AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
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Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
He llegado a un café, he caminado alrededor de 1 hora, pensando en todo lo ocurrido recientemente. Un dolor de cabeza me taladra el pensamiento y no permite mi entera comprensión. No he tocado en un par de días, y ha decir verdad ni siquiera lo extraño. Tengo cierto temor a perder las ganas de hacerlo, a perder la unica razón que me mantiene atado al mundo de los vivos. Pero ni siquiera lo hago por que desee hacerlo, sino porque debo, con mi padre en cama la mayoría del día y mi madre intentando hacer algo con la danza... no hemos llegado a ningún lado. He recibido una carta en la que se me pide regresar a Italia, pero no puedo, no puedo dejar a mi padre moribundo y a mi madre intentando salir adelante sola, de mi hermano?, mejor ni hablar, Emil se ha dedicado a seguir a los gitanos, cosa que no tiene muy orgullosa a la familia, y a mí... menos. Algo me dice que ellos han sido la causa de la enfermedad de George, aunque mi razón me dice lo contrario, pero una maldición como esa no se debía tomar a la ligera, y mi padre la ignoró, ahora no tengo idea de lo que le sucede, ha rechazado ir al médico, y de hecho ninguno ha querido ir a casa tampoco, no sé a que le temen, no sé qué demonios sucede, me han dicho que la causa es incomprensible, y que esos orificios en la parte trasera del cuello de mi padre no son normales, me he limitado a no comentar nada y permanecer en silencio, intentando descifrar mis propias ideas.
Me han dado una mesa cerca del pasaje de la gente. Me ha parecido un lugar ideal, donde puedo observar a los demás e imaginarme la desdicha de cada uno, con algunas notas en mi cabeza como música de fondo; y de esa manera sentirme un poco mejor con la desdicha que me embarga.
¿Cómo decirle a mi madre que quiero irme a Italia sin que eso le afecte tanto?- mi pensamiento se desborda y no puedo concentrarme en los demás. Se acerca una chica y le pido un café sencillo. Ella me observa y puedo ver como se compadece de mí. No me importa.
Me quito el sombrero de copa de la cabeza y lo pongo en la mesilla, acomodo mi cabello detrás de las orejas y colocó mis manos en los ojos, en un intento de soñar despierto y con ganas de no despertar hasta el día siguiente. Escucho pasos ligeros a mi alrededor, cuchicheos e incluso el viento colandose por mis orejas. Lo detesto.
Molesto levanto la mirada y me topo con la imagen de una chica, se parece tanto a Grace, enfoco y ubico que no es ella, sonrio con el recuerdo. Grace fue importante hace algunos años, me sacó de la adicción al alcohol, me enseñó música, hizo tantas cosas por mí, me pregunto ¿qué será de ella ahora? era como la hermana que ... no, nunca quise una hermana. Me rio y mis ojos regresan a la mesilla, de reojo veo como la chica que he observado entra al café y se sienta en una mesa cercana. Volteo y le doy una mirada fugaz, bajo mi cara levemente en forma de saludo y regreso los ojos al café que ha aparecido en la mesa. A veces me pregunto como hay algunos que actuan de manera tan veloz, tan silenciosa y tan "por debajo", mmm raro.
Oh! una nota viene a mi cabeza.
Me han dado una mesa cerca del pasaje de la gente. Me ha parecido un lugar ideal, donde puedo observar a los demás e imaginarme la desdicha de cada uno, con algunas notas en mi cabeza como música de fondo; y de esa manera sentirme un poco mejor con la desdicha que me embarga.
¿Cómo decirle a mi madre que quiero irme a Italia sin que eso le afecte tanto?- mi pensamiento se desborda y no puedo concentrarme en los demás. Se acerca una chica y le pido un café sencillo. Ella me observa y puedo ver como se compadece de mí. No me importa.
Me quito el sombrero de copa de la cabeza y lo pongo en la mesilla, acomodo mi cabello detrás de las orejas y colocó mis manos en los ojos, en un intento de soñar despierto y con ganas de no despertar hasta el día siguiente. Escucho pasos ligeros a mi alrededor, cuchicheos e incluso el viento colandose por mis orejas. Lo detesto.
