AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
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Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
Dulcemente en el horizonte el dios Helios cedía desde las alturas perdiéndose en el firmamento una vez hecho su labor del día, aun a la distancia podía apreciarse la conmovedora visión de su carro engallado de joyas, oro y nostalgias hechos atardecer. Pronto sus caballos de fuego acabarían su recorrido por completo y las tinieblas se alzarían a gobernar la tierra. Entonces y solo entonces toda clase de demonios serian libres de andar y regodearse a sus anchas… pero no había nada que temer en esa playa francesa, donde los hombres parecieren haber arreglado las vírgenes arenas para la llegada misma de los dioses a la tierra. .
Esculturas exquisitas de mármol adornaban a los alrededores. Ningúna planta colorida se encontraba a los alrededores salvo aquellas pequeñas ofrendas a los pies de las estatuas: Un par de Nenúfares para la majestuosa estatua de Poseidón, que parecía admirar las mareas con la nostalgia de quien se haya lejos de su hogar; rosas blancas para la casta Atenea que aunque cándida sostenía su arma y su escudo con la firmeza de las amazonas; un ramillete de flores de lis para el imponente Zeus y su ventajosa Hera.
Justo al centro de todas aquellas figuras de antiguas deidades se situaba un santuario que al parecer las musas de las horas, el mes y el año habían olvidado en otorgarle el castigo del tiempo… el edificio se alzaba cual templo griego con todo el esplendor de aquellos relucientes días donde sus mitos eran creencias. De cimientos firmes conformaba una plataforma escalonada construida en piedra calada. Sobre ella se asentaba una galería de pilares que rodeaba el formidable recinto, un frontón de esculturas medias de ninfas, hades y Proserpina en la parte superior de la entrada contaba el rapto de Persefone y hacia resaltar a la poderosa fachada… sus interiores se mantenían ocultos a la vista de curiosos y la única entrada se encontraba cubierta por un cortinaje de lino que serpenteaba al aire y dejaba apenas mostrar en vistazos el interior dorado y la música de flautas y timbales.
Detrás de la manta, como un Olimpo privado se hallaba un salón dorado con cortinajes dorados y escarlatas que le conferían un aire de voluptuosidad al lugar, el cumulo de divanes y almohadones dispersos incitaba a la comodidad y cuatro fuentes de mármol situadas a los extremos del salón invitaban al vicio. Cada fuente dejaba correr en su interior su propio néctar: La primera llevaba vino tinto; La segunda, vino rosada; la tercera, cebada y la más monumental de las tres dejaba caer agua cristalina. Una amplia mesa era adornada por los platillos más elaborados de carne de toro, pescado y panes varios. Un gran pastel de Siracusa condecoraba el centro de mesa que reproducía con gran detalle el vientre femenino, antiguo tributo habitual a la venerable Persefone.
Sirvientes vestidos en togas blancas y laureles en sus cabellos llevaban cantaros con más vinos, otros terminaban de acomodar en una mesilla vasos y platos de metal dorado… las vajillas de porcelana eran reemplazadas por los utensilios típicos. Jóvenes doncellas, igualmente disfrazadas, llevaban cazuelas de oro con los frutos frescos: higos, nueces, avellanas pero principalmente: granadas.
Conmemorando la temática del salón se alzaba un altar con la estatua de la joven ninfa Persefone y justo frente a él se hallaba una mesa de sacrificios donde ya habían colocado algunas cajas de regalo… detrás del altar había una puerta secreta que llevaba a otras cámaras privadas del recinto donde algunas bailarinas terminaban de arreglarse. Algunos músicos afinaban sus instrumentos y otros ya practicaban sus melodías animando al privado santuario.
Sin embargo ningún invitado había podido adentrarse aun al encantador salón, todos esperaban afuera… donde nobles, sirvientes y artistas se confundía con un pueblo griego a la espera en la orilla del muelle. El lugar había sido iluminado con antorchas adornadas y lazos blancos… y en la lejanía de los mares podía alzarse a ver la silueta de un navío próximo a arribar. Caronte y su nave abandonaban el río de las promesas solemnes para tocar las costas francesas y arribar a la extrañada Persefone….
Y solo hasta que su pie tocara al mundo terrenal, la música, el baile y todos los festejos darían inicio.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/12/2010
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
Las crines blancas de los corceles de espuma que corrían en rítmica armonía hasta la orilla reflejaban un tono anaranjado rojizo debido a los rayos de luz crepuscular que las bañaban, después se disolvían en la orilla en pequeños remolinos salinos. Darcy se encontraba ya con el atuendo negro y la capa aterciopelada del tono de la noche colocada hacia un lado, por el reverso el rojo carmín resaltaba la su propia figura y as botas negras le conferían un aspecto antiguo y oscuro. Por esta noche era Hades, Dios de los Inframundos y había abordado la pequeña embarcación adornada con lazos blancos y racimos de uva acomodadas en los mástiles de la misma. Acompañaba a la princesa Perséfone, que haciendo honor a su nombre jugaba este día a personificar a la Diosa del mismo nombre. La embarcación en la que navegaban rumbo a la playa donde serían los festejos en honor al cumpleaños de Persefone era propulsada por remos movidos al compaz por media docena de hombres vestidos con túnicas negras y algunos adornos de plata, pulseras y esclavas, en sus brazos. Todos llevaban antifaces negros, simulando representando cada uno al Barquero Caronte que navegaba por el río Aqueronte.
Darcy observo a unos cuantos metros el Arco que estaba dispuesto a unos metros de la orilla que tenía pintado en su cúspide tres cabezas de perro, como guardianes del Inframundo. Pensó en la antigua historia griega sobre el rapto de Proserpina y los seis meses que pasaría en el submundo y los otros seis en la tierra... seguramente también se encontraría con Hera en esta visita. La última. ¿Qué otros dioses antiguos atravesarían el velo de los entre-mundos para mezclarse con los príncipes y princesas, los nobles y los ciudadanos parisienses? No estaba seguro, pero imaginarlo era entretenido y prometedor. Después de ese juego de nombres antiguos, de poderes, de joyas y estrellas, al romper el día todo volvería a esconderse de la vista y la realidad abrasaría a los invitados. Por ahora disfrutaría lo que la ambrosía mezclada con el vino y las viandas ofrecían.
Darcy se volvió a mirar a Persefone que estaba ataviada exquisitamente para la ocasión, no se cansaba de memorizar cada uno de sus finos pero imperiosos rasgos griegos que heredara de sus antepasados y que no hacían más que resaltar con las galas que usaba.
