Volviendo a donde todo comenzó [Dana L.]

por **Anuar Dutuescu** Vie Ago 05, 2011 12:35 am

Había regresado a aquel el lugar en el que le había conocido. Con un cuadernillo viejo y roído entre sus manos y el recuerdo doloroso del inicio palpitando en sus sienes, como una estampida de briosos corceles, piafaban con violencia e ira, entonaban el canto de la libertad, amenazaban con hacerle sucumbir ante el dolor. Se dejo caer bajo la sombra de algún frondoso árbol pues había olvidado ya cual era el verdadero. Aquella noche como en la de antaño el firmamento allá en lo alto matizaba todo de negro, las estrellas parecían escarcha de diamantes que sutilmente mas sin afán de ubicación habían dejado caer en la inmensidad que era el cielo, destellando suavemente.

Del manantial de plata liquida desbordaban ríos de plata que cayendo sobre la faz de la tierra se volvían caminos luminosos, como listones platinados que marcaban su andar, pintando el contorno de los objetos y dejando a su imaginación volar en aquellos parajes obscuros y lóbregos que causaban en andar entre aquel laberinto de árboles y nenúfares. Aquella noche sin embargo a diferencia de en la de antaño su cuadernillo no iba repleto de dibujos pues sus manos se negaban a danzar sobre las hojas en compañía del carboncillo. Su pulso se había vuelto una maldición, el dibujo antes fácil y armonioso era ahora torpe y rugoso, cuadrados en lugar de círculos perfectos, zigzagueos en lugar de líneas rectas. Todo lo que en algún tiempo fue era ahora difícil de recordar.

Inspiro profundamente el olor de tierra y animales que se arrastraba sobre el suelo movida por el hálito nocturno. Apoyo en su regazo el cuadernillo y decidió luchar una vez más contra aquel enemigo que eran ahora sus manos. Sujeto el carboncillo diminuto entre sus dedos y comenzó a trazar lo que queriendo ser una puerta lucía como un manojo de dispares líneas. La mano entera le temblaba y el dolor que comenzó a sentir se equilibro solo con la desesperación. Moriría su alma de desolación, aquel que solo en el arte había encontrado refugio se encontraba ahora vetado de toda labor, los sentimientos que afloraban en su interior desfallecían en su pecho con parsimoniosa y agobiante lentitud. Moriría de no encontrar otra forma de liberar su alma.

Un sonido mudo le hizo volver en si ¿era acaso quien le había abandonado? Se levanto con rapidez, con el cuadernillo estrecho contra el pecho y el carboncillo tronándose bajo sus dedos -¿eres tú?- llamo con melódica y ahilada voz. Aguardando un si, comprendiendo un no.

por **Dana Luminita** Dom Ago 07, 2011 12:55 pm

Los pasos se hunden en la tierra, y no importa ensuciar mis botas escarlatas o encontrar escarabajos pegados a la piel, no me importa, creo que no importa nada Juana. Mi cabeza está ausente y mis pensamientos no quieren dormir en ella. Todas esas cosas, esos cantos, los sonidos del piano, se respiran en todos lados, están aquí, en la arcadia y es mejor salir a estirar las piernas. Puedo encontrar sus manos sobre mi almohada, su voz en mi nuca y también sus ojos debajo de mis manos. Ahí está, siempre está a mis espaldas sin importar los siglos, el tiempo, será siempre parte de mí. Es una pesadilla pensar siquiera que debemos seguir aunque seamos dos almas diferentes al resto. Todo por unos labios que curan las heridas de los míos. No deliro, son los pasos que me llevan a estas profundidades y me siento perdida.

Tal vez es un escape para mis pensamientos Juana, me siento bien aquí, sin aquellas miradas y sin sus palabras. El viento acaricia mi piel, ese aire nocturno de verano... ¿Lo sientes Juana?... sí... no puedes probar la miel si eres obligado. Mi traje de arlequín solo era una burla a mi condición y tantos años portando este traje a veces los estragos se hacen más marcados dentro del usuario. ¿Quieres escuchar un cuento Juana?... Sí, es un cuento de terror, un cuento de hadas oscuras, un cuento sobre las pesadillas. Giro entre mis dedos a Hamelín mientras Juana se queda en el bolso del arlequín, platica conmigo Juana y te contaré un cuento.

