AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
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Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
El lugar era precioso, entre tantos colores, olores y formas. Caminaba entre los pasillos lentamente, admirando y sonriendo ante las flores que había, preguntando a uno de los encargados, que justamente se ofreció a acompañarla en el momento en que habló de dar un donativo para la conservación del lugar.
Le mostraba cada una de los ejemplares que tenían, contándole de sus características, las historias que recordaba sobre ellas, mientras Marianne, de vez en cuando, hacía algunos bocetos rápidos, pensando en cómo crear adornos a partir de ellos para ponerlos en los diseños de sus vestidos. O incluso, quizá en algunas joyas que la dueña del vestido pudiera llevar para adornarlos, reflexionando sobre si debiera asociarse con un joyero, lo cual podría ser bastante redituable para ambos.
En una de esas estaba, cuando de reojo, creyó ver a alguien que le hizo paralizar el corazón, de inmediato regresó la mirada y sus ojos se ampliaron al ver que la figura desaparecía al meterse en una habitación. Se negó a creerlo, pero sus pies la hicieron caminar hacia allá.
Descubrió que la figura torcía hacia la salida y en ese momento, la persona que la acompañaba la llamó. Marianne volteó y habló rápidamente con ella, pidiéndole tiempo para ir a ver algo y se dirigió hacia la salida, donde vio un carruaje alejarse. ¿Sería él? ¿Lo estaría soñando?
Un leve escalofrío le recorrió toda la espalda, sintiéndose realmente preocupada y, sí, no podía negarlo, asustada. Si él llegaba a París, no habría entonces un lugar donde estuviera ella segura y si su mentor sólo trabajaba de noche y descansaba de día, estaría desprotegida.
- Necesito un policía - dijo acariciándose la sien - y vaya que lo necesito.
Le mostraba cada una de los ejemplares que tenían, contándole de sus características, las historias que recordaba sobre ellas, mientras Marianne, de vez en cuando, hacía algunos bocetos rápidos, pensando en cómo crear adornos a partir de ellos para ponerlos en los diseños de sus vestidos. O incluso, quizá en algunas joyas que la dueña del vestido pudiera llevar para adornarlos, reflexionando sobre si debiera asociarse con un joyero, lo cual podría ser bastante redituable para ambos.
En una de esas estaba, cuando de reojo, creyó ver a alguien que le hizo paralizar el corazón, de inmediato regresó la mirada y sus ojos se ampliaron al ver que la figura desaparecía al meterse en una habitación. Se negó a creerlo, pero sus pies la hicieron caminar hacia allá.
Descubrió que la figura torcía hacia la salida y en ese momento, la persona que la acompañaba la llamó. Marianne volteó y habló rápidamente con ella, pidiéndole tiempo para ir a ver algo y se dirigió hacia la salida, donde vio un carruaje alejarse. ¿Sería él? ¿Lo estaría soñando?
Un leve escalofrío le recorrió toda la espalda, sintiéndose realmente preocupada y, sí, no podía negarlo, asustada. Si él llegaba a París, no habría entonces un lugar donde estuviera ella segura y si su mentor sólo trabajaba de noche y descansaba de día, estaría desprotegida.
- Necesito un policía - dijo acariciándose la sien - y vaya que lo necesito.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Me dirigía apresurado hacia la comisaria en la que trabajaba, pues aquella mañana me había dormido y ahora llegaba tarde al trabajo.
Decidí tomar el atajo del Jardín Botánico y mientras caminaba a un ritmo algo estresante iba mascando un trozo de pan con chocolate. Aquello sería mi desayuno, aunque esperaba poder escaquearme en algún punto de la mañana y deslizarme hacia cualquier cafetería en la que me sirvieran justamente eso, un café.
Cavilaba sobre qué excusa dar a mi superior para ausentarme unos minutos de mi turno matinal, cuando vi a lo lejos a una mujer que parecía lamentarse por algo, o quizás se sentía mal físicamente. Se masajeaba la sien y no se por qué, no me gustó ni pizca.
Sin dudarlo, corrí hacia ella para socorrerla si así era necesario, lanzando incluso mi trozo de pan al suelo tan sólo para tener las manos libres por si las necesitaba.
- ¿Se encuentra bien, madmoiselle? ¿Puedo ayudarla?- me ofrecí con el ceño fruncido por la preocupación y mi voz algo alarmada.
