AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El sonido del agua (privado)
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El sonido del agua (privado)
Desde que llegó a París no había ido aun a los bosques, tenía casi toda la ciudad recorrida ya podría decir que la conocía como la palma de su mano, pero no las afueras. Siempre estaba sola así que esta vez no sería menos, agarró una bolsita y en ella metió unos cuantos bocadillitos que preparó. Salió de su casa sin que nadie la viera, llegó un punto que pensó si hacia falta salir a hurtadillas cuando no había nadie más que los sirvientes en casa y ellos nunca decían nada. Corrió por las calles hasta llegar a las afueras de la ciudad, ahí al otro lado veía el bosque. Árboles grandes y frondosos con hojas de un hermoso verde. No pudo evitar sonreír al ver tal belleza de la naturaleza y corrió hacia él.
Paró cuando llegó frente a los árboles con su respiración agitada, levantó su mano hacia uno de los troncos y con la yema de sus dedos la acarició lentamente. Dio unos pasos para adentrarse en el bosque con cuidado de no pisar algo que la hiciera caer sobre las hojas secas. Miraba a un lado y a otro del lugar, observando la infinidad de árboles y plantas que se encontraban. Levantó su cabeza viendo como la luz del sol se abría camino entre los árboles, la brisa los acunaba suavemente. Cerró los ojos escuchando como los árboles se agitaban con el viento sintiendo esa tranquilidad del lugar. Volvió abrir sus ojos volviendo a dar unos pasos para reanudar su camino. Mientras paseaba escuchó a lo lejos el sonido de lo que parecía un río y se dirigió hacia el. Aceleró el paso entre los árboles y a lo lejos vislumbró el río, se acercó a toda prisa. El agua era transparente y bajaba a toda prisa, ella se acercó y la tocó con una de sus manos, estaba muy fría. Se llevó un poco de agua a sus labios, nunca había probado un agua con tan buen sabor. Había sido una buena idea venir a pasear por el bosque. No dejaba de mirar todo lo que la rodeaba mientras se sentaba a la orilla del río observando como el agua recorría su camino.
Paró cuando llegó frente a los árboles con su respiración agitada, levantó su mano hacia uno de los troncos y con la yema de sus dedos la acarició lentamente. Dio unos pasos para adentrarse en el bosque con cuidado de no pisar algo que la hiciera caer sobre las hojas secas. Miraba a un lado y a otro del lugar, observando la infinidad de árboles y plantas que se encontraban. Levantó su cabeza viendo como la luz del sol se abría camino entre los árboles, la brisa los acunaba suavemente. Cerró los ojos escuchando como los árboles se agitaban con el viento sintiendo esa tranquilidad del lugar. Volvió abrir sus ojos volviendo a dar unos pasos para reanudar su camino. Mientras paseaba escuchó a lo lejos el sonido de lo que parecía un río y se dirigió hacia el. Aceleró el paso entre los árboles y a lo lejos vislumbró el río, se acercó a toda prisa. El agua era transparente y bajaba a toda prisa, ella se acercó y la tocó con una de sus manos, estaba muy fría. Se llevó un poco de agua a sus labios, nunca había probado un agua con tan buen sabor. Había sido una buena idea venir a pasear por el bosque. No dejaba de mirar todo lo que la rodeaba mientras se sentaba a la orilla del río observando como el agua recorría su camino.
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
Estar en su forma canina era la forma más sencilla de conseguir comida, algunos pequeños restaurantes gustaban de darle las sobras, como humano jamás se hubiera atrevido a probar sobras de quien sabe qué cosa, pero como perro le daba igual. Visitó los locales que normalmente lo consentían, algunos hasta pollo llegaban a darle, sin embargo, ese día ninguno pareció tener algo que ofrecerle. Decepcionado movió sus cuatro cortas patitas a las afueras de la ciudad, se arrepintió de haberse transformado en corgi esperanzado de que esos restauranteros lo alimentaran, si hubiera sido zorro o perro salvaje todo sería más fácil, pues podría cazar algo, pero lo hecho, hecho estaba, no entendía por qué una vez que se transformaba en una cosa no podía transformarse en otra sino hasta pasadas varias horas, pero a decir verdad no entendía muchas cosas de su condición.
Podía intentar cazar algún animal pequeño incluso cuando su tamaño como perro no era muy intimidante ya lo había hecho con anterioridad, pues viviendo como él lo hacía, cualquier alimento era bienvenido, no importaba si era carne cruda de conejo, era similar a los desperdicios de los restaurantes, como humano nunca lo comería, como perro le daba lo mismo.
Sus patas como corgi eran en extremo cortas y se agotaba con facilidad, antes de empezar su cacería decidió ir al río a refrescarse, sabía bien su ubicación porque muchas veces antes ya había ido, y si no la supiera, su oído canino le ayudaba a ubicarse. Tomó agua del caudal del río, era agua tan limpia que no importaba si era perro o humano, siempre tomaba agua de ese sitio. A orillas de ese mismo río, en el hueco de un tronco viejo guardaba un par de pantalones, así tenía repartida ropa por varios puntos de parís, nunca sabía cuándo debía transformarse en humano y andar por ahí desnudo no era una opción, no porque le diera pena, sino porque no quería ir a la cárcel por algo tan trivial como aquello, si iba a pasar otra noche más recluso, que al menos fuera por partir un par de caras en alguna pelea callejera.
Se detuvo en su labor de beber agua cuando escuchó que había compañía, se quedó quieto esperando ver quién era, el problema era que como animal su vista era deficiente, así que decidió usar mejor el olfato. Olía bien, esa persona olía bien, a limpio y a delicado perfume, pero por sobre todas las cosas, causa de la incontrolable hambre que cargaba, notó que llevaba consigo comida. ¡Comida!, qué providencial había resultado la llegada de esa mujer.
Se acercó cauteloso mientras ella bebía agua del río, olfateó una vez más y supo que era seguro, se presentó ante la mujer moviendo la cola, con esos grandes ojos de perro suplicante, podía ser un perro pequeño, pero sabía que resultaba ciertamente encantador e iba a usar eso en su beneficio.
Podía intentar cazar algún animal pequeño incluso cuando su tamaño como perro no era muy intimidante ya lo había hecho con anterioridad, pues viviendo como él lo hacía, cualquier alimento era bienvenido, no importaba si era carne cruda de conejo, era similar a los desperdicios de los restaurantes, como humano nunca lo comería, como perro le daba lo mismo.
Sus patas como corgi eran en extremo cortas y se agotaba con facilidad, antes de empezar su cacería decidió ir al río a refrescarse, sabía bien su ubicación porque muchas veces antes ya había ido, y si no la supiera, su oído canino le ayudaba a ubicarse. Tomó agua del caudal del río, era agua tan limpia que no importaba si era perro o humano, siempre tomaba agua de ese sitio. A orillas de ese mismo río, en el hueco de un tronco viejo guardaba un par de pantalones, así tenía repartida ropa por varios puntos de parís, nunca sabía cuándo debía transformarse en humano y andar por ahí desnudo no era una opción, no porque le diera pena, sino porque no quería ir a la cárcel por algo tan trivial como aquello, si iba a pasar otra noche más recluso, que al menos fuera por partir un par de caras en alguna pelea callejera.
Se detuvo en su labor de beber agua cuando escuchó que había compañía, se quedó quieto esperando ver quién era, el problema era que como animal su vista era deficiente, así que decidió usar mejor el olfato. Olía bien, esa persona olía bien, a limpio y a delicado perfume, pero por sobre todas las cosas, causa de la incontrolable hambre que cargaba, notó que llevaba consigo comida. ¡Comida!, qué providencial había resultado la llegada de esa mujer.
Se acercó cauteloso mientras ella bebía agua del río, olfateó una vez más y supo que era seguro, se presentó ante la mujer moviendo la cola, con esos grandes ojos de perro suplicante, podía ser un perro pequeño, pero sabía que resultaba ciertamente encantador e iba a usar eso en su beneficio.
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Re: El sonido del agua (privado)
Se separó de la orilla dando unos pasitos lentos hacia atrás sin dejar de observar la belleza de su entorno. Se volteó buscando un lugar lo suficientemente cómodo como para poder sentarse encontrando a un pequeño perrito mirándola. Ladeó su cabeza preguntándose de donde había salido ese chiquitín, quizá estuviera abandonado o vivía en el bosque. Sonrió con gracia y levantando su mano a la altura de su pecho lo saludó efusivamente. Soltó una risa divertida cuando vio que movía alegre su colita. No quiso hacer ningún movimiento brusco o que le causara desconfianza al animal para no asustarlo. Se agachó lentamente hasta quedarse arrodillada en el suelo y con su mano le indicó que se acercara.
- Ven chiquitín – le sonrió – no te haré daño
Quedó callada durante unos pocos minutos esperando a ver los movimientos del animal. Recordó que había traído una bolsa llena de comida y que quizá el perro tuviera hambre. Tomó la bolsa y la abrió con cuidado sacando los bocadillitos envueltos. Levantó la mirada hacia el perro para observarlo y ver su reacción. Abrió uno de ellos y con sus dedos empezó a trocearlo en pequeños pedazos. Cuando terminó colocó esos pedacitos frente a ella y se levantó con calma para no asustar al animal.
- Seguro tienes hambre y estos bocadillitos los he preparado yo – sonrió dulcemente mientras daba unos pocos pasos hacia atrás – esos son para ti – se sentó en el suelo para luego abrir otro de los bocadillitos – y este me lo comeré yo – señaló los pedacitos que cortó con la esperanza que el perrito los comiera sin miedo – no tengas miedo, come
- Ven chiquitín – le sonrió – no te haré daño
Quedó callada durante unos pocos minutos esperando a ver los movimientos del animal. Recordó que había traído una bolsa llena de comida y que quizá el perro tuviera hambre. Tomó la bolsa y la abrió con cuidado sacando los bocadillitos envueltos. Levantó la mirada hacia el perro para observarlo y ver su reacción. Abrió uno de ellos y con sus dedos empezó a trocearlo en pequeños pedazos. Cuando terminó colocó esos pedacitos frente a ella y se levantó con calma para no asustar al animal.
