AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
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Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Era un mal día, una mala madrugada. Cuando por fin había dejado invadirme por un bendito y merecido sueño, luego de un día de duro entrenamiento, oía al mayordomo golpear la pesada puerta de roble de mi habitación. Me lleve una mano a la sien, pensando en qué sería tan importante como para interrumpir en las pocas horas de descanso que tenía, después de todo había dejado estrictas órdenes de no ser molestada… a menos que fuese una emergencia. Y era obvio que en este “trabajo” solían ocurrir bastante a menudo.
¡¿Un imitador?! Me lleve las manos al rostro, frotándolo, pensando en lo ridículo de una situación como esa. No habían encargos programados para esta noche, y el cadáver seguía caliente según me habían informado, así que debía cerciorarme de que la marca que dejábamos en nuestros trabajos fuera eso, la original, o bien una vil copia de alguien que trataba de adjudicarnos un asesinato, y esta vez era grave, pues al parecer no era más que un humano, así que no cabría la justificación de “No, era legítima defensa, una criatura no natural andaba merodeando”.
Me levanté para vestirme rápidamente, descartando de plano que fuese alguien de que mi equipo, ellos eran leales y la paga era lo bastante buena como para traicionarnos. Ya comenzaba a dolerme la cabeza. Era una mala madrugada. No dejaba de repetírmelo.
Me armé como de costumbre, solo en caso de alguna eventualidad, y tomé el carruaje que me esperaba fuera de las murallas de mi residencia. Debía llegar antes que la policía, o podíamos meternos en problemas. Si bien tenía bastantes contactos “dentro”, sería complicado si uno de los que no estuviesen enterados de nuestro… trato, viera la marca, ya que comenzarían a investigar, vaya si se encontrarían con un buen rastro de cadáveres.
Le pedí al cochero que me dejara a unas cuadras del callejón de la discordia, sería más cómodo caminar, y claramente menos sospechoso en caso de que alguien quisiese sumarse a ver el espectáculo, ya que ¿Quién iba a imputarle tal aberración a una frágil jovencita? Reía para mis adentros al pensar en ello, aunque no era momento para eso.
Entré en el asqueroso callejón, no había nadie más aparte de mí, técnicamente al menos, el pobre desgraciado que yacía bajo mis pies ya había perdido la vida, con una estocada en el corazón, basto con verla pasa saber que no era uno de los míos, un trabajo tan mal hecho no podía ser ni siquiera de un novato. Pero tenía la marca, el símbolo del arsénico marcado en el pecho, que solíamos usar para señalarle nuestros trabajos a los contactos que teníamos en la policía, sonreí al verlo y me arrodille en el suelo, estaba bastante mal hecho y además no había quemado en la piel, a nuestro estilo, sino que había sido rústicamente hecho con la punta del mismo objeto cortante con que lo hirieron de muerte. Solté un leve suspiro, esto había dejado de ser gracioso.
¡¿Un imitador?! Me lleve las manos al rostro, frotándolo, pensando en lo ridículo de una situación como esa. No habían encargos programados para esta noche, y el cadáver seguía caliente según me habían informado, así que debía cerciorarme de que la marca que dejábamos en nuestros trabajos fuera eso, la original, o bien una vil copia de alguien que trataba de adjudicarnos un asesinato, y esta vez era grave, pues al parecer no era más que un humano, así que no cabría la justificación de “No, era legítima defensa, una criatura no natural andaba merodeando”.
Me levanté para vestirme rápidamente, descartando de plano que fuese alguien de que mi equipo, ellos eran leales y la paga era lo bastante buena como para traicionarnos. Ya comenzaba a dolerme la cabeza. Era una mala madrugada. No dejaba de repetírmelo.
Me armé como de costumbre, solo en caso de alguna eventualidad, y tomé el carruaje que me esperaba fuera de las murallas de mi residencia. Debía llegar antes que la policía, o podíamos meternos en problemas. Si bien tenía bastantes contactos “dentro”, sería complicado si uno de los que no estuviesen enterados de nuestro… trato, viera la marca, ya que comenzarían a investigar, vaya si se encontrarían con un buen rastro de cadáveres.
Le pedí al cochero que me dejara a unas cuadras del callejón de la discordia, sería más cómodo caminar, y claramente menos sospechoso en caso de que alguien quisiese sumarse a ver el espectáculo, ya que ¿Quién iba a imputarle tal aberración a una frágil jovencita? Reía para mis adentros al pensar en ello, aunque no era momento para eso.
Entré en el asqueroso callejón, no había nadie más aparte de mí, técnicamente al menos, el pobre desgraciado que yacía bajo mis pies ya había perdido la vida, con una estocada en el corazón, basto con verla pasa saber que no era uno de los míos, un trabajo tan mal hecho no podía ser ni siquiera de un novato. Pero tenía la marca, el símbolo del arsénico marcado en el pecho, que solíamos usar para señalarle nuestros trabajos a los contactos que teníamos en la policía, sonreí al verlo y me arrodille en el suelo, estaba bastante mal hecho y además no había quemado en la piel, a nuestro estilo, sino que había sido rústicamente hecho con la punta del mismo objeto cortante con que lo hirieron de muerte. Solté un leve suspiro, esto había dejado de ser gracioso.
Haydee Tebelyn-Danglars- Inquisidor Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Adoraba mi trabajo, eso no podía negarlo, pero cuando entré en el cuerpo de policía esperaba tratar asuntos algo más peliagudos que los que solía traer entre manos. La adrenalina a penas la sentía y aquello me desmotivaba en cierto modo. A demás, odiaba cuando me tocaba cubrir los turnos nocturnos. Y lo peor, es que aquella noche estaba solo en la comisaría, pues muchos de mis compañeros habían pedido unas vacaciones y muchos otros se encontraban patrullando las calles.
Así que, solo y con la única compañía de una buena taza de café, me decidía a pasar la noche en vela sólo por si a alguien se le ocurría acercarse a la comisaría a denunciar algún pequeño hurto o algún conflicto entre vecinos. Me acomodé en la silla de mi despacho y cerré los ojos para descansarlos, no percatándome que el sueño se rebelaba contra mí y me envolvía en sus brazos para deleitarme con un viaje fuera del mundo real.
Hasta que la realidad cayó sobre mí en forma de grito alarmado. Abrí mis ojos como platos y busqué el origen, hallándolo frente a mí. Uno de mis subordinados había corrido hasta la comisaría para advertir de la presencia de un cadáver en una de las calles, por suerte, no muy lejos de ahí. Él también se encontraba solo de servicio, así que comprendí que debía desplazarme rápidamente hacia la zona antes de que nadie se percatara de lo acontecido aquella madrugada.
Tomé las riendas del caballo que disponía como miembro de la Autoridad y en menos de doce minutos llegaba al lugar, después de dejar a mi compañero en comisaría para seguir vigilando. Todo apuntaba que aquella noche la adrenalina estaría a flor de piel y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Por fin podría realizar mi trabajo a mi manera.
Pero cuando llegué, una mujer estaba junto a un hombre tendido y aquello me desarmó. ¿Qué hacía allí? Mi subordinado no había mencionado que encontrara a nadie más cuando vio el cadáver y vino a avisarme. Entonces... ¿ella había llegado después, pero antes que yo? Sin dudarlo, llevé mi mano a mi pistola y apunté directamente hacia ella.
- Identifíquese y dígame qué está haciendo aquí y ahora, madmoiselle.- le exigí con frialdad, deslizando mi dedo índice hacia el gatillo por si la mujer intentaba escapar o hacía algún movimiento alarmante.
Así que, solo y con la única compañía de una buena taza de café, me decidía a pasar la noche en vela sólo por si a alguien se le ocurría acercarse a la comisaría a denunciar algún pequeño hurto o algún conflicto entre vecinos. Me acomodé en la silla de mi despacho y cerré los ojos para descansarlos, no percatándome que el sueño se rebelaba contra mí y me envolvía en sus brazos para deleitarme con un viaje fuera del mundo real.
Hasta que la realidad cayó sobre mí en forma de grito alarmado. Abrí mis ojos como platos y busqué el origen, hallándolo frente a mí. Uno de mis subordinados había corrido hasta la comisaría para advertir de la presencia de un cadáver en una de las calles, por suerte, no muy lejos de ahí. Él también se encontraba solo de servicio, así que comprendí que debía desplazarme rápidamente hacia la zona antes de que nadie se percatara de lo acontecido aquella madrugada.