-Espero este lista para su vuelta a la tierra, querida Persefone- le dedicó media sonrisa -Feliz cumpleaños- Tomó su mano para besar su dorso y le hizo una reverencia. Apenas terminó de decir esto, cruzaron el gran Arco para arribar a la playa que estaba hermosamente adornada y los seis barqueros se bajaron ara arrojar arroz, cebada y trigo sobre la arena, formando un tapete para que pasara la diosa simbolizando la riqueza que traía su regreso. Los músicos tocaron las liras respondiendo al sonido de un cuerno que anunciaba su llegada. Darcy descendió primero y tendió una mano a Perséfone para ayudarle a bajar. -Bienvenia mi Reina-
Darcy observo a unos cuantos metros el Arco que estaba dispuesto a unos metros de la orilla que tenía pintado en su cúspide tres cabezas de perro, como guardianes del Inframundo. Pensó en la antigua historia griega sobre el rapto de Proserpina y los seis meses que pasaría en el submundo y los otros seis en la tierra... seguramente también se encontraría con Hera en esta visita. La última. ¿Qué otros dioses antiguos atravesarían el velo de los entre-mundos para mezclarse con los príncipes y princesas, los nobles y los ciudadanos parisienses? No estaba seguro, pero imaginarlo era entretenido y prometedor. Después de ese juego de nombres antiguos, de poderes, de joyas y estrellas, al romper el día todo volvería a esconderse de la vista y la realidad abrasaría a los invitados. Por ahora disfrutaría lo que la ambrosía mezclada con el vino y las viandas ofrecían.
Darcy se volvió a mirar a Persefone que estaba ataviada exquisitamente para la ocasión, no se cansaba de memorizar cada uno de sus finos pero imperiosos rasgos griegos que heredara de sus antepasados y que no hacían más que resaltar con las galas que usaba.
-Espero este lista para su vuelta a la tierra, querida Persefone- le dedicó media sonrisa -Feliz cumpleaños- Tomó su mano para besar su dorso y le hizo una reverencia. Apenas terminó de decir esto, cruzaron el gran Arco para arribar a la playa que estaba hermosamente adornada y los seis barqueros se bajaron ara arrojar arroz, cebada y trigo sobre la arena, formando un tapete para que pasara la diosa simbolizando la riqueza que traía su regreso. Los músicos tocaron las liras respondiendo al sonido de un cuerno que anunciaba su llegada. Darcy descendió primero y tendió una mano a Perséfone para ayudarle a bajar. -Bienvenia mi Reina-
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 21/02/2011
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
El Gran helio habia renacido aquel dia como siempre, el gran sol s elevantaba en el horizonte ..pero hoy no era y no seria un dia comun y corriente para nuestra pequeña niña griega que ya no era tan pequeña , Hacia un Año que habia arribado en el puerto de paris el dia de su cumpleaños como siempre bsucando aventura y atraida como una polilla al fuego por la vida de la gran ciudad consiguiendo a cambio solo la vida de la Gran ciudad y si se ponia a pensar en todo aquello habia conocido el amor ,como el sufrimiento ,la ira ,el perdon , la misericordia , Humildad ,apatia entre otras cosas todo aquello ya hacia un año ya , hoy volvia a ser aquel dia en qu eno solo cumplia su primer año en Paris Francia , si no que tambien cumplia dieciocho primaveras . Sus Parpados se abrieron peresosamente dejando ver por encima de sus pestañas el llegar de un nuevo dia ,un ligero parpadeo ,una sonrisa robada al tiempo que luego daria paso a un fruncimiento de ceño . Seria ya mayor de edad ,hoy , queria rezar por un milagro y que en Gracia no Aprobaran aquella ley para que ella subiera al trono a esta edad , sus labios se fruncieron ligeramente como si contuviera ung rito , tal vez lagrima pero ella no se permitiria llorar no hoy y seguramente nunca mas ella era de piedra , se paso el torso de la mano por los ojos , un ronroneo le indico que rodolfo el gato pelirroojo gord ey egolatra se habia percatado de que ella estaba despierta , se sento en la cama con toda la calma del mundo mientras le acariciaba .
Con el pasar de las horas los diferentes sirvientes legaran le dieron desayuno y su nana le Deseo un Feliz cumpleaños informandole que sus padres seguramente llegarian un poco Tarde a la fiesta ,no importaba estaba feliz por ello ,se encontraba en una pequena Cabaña alejada de la finca ya que , Dominique habia decidido desde que se entero de lo proximo que estaba su cumpleaños que se encargaria de todo y ella haba desarrollado un sentimiento de confianza para permitirselo ,mientras se estiraba en la cama y daba vueltas y vueltas por esta habia decidido ir a su armario a buscar algo holgado unos pantalones una camisa ,seguramente se pasearia descalsa por la pequeña casa con atuendos maasculinos ,eso seguramente aterrorizaria a su nana . En efecto pero persefone solo reia mientras veia llegara las diferentes personas que se encargarian de ella hoy sintio vertigo . Luego de salir de la tina le pusieron una bata y la sentaron en una silla ,un estilista se encargab de su imagen personal decidiendo dejarla como personificacion divina , mientras le terminaband e dar los ultimos arreglos la tarde iba cayendo , su nana entro con una caja blanca gigantesca un regalo de su padre y de toda inglaterra , el evstido que usaria aquella noche , hay sacarlos lo contemplo por un momento , era de una sola pieza al estilo greco/frances , blanco con acabados dorados .
Al Observarse al espejo el peinado , el vestido los zapatos todo , Era como volver sentirse ella misma en su piel , no veia como siempre a una completa extraña no era ella , una sonrisa atraveso sus labios , el sol estaab decendiendo lo suficiente para que no le hiciese daño alguno ,ella bajo lentament epor la escalera todos los obreros la veian con una sonrisa ,ella sentia vertigo , nunca habia sido muy buena en relaciones sociales como fiestas y todo aquello del protocolo , tenia nervios y panico de hacer el ridiculo ,"'valeeee chica calmate" se dijo asi misma , una sonrisa aparecio en el semblante joven al ver un rostro conocido Darcy estaba alli como siempre mostrando elegancia ,el seria quien le presentaria ,ella aunrecordab su risa cuando el le dijo que seria hades .
es bueno ver una cara conocida -dijo despues de darle un abrazo y un beso en cada mejilla como era al tradicion francesa ,luego se monto en la barca ,bien se moria de ganas de ver que habia echo dom con la finca y por ver como estban los barqueros seria algo majestuoso y pomposo , una sonrisa nerviosa aparecio en su rostro , mientras viajaban hacia la recepcion notaba y sentia la mirda de alguien sobre ella , aquella mirada que provonia de su acompañante al cual conocia de masiado bien . Al Llegar rio bajamente ,haciendo una leve reverencia ante sus palabras ,cuanod levanto la vista sus ojos azules se posaron el los azabaches -es un Placer estar en casa -dijo viendo despues la decoracion con imensa facionacion y seguramente debia parecer una infante de cinco años de edad por que veia todo como a esa edad se ve la vida con facinacion y sueños.
