Il ouvrit les yeux voient la vraie liberté. [~ Sirenia von Lunirae ~]

Un golpe. Tan solo en aquel escaso segundo comenzaba a reaccionar frente a palos por doquier, aunque su mente divagaba lejos en busca del descanso de su cuerpo.
Dos latidos. Que tan solo galopaban en su pecho, con fuerza, con rabia preparandose para aquel choque de adrenalina en su organismo.
Tres segundos. Tan solo bastaron para terminar aquel encarcelamiento desde hacía décadas.

Ezzio auditore da Firenze, recluido tras aquellas rejas consiguió revelarse contra sus amos, sus dueños, aquellos barbaros que le maltrataban pese a que hacía bien su trabajo, hacía lo innombrable para poder llevarse un bocado a los labios, disfrutando de la comida bajar hasta su estomago, pse a que tan solo se tratase de pan duro y leche.
Ezzio, esperó al mejor momento de debilidad, se revolvió contra aquel par de hombres que le cuidaban aquella noche, que le observaban mientras se mofaban de él. Ezzio rompió cadenas, desgarró aquellos abultados cuellos y huyó lejos con unos pergaminos que consiguió tomar de aquel lugar.
Desgreñado, sucio, herido. Aquel hombre de apariencia normal corrió por la linde de los bosques durante 40 dias seguidos, alimentandose de lo que encontraba en el camino hasta que sus pies no pudieron mas, y cayó al suelo, en medio de aquel poblado gitano, que había situado bajo sus pies. El hombre, corpulento y hermoso salvo por aquel largo y desgreñado cabello que caía sobre su espalda magullasa, perdió toda crdura hacia aquel mundo que le rodeaba, simplemente de desmayó al llegar, dejando a su alrededor gente gritando alarmada.

-¡El mar en calma....una vida pirata para mi, yohoo!-Cantaba en regocijo tras haberme dado un buen baño en el lago. Con mi cabello húmedo me vestía en mi tienda lentamente colocando cada pieza en su sitio. Me peine como pude el pelo hacia atrás y en cuanto aparté la toalla de mi larga melena, me colgué el amuleto que mi madre me dio de pequeña. Lo observe lentamente en el reflejo del espejo y parecía que veía el retrato de mi madre. Suspire y decidí salir a dar una vuelta por el campamento, pero ya me lo conocía así que no encontraría nada nuevo, con pocas ganas cogí mi bolsa de tela y me la colgué al hombro metiendo una hoz, una navaja, un frasco con agua y algo de comida, nunca se sabe que te puedes encontrar por ahí. Me metí por la maleza, mirando alrededor de nuevo. Dirigí mis pasos hacia lo que parecía una playa y estuve allí un buen rato.

Paso media hora, una hora, una hora y media...pero nada bueno pasaba y ya me había cansado de mirar las estrellas. Con el ceño fruncido volvía al campamento, pero un barullo de gente se amontonaba en la entrada del campamento, observando no se qué chisme que al parecer atraía toda la atención del campamento. La curiosidad mato al gato y en cuanto me acerque a ver el motivo por el cual la gente gritaba con curiosidad y asombro, pude ver el cuerpo inconsciente de un hombre sin camisa, con algún que otro moratón y parecía deshidratado. Me acerque con prisa un poco hacia él y con un poco de ayuda, le di la vuelta lentamente para apoyarlo boca arriba. Suspire mientras le fui observando poco a poco y cuando me fije en su rostro, parecía el de un fugitivo. El pelo revuelto, los labios secos, un poco cortados.

Saque deprisa el frasco de agua, bendita intuición y rocié un poco de agua en sus labios para calmar la sed del hombre. Puse una mano por debajo de su nuca y con cuidado fui dándole agua poco a poco, rociando aquellos labios que tenia. Ahora lo único que podía hacer era rezar o pedir a la madre naturaleza que respondiera al tacto del agua. Mire al grupo de gente que estaba alrededor del hombre, baje mi mirada para verlo un poco más de cerca y su oído llego a toparse con mis labios. Comencé a acariciarle la mejilla para darle un poco de calor, pero su piel ya estaba en si...ardiendo. Puse mi mano en su frente y parecía tener algo de fiebre. Mis labios seguían cerca de su oído y cerré los ojos.
-Vamos...despierta...por favor....-le susurre lentamente en su oído para que escuchara mi voz, alguna señal para que no tuviera que irse al mas allá. Bueno quizás estuviera sacando las cosas de quicio pero no necesitan a gente como este hombre allá. Mire hacia arriba y vi a una señora que me ofrecía un bulto de tela a modo de almohada. Lo cogí y lo coloque debajo de la cabeza del hombre. Me acerque para besarle la frente y cuando le vi, no sé si estaba reaccionando o simplemente era algún tic. No lo sabía con certeza si no reaccionaba pronto, me pondría nerviosa y perdería los papeles. Vi todo su cuerpo de arriba abajo y le mire un poco sonrojada.