Tomé las riendas del caballo que disponía como miembro de la Autoridad y en menos de doce minutos llegaba al lugar, después de dejar a mi compañero en comisaría para seguir vigilando. Todo apuntaba que aquella noche la adrenalina estaría a flor de piel y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Por fin podría realizar mi trabajo a mi manera.
Pero cuando llegué, una mujer estaba junto a un hombre tendido y aquello me desarmó. ¿Qué hacía allí? Mi subordinado no había mencionado que encontrara a nadie más cuando vio el cadáver y vino a avisarme. Entonces... ¿ella había llegado después, pero antes que yo? Sin dudarlo, llevé mi mano a mi pistola y apunté directamente hacia ella.
- Identifíquese y dígame qué está haciendo aquí y ahora, madmoiselle.- le exigí con frialdad, deslizando mi dedo índice hacia el gatillo por si la mujer intentaba escapar o hacía algún movimiento alarmante.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Y pensar que me había levantado por culpa de algún estúpido imitador, encima era un ladrón, el tipo llevaba buena ropa, claramente distinguible por la textura de la tela de su camisa, así que debería llevar dinero encima, pero revisé sus bolsillos y no encontré nada. Si llegaba a encontrarlo iba a darle el escarmiento de su vida, probablemente el ultimo, no porque con lo que hacía amenazaba la credibilidad y seriedad que conllevaba utilizar aquel símbolo, sino que era una cosa de orgullo, mi familia había pasado generaciones en ello, y no iba a permitir que un idiota aburrido ensuciara mi apellido.
De pronto escuché los cascos de un caballo azotando la calle. ¡Genial! Ahora tendría que dar explicaciones por algo en lo que no tenía ni un ápice de culpa, y toda esta situación ya estaba llegando a enfadarme más de lo que era sano. Quería estar de vuelta en mi cama, cerrar los ojos y que el caprichoso de Morfeo me llevara por unas cuantas horas, pero al parecer ese momento de calma iba a dilatarse cada vez más.
Tan solo lo escuché hablar, típico procedimiento policial, ¡Maldición! De todos los incautos que podían haberse pasado por el lugar, entre los que se incluían borrachos y delincuentes, tenía que toparme con un policía, casi podía sentir la pólvora de la pistola con la que seguramente me estaba apuntando sin necesidad de voltearme a verlo. Hora del espectáculo. Me llevé las manos a la boca, fingiendo un grito, así podría acallarlo y llamar tanto la atención. Bajé una mano hasta mi abdomen, y me incliné un poco sobre el cadáver antes de comenzar a tambalearme para el primer clímax de la escena.
- Esta… muerto… - fue lo único que dije, no era necesario nada más, el resto fue cosa de caerme hacia un costado y cerrar los ojos. Un perfecto desmayo.
Yo nunca hablaba directamente con la policía, mucho menos con aquellos que debían vigilar y servir en las calles, solo trataba con los policías de escritorio, esos mandamases que ya se habían olvidado de la ilusión que seguramente habían sentido el primer día de trabajo. Probablemente en sujeto no me conociera, pero tal vez si por mi nombre, así que hacerle sentir empatía por una aterrada joven me ayudaría bastante, aunque no esperaba que con ello fuese menos pulcro en su trabajo pero sí un poco más amable.
- Haydee… Tebelyn-Danglars… - susurré fingiendo dificultad al hablar, haciéndolo sonar casi como un mero reflejo del supuesto miedo que me había producido el cadáver y el hecho de que me apuntara con un arma.
No pude evitar recordar a mi padre a causa de aquel gesto, el día en que puso aquel frío tubo en mi frente, el día en que tuve que dejar de sonreír de verdad. Era mejor no pensar en eso, si me afectaba se notaría en mi rostro, y si en algo era buena, aparte de mi trabajo claro, era actuando.
De pronto escuché los cascos de un caballo azotando la calle. ¡Genial! Ahora tendría que dar explicaciones por algo en lo que no tenía ni un ápice de culpa, y toda esta situación ya estaba llegando a enfadarme más de lo que era sano. Quería estar de vuelta en mi cama, cerrar los ojos y que el caprichoso de Morfeo me llevara por unas cuantas horas, pero al parecer ese momento de calma iba a dilatarse cada vez más.
Tan solo lo escuché hablar, típico procedimiento policial, ¡Maldición! De todos los incautos que podían haberse pasado por el lugar, entre los que se incluían borrachos y delincuentes, tenía que toparme con un policía, casi podía sentir la pólvora de la pistola con la que seguramente me estaba apuntando sin necesidad de voltearme a verlo. Hora del espectáculo. Me llevé las manos a la boca, fingiendo un grito, así podría acallarlo y llamar tanto la atención. Bajé una mano hasta mi abdomen, y me incliné un poco sobre el cadáver antes de comenzar a tambalearme para el primer clímax de la escena.
- Esta… muerto… - fue lo único que dije, no era necesario nada más, el resto fue cosa de caerme hacia un costado y cerrar los ojos. Un perfecto desmayo.
Yo nunca hablaba directamente con la policía, mucho menos con aquellos que debían vigilar y servir en las calles, solo trataba con los policías de escritorio, esos mandamases que ya se habían olvidado de la ilusión que seguramente habían sentido el primer día de trabajo. Probablemente en sujeto no me conociera, pero tal vez si por mi nombre, así que hacerle sentir empatía por una aterrada joven me ayudaría bastante, aunque no esperaba que con ello fuese menos pulcro en su trabajo pero sí un poco más amable.
- Haydee… Tebelyn-Danglars… - susurré fingiendo dificultad al hablar, haciéndolo sonar casi como un mero reflejo del supuesto miedo que me había producido el cadáver y el hecho de que me apuntara con un arma.
No pude evitar recordar a mi padre a causa de aquel gesto, el día en que puso aquel frío tubo en mi frente, el día en que tuve que dejar de sonreír de verdad. Era mejor no pensar en eso, si me afectaba se notaría en mi rostro, y si en algo era buena, aparte de mi trabajo claro, era actuando.
Haydee Tebelyn-Danglars- Inquisidor Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
La muchacha parecía aterrada y asustada, sorprendida aparentemente por ver aquél cadáver. Hablaba entre jadeos y sus gestos, algo enfatizados para mi gusto, mostraban su estado anímico desorbitado. Su nombre no me dijo nada, así que la ignoré. Sin dejar de apuntarla con la pistola le hice un gesto para que se alejara del cuerpo y me acuclillé junto al cadáver, inspeccionando las marcas que mostraran el motivo de su fallecimiento. Un extraño garabato a la altura de su pecho me hizo fruncir el ceño. Como acto reflejo, desvié mi mirada hacia la joven.
- Qué es lo que hace aquí sola y a éstas horas, señorita.- le pregunté sin molestarme a ocultarle que se había convertido en mi primera sospechosa.
Me alcé y la tomé de la muñeca, alzándola sin ningún tipo de elegancia o educación, guiándola hacia dónde se encontraba mi caballo. No podía dejarla marchar así sin más y mucho menos podía dejarla al cargo del fiambre mientras yo pedía refuerzos para llevar al cadáver a comisaría. Así que la alcé y la senté sobre el animal mientras yo regresaba a por el muerto, cargándolo entre mis brazos con sumo cuidado de tocar lo mínimo posible y lo dispuse en mis piernas, ya sentado en el caballo y la muchacha tras de mí. Alcé las riendas y con un suave movimiento de muñecas, el animal empezó a trotar.
- Qué es lo que hace aquí sola y a éstas horas, señorita.- le pregunté sin molestarme a ocultarle que se había convertido en mi primera sospechosa.