Molesto levanto la mirada y me topo con la imagen de una chica, se parece tanto a Grace, enfoco y ubico que no es ella, sonrio con el recuerdo. Grace fue importante hace algunos años, me sacó de la adicción al alcohol, me enseñó música, hizo tantas cosas por mí, me pregunto ¿qué será de ella ahora? era como la hermana que ... no, nunca quise una hermana. Me rio y mis ojos regresan a la mesilla, de reojo veo como la chica que he observado entra al café y se sienta en una mesa cercana. Volteo y le doy una mirada fugaz, bajo mi cara levemente en forma de saludo y regreso los ojos al café que ha aparecido en la mesa. A veces me pregunto como hay algunos que actuan de manera tan veloz, tan silenciosa y tan "por debajo", mmm raro.
Oh! una nota viene a mi cabeza.
Jace Labourd- Humano Clase Media
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 31/07/2011
Edad : 39
Re: Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
Hace unos días atrás, la herida se había cerrado por completo, era herida que había sido ocasionada por varios vampiros cuando intentaron entrar a mi casa. Estaba tan cansada ya de mi profesión aquí en Paris, me sentía todo el tiempo vigilada y no la que vigilaba, gracias a la herida había dejado el entrenamiento y ahora comenzaba desde cero, me sentía tan torpe con las herramientas que sentía un coraje inmenso y todas las noches lloraba. Aquel día había decidido tomarme el tiempo necesario para reflexionar sobre las cosas que habían pasado, las que pasaban ahora y las que estaban por ocurrir y me daba cuenta que todo esto ocurría porque lo había permitido. Deje mi libro en la mesa de alado para ponerme de pie. No tenía ganas del mejor arreglo del mundo para salir por lo que retire mi bata de dormir del cuerpo, caminé por el cuarto tarareando una canción de cuna, la que mi madre me cantaba cuando era pequeña, cuando quería dormir con algún mimo de ella. Me detuve en el armario y saqué un vestido blanco, sonreí mientras me lo colocaba y pedía a una de las sirvientas que me ayudará con el corset. Deje caer mi cabello a cada lado de manera ondulada y tomando mi pequeño bolso, y mi libro me dispuse a buscar la cafetería de la ciudad, necesitaba relajarme, sentirme bien, sentirme una persona normal sin que necesitara matar a nadie o que intentaran matarme.
Las calles tan iluminadas, las personas paseando con sus seres queridos, niños jugando, mujeres suspirando y hombres con el pecho alzado, orgullosos de la compañía que tenían. No pude evitar sonreír mientras observaba a un hombre aproximarse con una flor en mano, se detuvo frente a mi y coloco la flor a la altura de mi oreja, sonreí agradecida, hice una reverencia y seguí mi camino. El café no estaba muy lejos, de hecho estaba escasas cinco cuadras de mi hogar por lo que no tarde mucho en llegar. Pedí lo de siempre, busque una mesa y me acomode esperando a que trajeran mi pedido. Varias personas me sonreían e incluso un caballero me había mandado una flor más. Vaya ¿Había algo en mi que los hacía mandarme flores? Solté una risita traviesa y me enfoque en abrir mi libro, lo alce lo suficiente como para cubrir mi rostro pero algo raro me hacía querer buscar una especie de mirada sobre mi, de nuevo me sentía observaba.
Por fin su mirada había topado con la mia, no pude evitar sonreír, un hombre bastante atractivo, su sonrisa encantadora y ese par de ojos que me llamaron la atención por completo. Sentí una especie de palpitar acelerado. Tal vez mis sentidos se habían puesto alerta, tal vez era una amenaza ¡Pero que paranoica me estaba volviendo! Le sonreí de vuelta un poco más relajada. Cuando el mesero del lugar me trajo mi café pregunte el nombre del joven que estaba enfrente, nunca antes lo había visto y mi curiosidad incrementaba - ¿Puedes decirle que se acerque? - Le pregunté al mesero, mi padre me había informado que un nuevo cazador estaría en la ciudad y yo me encargaría de adaptarlo a todas las cosas necesarias. ¿Y si era él? Sonreí con timidez, me sonroje demasiado tal vez lo estaba confundiendo.