Con el pasar de las horas los diferentes sirvientes legaran le dieron desayuno y su nana le Deseo un Feliz cumpleaños informandole que sus padres seguramente llegarian un poco Tarde a la fiesta ,no importaba estaba feliz por ello ,se encontraba en una pequena Cabaña alejada de la finca ya que , Dominique habia decidido desde que se entero de lo proximo que estaba su cumpleaños que se encargaria de todo y ella haba desarrollado un sentimiento de confianza para permitirselo ,mientras se estiraba en la cama y daba vueltas y vueltas por esta habia decidido ir a su armario a buscar algo holgado unos pantalones una camisa ,seguramente se pasearia descalsa por la pequeña casa con atuendos maasculinos ,eso seguramente aterrorizaria a su nana . En efecto pero persefone solo reia mientras veia llegara las diferentes personas que se encargarian de ella hoy sintio vertigo . Luego de salir de la tina le pusieron una bata y la sentaron en una silla ,un estilista se encargab de su imagen personal decidiendo dejarla como personificacion divina , mientras le terminaband e dar los ultimos arreglos la tarde iba cayendo , su nana entro con una caja blanca gigantesca un regalo de su padre y de toda inglaterra , el evstido que usaria aquella noche , hay sacarlos lo contemplo por un momento , era de una sola pieza al estilo greco/frances , blanco con acabados dorados .
Al Observarse al espejo el peinado , el vestido los zapatos todo , Era como volver sentirse ella misma en su piel , no veia como siempre a una completa extraña no era ella , una sonrisa atraveso sus labios , el sol estaab decendiendo lo suficiente para que no le hiciese daño alguno ,ella bajo lentament epor la escalera todos los obreros la veian con una sonrisa ,ella sentia vertigo , nunca habia sido muy buena en relaciones sociales como fiestas y todo aquello del protocolo , tenia nervios y panico de hacer el ridiculo ,"'valeeee chica calmate" se dijo asi misma , una sonrisa aparecio en el semblante joven al ver un rostro conocido Darcy estaba alli como siempre mostrando elegancia ,el seria quien le presentaria ,ella aunrecordab su risa cuando el le dijo que seria hades .
es bueno ver una cara conocida -dijo despues de darle un abrazo y un beso en cada mejilla como era al tradicion francesa ,luego se monto en la barca ,bien se moria de ganas de ver que habia echo dom con la finca y por ver como estban los barqueros seria algo majestuoso y pomposo , una sonrisa nerviosa aparecio en su rostro , mientras viajaban hacia la recepcion notaba y sentia la mirda de alguien sobre ella , aquella mirada que provonia de su acompañante al cual conocia de masiado bien . Al Llegar rio bajamente ,haciendo una leve reverencia ante sus palabras ,cuanod levanto la vista sus ojos azules se posaron el los azabaches -es un Placer estar en casa -dijo viendo despues la decoracion con imensa facionacion y seguramente debia parecer una infante de cinco años de edad por que veia todo como a esa edad se ve la vida con facinacion y sueños.
Persefone Ginalkopoulus- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/06/2010
Localización : Palacio de Versalles
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
Bernard no podía recordar como o cuando había sucedido todo, tan solo tenia dos nombres presentes: Darcy Trudeau y Persefone Loud. Uno de aquel lobo que en sus tres mil años de muerte le había sorprendido al ser el único con los modales y la casta suficiente para ser considerado un ser humano educado, demasiadas charlas y horas había disfrutado con el, con interesantes cambios de opiniones, en una de las tantas se había cruzado con una mujer, si se le podía llamar mujer, tan solo su nombre Persefone ya le quitaba ese estatus, pero, vamos, por si fuera poco, era una joven vampiresa de tan solo diecisiete años, tal fue la cogida y el buen trato entre ambos que Bernard fue invitado a su gran ceremonia griega por su mayoría de edad. Bernard acepto encantando y discutió ciertos puntos con Darcy, forjando ya ese trato cordial y la intención de tender la mano al otro si este lo necesita
Noche anterior a la ceremonia
Aquella noche oscura Bernard partió de casa rumbo al muelle de París, la dirección no era incierta, pero si lo que encontraría en la locación, los detalles para el eran mínimos, Grecia, dioses, temática, realmente no tenia pensado ir disfrazado, sus ropas más elegantes las llevaba esa noche en una pequeña maleta ya que el viaje le demoraría una noche y un día entero para llegar, ya una vez en el muele miro hacia atrás dejando la ciudad que siempre fue su hogar durante tanto tiempo, claro que decir hogar sería una metáfora, ya que era su escondite o su exilio, se embarco, tal era la importancia de esta ceremonia que decidió separar el barco solo para el, así llegar sin muchos contra tiempos, subió a la cubierta para observar los millones de astros que le rodeaban en la penumbra que el tanto adoraba, las horas iban pasando y poco a poco la claridad iba capturando el escenario por lo cual solo decidió encerrarse en su cuarto, el cual había acondicionado para la ocasión.
Noche de la ceremonia
Bernard se había levantado ya, no se colaban rastros de luz por las ventanas completamente cubiertas por mantas, esa era su señal, el viejo vampiro salió de la habitación la cual había sido su encierro o su salvación por ese día, una vez de vuelta en cubierta avanzo hacia la proa para divisar ya tierra con su visión mejorada -!LLEGAMOS¡ -grito expulsando toda la tensión que tenia guardada- Los trabajadores le quedaron mirando con descontento, como diciendo "el tipo esta loco" pero su locura solo era la verdad, a los pocos minutos el resto de la tripulación gritaba "tierra", a lo que el quedo como un "adivino" ante mirada atónitas.