Me alcé y la tomé de la muñeca, alzándola sin ningún tipo de elegancia o educación, guiándola hacia dónde se encontraba mi caballo. No podía dejarla marchar así sin más y mucho menos podía dejarla al cargo del fiambre mientras yo pedía refuerzos para llevar al cadáver a comisaría. Así que la alcé y la senté sobre el animal mientras yo regresaba a por el muerto, cargándolo entre mis brazos con sumo cuidado de tocar lo mínimo posible y lo dispuse en mis piernas, ya sentado en el caballo y la muchacha tras de mí. Alcé las riendas y con un suave movimiento de muñecas, el animal empezó a trotar.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
¿Qué le pasaba a este sujeto? O bien era muy bruto o es que era muy inteligente, y la verdad no sabía bien por que optar. Tal vez no sintiera ningún grado de empatía por mí, o simplemente mi presencia no le agradaba, aunque era tonto pensar en ello en estos momentos. Había pasado de ser la frágil jovencita que se había encontrado con un cadáver, a la sospechosa de un asesinato, que al menos esta vez no había cometido. Que irónico. Desde la primera vez que asesiné a alguien habían pasado bastantes años, y una lista que no me molestaba en contar, pero nunca había sido sospechosa de nada. Así que no me preocupé, este cadáver no era mío y no pensaba cargar con él.
- Venía en mi carruaje, todavía… deberían estar esperándome – dije fingiendo que normalizaba mi respiración – Y vi a un sujeto ensangrentado correr con algo que parecía un enorme cuchillo –
¡Ja! Una vaga descripción, era obvio que sabía de lo que se trataba, ese filo dentado era muy fácil de reconocer, probablemente el sujeto se había manchado aún más con su sangre cuando trató de quitarle la daga dentada del pecho, y yo no tenía ni la más miserable gotita de sangre pegada en el vestido. Me sorprendí de que no se diera cuenta de ello a primera vista, pero no había caso…
- Me hace… daño – gemí cuando me tomó de la muñeca, sin ninguna delicadeza he de decir, para subirme al animal, que probablemente estaba siendo menos bruto que él.
Luego solo me quedé en silencio, hastiada, esperando que… ¿Iba a subir el cadáver? Tenía razón, era más bruto que el pobre caballo que tenía que cargar nuestro peso, casi me ofrecí a que me llevase amarrada, caminando, pero antes de que pudiese decir nada comenzó a andar, sin siquiera decirme que me aferrara a él. De no ser porque… Si, podía andar perfectamente así, pero él no lo sabía ¿No?
Me deslicé con cuidado de caer estrepitosamente pero sin hacerme tanto daño, o eso creí antes de que sintiera aquel raspón en mi mejilla. No era nada comparado con las heridas que me había hecho antes, pero para una chica frágil sería lo suficiente como para comenzar a llorar. Y eso hice, pero no me moví ni hice el mejor gesto para escapar, esperando cambiar la situación un poco más a mi favor.
- Venía en mi carruaje, todavía… deberían estar esperándome – dije fingiendo que normalizaba mi respiración – Y vi a un sujeto ensangrentado correr con algo que parecía un enorme cuchillo –
¡Ja! Una vaga descripción, era obvio que sabía de lo que se trataba, ese filo dentado era muy fácil de reconocer, probablemente el sujeto se había manchado aún más con su sangre cuando trató de quitarle la daga dentada del pecho, y yo no tenía ni la más miserable gotita de sangre pegada en el vestido. Me sorprendí de que no se diera cuenta de ello a primera vista, pero no había caso…
- Me hace… daño – gemí cuando me tomó de la muñeca, sin ninguna delicadeza he de decir, para subirme al animal, que probablemente estaba siendo menos bruto que él.
Luego solo me quedé en silencio, hastiada, esperando que… ¿Iba a subir el cadáver? Tenía razón, era más bruto que el pobre caballo que tenía que cargar nuestro peso, casi me ofrecí a que me llevase amarrada, caminando, pero antes de que pudiese decir nada comenzó a andar, sin siquiera decirme que me aferrara a él. De no ser porque… Si, podía andar perfectamente así, pero él no lo sabía ¿No?
Me deslicé con cuidado de caer estrepitosamente pero sin hacerme tanto daño, o eso creí antes de que sintiera aquel raspón en mi mejilla. No era nada comparado con las heridas que me había hecho antes, pero para una chica frágil sería lo suficiente como para comenzar a llorar. Y eso hice, pero no me moví ni hice el mejor gesto para escapar, esperando cambiar la situación un poco más a mi favor.
Haydee Tebelyn-Danglars- Inquisidor Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Tenía la mente fijada en el cadáver ensangrentado que llevaba justo sobre mis piernas, procurando que no se resbalara con la velocidad que llevaba el caballo y preocupado porque el animal no se sintiera agotado con tanto peso sobre su lomo. De reojo, iba observando cada marca del cuerpo inerte, sin tocarlo tan siquiera par ano borrar ninguna pista. Aún faltaban varias calles para llegar a la comisaría cuando noté que el caballo iba más deprisa y más ágil. Volteándome como acto reflejo, vi que la muchacha no se hallaba tras de mí, sino tirada en el suelo varios metros atrás. Puse los ojos en blanco y resoplé, cansado de tratar con damiselas en apuros. ¿Es que nunca había subido a un caballo? ¿No sabía mantenerse erecta? Ella no se movía, estaba claro que no quería escapar, algo muy inteligente si se tenía en cuenta que era un licántropo y como medio de transporte usaba un caballo domado expresamente para correr. Hubiera sido realmente estúpido que intentara huír, sobretodo teniendo su esencia en mis pulmones y pudiéndola rastrear. Aquél gesto la hubiera delatado, y que se mantuviera quieta en el suelo mientras giraba el rumbo de mi animal para ir a por ella, me hizo pensar que o bien era muy inteligente o bien era inocente. Y mis instintos me decían que ella sabía algo más de lo que decía saber.
Bajé del caballo asegurándome de que el muerto seguía sobre su lomo y me acuclillé al lado de la jovencita, sin tan siquiera tocarla un pelo, sólo observando su rostro y soportando sus lloriqueos infantiles.
- Cuanto antes lleguemos a comisaría antes podrás marcharte.- le aseguré con severidad.- Así que haz el favor de levantarte e intenta no volver a caer o ésta vez no volveré a por ti.
Sin esperar ninguna respuesta o queja por su parte la tomé de ambos brazos y la cargué alrededor de mis hombros como si de una bufanda se tratara, la subí junto al muerto y la senté tras él y yo detrás de ella, pasando mis brazos por su cintura y agarrando las riendas de nuevo, con un sutil movimiento nos volvimos a poner en marcha. Esperaba que en esa posición, ella no volviera a desaparecer de la nada y desde luego iba vigilando todos sus gestos o movimientos, procurando que no tocara al fiambre con el que compartía asiento. Sonreí ante lo cómico de aquella situación: un muerto, una niña consentida y un policía malhumorado en lomos de un mismo caballo. Extraño y divertido, sin duda.
Bajé del caballo asegurándome de que el muerto seguía sobre su lomo y me acuclillé al lado de la jovencita, sin tan siquiera tocarla un pelo, sólo observando su rostro y soportando sus lloriqueos infantiles.
- Cuanto antes lleguemos a comisaría antes podrás marcharte.- le aseguré con severidad.- Así que haz el favor de levantarte e intenta no volver a caer o ésta vez no volveré a por ti.
Sin esperar ninguna respuesta o queja por su parte la tomé de ambos brazos y la cargué alrededor de mis hombros como si de una bufanda se tratara, la subí junto al muerto y la senté tras él y yo detrás de ella, pasando mis brazos por su cintura y agarrando las riendas de nuevo, con un sutil movimiento nos volvimos a poner en marcha. Esperaba que en esa posición, ella no volviera a desaparecer de la nada y desde luego iba vigilando todos sus gestos o movimientos, procurando que no tocara al fiambre con el que compartía asiento. Sonreí ante lo cómico de aquella situación: un muerto, una niña consentida y un policía malhumorado en lomos de un mismo caballo. Extraño y divertido, sin duda.
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Me llevé la mano a la mejilla cuando sentí que una tibia gotita, diferente a las que hice caer de mis ojos, resbalaba hasta mi cuello, y vi en las yemas de mis dedos algo de sangre, un error de cálculo muy estúpido, porque si me quedaba una cicatriz no me lo iba a perdonar, sabiendo lo mucho que odiaba aquellas casi imperceptibles marcas que tenía en mi costado, no había tenido el debido cuidado a la hora de caer. El sujeto tardó algo en darse cuenta de que no estaba detrás de él ¿Acaso no había notado de inmediato que en ningún momento me aferré a él para sostenerme? O bien no le interesaba lo que me ocurriera o bien era malo en su trabajo, lo cual obviamente era conveniente para mí, aunque mi ya moldeado instinto me decía que no debía subestimarlo, que había algo más detrás de esos verdes.