- Seguro tienes hambre y estos bocadillitos los he preparado yo – sonrió dulcemente mientras daba unos pocos pasos hacia atrás – esos son para ti – se sentó en el suelo para luego abrir otro de los bocadillitos – y este me lo comeré yo – señaló los pedacitos que cortó con la esperanza que el perrito los comiera sin miedo – no tengas miedo, come
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
Como su olfato canino se lo había dicho, aquella mujer llevaba comida y no tardó en derretirse ante sus encantos de pequeño perro de grandes orejas y patas cortas. Olfateó los bocadillos y se acercó poco a poco, aún con reservas, aunque esta mujer lucía completamente inofensiva, tenía experiencias poco a agradables, existían personas que golpeaban a un perro por el simple placer de hacerlo. Se llevó el primer trozo a la boca y de inmediato, al sentir el sabor, supo que era lo mejor que había comido en años, tanto por la calidad de los ingredientes como por la minuciosa calma con la que habían sido preparados, no importaba si como perro o como humano, aquello era algo que hacía mucho no saboreaba.
Cuando menos se dio cuenta, la mujer había tomado un sitio a su lado, la miró por un segundo con las orejas erguidas, atento y luego continuó comiendo. De verdad le hacía falta llevarse alimento a la boca, o al hocico, como fuera.
Cuando terminó se acercó a la mujer que seguía comiendo, la miró con ese par de ojos que se obscurecían cuando se transformaba y movió la cola, no estaba pidiendo más, sólo le estaba agradeciendo por lo que le había dado y sin pedir permiso se acurrucó a su lado mientras ella terminaba, por alguna razón la dama que amablemente le había dado de comer también ejercía sobre él un sentimiento de confianza, aunque quien sabe, pensó en la posibilidad de hacerse hombre frente a ella, ¿qué pensaría?, ¿cómo reaccionaría?, él no sabía de otros que tuvieran esa misma condición suya, es más, creía que era el único y que era una especie de maldición, algo de lo que no se enorgullecía pero a raíz de que su difunta hermana lo supo, empezó a usarlo en su beneficio, cosa que, por ejemplo aquel día, había dado frutos, pues se había alimentado, y mejor de lo que hubiera podido desear.
Alzó la cabeza para ver a su acompañante de la tarde, sacó la lengua y una expresión similar a una sonrisa se dibujó en su hocico. Lo que le gustaba de ser perro era escuchar a las personas hablarle, pensando que un animal no podría juzgarlos, eran capaces de contar sus más terribles pecados y sus más añorados sueños a un animal, porque no recibirían réplica.
Cuando menos se dio cuenta, la mujer había tomado un sitio a su lado, la miró por un segundo con las orejas erguidas, atento y luego continuó comiendo. De verdad le hacía falta llevarse alimento a la boca, o al hocico, como fuera.
Cuando terminó se acercó a la mujer que seguía comiendo, la miró con ese par de ojos que se obscurecían cuando se transformaba y movió la cola, no estaba pidiendo más, sólo le estaba agradeciendo por lo que le había dado y sin pedir permiso se acurrucó a su lado mientras ella terminaba, por alguna razón la dama que amablemente le había dado de comer también ejercía sobre él un sentimiento de confianza, aunque quien sabe, pensó en la posibilidad de hacerse hombre frente a ella, ¿qué pensaría?, ¿cómo reaccionaría?, él no sabía de otros que tuvieran esa misma condición suya, es más, creía que era el único y que era una especie de maldición, algo de lo que no se enorgullecía pero a raíz de que su difunta hermana lo supo, empezó a usarlo en su beneficio, cosa que, por ejemplo aquel día, había dado frutos, pues se había alimentado, y mejor de lo que hubiera podido desear.
Alzó la cabeza para ver a su acompañante de la tarde, sacó la lengua y una expresión similar a una sonrisa se dibujó en su hocico. Lo que le gustaba de ser perro era escuchar a las personas hablarle, pensando que un animal no podría juzgarlos, eran capaces de contar sus más terribles pecados y sus más añorados sueños a un animal, porque no recibirían réplica.
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Re: El sonido del agua (privado)
El lugar estaba en silencio solo se escuchaba el sonido del agua correr y al pequeño perrito masticar la comida. Le miró con ternura como saboreaba cada pedacito, realmente tenía hambre y se notaba que le gustaba. Hedoné llevó su parte a sus labios dándole un mordisco y levantó su mirada para observar el cielo totalmente despejado de un hermoso color azul. Era un hermoso día sin duda y perfecto para estar en un lugar como ese, además ahora tenía compañía de un perrito simpático, rió divertida para sí mientras daba otro mordisco. Vio como el animal había terminado y se acercó con alegres pasitos mientras movía la cola, ella levantó la mano y le acarició la cabecita suavemente.
- Me ganaste al terminarte antes la comida – le siguió con la mirada viendo como se acurrucaba a su lado y ella volvió acariciarle su pequeña cabecita suavemente – este lugar es muy hermoso tendré que venir más a menudo – le miró de reojo – espero verte por aquí de nuevo y te aseguro que traeré tu parte del picnic – rió divertida
Quedó callada unos segundos sin dejar de acariciar al animal, saboreando la comida. La ciudad le gustaba mucho podían verse infinidad de cosas, pero ese bosque era aun mejor. Cada uno de esos rincones era impresionante, había una tranquilidad envidiable, se preguntaba porque no había venido por aquí antes. Estaba convencida que volvería muchas más veces por aquí para investigar y descubrir nuevos lugares, seguro que habían muchos más e igual de hermosos que el sitio en el cual se encontraba ahora. Terminó de comerse el bocadillo y volteó a ver al perrito sonriente. Llevó sus manos al pequeño cuerpo del animal y lo agarró para llevárselo a su regazo colocándolo boca arriba. Rió divertida y con sus dedos empezó acariciarle la pancita.
- Seguro que no tienes casa – soltó un suspiro y negó con la cabeza mientras le miraba – podría llevarte conmigo o si lo prefieres te enseño donde está mi casa y así vienes cuando quieras – levantó su mirada al cielo y luego volvió a mirar al animal - ¿Dónde te meterás cuando hace frío o esté lloviendo eh? – le rascó aun más rápido la pancita con sus dedos
Lo volvió agarrar con sus manos como lo había hecho anteriormente y lo alzó a la altura de su rostro mirándolo divertida. Ladeó su cabeza pensativa.
- Si no tienes casa menos tendrás nombre – calló unos segundos observándole – ¿que tal… Pelusita? – frunció ligeramente el ceño y negó con la cabeza, las personas tenían la manía de poner nombres a cualquier cosa y ahora no sería menos – creo que es poco varonil para ti ¿no? Que te parece Pelusón…
Volvió a colocar al perrito sobre su regazo mientras acariciaba nuevamente la pancita con sus dedos.
- Me ganaste al terminarte antes la comida – le siguió con la mirada viendo como se acurrucaba a su lado y ella volvió acariciarle su pequeña cabecita suavemente – este lugar es muy hermoso tendré que venir más a menudo – le miró de reojo – espero verte por aquí de nuevo y te aseguro que traeré tu parte del picnic – rió divertida
Quedó callada unos segundos sin dejar de acariciar al animal, saboreando la comida. La ciudad le gustaba mucho podían verse infinidad de cosas, pero ese bosque era aun mejor. Cada uno de esos rincones era impresionante, había una tranquilidad envidiable, se preguntaba porque no había venido por aquí antes. Estaba convencida que volvería muchas más veces por aquí para investigar y descubrir nuevos lugares, seguro que habían muchos más e igual de hermosos que el sitio en el cual se encontraba ahora. Terminó de comerse el bocadillo y volteó a ver al perrito sonriente. Llevó sus manos al pequeño cuerpo del animal y lo agarró para llevárselo a su regazo colocándolo boca arriba. Rió divertida y con sus dedos empezó acariciarle la pancita.
- Seguro que no tienes casa – soltó un suspiro y negó con la cabeza mientras le miraba – podría llevarte conmigo o si lo prefieres te enseño donde está mi casa y así vienes cuando quieras – levantó su mirada al cielo y luego volvió a mirar al animal - ¿Dónde te meterás cuando hace frío o esté lloviendo eh? – le rascó aun más rápido la pancita con sus dedos
Lo volvió agarrar con sus manos como lo había hecho anteriormente y lo alzó a la altura de su rostro mirándolo divertida. Ladeó su cabeza pensativa.
- Si no tienes casa menos tendrás nombre – calló unos segundos observándole – ¿que tal… Pelusita? – frunció ligeramente el ceño y negó con la cabeza, las personas tenían la manía de poner nombres a cualquier cosa y ahora no sería menos – creo que es poco varonil para ti ¿no? Que te parece Pelusón…
Volvió a colocar al perrito sobre su regazo mientras acariciaba nuevamente la pancita con sus dedos.
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
No podía negarlo, otra de las cosas que disfrutaba como perro eran los mimos que a menudo recibía de la gente, por fortuna se transformaba en un perro muy simpático, uno del que László no conocía el nombre, pero que el resto sí, corgi galés, bastante peculiar, de orejas grandes, hocico y cuerpo alargados, cola peluda y patas muy cortas, definitivamente una apariencia muy peculiar. Se dejó hacer por un rato mientras escuchaba a la mujer que amablemente le había dado de comer, su parte humana se reía de todo lo que estaba escuchando, pero su parte animal no podía dejar de disfrutarlo y sacar la lengua como aprobación.
Quería decirle que no se preocupara, que él sabía cuidarse solo, ya fuera como perro o como humano, pero claro, no podía hablar y no importaba, ¿cuáles eran las posibilidades de volverla a ver?, nulas considerando el tamaño de París, aunque ahora que ella mencionaba regresar al bosque, que era su refugio también las posibilidades aumentaban. Lo que no le gustaba era que le intentaran poner nombre, él ya tenía uno y sentía que cuando lo nombraban era como si perteneciera a alguien, y él no tenía dueño. Dejó de mover la cola y dio un salto alejándose del regazo de la mujer. Era suficiente.
