AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Journey to the past (LIBRE)
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Journey to the past (LIBRE)
Tuve que leer dos veces la carta para asegurarme de que no me había equivocado la primera vez. Herr Von Haüseer se había puesto en contacto conmigo para avisarme de las intenciones del gobierno austríaco. Al parecer, las propiedades de mi familia estaban a punto de ser subastadas. Hacía siglos que no se utilizaban y no habían encontrado ningún familiar vivo que pudiese hacerse cargo de ellas. Una punzada de nostalgia me atravesó el pecho al enterarme. La vieja casa de campo, el palacete de Kalëhauseer, el piso en Josefstadt...Todo ello iba a ser subastado. Los recuerdos se me agolpaban en la cabeza, no podía dejar que sucediera.
Así pues, yo era la única que podía solucionar el tema de las propiedades e impedir que se apropiaran de mi hogar y de mis recuerdos. Era la única familiar de los Van de Valley que estaba viva, al menos, en parte. No sabía cómo había llegado a localizarme Von Haüseer. Él había sido un antiguo amigo de la familia y nunca supo lo que me ocurrió. Ponerse en contacto conmigo le habría llevado horas y horas de investigación y, probablemente me había tomado por la nieta o tataranieta de Karl y Diana Van de Valley.
Nada más enterarme de la noticia había partido hacia la estación de tren. El ferrocarril que iba a Viena había llegado con una hora de retraso, tiempo que me tomé para enviar un telegrama a Von Haüseer comunicándole que me ponía en camino.
La gente ya se agolpaba haciendo cola. Era de noche, por supuesto. Y hacía mucho frío. Las gentes iban embutidas en sus abrigos y luchaban por entrar los primeros en el tren para refugiarse del viento.
Subí al tren y ocupé el primer vagón que vi vacío. Iba a ser un viaje largo, al menos tardaría tres días, incluso más si tenía que hacer paradas. Había comprado un billete en primera clase, donde al menos había asientos-cama donde poder dormir por las noches. Tendría que mantener las ventanas cerradas y tapadas durante todo el viaje si no quería morir abrasada por el sol. Nunca era fácil viajar para un vampiro, pero lo hacíamos.
Traté de levantar mi maleta para colocarla en el altillo del vagón. Pero pesaba un poco y yo aún me sentía débil después de todo lo que pasó en el teatro Lumière. Justo cuando ya estaba a punto de dejarlo en el altillo, la maleta cayó por su peso y se abrió, dejando desparramada toda mi ropa por el suelo. Incluída la interior.
"Maldita sea"
Rápidamente, y muerta de vergüenza, empecé a recogerlo todo y meterlo de nuevo a la maleta, rezando por que nadie me hubiese visto. Sobretodo, rezando por que ningún hombre me hubiese visto.
Así pues, yo era la única que podía solucionar el tema de las propiedades e impedir que se apropiaran de mi hogar y de mis recuerdos. Era la única familiar de los Van de Valley que estaba viva, al menos, en parte. No sabía cómo había llegado a localizarme Von Haüseer. Él había sido un antiguo amigo de la familia y nunca supo lo que me ocurrió. Ponerse en contacto conmigo le habría llevado horas y horas de investigación y, probablemente me había tomado por la nieta o tataranieta de Karl y Diana Van de Valley.
Nada más enterarme de la noticia había partido hacia la estación de tren. El ferrocarril que iba a Viena había llegado con una hora de retraso, tiempo que me tomé para enviar un telegrama a Von Haüseer comunicándole que me ponía en camino.
La gente ya se agolpaba haciendo cola. Era de noche, por supuesto. Y hacía mucho frío. Las gentes iban embutidas en sus abrigos y luchaban por entrar los primeros en el tren para refugiarse del viento.
Subí al tren y ocupé el primer vagón que vi vacío. Iba a ser un viaje largo, al menos tardaría tres días, incluso más si tenía que hacer paradas. Había comprado un billete en primera clase, donde al menos había asientos-cama donde poder dormir por las noches. Tendría que mantener las ventanas cerradas y tapadas durante todo el viaje si no quería morir abrasada por el sol. Nunca era fácil viajar para un vampiro, pero lo hacíamos.
Traté de levantar mi maleta para colocarla en el altillo del vagón. Pero pesaba un poco y yo aún me sentía débil después de todo lo que pasó en el teatro Lumière. Justo cuando ya estaba a punto de dejarlo en el altillo, la maleta cayó por su peso y se abrió, dejando desparramada toda mi ropa por el suelo. Incluída la interior.