Las calles tan iluminadas, las personas paseando con sus seres queridos, niños jugando, mujeres suspirando y hombres con el pecho alzado, orgullosos de la compañía que tenían. No pude evitar sonreír mientras observaba a un hombre aproximarse con una flor en mano, se detuvo frente a mi y coloco la flor a la altura de mi oreja, sonreí agradecida, hice una reverencia y seguí mi camino. El café no estaba muy lejos, de hecho estaba escasas cinco cuadras de mi hogar por lo que no tarde mucho en llegar. Pedí lo de siempre, busque una mesa y me acomode esperando a que trajeran mi pedido. Varias personas me sonreían e incluso un caballero me había mandado una flor más. Vaya ¿Había algo en mi que los hacía mandarme flores? Solté una risita traviesa y me enfoque en abrir mi libro, lo alce lo suficiente como para cubrir mi rostro pero algo raro me hacía querer buscar una especie de mirada sobre mi, de nuevo me sentía observaba.
Por fin su mirada había topado con la mia, no pude evitar sonreír, un hombre bastante atractivo, su sonrisa encantadora y ese par de ojos que me llamaron la atención por completo. Sentí una especie de palpitar acelerado. Tal vez mis sentidos se habían puesto alerta, tal vez era una amenaza ¡Pero que paranoica me estaba volviendo! Le sonreí de vuelta un poco más relajada. Cuando el mesero del lugar me trajo mi café pregunte el nombre del joven que estaba enfrente, nunca antes lo había visto y mi curiosidad incrementaba - ¿Puedes decirle que se acerque? - Le pregunté al mesero, mi padre me había informado que un nuevo cazador estaría en la ciudad y yo me encargaría de adaptarlo a todas las cosas necesarias. ¿Y si era él? Sonreí con timidez, me sonroje demasiado tal vez lo estaba confundiendo.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 305
Fecha de inscripción : 13/06/2011
Edad : 34
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Re: Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
La nota se ha quedado rondando en mi cabeza, muevo mis dedos al tiempo que las notas salen de mi mente, inclino un poco la cara, cierro los ojos y casi puedo sentir la marca del violín entre mi mandíbula y el hombro, la mano izquierda sostiene el arco y.... ahí se va todo, se van las ganas y vuelve la incomodidad. Abro los ojos amplios y con desgana.
Bufo y emito un suspiro fuerte y evidente, un par de miradas se han girado a verme, yo con el ceño fruncido los miro, así mismo, las miradas me evaden.
Entrelazo las manos y mis codos están recargados en la mesa, miro a través del humo del café, las guirnaldas crean figuras, que permanecen unos segundos y después se esfuman. Recuerdo de pronto estar en la rosaleda de mis padres, tirado, viendo al cielo, encontrando mil figuras ahi arriba, solo... mi soledad es algo que solía disfrutar, me dedicaba a tocar algo, inventar letras, inventar notas, mejorar la velocidad en mis interpretaciones, me gustaba estar solo, como ahora.
Tomó la taza de café, y me parece tan ligera, mi ceño se vuelve a fruncir, -me he vuelto más fuerte- pienso, aunque realmente creo que lo he dicho en voz baja, miro a mi alrededor para comprobar si alguien me ha escuchado, ahi sigue ella, sus ojos me recuerdan tanto a los de Grace, aunque los de la segunda, eran de un color marrón intenso.
Le sonrio amable y brevemente, un mesero se acerca a ella y en ese momento aprovecho para desviar la mirada.
Tengo la sensación, la extraña sensación de haberla visto antes, al inicio creo que es un recuerdo de Grace, ahora puedo notar que no es más que una imagen guardada en mi cabeza, sé que la he visto, tal vez en medio de una afluencia en uno de los conciertos, siempre suelo fijar mis ojos en el instrumento o en alguien más, me hace sentir más seguro, quizas, sus ojos fueron mi seguridad alguna vez.
Me levanto de hombros y sorbo un poco del café en la taza que aun sostengo en alto, está caliente y siento un ligero ardor en mis labios, después en mi lengua y raspa por mi garganta, al llegar a mi estómago ya he bajado la taza, soplo un poco en dirección al líquido, las guirnaldas de humo se esfuman poco a poco.
Un mesero se acerca a mi mesa, es alto y su cabello es en extremo corto, raro ver a alguien con ese estilo. El color blanco de su traje es impecable y el negro de su cubre ropa también es impecable y hace un juego ideal con el tono canela de su piel. Desvio los ojos y tomo mi taza, de reojo veo que se inclina a mí más de lo debido, pero no me muevo.