-¡Sirenia!-Dijo Gilbert detrás de mí.- ¡Apártate!-La voz de Gilbert y de nuestro mayor, resonó en la noche haciendo que el grupo se abriera hacia ambos lados, insertando rostros de miedo en la gente del campamento. El mayor nunca solía salir de su tienda a no ser que ocurriera alguna emergencia, un parto, un ataque o algo, pero era extraño verle ahí, cerca de ella y del hombre tumbado en el suelo. Me acerque un poco más al hombre, poniendo mis manos para protegerlo de lo que pudiera hacer Gilbert en el estado en el que estaba ahora. Enfadado y furioso. Le miraba fijamente a los ojos y me quede acariciando el pelo de aquel hombre.
-No, está mal y necesita cuidados, Gilbert-Dijo con dureza. ¿Cómo? Giré mi mirada hacia el hombre y pude ver, que sus pómulos se movían en tics, como si estuviera reaccionando. Me acerque a él para mirarle a la altura de sus ojos y espere con ganas ver su mirada.
-Vamos...-Dije con preocupación en la voz. Apoye una mano en su mejilla y le acaricié su rostro.-Pareces un tipo fuerte...-le susurro en su oído momentos después.

Le mire sorprendida y me lleve una mano a la boca. Era un fugitivo... ¿O le estaba dando vueltas a la cabeza de nuevo? Negué para mí misma y me fije en sus ojos a la vez que le ayudaba a sostenerse de rodillas a mi lado. Coloque su brazo sobre mis hombros y con ayuda de otro hombre le llevamos a una carpa cercana, donde había una cama perfecta y agua con comida. Sus palabras hicieron que mi alma se partiera en cachos pequeños, pero aguante las lagrimas por no querer quedar en ridículo. Me acerque a él y con un paño mojado en un cuenco que había dejado una de las ancianas, rocié su frente con cuidado. Mire a Joe y le dije que trajera comida y algunas hierbas de inmediato. Intentaba bajar la frente del hombre mientras le miraba tiernamente a los ojos.-Tranquilo...aquí estás seguro...y nadie te hará nada-Dije suavemente, casi en un susurro.

Observe su rostro fatigado y no pude evitar besarle la frente-Aquí te curara alguien experto...solamente necesitas descanso, comida...-me fui acercando hacia lo que me ofrecía Joe, que estaba al lado opuesto de donde estaba sentada. Mi brazo estaba sobre el hombre y coloque el improvisado botiquín encima del pecho del hombre. Saque venda, una navaja y las hierbas molidas que parecían jugo de caracol. En realidad era sabia de Aloe vera para regenerar la piel mezclada con saliva de licántropo...sanaría rápido. Empape un poco de ese jugo en una de las gasas del botiquín y lentamente fui yendo por todo su torso, por los lados que estaban en peor estado. Fruncí el ceño al llegar a un corte del bíceps, pero mire al hombre un segundo y aparté la mirada de repente. –Ahora...-Dije con una débil sonrisa, nerviosa por la mirada acechante de la cual me mantenía Gilbert vigilada-no tienes porque...servirnos...aunque nos podrías servir el aperitivo diciéndome tu nombre-Dije por terminar viéndole a los ojos. Mis manos se deslizaban por su pecho y los restos de sangre seca ya no estaban por su cuerpo. Bueno, era increíble como había aguantado tanto y no haberse desangrado al instante y haber muerto, quizás era porque su destino no le deparaba aun la muerte.