Levanto la barbilla al sentir una esencia. Los movimientos sigilosos me llevan hasta ese dulce aroma que me es familiar, dulce, como la misma miel. Unos momentos bastaron para quedarme a sus espaldas...
-Puede ser que sea yo... –murmuro entre los árboles, una melodiosa voz y salgo de las sombras, le miro, ah esos ojos... los recuerdo. Mi traje de arlequín tintinea, con sus colores llamativos y hago una reverencia en forma de saludo- Espero no haberle decepcionado –rio bajo y me echo en el suelo para sentarme cómodamente, giro la flauta en la mano y la pongo sobre mi regazo.

por **Anuar Dutuescu** Lun Ago 08, 2011 11:31 am

Una respuesta tañó los cielos con rapidez, una voz tan melodiosa que parece no existir sino por una fracción de segundos que se graba en su memoria con rapidez y hurgando allá en los recuerdos logra reconocer a la dueña de aquel cantico y aseveración. Inspiro profundamente, decepcionado, no de que se ella sino de que no sea él. Deseó de alguna manera engañar a sus sentidos y hacerle creer que lo que veían no era sino fruto de la desesperación, que bajo aquel rostro pintado y esas ropas coloridas yacía el rostro que él mejor conocía. Imposible pensar que pueda engañar a su mente de esa manera y con aquel descaro, imposible pensar que su presencia no le agrada.

-claro que no doamna- susurro girando sobre sus tobillos para verla sobre el suelo con un objeto que no logrando vislumbrar logra comprender como ajeno. Avanzó la distancia que los separaba en silencio y permaneciendo de pie a un lado de ella se permite a si mismo abrir la puerta que mantiene oculta a la curiosidad, aquella fierecilla enjaulada que en tantas ocasiones parece desear devorar sus entrañas y no conforme con ello se alimenta también de sueños y esperanzas para no dejar tras de si nada más que aquellas pesadillas que agobia sus noches de soledad.

Por un segundo y solo uno pensó en confesarle de sus pesares y temores que agobiaban ahora sus pensamientos, que oprimían su pecho cual mano ajena y que se negaban a emerger de sus adentros, como si solo en aquel lugar fuesen capaces de habitar –si no es demasiada osadía ¿puedo saber que la ha traído hasta aquí?- le había conocido en el mercado ambulante cuando buscaba tomates y otras cosas. Le había llegado a su palacio en las lejanías y su nombre majestuoso e imponente como castillo medieval aun resonaba en sus memorias. Su naturaleza se había revelado ante él en aquel lugar y el temor había embargado su ser por unos instantes, presa fácil de un hijo y mentor de la sangre y la vida eterna, eterno enemigo del sol. Vaya cantiga tan bien aprendida y entonada a la perfección.

Quizás había pasado varios días en abstinencia y venia ahora por algo para saciar su sed. Pensamientos que rondaban su cabeza y que ahora no llamaban al miedo o los nerviosismos porque antes le había conocido y seguro estaba que de haberle deseado la muerte su cuerpo inerte estaría ya reposando en un ataúd.

por **Dana Luminita** Mar Ago 09, 2011 6:07 pm

Puedo crear un puente en su mirada y la mía, por un momento recuerdo al profesor, hace tiempo que no sé nada de él. No es el mismo tiempo el que se respira, el viento apremia junto con las partículas de lluvia. La noche es efímera y los aromas se mezclaban junto con su sangre que baila en sus venas. Lo recuerdo, recuerdo esos ojos que son dignos de mi colección, me recuerdan a los desiertos africanos, a las historias de los Eshu. Algo extraño pasa con ese joven, pero no quiero hacer todavía las preguntas.