Sus palabras me dejan tieso, lo esquivo para mirar a la chica que ha pedido que vaya a su mesa. Levanto la mano y hago una seña de gratitud al mesero, que se retira sin dejar de mirarme, quizas ha notado algo en mi rostro que le causa gracia... no sé.
Ella trae un vestido blanco, aun más impecable que el traje del mesero, no se como puedo comparar a ambos, no hay punto de comparación. Mi mandibula sigue tensa, y mis ojos se han achicado para enfocar mejor a la chica, a esta distancia no logro verla con claridad.
Tomo un sorbo más. Tomo el sombrero de copa y lo pongo sobre mi cabeza, el cabello largo cae descansando sobre mis hombros, que portan una gabardina hasta las rodillas de color negro. La camisa blanca de olanes menguados esta abierta y se alcanza a ver un crucifijo de plata, regalo de mi abuelo. Dejo la taza con café en mi mesa, me he puesto de pie y he dejado un billete que cubre el precio y la propina.
Mientras camino logro enfocarla más. Es bella, muy bella y sin duda la conozco.
-Buen día señorita- hago una ligera reverencia con la cabeza y mi mano derecha detiene mi abrigo a la altura del abdomen, y la izquierda detiene el sombrero de copa.
-Vengo a ponerme a sus órdenes- le sonrio y me quedo de pie junto a su mesa. Ahora comprendo, seguro la conozco, debe ser amiga de mi madre y ella le ha hablado de mi profesión, seguro quiere contratarme para algún evento privado, ultimamente he tenido muchos de esos trabajitos, y debido a la situación de mi padre no he rechazado ninguno.
Bufo y emito un suspiro fuerte y evidente, un par de miradas se han girado a verme, yo con el ceño fruncido los miro, así mismo, las miradas me evaden.
Entrelazo las manos y mis codos están recargados en la mesa, miro a través del humo del café, las guirnaldas crean figuras, que permanecen unos segundos y después se esfuman. Recuerdo de pronto estar en la rosaleda de mis padres, tirado, viendo al cielo, encontrando mil figuras ahi arriba, solo... mi soledad es algo que solía disfrutar, me dedicaba a tocar algo, inventar letras, inventar notas, mejorar la velocidad en mis interpretaciones, me gustaba estar solo, como ahora.
Tomó la taza de café, y me parece tan ligera, mi ceño se vuelve a fruncir, -me he vuelto más fuerte- pienso, aunque realmente creo que lo he dicho en voz baja, miro a mi alrededor para comprobar si alguien me ha escuchado, ahi sigue ella, sus ojos me recuerdan tanto a los de Grace, aunque los de la segunda, eran de un color marrón intenso.
Le sonrio amable y brevemente, un mesero se acerca a ella y en ese momento aprovecho para desviar la mirada.
Tengo la sensación, la extraña sensación de haberla visto antes, al inicio creo que es un recuerdo de Grace, ahora puedo notar que no es más que una imagen guardada en mi cabeza, sé que la he visto, tal vez en medio de una afluencia en uno de los conciertos, siempre suelo fijar mis ojos en el instrumento o en alguien más, me hace sentir más seguro, quizas, sus ojos fueron mi seguridad alguna vez.
Me levanto de hombros y sorbo un poco del café en la taza que aun sostengo en alto, está caliente y siento un ligero ardor en mis labios, después en mi lengua y raspa por mi garganta, al llegar a mi estómago ya he bajado la taza, soplo un poco en dirección al líquido, las guirnaldas de humo se esfuman poco a poco.
Un mesero se acerca a mi mesa, es alto y su cabello es en extremo corto, raro ver a alguien con ese estilo. El color blanco de su traje es impecable y el negro de su cubre ropa también es impecable y hace un juego ideal con el tono canela de su piel. Desvio los ojos y tomo mi taza, de reojo veo que se inclina a mí más de lo debido, pero no me muevo.
Sus palabras me dejan tieso, lo esquivo para mirar a la chica que ha pedido que vaya a su mesa. Levanto la mano y hago una seña de gratitud al mesero, que se retira sin dejar de mirarme, quizas ha notado algo en mi rostro que le causa gracia... no sé.