"Maldita sea"
Rápidamente, y muerta de vergüenza, empecé a recogerlo todo y meterlo de nuevo a la maleta, rezando por que nadie me hubiese visto. Sobretodo, rezando por que ningún hombre me hubiese visto.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Journey to the past (LIBRE)
El ferrocarril. El adelanto del hombre desde hacia lo suficiente, como para que los traslados de los inmortales fueran mas sencillos. Y la caza, una emoción fácil de trasladar a un entorno completamente nuevo.
Aun así se corría el riesgo de encontrar el coto ocupado alguna alguna que otra vez y eso fue lo que pensó Sebastián nada más verla cruzar por el pasillo, tan cargada.
Lo disimula muy bien, levantandose de su asiento, para acercarse justo cuando su maleta hacia el desbarajuste de caer y dejarla en ridículo.
Quien lo diría, eso no estaba en su guión descubrió al leer brevemente su pequeña maldición. ¡Oh!, mira por donde... que delicia acabo por hacer, lo que se había propuesto no hacer, si encontraba a otro inmortal en las cercanías.
Presentarse y como. Estiro el bastón sobre una de las prendas de ropa interior y la levanto hasta la joven, que pretendía recogerlo todo rápidamente. En el taco del bastón, ondeaba un ligero.
- Mi lady, ¿necesitais ayuda con esto? - sonrió amable, mirándola de pie, parado ante ella, con lo que cubría el resto de la visión en el pasillo.
Aun así se corría el riesgo de encontrar el coto ocupado alguna alguna que otra vez y eso fue lo que pensó Sebastián nada más verla cruzar por el pasillo, tan cargada.
Lo disimula muy bien, levantandose de su asiento, para acercarse justo cuando su maleta hacia el desbarajuste de caer y dejarla en ridículo.
Quien lo diría, eso no estaba en su guión descubrió al leer brevemente su pequeña maldición. ¡Oh!, mira por donde... que delicia acabo por hacer, lo que se había propuesto no hacer, si encontraba a otro inmortal en las cercanías.
Presentarse y como. Estiro el bastón sobre una de las prendas de ropa interior y la levanto hasta la joven, que pretendía recogerlo todo rápidamente. En el taco del bastón, ondeaba un ligero.
- Mi lady, ¿necesitais ayuda con esto? - sonrió amable, mirándola de pie, parado ante ella, con lo que cubría el resto de la visión en el pasillo.
Julián S. de Mendoza- Vampiro Clase Alta
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Re: Journey to the past (LIBRE)
Me agaché para recoger toda la ropa que había quedado tirada por el suelo del vagón. Empecé a reunir todas mis prendas y las metí en la maleta de cualquier manera. No me importaba que se arrugasen, tan sólo quería ordenar aquel desorden. Parecía que mis plegarias habían sido escuchadas porque nadie se había dado cuenta del percance.
Pero entonces, un olor familiar vino hacia mí. Era mezcla de sangre, vino y perfume caro de hombre. Claro, ¿desde cuando había servido rezar para un vampiro? Mis pupilas se dilataron un tanto al percibir la presencia de otro de los míos. Era algo que no podía controlar.
Alcé la vista para toparme con un bastón apuntándome casi amenazadoramente. Y lo que era peor, sobre él pendía mi liguero. De haber sido posible, mis mejillas se habrían sonrojado, pero sólo el pálido blanco adornaba mis rostro.
-Gracias, pero ya puedo yo sola.-repuse, algo cortante y abochornada. No sabía si se refería a la maleta o la prenda de vestir en particular. Esperaba fuese lo primero. Agarré el liguero rápidamente y lo metí en la maleta junto con todo lo demás. Luego, intenté cerrarla, pero estaba todo tan mal doblado que me costó horrores. "Perfecto" Parecía que quien quiera que estuviese allá arriba estaba intentado hacerme el viaje imposible.
Dirigí una mirada al hombre. "Y para colmo, es apuesto" pensé con un resoplido. Volví a intentarlo una vez más. Las anillas del equipaje se empeñaban en resistirse. Pero no quería volver a sacarlo todo y meterlo de nuevo.
-Condenada...maleta...del...diabl...-murmuraba entre dientes mientras forzaba el cerraje. Finalmente, y después de mucho padecer, ambas anillas hicieron un ligero "tic". Respiré aliviada.
Pero ahora quedaba lo peor. Subir la endiablada valija a los estantes de arriba. Eché una ojeada al vampiro.
-Esto...¿le importaría...?-titubeé señalando el maletín. No estaba acostumbrada a pedir ayuda, ni a los de mi especie, ni a nadie. Tenía ese extraño orgullo que me decía que todo lo debía hacer por mí misma.-Se lo agradecería enormemente.-finalicé con una media sonrisa que dejó entre ver mis dos colmillos.