Miro al hombre y después a Gilbert que se había colocado silenciosamente al lado nuestro. Miraba al hombre con cara de odio y resoplo. Se quito la camisa y santo dios, tendría que irme del campamento simplemente porque aquellos hombres tan mazados no eran normales. Me sentía acalorada entre tanto musculo y tanta vanidad toda junta, por Dios, que me llevara pronto si esto fuera una ilusión. Le cedió su camisa al hombre tumbado y una anciana detrás se acerco para ofrecer un poco de más ropa al hombre entre unos pantalones, otra camisa y unos zapatos. No sonreí, pero si me alegre por dentro por lo que Gilbert había hecho. ¿Alguna clase de tregua? No lo sabía, pero iría a hablar con el mucho mas tarde, ahora el hombre necesitaba de mis cuidados.

-Mi nombre es Sirenia...von Lunirae...-Dije con sinceridad, no tenía miedo con este hombre. Era extraño pues era alguien a quien le costaba confiar enseguida y al parecer...este desconocido hacia que confiara en el. Seguramente por pura pena, pero no era eso. Sentía que no lo era y en cuanto vi que mi mano estaba cerrando el botiquín, lo dejaba en el suelo, le seguía mirando a los ojos procurando que siguiera su mirada en mí. Las pisadas de Gilbert se fueron alejando y le mire enseguida.-Gilbert...-Dije su nombre, pero ¿Qué venia después?-Gracias por darle tu camisa...-Dije mientras bajaba la cabeza y la dirigía hacia mis rodillas un poco sonrojada y agradecida por ofrecer algo de ropa para el hombre. Estábamos ya a solas y mi mano fue al cabello y le peino un poco para verle mejor mientras una anciana llevaba consigo una bandeja con comida-Debes de estar hambriento...y bueno...no es mucho, pero espero que sacie tu hambre-le mire sonriendo un poco y antes de levantarme de su lado, le bese en la mejilla sin más. Me quede un poco confusa pues no solía ser tan cariñosa a la primera así con cierta clase de hombres. Me dirigí hacia fuera de la carpa para respirar aire puro, como si no hubiera suficiente. Intente relajarme un poco, pero era inútil. Me senté en un banco de madera que había cerca de la carpa donde se encontraba nuestro invitado y escondí mi rostro dentro de mis rodillas.

Lo único que recuerdo, es que cuando levante mi mirada, estaba tumbada en una cama...con adornos marinos, esotéricos y estaba arropada y...mire dentro de las sabanas y estaba desnuda. Me sonroje pero estaba en mi tienda y no había nadie más. Intente visualizar un poco lo que pasó pero nada me venía a la mente. ¿Qué paso? Seguramente me desmaye y caí rendida de algo de lo que desconozco. Mirando la habitación vi mis ropas de ayer raídas, rotas y cuando me lleve una mano a mi cabeza, descubrí una gasa puesta en mi frente. Fruncí el ceño y quería saber que había pasado, pero no tenía ropas al alcance de mi mano y aquí nadie podía llamar a la puerta y tan solo...había una cortina en lugar de puertas. Suspire y me encontré en algo peor. ¡El hombre de ayer! Me baje de mi cama envuelta en la sabana y me puse lo que encontré por doquier improvisando un poco un vestido. Salí de mi carpa, corrí hacia donde se encontraba el hombre, pero ahí estaba...descansando, durmiendo plácidamente. Me acerque a el de nuevo y lentamente me senté a su lado para observarlo dormir y que despertara con una cara conocida.

Sonrei debilmente a Sette..segun él ese era su nombre, pero mi reciente bondad respondió a los besos que poso sobre mis manos con un fuerte abrazo alrededor de su esbelta cintura. Queria ayudarle en todo lo que estuviera en mi mano, pero mi corazon se cerró en un puño al escuchar la suavidad de la molestia de Sette. Cerré mis ojos, apoye mi mejilla sobre su tersa piel y oli el aroma que desprendia a macho, olía como los campos salvajes de la noche libre entre aullidos en la tierra. Fui rozando con mi nariz cada rincón de su piel oliendo ese aroma, haciendo que se quedara grabado en mis recuerdos. Uno más para mis recuerdos y otro más para un sentimiento cercano al dolor, a la separación. Le seguia abrazándo fuerte y en cuanto pose mis manos sobre su espalda, note algo extraño. Algo viscoso, como un liquido recorriendo su espalda. Pensé en que podria ser las gotas del reciente baño que aún caian por su cuerpo lentamente en vertical, recorriendo cada abdomen, cada duna de ese perfecto torso. Frunci mi ceño y me separe de inmediato de él, recogi uno de los trapos cerca de un cuenco de agua y me acerque a su espalda-¡Santo dios!-Exclame al ver los restos de sangre. Le limpie la herida reblandecida y le seque poco a poco.