Ella trae un vestido blanco, aun más impecable que el traje del mesero, no se como puedo comparar a ambos, no hay punto de comparación. Mi mandibula sigue tensa, y mis ojos se han achicado para enfocar mejor a la chica, a esta distancia no logro verla con claridad.
Tomo un sorbo más. Tomo el sombrero de copa y lo pongo sobre mi cabeza, el cabello largo cae descansando sobre mis hombros, que portan una gabardina hasta las rodillas de color negro. La camisa blanca de olanes menguados esta abierta y se alcanza a ver un crucifijo de plata, regalo de mi abuelo. Dejo la taza con café en mi mesa, me he puesto de pie y he dejado un billete que cubre el precio y la propina.
Mientras camino logro enfocarla más. Es bella, muy bella y sin duda la conozco.
-Buen día señorita- hago una ligera reverencia con la cabeza y mi mano derecha detiene mi abrigo a la altura del abdomen, y la izquierda detiene el sombrero de copa.
-Vengo a ponerme a sus órdenes- le sonrio y me quedo de pie junto a su mesa. Ahora comprendo, seguro la conozco, debe ser amiga de mi madre y ella le ha hablado de mi profesión, seguro quiere contratarme para algún evento privado, ultimamente he tenido muchos de esos trabajitos, y debido a la situación de mi padre no he rechazado ninguno.
Última edición por Jace Labourd el Mar Ago 02, 2011 10:11 pm, editado 1 vez
Jace Labourd- Humano Clase Media
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 31/07/2011
Edad : 39
Re: Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
Cada movimiento ejercido por el caballero estaba siendo estudiado por mi. Me parecía un tanto gracioso ver como tenía movimientos delicados con las manos y al mismo tiempo toscos. Me quede mirando un largo rato sus manos, gruesas, largas, estaban bien cuidadas por lo que no sería un campesino. Mi corazón se acelero. ¿Nunca te ha pasado que sientes que conoces a alguien de toda la vida y solo has visto sus ojos una sola noche? Pues eso me pasa, logro ver en el un alma ya conocida, como si nuestra vida se hubiera cruzado en algún punto antes que esto, como si el destino nos hubiera traído a este momento. ¿Cómo se llamaría? ¿A qué se dedicaría? ¿Sería un cazador? ¿Conocería el mundo de las criaturas nocturnas? Mil y un preguntas comenzaron a salir en mi cabeza mientras lo veía aproximarse. Tontamente llegué a sentir esos nervios que mi madre me había contado sintió al ver a mi padre. ¡Tonterías! Yo no tenía permitido ni siquiera imaginar ese tipo de cosas, era una cazadora, serviría como tal hasta la muerte, defendería a mi gente, a mi familia y a todo aquel que amaba no tenía porque distraerme con cosas así. Además era un completo desconocido ¿De que me servía parecer una princesa si probablemente al cazar parecía una amazona? Sonreí cuando observe su presentación e hice una inclinación con la cabeza.
No pude evitar hacer un movimiento con la muñeca para invitarle a sentarse - ¿No lo han enviado aquí? - Pregunte de manera cortes modulando el tono de mi voz. Sabia bien que era conocida entre las personas de esta ciudad, también sabía que algunas criaturas de la oscuridad como los brujos, los lobos estaban a nuestro alrededor y muy probablemente me tenía vigilada y en cualquier movimiento en falso las cosas podían salir mal, además no había traído algún arma, eso me dejaba en desventaja. - Creo que lo he confundido - Mi voz salió un poco temblorosa, mis mejillas se sonrojaron mientras nuestras miradas no dejaban de encontrarse. - ¿Quiere hacerme compañía sin importar mi equivocación? - Al menos no iba a hacer que el hombre se hubiera parado en valde. Tome mi taza de café en mano. Aspire un poco el aroma. Mi lengua tomo un poco de aquella esposa caliente que tanto me gustaba, relamí mis labios disfrutando el sabor, soplé un poco y por fin di un sorbo del café. Deje de nueva cuenta la taza en la mesa y coloqué el libro en la mesa. - ¿Esperaba a alguien? - Espere a que se sentara sin dejar de prestar detalle al caballero "Bastante atractivo" Pensé.