Pero entonces, un olor familiar vino hacia mí. Era mezcla de sangre, vino y perfume caro de hombre. Claro, ¿desde cuando había servido rezar para un vampiro? Mis pupilas se dilataron un tanto al percibir la presencia de otro de los míos. Era algo que no podía controlar.
Alcé la vista para toparme con un bastón apuntándome casi amenazadoramente. Y lo que era peor, sobre él pendía mi liguero. De haber sido posible, mis mejillas se habrían sonrojado, pero sólo el pálido blanco adornaba mis rostro.
-Gracias, pero ya puedo yo sola.-repuse, algo cortante y abochornada. No sabía si se refería a la maleta o la prenda de vestir en particular. Esperaba fuese lo primero. Agarré el liguero rápidamente y lo metí en la maleta junto con todo lo demás. Luego, intenté cerrarla, pero estaba todo tan mal doblado que me costó horrores. "Perfecto" Parecía que quien quiera que estuviese allá arriba estaba intentado hacerme el viaje imposible.
Dirigí una mirada al hombre. "Y para colmo, es apuesto" pensé con un resoplido. Volví a intentarlo una vez más. Las anillas del equipaje se empeñaban en resistirse. Pero no quería volver a sacarlo todo y meterlo de nuevo.
-Condenada...maleta...del...diabl...-murmuraba entre dientes mientras forzaba el cerraje. Finalmente, y después de mucho padecer, ambas anillas hicieron un ligero "tic". Respiré aliviada.
Pero ahora quedaba lo peor. Subir la endiablada valija a los estantes de arriba. Eché una ojeada al vampiro.
-Esto...¿le importaría...?-titubeé señalando el maletín. No estaba acostumbrada a pedir ayuda, ni a los de mi especie, ni a nadie. Tenía ese extraño orgullo que me decía que todo lo debía hacer por mí misma.-Se lo agradecería enormemente.-finalicé con una media sonrisa que dejó entre ver mis dos colmillos.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Journey to the past (LIBRE)
Cuando se encontraron las miradas, Sebastián tuvo la misma impresión, que las veces anteriores. Cualquier vampiro se siente incomodo en presencia de otro igual. En esta ocasión, ella todavía mas que él.
Para el resultaba gracioso, y lo vislumbraba en su rostro, de una manera suave, pero clara. Ver como liberaba el bastón rápidamente de la prenda y se esforzaba en cerrar la maleta, queriendo valerse por ella misma, sin avergonzarse más. Encomiable... que divertida es pensaba para si, echando a un lado el bastón esperando.
A resultas y viendo como quedaba la maleta, imaginaba que difícilmente podría... Pues si, lo consiguió sola. Quien lo iba a decir suspiro, mirando la ajetreada lucha, hasta el "tic" final.
- ¿Mi ayuda?. Por supuesto mi lady - respondió dejando a un lado las sonrisas, aunque la de ella era bien bonita. Tomando la maleta con ambas manos. Vaya.... pesa la condenada acabando de colocarla en el estante superior Ya esta... Ha sido menos engorroso de lo que parecía resolvió, volviéndose a mirarla.
-¿Os queda tiempo ahora, para agradecérmelo, madame? comento, con viva voz, suficiente.
Para el resultaba gracioso, y lo vislumbraba en su rostro, de una manera suave, pero clara. Ver como liberaba el bastón rápidamente de la prenda y se esforzaba en cerrar la maleta, queriendo valerse por ella misma, sin avergonzarse más. Encomiable... que divertida es pensaba para si, echando a un lado el bastón esperando.
A resultas y viendo como quedaba la maleta, imaginaba que difícilmente podría... Pues si, lo consiguió sola. Quien lo iba a decir suspiro, mirando la ajetreada lucha, hasta el "tic" final.
- ¿Mi ayuda?. Por supuesto mi lady - respondió dejando a un lado las sonrisas, aunque la de ella era bien bonita. Tomando la maleta con ambas manos. Vaya.... pesa la condenada acabando de colocarla en el estante superior Ya esta... Ha sido menos engorroso de lo que parecía resolvió, volviéndose a mirarla.
-¿Os queda tiempo ahora, para agradecérmelo, madame? comento, con viva voz, suficiente.
Julián S. de Mendoza- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2011
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Re: Journey to the past (LIBRE)
Gracias a la ayuda del caballero, pude colocar la maleta en el altillo del vagón. Después del esfuerzo, lancé un resoplido. Unas greñas se me escaparon del que había sido perfecto, tocado. Me coloqué la greña rebelde detrás de la oreja. Aunque no me gustaba despeinarme, ya habría tiempo de arreglarme más tarde.
Lo miré interrogante. No estaba muy segura de aquello, y no era porque el hombre no hubiese sido amable. Pero había algo en el tono socarrón de su voz que me hacía dudar. ¿Se estaba riendo de mí o lo decía en serio?