-De..deberías descansar..Sette-Dije lentamente. Demasiado tímida para estar frente a una persona, pero él me hacia sentir bastante acolorada, no por el físico, sino por su comportamiento y el aura de humildad que me transmitia. Era algo digno con quien estar y me gustaria que no se fuera, no ahora, estaba recien encontrado en mitad del bosque y podria desvanecerse sin previo aviso.-Bueno...-me recoloque un mechon de pelo y le lleve de nuevo hacia la cama, sentandole con esfuerzo y le bese lentamente en la frente para luego peinarle un poco el pelo humedo que traía.-Le dire a nuestro mayor...-bajé la mirada y recordé la noche en que estuve a punto de ser violada por ese feroz hombre.

Cerre los ojos para aguantar las lágrimas y mire de nuevo a Sette con una sonrisa en la cara y mirandole con una mirada atenta-Bueno...le dire gracias de tu parte...-Suspire y volvi a besarle en la mejilla. "¿Que me pasaba?"-Pense de repente. Le daba mimos a alguien que conoci la noche anterior y no me di cuenta de que el improvisado traje que me hice, estaba resbalandose, enseñando un poquito de mis pechos y enseguida me tape hasta el cuello de nuevo. Que verguenza y era notorio el rubor de mis mejillas.-Ahora...vengo-Me di la vuelta y cogi el cuenco para salir de la tienda, tirar el agua, porque al fin de cuentas seria mejor irme al lago a darme un baño. Eso haría. Comencé a caminar rápidamente hasta que me tropecé en el suelo. Me levante y cuando alcé mi mirada hacia arriba, me encontre a escasos pasos de mi a un lobo hambriento. ¿Que lobo salia a comer por la mañana?

No tenia tiempo de asegurarme la respuesta adecuada, pero no pude evitar soltar un grito del miedo que me entro de repente.-¡AAAhHHHH!-Grite de repente haciendo retumbar todo el silencio del bosque profundo en donde me habia metido. Comence a moverme hacia atrás, lentamente para alejarme de aquel animal hambriento. Veía como se lamia los colmillos mientras me miraba fijamente a los ojos y yo a él. No podia avanzar más, una corteza de roble me lo impedía deliberadamente y solamente me quedaba rezar y cerrar los ojos para que algún milagro ocurriera. No queria morir, era joven y quería morir de viejita, no así. Suspire lentamente y mi cuerpo comenzo a jadear de la situación en la que me encontraba.
-Ayuda...-dije con un tono de voz muy agudo, casi ahogado. "Por favor...ayuda..."-Pensé en rogar ayuda, pero nadie en los alrededores habia para que me pudiera leer la mente ni venir en mi ayuda. El animal me gruñia levemente hasta que poco a poco se fue acercando a mi. Mire a todos lados y con la respiración aún más acelerada, me aferré más al árbol que tenia detrás mía. El lobo se alzó en un salto directo a comerme, me tapé instintivamente y un gruñido ahogado resono en el aire.

Pasó almenos cinco minutos hasta que conseguí calmarme un poco. ¿que había pasado? ¿Estaba muerta? ¿Estaba viva?

Agua...humedad...olor...tierra...Un olor que iba filtrándose por mis fosas nasales…el roce de una caricia gélida que atravesaba mis dedos mientras era sostenida por los brazos de algún ángel. Era cierto, había muerto y ahora un ángel me llevaba junto con mis padres…o con alguno de los que he tenido. El sonido del agua… ¿Podía oír? Siento algo…un muro rozando mi mejilla y algo sujetando mis piernas. Mis parpados que eran pesados ahora eran ligeros y libres de peso. Me aventure a abrirlos y el sonido de una voz grave se filtró por mis oídos. ”Sirenia…” Ese era mi nombre…Ya estaba despierta y en cuanto miré a quien me sujetaba entre sus brazos, no pude evitar sonrojarme. Estaba tapada artificialmente con una sábana mal puesta y estaba en brazos de Sette…Su fuerza era increíble, al parecer no le costaba nada sujetarme.