Estaba empezando a pensar que la herida y el tiempo en que me había detenido sin entrenar estaba relacionado a un estado de animo bajo y mi caracter se estaba volviendo bastante dócil. Hice una mueca bastante notoria - Lo lamento - Le sonreí rapidamente mientras ladeaba el rostro y estudiaba las facciones finas de su cara - ¿Cuál es su nombre apuesto caballero? - Mi sonrisa se volvió complice. Entrelace mis dedos y coloqué mis manos a la altura de mi vientre. Mi espalda se recargo por completo en la silla, escuche pronunciar mi nombre varias veces pero aquel par de ojos no me dejaban voltear a otro lado. Otra pregunta graciosa pero seguramente te has hecho es ¿Por qué siento que ese par de ojos es mi perdición? ¡No! Ya basta. Era como si hubiera deseado verlos desde antes. Como si hubiera sabido que estaba en algún lugar y que solo faltaba toparnos. Hace tiempo atrás recuerdo que había encontrado una flor extraña en medio de un campo, una flor extraña que aunque hace mucho había estudiado sobre las plantas y ninguna se parecía. El color era identico a los suyos tal vez por eso sentía la emoción que ahora sentía por la relación con aquel recuerdo unico y especial con aquella mirada. - ¿Eres de aquí? - Pregunte cuando regrese de mis recuerdos.
No pude evitar hacer un movimiento con la muñeca para invitarle a sentarse - ¿No lo han enviado aquí? - Pregunte de manera cortes modulando el tono de mi voz. Sabia bien que era conocida entre las personas de esta ciudad, también sabía que algunas criaturas de la oscuridad como los brujos, los lobos estaban a nuestro alrededor y muy probablemente me tenía vigilada y en cualquier movimiento en falso las cosas podían salir mal, además no había traído algún arma, eso me dejaba en desventaja. - Creo que lo he confundido - Mi voz salió un poco temblorosa, mis mejillas se sonrojaron mientras nuestras miradas no dejaban de encontrarse. - ¿Quiere hacerme compañía sin importar mi equivocación? - Al menos no iba a hacer que el hombre se hubiera parado en valde. Tome mi taza de café en mano. Aspire un poco el aroma. Mi lengua tomo un poco de aquella esposa caliente que tanto me gustaba, relamí mis labios disfrutando el sabor, soplé un poco y por fin di un sorbo del café. Deje de nueva cuenta la taza en la mesa y coloqué el libro en la mesa. - ¿Esperaba a alguien? - Espere a que se sentara sin dejar de prestar detalle al caballero "Bastante atractivo" Pensé.
Estaba empezando a pensar que la herida y el tiempo en que me había detenido sin entrenar estaba relacionado a un estado de animo bajo y mi caracter se estaba volviendo bastante dócil. Hice una mueca bastante notoria - Lo lamento - Le sonreí rapidamente mientras ladeaba el rostro y estudiaba las facciones finas de su cara - ¿Cuál es su nombre apuesto caballero? - Mi sonrisa se volvió complice. Entrelace mis dedos y coloqué mis manos a la altura de mi vientre. Mi espalda se recargo por completo en la silla, escuche pronunciar mi nombre varias veces pero aquel par de ojos no me dejaban voltear a otro lado. Otra pregunta graciosa pero seguramente te has hecho es ¿Por qué siento que ese par de ojos es mi perdición? ¡No! Ya basta. Era como si hubiera deseado verlos desde antes. Como si hubiera sabido que estaba en algún lugar y que solo faltaba toparnos. Hace tiempo atrás recuerdo que había encontrado una flor extraña en medio de un campo, una flor extraña que aunque hace mucho había estudiado sobre las plantas y ninguna se parecía. El color era identico a los suyos tal vez por eso sentía la emoción que ahora sentía por la relación con aquel recuerdo unico y especial con aquella mirada. - ¿Eres de aquí? - Pregunte cuando regrese de mis recuerdos.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/06/2011
Edad : 34
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Re: Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
Me he quedado de pie al lado de la pequeña mesa. Sigo atento a sus palabras y a sus movimientos, el dolor en mi cabeza, sigue ahí , pero de alguna manera se ha vuelto más soportable. Sonrio, con mas fuerza que con ganas, pero me he acostumbrado a fingir amabilidad cuando aun no sé si en realidad la persona lo merezca. No es que haya algo en la chica, simplemente así me llevado durante todos estos años.