Decidí tomar el atajo del Jardín Botánico y mientras caminaba a un ritmo algo estresante iba mascando un trozo de pan con chocolate. Aquello sería mi desayuno, aunque esperaba poder escaquearme en algún punto de la mañana y deslizarme hacia cualquier cafetería en la que me sirvieran justamente eso, un café.
Cavilaba sobre qué excusa dar a mi superior para ausentarme unos minutos de mi turno matinal, cuando vi a lo lejos a una mujer que parecía lamentarse por algo, o quizás se sentía mal físicamente. Se masajeaba la sien y no se por qué, no me gustó ni pizca.
Sin dudarlo, corrí hacia ella para socorrerla si así era necesario, lanzando incluso mi trozo de pan al suelo tan sólo para tener las manos libres por si las necesitaba.
- ¿Se encuentra bien, madmoiselle? ¿Puedo ayudarla?- me ofrecí con el ceño fruncido por la preocupación y mi voz algo alarmada.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Se preocupó de recordar, paso por paso, todo lo que había visto del hombre, quién era, cómo era, si la esperaba, si sus ropas las había visto cuando había entrado al Jardín Botánico o antes.
Quizá sólo fuera un espejismo, una mala jugada de su mente, ahora que tanto le preocupaba el hecho de que él la estuviera persiguiendo, acechando, que la pudiera encontrar una vez más, en un lugar donde ni siquiera tuviera la protección de Juan o de algún conocido.
Que pudiera mentir y que la gente le creyera, que la llevara consigo y entonces... entonces... no tuviera más opción que casarse con él, que darle la fortuna de sus padres o.,..
O quizá estaba exagerando brutalmente, pero la última vez había estado cerca, tan peligrosamente cerca. Había logrado burlar muchos de los obstáculos que le habían puesto para que no pudiera alcanzarla. Era un hombre de armas tomar, más si su estilo de vida estaba amenazado como lo estaba ahora.
Ella era su solución, la respuesta a sus plegarias, con el dinero de su padre que podría asegurarle aún su status, evitar las habladurías y por ello mismo se había acercado a cortejarla, ocultando su familia, su pasado, todo hasta tenerla para sí, a punto había estado de completar sus planes, cuando su padre se había atrevido a investigarlo y al final, le había echado a perder todo lo que había puesto tan minuciosamente.
Pero ella ahora estaba en París y él no lo sabía, nadie sabía dónde estaba en Madrid, lo que le daba una oportunidad. Además, estaba Juan, él jamás la dejaría sola ahora y...
- ¿Se encuentra bien, mademoiselle? ¿Puedo ayudarla? - escuchó y volteó a ver al hombre que le hablaba, le observó la preocupación en los ojos, la forma en que estaba vestido y no pudo más que asentir.
- Sí, ya lo estoy, gracias - tragó saliva - ¿Usted... usted sabe si hay alguna forma de evitar que un miembro de la realeza se acerque a una persona? - no sabía por qué, pero el hombre le daba confianza, a finales de cuentas era una persona que se preocupaba por los demás, mientras que el resto del mundo pasaba a su lado sin importarle siquiera el por qué parecía más pálida o preocupada.
Sí, quería saber si París tenía alguna forma de evitar que él se acercara, que él la hiciera daño, que él la obligara a hacer las cosas que Marianne no quería hacer.
Quizá sólo fuera un espejismo, una mala jugada de su mente, ahora que tanto le preocupaba el hecho de que él la estuviera persiguiendo, acechando, que la pudiera encontrar una vez más, en un lugar donde ni siquiera tuviera la protección de Juan o de algún conocido.
Que pudiera mentir y que la gente le creyera, que la llevara consigo y entonces... entonces... no tuviera más opción que casarse con él, que darle la fortuna de sus padres o.,..
O quizá estaba exagerando brutalmente, pero la última vez había estado cerca, tan peligrosamente cerca. Había logrado burlar muchos de los obstáculos que le habían puesto para que no pudiera alcanzarla. Era un hombre de armas tomar, más si su estilo de vida estaba amenazado como lo estaba ahora.