Me negué a contestarle al ver que ni siquiera era capaz de tenderme la mano para ayudarme a levantar, solo debía esperar que llegáramos al maldito cuartel de policía para hablar por su superior de este “indigno trato” que le estaba dando a una frágil señorita. Pero antes de que pudiese levantarme por mi misma me cogió como si no fuese más que un saco de harina, cosa que dañó profundamente mi orgullo ¡¿Quién se creía para tratarme así?! Era un simple policía y no tenía que darle el placer de sacarme de mis casillas. Quería patalear y de paso darle un par de arañazos en el rostro para que luego no se olvidara de este día, aunque pensándolo mejor, si salía bien de esto sería mejor que se olvidara de todo, de mí, del cadáver, y de la marca que había en él.
Observé con asco el cadáver que ahora estaba frente a mí, iba de un descriterio a otro, y no tenía por qué decirle como hacer su trabajo, pero si mi vestido se llegaba a manchar con la sangre del sujeto haría menos creíble mi historia, que sería la que acabase redimiéndome de algo que en principio no fue mi culpa. De verdad no quería hacer esto… pero no me quedaba otra opción.
Un profundo suspiro salió de mis labios, cerré los ojos con fuerza para no seguir viendo el cuerpo inerte que yacía frente a mí, y aprovechando mi posición me volteé hasta acurrucarme en el pecho del policía, así si mi vestido se ensuciaba, sería por la parte trasera, cosa que él mismo podría explicarse luego. Hundí mi rostro en su pecho porque no quería siquiera mirarlo a la cara, tal vez me daba un aspecto más frágil, pero de verdad no quería mirarlo y tener que aguantarme las ganas de darle una bofetada por lo que me hizo. Aunque… sí, tenía que admitirlo, el sujeto no estaba nada mal, pero sacudí mi cabeza ¡No podía estar pensando en esa posibilidad ahora! Probablemente iba a tener que pasar la noche con él, pero en el peor sentido en que se le podía dar a aquella expresión.
Me negué a contestarle al ver que ni siquiera era capaz de tenderme la mano para ayudarme a levantar, solo debía esperar que llegáramos al maldito cuartel de policía para hablar por su superior de este “indigno trato” que le estaba dando a una frágil señorita. Pero antes de que pudiese levantarme por mi misma me cogió como si no fuese más que un saco de harina, cosa que dañó profundamente mi orgullo ¡¿Quién se creía para tratarme así?! Era un simple policía y no tenía que darle el placer de sacarme de mis casillas. Quería patalear y de paso darle un par de arañazos en el rostro para que luego no se olvidara de este día, aunque pensándolo mejor, si salía bien de esto sería mejor que se olvidara de todo, de mí, del cadáver, y de la marca que había en él.
Observé con asco el cadáver que ahora estaba frente a mí, iba de un descriterio a otro, y no tenía por qué decirle como hacer su trabajo, pero si mi vestido se llegaba a manchar con la sangre del sujeto haría menos creíble mi historia, que sería la que acabase redimiéndome de algo que en principio no fue mi culpa. De verdad no quería hacer esto… pero no me quedaba otra opción.
Un profundo suspiro salió de mis labios, cerré los ojos con fuerza para no seguir viendo el cuerpo inerte que yacía frente a mí, y aprovechando mi posición me volteé hasta acurrucarme en el pecho del policía, así si mi vestido se ensuciaba, sería por la parte trasera, cosa que él mismo podría explicarse luego. Hundí mi rostro en su pecho porque no quería siquiera mirarlo a la cara, tal vez me daba un aspecto más frágil, pero de verdad no quería mirarlo y tener que aguantarme las ganas de darle una bofetada por lo que me hizo. Aunque… sí, tenía que admitirlo, el sujeto no estaba nada mal, pero sacudí mi cabeza ¡No podía estar pensando en esa posibilidad ahora! Probablemente iba a tener que pasar la noche con él, pero en el peor sentido en que se le podía dar a aquella expresión.
Haydee Tebelyn-Danglars- Inquisidor Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Noté al caballo exhausto, tanto por el camino como por el peso que llevaba encima. Pensé entonces en bajarme y guiarle mientras caminaba a su lado, manteniendo a la muchacha y al fiambre en su lomo. Pero de pronto, la mujer se giró y acomodó su cabeza en mi pecho. La miré alzando una ceja y procurando que su gesto no me desestabilizara y cayera. En silencio, seguimos el trayecto hasta llegar al final de una calle. Detuve al animal y esperé a que los carruajes pasaran con rapidez frente nuestro. Olisqueé el ambiente y fruncí la nariz cuando todo cuanto inundaba mis pulmones era el aroma de la sangre. Recé para no toparnos con ningún vampiro, pues podría aprovecharse de la situación.
- ¿Está bien?- le pedí sin mirarla, intentando averiguar el motivo por el que actuaba de forma tan extraña. De acuerdo, estaba sentada tras un cadáver con muy mal aspecto, pero no había para tanto, todos mueren alguna vez y dudada que fuese la primera persona que sus ojos claros hubieran visto.
Cuando vi la oportunidad de cruzar hice un leve movimiento con las riendas y el caballo volvió a cabalgar, aunque con dificultades. Sus patas delanteras flaqueaban y su respiración era frenética. Meneé la cabeza e hice un gesto a la chica para que se apartara de mi cuerpo, saltando del sillín en cuanto llegamos a la otra calle. Me acerqué al animal y acaricié su rostro, transmitiéndole mi agradecimiento y valentía. Miré a la chica y le indiqué que se agarrara al cuello del animal para no caer. Dicho eso, empecé a guiar al corcel sin olvidarme de la compañía femenina.
El ir prácticamente andando alargaría el proceso de llegada a la comisaría y mucho a mi pesar, tuve que aceptarlo. Sabía que si seguía sobre su lomo el animal cedería en cualquier momento y no podía arriesgarme a lastimarle. Alcé la vista hacia el cielo que de pronto, se cubrió de negras nubes y ocultaron la radiante luna. A los escasos minutos, una fina capa de lluvia cubrió mi cuerpo y me estremecí ligeramente. ¡Maldita mi suerte!, farfullé.
- ¿Está bien?- le pedí sin mirarla, intentando averiguar el motivo por el que actuaba de forma tan extraña. De acuerdo, estaba sentada tras un cadáver con muy mal aspecto, pero no había para tanto, todos mueren alguna vez y dudada que fuese la primera persona que sus ojos claros hubieran visto.
Cuando vi la oportunidad de cruzar hice un leve movimiento con las riendas y el caballo volvió a cabalgar, aunque con dificultades. Sus patas delanteras flaqueaban y su respiración era frenética. Meneé la cabeza e hice un gesto a la chica para que se apartara de mi cuerpo, saltando del sillín en cuanto llegamos a la otra calle. Me acerqué al animal y acaricié su rostro, transmitiéndole mi agradecimiento y valentía. Miré a la chica y le indiqué que se agarrara al cuello del animal para no caer. Dicho eso, empecé a guiar al corcel sin olvidarme de la compañía femenina.
El ir prácticamente andando alargaría el proceso de llegada a la comisaría y mucho a mi pesar, tuve que aceptarlo. Sabía que si seguía sobre su lomo el animal cedería en cualquier momento y no podía arriesgarme a lastimarle. Alcé la vista hacia el cielo que de pronto, se cubrió de negras nubes y ocultaron la radiante luna. A los escasos minutos, una fina capa de lluvia cubrió mi cuerpo y me estremecí ligeramente. ¡Maldita mi suerte!, farfullé.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Casi podía sentir el latir de la vena en mi frente, parte del cansancio por no haber dormido lo suficiente comenzaba a hacer mella en mi cuerpo, por lo que de no ser por esa rabia que comenzaba a correr por mis venas, perfectamente pude haberme quedado dormida en esa misma posición. Pero no. Tenía que volver a hablar para preguntar si estaba bien, rompiendo así con la poca tranquilidad que había conseguido. ¿Acaso no se daba cuenta? ¿Cómo iba a estar bien una joven que acababa de ver un cadáver, y que encima era sindicada como sospechosa? Este sujeto me enfermaba, además ni siquiera tenía como llamarle en mi mente pues no sabía su nombre, aunque tampoco me importaba demasiado, de ahora en adelanta solo sería “el molesto policía”.