-Sette…-Comencé a jadear por el mero hecho de que acabe recordando lo sucedido y quise preguntar qué había pasado, pero pensé que no era el momento adecuado. Lentamente una mano fue hasta la mejilla de Sette, la acaricie y la deje a peso muerto sobre su pecho a la vez que me sentía un poco débil. Quizás sea calor, o quizás sea simplemente la alteración del momento.
-¿estas…mejor?-Pregunte pues no sabía si le habían herido o si aquel lobo se había sobrepasado con él. Yo habría podido con él, pero la sorpresa me pillo desprevenida dejándome indefensa y sin ningún lugar adonde ir.

Suspire y apoye mi cabeza en su pecho respirando su aroma. Sonreí al oler ese aroma a tierra, libertad o simplemente a bosque, naturaleza…mar… ¡MAR! Tanto pensar en tonterías, me olvide que aun estábamos en el mar, o en lo que pareció cuando revise el lugar, era la laguna apartada en la que…la costumbre gitana solía celebrar las celebraciones de unión, compuesta con una cascada enorme y una roca en forma de pedestal gigante y bueno dos rocas a ambos lados de este. Pero…solo eran por la noche. Miré a Sette fijamente a sus ojos y la sonrisa parecía no desaparecer de mi rostro. Su mirada me hacía sentir segura entre sus brazos, no quería que desapareciera este momento acurrucada en él, pues quería estar así por mucho más tiempo.


-Sette…-De nuevo dije su nombre otra vez. No quería parecer tonta, pero estaba hablando y parecía que lo era. Sacudí la cabeza y me agarre de su cuello lentamente para agarrarme mejor
-Puedes bajarme…-dije sonriendo
-¿Te encuentras bien?-Pregunte pues quise saber el motivo de su seriedad repentina.
- ¿Dónde está el lobo?-Dije de repente recordando con más claridad lo ocurrido y posiblemente el motivo por el que me encontraba entre sus brazos. El miedo de repente invadió mi cuerpo y me moví inquieta, enganchándome en Sette fuertemente, rodeando sus piernas por su cintura y agarrándome por el cuello de Sette mientras terminaba por esconder mi rostro en la curva de su cuello.


-¿EL LOBO?-Me sujete con más fuerza tirándole al agua sin querer, haciendo que se metiera de espaldas y yo de cara hacia empaparnos de agua. Mis cabellos se mojaron, la sabana que cubría mi cuerpo ahora estaba empapada y podía verse de mi desnudez. Me apoye contra el pecho de Sette y sin pensármelo, le bese bajo el agua cerrando mis ojos para sentir la calidez de sus labios. Abrí los ojos. ¿Qué había hecho? Me separe de él y salí a flote para ocultar lo que había hecho por accidente. No tenía esto pensado. Todo ruborizada me oculte detrás de una roca y sin querer, me puse a llorar por lo que había hecho. No me reconocía a mí misma y tendría que controlarme…ser hija de un pirata no era fácil.

Si..claro. Estaba muy bien en sus brazos. Tenía mucha suerte de haberme encontrado alguien con un gran corazón que no se molestaba en cogerme en brazos a todas horas...pero..no quería ser una molestia para él, seguro le estaría molestando. Esbozé una timida sonrisa mientras me acurrucaba en su pecho, ocultando mi reciente desnudez y no pude ocultar una pequeña risa dado que me salio sin mas. No supe porque me salió aquella risita tonta, aunque...en cuanto entró enseguida el mayor, todo cambió al instante.