Ella era su solución, la respuesta a sus plegarias, con el dinero de su padre que podría asegurarle aún su status, evitar las habladurías y por ello mismo se había acercado a cortejarla, ocultando su familia, su pasado, todo hasta tenerla para sí, a punto había estado de completar sus planes, cuando su padre se había atrevido a investigarlo y al final, le había echado a perder todo lo que había puesto tan minuciosamente.
Pero ella ahora estaba en París y él no lo sabía, nadie sabía dónde estaba en Madrid, lo que le daba una oportunidad. Además, estaba Juan, él jamás la dejaría sola ahora y...
- ¿Se encuentra bien, mademoiselle? ¿Puedo ayudarla? - escuchó y volteó a ver al hombre que le hablaba, le observó la preocupación en los ojos, la forma en que estaba vestido y no pudo más que asentir.
- Sí, ya lo estoy, gracias - tragó saliva - ¿Usted... usted sabe si hay alguna forma de evitar que un miembro de la realeza se acerque a una persona? - no sabía por qué, pero el hombre le daba confianza, a finales de cuentas era una persona que se preocupaba por los demás, mientras que el resto del mundo pasaba a su lado sin importarle siquiera el por qué parecía más pálida o preocupada.
Sí, quería saber si París tenía alguna forma de evitar que él se acercara, que él la hiciera daño, que él la obligara a hacer las cosas que Marianne no quería hacer.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
La mujer parecía realmente trastornada y me pregunté si estaba mentalmente sana tras la extraña pregunta que me hizo. La miré de hito a hito alzando una de mis cejas y mordí mi labio inferior, procesando aquella información para dar una respuesta lo más coherente posible.
- Puede pedir que el cuerpo especial de la policía la proteja como su guardaespaldas.- le respondí al fin, después de varios minutos dando vueltas al asunto.- Verá, para solicitar protección debe dirigirse a la comisaría central con los certificados y demás papeleo sobre la persona en cuestión. Ellos valorarán si vale la pena hacerlo o no y si lo aceptan, tendrá un séquito privado pero a la vez comunicado a la Policía.
Miré entonces a la humana, porque por el aroma supe que así era. Parecía nerviosa y ansiosa por algo, así que le ofrecí mi brazo.
- La acompañaré a la Comisaría.- le dije con una leve sonrisa y empezando a guiarla aunque a pasos algo acelerados, pues llegaba tarde al trabajo.
- Puede pedir que el cuerpo especial de la policía la proteja como su guardaespaldas.- le respondí al fin, después de varios minutos dando vueltas al asunto.- Verá, para solicitar protección debe dirigirse a la comisaría central con los certificados y demás papeleo sobre la persona en cuestión. Ellos valorarán si vale la pena hacerlo o no y si lo aceptan, tendrá un séquito privado pero a la vez comunicado a la Policía.
Miré entonces a la humana, porque por el aroma supe que así era. Parecía nerviosa y ansiosa por algo, así que le ofrecí mi brazo.
- La acompañaré a la Comisaría.- le dije con una leve sonrisa y empezando a guiarla aunque a pasos algo acelerados, pues llegaba tarde al trabajo.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Pareció consternado ante sus palabras, ante su preocupación. Algo natural como el correr del río que llegaba al mar, esperado, concebible, basado en una ignorancia que no le podía reprochar. Que no podía exigir palabras más contundentes que las que él le estaba entregando sin hablar siquiera, con simples acciones, deseoso de ayudar, de servir. Porque para eso estaban los hombres, para ayudar a los otros ¿No?
Aunque también, debía agradecerle el hecho de haberse preocupado, que parecía dispuesto a dar más que un simple "serénese señorita" o de un "quizá lo está soñando". No, él dudaba, pero extendía la mano sin importarle. Daba opiniones y soluciones, creando vínculos sin siquiera pensarlo, sin proponérselo quizá.
Un buen samaritano, pero ¿Sería suficiente? Mientras él hablaba de un cuerpo especial de la policía para protegerla, ella sólo podía pensar que para ello, tenía que ir a un lugar público y desvelar quién era, pero sobre todo, dónde estaba. Y si él aún no la había encontrado y todo era un espejismo de su mente, de sus miedos más profundos, entonces se pondría en evidencia y todo lo que sus padres habían hecho por ella, sería en vano.