Me negué a responder y mantuve los labios cerrados, tratando de volver a relajarme un poco para que mi cuerpo descansara un poco de los embates del día, pero entonces sentí que el policía se bajaba del caballo. ¡Ja! ¿Ahora se venía a dar cuenta de que el pobre caballo no podía cargar con los… tres? Me daba mucha más pena el pobre animal que él, así que simplemente me erguí, sentada en la misma posición en la que iba, mirándolo desde arriba con cierto aire de victoria.
Eso hasta que sentí unas cuantas gotitas de lluvia caer sobre mi rostro, y casi repito su misma frase en voz alta, aunque no iba a preguntar el “¿Por qué a mí?” ya que podía darle mil respuestas a eso. Solo atiné a bajarme de un salto del pobre caballo, y comenzar a caminar a su lado. Me fastidiaba un poco el taconeo de mis zapatos, pero seguramente a mi acompañante le molestaría más aun, así que comencé a pisar sin mi sigilo habitual, solo para amargarle el trecho que quedaba hasta el cuartel de policía.
- Antes de que vaya a amarrarme y para llevarme al cuartel – dije con algo de ironía – Sepa que me bajé solamente porque no quiero oler a caballo empapado, además de que el pobre parece muy cansado, y con la llovizna sus cascos se pueden resbalar sobre el camino –
Le di unas palmadas consoladoras al caballo en el lomo, como recompensa, mientras seguía caminando al lado opuesto al que iba el policía, esperando que dijera algo, porque al parecer si no lo hacía hablar yo, no iba a decir nada más hasta que llegásemos a destino.
Me negué a responder y mantuve los labios cerrados, tratando de volver a relajarme un poco para que mi cuerpo descansara un poco de los embates del día, pero entonces sentí que el policía se bajaba del caballo. ¡Ja! ¿Ahora se venía a dar cuenta de que el pobre caballo no podía cargar con los… tres? Me daba mucha más pena el pobre animal que él, así que simplemente me erguí, sentada en la misma posición en la que iba, mirándolo desde arriba con cierto aire de victoria.
Eso hasta que sentí unas cuantas gotitas de lluvia caer sobre mi rostro, y casi repito su misma frase en voz alta, aunque no iba a preguntar el “¿Por qué a mí?” ya que podía darle mil respuestas a eso. Solo atiné a bajarme de un salto del pobre caballo, y comenzar a caminar a su lado. Me fastidiaba un poco el taconeo de mis zapatos, pero seguramente a mi acompañante le molestaría más aun, así que comencé a pisar sin mi sigilo habitual, solo para amargarle el trecho que quedaba hasta el cuartel de policía.
- Antes de que vaya a amarrarme y para llevarme al cuartel – dije con algo de ironía – Sepa que me bajé solamente porque no quiero oler a caballo empapado, además de que el pobre parece muy cansado, y con la llovizna sus cascos se pueden resbalar sobre el camino –
Le di unas palmadas consoladoras al caballo en el lomo, como recompensa, mientras seguía caminando al lado opuesto al que iba el policía, esperando que dijera algo, porque al parecer si no lo hacía hablar yo, no iba a decir nada más hasta que llegásemos a destino.
- Spoiler:
- Lamento haber tardado tanto, pero estaba de ausente con todos mis pjs por cosas de la universidad, pero ya retomo mi ritmo normal de rol
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Pero... ¡Claro! Ella no podía quedarse dónde le señalé. Tenía que hacer justo lo opuesto a lo que le dije, bajándose del corcel para caminar al otro lado del caballo, a mi altura. Resoplé y puse los ojos en blanco, sin contención alguna dado que la cabeza del animal disimulaba mis gestos.
- Es un detalle por su parte, madmoiselle.- comenté con cierto tono burlesco ante sus palabras, aludiendo al gesto de abandonar la trona del caballo para ir andando.
La tempestad fue enfureciéndose y cayendo con más ímpetu que antes, obligándome a desviarme del camino para parar frente a una casa de viejos conocidos, dónde disponían de establos para que el caballo descansara. Dejé el cadáver envuelto en una sábana que me prestó el matrimonio y lo recosté en el muro del sótano, cerrando la puerta con llave y guardándola en mi cuello en forma de colgante que un hilo me ayudó a formar. La muchacha y yo nos convertimos aquella noche en sus huéspedes, sirviéndonos una cena y un rato de conversación antes de indicarnos nuestra alcoba. Sí, en singular. No disponían de más habitaciones. Entré en el cuarto y me quité la camisa frente a la chica, lanzándola sobre un escritorio y tumbándome en el lecho, cruzando los brazos tras mi nuca y mirando el techo.
- Buena suerte en la búsqueda de un colchón.- comenté entonces, sin mirar a la muchacha que permanecía en el umbral de aquella pequeña y oscura estancia, sin más iluminación que una vela que apagué con un soplido.- Dulces sueños.
- Es un detalle por su parte, madmoiselle.- comenté con cierto tono burlesco ante sus palabras, aludiendo al gesto de abandonar la trona del caballo para ir andando.
La tempestad fue enfureciéndose y cayendo con más ímpetu que antes, obligándome a desviarme del camino para parar frente a una casa de viejos conocidos, dónde disponían de establos para que el caballo descansara. Dejé el cadáver envuelto en una sábana que me prestó el matrimonio y lo recosté en el muro del sótano, cerrando la puerta con llave y guardándola en mi cuello en forma de colgante que un hilo me ayudó a formar. La muchacha y yo nos convertimos aquella noche en sus huéspedes, sirviéndonos una cena y un rato de conversación antes de indicarnos nuestra alcoba. Sí, en singular. No disponían de más habitaciones. Entré en el cuarto y me quité la camisa frente a la chica, lanzándola sobre un escritorio y tumbándome en el lecho, cruzando los brazos tras mi nuca y mirando el techo.
- Buena suerte en la búsqueda de un colchón.- comenté entonces, sin mirar a la muchacha que permanecía en el umbral de aquella pequeña y oscura estancia, sin más iluminación que una vela que apagué con un soplido.- Dulces sueños.
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
No iba a seguir contestándole solo para darle el gusto de saber que iba molesta, así que simplemente guardé silencio hasta que la lluvia le hizo casi imposible seguir, y digo “le” porque yo no habría tenido problema en seguir caminando hasta llegar al maldito cuartel con tal de solucionar este lío y llegar pronto a mi casa. Mientras me entretenía pensando en que seguro lo estaría pasando igual que yo, eso hasta que vi que íbamos por un camino que no iba al cuartel, pero tampoco iba a preguntarle nada porque no tenía ni la más mínima intención de cruzar palabras con él.
Casi, y repito, casi todo estaba en su lugar. El caballo en un cómodo estable, el cadáver en un sótano que el policía no debió molestarse en cerrar con llave, porque yo podría forzar la puerta con un par de trucos y ponerme a tomar el té con el muerto. ¿Qué era lo que estaba fuera de lugar? Una habitación, apenas lo soportaba y ahora tendría que pasar la noche en la misma habitación que él, casi prefería quedarme haciéndole compañía al caballo o al cadáver, pero estaba congelándome a causa del vestido aun húmedo a causa de la lluvia.
Me quedé con la espalda apoyada en la pared, esperando que hablara para que solucionáramos el asunto de la cama de una buena vez, pero él acabó hacerlo unilateralmente, sacándome una sonrisa, porque sí, lo admito había sido un comentario bastante ingenioso, uno que yo misma podría haber hecho. Así que solo me quedé mirándolo, tratando de ignorar que iba sin camisa. “Debería degollarte mientras duermes” pensé para mí, pero no iba a hacerlo porque sería arruinar las preciosas sábanas del matrimonio que tan amablemente nos había recibido. Sonreí y deslicé mi espalda por la pared hasta quedar sentada en el piso, y sí, no era una sonrisa de amabilidad sino una caprichosa y tal vez algo maliciosa.
- Si cree que soy una asesina ¿Es buena idea que se duerma? – dije entusiasmada mientras reía para mis adentros, porque iba a fastidiarlo hasta que no quisiera estar siquiera a un par de kilómetros de mí – Podría matarlo mientras duerme… si su teoría es correcta claro –
Luego comencé a tatarear una suave melodía, no haciendo demasiado ruido, pero si el suficiente como para que no pudiera pasarlo por alto. Iba a divertirme con él un poco esta noche, pero no en el sentido que se esperaría.