"Basta, Carolina. Aunque seas vampiresa eso no significa que hayas perdido los modales que te inculcaron tus padres de pequeña" me reproché a mí misma. El caballero se había ofrecido a ayudarme y lo menos que podía hacer yo era devolverle el favor.
-Claro, monsieur. Podemos ir al vagón cafetería, si le place. Allí podrá elegir unos cuantos tentempiés.-me di cuenta de mi error en el mismo instante en que pronuncié las palabras. No quería decir que fuésemos a matar mortales allí mismo. Esperaba que él no hubiese malinterpretado mis palabras.-Quiero decir que...sirven unos vinos excelentes.
Pusimos camino hacia el vagón. El tren empezó a zarandearse y yo rezaba de nuevo para no caerme esta vez. Odiaba el movimiento brusco y violento de los trenes en marcha. "Debe ser un invento del diablo" Echaba de menos los plácidos paseos por carruaje en las calles de Viena. Ahora, los carruajes estaban quedando obsoletos y las gentes preferían el ferrocarril o el barco de vapor.
Tomamos asiento en una de las mesas más apartadas. Había que decir que la cafetería estaba decorada con gusto. La ambientación de las velas le daba un toque romántico y el detalle de la flor en el centro de las mesas era encantador.
-Aún no sé su nombre, monsieur...-dejé caer sutilmente, mientras esperaba a que algún camarero engalanado en uniforme negro y elegante nos atendiera. Ya que íbamos a compartir una velada, lo lógico era informarme más acerca de mi apuesto acompañante. Conocía a pocos vampiros en París. A decir verdad, conocía a poca gente en general. Así la expectativa de iniciar una conversación animada se me hacía, francamente, agradable. Aunque yo no era muy dada a la conversación.
OFF: Siento haber movido a tu personaje, lo he hecho para seguir avanzando. Pero si quieres lo modifico sin problemas ^^
Lo miré interrogante. No estaba muy segura de aquello, y no era porque el hombre no hubiese sido amable. Pero había algo en el tono socarrón de su voz que me hacía dudar. ¿Se estaba riendo de mí o lo decía en serio?
"Basta, Carolina. Aunque seas vampiresa eso no significa que hayas perdido los modales que te inculcaron tus padres de pequeña" me reproché a mí misma. El caballero se había ofrecido a ayudarme y lo menos que podía hacer yo era devolverle el favor.
-Claro, monsieur. Podemos ir al vagón cafetería, si le place. Allí podrá elegir unos cuantos tentempiés.-me di cuenta de mi error en el mismo instante en que pronuncié las palabras. No quería decir que fuésemos a matar mortales allí mismo. Esperaba que él no hubiese malinterpretado mis palabras.-Quiero decir que...sirven unos vinos excelentes.
Pusimos camino hacia el vagón. El tren empezó a zarandearse y yo rezaba de nuevo para no caerme esta vez. Odiaba el movimiento brusco y violento de los trenes en marcha. "Debe ser un invento del diablo" Echaba de menos los plácidos paseos por carruaje en las calles de Viena. Ahora, los carruajes estaban quedando obsoletos y las gentes preferían el ferrocarril o el barco de vapor.
Tomamos asiento en una de las mesas más apartadas. Había que decir que la cafetería estaba decorada con gusto. La ambientación de las velas le daba un toque romántico y el detalle de la flor en el centro de las mesas era encantador.
-Aún no sé su nombre, monsieur...-dejé caer sutilmente, mientras esperaba a que algún camarero engalanado en uniforme negro y elegante nos atendiera. Ya que íbamos a compartir una velada, lo lógico era informarme más acerca de mi apuesto acompañante. Conocía a pocos vampiros en París. A decir verdad, conocía a poca gente en general. Así la expectativa de iniciar una conversación animada se me hacía, francamente, agradable. Aunque yo no era muy dada a la conversación.
OFF: Siento haber movido a tu personaje, lo he hecho para seguir avanzando. Pero si quieres lo modifico sin problemas ^^
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 19/01/2010
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Re: Journey to the past (LIBRE)
Por supuesto, madame. Por supuesto - con gusto camino a su lado, ofreciéndole el brazo, para que en el caso de un zarandeo fuerte, tuviera donde asirse, si caer.
Al tomar asiento, Sebastián aparto una flor, del ramillete que decoraba el centro de la mesa, para tendérselo a ella, nada más escuchar la petición de su nombre.
- Sebastián de Mendoza, mi lady - respondió, de manera afectuosa. Tornando la mirada de forma casual de su rostro a sus ojos, observando la naturalidad de los mismos, la belleza infinita de su cuerpo culminada en aquellos pozos atentos.
