para ocultarme para siempre, y ella necesitaría alguna criada o doncella ilustrada y educada para algunas tareas de la casa, aunque no tenga mucho conocimiento en ello.

Tosí un poco esquivándole la mirada —No puedo pensar en nadie que me tome, no porque no quiera— me sonrojé completamente, no debía ser tan obvia en mis expresiones —Solo que no puedo porque no está correcto, mucho menos…menos hacer eso de…d.de tocarme— susurré soltando con un suspiro —No le voy a negar que mi curiosidad ha sido grande, pero así mismo lo ha sido otras cosas— ahora si me envalenté mirándole a los ojos, unos ojos que parecían cansados, ella estaba aburrida y cansada de mi lo sabía, y los míos reflejaban toda la convicción de mi alma —No creo que incluso siendo su esclava y usted mi dueña dejaré de enfrentarle, por una simple razón— tomé todo el aire que los pulmones me lo permitían justo cuando tomé su mano entre las mías —Porque ello sería muy aburrido, obedecer sin chistar, sin poder oponerse siquiera, sería como un ser sin voluntad, como una muñeca para que alguien como usted juega, como dijo, alguien que se abre de piernas porque si, no porque lo sienta, sería demasiado aburrido para alguien, para todos. En cambio alguien que tiene voluntad, que pelea por tener su razón aunque no la tenga, quizás, quizás tenga algo de interés para alguien y no se aburra de aquella persona— luego de ello no fui capaz de mirarle a los ojos por vergüenza y porque mi corazón volvía a latir con aquella misma fuerza que antes.

Luego de unos segundos habiendo aceptado sola por voluntad mía, aquello entendí que acababa de venderme de la forma más patética y absurda, había caído en el juego de la provocación hasta haber cedido voluntariamente. Traté de sonreír, forzadamente para evitar pensar en ello.

Ahí estaba mi firma de aquel contrato, mi aceptación para irme con aquella mujer.

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