Casi, y repito, casi todo estaba en su lugar. El caballo en un cómodo estable, el cadáver en un sótano que el policía no debió molestarse en cerrar con llave, porque yo podría forzar la puerta con un par de trucos y ponerme a tomar el té con el muerto. ¿Qué era lo que estaba fuera de lugar? Una habitación, apenas lo soportaba y ahora tendría que pasar la noche en la misma habitación que él, casi prefería quedarme haciéndole compañía al caballo o al cadáver, pero estaba congelándome a causa del vestido aun húmedo a causa de la lluvia.
Me quedé con la espalda apoyada en la pared, esperando que hablara para que solucionáramos el asunto de la cama de una buena vez, pero él acabó hacerlo unilateralmente, sacándome una sonrisa, porque sí, lo admito había sido un comentario bastante ingenioso, uno que yo misma podría haber hecho. Así que solo me quedé mirándolo, tratando de ignorar que iba sin camisa. “Debería degollarte mientras duermes” pensé para mí, pero no iba a hacerlo porque sería arruinar las preciosas sábanas del matrimonio que tan amablemente nos había recibido. Sonreí y deslicé mi espalda por la pared hasta quedar sentada en el piso, y sí, no era una sonrisa de amabilidad sino una caprichosa y tal vez algo maliciosa.
- Si cree que soy una asesina ¿Es buena idea que se duerma? – dije entusiasmada mientras reía para mis adentros, porque iba a fastidiarlo hasta que no quisiera estar siquiera a un par de kilómetros de mí – Podría matarlo mientras duerme… si su teoría es correcta claro –
Luego comencé a tatarear una suave melodía, no haciendo demasiado ruido, pero si el suficiente como para que no pudiera pasarlo por alto. Iba a divertirme con él un poco esta noche, pero no en el sentido que se esperaría.
Haydee Tebelyn-Danglars- Inquisidor Clase Alta
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Off: Disculpa la tardanza!
Resoplé y me enderecé, ignorando sus palabras para responderle con gestos. Salí de la cama de un salto y caminé hacia la chaqueta de mi uniforme, dónde guardaba aquello que desde que había conocido a la muchacha, tantas veces se me había pasado por la mente usar. Ahora tenía un buen motivo para hacerlo. Tomé el objeto entre mis manos y me acerqué a ella hasta acuclillarme enfrente.
- Está bien, preciosa, puedes dormir en la cama, pero tendrá que ser conmigo.- le guiñé el ojo con cierto deje de picardía y me puse en pie, tomándola a ella por la cintura hasta guiarla hasta el lecho, momento en el que aprovechando la oscuridad y que me daba la espalda, até una de sus muñecas con una de las anillas de las esposas que había tomado del bolsillo, pasando la otra por la barandilla del cabezal de la cama para atarle la otra muñeca con dicha anilla.- Así te tengo bajo control.
Solté una suave carcajada divertida y la dejé así, dando la vuelta a la cama para tumbarme de nuevo en uno de sus laterales, dándole la espalda y cerrando los ojos sin borrar todavía aquella sonrisa traviesa.
Resoplé y me enderecé, ignorando sus palabras para responderle con gestos. Salí de la cama de un salto y caminé hacia la chaqueta de mi uniforme, dónde guardaba aquello que desde que había conocido a la muchacha, tantas veces se me había pasado por la mente usar. Ahora tenía un buen motivo para hacerlo. Tomé el objeto entre mis manos y me acerqué a ella hasta acuclillarme enfrente.
- Está bien, preciosa, puedes dormir en la cama, pero tendrá que ser conmigo.- le guiñé el ojo con cierto deje de picardía y me puse en pie, tomándola a ella por la cintura hasta guiarla hasta el lecho, momento en el que aprovechando la oscuridad y que me daba la espalda, até una de sus muñecas con una de las anillas de las esposas que había tomado del bolsillo, pasando la otra por la barandilla del cabezal de la cama para atarle la otra muñeca con dicha anilla.- Así te tengo bajo control.
Solté una suave carcajada divertida y la dejé así, dando la vuelta a la cama para tumbarme de nuevo en uno de sus laterales, dándole la espalda y cerrando los ojos sin borrar todavía aquella sonrisa traviesa.
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Escuché un suave tintineo metálico, pero la verdad no dejé la incredulidad sino hasta que sentí el frío metal ceñirse en mis muñecas. Aquello era bastante incomodo, en más de un sentido, no era solo la posición que me obligaba a tener mis brazos extendidos, sino también el hecho de que acabé compartiendo la cama con el policía de que de aquí a un rato había cambiado bastante su forma de tratarme ¿Quién lo entendía?
- No necesariamente… - susurré por lo bajo mientras se reía de la situación - ¿Qué tal difícil sería abrirlas? – pregunté solo para fastidiarlo mientras se volvía a acomodar dándome la espalda, cosa que me fastidio más de lo que debería – Es de mala educación darle la espalda a las personas ¿Sabe? –
El sujeto solo ganaba quejas, solo debía ser paciente y esperar a que arreciara el alba y llegásemos al cuartel de policía, ahí se enteraría que la forma en la que me había tratado tendría sus consecuencias, y no es que me guste mofarme de mi status, pero si alguien se llegase a enterar de donde vine a parar no cesarían las risas.
Volví a abrir los labios para hablar, pero al segundo me detuve al sentir una punzada en un costado de mi pierna. Seguro era el filo de una de las basselard chocando contra mi piel, pero… eso me llevó a una pregunta más seria. Si el policía estaba tan seguro de que era al menos sospechosa ¿Por qué no revisó que llevara algún arma? Claro que era conveniente para mí, pero no dejaba de extrañarme, en fin.
Las cosas no iban saliendo como yo quería, y lo que buscaba ahora era divertirme un poco, así que pese a que mi posición en un contexto diferente se podría considerar incluso erótica, era demasiado incomoda, y en mi vanidad no permitiría una nueva cicatriz, por lo que decidí quitarme el ridículo accesorio de metal. Arqueé un poco la espalda para deslizarme hacia arriba y alcanzar uno de los prendedores que llevaba en el cabello aun empapado, para comenzar a forcejear con el arcaico mecanismo del artilugio que tantas veces había desarmado antes.
Lo único que se escuchó luego fueron ambas respiraciones y un pequeño “clic” que dejó libre una de mis muñecas, lo que era más que suficiente para voltearme de medio lado y quedarme mirándolo unos instantes mientras me reconfortaba a mí misma acariciándome las muñecas.
- No puedo dormir – susurré mientras llamaba su atención tocándole el hombro repetidas veces con el dedo índice, tratando también de contener una pequeña risita.
- No necesariamente… - susurré por lo bajo mientras se reía de la situación - ¿Qué tal difícil sería abrirlas? – pregunté solo para fastidiarlo mientras se volvía a acomodar dándome la espalda, cosa que me fastidio más de lo que debería – Es de mala educación darle la espalda a las personas ¿Sabe? –
El sujeto solo ganaba quejas, solo debía ser paciente y esperar a que arreciara el alba y llegásemos al cuartel de policía, ahí se enteraría que la forma en la que me había tratado tendría sus consecuencias, y no es que me guste mofarme de mi status, pero si alguien se llegase a enterar de donde vine a parar no cesarían las risas.
Volví a abrir los labios para hablar, pero al segundo me detuve al sentir una punzada en un costado de mi pierna. Seguro era el filo de una de las basselard chocando contra mi piel, pero… eso me llevó a una pregunta más seria. Si el policía estaba tan seguro de que era al menos sospechosa ¿Por qué no revisó que llevara algún arma? Claro que era conveniente para mí, pero no dejaba de extrañarme, en fin.
Las cosas no iban saliendo como yo quería, y lo que buscaba ahora era divertirme un poco, así que pese a que mi posición en un contexto diferente se podría considerar incluso erótica, era demasiado incomoda, y en mi vanidad no permitiría una nueva cicatriz, por lo que decidí quitarme el ridículo accesorio de metal. Arqueé un poco la espalda para deslizarme hacia arriba y alcanzar uno de los prendedores que llevaba en el cabello aun empapado, para comenzar a forcejear con el arcaico mecanismo del artilugio que tantas veces había desarmado antes.