El alma de un vampiro, le había dicho una vez su creador, puede leerse a veces en los ojos.
En el caso de Sebastián, la técnica se le escapaba. En ellos solo conseguía ver dudas, temores, alegrías, pasiones. Seguía viendo el cuerpo y se le escapaba entre los dedos la singularidad de cada cual... como la arena de la playa.
Pero si miraba la mente. Ah, aquello ya era otro cantar. Sondeo con suavidad las ondulaciones cercanas, rozando con elegancia el consciente pensativo. Era mucho más fácil que rebuscar en busca de retazos, y recuerdos. Y podía hacerlo mientras se movía, sonreía y fingía mirar la carta de vinos, tan amablemente expuesta por el camarero.
- Hay tanto donde escoger. Tráigame un tinto joven, pero elaborado. Lo deseo con olores atrayentes, afrutados a ser posible... Y nada que me rasque la garganta, debe ser calido y suave - hablo al camarero, con la carta ya apartada.
La miraba a ella de nuevo, dándole pistas sencillas de su apetito. ¿Entenderá usted la broma, Madame? Sonriendo feliz. - Paris es demasiado grande, para estar sola. Relaciones, relaciones... mi lady. El afán no es pasar la vida sola, sino en gratas compañías -
------
* No hubo problema con el movimiento.
Al tomar asiento, Sebastián aparto una flor, del ramillete que decoraba el centro de la mesa, para tendérselo a ella, nada más escuchar la petición de su nombre.
- Sebastián de Mendoza, mi lady - respondió, de manera afectuosa. Tornando la mirada de forma casual de su rostro a sus ojos, observando la naturalidad de los mismos, la belleza infinita de su cuerpo culminada en aquellos pozos atentos.
El alma de un vampiro, le había dicho una vez su creador, puede leerse a veces en los ojos.
En el caso de Sebastián, la técnica se le escapaba. En ellos solo conseguía ver dudas, temores, alegrías, pasiones. Seguía viendo el cuerpo y se le escapaba entre los dedos la singularidad de cada cual... como la arena de la playa.
Pero si miraba la mente. Ah, aquello ya era otro cantar. Sondeo con suavidad las ondulaciones cercanas, rozando con elegancia el consciente pensativo. Era mucho más fácil que rebuscar en busca de retazos, y recuerdos. Y podía hacerlo mientras se movía, sonreía y fingía mirar la carta de vinos, tan amablemente expuesta por el camarero.
- Hay tanto donde escoger. Tráigame un tinto joven, pero elaborado. Lo deseo con olores atrayentes, afrutados a ser posible... Y nada que me rasque la garganta, debe ser calido y suave - hablo al camarero, con la carta ya apartada.
La miraba a ella de nuevo, dándole pistas sencillas de su apetito. ¿Entenderá usted la broma, Madame? Sonriendo feliz. - Paris es demasiado grande, para estar sola. Relaciones, relaciones... mi lady. El afán no es pasar la vida sola, sino en gratas compañías -
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* No hubo problema con el movimiento.
Julián S. de Mendoza- Vampiro Clase Alta
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Re: Journey to the past (LIBRE)
-Encantada, Sebastián.-dije, esbozando una sonrisa complaciente.-Imagino que será usted español.
Aunque había notado un leve acento en la forma de hablar de mi congénere, no había sabido situarlo exactamente hasta que no me dijo su nombre. Era curioso, por mis venas también corría sangre española, pues mis tatarabuelos habían vivido en España en la época del emperador Carlos antes de mudarse a los Países Bajos. Por eso mi nombre era de origen hispano.
-Soy Carolina Van de Valley.-ahora que ambos conocíamos nuestros nombres, me sentía más cómoda en presencia del caballero.
El camarero acudió servicial para atendernos. Nos oferció la carta de vinos. Le eché una ojeada a la carta, decidiendo qué vino escoger. Pero, por alguna extraña razón, mi mente estaba más pendiente del atractivo Sebastián. Lo miraba de reojo por encima de mi carta de vinos. Había algo en él que me resultaba familiar y cálido. Cuando nuestras miradas se cruzaron por un segundo, bajé corriendo la vista, incómoda. No quería importunar a monsieur de Mendoza con miradas indiscretas.
-Yo quiero un vino blanco, de la cosecha de 78.-el camarero asintió a nuestras peticiones y desapareció, llevándose consigo las cartas.
El comentario de Sebastián me dejó un poco aturdida. Era como si supiese lo que yo estaba pensando en aquellos momentos.