Mis ojos le siguen a cada uno de sus pasos y levanto mi barbilla para mirarle desde el suelo, es alto. Le invito a sentarse con una seña, muevo mi mano de forma elegante, los tintineos son inevitables, esta noche no porto el traje de caballero de época, esta noche, los colores del arlequín están sobre mi piel, una piel sobre piel.
-Me han traído mis botas escarlatas –toco las puntas de estas y suenan los cascabeles, suelto una risita - Únicamente... me llevaron para perderme del mundo... y de la arcadia.... ¿Por qué no me ha ido a visitar?

Aun le miro de pie e insisto para que se siente, observo su ropa sencilla, sus manos curtidas y aquellos ojos que pueden contar historias sin siquiera que el abriese la boca.
-Siéntese.... no tenga miedo... no voy a morderle –vuelvo a reir- ¿Quiere escuchar a Hamelín? –muevo la flauta de plata en una de mis manos con una agilidad impresionante y la detengo en seco en un segundo esperando.

por **Anuar Dutuescu** Jue Ago 11, 2011 2:10 pm

El nombre le resulto familiar inclusive quizás anhelo poder ir a aquel lugar donde había aprendido a exprimir tomates y degustado la más fina porción de queso que su paladar jamás hubiese probado. No envidia aquella vida pues bien sabía que el que en sus lujos a la joven arlequín imposible le era degustar y diferenciar nada más allá del sabor de la sangre. Aunque, pensaba, seguramente era para ellos un manjar de dioses y tan únicos los sabores y texturas como comidas había para los humanos.

-e regresado a París hace poco- murmuro observando los gentiles gestos que le incitaban a guardar lugar a un lado de ella, allá sobre el suelo ante el cual había pintado en alguna ocasión. El aire abandono sus pulmones y decidió acceder a tal propuesta, se acomodo con las piernas estiradas y el cuadernillo sobre el regazo a un lado de ella -¿te agobia algo en ese lugar?- le cuestiono con curiosidad suponiendo que a ello se debía su necesidad innegable de alejarse un momento, quizás voces del pasado que lloraban cosas a su oído, posiblemente personas de hogaño que ensombrecían sus noches y opacaban sus pensamientos.

-no temo que intentes morderme ¿de qué me serviría temer? Eso no me salvaría de mi destino si esa es tu intención- asevero con una sonrisa crispando sus alargados labios pues a menos que tuviese cerca fuego o el naciente sol si destino estaría sellado. Observo el instrumento que por nombre llevaba Hamelín, en aquella ocasión había tocado para él una melodía en piano que parecía haber recreado ante él una historia de silenciosa voz -¿quiere Hamelín tocar para mí?-

por **Dana Luminita** Jue Ago 11, 2011 10:52 pm

Sus ojos parecen una tormenta y me pregunto porque tiene esa mirada, parece un suspiro ahogado, un sol que quema en los arenales del desierto en un atardecer. No sé si debo preguntar sobre el profesor, había hecho una promesa y no podía romperla, al menos no tenía motivos, el profesor era un vampiro legal. Mis ojos lo siguieron, eran de un azul parecido al color primario. Le sonrío de medio lado, pensando, pensando y estudiando sus movimientos, son gráciles, temerosos, aunque sé que por estar junto al profesor, el tiene conocimiento de los nuestros, aunque nunca hemos hablado al respecto. El es uno de los pocos, o más bien el único humano que puede decir notas con sus ojos, puede aguardar su vida para siempre, no le haré daño. Lo sé Juana, hice una promesa. Veo el cuadernillo sobre sus piernas... dejo escapar un suspiro y miro al frente.

-Solo quiero estar lejos de ellos...- le miro con sorpresa en todo aquello que dice- ¿Es una invitación a probarte?... –me rio bastante fuerte, niego un poco con la cabeza haciendo sonar los cascabeles de mi sombrero- Sinceramente tiene un olor demasiado dulce, demasiado a néctares de mieles de cerezos...pero no puedo hacerlo... -y giro a Hamelín en una de mis manos.- Es posible... pero el pregunta si quieren ser escuchado... ¿Qué es lo que tiene ahí sobre sus piernas?