Caminó con paso apresurado detrás de unos matorrales, con el hocico tomó un par de pantalones que guardaba ahí cerca para ocasiones como esa y tardó unos minutos. De ese sitio de donde el perro había desaparecido ahora emergía un joven con tatuajes en el brazo y espalda. Caminó con paso resuelto hasta la mujer que seguramente no sabía qué pasaba.
-Hey, no se preocupe –le dijo, cuando pasaba mucho tiempo como perro la voz le salía un poco más ronca de lo normal, carraspeó ante esa sensación-, sé cuidarme solo –habló como si fuera muy obvio que ese chico era el mismo perro de hacía un par de minutos-. Y gracias por la comida –si había una duda ese último comentario la disipaba.
Se acercó más, pero no demasiado pues comprendía que ya era bastante raro que el perro desapareciera y ahora apareciera él como si nada hablando de ese modo.
-Ah, y ya tengo un nombre, soy László, no hace falta que me bautices otra vez –bromeó, aunque eso era algo que nunca iba a permitir, caer tanto en el confort de ser un perro que permitiera que alguien más le pusiera nombre, ¡y un collar!, ese sería el colmo.
Quería decirle que no se preocupara, que él sabía cuidarse solo, ya fuera como perro o como humano, pero claro, no podía hablar y no importaba, ¿cuáles eran las posibilidades de volverla a ver?, nulas considerando el tamaño de París, aunque ahora que ella mencionaba regresar al bosque, que era su refugio también las posibilidades aumentaban. Lo que no le gustaba era que le intentaran poner nombre, él ya tenía uno y sentía que cuando lo nombraban era como si perteneciera a alguien, y él no tenía dueño. Dejó de mover la cola y dio un salto alejándose del regazo de la mujer. Era suficiente.
Caminó con paso apresurado detrás de unos matorrales, con el hocico tomó un par de pantalones que guardaba ahí cerca para ocasiones como esa y tardó unos minutos. De ese sitio de donde el perro había desaparecido ahora emergía un joven con tatuajes en el brazo y espalda. Caminó con paso resuelto hasta la mujer que seguramente no sabía qué pasaba.
-Hey, no se preocupe –le dijo, cuando pasaba mucho tiempo como perro la voz le salía un poco más ronca de lo normal, carraspeó ante esa sensación-, sé cuidarme solo –habló como si fuera muy obvio que ese chico era el mismo perro de hacía un par de minutos-. Y gracias por la comida –si había una duda ese último comentario la disipaba.
Se acercó más, pero no demasiado pues comprendía que ya era bastante raro que el perro desapareciera y ahora apareciera él como si nada hablando de ese modo.
-Ah, y ya tengo un nombre, soy László, no hace falta que me bautices otra vez –bromeó, aunque eso era algo que nunca iba a permitir, caer tanto en el confort de ser un perro que permitiera que alguien más le pusiera nombre, ¡y un collar!, ese sería el colmo.
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Re: El sonido del agua (privado)
El animal parecía gustarle las muestras de afecto de ella por eso no dejaba de acariciarle y hablarle hasta que de un saltito el perro salió de su regazo corriendo hacia unos matorrales que se encontraban cerca. Hedoné ladeó la cabeza extrañada por la reacción del perrito, pensó que quizá había alguien por allí cerca y el animal lo percibió, pero si fuera el caso él no hubiera reaccionado así. Observaba como los matorrales se movían y escuchaba ruidos tras ellos, hizo ademán de levantarse cuando apareció un chico entre esos mismos matorrales donde había desaparecido el animal. Frunció ligeramente el ceño pensando por unos instantes que ese muchacho quizá le hizo algo al perrito. El chico le habló y lo que salieron de su boca fueron las palabras que diría quizá el perrito si pudiera hablar.
Sus ojos se abrieron de par en par y miró de nuevo los matorrales para ver si aparecía el animalito entre ellos, volvió a mirar al muchacho que frente a ella estaba. Se le pasó por la cabeza por un breve instante que aquel adorable perrito fuera el chico que tenía en frente pero lo descartó de su mente por pensar una cosa tan descabellada. ¿Realmente era una locura pensar eso cuando ella era una bruja? ¿Cuándo tenía una amiga vampira y su familia eran brujos? Si existían personas poco comunes porque no el muchacho podría ser el simpático perrito de antes.
- Tú… - cerró los ojos mientras negaba con la cabeza
Mientras asimilaba todo lo sucedido intentó escudriñar en los sentimientos del joven para confirmar sus sospechas. Era la misma sensación que tenía antes. Abrió los ojos de golpe levantando su mirada de nuevo hacia el muchacho cuando escuchó que le hablaba de nuevo.
- Lo… lo siento… yo no pretendía ofenderte
Le miró de arriba abajo… ¿abajo? Su mirada se clavó por unos instantes en la barriga del muchacho recordando que le había acariciado ahí mientras cerraba sus ojos y llevaba sus dedos en el puente de su nariz notando como sus mejillas se acaloraban. Tenía que disculparse por el atrevimiento y por intentar darle un nombre cuando él ya tenía uno propio, mejor haría como si nada hubiera pasado. Bajó su mano mientras levantaba su mirada hacia el chico.
- Un placer, el mío es Hedoné – sonrió nerviosa – no sabía que pudieras… bueno ser el perrito – señaló hacia los matorrales luego al muchacho – ¡siento haberte rascado la pancita y el intentar darte otro nombre!
Sus ojos se abrieron de par en par y miró de nuevo los matorrales para ver si aparecía el animalito entre ellos, volvió a mirar al muchacho que frente a ella estaba. Se le pasó por la cabeza por un breve instante que aquel adorable perrito fuera el chico que tenía en frente pero lo descartó de su mente por pensar una cosa tan descabellada. ¿Realmente era una locura pensar eso cuando ella era una bruja? ¿Cuándo tenía una amiga vampira y su familia eran brujos? Si existían personas poco comunes porque no el muchacho podría ser el simpático perrito de antes.
- Tú… - cerró los ojos mientras negaba con la cabeza
Mientras asimilaba todo lo sucedido intentó escudriñar en los sentimientos del joven para confirmar sus sospechas. Era la misma sensación que tenía antes. Abrió los ojos de golpe levantando su mirada de nuevo hacia el muchacho cuando escuchó que le hablaba de nuevo.
- Lo… lo siento… yo no pretendía ofenderte
Le miró de arriba abajo… ¿abajo? Su mirada se clavó por unos instantes en la barriga del muchacho recordando que le había acariciado ahí mientras cerraba sus ojos y llevaba sus dedos en el puente de su nariz notando como sus mejillas se acaloraban. Tenía que disculparse por el atrevimiento y por intentar darle un nombre cuando él ya tenía uno propio, mejor haría como si nada hubiera pasado. Bajó su mano mientras levantaba su mirada hacia el chico.
- Un placer, el mío es Hedoné – sonrió nerviosa – no sabía que pudieras… bueno ser el perrito – señaló hacia los matorrales luego al muchacho – ¡siento haberte rascado la pancita y el intentar darte otro nombre!
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Re: El sonido del agua (privado)
La reacción que estaba recibiendo de la dama que amablemente lo había alimentado no era diferente a la que había recibido antes de otras personas a las que les había contado su secreto, que no eran muchas en todo caso pero si las suficientes como para notar que todas reaccionaban igual, aunque esta mujer en especial pareció reaccionar mejor, como si pudiera creer de hecho que él era el corgi de antes, en el pasado tuvo que convencer a más de uno de que él era ese perro que vieron, pero ella parecía más avergonzada por haberle acariciado la panza que estupefacta por su extraña habilidad.
Se acercó unos pasos e hizo un ademán con la mano que le restaba importancia, tampoco quería ponerla incómoda, después de todo ella se había portado bien con él cuando era perro; sólo eso de que le intentaran poner nombre lo enervaba un poco, era como aceptar que tenía un dueño y… ¿él?, ¿con dueño?, ¡jamás!, por eso había decidido salir como László antes de que fuera tarde.
-No te preocupes –dijo con semblante relajado, dio un último par de pasos y se puso de cuclillas junto a ella para estar a su altura-, muchos lo han hecho antes –rió ante el comentario y ahora era su turno de sonrojarse-. Supongo que soy más adorable como perro que como humano –bromeó con una sonrisa sobre su rostro, aunque de verdad lo creía, como humano incluso daba algo de miedo, tatuado, flaco como esqueleto y con esa expresión de vicio y calle que no podía con ella.
-Mucho gusto, Hedoné –estiró la mano aún en su misma posición, una mano mugrosa porque antes como pata estuvo constantemente pegada al suelo, pero de todos modos no era como si se pudiera esperar mucha higiene de un tipo que vivía en las calles y que gustaba de involucrarse en peleas a cada momento.
-No pasa nada, supongo que es un malentendido común, considerando… -se encogió de hombros, no terminó la frase porque se entendía, quería decir que considerando que se transformaba en perro y él mismo no podía encontrarle una explicación lógica y que simplemente se había acostumbrado, sin saber que había más como él deambulando en París y el mundo, y que existían otras criaturas y humanos con otras habilidades como la magia.
Se acercó unos pasos e hizo un ademán con la mano que le restaba importancia, tampoco quería ponerla incómoda, después de todo ella se había portado bien con él cuando era perro; sólo eso de que le intentaran poner nombre lo enervaba un poco, era como aceptar que tenía un dueño y… ¿él?, ¿con dueño?, ¡jamás!, por eso había decidido salir como László antes de que fuera tarde.
-No te preocupes –dijo con semblante relajado, dio un último par de pasos y se puso de cuclillas junto a ella para estar a su altura-, muchos lo han hecho antes –rió ante el comentario y ahora era su turno de sonrojarse-. Supongo que soy más adorable como perro que como humano –bromeó con una sonrisa sobre su rostro, aunque de verdad lo creía, como humano incluso daba algo de miedo, tatuado, flaco como esqueleto y con esa expresión de vicio y calle que no podía con ella.