"El afán no es pasar la vida sola, sino en gratas compañías"
-Puede que para algunas personas sea así. Pero es complicado, difícil para mí.-murmuré con voz queda. No quería recordarlo. Ahora no. Parecía una maldición y su recuerdo siempre me perseguía allí donde fuera. ¿Es que nunca me iba a librar de él? ¿Es que nunca me dejaría vivir mi muerte en vida en paz? Era incapaz de rehacer mi vida. Sin él, estaba perdida. Pero la pena que sentí una vez por su recuerdo se transformaba en rabia e indignación. "Maldito fuese él y toda su estirpe" Y, sin embargo, no me lo quitaba de la cabeza.-Digamos que no soy muy dada a los eventos sociales, desde... nunca.-ladeé una sonrisa, mientras me ponía una greña detrás de la oreja, un tanto avergonzada.-Mi única compañía es la música.-apresuré a cambiar el tema.
Aunque había notado un leve acento en la forma de hablar de mi congénere, no había sabido situarlo exactamente hasta que no me dijo su nombre. Era curioso, por mis venas también corría sangre española, pues mis tatarabuelos habían vivido en España en la época del emperador Carlos antes de mudarse a los Países Bajos. Por eso mi nombre era de origen hispano.
-Soy Carolina Van de Valley.-ahora que ambos conocíamos nuestros nombres, me sentía más cómoda en presencia del caballero.
El camarero acudió servicial para atendernos. Nos oferció la carta de vinos. Le eché una ojeada a la carta, decidiendo qué vino escoger. Pero, por alguna extraña razón, mi mente estaba más pendiente del atractivo Sebastián. Lo miraba de reojo por encima de mi carta de vinos. Había algo en él que me resultaba familiar y cálido. Cuando nuestras miradas se cruzaron por un segundo, bajé corriendo la vista, incómoda. No quería importunar a monsieur de Mendoza con miradas indiscretas.
-Yo quiero un vino blanco, de la cosecha de 78.-el camarero asintió a nuestras peticiones y desapareció, llevándose consigo las cartas.
El comentario de Sebastián me dejó un poco aturdida. Era como si supiese lo que yo estaba pensando en aquellos momentos.
"El afán no es pasar la vida sola, sino en gratas compañías"
-Puede que para algunas personas sea así. Pero es complicado, difícil para mí.-murmuré con voz queda. No quería recordarlo. Ahora no. Parecía una maldición y su recuerdo siempre me perseguía allí donde fuera. ¿Es que nunca me iba a librar de él? ¿Es que nunca me dejaría vivir mi muerte en vida en paz? Era incapaz de rehacer mi vida. Sin él, estaba perdida. Pero la pena que sentí una vez por su recuerdo se transformaba en rabia e indignación. "Maldito fuese él y toda su estirpe" Y, sin embargo, no me lo quitaba de la cabeza.-Digamos que no soy muy dada a los eventos sociales, desde... nunca.-ladeé una sonrisa, mientras me ponía una greña detrás de la oreja, un tanto avergonzada.-Mi única compañía es la música.-apresuré a cambiar el tema.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Journey to the past (LIBRE)
- Así es. Cepa madura y errante, de las Españas - respondió con una sonrisa amable. Que España habia sido la suya, donde errar por los caminos se asemejaba casi a descubrir nuevas tierras, que viajar por un mapa conocido.
El revuelo de aquellos pensamientos siempre estaban a flor de piel y era algo que sorprendía a Sebastián. Como era posible que aquella vampira hubiera sobrevivido tanto sin caer peón de otro inmortal... Pero que a decir verdad no sabia la edad que tenia, él mismo no sería más que un chiquillo en los estándares inmortales.
Y del mismo modo no conocía todas las reglas, si es que las había. Su buen amigo nunca se las explico, pero había cosas que por lógica se mantenían. La hospitalidad en la casa, el permiso de caza en coto privado, los buenos modales "siempre" entre ellos, que abrían mas puertas de las que pudieran cerrarse.
- Gitanos - respondió tomando su hilo de conversión, casi al final. No había estado muy pendiente, sumergido en sus propios pensamientos. Imperdonable. - La música gitana. Flauta, cajón, guitarra, violín y palmas. Pasión, alegría y sufrimiento en un sin fin de movimientos unicos. Las mujeres y los hombres cantan por igual y saben hacer constar de una sensualidad, de una pasión a la musica, que te vuelves sentir vivo - hablaba con buen tono de ellos, realmente consciente de que no eran pueblo muy querido, pero ello a el, poco le importaba, para colocarlos siempre en buena posición.
El revuelo de aquellos pensamientos siempre estaban a flor de piel y era algo que sorprendía a Sebastián. Como era posible que aquella vampira hubiera sobrevivido tanto sin caer peón de otro inmortal... Pero que a decir verdad no sabia la edad que tenia, él mismo no sería más que un chiquillo en los estándares inmortales.
