¿A dónde vas Caperucita? - Privado.

por **Gael Lutz** Jue Feb 09, 2017 4:23 pm

Llevaba mucho sin salir a cazar. Ni siquiera había podido salir con Jane desde la última noche en la que la había visto, en la que me había enterado de que conocía a Naitiri y que su nombre real no era Jane. Para mí, siempre iba a ser Jane, hasta el final de mis días. Hacía un tiempo que no la veía, estaba algo preocupado, pero sabía que si algo malo le ocurría, me enteraría por Mordekai, ahora ella también poseía un botón como el mío y en cierta forma, estábamos conectados. Esta noche era la primera vez desde Navidad que iba a cazar. ¿Tanto tiempo había pasado? Demasiado para un cazador como yo. Mi vida en estos meses había sido caótica. Ya no trabajaba en el restaurante, Thomas estaba mejor gracias al pacto con Nirole, la orden se estaba agrupando para formar una horda de cazadores letales y eficaces y yo bueno... Yo estaba haciendo otros asuntos por mi parte.

Cogí la ballesta de la alacena a la vez que el carcaj con las flechas con punta de plata. Hoy por supuesto, había luna llena. Mis noches favoritas. Los lobos eran mucho más divertidos que los vampiros. También coloqué en mi cinturón unas cuantas dagas y el revolver. Acaricié a Mordekai con la yema de los dedos y lo dejé colgando bajo mi camiseta. Apagué las luces de la casa y cerré la puerta. Todo iba a comenzar en breves.

Atravesé la espesura del bosque una hora después, había estado caminando a paso tranquilo, vigilando a todo ser viviente con el que me cruzaba por el camino. No había visto indicios de vampiros cerca, tampoco había escuchado aullidos que hacían helarse la sangre a cualquier mortal. Una vez en el medio del bosque, procedí a cargar la primera flecha en la ballesta, prestando atención a cualquier simple ruido que pudiera escuchar. La adrenalina comenzaba a llenar mi sangre, tenía ganas de un poco de acción, de peligro. Tenía ganas de algo que me hiciera volver a sentirme vivo.

por **Mathieu** Jue Feb 09, 2017 4:40 pm

No era mucho de salir al bosque. Nunca lo era. No le gustaba, casi lo detestaba. El bosque le recordaba a lo peor de su pasado, y a lo peor de su naturaleza, de su presente. En la ciudad siempre se sentía protegido, rodeado de los suyos, en un lugar donde era alguien, donde ganarse la vida. No podía pedir mucho más. ¿Qué se le perdía a él más allá de los límites de la ciudad?

Bueno, su propio ser, era lo que le condenaba a alejarse de su zona de confort de tanto en tanto. Durante la mayoría del tiempo era capaz de controlarla, a esa bestia animal que le fue impuesta años atrás. Pero cuando llegaba la fase de la luna llena, menos fuerzas tenía para hacerle frente. Y la noche con la luna completamente llena, directamente perdía el control. Así cada mes. Resultaba un tanto cansino, pero así era la maldición que le afectaba. A veces era una bendición, pero en días como aquel, todo lo contrario.

No siempre iba al mismo lugar. A veces, incluso, ni siquiera salía de la ciudad, y se encerraba a sí mismo en algún lugar complicado de salir, como una prisión antigua, alguna fortaleza... Al menos si se escapaba y se descontrolaba se llevaría por delante a guardias y policías, y no a sus vecinos o compañeros de trabajo. Sin embargo aquellos días los iba a pasar en el bosque. Tenía... tenía el deseo de estar en el bosque. Era algo que le empezaba a ocurrir más a menudo, conforme más pasaban los años. Tenía más esa necesidad de seguir su instinto y vivir como un lobo. Cazar como un lobo, dormir como un lobo... hasta hacer sus necesidades como uno. Mientras lo hacía le parecía hasta... bien. Cuando ese éxtasis lunar pasaba, de vuelta a casa, se sentía avergonzado y tenía miedo. Ahora eran uno o dos días al mes, ¿terminaría siendo así su vida en un futuro? ¿Había algún modo de controlarlo, de reprimirse... de revertir su estado?

La noche siguiente sería de luna llena, tocaba actuar como lupus. Encontró un buen escondite, una cueva que ya había ocupado algunas otras veces, y lo primero que hizo fue desvestirse. Porque no iba a llevar la ropa encima; ya le había pasado algunas veces y era incómodo, además de que la ropa terminaba hecha trizas. Se desnudó, tomó asiento en la cueva en la más absoluta oscuridad y silencio, y se concentró para cambiar de forma, dejándose llevar por su instinto.

por **Aylyn Kraemer** Jue Feb 09, 2017 5:14 pm

Me encontraba en el bosque, estaba perdida y no hacía más que dar vueltas. ¿Quien me mandaba a mi meterme por estos sitios?, y todo por mi maldita curiosidad. Últimamente soñaba demasiado con una zona boscosa, las imagenes de una zona boscosa venian a mi mente estando dormida o no. Aquello empezaba a agobiarme. Por instinto me llevé a mi misma a la zona de los bosques, a ver si ahí descubría el motivo de soñar tanto con algo así. Sin embargo, tras horas dando vueltas por ahí y sin encontrar nada que me llamara la atención, me había perdido y no tenia mucho que hacer ya.