-Mucho gusto, Hedoné –estiró la mano aún en su misma posición, una mano mugrosa porque antes como pata estuvo constantemente pegada al suelo, pero de todos modos no era como si se pudiera esperar mucha higiene de un tipo que vivía en las calles y que gustaba de involucrarse en peleas a cada momento.
-No pasa nada, supongo que es un malentendido común, considerando… -se encogió de hombros, no terminó la frase porque se entendía, quería decir que considerando que se transformaba en perro y él mismo no podía encontrarle una explicación lógica y que simplemente se había acostumbrado, sin saber que había más como él deambulando en París y el mundo, y que existían otras criaturas y humanos con otras habilidades como la magia.
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Re: El sonido del agua (privado)
No podía dejar de mirarle y en su mente tenía al perrito simpático, asimilar que ambos eran el mismo era increíble. El muchacho era agradable y no parecía ser malo, en absoluto ella pensaba que lo fuera ya que el perrito era él y el animal en todo momento fue adorable. Hedoné le sonrió dulcemente mientras asentía con la cabeza y le correspondió en el saludo estrechándole la mano.
- No, no, a mi me pareces igual de adorable de una forma o de otra – bajó su mano a su regazo – de aspecto puedes variar pero no el comportamiento
Y era verdad, el muchacho llevaba rato con ella como perro y en todo momento se comportó como un perro adorable, pero si hubiera querido se podía haber comportado de otra forma. Quizá el hecho que tuviera hambre era el principal motivo de su simpatía pero ella creía que Lázlo había sido no solo simpático si no también prudente en cada paso que dio. Se preguntaba el porqué finalmente se había mostrado tal cual, un humano que podía transformarse en perrito, si el hubiera querido se podía haber marchado en cualquier momento. Eso demostraba una parte de cómo era el muchacho.
- ¿Vives por aquí o estás en las calles? – le observó detenidamente
Se preguntaba si habrían más personas como él, con la capacidad de transformarse en cualquier animal. László era el primero que veía y también conocía, era un don realmente sorprendente. Lo más seguro que no hubiera sido muy fácil para él cuando descubrió que podía transformarse. Para ella a pesar de saber que desde niña era una bruja no fue fácil, por el hecho de tener que saber como usar los poderes y el ocultarse a los demás. Suponía que para el muchacho tampoco lo fue y podría ser que hasta lo hubiera llegado a odiar, como a ella le había ocurrido alguna que otra vez.
- No, no, a mi me pareces igual de adorable de una forma o de otra – bajó su mano a su regazo – de aspecto puedes variar pero no el comportamiento
Y era verdad, el muchacho llevaba rato con ella como perro y en todo momento se comportó como un perro adorable, pero si hubiera querido se podía haber comportado de otra forma. Quizá el hecho que tuviera hambre era el principal motivo de su simpatía pero ella creía que Lázlo había sido no solo simpático si no también prudente en cada paso que dio. Se preguntaba el porqué finalmente se había mostrado tal cual, un humano que podía transformarse en perrito, si el hubiera querido se podía haber marchado en cualquier momento. Eso demostraba una parte de cómo era el muchacho.
- ¿Vives por aquí o estás en las calles? – le observó detenidamente
Se preguntaba si habrían más personas como él, con la capacidad de transformarse en cualquier animal. László era el primero que veía y también conocía, era un don realmente sorprendente. Lo más seguro que no hubiera sido muy fácil para él cuando descubrió que podía transformarse. Para ella a pesar de saber que desde niña era una bruja no fue fácil, por el hecho de tener que saber como usar los poderes y el ocultarse a los demás. Suponía que para el muchacho tampoco lo fue y podría ser que hasta lo hubiera llegado a odiar, como a ella le había ocurrido alguna que otra vez.
Última edición por Hedone el Lun Ago 22, 2011 2:05 pm, editado 1 vez
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
Una risa nerviosa se le escapó ante el extraño cumplido de aquella amable mujer, estuvo seguro que estaba sonrojado, no a menudo se sonrojaba, pero no a menudo escuchaba cumplidos de aquella índole, tal vez más que las cálidas palabras era la falta de costumbre. Se sentó a su lado sin pedir permiso, flexionando una pierna y descansando un brazo sobre ella, mirando el río del que antes bebió agua.
-Eh… -giró el rostro para verla cuando habló y le formuló aquella pregunta, parpadeó un par de veces y abrió la boca aunque tardó unos segundos en pronunciar palabras –yo… yo vivo en las calles –habló con la verdad –es una ventaja ser un perro, no tienes que rogar mucho por comida, sacas la lengua y mueves la cola y está arreglado, pero no siempre las porciones son las mejores –bromeó sin embargo en medio de una risa melancólica, como para aligerar su triste verdad, sonrió a pesar de todo y regresó la vista al cauce del río, el sonido constante lo tranquilizaba, era una persona auditiva ante todo, causa de ese oído fino de canino que tenía.
-¿Tú qué haces por aquí? –preguntó con desfachatez porque ese era él-, una mujer sola en un sitio como este, bueno… -se encogió de hombros-, ya sabes, es blanco fácil de un asaltante –dijo sin más hablando con la verdad desnuda, para qué lo iba a negar, incluso él había cometido ese crimen en sus momentos de mayor carencia, aunque procuraba nunca hacerle daño a sus víctimas, sólo las amenazaba con una daga y cedían pronto, luego los dejaba ir sin más, su naturaleza, a pesar de su apariencia llena de tatuajes, no era mala, era más resentida que otra cosa.
Como un perro que muerde porque ha sido apaleado toda su vida, quién podía culparlo.
-Eh… -giró el rostro para verla cuando habló y le formuló aquella pregunta, parpadeó un par de veces y abrió la boca aunque tardó unos segundos en pronunciar palabras –yo… yo vivo en las calles –habló con la verdad –es una ventaja ser un perro, no tienes que rogar mucho por comida, sacas la lengua y mueves la cola y está arreglado, pero no siempre las porciones son las mejores –bromeó sin embargo en medio de una risa melancólica, como para aligerar su triste verdad, sonrió a pesar de todo y regresó la vista al cauce del río, el sonido constante lo tranquilizaba, era una persona auditiva ante todo, causa de ese oído fino de canino que tenía.
-¿Tú qué haces por aquí? –preguntó con desfachatez porque ese era él-, una mujer sola en un sitio como este, bueno… -se encogió de hombros-, ya sabes, es blanco fácil de un asaltante –dijo sin más hablando con la verdad desnuda, para qué lo iba a negar, incluso él había cometido ese crimen en sus momentos de mayor carencia, aunque procuraba nunca hacerle daño a sus víctimas, sólo las amenazaba con una daga y cedían pronto, luego los dejaba ir sin más, su naturaleza, a pesar de su apariencia llena de tatuajes, no era mala, era más resentida que otra cosa.
Como un perro que muerde porque ha sido apaleado toda su vida, quién podía culparlo.
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- Siento mucho, mucho lo corto de mi respuesta, mejoraré, lo prometo
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Re: El sonido del agua (privado)
Sus ojos no le perdían de vista en cada movimiento que realizaba. Le parecía todo un misterio y sorpresa ese muchacho. Ladeó ligeramente su cabeza escuchándole hablar, abrió sus ojos de par en par cuando le dijo que vivía en las calles. Se dio cuenta que ambos a pesar de tener cierto parecido por ser especiales también eran completamente distintas sus formas de vida. Ella prácticamente había tenido la vida regalada desde el momento en que nació y su futuro aparentemente seguiría en el mismo camino si no había algún contratiempo inesperado por parte de su madre. Eso le hizo pensar en que haría ella si todo lo que conocía de su mundo desapareciera de la noche a la mañana. Seguro que lucharía por vivir al igual que lo estaba haciendo László, el instinto de supervivencia todos lo tenían y ella no era menos.
- Lo de mi casa sigue en pie aunque no seas el adorable perro – rió divertida – bueno si lo eres pero ahora no lo eres… pero que no significa que no lo seas – se perdió en las palabras y luego levantó su mirada al chico – ¡que si necesitases algo solo dilo!
Sus palabras se trastabillaban cada vez más y lo único que quería es ofrecerle una ayuda al muchacho si lo necesitaba. No sabía si se sentiría amenazado o no por la propuesta de ayuda de ella pero quería decirlo. Volteó a verlo cuando escuchó su pregunta soltando una pequeña carcajada.
- Dando un paseo – dio un suspiro mirando el río – siempre ando sola, así que no es muy nuevo eso para mi – se acomodó en el lugar sonriendo por el último comentario – te aseguro que no soy un blanco tan fácil, sé defenderme bastante bien
Siempre la veían como una muchacha indefensa pero realmente no lo era, aparte de tener sus poderes de bruja que podía usarlos cuando quisiera desde niña había sido entrenada para pelear con cualquiera y de cualquier forma ya fuera cuerpo a cuerpo o con arma. Si sus padres supieran las trampas que hacía con sus hermanos para poder aprender todo eso darían un grito en el cielo. Llevó sus ojos hacia el otro sin saber si preguntarle más cosas sobre su capacidad de transformación o no. Quería saber más cosas pero no quería incomodar al otro y menos que le hiciera sentirse mal. Respiró hondo y finalmente se decidió a preguntar.
- ¿Naciste con ese don? – calló unos segundos para ver la reacción del otro – quizá he sido algo directa, discúlpame
- Lo de mi casa sigue en pie aunque no seas el adorable perro – rió divertida – bueno si lo eres pero ahora no lo eres… pero que no significa que no lo seas – se perdió en las palabras y luego levantó su mirada al chico – ¡que si necesitases algo solo dilo!
Sus palabras se trastabillaban cada vez más y lo único que quería es ofrecerle una ayuda al muchacho si lo necesitaba. No sabía si se sentiría amenazado o no por la propuesta de ayuda de ella pero quería decirlo. Volteó a verlo cuando escuchó su pregunta soltando una pequeña carcajada.