Y del mismo modo no conocía todas las reglas, si es que las había. Su buen amigo nunca se las explico, pero había cosas que por lógica se mantenían. La hospitalidad en la casa, el permiso de caza en coto privado, los buenos modales "siempre" entre ellos, que abrían mas puertas de las que pudieran cerrarse.
- Gitanos - respondió tomando su hilo de conversión, casi al final. No había estado muy pendiente, sumergido en sus propios pensamientos. Imperdonable. - La música gitana. Flauta, cajón, guitarra, violín y palmas. Pasión, alegría y sufrimiento en un sin fin de movimientos unicos. Las mujeres y los hombres cantan por igual y saben hacer constar de una sensualidad, de una pasión a la musica, que te vuelves sentir vivo - hablaba con buen tono de ellos, realmente consciente de que no eran pueblo muy querido, pero ello a el, poco le importaba, para colocarlos siempre en buena posición.
Julián S. de Mendoza- Vampiro Clase Alta
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Re: Journey to the past (LIBRE)
Miré sorprendida a mi acompañante.
-Nunca había escuchado a nadie hablar con tanta pasión sobre los gitanos.-que eran los parias de la sociedad parisina y que la mayoría los detestaban no era ningún secreto en la capital francesa. París estaba atestada de gitanos que vivían en sus caravanas.-Yo conocí a uno tiempo atrás.
Su encuentro con Lionel la turbó más de lo que quiso admitir. El simple detalle que tuvo con ella la desconcertó y la conmovió al mismo tiempo. Fue algo sencillo y extraño. Simple, inocente y casi ingenuo. Al principio me quiso negar a recibir la rosa. ¿Por qué yo y no cualquier otra? No me creía merecedora de tamaño gesto de pureza. Pero el gitano no era alguien a quien se le pudiera convencer con palabras y falsas expectativas.
-Los gitanos son gente curiosa. Tienen la capacidad extraordinaria de contentarse con lo que tienen...algo admirable.-repuse casi en un susurro.-¿Acaso usted ha tenido contacto con alguno de ellos?
El camarero vino a servirnos lo que habían pedido. El vino expulsaba un aroma cautivamente y melosa. No me pude contener y le di un pequeño sorbo.
-Y, dejando atrás el tema de los gitanos...¿A qué se dedica usted?-inquirí con sutileza. De pronto, sentí que quería saber más de mi atractivo acompañante. ¿Qué se escondía detrás de la sonrisa ladeada?
-Nunca había escuchado a nadie hablar con tanta pasión sobre los gitanos.-que eran los parias de la sociedad parisina y que la mayoría los detestaban no era ningún secreto en la capital francesa. París estaba atestada de gitanos que vivían en sus caravanas.-Yo conocí a uno tiempo atrás.
Su encuentro con Lionel la turbó más de lo que quiso admitir. El simple detalle que tuvo con ella la desconcertó y la conmovió al mismo tiempo. Fue algo sencillo y extraño. Simple, inocente y casi ingenuo. Al principio me quiso negar a recibir la rosa. ¿Por qué yo y no cualquier otra? No me creía merecedora de tamaño gesto de pureza. Pero el gitano no era alguien a quien se le pudiera convencer con palabras y falsas expectativas.
-Los gitanos son gente curiosa. Tienen la capacidad extraordinaria de contentarse con lo que tienen...algo admirable.-repuse casi en un susurro.-¿Acaso usted ha tenido contacto con alguno de ellos?
El camarero vino a servirnos lo que habían pedido. El vino expulsaba un aroma cautivamente y melosa. No me pude contener y le di un pequeño sorbo.
-Y, dejando atrás el tema de los gitanos...¿A qué se dedica usted?-inquirí con sutileza. De pronto, sentí que quería saber más de mi atractivo acompañante. ¿Qué se escondía detrás de la sonrisa ladeada?
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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Re: Journey to the past (LIBRE)
-He viajado alguna vez en el pasado con ellos y conocido alguna de sus costumbres, si - sonrio, comedido tras dar un sorbo a su vino. Pero si, dejemos el misterio de su raza, en ellos suspiro pensando, acariciando el borde de la copa, de forma distraida.
Maravillosos los gitanos. Maravilloso su pueblo. Hasta el punto de no alimentarse de ninguno de ellos, por mantener la promesa tanto tiempo hecha atrás y no perder así el favor de su compañía.
Sebastián introdujo su mano en su chaqueta y extrajo una tarjeta - Librero y Novelista - que extendió ante ella. Una tarjeta negra, de letras estilizadas en plata.
"Librería
Mendoza & Vega.