La noche estaba echándose encima, por lo que, cuando encontré una cueva me acerqué a ella y, con la mano pegada a la pared, me guié hasta un lugar donde no hacia mucho viento. La humedad era patente en el ambiente, y pasar la noche ahí me costaría un catarro, pero mejor eso que quedarme a la intemperie. Apoyé mi espalda contra la pared y me dejé caer en el suelo.

De golpe oí un ruido, una respiración más bien. Un jadeo, entre humano y animal. A este le siguieron unos cuantos más. Me estremecí. -Hola?-Pregunté en voz alta. Lo más probable es que fuera un animal, pero por si acaso me levanté y lentamente deshice el camino hasta la entrada de la cueva, pero caminando de espaldas. En el ultimo paso, tropecé y caí de culo, chocando con una piedra y haciéndome daño en la pierna.

por **Gael Lutz** Vie Feb 17, 2017 5:23 am

Continué caminando por la espesura del bosque, sabía que no estaba solo, si agudizaba el oído, podía escuchar pequeños animales que me observaban con interés, pero no eran los ojos que quería ver. Yo buscaba ojos grandes, de color ambarino y acompañados de un olor fétido que salía de unas fauces feroces que sin duda, harían huir a más de un valiente caballero.

Miré a mi alrededor cuando llegué a un lugar más despejado. La luna iluminaba todo, hasta aquellos lugares en los que mi vista no podía alcanzar. Todo estaba en calma, ya no se oía nada, solamente podía escuchar mi propia respiración y las pequeñas hojas que se partían bajo mis pies. Seguí caminando hasta que llegué a la zona donde se encontraban las cuevas.

Una sonrisa apareció en mis labios. Seguro que ahí, se ocultaba el perro que iba a hacer que esta noche mereciese la pena. Subí los primeras piedras que daban acceso a la cueva y de repente, una figura menuda salió de la cueva diciendo un leve "Hola". ¿Hola? ¿Qué diablos hacía una muchacha como esta aquí? Apunté con la ballesta a la entrada de la cueva. La chica acababa de caer de culo al suelo al tropezarse con una piedra, así que me coloqué delante de ella para servirle de escudo, por si a lo que ella había saludado, se trataba de un licántropo.

-Levanta.- Le espeté sin siquiera mirarla, tenía que estar concentrado en lo que saliese de la cueva y si era un licántropo y este salía de malas pulgas, íba a ser una pelea divertida. Desconocía si la muchacha sabía utilizar algún tipo de arma, pero cogí una daga de mi cinturón y se la lancé, dejándola al lado de sus pies. -Cógela, levántate de una vez del suelo y sal corriendo. Yo distraeré a este bicho.- Aún no podía ver al licántropo, pero sí que podía escucharlo, así que apreté el gatillo de la ballesta, liberando así la flecha que se perdió en la oscuridad de la cueva.

por **Mathieu** Sáb Feb 18, 2017 5:56 am

Todo indicaba que no iba a tener una noche tranquila, que sus momentos de descanso se iban a ver entorpecidos por otras personas. No era la primera vez que detectaba a gente tan cerca de su escondite, pero sí que detectaba gente tan cerca. Pudo captarles en el viento, sus pasos, su aroma, incluso sus voces. La transformación se vio interrumpida, abriendo los ojos súbitamente y con el cuerpo en una forma híbrida entre el hombre y el lobo común. Poco a poco sus huesos y músculos fueron readaptándose para regresar a su forma original, y lo hacía sin la concentración necesaria. Eso dolía de manera insufrible, pero no se iba a dejar captar. Porque si eran cazadores tratarían de darle muerte en forma de lobo por su piel; y si se dejaba cambiar a su forma de hombre-lobo definitiva... bueno, iba a perder el control, y esas dos personas lo iban a pagar.

Todavía no le habían visto, porque él no les había visto, y tenía una buena visión de la entrada de la cueva. Recogió su ropa de nuevo y se ocultó un poco más para vestirse de nuevo, a toda prisa, mientras todo su cuerpo se modificaba por dentro. Era un suplicio soportar aquel dolor, su estructura ósea cambiando de forma por completo, los músculos readaptándose, estirando, encogiendo... También la forma de su cabeza, y su cara. Incluso podía notar como todos los largos pelos de lobo regresaban dentro de su piel, uno por uno. Hizo un verdadero esfuerzo titánico para no gritar de dolor, aunque algunos quejidos y gemidos se le iban a escapar, por fuerza mayor.