Miré a Sette y después al mayor que parecia una tetera en plena embullición.
-¡Tu!-dijo el mayor con aquella potente voz, que podía hacer que mil demonios salieran huyendo-¡¿ QUE HA PASADO ?!-Dijo a grito pelado dentro de la carpa de Sette.
-Gilbert...puedo explicarlo...-Dije moviendome delante de Sette. Gilbert tenía muy mal fario cuando estaba enfadado, podía perder el juicio y por mi culpa, Sette, salir perdiendo-No tiene la culpa, yo la tengo...-Fui hablando poco a poco pues el miedo que se filtraba por cada poro de mi piel quería hacerse dueño de mí, pero no iba a conseguir estar en ese estado tan febríl. Miré con ojos vidriosos a Gilbert mientras me acercaba más a Sette para protegerlo aún más-Tuve miedo..y habia un lobo por el bosque cuando me dirigía hacia el lago...para tomarme un baño-dije con total sinceridad. Eso es lo que habia pasado, pero al parecer había aparecido Sette en mi ayuda y lo agradecía muchísimo, pero esperaba que me dejara aclarar la situación, pues quizás no podria ser lo que se pensaba.-Gilbert...el lobo me iba a atacar...pero Sette estuvo para salvarm..
-¡Mentira!-Dijo interrumpiendome. Pero tenia unos modales demasiado retrogados para que no me sorprendiera-¿Recuerdas que no podeís ser tocadas?-Dijo Con seriedad en la voz, pero aún estaba presente la vo tajante y directa de él.-Te lo advertí Sirenia, te lo dije aquella noche en la que estaba a esto-dijo haciendo un gesto con los dedos-de hacerte mía...pero no-sonrio con aire bastante chulo-Tuviste que tirarme aquel cubo de agua hirviendo y defenderte con una punta de hierro hirviendo, haciendome aquella cicatriz en el costado-dijo mirandome de arriba a abajo con aire lascivo y tenía ganas de hacerle lo mismo otra vez. Comenzó a reir de una manera bastante rara, casi me asustaba pero al sentir el calor de Sette, me tranquilizaba un poco-Tendrías que haberte escuchado....o de haberte visto atrapada entre las cuerdas con las que te ate alrededor de tus muñecas, gritando auxilio, pero aun asi nadie te hacia caso. Si, estabas delicadamente atrapada entre la rama de un árbol, pero no se de donde sacaste la habilidad con la que escapaste...y me heriste...-Mientras le escuchaba hablar, le miraba con asco, bajaba la mirada, aguantaba las lágrimas por no parecer alguién débil. No quería parecerlo, asi que le miraba fijamente a los ojos, con un repentino odio hacia él, más de la que ya profanaba hacia su persona.

Comencé a agarrarme por instinto al hombro de Sette y en cuanto agarre parte de la tela que me cubría, el mayor dejó entrar a dos mujeres de las que eran las mas ancianas del campamento. Ambas se acercarón a mi y a la fuerza me sacaron de la tienda de donde estabamos todos. Las ancianas tenian fuerza, intentaba salir del aprieto, mientras miraba a todos lados en busca de algo para para poder despistarlas, pero ya estaba saliendo de la tienda y estaba siendo atada contra un árbol por ambas muñecas cerca de una rama. Intenté zafarme de las ataduras pero en cuanto ví que todos se acercaban a ver que pasaba, yo...rezaba porque algo pasara, yo no habia dicho nada ni hecho nada que les hiciera enfadar de sobre manera. Habia sido un malentendido.

Seguía intentando quitarme las cuerdas que rodeaban mis muñecas. Las ancianas me quitaron la sabana de mi cuerpo, dejando mi cuerpo al desnudo, pero gracias a Dios, con mi reciente rubor en mis mejillas, me colocaron un vestido negro, por lo spies me lo subieron hasta que cubrieron parte de mi cuerpo, parte de mi desnudez superior. El escote de palabra de honor, se sujetaba perfectamente, pero en cuanto se separarón de mí, algo en mi cuerpo se instalo. Los nervios de mi cuerpo florecieron de repente, haciendo que quisiera salir de aquellas cuerdas que me retenían. No me gistaba el negro, el negro era para cuando tenían a una persona del campamento en pleno juicio. No querrian que me hicieran aquella prueba. Negaba mirando al suelo, colgando de las cuerdas y en cuanto la gente se fue alejando de lo que podría pasar a continuación, de deje caer de rodillas en el suelo contra la corteza de un árbol.

No quería alzar la vista. Posiblemente Sette se estaria preguntando si habia caido en un campamento de locos y ella era una de ellas. Pero los pies que vi a mi lado eran los de Gilbert. Se agachó a mi altura, yo miraba al suelo. Hizo que le mirara a los ojos fijamente mientras mis ojos se empapaban con lagrimas.
-Tengo ciertas sospechas....sirena...-Dijo con una sonrisa maliciosa en su rostro.-Te dejare aqui...-se levanto poco a poco, mirandome a los ojos-A ver si al final del día tenemos pescado frito-dijo entre risas para terminar y envolverme de tierra por toda mi cara. Aparté mi cara e intenté pensar en lo que dijo. Gilbert, salió de la tienda de nuevo por las voces que comenzaba de nuevo a profanar. No miraba a quien le gritaba, pero enseguida note un cuerpo a mi lado. Era un tronco de madera, para que me apoyara en él. Miré a Gilbert a los ojos y me miro con cara seria mientras se alejaba de mi nuevamente.