Tanto correr, ocultarse, fingir y enviar falsas pistas, se irían al precipicio sólo por no haber soportado el "verle" o el creer que estaba allí. ¿Valía la pena? Además, no le estaba asegurando que le ayudarían. Decía que valorarían si valía la pena y si veían que su ex-prometido era alguien que podía ponerles en evidencia, en vergüenza o lo que era peor, despedirles, quizá algunos no quisieran continuar con la investigación o protección, permitiéndole un paso libre hacia ella.
- No - dijo deteniéndose, de pronto, se había dado cuenta que caminaba al mismo tiempo que él, cuando normalmente ella los obligaba a andar a su tiempo, a su propio paso y él no, la presionaba para caminar más rápido, como si tuviera prisa - no iré... no entiende - le dijo - él es miembro de la realeza, como busque mi mal, muchos no podrán impedírselo - negó - gracias, pero prefiero utilizar mis propios medios para defenderme. Usted no me está asegurando mi protección, por lo que le agradezco su preocupación, pero - hizo una reverencia - le repito, prefiero ver qué obstáculos puedo ponerle en el camino y si no funciona, volveré a huir.
No le gustaba hacer eso, pero no tenía otra opción, prefería mil veces no estar en su camino. Ya había visto una vez cuán violento se ponía cuando se lo proponía, no, no quería volver a pasar por la misma pesadilla. Mil veces no. Hablaría con su tutor y si él no podía... no, ¿Qué decía? Primero tenía que investigar si él realmente estaba en la ciudad. Y para ello miró al hombre.
- Lo que necesito es un investigador privado, alguien de suma confianza, porque lo que le confío, es mi vida futura... mi felicidad...
Aunque también, debía agradecerle el hecho de haberse preocupado, que parecía dispuesto a dar más que un simple "serénese señorita" o de un "quizá lo está soñando". No, él dudaba, pero extendía la mano sin importarle. Daba opiniones y soluciones, creando vínculos sin siquiera pensarlo, sin proponérselo quizá.
Un buen samaritano, pero ¿Sería suficiente? Mientras él hablaba de un cuerpo especial de la policía para protegerla, ella sólo podía pensar que para ello, tenía que ir a un lugar público y desvelar quién era, pero sobre todo, dónde estaba. Y si él aún no la había encontrado y todo era un espejismo de su mente, de sus miedos más profundos, entonces se pondría en evidencia y todo lo que sus padres habían hecho por ella, sería en vano.
Tanto correr, ocultarse, fingir y enviar falsas pistas, se irían al precipicio sólo por no haber soportado el "verle" o el creer que estaba allí. ¿Valía la pena? Además, no le estaba asegurando que le ayudarían. Decía que valorarían si valía la pena y si veían que su ex-prometido era alguien que podía ponerles en evidencia, en vergüenza o lo que era peor, despedirles, quizá algunos no quisieran continuar con la investigación o protección, permitiéndole un paso libre hacia ella.
- No - dijo deteniéndose, de pronto, se había dado cuenta que caminaba al mismo tiempo que él, cuando normalmente ella los obligaba a andar a su tiempo, a su propio paso y él no, la presionaba para caminar más rápido, como si tuviera prisa - no iré... no entiende - le dijo - él es miembro de la realeza, como busque mi mal, muchos no podrán impedírselo - negó - gracias, pero prefiero utilizar mis propios medios para defenderme. Usted no me está asegurando mi protección, por lo que le agradezco su preocupación, pero - hizo una reverencia - le repito, prefiero ver qué obstáculos puedo ponerle en el camino y si no funciona, volveré a huir.
No le gustaba hacer eso, pero no tenía otra opción, prefería mil veces no estar en su camino. Ya había visto una vez cuán violento se ponía cuando se lo proponía, no, no quería volver a pasar por la misma pesadilla. Mil veces no. Hablaría con su tutor y si él no podía... no, ¿Qué decía? Primero tenía que investigar si él realmente estaba en la ciudad. Y para ello miró al hombre.
- Lo que necesito es un investigador privado, alguien de suma confianza, porque lo que le confío, es mi vida futura... mi felicidad...