Bernard bajo nuevamente a la habitación, tomo una ducha y se coloco la ropa fina e elegante que había guardado antes en la maleta de viaje que llevaba, ya todo lo tenia listo, se acerco a la zona de desembarque, por fin, la embarcación se detuvo, allí descansaría hasta el fin de la ceremonia, dio la orden y se bajo la escalera, bajando el vampiro con mucha gracia hasta sus pies rozar la arena fina e blanca, observo a todos lados, realmente era maravillosamente hermosa la decoración que se le postraba ante los ojos, hermosas estatuas de deidades diferentes a las cuales realmente no rendía ningún culto o importancia, pero su presencia y su arte resultaban ser demasiado cautivantes para sus ojos -Hermoso exclamo y avanzo guardando el pequeño reloj de bolsillo el cual sería el regalo de la festejada, sus pasos se perdían entre la arena, dejando huellas desde la costa hasta el centro de las estatuas, tan solo era el y las divinas estatuas llenas de ofrendas y distintos tipos de artilugios, el vampiro encontró un lugar, su entrada con un manto, podía divisar muy bien a quien y lo que se encontraba dentro, era realmente hermoso, la temática estaba completamente plasmada en cada detalle, desde los sirvientes hasta los adornos y los muebles, pero no había divisado a nadie conocido, solo gente del montón, volvió la vista hacia atrás intentando percibir a la princesa, al conde o algún ser conocido a su vista
-Supongo que solo toca esperar y esperar, lo que vendrá promete realmente, lo quiero disfrutar, sea cual sea el escenario que se presente, es una fiesta y hay que celebrar -murmuro riendo para luego colocarse frente a una estatua cercana a la entrada alejado del resto de la muchedumbre-
Noche anterior a la ceremonia
Aquella noche oscura Bernard partió de casa rumbo al muelle de París, la dirección no era incierta, pero si lo que encontraría en la locación, los detalles para el eran mínimos, Grecia, dioses, temática, realmente no tenia pensado ir disfrazado, sus ropas más elegantes las llevaba esa noche en una pequeña maleta ya que el viaje le demoraría una noche y un día entero para llegar, ya una vez en el muele miro hacia atrás dejando la ciudad que siempre fue su hogar durante tanto tiempo, claro que decir hogar sería una metáfora, ya que era su escondite o su exilio, se embarco, tal era la importancia de esta ceremonia que decidió separar el barco solo para el, así llegar sin muchos contra tiempos, subió a la cubierta para observar los millones de astros que le rodeaban en la penumbra que el tanto adoraba, las horas iban pasando y poco a poco la claridad iba capturando el escenario por lo cual solo decidió encerrarse en su cuarto, el cual había acondicionado para la ocasión.
Noche de la ceremonia
Bernard se había levantado ya, no se colaban rastros de luz por las ventanas completamente cubiertas por mantas, esa era su señal, el viejo vampiro salió de la habitación la cual había sido su encierro o su salvación por ese día, una vez de vuelta en cubierta avanzo hacia la proa para divisar ya tierra con su visión mejorada -!LLEGAMOS¡ -grito expulsando toda la tensión que tenia guardada- Los trabajadores le quedaron mirando con descontento, como diciendo "el tipo esta loco" pero su locura solo era la verdad, a los pocos minutos el resto de la tripulación gritaba "tierra", a lo que el quedo como un "adivino" ante mirada atónitas.
Bernard bajo nuevamente a la habitación, tomo una ducha y se coloco la ropa fina e elegante que había guardado antes en la maleta de viaje que llevaba, ya todo lo tenia listo, se acerco a la zona de desembarque, por fin, la embarcación se detuvo, allí descansaría hasta el fin de la ceremonia, dio la orden y se bajo la escalera, bajando el vampiro con mucha gracia hasta sus pies rozar la arena fina e blanca, observo a todos lados, realmente era maravillosamente hermosa la decoración que se le postraba ante los ojos, hermosas estatuas de deidades diferentes a las cuales realmente no rendía ningún culto o importancia, pero su presencia y su arte resultaban ser demasiado cautivantes para sus ojos -Hermoso exclamo y avanzo guardando el pequeño reloj de bolsillo el cual sería el regalo de la festejada, sus pasos se perdían entre la arena, dejando huellas desde la costa hasta el centro de las estatuas, tan solo era el y las divinas estatuas llenas de ofrendas y distintos tipos de artilugios, el vampiro encontró un lugar, su entrada con un manto, podía divisar muy bien a quien y lo que se encontraba dentro, era realmente hermoso, la temática estaba completamente plasmada en cada detalle, desde los sirvientes hasta los adornos y los muebles, pero no había divisado a nadie conocido, solo gente del montón, volvió la vista hacia atrás intentando percibir a la princesa, al conde o algún ser conocido a su vista
-Supongo que solo toca esperar y esperar, lo que vendrá promete realmente, lo quiero disfrutar, sea cual sea el escenario que se presente, es una fiesta y hay que celebrar -murmuro riendo para luego colocarse frente a una estatua cercana a la entrada alejado del resto de la muchedumbre-
Bernard Boneau- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 16/07/2011
Localización : París
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
Palas Athenea..ese seria mi papel esta noche, aquella mujer que se hizo de un lugar entre las deidades mas poderosas del antiguo mundo, aquella que forjo su nombre en la roca con fuego y sabiduría, la que fue mas allá que los mismísimos dioses y arriesgo su propia inmortalidad entregándoles a los hombres su propio conocimiento y la inteligencia de una estrategia en cada batalla, confidente de los mas grandes héroes helénicos y guerrera invicta en mundo completamente distinto al nuestro, si, esa seria yo, hija del mas grande de los olímpicos.
...๑۩ º ۩๑...
No recordaba a que hora habíamos partido desde el muelle, tampoco tenia conciencia alguna de cuanto llevábamos de viaje, el vaivén de las olas sobre la pequeña pero modesta embarcación me hacia perder la noción del tiempo y parecía como si estuviera sin un rumbo fijo por el mismo rio Lete..olvidando absolutamente todo.-¿Chronos habrá perdido la guerra conmigo?.-cerré el libro que llevaba entre mis manos con calma y me quede mirando por la ventanilla hacia la mar infinita;la noche reinaba nuevamente.-¿Por que la pregunta?...-la voz de Fenrir sonó casi como un susurro desde el otro extremo de la habitación en la que ambos nos encontrábamos.-Por que el controla el tiempo inexorable..lo eterno y yo sigo fija no cambio..de seguro eso a de encolerizado de sobre manera..una mortal le gano la mano.-una tenue pero segura sonrisa se dibujo en mis labios llevar la contraria a los grandes era realmente placentero.-¿Por que no te cuestionas otras cosas?...-realmente cuando quería ser desagradable no había quien le ganara en esta era.-Realmente interpretas muy bien tu papel esta noche..Ares.-la nota de sarcasmos en mi vos hacia ver claramente que mas que un halago era un sarcasmo de cabo a rabo. Una carcajada lleno el silencio que había reinado por largo tiempo, nuevamente después de siglos los hermanos perpetuos se reunían nuevamente para desenvolver una nueva batalla pero esta vez no con armas físicas si no mas bien abstractas. .. ¡Oh Niké! concédeme nuevamente la gracia de la victoria frente aquel que atemoriza a los hombres, pide a las Horas que vean en mi a una aliada y no alguien que pretende llevarse las glorias para si misma, haz que mi padre comparta el regalo de los antiguos conmigo y me de su fuerza para atravesar la garganta de quien injuria mi nombre, honrame con laureles y hazme digna de sentarme a la mesa a compartir el manjar único de los eternos
Hemos llegamos...-una voz tan clara y sumisa fue lo único que escuche mas allá de la puerta, abandone mi puesto y me dirigí hacia la pequeña mesa de centro y cogí un cofre no mas grande que la palma de mi mano y revise rápidamente su interior, todo estaba en orden.-Es hora mi neutral hermana.-odiaba esa estúpida aprensión que tenia hacia mi todo el tiempo pero aun así cogí su mano y salí de la habitación para reencontrarme con los de mi casta y demostrarle al mundo que por una noche nuevamente los poderosos, los que dimos origen al mito volvíamos a reinar sobre la que siempre había, era y seguiría siendo nuestra tierra.