Al inicio la noto confundida, lo que hace que mi gesto se transforme, parece que nos hemos confundido.
Me enderezo y me quito el sombrero de copa, desabotono el abrigo y de pronto me vuelvo algo informal.
Antes de que pueda responderle, la señorita me dice que se ha equivocado. Me dispongo a dar las gracias o a pedir disculpas, aun no lo decido cuando ella me invita a sentarme.
La observo de manera extraña, su rostro, aun me parece conocido, pero no me atrevo a hacer la tipica pregunta de los Donjuanes actuales -"¿nos conocemos?"- me parecía algo ridículo por lo que guardé silencio y asentí con la cabeza.
Miré la pequeña silla ahi, parecía tan pequeña para mí, o quizas sólo era la impresión menuda que me daba la imagen de ella con la diminuta taza de café, y con toda la minimidad a su alrededor. Ella lo abarcaba todo.
Mi sonrisa se volvió más sincera que antes, esta vez con la intensión de que ella lo notara.
-En realidad venía a disfrutar de un poco de soledad- le digo al tiempo que me siento en la silla frente a ella, he colocado el sombrero en la mesa.
-Pero, puedo hacer una excepción ahora- hago de nuevo una reverencia ligera con la cabeza y no dejo de mirar sus ojos, a pesar de que ella no me mira, yo lo hago. Me parece extraño que una señorita se comporte de manera tan osada. Una diferencia comparandola con Grace.
No era mi intención comparar, pero tampoco podía evitarlo.
-Mi nombre es Jace, Jace Labourd- me evito preguntar su nombre como segunda respuesta, me dedico a mirar su expresión, siempre un nombre causa una primera impresión, quizas por las remembranzas que nos causa un nombre.
Y de pronto ella cambia un poco el giro de las cosas. Ha dejado de hablarme de usted, ¡que cosa más intrépida!- pienso.
-Si, soy de aquí señorita- contesto con la cara desencajada, y los ojos dudosos.
-Siento que la conozco de alguna parte, pero no estoy seguro- y ahi iba la duda estúpida, no pude detenerla.
Al inicio la noto confundida, lo que hace que mi gesto se transforme, parece que nos hemos confundido.
Me enderezo y me quito el sombrero de copa, desabotono el abrigo y de pronto me vuelvo algo informal.
Antes de que pueda responderle, la señorita me dice que se ha equivocado. Me dispongo a dar las gracias o a pedir disculpas, aun no lo decido cuando ella me invita a sentarme.
La observo de manera extraña, su rostro, aun me parece conocido, pero no me atrevo a hacer la tipica pregunta de los Donjuanes actuales -"¿nos conocemos?"- me parecía algo ridículo por lo que guardé silencio y asentí con la cabeza.
Miré la pequeña silla ahi, parecía tan pequeña para mí, o quizas sólo era la impresión menuda que me daba la imagen de ella con la diminuta taza de café, y con toda la minimidad a su alrededor. Ella lo abarcaba todo.
Mi sonrisa se volvió más sincera que antes, esta vez con la intensión de que ella lo notara.
-En realidad venía a disfrutar de un poco de soledad- le digo al tiempo que me siento en la silla frente a ella, he colocado el sombrero en la mesa.
-Pero, puedo hacer una excepción ahora- hago de nuevo una reverencia ligera con la cabeza y no dejo de mirar sus ojos, a pesar de que ella no me mira, yo lo hago. Me parece extraño que una señorita se comporte de manera tan osada. Una diferencia comparandola con Grace.
No era mi intención comparar, pero tampoco podía evitarlo.
-Mi nombre es Jace, Jace Labourd- me evito preguntar su nombre como segunda respuesta, me dedico a mirar su expresión, siempre un nombre causa una primera impresión, quizas por las remembranzas que nos causa un nombre.
Y de pronto ella cambia un poco el giro de las cosas. Ha dejado de hablarme de usted, ¡que cosa más intrépida!- pienso.
-Si, soy de aquí señorita- contesto con la cara desencajada, y los ojos dudosos.