Lo único que se escuchó luego fueron ambas respiraciones y un pequeño “clic” que dejó libre una de mis muñecas, lo que era más que suficiente para voltearme de medio lado y quedarme mirándolo unos instantes mientras me reconfortaba a mí misma acariciándome las muñecas.
- No puedo dormir – susurré mientras llamaba su atención tocándole el hombro repetidas veces con el dedo índice, tratando también de contener una pequeña risita.
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Ignoré las quejas cansinas de la muchacha y aunque quizás me estuviera hablando, el cansancio y mi estado somnoliento me empujaron a la deriva del mar de los sueños, encontrándome ya en la transición de la duermevela que guiaba mis sentidos… hasta que algo tocó mi hombro y la voz resonó a martillazos en mi cabeza, obligándome a tomar la mano que quedó en el aire tras palmearme y enderezarme bruscamente hasta quedar sobre la chica, la cual había desatado una de sus manos y mis dientes ahora miraban su cuello amenazante, dejando que el lobo interior sosegara para recomponer la compostura perdida tras aquello.
Resoplé malhumorado sobre su garganta y eché mi cabeza hacia atrás para escrutar sus ojos divertidos, recordando que me encontraba en una posición un tanto erótica, dado que mis rodillas quedaban ancladas a lado y lado de su cintura y mis manos la agarraban de los brazos con fuerza, manteniendo mi rostro peligrosamente cerca del suyo. Sus ojos brillaron en la oscuridad y yo luché por naturalizar mi ajetreada respiración.
- Tú…acabarás con mi paciencia.- la amenacé, sin moverme un atisbo de encima suyo.
Chasqueé la lengua contra mi paladar y agaché la mirada para visibilizar mi descontento por su actitud, clavándose sin querer mis ojos en sus voluptuosos pechos ceñidos tras sus ropas. Relamí mis labios disimuladamente y desvié la mirada. ¿Estaría muy mal aprovecharme así de una sospechosa? La verdad es que las mujeres rebeldes me excitaban pero… no, debía controlar mis impulsos. Por mi trabajo. Pero algo en ella me llamaba… y me hacía la boca agua.
Y mi entrepierna se endureció.
Resoplé malhumorado sobre su garganta y eché mi cabeza hacia atrás para escrutar sus ojos divertidos, recordando que me encontraba en una posición un tanto erótica, dado que mis rodillas quedaban ancladas a lado y lado de su cintura y mis manos la agarraban de los brazos con fuerza, manteniendo mi rostro peligrosamente cerca del suyo. Sus ojos brillaron en la oscuridad y yo luché por naturalizar mi ajetreada respiración.
- Tú…acabarás con mi paciencia.- la amenacé, sin moverme un atisbo de encima suyo.
Chasqueé la lengua contra mi paladar y agaché la mirada para visibilizar mi descontento por su actitud, clavándose sin querer mis ojos en sus voluptuosos pechos ceñidos tras sus ropas. Relamí mis labios disimuladamente y desvié la mirada. ¿Estaría muy mal aprovecharme así de una sospechosa? La verdad es que las mujeres rebeldes me excitaban pero… no, debía controlar mis impulsos. Por mi trabajo. Pero algo en ella me llamaba… y me hacía la boca agua.
Y mi entrepierna se endureció.
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Bien, lo que pasó sí que no me lo esperaba, o tal vez en el fondo sí… Pero eso no viene el caso. El punto es que me sorprendió que acabara así, demasiado cerca, peligrosamente cerca, tanto que seguramente en mi rostro se pudieron ver unos cuantos atisbos de asombro, e incluso me quedé paralizada unos instantes, pero a los pocos segundos, mientras veía su rostro con una ira casi animal volví a poner fingir indiferencia entrecerrando los ojos y normalizando mi respiración.
Estuve a punto de perder la fachada cuando volvió a hablar, debí haber reído para seguir jugando con él y su paciencia, pero algo me hizo detener aquellas intenciones, no sabía que era, y yo no solía creer en eso que llamaban corazonadas. Lo que siguió acabó por sacarme de la seriedad nuevamente ¿Quién iba a resistirse? Podía ver como su vista dejaba de sostener la mía para dirigirse a mis pechos, así que arqueé un poco la espalda sobre la cama para hacerle el favor de acercárselos un poco más, aunque con otra intención.
Aquello me daba algo más de espacio para girar una de mis muñecas atrapadas por sus mano, y así en un movimiento rápido soltarme, no hacía falta que hiciese mucho más, pero esa tonta sonrisa ladina volvía a formarse en mi rostro para delatarme. Antes de que fuera tarde y se me quitara de encima le cogí el mentón con fuerza para que volviese a mirarme a la cara, y claro, aprovechando de acercarlo un poco más, al punto de poder respirar el aire que exhalaba.
- Tú acabaste con la mía en el momento que me culpaste de algo que no hice – dije con firmeza mientras levantaba un poco la cabeza para acercarme un par de centímetros más, y tratándolo de tú por primera vez – Puedo haber hecho muchas cosas malas en mi vida, pero ese cadáver no es mío –
¡Al diablo todo! ¡Al diablo eso de hacerme la chica frágil! No me gustaba ser la presa, aun en momentos como estos y sabía que no había encontrado a una persona que tuviese fuerza suficiente como para someterme de ese modo. Sabía que cambiaba el tema radicalmente con mis palabras, pero la verdad no importaba mucho porque lo que estaba a segundos de hacer sí que lo haría… reaccionar.
Aprovechando la diferencia de altura, comencé a deslizar la rodilla, tal vez fingiendo una caricia, por su pierna, hasta llegar a su abdomen bajo. Volví a esbozar una sonrisa y le golpeé con un poco de fuerza. No sabía porque estaba siendo tan considerada, podría haber golpeado unos diez centímetros más abajo, vengándome así por todas las veces que me había humillado hoy.
- Ya no me vuelvas a fastidiar – dije mientras usaba mi cuerpo para darle un empujón y así quitármelo de encima. Creo que no fue tan buena idea…
Estuve a punto de perder la fachada cuando volvió a hablar, debí haber reído para seguir jugando con él y su paciencia, pero algo me hizo detener aquellas intenciones, no sabía que era, y yo no solía creer en eso que llamaban corazonadas. Lo que siguió acabó por sacarme de la seriedad nuevamente ¿Quién iba a resistirse? Podía ver como su vista dejaba de sostener la mía para dirigirse a mis pechos, así que arqueé un poco la espalda sobre la cama para hacerle el favor de acercárselos un poco más, aunque con otra intención.
Aquello me daba algo más de espacio para girar una de mis muñecas atrapadas por sus mano, y así en un movimiento rápido soltarme, no hacía falta que hiciese mucho más, pero esa tonta sonrisa ladina volvía a formarse en mi rostro para delatarme. Antes de que fuera tarde y se me quitara de encima le cogí el mentón con fuerza para que volviese a mirarme a la cara, y claro, aprovechando de acercarlo un poco más, al punto de poder respirar el aire que exhalaba.
- Tú acabaste con la mía en el momento que me culpaste de algo que no hice – dije con firmeza mientras levantaba un poco la cabeza para acercarme un par de centímetros más, y tratándolo de tú por primera vez – Puedo haber hecho muchas cosas malas en mi vida, pero ese cadáver no es mío –
¡Al diablo todo! ¡Al diablo eso de hacerme la chica frágil! No me gustaba ser la presa, aun en momentos como estos y sabía que no había encontrado a una persona que tuviese fuerza suficiente como para someterme de ese modo. Sabía que cambiaba el tema radicalmente con mis palabras, pero la verdad no importaba mucho porque lo que estaba a segundos de hacer sí que lo haría… reaccionar.
Aprovechando la diferencia de altura, comencé a deslizar la rodilla, tal vez fingiendo una caricia, por su pierna, hasta llegar a su abdomen bajo. Volví a esbozar una sonrisa y le golpeé con un poco de fuerza. No sabía porque estaba siendo tan considerada, podría haber golpeado unos diez centímetros más abajo, vengándome así por todas las veces que me había humillado hoy.