Hemos llegamos...-una voz tan clara y sumisa fue lo único que escuche mas allá de la puerta, abandone mi puesto y me dirigí hacia la pequeña mesa de centro y cogí un cofre no mas grande que la palma de mi mano y revise rápidamente su interior, todo estaba en orden.-Es hora mi neutral hermana.-odiaba esa estúpida aprensión que tenia hacia mi todo el tiempo pero aun así cogí su mano y salí de la habitación para reencontrarme con los de mi casta y demostrarle al mundo que por una noche nuevamente los poderosos, los que dimos origen al mito volvíamos a reinar sobre la que siempre había, era y seguiría siendo nuestra tierra.
Invitado- Invitado
Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
El viaje esta vez había sido más corto en comparación a los que había estado realizando últimamente. Había recibido la invitación un par de semanas atrás, como era su costumbre dudó, una, dos, tres veces en ir, pero al final había decidido asistir para darle un giro a la monotonía de su vida. Estaba seguro que si Indro estuviera con él en París la monotonía sería más llevadera, pero así eran las cosas y ambos se estaban comportando como niños. Dejó todo en orden en París, cualquier inconveniente, el joven de Homem-Christo tenía la orden expresa de usar su criterio, confiaba en él, no sabía por qué si era muy joven y carecía de educación, aunque eso último ya se encargaría de alegrarlo tan pronto tuviera tiempo. Era irónico pensar que él, siendo lo que era, no tuviera tiempo, pues eso tenía y de sobra, pero desde su llegada a la capital francesa había tenido un compromiso tras otro sin saber de dónde de pronto había salido todo aquello.
Había decidido, en aras de la temática de la fiesta, adoptar la personalidad de Asclepio (Esculapio para los romanos, Ofiuco en la modernidad), un semidios hijo de Apolo y la mortal Coronis, educado por el centauro Quirón, pero sobre todo, y lo que más interesaba a Daniil, considerado Dios de la Medicina. Asclepio, según el mito fue muerto por Zeus (o Hades en algunas otras versiones) al atreverse a desafiar sus designios, practicando la medicina tan correctamente que era incluso capaz de revivir a los muertos, sin embargo fue ascendido al cielo como constelación, algunos la consideran el decimo tercero signo zodiacal. No sólo le gustaba ir representando a aquel al que alguna vez los que compartían su profesión le rindieron culto, sino el mito por sí sólo decía algo sobre él, él también se atrevía a desafiar los ciclos de la vida de un modo apabullante.
Con el serpentario característico de aquella deidad en mano, símbolo universal de la medicina, una serpiente enroscada sobre una sencilla vara, arribó al sitio donde todos esperaban ingresar. Esperaba encontrarse con algún rostro conocido, pero a primera vista no encontró a nadie y se apartó del resto de la concurrencia. Una vez que entrara, pensó, podría ver a la hermosa señorita Loud, entregar su regalo y retirarse temprano; sonaba a todo un plan.
Así pues, a la sombra de una estatua observaba con detenimiento como el resto de los invitados interactuaban mientras él se sentía incapaz de hacerlo, aguardando a que se les diera entrada al recinto.
Había decidido, en aras de la temática de la fiesta, adoptar la personalidad de Asclepio (Esculapio para los romanos, Ofiuco en la modernidad), un semidios hijo de Apolo y la mortal Coronis, educado por el centauro Quirón, pero sobre todo, y lo que más interesaba a Daniil, considerado Dios de la Medicina. Asclepio, según el mito fue muerto por Zeus (o Hades en algunas otras versiones) al atreverse a desafiar sus designios, practicando la medicina tan correctamente que era incluso capaz de revivir a los muertos, sin embargo fue ascendido al cielo como constelación, algunos la consideran el decimo tercero signo zodiacal. No sólo le gustaba ir representando a aquel al que alguna vez los que compartían su profesión le rindieron culto, sino el mito por sí sólo decía algo sobre él, él también se atrevía a desafiar los ciclos de la vida de un modo apabullante.
Con el serpentario característico de aquella deidad en mano, símbolo universal de la medicina, una serpiente enroscada sobre una sencilla vara, arribó al sitio donde todos esperaban ingresar. Esperaba encontrarse con algún rostro conocido, pero a primera vista no encontró a nadie y se apartó del resto de la concurrencia. Una vez que entrara, pensó, podría ver a la hermosa señorita Loud, entregar su regalo y retirarse temprano; sonaba a todo un plan.
Así pues, a la sombra de una estatua observaba con detenimiento como el resto de los invitados interactuaban mientras él se sentía incapaz de hacerlo, aguardando a que se les diera entrada al recinto.
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
Siempre el conflictivo y el mas odiado de todos los hijos del gran Zeus, con carácter orgulloso y pretencioso al igual que mi madre Hera las ironías que se comenzaban a formar en torno a este dios y mi vida me hacían pensar que era mas que su simple representante en esta noche..pareciese que fuese su propio hijo ..Matar , Odiar y destruir lo poco y nada que había en este mundo eran cualidades innatas en mi, quizás unas mas que otras pero nada que no se pudiera arreglar en miles de años.
Es hora mi neutral hermana.-notaba su odio hacia mi pero no me importaba, su rechazo en cierta medida me hacia mas fuerte e insistente.-Hoy después de muchas lunas te voy a ganar esta guerra Atenea.-susurre en su odio mientras pasaba a mi lado y se adelantaba pero aun así pude ver su sonrisa, aceptaba el reto gustosa como en tiempos antiguos.-deberé agradecer a Persefone por esto... quizás era la noche, quizás eramos nosotros la verdad es que podían ser muchas cosas pero de algo si que estaba seguro; los inmortales como nosotros siempre tenemos la habilidad de cambiar el destino a nuestro antojo, por eso es que perduramos en el tiempo ese es el verdadero motivo de que nuestros nombres sean recordados por siglos y siglos sin que se dude un solo momento sobre nuestra existencia, regimos en sus vidas en tiempos pasado y lo seguimos haciendo en el presente, nosotros somos el futuro de mucho y el final de cientos solo por esta noche los dejaremos vivir un poco mas.
Las grandes esculturas con nuestras formas pasadas delataban el magnánimo evento de esta noche, la música a la distancia traía desde el pasado lo mas glorioso de nuestro mundo para vanagloriarnos de lo que siempre hemos sido.-Una gran noche al parecer.-en cierta medida albergaba la posibilidad de que algo mas allá de toda lógica y razonamiento ocurriese..algo que me hiciera recordar esta noche durante muchos siglos.
