Mi vida no la controla un reloj. {Alessandra}

por Invitado Jue Jun 17, 2010 3:55 pm

Mucha gente caminaba por las calles de la ciudad. Parecían llevar prisa, mucha prisa. Aún no entendía por qué la vida de toda esa gente la controlaba un reloj, una máquina circular con agujas que giraban lentamente y que marcaba el principio y el final de un día. Mi vida, no la controlaba nadie, era libre, y podía hacer todo lo que quisiera y siempre que quisiera y sin tener que darle explicaciones a nadie. Simple y sencillo.

Era un día espléndido, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con mucha fuerza. Con tanta, que cada vez que mi vista se desviaba hacia él, atraída por su esplendor, me quedaba deslumbrada y ciega por unos segundos. Segundos oscuros que se convertían en una pesadilla en la que me veía engullida por un agujero de un color tan negro como el carbón.

Cientos de personas seguían su ruta apresuradamente por las calles de la ciudad, y mis pasos seguían haciéndome vagar por la ciudad sin ningún rumbo fijo.
Esa calle era un hervidero de gente, demasiada para mi gusto. Me gustaban las calles llenas de gente, pero esa no me gustaba. Mucha gente pasaba por allí con sus impolutos trajes y sus vestidos y yo allí en medio con un par de harapos mal cosidos y unos zapatos viejos. Pero no me avergonzaba de ser “pobre” como la gente llamaba a la gente que no tenía casi dinero. Sinceramente, no sabía como la gente se alegraba de tener mucho dinero, solo te servía para comprar ropas muy andrajosas que pesaban mucho, y para vestirlas en galas a las que estabas obligado a ir.
Con un ligero movimiento de pies y piernas, me dirigí hacia un banco de piedra que se situaba a los pies de un árbol unos metros más allá. Apoyé mi trasero y parte de mis muslos en él, puse mis brazos en el respaldo del banco y seguí admirando como la gente pasaba ante mis ojos a una velocidad de vértigo, aunque al menos eso me parecía a mi, pues mi mirada seguía fija en la misma dirección.

por Invitado Vie Jun 18, 2010 3:35 am

Ataviada con una capa ajada, pero que tapaba lo suficiente para no darse a conocer, Alessandra iba por las calles de París, más bien era empujada, puesto que la gente iba presta sin pensar en donde ponías sus lujosos pies.
Ya le habían pisado al menos dos veces y se estaban enfadando con suma facilidad. Le encantaría ser ella quien los pisara, pero no podía llamar la atención y menos de los hombres. Su padre ya se lo había advertido y hasta ahora ningún hombre la había tocado y así seguiría si no querían quedarse sin lo que tenían en su entrepierna.
Siguió andando, codeándose entre la multitud, aunque ella iba a su propio ritmo, una cosa buena que tenían lso gitanos es que no tenían sentido del tiempo, ni horas, ni minutos, ni segundos, ni lunas ni amaneceres. Cada segundo era para disfrutarlo, no para preocuparse.
Llevaba unas cuantas monedas y debía comprar provisiones, por eso estaba allí. Siguió hacia delante con cuidado de no toparse con nadie.

por Invitado Jue Jul 01, 2010 5:29 am

Entre toda la multitud de gente que avanzaba por la calle ese día, pude divisar una muchacha que no era como los demás. Llevaba una capa ajada, aunque llevaba con éxito su misión, que nadie viera a la muchacha, si esa era la misión, claro. Quizás lo llevaba porque le gustaba o algo por el estilo, la verdad, no me importaba demasiado.

Con un poco de suerte, pude contemplar la belleza de la joven, algo que despertó su curiosidad, aunque normalmente no se interesaba ni por los hombres guapos.
Quizás la muchacha era amable, cariñosa o sociable, cualidades que ponga gente tendría en esa ciudad.

Levanté el brazo derecho, y lo ondeé en el aire como si jugara con alguna cosa invisible.
Mientras disfrutaba de una brisa que corría por la calle esa mañana, seguía pensando sobre lo que era toda esa gente. Gente de la clase alta, la mayoría, que ensuciaban las calles con su repelencia y con las “impecables” suelas de sus zapatos. No entendía por qué tenía que existir gente como ellos en el mundo, con lo feliz que es una persona sola.

por Invitado Vie Jul 02, 2010 9:01 am

Se levantó un poco de aire y tuvo que agarrarse bien la capucha. Un hombre pasó por su lado, se tambaleó y la empujó hasta caer al suelo. Por suerte las monedas no se desperdigaron.
- Lo siento muchacha - dijo el hombre un poco atontado y como si tuviera la voz pastosa - Déjame que te levante...
En cuanto lo tuvo cerca el olor del alcohol se abrió paso por su nariz.
- No se preocupe, puedo levantarme sola.
*-Ahh pero no sería un caballero si no la ayudara, ¿por qué se esconde tras la capa? - sin su permiso, le retiró la capa hacia atrás, desvelando sus bucles morenos.
Alessandra se preparó para lo que estaba por llegar.
*- ¡Una sucia gitana! ¡P*rra ladrona!
Su padre siempre le había enseñado jamás contestar si no quería meterse en líos, pero esta vez aunque se mordió los labios, no pudo frenar la lengua.
- ¡Y tu eres un gusano cerdo jactancioso con ínfulas de rey! ¡y un borracho!
Se levantó y lo miró desafiante. El hombre se recuperó del primer estupor y la miró amenazante.
-¡Vas a pagar caro tus palabras!

por Invitado Vie Jul 02, 2010 9:34 am

Observé como un hombre tiraba al suelo a la muchacha, provocando que bastante gente se aglomerara al rededor de la joven y del hombre.
Tras unos segundos de malas contestaciones, me percaté del odio que sentía el hombre hacia la mujer, y que en cualquier momento le pegaría, suerte que la muchacha no estaba sola.

Me levanté rápidamente del banco blanco de piedra y me acerqué por detrás al hombre, toqué su hombro y me di cuenta de como se giraba.
- ¿No cree que debería dejarla en paz? Nadie quiere que hoy haya pelea. -Le sugerí.
- No te metas donde no te llaman, estúpida. -Me ordenó el hombre mientras impulsaba su mano hacia mi mejilla para pegarme.
Antes de que me tocara, frené su mano y le di un puñetazo en la cara, dejándolo aturdido.
Me acerqué a la mujer y la cogí de la mano para salir corriendo mientras le preguntaba:
- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? -

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