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Oh, diablos... otro día que llegaba tarde a la Comisaría cuando el supervisor andaba por allí con una libreta y anotando cualquier falta. ¿Y si me echaban? ¿A dónde iría a trabajar? Probablemente tendría que regresar a mi Atenas natal y dejar todo cuanto había logrado en París. Suspiré, meneando la cabeza y refunfuñando palabras ininteligibles. De pronto, la mujer se paró y me hizo detener. Sin poderlo remediar, la fulminé con la mirada y despegué mis labios para pedirle que se diera prisa cuando ella dijo una palabra que desmoronó mi escaso estado anínico: No. Y ahí fue cuando empezó a hablar sobre un tipo de la realeza que la perseguía o no se qué. Noté cómo mi ceja se iba arqueando a la vez que alzando, incrédulo completamente. ¿Qué necesidad tendría un hombre rico en perseguir a una damisela? En mi mente sólo pasó una opción, y era que aquella mujer le había hecho algo a él y huía de su ira. Se me ocurrió preguntarle el motivo de que ella escapara, pero me mordí la lengua por temor a que confirmara mis sospechas, pues de ser así, me vería obligado a detenerla por atentado contra la realeza. Suspiré y crucé los brazos a la altura de mi pecho.
- Usted dirá lo que necesite, madame.- le respondí encogiéndome de hombros.
Si ella quería una investigación privada, la tendría. Pero sería yo quien la llevara a cabo. A demás podría saber quién diablos era aquella mujer y el verdadero motivo por el que temía a alguien de una clase superior a la suya.
- Usted dirá lo que necesite, madame.- le respondí encogiéndome de hombros.
Si ella quería una investigación privada, la tendría. Pero sería yo quien la llevara a cabo. A demás podría saber quién diablos era aquella mujer y el verdadero motivo por el que temía a alguien de una clase superior a la suya.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
No se había dado cuenta de la situación real hasta que la había meditado. Parpadeó y observó al hombre que tenía ante ella, no parecía tan intimidante y mucho menos uno de los lacayos de su ex-prometido. Le daba confianza, aunque algunas veces se había equivocado al evaluar a una persona, pero bueno, si todo fallaba, tenía un plan b: Sebastián.
- Necesito un investigador privado, que esté en contacto con alguien en Madrid, pero los detalles sólo se los daré a él y en un lugar discreto, aquí hay demasiados oídos.
Sí, podría resultar. Alguien en contacto con uno de los amigos de sus padres, que tenía muchos negocios en París, así nadie desconfiaría o sospecharía. Siempre manteniéndose atento a los movimientos de su ex-prometido, para poder adelantarse a sus acciones. Un contraespionaje de ser posible, en caso de que él estuviera ya haciendo lo mismo.
Esa era la prioridad; después, buscar las suficientes pruebas para presentarlas ante alguien, porque ella no podía estar todo el tiempo escondiéndose, protegiéndose de él. Debería darle el golpe contundente, que le hiciera ver que ya no podría hacerle daño y que los papeles se habían invertido.
Quizá darle un susto de muerte, buscar las opciones para que, una vez localizado, alguien le hiciera una visita y le dejara bien claro que no debería perseguirla, ni hacerle ningún tipo de daño. Aunque quizá fueran fantasías, era algo que Marianne necesitaba urgentemente. Dejar de temerle...
- Necesito un investigador privado, que esté en contacto con alguien en Madrid, pero los detalles sólo se los daré a él y en un lugar discreto, aquí hay demasiados oídos.
Sí, podría resultar. Alguien en contacto con uno de los amigos de sus padres, que tenía muchos negocios en París, así nadie desconfiaría o sospecharía. Siempre manteniéndose atento a los movimientos de su ex-prometido, para poder adelantarse a sus acciones. Un contraespionaje de ser posible, en caso de que él estuviera ya haciendo lo mismo.
Esa era la prioridad; después, buscar las suficientes pruebas para presentarlas ante alguien, porque ella no podía estar todo el tiempo escondiéndose, protegiéndose de él. Debería darle el golpe contundente, que le hiciera ver que ya no podría hacerle daño y que los papeles se habían invertido.
Quizá darle un susto de muerte, buscar las opciones para que, una vez localizado, alguien le hiciera una visita y le dejara bien claro que no debería perseguirla, ni hacerle ningún tipo de daño. Aunque quizá fueran fantasías, era algo que Marianne necesitaba urgentemente. Dejar de temerle...