Soy el fuego y la espada de este mundo, solo mi nombre he de cincelar en la roca, solo yo causare el temor en los mortales y arrebatare sus vidas con un solo movimiento de mi espada. Los grandes héroes han caído frente a mis pies y con su piel me he vestido, sobre sus huesos me sentado y de su sangre he bebido. Yo soy el amo y señor de las confrontaciones ....Soy Ares.
Es hora mi neutral hermana.-notaba su odio hacia mi pero no me importaba, su rechazo en cierta medida me hacia mas fuerte e insistente.-Hoy después de muchas lunas te voy a ganar esta guerra Atenea.-susurre en su odio mientras pasaba a mi lado y se adelantaba pero aun así pude ver su sonrisa, aceptaba el reto gustosa como en tiempos antiguos.-deberé agradecer a Persefone por esto... quizás era la noche, quizás eramos nosotros la verdad es que podían ser muchas cosas pero de algo si que estaba seguro; los inmortales como nosotros siempre tenemos la habilidad de cambiar el destino a nuestro antojo, por eso es que perduramos en el tiempo ese es el verdadero motivo de que nuestros nombres sean recordados por siglos y siglos sin que se dude un solo momento sobre nuestra existencia, regimos en sus vidas en tiempos pasado y lo seguimos haciendo en el presente, nosotros somos el futuro de mucho y el final de cientos solo por esta noche los dejaremos vivir un poco mas.
Las grandes esculturas con nuestras formas pasadas delataban el magnánimo evento de esta noche, la música a la distancia traía desde el pasado lo mas glorioso de nuestro mundo para vanagloriarnos de lo que siempre hemos sido.-Una gran noche al parecer.-en cierta medida albergaba la posibilidad de que algo mas allá de toda lógica y razonamiento ocurriese..algo que me hiciera recordar esta noche durante muchos siglos.
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
La mente de Aurelien se había visto turbada por una incómoda presencia durante los últimos días, una presencia que había surgido del mismo membrete que portaba la invitación a una fiesta privada en Le Havre, una ciudad a escasos dos días de París. El muchacho hubiese rechazado la propuesta sin mayores miramientos, como otras tantas que pudiera haber recibido a su paso por Europa, con la sencilla excusa de no estar contratado para dar un recital, pero la firma que iba en el resistente papel le hizo no poder despachar el asunto con tanta facilidad. Persefone Loud, aquella mujer de pelo dorado que le había esperado en su propio camerino, para disconformidad del pianista, aquella misma que había logrado atraer su atención con palabras que dejaban entrever un conocimiento mayor del que expresaban a simple vista, era la misma mujer que le había planteado la posibilidad de aunar su fuerza y saber con los del joven nigromante para ayudar a éste a llevar a buen puerto la empresa a la que él se había agarrado como una tabla llena de clavos de sabor amargo en medio de un bravío mar sembrado de tempestades. Por eso, el muchacho no podía arriesgarse a ofender a la mujer con su ausencia.
Mientras cavilaba sobre lo que iba a hacer, en una lucha entre lo que parecía ser una acción en su propio beneficio y su ya omnipresente soberbia, se percató de que había que acudir a la reunión portando una vestimenta adecuada para no desentonar en la celebración de la mayoría de edad de la princesa griega que, como no extrañó al muchacho, se trataba de una indumentaria que emulase la propia que debieran haber usado los antiguos helenos. Aurelien perdió su mirada durante unos segundos a través del cristal del ventanal de su cuarto, posándola en un gris cielo parisino que presagiaba una tormenta de verano, al tiempo que su ceño se fruncía por aquella condición que agravaba ya la difícil posibilidad de que acudiese a aquella recepción. Con un resoplido decidió posponer la decisión a un momento posterior.
Las jornadas pasaron, casi como cualquier otra, al margen de aquel constante y molesto zumbido que se había instalado en su cabeza, asaltándolo de vez en cuando con la incógnita a la que debía de dar respuesta en breves, antes de que no tuviese tiempo para escoger su indumentaria. Con el fin de acallar aquello, terminó tomando una rápida decisión, sólo para que éste molesto ruido fuese sustituido por el problema de cómo ir vestido. Aurélien estuvo a punto de terminar con dolor de cabeza.
Sin embargo, allí se encontraba, en la playa de la costa normanda, mirando a aquella lengua de mar que se extendía cientos de kilómetros de largo y que separaba por apenas treinta leguas aquellas tierras galas de las anglosajonas que se encontraban al otro lado de aquel Canal de la Mancha. El aquitano estaba apartado del grueso de la gente, intentando ocultarse en las sombras, alejado del caprichoso fuego de las antorchas y de las conversaciones banales y sin sentido. El muchacho aguardaba, ocupando su tiempo en la lectura de uno de sus grimorios, pues rara era la vez en la que no llevaba uno encima, y esa no era una de esas excepciones. Dado que su casi inseparable maletín hubiese desentonado con aquel lugar, el muchacho había buscado un morral de cuero en el que cupiese aquel grueso y antiguo tomo del que esperaba sacar algún resquicio de sabiduría que no le llevara a crearle más desconfianza o dudas, como solía ocurrir. De todas formas, aquella no era la única variación, como era obvio, en sus ropajes, pues el nigromante había escogido una divinidad de aquel lugar del mediterráneo oriental para vestirse, discretamente, como tal. A parte de la túnica atada a sus hombros con cintas, como era propio, y ajustada a su talle por un cinturón, y unas krepis, o sandalias, cubriendo las suelas de sus pies, una sencilla corona de hojas de vid se entremezclaba con su cabello castaño al tiempo que él portaba un tirso; una piel de cabra descansando sobre sus hombros y una copa dorada, que ahora guardaba en su bolsa, completaban la caracterización. Dionisio, dios frigio de la agricultura, del teatro y del vino; sin embargo, aquellas atribuciones no eran las que interesaban al joven brujo. Aquella divinidad era también llamada ”Eleuterio” o, lo que es lo mismo, Libertador, ya que, a través del éxtasis y la embriaguez, liberaba a uno de la normalidad y de las imposiciones sociales y morales, siendo así pues famosas las dionisiacas y bacanales, que eran tachadas, precisamente, de amorales y criticadas y perseguidas por muchos. Aquellas eran razones que se asemejaban más al propio pensamiento del brujo, que ni siquiera él buscaba de llamar como propia moral o ideal, por mucho que así pudiera denominarse.
Aurélien no había acudido solo a la cita, habiendo permitido a Valko que lo acompañase, al cual había perdido de vista, aunque esto no llegaba a preocuparlo en ninguna medida; mientras el sirviente húngaro disfrutaba de la expectación de los presentes, el brujo aguardaba a que la anfitriona hiciese su aparición y que todo aquello pronto terminase.