Detengo a Hamelín en seco y toco un poco la flauta, es una melodía bastante dulce, ni pareciera que un ser que proviene del infierno está ejecutando ese instrumento. Mis dedos se mueven con parsimonia interpretando aquella melodía envolvente y pienso por un momento porque él esta en esos lugares solo, porque no está el profesor cuidando a su humano. Dejo de tocar y le miro con una sonrisa que se distorsiona por mi maquillaje y le muestro un puño de una mano.
-Ábralo Anuar... vea que hay dentro de la mano.

por **Anuar Dutuescu** Mar Ago 16, 2011 2:58 pm

Ladeo la cabeza volteándole a ver ante aquella cuestión sacada de su anterior aseveración y que más sin embargo no deberían yacer una detrás de la otra –nunca una invitación- asevero con tranquilidad porque en nada servía agitarse o pretender huir, quizás no ahora, quizás no por ser hoy y no otro día, cada acción le resultaba pesada, cada parpadeo un respiro que alejaba un poco de vida de el –no comprendo la diferencia de los olores en la sangre…me gustaría más que me dijeran que la mía no tienta en lo absoluto- quizás así no tendría que mantenerse a la expectativa de las personas que por las noches pretenden hablarle porque la seducción es y bien sabido un arma mortal y conocida de los vampiros.

-un cuadernillo de bosquejos…aunque ninguno reciente- asevero sin mencionar en ninguna instante sus condición. Acalló cuando la voz de Hamelín comenzó a tañer el cielo nocturno y la melodía parecía bailar entorno a sus cuerpos con la gracia de una mariposa y la galbana de un caracol, sinuosa, comenzó a colarse por entre sus ropas acariciando su cuerpo y su rostro, arropándose entre sus cabellos y buscando morada en su pecho. Increíble era pensar que aquella sonata emergía de labios y manos de un muerto, uno que quizás estaba más vivo que él.

La observo con curiosidad por unos instantes como si aquella invitación pudiese ser alguna mala broma que no lograba descifrar. Sin embargo y como en muchas ocasiones la curiosidad le gano y sus manos, ahora inusuales más no desfiguradas sujetaron las ajenas para abrir aquello que como cofre se exponía ante sus ojos. Quizás algún tesoro se escondía bajo él y con suavidad y delicadeza que poseía aun en aquella condición comenzó a abrir su puño expectante de lo que se escondía dentro de el.

por **Dana Luminita** Lun Sep 05, 2011 8:29 pm

Puedo ver el cuaderno de bosquejos y el olor a grafito es sutil y me hace picar la nariz. ¿Quieres ver Juana? Yo también... quiero saber cuáles son esos trazos que están escondidos en esas hojas, conocer las letras si es que hay alguna y cuáles son las huellas de su pasado, porque estoy segura que sus huellas extendieron el carboncillo.
-Tenemos un olfato felino... meow meow... –una sonrisa torcida se forma en mi boca- Todos poseen sangre diferente... sin embargo, no deja de ser sangre... pero puedo asegurar que su sangre es diferente, es dulce y huele a desierto...

Era tan dulce que me hacía dudar en mi fuerza de voluntad. Pero una promesa que le hice al profesor me impedía romperla sin embargo, tendría que pensar en esa promesa con seriedad. Había un pañuelo arrugado en el centro de mi mano, lleno de lunares de colores. Lo cerré de nuevo y cuando lo abrí era una masa de luz, todos los puntos del pañuelo se habían vuelto luciérnagas de colores y se dispararon de un lado a otro volando y haciendo auras luminosas.
-¿Anuar cree en la magia?... a veces nuestros ojos pueden engañarnos, pero la verdadera magia es la que no podemos ver pero la sentimos- sus ojos siempre me recuerdan a los cuentos de los cantantes, de los trotamundos- ¿Puedo verlos? –señalo el cuaderno que tiene sobre sus piernas, pienso en ese momento si sus ojos, si sus dedos, pueden hacer un cuento con sus lienzos... si todas esas hojas pueden contar historias con sus dibujos.

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