Allí estaba en clara situación de inferioridad, sin saberlo, porque estaba desarmado. En cualquier caso, siempre tenía la opción de transformarse en la bestia de más de dos metros y casi quinientos kilos que se veía abocado a transformarse durante la luna llena. No se había marchado tan lejos de la ciudad precisamente porque no tenía intención de lastimar a nadie. Pero si venían a hacerle daño, lo tenía claro; mejor ellos que él. Por si acaso, aguardó en el interior de la cueva, vestido, por si pasaban de largo. Aunque algo en su instinto le decía que ya sabían que había algo por allí.

por **Aylyn Kraemer** Lun Mar 06, 2017 6:07 am

Tirada en el suelo seguía oyendo los ruidos animales que venían del interior de la cueva. Me había hecho daño, pero yo misma sabia que quedarme ahí tirada era una imprudencia. Comenzaba a levantarme cuando apareció un chico. Su cara lo decía todo, estaba serio, concentrado. Iba armado y apuntaba a la cueva, entendí que sabia lo que hacia por lo que pronto comprendí que tipo de persona era. No había tratado con muchos cazadores, más bien ninguno, pero los había oído contar historias y batallitas cuando ayudaba en la taberna o paseaba por las calles. Había alguno muy vanidoso, que le gustaba contar hazañas de todo tipo. Así era como había llegado a conocer el otro lado de la realidad, lo sobrenatural, lo que se nos ocultaba a los normales. El hecho de que aquel chico estuviera allí, apuntando a la cueva, significaba que dentro había un animal de aquellos. Alguien como Gauekko, tal vez. Pensar en él y en que pudiera resultar herido me activó.

Me levanté con rapidez, y cogí el cuchillo, como él había dicho. Pero no por hacerle caso, sino por la lógica de la situación. El tío era un borde, yo no tenia la culpa de haber acabado ahí, y durante años me había defendido sola. Era cierto que no de animales y seres sobrenaturales, pero si de tipos arrogantes como él. Sabría manejarlo. Me coloqué detrás de él, quedando por encima de su cabeza, pues me había subido a una piedra para ver el interior de la cueva. -Sea lo que sea lo que haya ahí dentro, no lo mates.- Le pedí.

Sabia que me estaba protegiendo, y se lo agradecería, pero no quería que nadie muriera y menos por algo que escapaba a su control. Con una lectura rápida del cazador, sabia que me iba a mandar a la mierda, probablemente. Se le veía arisco e irritado, al menos con su forma de hablarme, decirle que no matara a aquello de lo que el me estaba salvando era casi como un insulto, seguramente. Intente arreglar la situación:- Por favor....- susurré. Si el que estaba dentro era Gauekko? O algún amigo suyo? O alguien como él, que era todo bondad? No podía dejar que alguien le matara por salvarme a mi. Disparó una flecha, e instintivamente me encogí, esperando escuchar cualquier ruido que me indicara cual había sido el resultado de dicho disparo.

por **Gael Lutz** Lun Mar 13, 2017 11:00 am

Me quedé completamente quieto mientras intentaba escuchar como la flecha impactaba sobre algo, esperaba que impactase sobre la criatura, pero no fue así. No se escuchó ningún gemido de dolor, ni siquiera un leve jadeo. La flecha debió de caer contra la roca de la cueva. Un licántropo al verse atacado de esa forma hubiera salido a nuestro encuentro con sed de sangre, con ganas de comerse a quién le estuviera atacando, pero esta criatura no salió de la cueva, lo que hizo que me impacientase un poco.

La chica cogió la daga que le había lanzado y la miré de reojo, se había levantado para ponerse sobre una roca y ver por detrás de mí. Su petición me hizo poner los ojos en blanco. Era mi trabajo, era mi deber... Pero me recordó a Jane. Jane alguna que otra vez me había pedido que no terminase con la vida de alguna licántropa preñada y no lo había hecho. Bajé un poco el la ballesta y me permití el lujo de girarme para mirarla. No se parecía en nada a Jane. -Está bien. No le mataré si él, no nos ataca.- Puntualicé. Si el licántropo salía a por nosotros y nos atacaba, le intentaría dar caza.

Volví mi vista hacía la cueva. Estuve tentado de entrar a intentar recuperar la flecha que seguro se había quedado por allí perdida, pero decidí que no. Me giré por completo a mirar a la chica. -Será mejor que si no quieres ver sangre nos vayamos a otro lado del bosque. ¿Qué haces por aquí sola? Me llamo Gael, por cierto.- Me acerqué un poco más a ella, tapando su visión de la cueva al ponerme delante. Prefería que el lobo saliese directo a por mí que a por ella. Yo ya no tenía mucho que perder, pero si atacaba por sorpresa, Mordekai me protegería.

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