Mientras cavilaba sobre lo que iba a hacer, en una lucha entre lo que parecía ser una acción en su propio beneficio y su ya omnipresente soberbia, se percató de que había que acudir a la reunión portando una vestimenta adecuada para no desentonar en la celebración de la mayoría de edad de la princesa griega que, como no extrañó al muchacho, se trataba de una indumentaria que emulase la propia que debieran haber usado los antiguos helenos. Aurelien perdió su mirada durante unos segundos a través del cristal del ventanal de su cuarto, posándola en un gris cielo parisino que presagiaba una tormenta de verano, al tiempo que su ceño se fruncía por aquella condición que agravaba ya la difícil posibilidad de que acudiese a aquella recepción. Con un resoplido decidió posponer la decisión a un momento posterior.
Las jornadas pasaron, casi como cualquier otra, al margen de aquel constante y molesto zumbido que se había instalado en su cabeza, asaltándolo de vez en cuando con la incógnita a la que debía de dar respuesta en breves, antes de que no tuviese tiempo para escoger su indumentaria. Con el fin de acallar aquello, terminó tomando una rápida decisión, sólo para que éste molesto ruido fuese sustituido por el problema de cómo ir vestido. Aurélien estuvo a punto de terminar con dolor de cabeza.
Sin embargo, allí se encontraba, en la playa de la costa normanda, mirando a aquella lengua de mar que se extendía cientos de kilómetros de largo y que separaba por apenas treinta leguas aquellas tierras galas de las anglosajonas que se encontraban al otro lado de aquel Canal de la Mancha. El aquitano estaba apartado del grueso de la gente, intentando ocultarse en las sombras, alejado del caprichoso fuego de las antorchas y de las conversaciones banales y sin sentido. El muchacho aguardaba, ocupando su tiempo en la lectura de uno de sus grimorios, pues rara era la vez en la que no llevaba uno encima, y esa no era una de esas excepciones. Dado que su casi inseparable maletín hubiese desentonado con aquel lugar, el muchacho había buscado un morral de cuero en el que cupiese aquel grueso y antiguo tomo del que esperaba sacar algún resquicio de sabiduría que no le llevara a crearle más desconfianza o dudas, como solía ocurrir. De todas formas, aquella no era la única variación, como era obvio, en sus ropajes, pues el nigromante había escogido una divinidad de aquel lugar del mediterráneo oriental para vestirse, discretamente, como tal. A parte de la túnica atada a sus hombros con cintas, como era propio, y ajustada a su talle por un cinturón, y unas krepis, o sandalias, cubriendo las suelas de sus pies, una sencilla corona de hojas de vid se entremezclaba con su cabello castaño al tiempo que él portaba un tirso; una piel de cabra descansando sobre sus hombros y una copa dorada, que ahora guardaba en su bolsa, completaban la caracterización. Dionisio, dios frigio de la agricultura, del teatro y del vino; sin embargo, aquellas atribuciones no eran las que interesaban al joven brujo. Aquella divinidad era también llamada ”Eleuterio” o, lo que es lo mismo, Libertador, ya que, a través del éxtasis y la embriaguez, liberaba a uno de la normalidad y de las imposiciones sociales y morales, siendo así pues famosas las dionisiacas y bacanales, que eran tachadas, precisamente, de amorales y criticadas y perseguidas por muchos. Aquellas eran razones que se asemejaban más al propio pensamiento del brujo, que ni siquiera él buscaba de llamar como propia moral o ideal, por mucho que así pudiera denominarse.
Aurélien no había acudido solo a la cita, habiendo permitido a Valko que lo acompañase, al cual había perdido de vista, aunque esto no llegaba a preocuparlo en ninguna medida; mientras el sirviente húngaro disfrutaba de la expectación de los presentes, el brujo aguardaba a que la anfitriona hiciese su aparición y que todo aquello pronto terminase.
Malkea Ruokh- Hechicero Clase Alta
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
¿No es encantador poder variar, de vez en cuando, el antifaz?
Un sirviente llego anunciando al interior del santuario la llegada de Persefone y con la formalidad de una autentica ceremonia… comenzamos con la función. La musica dejo sus ensayos e inicio un hierático himno, ajuste tras de mi oído el velo que cubría la mitad de mi rostro y salí al exterior del templo antes que nadie... En la cima de la plataforma escalonada y con una mirada altiva y curiosa recorrí a los invitados que se congregaban a la orilla del muelle. Sonriendo de disimulada manera tome el cortinaje de la puerta y camine al lado opuesto de donde le había sujetado, permitiendo entonces que un rubicundo varón que doblaba mi tamaño y ataviado en una túnica de lino, llevara la boquilla de su corneta a los labios e hiciera rugir al instrumento demandando la atención. De inmediato una docena de doncellas jóvenes y de exuberante belleza, salieron del templo casi corriendo cual musas en primavera y con una gracia que hacía parecer a sus pasos un baile.
Cada una de ellas, portando un color distinto, llevaba puesto un sujetador de tirantes adornado con piedras preciosas, en conjunto con faldas circulares de gasa. Evitando sobrepasar los límites del decoro, una maya situada entre el sujetador y el fajín cubría los vientres de las bailarinas, un diamante también ingeniosamente situado tapaba el ombligo. Sus melenas estaban sueltas aunque llevasen un pañuelo atado a la frente. En sus muñecas delgadas llevaban brazaletes de oro puro y una gargantilla a juego, con el emblema de cada mes del año en un dije. Con sus ademanes gráciles llegaron arrodillándose a los pies de Persefone y su señor Hades, reincorporándose después para dispersarse entre los invitados y arrojar lirios. La corneta sono una vez mas y todas de manera sincronizada comenzaron a invitar a los presentes al interior del templo. Mostrando sorpresa y admiración a Athenea, ¿la favorita de Zeus nos acompañaría en la velada?; reverenciando al poderoso Ares y prometiendole con una mirada las seducciones que lo hicieran olvidar, al menos por una noche, el amor a la sangre; besando las manos santas de Asclepio, quien esperaban pudiese disfrutar de la noche y de ser muy necesario, cuidarnos de cualquier desventura de Eris; Suspirando a la imagen de Dionisio que no podía faltar en las festividades!
Con esmero mostraron a todos su debida y divertida atención.
La música reforzó su entusiasmo y recibiendo con una sonrisa fui viendo subir uno a uno a los invitados por las escalinatas. Ataviada de forma similar a las musas, mi indumentaria estaba constituida por un vestido completo de velos blancos, de encajes elaborados y diamantes incrustados. El torso de la prenda era demasiado ceñida al cuerpo debido a los cinturones pero me permitía la movilidad, tenia un escote de corazón mas pronunciado que el de los vestidos franceses usuales y destacaba el collar de oro blanco y diamantes que llevaba al cuello, a juego también con los brazaletes. En vez de un pañuelo, una tiara condecoraba mis cabellos oscuros, sueltos en similitud de forma. Sin dejar de sostener el cortinaje me mantuve recargada contra la pared en posición desenfadada pero elegante, dedicándole no mas de una mirada y una sonrisa solaz a todos, sin excepciones a los conocidos.