- Ya no me vuelvas a fastidiar – dije mientras usaba mi cuerpo para darle un empujón y así quitármelo de encima. Creo que no fue tan buena idea…
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Su rodilla subía ahora por mi pierna y no pude contener una sonrisa satisfecha, llena de lujuria contenida hasta que un golpe me apartó de ella y me hizo rodar hasta caer a su lado. Gruñí guturalmente, siendo rápido para tomarla de una mano y mover su cuerpo para estamparlo brutalmente contra una de las paredes, junto al cabezal de la cama. Usé mis caderas para aprisionarla, manteniendo las piernas abiertas para que no huyera y tomándola de las manos en alto contra el muro. Fruncí la nariz y la miré con los ojos centelleantes, olisqueando el aroma que emanaba de su cuello.
- No me provoques, nena…- murmuro seductoramente antes de besar un lado de su cuello, acariciando sus mandíbulas con el roce de mi nariz.- No te conviene.- le aseguro tras lamer el lóbulo de su oreja y soltar una carcajada sonora.
Agarré sus manos con una sola de las mías, con fuerza, casi hundiéndolas en el muro. Con la otra, acaricié su mejilla, deslizándola por su cuello, su escote, su pecho derecho –deteniéndome unos segundos de más en sus pezones- para seguir vagabundeando por su vientre, su muslo y pierna… para retomar el camino de regreso, deteniéndome en su entrepierna.
- Dime… tigresa, ¿te gusta?- río, moviendo dos de mis dedos para acariciar su vagina más allá de su ropa húmeda aún por la tempestad.
Acercó mi boca a su cuello y le muerdo, algo fuerte, queriendo escuchar un gemido, un jadeo o quizás un grito. Aquello empezaba a excitarme, no podía negarlo, pero no tenía intenciones de propasarme con ella. Simplemente, deseaba domarla un poco. Sí, eso… sólo domarla.
- No me provoques, nena…- murmuro seductoramente antes de besar un lado de su cuello, acariciando sus mandíbulas con el roce de mi nariz.- No te conviene.- le aseguro tras lamer el lóbulo de su oreja y soltar una carcajada sonora.
Agarré sus manos con una sola de las mías, con fuerza, casi hundiéndolas en el muro. Con la otra, acaricié su mejilla, deslizándola por su cuello, su escote, su pecho derecho –deteniéndome unos segundos de más en sus pezones- para seguir vagabundeando por su vientre, su muslo y pierna… para retomar el camino de regreso, deteniéndome en su entrepierna.
- Dime… tigresa, ¿te gusta?- río, moviendo dos de mis dedos para acariciar su vagina más allá de su ropa húmeda aún por la tempestad.
Acercó mi boca a su cuello y le muerdo, algo fuerte, queriendo escuchar un gemido, un jadeo o quizás un grito. Aquello empezaba a excitarme, no podía negarlo, pero no tenía intenciones de propasarme con ella. Simplemente, deseaba domarla un poco. Sí, eso… sólo domarla.
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Re: Mala Madrugada [Loukas Giorkas]
Esta vez sí se habría ganado mis aplausos, de no ser porque era a mí la que tenía estampada en la pared, haciéndome respirar de forma agitada mientras fuera de mi lógica normal comenzaba a forcejear para soltarme del agarre que tenía en mis muñecas, aunque claro, sin éxito, ya que por más entrenada que pudiese estar no podía luchar en fuerza con un sujeto como él, pero ¿Quería? Me había estado divirtiendo hasta aquello que sonó como una amenaza, entonces caí en que tal vez estaba dejando de ser un juego para él.
No pude detener la sacudida que me provocó el escalofrío al sentir sus labios en mi cuello, y de verdad no me hubiese molestado de no ser por esa carcajada que soltó después. Eso me humillaba profundamente, y mi orgullo era algo con lo que nadie se metía, mucho menos un insignificante policía. Iba a hablar, a decir algún comentario sarcástico y amenazarlo con denunciar lo que me estaba haciendo, pero me detuvo la caricia que se detuvo unos instantes en mi pecho ¡No podía ser! Ya se estaba… pasando de la raya.
Apenas y podía pensar, hace un buen tiempo, o al menos para mí era bastante tiempo, que mi cuerpo no recibía ese tipo de atenciones porque el trabajo me absorbía la vida, así que iba algo sensible por decirlo de algún modo. Y eso me enfadaba conmigo misma. ¡No podía disfrutar con un vejamen como ese! Y generalmente podía controlar mi cuerpo a voluntad, pero había en cosas en las que no podía mentir, como en esa pequeña reacción que ocasionó en uno de mis pezones.
- Eres… demasiado vulgar… - dije tratando de contener los jadeos cuando sentí su mano en mi intimidad - ¿No te pagan… lo suficiente para ir al burdel… a divertirte? –
Tensaba los músculos de mi vientre tanto como podía, buscando con ello evitar los embates de la vulgar caricia que hacía, para así no demostrar ni un ápice de excitación que le diera pie a continuar. Pero eso acabó cuando sentí una mordida en mi cuello, eso fue demasiado, tanto que tuve que morderme mis propios labios para no gemir y no darle en el gusto.
- Si me dejas una sola marca… voy a… - me detuve, pensando en que lo que iba a decir, porque la palabra matar podría acusarme luego.
Me volví a morder los labios para guardar silencio, cerré los ojos y traté de normalizar mi respiración, no me convenía dejarle saber que provocaba ciertas cosas en mí, simplemente debía pensar en cómo zafarme de él sin hacer demasiado escándalo. Pero… ¿Y si aprovechaba la situación? Bien, el tipo era atractivo y en parte me gustaba que intentase pasarse de listo.
Suspiré y volví a abrir los ojos, pero esta vez con una mirada diferente, desprovista de la ira de hace unos segundos. Utilicé la debilidad del agarre que podía hacer con tan solo una mano, y volví a hacer el truco de antes para soltar una de mis manos, luego, lejos de darle una merecida bofetada, aparté su rostro de mi cuello para que quedase frente a mí y así poder… tantear el terreno, acariciando su labio superior con mi pulgar. Al parecer aún podría divertirme.
No pude detener la sacudida que me provocó el escalofrío al sentir sus labios en mi cuello, y de verdad no me hubiese molestado de no ser por esa carcajada que soltó después. Eso me humillaba profundamente, y mi orgullo era algo con lo que nadie se metía, mucho menos un insignificante policía. Iba a hablar, a decir algún comentario sarcástico y amenazarlo con denunciar lo que me estaba haciendo, pero me detuvo la caricia que se detuvo unos instantes en mi pecho ¡No podía ser! Ya se estaba… pasando de la raya.
Apenas y podía pensar, hace un buen tiempo, o al menos para mí era bastante tiempo, que mi cuerpo no recibía ese tipo de atenciones porque el trabajo me absorbía la vida, así que iba algo sensible por decirlo de algún modo. Y eso me enfadaba conmigo misma. ¡No podía disfrutar con un vejamen como ese! Y generalmente podía controlar mi cuerpo a voluntad, pero había en cosas en las que no podía mentir, como en esa pequeña reacción que ocasionó en uno de mis pezones.
- Eres… demasiado vulgar… - dije tratando de contener los jadeos cuando sentí su mano en mi intimidad - ¿No te pagan… lo suficiente para ir al burdel… a divertirte? –
Tensaba los músculos de mi vientre tanto como podía, buscando con ello evitar los embates de la vulgar caricia que hacía, para así no demostrar ni un ápice de excitación que le diera pie a continuar. Pero eso acabó cuando sentí una mordida en mi cuello, eso fue demasiado, tanto que tuve que morderme mis propios labios para no gemir y no darle en el gusto.
- Si me dejas una sola marca… voy a… - me detuve, pensando en que lo que iba a decir, porque la palabra matar podría acusarme luego.
Me volví a morder los labios para guardar silencio, cerré los ojos y traté de normalizar mi respiración, no me convenía dejarle saber que provocaba ciertas cosas en mí, simplemente debía pensar en cómo zafarme de él sin hacer demasiado escándalo. Pero… ¿Y si aprovechaba la situación? Bien, el tipo era atractivo y en parte me gustaba que intentase pasarse de listo.
Suspiré y volví a abrir los ojos, pero esta vez con una mirada diferente, desprovista de la ira de hace unos segundos. Utilicé la debilidad del agarre que podía hacer con tan solo una mano, y volví a hacer el truco de antes para soltar una de mis manos, luego, lejos de darle una merecida bofetada, aparté su rostro de mi cuello para que quedase frente a mí y así poder… tantear el terreno, acariciando su labio superior con mi pulgar. Al parecer aún podría divertirme.
Haydee Tebelyn-Danglars- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/07/2011
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