¿Que? No...no podría ser cierto. No era cierto lo que veia a través de mis ojos. Parpadee un par de veces y vi como Sette se transformaba en una bestia peluda, de grueso pelaje marrón oscuro y a tintes blanquecinos por su cuerpo. El mayor estaba aún bastante aturdido por la situación echando a correr despavorido, dejándome aún atada a las cuerdas donde un principio me habían atado, pero ahora ¿de quien teníamos que huir ? ¿De Sette? Intenté calmarme bastante, mas de lo que mis nervios me permitian y le miraba a la espalda mientras aún no se había dado la vuelta y me veía aqui, como su presa.

-¡AYUDA!-dije fuertemente, pero enseguida el campamento entero comenzó en una pelea para luchar contra dos, tres, cuatro lobos que al parecer eran de la misma calaña que Sette. Me eché contra el árbol mientras vaía en silencio y tragando saliva como nunca, mirando como Sette parecía echarse sobre aquellas bestias, en mitad del campamento. Me hice un ovillo aún con mis muñecas atadas, mirando hacia la luna e intentando volver a atrapar con la mirada a Sette. ¿Donde estaba? Ya le pedi de vista. Miré a un lobo que estaba olfateando cerca mía, pero un aura de malicia se transmitia por todos sus poros de la piel. No quise decir nada, pero el miedo me hizo echar un grito temeroso, encogiendome como podía. Jadeaba, con miedo en el cuerpo intentaba pensar en cosas agradables como el buen rato de hace unos instantes en el lago. Pensaba y olvidaba este momento, pero en cuanto abrí mis ojos fue para ver al lobo de hace un rato, oliéndome muy de cerca el tobillo. Levantó su hocico hasta colocarlo a la altura de mis ojos y me miró fijamente. Tragé saliva y me quede apoyada contra la pared del árbol.

Suspiré de alivio al ver como se alejaba el lobo, pero un gesto de horror se puso en mi rostro cuando vi que se transformaba en un hombre, alto y corpulento, de ojos verdes y cabellos rubios como el sol. Aparté mi mirada de él y de su persona pues estaba completamente desnudo. Tragué saliva y cuando me quise dar cuenta, aquel hombre, que me cogio del mentón y me hizo verle a la cara, a esos ojos verdes que destilaban a diversión y a lascivia pura contenida. Fruncí el ceño, preocupada por lo que fuera a hacer, me abrió de piernas y me miró a los ojos para después soltar una carcajada.

-Vaya....historias tuyas con nuestro hermano hemos oido gitana-Dijo una voz juvenil pero bastante adecuada para su edad-¿Sientes algun fetiche con los hombres lobo?-Dijo con suma lentitud mientras acariciaba mis muslos y me miraba desde lejos-Me pregunto si sirves para dar placer al igual que tus...-cogio de mi mentón e hizo que mirara a mi izquierda-Hermanas que ahora mismo...estan siendo usadas como juguete nuestro personal...-Dijo terminando en una sonrisa maliciosa-pero veo que yo me voy a llevar el mejor trozo....-Dijo divertido. En su voz aparte de que olía a alcohol y a veneno de sus palabras, pude notar que las cuerdas que me aprisonaban en el suelo, estaban bastantes sueltas, con lo que aproveché para tirarlas sobre aquel hombre rubio y rodearselo por el cuello, con toda la fuerza que podía mientras le acercaba a las llamas que ardían en las pajas que pusieron al principio y antes de la invasión licantropa.

No se donde estaba Sette, miré hacia delante y me acerque al hombre cual puse de rodillas-Escucha...-Puse su rostro en direccion a los demas hombres que volvian a ser lobos y eran atizados e incluso amordazados, y apuñalados por el mayor y unos cuantos guardias del campamento junto con otros del campamento de al lado.-¿Esos son tus hermanos? Pues mira los que les pasa....-Dije con firmeza para despues ser tirada en el suelo y volver a estar asustada. Me agarro de ambas muñecas, las puso sobre mi cabeza y cerre las piernas por mera proteccion. Me miraba con cierto aire divertido.