Dentro la música, el alimento, la comodidad y la bebida estaban al gusto y deseo de todos, quienes habíamos dejado de ser nosotros…. Por esa noche.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Los tributos a la Diosa [ Con Invitacion ]
Las bailarinas que salieron del templo casi inmediatamente después de su llegada captaron la atención de Hades que permanecía lejos del mundo año tras año, era tras era solitario en el submundo de neblinas fantasmagóricas y ríos de lamento y sufrimiento. De vez en cuando se asomaba al mundo de los mortales o llegaba a ver a alguno de sus dos hermanos , Zeus y Poseidón, o alguno de los otros dioses que eran su familia. Pero esto ocurría una vez cada mil años, cada uno estaba ocupado dirigiendo el cielo, el mar y el mundo subterráneo. Era más usual que los mortales desendieran al Inframundo. Como en su tiempo lo hizo Heracles, Teseo, Odiseo -los tres únicos hombres que salieron del Tártaro con vida- hoy sin embargo estaba allí para acompañar a Persefone de vuelta a su Terra Mater. Por su puesto otros dioses también se hallaban congregados allí para las fiestas. Palas Atenea, la virginal guerrera. Ares, el supremo maestro en las artes militares. Asclepio, el héroe de Tesalia que se convirtió en dios de la Medicina. Dionisio, como señor de la agricultura, el teatro y el vino, era de esperarse que estuviera presente.
Darcy le ofreció su brazo a Persefone, la joven diosa eterna y la condujo unos pasos más playa adentro, observando el espectáculo a través de la máscara de Hades. Siguió con la mirada la profunda reverencia que les hicieran a su acompañante y a él mismo y después mientras jugaban con el resto de los nobles que protagonizaban otros dioses y diosas. Invitaban a subir por los escalones de mármol sobre la pequeña colina donde se situaba un templo antiguo, con arquitectura del estilo griego. Darcy le dedicó una sonrisa a Persefone, disfrutando aquella monumental puesta en escena.
-¿Vamos querida Señora de la Luz y las Tinieblas?- preguntó subiendo la escalinata sin soltar a la de rubios cabellos. Pudo divisar a Hera, a quién no había visto desde abajo. Dominique. Ya había esperado que se paseara con una pluma de pavo real en la cabeza… Se detuvo un momento a su lado, antes de entrar. -"Canto a Hera, la de áureo trono, a la que engendró Rea, a la reina inmortal, dotada de suprema hermosura, de Zeus tonante hermana y esposa, la gloriosa, a la que honran reverentes todos los Bienaventurados por el vasto Olimpo, por igual que a Zeus, que se goza con el rayo."- dijo mirándole y luego hizo una reverencia con la cabeza antes de continuar su camino. En el camino estaba Atenea, la diosa de ojos de lechuza y el divino Ares a su lado. Bellatrix y Fenrir Black. Justamente parecían ir de salida, hacia la playa de blanca arena. Hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo –“Palas engendrada sola, venerable progenie del gran Zeus, divina, bienaventurada diosa, que impulsas la guerra de corazón violento, inefable… Matadora de la Gorgona, que envías delirios a los malvados, prudencia para los buenos… Deidad de ojos brillantes, inventora de las artes, reina muy invocada” Sea bienvenida- fijose luego en Ares –Señor de la guerra, hijo de Hera que inspira el caos, las batallas y los conflictos entre los hombres. Que deja ver el paso de su mano de hierro aun sobre los estragos provocados por plagas y epidemias. Aquél en continuo conflicto con la hermosa Palas Atenea. Espero que este día gocemos de su preferencia y nos sea benevolente el clima- sonrió a medias –No veo tintes rojos en el cielo. Así que hoy podre descansar de los muertos y la sangre, disfrutar de la compañía de mi querida Persefone- concluyó buscando su mirada con una sonrisa lobuna.
Alrededor la música y la decoración creaban un ambiente que no tenían nada que envidiarle a los Campos Elíseos. Por esta noche podían jugar a revivir a los antiguos dioses que en esta era de la razón se mostraban ocultos… pero que aún parecían seguir teniendo influencia sobre los hombres.
Darcy le ofreció su brazo a Persefone, la joven diosa eterna y la condujo unos pasos más playa adentro, observando el espectáculo a través de la máscara de Hades. Siguió con la mirada la profunda reverencia que les hicieran a su acompañante y a él mismo y después mientras jugaban con el resto de los nobles que protagonizaban otros dioses y diosas. Invitaban a subir por los escalones de mármol sobre la pequeña colina donde se situaba un templo antiguo, con arquitectura del estilo griego. Darcy le dedicó una sonrisa a Persefone, disfrutando aquella monumental puesta en escena.
-¿Vamos querida Señora de la Luz y las Tinieblas?- preguntó subiendo la escalinata sin soltar a la de rubios cabellos. Pudo divisar a Hera, a quién no había visto desde abajo. Dominique. Ya había esperado que se paseara con una pluma de pavo real en la cabeza… Se detuvo un momento a su lado, antes de entrar. -"Canto a Hera, la de áureo trono, a la que engendró Rea, a la reina inmortal, dotada de suprema hermosura, de Zeus tonante hermana y esposa, la gloriosa, a la que honran reverentes todos los Bienaventurados por el vasto Olimpo, por igual que a Zeus, que se goza con el rayo."- dijo mirándole y luego hizo una reverencia con la cabeza antes de continuar su camino. En el camino estaba Atenea, la diosa de ojos de lechuza y el divino Ares a su lado. Bellatrix y Fenrir Black. Justamente parecían ir de salida, hacia la playa de blanca arena. Hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo –“Palas engendrada sola, venerable progenie del gran Zeus, divina, bienaventurada diosa, que impulsas la guerra de corazón violento, inefable… Matadora de la Gorgona, que envías delirios a los malvados, prudencia para los buenos… Deidad de ojos brillantes, inventora de las artes, reina muy invocada” Sea bienvenida- fijose luego en Ares –Señor de la guerra, hijo de Hera que inspira el caos, las batallas y los conflictos entre los hombres. Que deja ver el paso de su mano de hierro aun sobre los estragos provocados por plagas y epidemias. Aquél en continuo conflicto con la hermosa Palas Atenea. Espero que este día gocemos de su preferencia y nos sea benevolente el clima- sonrió a medias –No veo tintes rojos en el cielo. Así que hoy podre descansar de los muertos y la sangre, disfrutar de la compañía de mi querida Persefone- concluyó buscando su mirada con una sonrisa lobuna.
Alrededor la música y la decoración creaban un ambiente que no tenían nada que envidiarle a los Campos Elíseos. Por esta noche podían jugar a revivir a los antiguos dioses que en esta era de la razón se mostraban ocultos… pero que aún parecían seguir teniendo influencia sobre los hombres.
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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