- Dando un paseo – dio un suspiro mirando el río – siempre ando sola, así que no es muy nuevo eso para mi – se acomodó en el lugar sonriendo por el último comentario – te aseguro que no soy un blanco tan fácil, sé defenderme bastante bien
Siempre la veían como una muchacha indefensa pero realmente no lo era, aparte de tener sus poderes de bruja que podía usarlos cuando quisiera desde niña había sido entrenada para pelear con cualquiera y de cualquier forma ya fuera cuerpo a cuerpo o con arma. Si sus padres supieran las trampas que hacía con sus hermanos para poder aprender todo eso darían un grito en el cielo. Llevó sus ojos hacia el otro sin saber si preguntarle más cosas sobre su capacidad de transformación o no. Quería saber más cosas pero no quería incomodar al otro y menos que le hiciera sentirse mal. Respiró hondo y finalmente se decidió a preguntar.
- ¿Naciste con ese don? – calló unos segundos para ver la reacción del otro – quizá he sido algo directa, discúlpame
- Spoiler:
- No te preocupes, a veces nos salen más cortitos otras veces no ^^
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
Tomó una piedra lisa a causa del cauce del río y la aventó a éste para ver cuántas veces rebotaba pero fueron a penas dos por culpa de la distancia, se quedó observando las ondas que había provocado y cómo se desvanecían por la fuerza del agua, luego se giró a ver a su acompañante cuando trataba de hilar palabras y no le salía muy bien. Soltó una carcajada sincera cuando ella ofreció su ayuda de aquel modo y asintió agradecido.
-Gracias –respondió finalmente algo incómodo aunque no quería demostrarlo, ella había sido muy amable con él, aunque fuese como perro, como para portarse grosero, era agradecido aunque su apariencia adusta dijera lo contrario, pero no le gustaba recibir ayuda de terceros, no era un inútil y cuando la gente le daba caridad se sentía como una. Cierto era que le costaba trabajo mantener un empleo por esa actitud altanera que no podía con ella, pero se las arreglaba, tanto era así que había vivido en la calle desde que era huérfano y no había muerto en el intento. Mantuvo una sonrisa en su rostro, no le iba a decir que no necesitaba su ayuda, ese “gracias” era suficiente.
-¡Claro! –volvió a reír cuando ella dijo saber defenderse sola-, no lo dudo, hay mujeres que pueden patearnos el trasero a nosotros los hombres –era un extraño cumplido, y un hecho que había aprendido con los años, había mujeres realmente rudas, dudaba de qué tanto podía ser su compañía de la tarde, pues lucía proveniente de una posición acomodada. Por esa tarde y por la amabilidad que había demostrado, László quería dejar de lado sus prejuicios referentes a los estratos privilegiados de la sociedad.
-No te disculpes –le pidió –es una pregunta normal aunque no mucha gente lo sabe –dijo recordando los primeros años cuando empezó a transformarse y lo tomó como una maldición, como algo que la gente no debía saber, ahora le resultaba más sencillo hablar al respecto –supongo que nací con esto –se encogió de hombros –pero no descubrí que podía hacerlo hasta los 9 años –no ahondó más en el tema porque eso implicaba hablar de la muerte de sus padres-. Al principio me costó asimilarlo pero con el tiempo me he hecho a la idea y es hasta divertido –añadió sonriendo.
-Gracias –respondió finalmente algo incómodo aunque no quería demostrarlo, ella había sido muy amable con él, aunque fuese como perro, como para portarse grosero, era agradecido aunque su apariencia adusta dijera lo contrario, pero no le gustaba recibir ayuda de terceros, no era un inútil y cuando la gente le daba caridad se sentía como una. Cierto era que le costaba trabajo mantener un empleo por esa actitud altanera que no podía con ella, pero se las arreglaba, tanto era así que había vivido en la calle desde que era huérfano y no había muerto en el intento. Mantuvo una sonrisa en su rostro, no le iba a decir que no necesitaba su ayuda, ese “gracias” era suficiente.
-¡Claro! –volvió a reír cuando ella dijo saber defenderse sola-, no lo dudo, hay mujeres que pueden patearnos el trasero a nosotros los hombres –era un extraño cumplido, y un hecho que había aprendido con los años, había mujeres realmente rudas, dudaba de qué tanto podía ser su compañía de la tarde, pues lucía proveniente de una posición acomodada. Por esa tarde y por la amabilidad que había demostrado, László quería dejar de lado sus prejuicios referentes a los estratos privilegiados de la sociedad.
-No te disculpes –le pidió –es una pregunta normal aunque no mucha gente lo sabe –dijo recordando los primeros años cuando empezó a transformarse y lo tomó como una maldición, como algo que la gente no debía saber, ahora le resultaba más sencillo hablar al respecto –supongo que nací con esto –se encogió de hombros –pero no descubrí que podía hacerlo hasta los 9 años –no ahondó más en el tema porque eso implicaba hablar de la muerte de sus padres-. Al principio me costó asimilarlo pero con el tiempo me he hecho a la idea y es hasta divertido –añadió sonriendo.
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Re: El sonido del agua (privado)
Le sonrió dulce cuando le agradeció. Esperaba que realmente si algún día necesitara algo tuviera un lugar para ir, aunque solo fuera por la simple compañía. Rió divertida cuando de sus labios salió tal comentario de las mujeres.
- También hay hombres que no saben ni defenderse – eso le hizo pensar en algo – recuerdo una vez que conocí a un hombre que no sabía defenderse… - sonrió mientras asentía con su cabeza – oh… fue tan divertido ese momento… mi madre quería que conociera a un hombre que eligió para mi – mientras explicaba la historia sus manos adoptaban suaves movimientos mientras lo iba mirando de reojo – el hombre quiso llevarme de paseo y fuimos al mercado, me gusta pasear por los mercados hay muchas cosas hermosas por ver y el hombre no estaba muy convencido. Unos ladrones vinieron atacarnos y él se acobardó tanto que se escondió detrás de mi… - soltó un suspiro – tuve que sacarle del apuro a mi manera y el hombre ya no quiso saber nada más de mi – rió bajando lentamente sus manos sobre su regazo – le dijo a mi madre que era una salvaje y yo le dije que era un cobarde… - ladeó la cabeza ligeramente – la verdad es que la cara de mi madre no fue tan divertida ahora que lo pienso…
Enmudeció durante unos pocos minutos, a veces solía hablar demasiado y se había dado cuenta que esos instantes era uno de ellos. De la nada contó algo que le ocurrió del pasado a un desconocido y no sabía ni el porqué lo explicó. Le parecía que el muchacho era alguien de pocas palabras pero que era bastante fácil hablar con él o al menos sentía eso ella ya que no dejó de hablar un solo momento.
Escuchó con total atención y con sus ojos completamente abiertos la respuesta a su pregunta. Desde muy temprana edad László tenía ese don que lo hacía ser especial y diferente a los demás. La carga que tenía desde pequeño había sido muy dura y difícil para él. Suponía que a lo largo de los años el joven fue acostumbrándose a su naturaleza y comprendió que no podía rechazarla tan fácilmente.
- Gracias por responderme – le correspondió sonriendo
Él se había mostrado tal cual era descubriendo su capacidad de transformación, László se arriesgaba enseñándole a una persona que acababa de conocer. Le pareció que eso no era justo y ella podría también descubrir su don ante él. Volteó a verlo respirando hondo para luego desviar su mirada cerca de ellos para así poder hacer que apareciera un László convertido en perrito frente a ellos. El perrito movía con rapidez la cola mirando a ambos e incluso ladró. Era tan solo una ilusión que podía crear ella si intentaban tocarlo les sería imposible hacerlo. Levantó su mirada sonriendo levemente observando al muchacho para ver su reacción.
- No soy exactamente como tú… pero tengo algún que otro don especial al igual que tú – calló durante unos instantes – bueno… te mostraste tal cual eras no me parecía justo no hacerlo yo también – se sonrojó levemente
- También hay hombres que no saben ni defenderse – eso le hizo pensar en algo – recuerdo una vez que conocí a un hombre que no sabía defenderse… - sonrió mientras asentía con su cabeza – oh… fue tan divertido ese momento… mi madre quería que conociera a un hombre que eligió para mi – mientras explicaba la historia sus manos adoptaban suaves movimientos mientras lo iba mirando de reojo – el hombre quiso llevarme de paseo y fuimos al mercado, me gusta pasear por los mercados hay muchas cosas hermosas por ver y el hombre no estaba muy convencido. Unos ladrones vinieron atacarnos y él se acobardó tanto que se escondió detrás de mi… - soltó un suspiro – tuve que sacarle del apuro a mi manera y el hombre ya no quiso saber nada más de mi – rió bajando lentamente sus manos sobre su regazo – le dijo a mi madre que era una salvaje y yo le dije que era un cobarde… - ladeó la cabeza ligeramente – la verdad es que la cara de mi madre no fue tan divertida ahora que lo pienso…
Enmudeció durante unos pocos minutos, a veces solía hablar demasiado y se había dado cuenta que esos instantes era uno de ellos. De la nada contó algo que le ocurrió del pasado a un desconocido y no sabía ni el porqué lo explicó. Le parecía que el muchacho era alguien de pocas palabras pero que era bastante fácil hablar con él o al menos sentía eso ella ya que no dejó de hablar un solo momento.
Escuchó con total atención y con sus ojos completamente abiertos la respuesta a su pregunta. Desde muy temprana edad László tenía ese don que lo hacía ser especial y diferente a los demás. La carga que tenía desde pequeño había sido muy dura y difícil para él. Suponía que a lo largo de los años el joven fue acostumbrándose a su naturaleza y comprendió que no podía rechazarla tan fácilmente.
- Gracias por responderme – le correspondió sonriendo
Él se había mostrado tal cual era descubriendo su capacidad de transformación, László se arriesgaba enseñándole a una persona que acababa de conocer. Le pareció que eso no era justo y ella podría también descubrir su don ante él. Volteó a verlo respirando hondo para luego desviar su mirada cerca de ellos para así poder hacer que apareciera un László convertido en perrito frente a ellos. El perrito movía con rapidez la cola mirando a ambos e incluso ladró. Era tan solo una ilusión que podía crear ella si intentaban tocarlo les sería imposible hacerlo. Levantó su mirada sonriendo levemente observando al muchacho para ver su reacción.