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Alcé una ceja y llevé dos de mis dedos a mi mentón, como énfasis a que estaba meditando sus palabras. ¿Alguien en Madrid? En mi mente aparecieron varios nombres de agentes que sabía que trabajaban allí, sin embargo pocos eran de mi confianza o incluso ni siquiera había hablado con ellos antes. Sin embargo, un nombre me hizo sonreír.
- Conozco a un tipo muy bueno, no es policía pero es detective privado.- le expliqué entre susurros, cruzándome de brazos y mirándola con seriedad, pues aquello no era un juego y aquella persona se arriesgaba constantemente por sus clientes.- Hace meses que no sé nada de él pero si lo desea puedo explicarle el caso y hacerle venir algún día para que tengan una entrevista y valore si necesita o no de sus servicios.
Sabía que tenía su tarjeta con su nombre y dirección en la billetera de mi chaqueta, pero no podía entregársela así sin más, antes debía hablar personalmente con él. Aquél buen amigo mío siempre estaba metido en problemas pero él se divertía con su trabajo y sus dotes como licántropo le permitían salir indemne de todas las dificultades por las que atravesaba. Le admiraba.
- Conozco a un tipo muy bueno, no es policía pero es detective privado.- le expliqué entre susurros, cruzándome de brazos y mirándola con seriedad, pues aquello no era un juego y aquella persona se arriesgaba constantemente por sus clientes.- Hace meses que no sé nada de él pero si lo desea puedo explicarle el caso y hacerle venir algún día para que tengan una entrevista y valore si necesita o no de sus servicios.
Sabía que tenía su tarjeta con su nombre y dirección en la billetera de mi chaqueta, pero no podía entregársela así sin más, antes debía hablar personalmente con él. Aquél buen amigo mío siempre estaba metido en problemas pero él se divertía con su trabajo y sus dotes como licántropo le permitían salir indemne de todas las dificultades por las que atravesaba. Le admiraba.
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Marianne le miró largamente e hizo una pequeña mueca. Tiempo, lo que no tenía era tiempo. Debía ponerle un estate quieto a ese ex-prometido suyo de una vez por todas y si el hombre iba a ayudarle, sería magnífico.
Aún podía recordar cuando su padre había entrado con uno de sus mejores amigos y la habían abordado en compañía de su madre y le habían demostrado con hechos, papeles y documentos, quién realmente era su ex-prometido. Inicialmente se había negado en rotundo, pero ante tantas pruebas, su convicción y su fidelidad se habían hecho trizas.
Lloró amargamente ante las fes bautismales de sus hijos y se le hizo la garganta un nudo. Tres niños, pequeños por las fechas en que se habían bautizado. Tres... cuando él tan flagrantemente había dicho una y otra vez que ansiaba tener familia con ella. Los había ocultado, no, los había negado. ¿Qué clase de bestia era capaz de hacer algo así?
- Mire - dijo y le tomó del brazo atreviéndose a hacer semejante cosa, pero es que no tenía otra opción, iba a hablarle de algo bien delicado, llevándole hacia una esquina donde tuvieran cierto tipo de privacidad y no habló hasta que no estuvo segura de que absolutamente nadie les escuchaba y podrían llevar información a personas non gratas - ese hombre quería casarse conmigo, me pretendió durante mucho tiempo y enamoró hasta que nos comprometimos... estoy preocupada porque es un duque de España - parpadeó lamiéndose los labios, apretando las manos una contra la otra, nerviosa, porque sí, era demasiado poderoso como para hacer caso omiso de él, de sus influencias - cuando me enteré que tenía esposa y tres hijos, me negué en redondo, no iba a participar en algo así y mucho menos cuando me informaron que era adicto a las cartas y que toda su herencia y dinero lo había malgastado en apuestas y demás.
Miró a su alrededor, nerviosa, esperando que absolutamente nadie se acercara mientras le confiaba su secreto. Sentía que le temblaban los pies, le sudoraban las manos porque lo hablaría con alguien que ni siquiera conocía, estaba ofreciéndole una gran verdad a alguien que quizá no tuviera el honor de ser su confidente, pero el destino así había dispuesto todo, así que no tenía más opción que confiar en él.