Todo tipo de lecturas, para todos los géneros"
- Estoy de remodelaciones y por eso aun no esta abierto el establecimiento. Por detrás, encontrara la dirección de mi buzón y la propio local. Siempre esta abierto hasta "muy tarde" - comento, de forma alegre y entre lineas resaltando - Tengo muy buen material y por encargo, puedo escribir lineas, de "cualquier" genero - susurro en confianza.
Ahora ya sabia a que se dedicaba el, pero y ella. Eso es lo que decía su mirada, cuando dejo la tarjetita allí prendida ante sus ojos. Le tocaba comentar los entresijos de su laboriosa vida.
Maravillosos los gitanos. Maravilloso su pueblo. Hasta el punto de no alimentarse de ninguno de ellos, por mantener la promesa tanto tiempo hecha atrás y no perder así el favor de su compañía.
Sebastián introdujo su mano en su chaqueta y extrajo una tarjeta - Librero y Novelista - que extendió ante ella. Una tarjeta negra, de letras estilizadas en plata.
"Librería
Mendoza & Vega.
Todo tipo de lecturas, para todos los géneros"
- Estoy de remodelaciones y por eso aun no esta abierto el establecimiento. Por detrás, encontrara la dirección de mi buzón y la propio local. Siempre esta abierto hasta "muy tarde" - comento, de forma alegre y entre lineas resaltando - Tengo muy buen material y por encargo, puedo escribir lineas, de "cualquier" genero - susurro en confianza.
Ahora ya sabia a que se dedicaba el, pero y ella. Eso es lo que decía su mirada, cuando dejo la tarjetita allí prendida ante sus ojos. Le tocaba comentar los entresijos de su laboriosa vida.
Julián S. de Mendoza- Vampiro Clase Alta
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Re: Journey to the past (LIBRE)
Mi acompañante me tendió una tarjeta y yo me apresuré en cogerla. En ella se podía leer en grafía elegante "Librería Mendoza & Vega". Miré a mi compañero durante unos instantes. Había sido una sorpresa para mí. Quizá había prejuzgado mal al señor de Mendoza. Lo había tomado por una persona un tanto libertina, despreocupada y crápula. ¿Quién iba a decirme que en realidad era un trabajar honrado e íntegro? Una vez más, me dejé llevar por las apariencias.
-Vaya, señor de Mendoza. Lo tenía a usted por un viajero errante y resulta que es dueño de un negocio.-ladeé una sonrisa.-Me gustaría visitar su librería, ¿está en París?
Como toda buena señorita aristócrata, mis padres me habían inculcado el amor hacia la lectura casi tanto como a la música. Al principio, había empezado sólo como un pasatiempo, pero con el transcurso de los siglos aprendí a apreciar que la literatura va mucho más allá que la mera distracción.
Mi segunda pregunta fue formulada con una intención oculta; ¿residía en París? ¿tendría la oportunidad de verlo más a menudo? Sin saber por qué, aquel caballero había captado mi atención. Su carácter ameno y risueño era como un bálsamo para mi insistente nostalgia.
-Y, ¿quién es ese tal Vega? ¿Parientes, quizá?-volví a releer la carta. No me habría atrevido a formular esa pregunta si no hubiese bebido tanto vino. La discreción era uno de los rasgos que me caracterizaban, pero la charla era tan agradable que no quería que terminase.
-Líneas de cualquier género...-medité unos instantes. Aquello sí que me había robado toda la atención, sin duda.-¿incluye eso libretos de ópera?-Di un trago al vino.
-Vaya, señor de Mendoza. Lo tenía a usted por un viajero errante y resulta que es dueño de un negocio.-ladeé una sonrisa.-Me gustaría visitar su librería, ¿está en París?
Como toda buena señorita aristócrata, mis padres me habían inculcado el amor hacia la lectura casi tanto como a la música. Al principio, había empezado sólo como un pasatiempo, pero con el transcurso de los siglos aprendí a apreciar que la literatura va mucho más allá que la mera distracción.
Mi segunda pregunta fue formulada con una intención oculta; ¿residía en París? ¿tendría la oportunidad de verlo más a menudo? Sin saber por qué, aquel caballero había captado mi atención. Su carácter ameno y risueño era como un bálsamo para mi insistente nostalgia.
-Y, ¿quién es ese tal Vega? ¿Parientes, quizá?-volví a releer la carta. No me habría atrevido a formular esa pregunta si no hubiese bebido tanto vino. La discreción era uno de los rasgos que me caracterizaban, pero la charla era tan agradable que no quería que terminase.
-Líneas de cualquier género...-medité unos instantes. Aquello sí que me había robado toda la atención, sin duda.-¿incluye eso libretos de ópera?-Di un trago al vino.
Carolina Van de Valley- Vampiro Clase Media
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