- No soy exactamente como tú… pero tengo algún que otro don especial al igual que tú – calló durante unos instantes – bueno… te mostraste tal cual eras no me parecía justo no hacerlo yo también – se sonrojó levemente
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
Escuchó con atención el relato que ella le estaba platicando, quiso reír pero se contuvo, no tanto por la imagen del hombre escindido detrás de ella, que ya era de por sí graciosa, sino porque era probable que él conociera a los asaltantes que los atacaron, era igualmente probable que él hubiera sido uno de osos ladrones, aunque recordaría una anécdota memorable como esa y al no estar en su registro descartó la posibilidad. No dijo nada, no quería ser tachado de delincuente aunque de hecho lo era, pero no tenía intención alguna de hacerle daño así que supuso que era un dato que ambos podían pasar por alto.
-Ustedes… -calló de pronto, quería decir “ustedes los ricos” pero no era momento de aquella afrenta tan declarada, carraspeó –¿qué tienen con eso de buscarle pareja a sus hijos?, quiero decir… ¿por qué no dejan que sean libres de elegir con quién quieren pasar el resto de sus vidas? –ese tema llamaba su atención desde hacía mucho tiempo y ahora que Hedoné lo traía a colación le pareció una oportunidad para por fin disipar dudas; no se imaginaba lo frustrante que era ser casado por obligación, por ejemplo ella y su pequeña historia, qué hubiera pasado si no hubiera descubierto que aquel hombre era un cobarde, se hubiera casado con él y descubierto con el tiempo que era incapaz de protegerla, ¿y ella qué hubiera podido hacer?, absolutamente nada porque su vida ya estaba atada a ese sujeto. No lo entendía como no entendía muchas otras costumbres de los ricos.
-No es nada –dijo cuando ella le agradeció haberle confesado su condición, lo había hecho por el pánico que lo invadió cuando ella propuso ponerle un nombre, era algo que definitivamente no quería. No pudo decir más pues de pronto frente a ellos estaba él, se quedó observando la imagen del corgi color miel y de pecho blanco. Miró perplejo al animal dando un leve salto hacia atrás por la impresión y luego observó a su acompañante.
-¡Wow! –fue lo único que atinó a decir cuando ella explicó que tampoco era precisamente normal, él desconocía que había gente con magia, que existían vampiros y licántropos, que incluso había otros como él así que aquello lo había tomado por sorpresa-, es genial… -dijo con una sonrisa instalada en su rostro -¿cómo…?, ¿cuándo…?, ¿por qué…? –no lograba terminar ninguna pregunta porque tenía demasiadas y luego simplemente se soltó a reír-. Es genial –repitió, porque de verdad lo creía, a él como le gustaría tener una habilidad como esa, aunque le agradaba la que poseía, había aprendido a apreciarla con el tiempo.
-Ustedes… -calló de pronto, quería decir “ustedes los ricos” pero no era momento de aquella afrenta tan declarada, carraspeó –¿qué tienen con eso de buscarle pareja a sus hijos?, quiero decir… ¿por qué no dejan que sean libres de elegir con quién quieren pasar el resto de sus vidas? –ese tema llamaba su atención desde hacía mucho tiempo y ahora que Hedoné lo traía a colación le pareció una oportunidad para por fin disipar dudas; no se imaginaba lo frustrante que era ser casado por obligación, por ejemplo ella y su pequeña historia, qué hubiera pasado si no hubiera descubierto que aquel hombre era un cobarde, se hubiera casado con él y descubierto con el tiempo que era incapaz de protegerla, ¿y ella qué hubiera podido hacer?, absolutamente nada porque su vida ya estaba atada a ese sujeto. No lo entendía como no entendía muchas otras costumbres de los ricos.
-No es nada –dijo cuando ella le agradeció haberle confesado su condición, lo había hecho por el pánico que lo invadió cuando ella propuso ponerle un nombre, era algo que definitivamente no quería. No pudo decir más pues de pronto frente a ellos estaba él, se quedó observando la imagen del corgi color miel y de pecho blanco. Miró perplejo al animal dando un leve salto hacia atrás por la impresión y luego observó a su acompañante.
-¡Wow! –fue lo único que atinó a decir cuando ella explicó que tampoco era precisamente normal, él desconocía que había gente con magia, que existían vampiros y licántropos, que incluso había otros como él así que aquello lo había tomado por sorpresa-, es genial… -dijo con una sonrisa instalada en su rostro -¿cómo…?, ¿cuándo…?, ¿por qué…? –no lograba terminar ninguna pregunta porque tenía demasiadas y luego simplemente se soltó a reír-. Es genial –repitió, porque de verdad lo creía, a él como le gustaría tener una habilidad como esa, aunque le agradaba la que poseía, había aprendido a apreciarla con el tiempo.
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Re: El sonido del agua (privado)
Volteó a verlo escuchando las palabras, ladeó su cabeza observando su expresión. Soltó un suspiro encogiéndose de hombros. Ni ella misma a veces sabía el porque el empeño de las madres o los padres en que sus hijos se pudieran casar con un tipo de persona y no con la persona que amaban sus hijos.
- Muchas personas de mi entorno se preocupan por el estatus social que pueda ofrecerle alguien que se case con su hijo o hija… - bajó su mirada – piensan en el dinero, lo importantes que pueden llegar a ser y las influencias que pueden ganar… es muy triste que sacrifiquen la felicidad de una persona para que muchas otras puedan beneficiarse de ellas…
Un ejemplo era su madre que siempre buscaba pretendientes para su hermano gemelo y ella. Lo consiguió haciendo casar a su hermano mayor con una joven griega, su familia tenía importantes negocios familiares y eso a su madre le interesaba. Su hermano mayor como era conformista aceptó el matrimonio, cosa que ella no hizo con su pretendiente.
- Mi madre eligió a un hombre para mi… y se podría decir que yo incité que ese matrimonio no fuera al altar – le miró con una media sonrisa en sus labios – por esa razón estoy aquí y no con el resto de mi familia, mi madre me culpó de todo y me hizo acompañar a mi hermano mayor y su mujer aquí ¿piensas casarte tu alguna vez?
Quizá era una pregunta muy directa pero le interesaba saber su opinión en todo ese tema. Podría ser que tuviera los mismos pensamientos que ella o totalmente contrarios. Ella pensó por unos instantes en su propia pregunta, si hubiera alguien especial estaba convencida que se casaría con esa persona. Depende de que tipo de persona ya significaría que renunciaría a muchas cosas pero tampoco era que le importara mucho.
Soltó una carcajada al ver como reaccionaba el muchacho al ver la ilusión del perrito frente a ellos.
- Es uno de mis poderes, creo ilusiones – le sonrió mientras hacia desaparecer la ilusión del perrito – desde pequeña que los uso, mi familia por parte de padre han sido desde siempre brujos. Mi madre no le gusta esa habilidad que tenemos mi padre, mis hermanos y yo – rió divertida al recordar las regañinas que siempre les hacía por usar sus poderes – pero… nos da igual, este es nuestro legado eso siempre nos decía mi abuela y mi padre. No quería que perdiéramos eso. Hay más como yo – le miró de reojo en silencio unos pocos minutos - ¿sabes si hay más como tú?
- Muchas personas de mi entorno se preocupan por el estatus social que pueda ofrecerle alguien que se case con su hijo o hija… - bajó su mirada – piensan en el dinero, lo importantes que pueden llegar a ser y las influencias que pueden ganar… es muy triste que sacrifiquen la felicidad de una persona para que muchas otras puedan beneficiarse de ellas…
Un ejemplo era su madre que siempre buscaba pretendientes para su hermano gemelo y ella. Lo consiguió haciendo casar a su hermano mayor con una joven griega, su familia tenía importantes negocios familiares y eso a su madre le interesaba. Su hermano mayor como era conformista aceptó el matrimonio, cosa que ella no hizo con su pretendiente.
- Mi madre eligió a un hombre para mi… y se podría decir que yo incité que ese matrimonio no fuera al altar – le miró con una media sonrisa en sus labios – por esa razón estoy aquí y no con el resto de mi familia, mi madre me culpó de todo y me hizo acompañar a mi hermano mayor y su mujer aquí ¿piensas casarte tu alguna vez?
Quizá era una pregunta muy directa pero le interesaba saber su opinión en todo ese tema. Podría ser que tuviera los mismos pensamientos que ella o totalmente contrarios. Ella pensó por unos instantes en su propia pregunta, si hubiera alguien especial estaba convencida que se casaría con esa persona. Depende de que tipo de persona ya significaría que renunciaría a muchas cosas pero tampoco era que le importara mucho.
Soltó una carcajada al ver como reaccionaba el muchacho al ver la ilusión del perrito frente a ellos.
- Es uno de mis poderes, creo ilusiones – le sonrió mientras hacia desaparecer la ilusión del perrito – desde pequeña que los uso, mi familia por parte de padre han sido desde siempre brujos. Mi madre no le gusta esa habilidad que tenemos mi padre, mis hermanos y yo – rió divertida al recordar las regañinas que siempre les hacía por usar sus poderes – pero… nos da igual, este es nuestro legado eso siempre nos decía mi abuela y mi padre. No quería que perdiéramos eso. Hay más como yo – le miró de reojo en silencio unos pocos minutos - ¿sabes si hay más como tú?
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Re: El sonido del agua (privado)
Podía entender esas palabras, no por experiencia, sino porque sabía que así se acostumbraba entre los ricos. Qué tontería, pensó, pero al menos le agradó escuchar que ella no estaba de acuerdo, ese era un gran punto a su favor, una rayita pintada con tiza en el marcador imaginario que László llevaba. Últimamente había conocido a mucha gente de la clase privilegiada que tanto odiaba y muchos resultaban no ser tan malos como él siempre lo había creído.
-Bueno… -comenzó –al menos tú no piensas así –sonrió de lado complacido por ese hecho –y te rebelaste ante algo que no querías –eso tenía mucha valía para el joven, aquellos que no aceptan las convenciones sociales, que se salen del canon porque no les gusta lo que está designado para ellos, esos individuos que se atreven a ser libres son los únicos que realmente importaban para él.