- Cuando se enteró, juró vengarse y yo huí hacia Inglaterra. Creyéndome segura, no creí oportuno ocultar mi paradero, hasta que él llegó - se lamió los labios y bajó la cabeza, sonrojándose profundamente - si no hubiera sido por un guardia... - negó y le miró a los ojos, los suyos llenos de miedos, fantasmas y nostalgia - tengo mucho miedo de que me encuentre... sé que me busca para que pierda mi honor y así, obligar a que me case con él. ¿Entiende ahora mi situación? Necesito que me ayude, saber su paradero para huir o bien, tener algo, pruebas... no sé... documentos que acrediten su mala conducta, para ir a con los Reyes de España y mostrárselos. Son los únicos que pueden detenerle. Los únicos.
Aún podía recordar cuando su padre había entrado con uno de sus mejores amigos y la habían abordado en compañía de su madre y le habían demostrado con hechos, papeles y documentos, quién realmente era su ex-prometido. Inicialmente se había negado en rotundo, pero ante tantas pruebas, su convicción y su fidelidad se habían hecho trizas.
Lloró amargamente ante las fes bautismales de sus hijos y se le hizo la garganta un nudo. Tres niños, pequeños por las fechas en que se habían bautizado. Tres... cuando él tan flagrantemente había dicho una y otra vez que ansiaba tener familia con ella. Los había ocultado, no, los había negado. ¿Qué clase de bestia era capaz de hacer algo así?
- Mire - dijo y le tomó del brazo atreviéndose a hacer semejante cosa, pero es que no tenía otra opción, iba a hablarle de algo bien delicado, llevándole hacia una esquina donde tuvieran cierto tipo de privacidad y no habló hasta que no estuvo segura de que absolutamente nadie les escuchaba y podrían llevar información a personas non gratas - ese hombre quería casarse conmigo, me pretendió durante mucho tiempo y enamoró hasta que nos comprometimos... estoy preocupada porque es un duque de España - parpadeó lamiéndose los labios, apretando las manos una contra la otra, nerviosa, porque sí, era demasiado poderoso como para hacer caso omiso de él, de sus influencias - cuando me enteré que tenía esposa y tres hijos, me negué en redondo, no iba a participar en algo así y mucho menos cuando me informaron que era adicto a las cartas y que toda su herencia y dinero lo había malgastado en apuestas y demás.
Miró a su alrededor, nerviosa, esperando que absolutamente nadie se acercara mientras le confiaba su secreto. Sentía que le temblaban los pies, le sudoraban las manos porque lo hablaría con alguien que ni siquiera conocía, estaba ofreciéndole una gran verdad a alguien que quizá no tuviera el honor de ser su confidente, pero el destino así había dispuesto todo, así que no tenía más opción que confiar en él.
- Cuando se enteró, juró vengarse y yo huí hacia Inglaterra. Creyéndome segura, no creí oportuno ocultar mi paradero, hasta que él llegó - se lamió los labios y bajó la cabeza, sonrojándose profundamente - si no hubiera sido por un guardia... - negó y le miró a los ojos, los suyos llenos de miedos, fantasmas y nostalgia - tengo mucho miedo de que me encuentre... sé que me busca para que pierda mi honor y así, obligar a que me case con él. ¿Entiende ahora mi situación? Necesito que me ayude, saber su paradero para huir o bien, tener algo, pruebas... no sé... documentos que acrediten su mala conducta, para ir a con los Reyes de España y mostrárselos. Son los únicos que pueden detenerle. Los únicos.
Última edición por Marianne Louvier el Dom Ago 28, 2011 3:45 pm, editado 1 vez
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Yo miré a la mujer con una mezcla de asombro e incredulidad. ¿En qué clase de mundo vivía ella? Meneé la cabeza y tomé sus manos entre las mías, mirando fijamente sus ojos y mostrando en mi rostro mi faceta de profesional en el ámbito policial. Ahora la estaba ayudando, o eso creía.
- Mire, señorita, lo mejor es que ceda ante él y se case.- le aseguré con un murmuro, siguiendo sus pasos de intentar que nadie nos escuchara.- Es la época en la que lastimosamente vivimos. A las mujeres se las corteja y si el pretendientes es un buen partido social o económicamente... debe acordarse un matrimonio, por muy frío y horrible que eso le parezca.- comenté encogiéndome de hombros, aunque yo era el primero en rebelarme contra ese tipo de injusticias.- ¿Realmente cree que todas las parejas que ahora pasean por éste parque... se aman?- exclamé, mirando a nuestro alrededor, examinando los rostros fríos y distantes de las parejas que elegantemente paseaban tomadas del brazo, en silencio y con la mirada gacha, probablemente por el peso de la infelicidad.- Es injusto pero la vida es así. Debería rendirse ante él.
