Enojos y respuestas... (Loukas)

por **Nara Della Rovere** Miér Ago 03, 2011 7:57 pm

Odiaba aquella cochina sociedad, habían rumores que habían llegados hasta su familia. Se decía que Loukas se encontraba con varias mujeres. Al saber esto Nara, no lo pensó, ni si quiera trato, tomos sus cosas y salio sin mas solo guiada por sus instintos, en busca del su prometido

No podía pensar que el estuviese con otra mujer, una opresión en su pecho casi no la dejaba respirar ¿Y si era verdad? ¿Si solo ella lo había amado? No queria pensar en aquello, pero no podía evitarlo. Entonces se imagino como serian ella y la rabia la invadió, si era verdad ella terminaría con la vida de cada una de ellas. Sintió como una ráfaga de odio la invadió.

Entendía que desde su transformación, era más propensa al enojo, pero era la primera vez que sentía deseo de asesinar a alguien. Nadia se atrevería a tocar lo que era por derecho de ella. Era ya bien entrada la noche y le importaba un bledo lo que la gente digiera si la veía caminando sola.

Al pasar por la puerta de aquella taberna, pudo sentir levemente el aroma, ese que se había grabado en su cuerpo desde que había hecho el amor con su prometido. No lo pensó dos veces y entro. Muchos se dieron vuelta a mirarla, no era muy normal ver a una mujer sola en un lugar así. Uno que otro le grito alguna guarangada, pero ella solo buscaba a Loukas

Lo vio a lo lejos y el parecía no haberla notado, camino derecho hasta el y sin preguntar, se sentó frente a el y dijo -¿Quien es?- La pregunta era muy directa y el debía saber bien a que se refería. En sus ojos podía distinguirse la tristeza y el odio.

por **Eyra Erikdóttir** Miér Ago 03, 2011 8:28 pm

Nara me había citado en una tabera. Quería hablar y creía que un lugar como ese, concurrido de gente alcoholizada y fumadora, sería el escenario perfecto. Temía lo que quería hablarme, y estaba preparado para cualquier desenlace.

Entonces, la puerta se abrió y olisqueé su perfume. Tomé el baso de la mesa y tragué el wisky, dejando que el alcohol ardiera en mi garganta justo cuando ella se sentaba frente a mí y reclamaba respuestas.

Eché la cabeza hacia atrás, me rasqué el cuello incómodamente, mordí mi labio inferior y finalmente, entrelacé los dedos de mis manos.

- Nara.- empecé con la voz áspera.- Lo siento.- me disculpé sin mirarla.- Todas esas mujeres las conocí antes que a ti... sólo eran amigas con las que pasaba buenos momentos, nada más.

Respiré profundamente y me armé de valor para examinar su rostro. Estaba desencajado, llena de ira. Eso no me hizo dar marcha atrás. Ella debía saber quién era. Y eso incluía mi pasado.

Sin embargo, algo dentro de mí se removió. Un recuerdo. No se trataba del baño en el lago con Corinne, ni de el roce con Cyara en el Jardín Botánico. Era el recuerdo de la vampiresa, el que me hacía vacilar a cada paso. Ella fue la primera que me enseñó sobre mí mismo y sobre el resto de razas que nos rodeaban. Cómo olvidar su dulzura, su simpatía, su gracia innata, su amor hacia los lobos, su belleza encandiladora, su aroma áspero pero seductor igual, sus ojos centelleantes...

Meneé la cabeza y alcé la vista hacia mi prometida. Rememoré cómo nos conocimos. Yo la había atacado en forma de lobo y ella se había convertido por mi culpa. Un tropezón en la Biblioteca bastó para pedirle que se casara conmigo sin parar a pensar que quizás no era el momento ni la persona. Le robé su flor creyendo que sería la última. Pero luego, en mis sueños, aparecía ella. La vampiresa.

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