Donde el viento cura heridas, donde el mar todo lo olvida, y el tiempo entiende de traición [Privado]

por **Colombina** Dom Ene 12, 2014 2:04 pm

En la madrugada oscura y brumosa, una gitana con un bolso de marinero recorría los muelles de Francia y miraba los nombres de los barcos. Casi nunca alcanzaba a leerlos a causa de la cerrazón. A veces, las vislumbradas miradas jugaban con las sombras haciendo parecer barcos a viejas embarcaciones derruidas, y hasta llegó a ocurrirle que la orilla dejó de ser tal y se convirtió en una calle interior, estrecha y desierta.
Si se cruzaba con algún caminante, le preguntaba dónde estaba anclado el Côte d'Ivore. Pero ellos no lo sabían, o eran extranjeros que no hablaban el idioma, o estaban borrachos o al hallarse frente a una mujer hermosa se sentían obligados a mostrarse galantes, fastidiosos y obscenos.
Un hombre pelado alcanzó a decirle que le parecía haber visto aquella embarcación al final de los muelles, en dirección al viejo boulevard du Pharo.

- Tenga cuidado- dijo el hombre pensando en su propia tentación. -Esos lugares son peligrosos.

La niebla se hizo más cerrada. Después de un rato se detuvo frente a un canal, cerca de un antiguo bar que, derruido por el tiempo, aún persistía entre los pobladores. En la puerta del tugurio había un grupo de marineros oyendo a un violinista ciego. El nombre de un barco en boca de la chica fue una provocación para aquellos hombres. Pronto la rodearon y empezaron a gritarle palabrotas. Los marineros fueron ganando confianza.

- Acérquese Madame... Tome un trago con nosotros y podrá decir que es nuestra amiga... Todos queremos conocerla. - Uno de ellos le habló casi rozándole la boca. - ¿Le gustan los juegos de prendas? Es muy fácil: usted se quita la ropa y nosotros la manoseamos. - Ella trató de apartarse pero los hombres volvieron a rodearla. - Si usted no quiere jugar la cosa se complica... Es posible que nos veamos obligados a violentarla un poco. Habrá desorden y tumulto... Quizá salga lastimada.. Hasta podría caer al agua.. No le conviene rehusarse.

De repente, todos soltaron risas de opereta y se metieron en el bodegón. El último le tocó las nalgas como despidiéndose. El violinista empezó a tocar una melodía tranquila.
Caminó unos pocos pasos y vio frente a ella, entre unos velos de neblina, la embarcación que había estado buscando. Se arrimó unos pasos en silencio y se encontró con un joven atlético que custodiaba la planchada. Era Ferenzky, uno de los sujetos más temibles de París. La chica no se alteró y avanzó hacia él.
Ferenzky la saludó con ampulosos homenajes. Parecía un mimo, con su pantalón blanco y su camisa rayada.

- Oh, pero si es la pequeña bailarina... ¿Qué hace por aquí? Hace tiempo que no la vemos.. Si me permite..- Pero la "pequeña" no lo dejo terminar.

- Estoy bien. Quiero ver a Artola.

El Côte d'Ivore era un pequeño navío que usualmente servía para llevar pasajeros ilustres desde París o Vanves hasta las aguas sin vigilancia donde solía anclar el enorme casino flotante del célebre pistolero Marcel Artola, gran traficante de opio, hachís y hojas de coca.

por **Kurt Callahan** Lun Feb 03, 2014 6:38 am

No sabía cómo había llegado hasta allí, solo recordaba haber salido aquella noche con Antoine y Natalia. Nos habíamos vuelto a encontrar de mucho tiempo, desde que me fui de Paris.
No sé cuanto bebimos, solo sé que fue mucho, pues perdí la consciencia y la noción del tiempo.
Los parpados me pesaban y comenzaba a sentir un horroroso dolor de cabeza, hable llamando a Natalia pero no me contestó. Sin embargo recibí como respuesta lo que en ese momento me parecieron unas fuertes palmas en la espalda.

-Ella está bien chico, se ha ido al Côte d’Ivore, me ha dicho que te dijera que fueses a buscarla allí, aunque te advierto…no es un buen lugar al que entrar solo.

¿Quién era aquel hombre? - ¿Y Antoine?- pregunte intentando averiguar algo más sobre la situación en la que me encontraba.

-No sé quién es ese – se rio y otras voces rieron junto a él. Solo entonces comencé a ser consciente del lugar en el que me encontraba. Era una taberna, llena de gente con aspecto poco fiable, el olor del tabaco y el alcohol casi volvieron a tumbarme de nuevo.

Me incorpore a duras penas, sentía el cuerpo pesado y adolorido, había estado durmiendo en un banco de madera compartiendo la mesa de aquel hombre que parecía saber quién era Natalia.
-Gracias por la información- le dije y salí de aquel antro, el aire frio llego a mí como un golpe seco que por unos segundos me dejo sin respiración. El hombre había salido tras de mí, lo supe cuando volvió a posar su enorme mano en mi hombro.

-El Côte d’Ivore es ese de allí- señalo hacia el suroeste, detrás de la taberna. Abrí los ojos para contemplar la embarcación, era pequeña y por alguna razón me daba muy mala espina.
No añadí nada más y me encamine hacia aquel barco, tenía que encontrar a Natalia, no podía dejarla sola en un sitio como aquel, de Antoine ya me preocuparía después.

Mientras caminaba y me despejaba iba colocándome la camisa negra y los pantalones, iba hecho una piltrafa, no me gustaba. Eche mi cabello hacia atrás intentando dejarlo decente. Tenía mucho frío, quizá se debía a que había perdido mi abrigo-No vuelvo a repetir esto.- Me dije a mi mismo haciendo una promesa que seguramente no cumpliría.

El barco parecía estar más cerca de lo que realmente estaba, la caminata me hizo entrar en calor y encontrar mi parte racional en mi nublada cabeza. En la entrada a la embarcación vi a un tipo que hablaba con una joven, me acerque al pensar que podía ser Natalia.

-Natalia!- la llame y cuando la mire me di cuenta de que no era ella- Perdón señorita, me he confundido.- Avergonzado desvié la mirada hacia el hombre que custodiaba la puerta.- Perdone, ¿este es el Côte d’Ivore?

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