-Vaya...sabes pelear, ¿eh?-Dijo entre suspiros mientras hacia fuerza para sujetarme contra el suelo.
-Si....-comencé a decir con firmeza-pero....no creo que eso le guste a tu hermano...-Dije para hacerle aviso de que uno de los suyos, con los dientes blancos y afilados, gruñiendo levemente mientras es ponía en posición de ataque. Vi con miedo al lobo que nos miraba a ambos. La verdad no tenia la certeza exacta de que fuera Sette, ya es de sentido común saber que un licántropo era un lobo en toda su totalidad y que la parte humana desaparecía, que solo olía el aroma a tierra de los de su raza, escuchando el aullido de su raza respondiendo a la vez a la de ellos mismos. Pero algo en ese lupino, me hacia sentir complice de las consecuencias que se formaran a continuación.

Matarme
Disecarme y usarme como objeto decorativo
O mostrar benevolencia y absolverme de culpa alguna.

Todo había pasado muy rápido. Había pasado de estar cerca de la humillación hasta ser salvada por Sette. Vio como el mayor le clavaba aquel cuchillo, vio la herida en el hombro de Sette. No podía dejarlo morir, me habia salvado la vida y mi inocencia. Lleve mis piernas hasta poder arrodillarme ante él, me fui acercándo a él lentamente hasta que ví la carta. La cogí y la leí mientras negaba con la cabeza, cerré los ojos y la tire al fuego. Me acerque más a Sette y acerque mis manos hasta una de las ancianas que me ofrecían una manta. Miré con ternura a Sette y le tape de una sola vez su cuerpo desnudo, que al parecer mantenía una respiración que parecia restablecerse. Puse una mano sobre su rostro, acariciandole poco a poco.

-Lo que has hecho por nosotros....no tiene precio.-Dije de momento-Vidas se han perdido esta noche...-dije mirando a todos los del campamento mientras algunas personas me ayudaban a mover el cuerpo de Sette cerca mía y poner su cabeza sobre mis piernas, dandole la vuelta y tapandole de nuevo con la manta. Mis manos acariciaban su mentón, suavemente para poder tranquilizarle, pues veía cierto miedo en sus ojos y le dediqué una sonrisa-No...nos temas....-dije poco a poco-tu nueva familia...ahora...te protegera...al igual que has hecho esta noche...-me acerque a su frente para posar un tierno beso sobre ella.-Sette...bi..-trague saliva y miré al mayor. Ya me daba igual que opinara, fue un cobarde y me dejo al borde del peligro. Miré a Sette con una sonrisa-Bienvenido....-hice la señal de la cruz sobre su frente y comence a acariciarle el pelo-Bienvenido a nuestra familia.

Analize su cuerpo, y me fijé en que estaban cuidando la herida de Sette. Le acariciaba y le miré a los ojos-Sette....¿Me oyes?-Dije preocupada de si habia perdido la consciencia o no, pues le veía con la mirada perdida. Podría estar cansado la verdad, después de lo que ha hecho esta noche sería raro que no lo estuviera. Un paño humedo sobre su frente puse después de que preguntara. No pude evitar, enredar mis dedos entre los de Sette. De algún modo necesitaba su tacto, sentir su piel rozar la mía. Era verdad que aún estaba con los nervios a flor de piel, pero a pesar de todo, tenía que mostrar compostura y respeto ante todos.

Miré a Sette e intenté llevarlo a hombros, pero pesaba demasiado. Dos hombres le cogieron en peso, mientras la manta hacia su trabajo de taparle, le llevaban de nuevo a donde le llevaron la noche anterior. Yo les seguía de cerca, para ver que estaba bien. Le miraba a los ojos, aunque algunas veces la curiosidad me hacia verle el trasero y como me mordia el labio inferior al verlo, pero después volvia mi mirada preocupada. Una vez que entraron a rastras en la tienda y lo tumbaron de nuevo, la herida ya apenas se notaba y era lógico. No hacía falta saber o averigurar como se le habia curado enseguida. Le miré a los ojos y me sente en un taburete que había cerca. Me quedaría a su lado. Llené un cuenco de agua y moje un paño para ponerlo en la frente de Sette-Eres duro como una roca....-Dije por decir algo-nadie te delatará....nadie dirá que estás aqui....-mira hacia abajo reprimiendo las lágrimas-¿Eran....tus....hermanos? -Pregunte queriendo que no fueran familia de sangre.