-¿Qué?, ¿yo…?, no… –la pregunta lo tomó desprevenido y rió nervioso, era muy joven para pensar en eso –no creo poder funcionar en algo establecido como el matrimonio –porque sí, su gran lucha era contra todo lo establecido y la sociedad de la unión de dos personas era eso, parte de lo que dictaba el status quo, además no creía en Dios, aunque eso no lo añadió a su respuesta –así que supongo que no, nunca me casaría –eso no significaba que no quisiera enamorarse algún día, no pensaba en ello pero no se cerraba a la posibilidad.
-Debe ser genial poder crear ilusiones, ¿puedes hacer otras cosas? –dijo con sobresalto, como un niño pequeño que ve algo maravilloso por primera vez, porque de cierto modo lo era –entonces… ¿toda tu familia?, eso debe ser interesante, no sabía que hubiera gente con poderes como los tuyos, la verdad yo no sé si hay otros como yo –se encogió de hombros –aunque no lo dudo, viendo lo que puedes hacer supongo que hay gente allá –señaló en dirección a la ciudad –con habilidades que no me imaginaba –y hasta entonces se percataba de ello, que como él, debían existir personas con poderes asombrosos, ahora le intrigaba encontrar a más gente como él, ¿todos se transformarían en caninos como él?, ¿todos tendrían tres transformaciones como él?, muchas preguntas se agolparon en su cabeza.
Se alegraba haberse topado con ella, con Hedoné, porque a pesar de venir de ese sitio que detestaba tanto (la clase alta), le había hecho ver que París, la ciudad que creía conocer tan bien, tenía misterios que no se imaginaba.
-Bueno… -comenzó –al menos tú no piensas así –sonrió de lado complacido por ese hecho –y te rebelaste ante algo que no querías –eso tenía mucha valía para el joven, aquellos que no aceptan las convenciones sociales, que se salen del canon porque no les gusta lo que está designado para ellos, esos individuos que se atreven a ser libres son los únicos que realmente importaban para él.
-¿Qué?, ¿yo…?, no… –la pregunta lo tomó desprevenido y rió nervioso, era muy joven para pensar en eso –no creo poder funcionar en algo establecido como el matrimonio –porque sí, su gran lucha era contra todo lo establecido y la sociedad de la unión de dos personas era eso, parte de lo que dictaba el status quo, además no creía en Dios, aunque eso no lo añadió a su respuesta –así que supongo que no, nunca me casaría –eso no significaba que no quisiera enamorarse algún día, no pensaba en ello pero no se cerraba a la posibilidad.
-Debe ser genial poder crear ilusiones, ¿puedes hacer otras cosas? –dijo con sobresalto, como un niño pequeño que ve algo maravilloso por primera vez, porque de cierto modo lo era –entonces… ¿toda tu familia?, eso debe ser interesante, no sabía que hubiera gente con poderes como los tuyos, la verdad yo no sé si hay otros como yo –se encogió de hombros –aunque no lo dudo, viendo lo que puedes hacer supongo que hay gente allá –señaló en dirección a la ciudad –con habilidades que no me imaginaba –y hasta entonces se percataba de ello, que como él, debían existir personas con poderes asombrosos, ahora le intrigaba encontrar a más gente como él, ¿todos se transformarían en caninos como él?, ¿todos tendrían tres transformaciones como él?, muchas preguntas se agolparon en su cabeza.
Se alegraba haberse topado con ella, con Hedoné, porque a pesar de venir de ese sitio que detestaba tanto (la clase alta), le había hecho ver que París, la ciudad que creía conocer tan bien, tenía misterios que no se imaginaba.
Invitado- Invitado
Re: El sonido del agua (privado)
Observó la reacción del muchacho ante la pregunta y no pudo evitar soltar una pequeña risita divertida. Se le vio un poco nervioso por la reacción que tuvo y ya no pensó en preguntarle si quería ser padre, estuvo tentada por unos momentos de preguntarle tan solo para ver cómo reaccionaría ante la pregunta.
- A mí me educaron desde niña para funcionar en un matrimonio – soltó un suspiro mientras dirigía sus ojos hacia el río – y realmente no sé si quiero o no casarme y tampoco no sé si sabría llevar un matrimonio. No sé si sería malo dejar que las cosas ocurrieran, si viene la oportunidad y a uno le gusta tomarla… y si no pues no
Quedó callada sonriendo al otro escuchándole hablar mientras ella asentía con la cabeza. Le gustó ver ese entusiasmo y esa curiosidad en el otro, seguro que él tendría ganas de conocer a más personas como él y poder hablar de sus experiencias, saber con qué animales se transformaba y descubrir los secretos de su propia condición. Apoyarse unos a otros y estar juntos, eso lo necesitaban todos y personas como ellos a veces podía ser reconfortante saber que había gente como ellos.
- Puedo sentir los sentimientos de los demás y provocar sentimientos malos a otros – agarró unas piedrecitas con su mano colocándolas una al lado de la otra – cuando era pequeña y aparecieron era un tanto difícil de controlar, a veces los sentimientos pueden ser muy intensos y cuando no son los tuyos propios resulta algo incómodo y difícil de controlar – levantó su mirada hacia el muchacho – mis hermanos y mi padre tienen otros poderes – quedó callada y dirigió su mirada hacia donde se encontraba la ciudad - ¿Qué sabes de otros seres? Me refiero si sabes de la existencia de vampiros por ejemplo – señaló a la ciudad con uno de sus dedos – ahí hay más seres de los que te puedas imaginar, conocí a una vampira y tengo amigos gitanos con poderes… y ahora te descubro a ti… deduzco que habrá otro tipo de seres parecidos o totalmente distintos a nosotros
Estaba descubriendo a cada día que pasaba a cada noche que salía a explorar, que había otra cara de París que mucha gente no sabía. Quería poder descubrir todo ese rostro que la ciudad escondía a la gente y solo se descubría a unos pocos como ellos dos.
- A mí me educaron desde niña para funcionar en un matrimonio – soltó un suspiro mientras dirigía sus ojos hacia el río – y realmente no sé si quiero o no casarme y tampoco no sé si sabría llevar un matrimonio. No sé si sería malo dejar que las cosas ocurrieran, si viene la oportunidad y a uno le gusta tomarla… y si no pues no
Quedó callada sonriendo al otro escuchándole hablar mientras ella asentía con la cabeza. Le gustó ver ese entusiasmo y esa curiosidad en el otro, seguro que él tendría ganas de conocer a más personas como él y poder hablar de sus experiencias, saber con qué animales se transformaba y descubrir los secretos de su propia condición. Apoyarse unos a otros y estar juntos, eso lo necesitaban todos y personas como ellos a veces podía ser reconfortante saber que había gente como ellos.
- Puedo sentir los sentimientos de los demás y provocar sentimientos malos a otros – agarró unas piedrecitas con su mano colocándolas una al lado de la otra – cuando era pequeña y aparecieron era un tanto difícil de controlar, a veces los sentimientos pueden ser muy intensos y cuando no son los tuyos propios resulta algo incómodo y difícil de controlar – levantó su mirada hacia el muchacho – mis hermanos y mi padre tienen otros poderes – quedó callada y dirigió su mirada hacia donde se encontraba la ciudad - ¿Qué sabes de otros seres? Me refiero si sabes de la existencia de vampiros por ejemplo – señaló a la ciudad con uno de sus dedos – ahí hay más seres de los que te puedas imaginar, conocí a una vampira y tengo amigos gitanos con poderes… y ahora te descubro a ti… deduzco que habrá otro tipo de seres parecidos o totalmente distintos a nosotros
Estaba descubriendo a cada día que pasaba a cada noche que salía a explorar, que había otra cara de París que mucha gente no sabía. Quería poder descubrir todo ese rostro que la ciudad escondía a la gente y solo se descubría a unos pocos como ellos dos.
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/06/2011
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Re: El sonido del agua (privado)
Pensó en lo que ella le estaba diciendo. Siempre apuntaba con el dedo a las clases altas porque las creía culpables de todas sus desgracias, pero ahora que entablaba una conversación civilizada con alguien perteneciente a ese sitio se daba cuenta que después de todo no eran tan diferentes, también tenían problemas, y también luchaban por resolverlos. Suspiró y miró el punto entre sus pies, como fuera, Hedoné era un garbanzo de a libra, una excepción, la mayoría de la gente adinerada que conocía eran vacíos y se creían dueños de todo lo que mirasen. Tan sumido en sus pensamientos estaba que recordó con quien estaba hasta que ella volvió a hablar, la miró con los ojos bien abiertos, definitivamente a cada cosa que decía se sentía más y más curioso.
-¿En serio? –dijo por decir algo, pues si no fuese en serio no lo estaría diciendo -¿puedes sentir lo que estoy sintiendo? –se llevó una mano al pecho enfatizando sus palabras –debe ser molesto a veces –justo como ella había dicho, sentir lo que otros sentían a veces podía ser agobiante. Se quedó pensando en eso, y en qué no podía ser sorprendido más de lo que ya estaba para ese entonces: craso error.
-¿Vam-vampiros? –tartamudeó incluso -¿existen?, ¿cómo los de las leyendas?, ¿chupando sangre y todo? –dijo con un dejo de temor y excitación en su voz, como lo había mencionado, no dudaba que en París, y en todo el mundo hubiera seres con habilidades diferentes, ahora quería toparse con alguien como él, saber si todos se transformaban en perro o había de distintos tipos.
Aquel encuentro le había resultado más que favorable, ahora estaba intrigado pero de un buen modo, quería descubrir los secretos del París nocturno.
-Definitivamente… -comenzó mirando al horizonte y sonriendo –hay muchas cosas que aún ignoro de la ciudad que creía conocer tan bien –pero al contrario de enojarse, lo emocionaba saber aquello, era interesante. Tal vez en el pasado, esos hombres pálidos que iban a las tabernas no eran simples hombres, sino vampiros, y esos lobos enormes que había llegado a ver en el bosque, él transformado en zorro, no eran simples lobos… lo que le trajo una duda que quizá su acompañante iba a poder resolver.