-Siento que la conozco de alguna parte, pero no estoy seguro- y ahi iba la duda estúpida, no pude detenerla.
Jace Labourd- Humano Clase Media
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 31/07/2011
Edad : 39
Re: Buscando un refugio en el camino.... ºDagmarº
Muchas voces retumbaban en mis oídos, las personas que estaban a nuestro alrededor tendían a querer escuchar las conversaciones ajenas, por eso no me gustaba estar en lugares públicos, no podías tener conversaciones gratas sin que los demás supieran al respecto. Quería preguntarle sobre su trabajo, si era o no cazador pero debido a la gran cantidad de personas que había y que probablemente nos escucharían preferí evitarlo o hacer preguntas sosas al respecto. - Nunca antes lo había visto por aquí - Indiqué de manera sonriente mientras terminaba mi café, el mesero volvió para recoger la taza de café pedí rapidamente la cuenta. No quería estar más ahí teniendo compañía, prefería buscar un lugar más "privado" o abierto con tal de tener una buena platica. El joven trajo la cuenta y deje varios francos en la mesa colocándome de pie mientras con un movimiento de manos lo invité a caminar conmigo - Vayamos fuera de aquí conozco un lugar donde poder hablar como es debido - Le sonreí un poco animosa.
Caminamos por las calles parisinas. Me encantaba ver el cálido semblante de las personas de tu hogar, aunque algunos muy frios y prepotentes al acercarte otros te sonreían de una manera amorosa no vista en ningún lado. Por eso adoraba regresar a mi país de origen, me hacían sentir demasiado especial, no por el hecho de ser de una familia adinerada, sino por lo que había en mi interior. No era esa clase de chicas que le gustaba vestir de manera muy recatada para que me dijeran lo hermosa que era, o que solo se hablaba con personas que tenían una solvencia economica alta, a mi me gustaba conocer el interior de las personas, sin importa la imagen que tuvieran. Ensimismada estaba un largo rato por lo que moví la cabeza con fuerza, miré sus ojos de reojo soltando un suspiro largo - ¿Interrumpí su tarde? No quiero sacarlo de lo planeado en el día - La verdad es que me importaba poco si lo interrumpía o no simplemente quería pasarla con él, descubrir porque me sentía apegada o que lo conocía, pero la amabilidad nunca esta demás.
Habíamos llegado al final de unas calles, donde se podía ver el bosque en su esplendor, la luz de la luna era lo único que ahora dejaba ver apenas un sendero seguro, pero gracias a ser una buena cazadora sabía por donde tenía que caminar para llegar a mi lugar favorito. Antes de tomar la decisión de llevarlo decidí pararme frente a él - ¿Y bien? ¿Me acompañará o prefiere irse? - Me encogí de hombros mientras colocaba una de mis manos en la cadera.
Caminamos por las calles parisinas. Me encantaba ver el cálido semblante de las personas de tu hogar, aunque algunos muy frios y prepotentes al acercarte otros te sonreían de una manera amorosa no vista en ningún lado. Por eso adoraba regresar a mi país de origen, me hacían sentir demasiado especial, no por el hecho de ser de una familia adinerada, sino por lo que había en mi interior. No era esa clase de chicas que le gustaba vestir de manera muy recatada para que me dijeran lo hermosa que era, o que solo se hablaba con personas que tenían una solvencia economica alta, a mi me gustaba conocer el interior de las personas, sin importa la imagen que tuvieran. Ensimismada estaba un largo rato por lo que moví la cabeza con fuerza, miré sus ojos de reojo soltando un suspiro largo - ¿Interrumpí su tarde? No quiero sacarlo de lo planeado en el día - La verdad es que me importaba poco si lo interrumpía o no simplemente quería pasarla con él, descubrir porque me sentía apegada o que lo conocía, pero la amabilidad nunca esta demás.
Habíamos llegado al final de unas calles, donde se podía ver el bosque en su esplendor, la luz de la luna era lo único que ahora dejaba ver apenas un sendero seguro, pero gracias a ser una buena cazadora sabía por donde tenía que caminar para llegar a mi lugar favorito. Antes de tomar la decisión de llevarlo decidí pararme frente a él - ¿Y bien? ¿Me acompañará o prefiere irse? - Me encogí de hombros mientras colocaba una de mis manos en la cadera.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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