-¿Sabes si los hombres lobo también son reales?
-¿En serio? –dijo por decir algo, pues si no fuese en serio no lo estaría diciendo -¿puedes sentir lo que estoy sintiendo? –se llevó una mano al pecho enfatizando sus palabras –debe ser molesto a veces –justo como ella había dicho, sentir lo que otros sentían a veces podía ser agobiante. Se quedó pensando en eso, y en qué no podía ser sorprendido más de lo que ya estaba para ese entonces: craso error.
-¿Vam-vampiros? –tartamudeó incluso -¿existen?, ¿cómo los de las leyendas?, ¿chupando sangre y todo? –dijo con un dejo de temor y excitación en su voz, como lo había mencionado, no dudaba que en París, y en todo el mundo hubiera seres con habilidades diferentes, ahora quería toparse con alguien como él, saber si todos se transformaban en perro o había de distintos tipos.
Aquel encuentro le había resultado más que favorable, ahora estaba intrigado pero de un buen modo, quería descubrir los secretos del París nocturno.
-Definitivamente… -comenzó mirando al horizonte y sonriendo –hay muchas cosas que aún ignoro de la ciudad que creía conocer tan bien –pero al contrario de enojarse, lo emocionaba saber aquello, era interesante. Tal vez en el pasado, esos hombres pálidos que iban a las tabernas no eran simples hombres, sino vampiros, y esos lobos enormes que había llegado a ver en el bosque, él transformado en zorro, no eran simples lobos… lo que le trajo una duda que quizá su acompañante iba a poder resolver.
-¿Sabes si los hombres lobo también son reales?
Invitado- Invitado
Re: El sonido del agua (privado)
Asintió de nuevo ante las preguntas del chico y rió divertida mientras levantaba una de sus manos para posarla sobre la mano del otro que tenía en el pecho.
- Imagínate que estás contenta y de golpe viene un sentimiento de la nada de absoluta tristeza o un sentimiento de un tremendo odio – dejó caer su mano para colocarla en su propio regazo – es desconcertante
Seguramente László le invadió un afán de descubrimiento y de saber más cosas sobre los otros seres. Ella cuando supo sobre ellos le ocurrió lo mismo, sabía el peligro que podía tener descubrir a dichos seres pero la sensación de saber más, el misterio y el peligro recorriendo por su interior, era inexplicable.
- Ciertamente ambos la desconocemos, pero siéntete privilegiado por saber que existen y algún día poder verlos con tus propios ojos – soltó un suspiro mientras se encogía de hombros – si salimos con vida después de descubrirlos claro
Ellos dos se habían descubierto el uno al otro y eran totalmente pacíficos, se dejaron ver y se contaron cuales eran sus dones. Pero ninguno de los dos tuvo el inesperado deseo de deshacerse del otro porque había sido descubierto, seguramente habrían otros como ellos que no deseaban ser descubiertos y harían todo lo posible por cerrarles la boca o asegurarse que lo que vieron no lo verían nunca más. Un escalofrío recorrió por todo su cuerpo, pero no por imaginarse que podría sufrir un pequeño accidente propiciado por otro ser que quería proteger su secreto, si no por querer descubrir a muchos más como ellos. La sensación de la aventura y del peligro hacían que sintiera una emoción prácticamente inexplicable.
- No he visto ni conozco a ninguno… - le miró de reojo – pero viéndote a ti, creo que sí. Creo que si existen vampiros, brujas y cambiaformas, lo más seguro es que también los hombres lobo – asintió con su cabeza quedando en silencio pensativa – pondría la mano en el fuego te lo aseguro – volteó a verlo sonriéndole mientras alzaba sus cejas - ¿te entraron ganas de descubrir a los demás? De saber quiénes son cada uno de los que hay en la ciudad, a mi me entran muchas ganas de descubrirlos
- Imagínate que estás contenta y de golpe viene un sentimiento de la nada de absoluta tristeza o un sentimiento de un tremendo odio – dejó caer su mano para colocarla en su propio regazo – es desconcertante
Seguramente László le invadió un afán de descubrimiento y de saber más cosas sobre los otros seres. Ella cuando supo sobre ellos le ocurrió lo mismo, sabía el peligro que podía tener descubrir a dichos seres pero la sensación de saber más, el misterio y el peligro recorriendo por su interior, era inexplicable.
- Ciertamente ambos la desconocemos, pero siéntete privilegiado por saber que existen y algún día poder verlos con tus propios ojos – soltó un suspiro mientras se encogía de hombros – si salimos con vida después de descubrirlos claro
Ellos dos se habían descubierto el uno al otro y eran totalmente pacíficos, se dejaron ver y se contaron cuales eran sus dones. Pero ninguno de los dos tuvo el inesperado deseo de deshacerse del otro porque había sido descubierto, seguramente habrían otros como ellos que no deseaban ser descubiertos y harían todo lo posible por cerrarles la boca o asegurarse que lo que vieron no lo verían nunca más. Un escalofrío recorrió por todo su cuerpo, pero no por imaginarse que podría sufrir un pequeño accidente propiciado por otro ser que quería proteger su secreto, si no por querer descubrir a muchos más como ellos. La sensación de la aventura y del peligro hacían que sintiera una emoción prácticamente inexplicable.
- No he visto ni conozco a ninguno… - le miró de reojo – pero viéndote a ti, creo que sí. Creo que si existen vampiros, brujas y cambiaformas, lo más seguro es que también los hombres lobo – asintió con su cabeza quedando en silencio pensativa – pondría la mano en el fuego te lo aseguro – volteó a verlo sonriéndole mientras alzaba sus cejas - ¿te entraron ganas de descubrir a los demás? De saber quiénes son cada uno de los que hay en la ciudad, a mi me entran muchas ganas de descubrirlos
- Spoiler:
- Disculpa la tardanza! Lo siento mucho, semana bastante ajetreada u.u
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: El sonido del agua (privado)
El contacto que ella se atrevió a hacer lo tomó absolutamente desprevenido, miró la mano invasora con cierta sorpresa por falta de costumbre, pero al levantar de nuevo la murada ésta no se vio reflejada, su curiosidad estaba pudiendo más. A pesar de todos sus años en la calle, en las duras lecciones que había aprendido a base de palos, no quitaba el hecho que no experimentó muchas cosas que debió haber experimentado en el caso de que su vida hubiese sido normal. Pero qué iba a tener de normal él si se podía transformar en un perro galés de patas cortas.
Asintió con inseguridad procesando la información, poco a poco el movimiento de su cabeza se hizo más seguro hasta que desapareció y recapacitó.
-Debe ser terrible –dijo con completa sinceridad, no se podía imaginar lo que era, pero una idea descabellada vino a él, una fantasía, él que siempre sentía odio y enojo, al menos, si tuviera la habilidad de Hedoné, podría experimentar lo que era la felicidad. Rió para sus adentros y regresó su atención a su acompañante.
-¡Deben existir!, los hombres lobo, quiero decir –expresó de pronto, recordaba los relatos de algunos viejos que como él, vivían en la calle, y hablaban de los muertos vivos y de los licántropos, de su eterna lucha, aunque nunca le supo decir a qué se debía esa rivalidad cantada.
-¿La verdad? –le sonrió con travesura, siendo el niño que no alcanzó a ser por falta de padres y por un alcoholismo temprano, por una vida vivida la mitad en las calles y la otra mistad en cárcel-, sería muy interesante buscar alguno de esos seres –arqueó una ceja y se quedó meditabundo –además, tú con tus habilidades y yo con las mías, no creo que nos puedan hacer daño –porque todos coincidían que los vampiros eran seres atroces sin corazón, que mataban para vivir aunque difícilmente se le podía decir vida a esa existencia que transitaban-. ¡Ah! –recordó algo –no lo sabes, también me puedo transformar en zorro y en un perro grande que según sé vive en África, soy más fuerte de ese modo –explicó aunque luego desvió la mirada avergonzado –aunque… -carraspeó –aún no controlo bien esas transformaciones, por eso casi siempre soy un simple perro –rió nervioso, él sólo había confesado sus otras dos transformaciones y su inexperiencia aún en ellas.
-¿Y bien? –se recompuso -¿iremos a cazar vampiros y hombres lobo? –bromeó.
Asintió con inseguridad procesando la información, poco a poco el movimiento de su cabeza se hizo más seguro hasta que desapareció y recapacitó.
-Debe ser terrible –dijo con completa sinceridad, no se podía imaginar lo que era, pero una idea descabellada vino a él, una fantasía, él que siempre sentía odio y enojo, al menos, si tuviera la habilidad de Hedoné, podría experimentar lo que era la felicidad. Rió para sus adentros y regresó su atención a su acompañante.
-¡Deben existir!, los hombres lobo, quiero decir –expresó de pronto, recordaba los relatos de algunos viejos que como él, vivían en la calle, y hablaban de los muertos vivos y de los licántropos, de su eterna lucha, aunque nunca le supo decir a qué se debía esa rivalidad cantada.
-¿La verdad? –le sonrió con travesura, siendo el niño que no alcanzó a ser por falta de padres y por un alcoholismo temprano, por una vida vivida la mitad en las calles y la otra mistad en cárcel-, sería muy interesante buscar alguno de esos seres –arqueó una ceja y se quedó meditabundo –además, tú con tus habilidades y yo con las mías, no creo que nos puedan hacer daño –porque todos coincidían que los vampiros eran seres atroces sin corazón, que mataban para vivir aunque difícilmente se le podía decir vida a esa existencia que transitaban-. ¡Ah! –recordó algo –no lo sabes, también me puedo transformar en zorro y en un perro grande que según sé vive en África, soy más fuerte de ese modo –explicó aunque luego desvió la mirada avergonzado –aunque… -carraspeó –aún no controlo bien esas transformaciones, por eso casi siempre soy un simple perro –rió nervioso, él sólo había confesado sus otras dos transformaciones y su inexperiencia aún en ellas.
-¿Y bien? –se recompuso -¿iremos a cazar vampiros y hombres lobo? –bromeó.
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