Por lo visto se trataba de un hombre con clase social elevada, de buena familia, buena reputación... Sus problemas de logopedia y si tenía otra familia extramatrimonial no era un motivo de peso para no aceptar las pretensiones de aquél hombre y estaba convencido que ni siquiera los Reyes de España escucharían sus quejas. Pero no creí oportuno derrumbar todas aquellas expectativas, suficiente era lo que ya le había dicho en a penas dos minutos.
- Mire, señorita, lo mejor es que ceda ante él y se case.- le aseguré con un murmuro, siguiendo sus pasos de intentar que nadie nos escuchara.- Es la época en la que lastimosamente vivimos. A las mujeres se las corteja y si el pretendientes es un buen partido social o económicamente... debe acordarse un matrimonio, por muy frío y horrible que eso le parezca.- comenté encogiéndome de hombros, aunque yo era el primero en rebelarme contra ese tipo de injusticias.- ¿Realmente cree que todas las parejas que ahora pasean por éste parque... se aman?- exclamé, mirando a nuestro alrededor, examinando los rostros fríos y distantes de las parejas que elegantemente paseaban tomadas del brazo, en silencio y con la mirada gacha, probablemente por el peso de la infelicidad.- Es injusto pero la vida es así. Debería rendirse ante él.
Por lo visto se trataba de un hombre con clase social elevada, de buena familia, buena reputación... Sus problemas de logopedia y si tenía otra familia extramatrimonial no era un motivo de peso para no aceptar las pretensiones de aquél hombre y estaba convencido que ni siquiera los Reyes de España escucharían sus quejas. Pero no creí oportuno derrumbar todas aquellas expectativas, suficiente era lo que ya le había dicho en a penas dos minutos.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Sus manos eran cálidas contra las de Marianne, levemente frías, pero agradeció un poco el contacto, sólo un poco, porque le daba confort y porque ese hombre no quería agradarla, sólo apoyarla y buscar una alternativa a su problema personal. Por ello, es que le permitió el roce, cuando a muchos otros no y le sonrió levemente.
Aunque los ojos masculinos mostraban expresiones que Marianne pudo interpretar como las correctas y adecuadas para que le brindara su ayuda, sus palabras fueron las que la sacaron de balance e incluso, la hicieron llevar una mano a la sien, para acariciársela, ante el pequeño pinchazo que había sentido de dolor.
¿Había escuchado bien sus palabras? ¿Había entendido el riesgo que corría a su lado? Ese hombre era capaz de todo con tal de obtener lo que quería. Incluso, de violar la propia ley y ¿Le pedía que se casara con él? Independientemente de la época, él estaba casado con otra mujer ¿Qué eso no era bigamia y estaba prohibido por la Ley eclesiástica y la civil?
- Espere, espere, creo que no me escuchó - dijo negando y soltando las manos - es decir, él está casado... ¿El contraer matrimonio con él no lo convertiría en bígamo? ¿Qué eso no está penado por la ley?
¿Qué acaso él no era un hombre conocedor de su sociedad? Sería muy mal visto que un hombre, teniendo familia, se casara con una mujer de nuevo. La ley eclesiástica los tacharía de pecadores a él y en consecuencia, a ella. Por contraer matrimonio con un hombre que de antemano sabía, estaba unido a una mujer por la Ley de Dios.
- Sus palabras, my lord, no son las que buscaba... perdóneme si le quité el tiempo - decidió, porque si él aún estaba en esa posición, entonces Marianne debería buscar otra vía de ayuda. Ese investigador privado se había convertido en su prioridad, porque tenía que sacar los más lúgubres secretos de su ex-prometido para tener armas con lo cual combatirlo.
Aunque los ojos masculinos mostraban expresiones que Marianne pudo interpretar como las correctas y adecuadas para que le brindara su ayuda, sus palabras fueron las que la sacaron de balance e incluso, la hicieron llevar una mano a la sien, para acariciársela, ante el pequeño pinchazo que había sentido de dolor.
¿Había escuchado bien sus palabras? ¿Había entendido el riesgo que corría a su lado? Ese hombre era capaz de todo con tal de obtener lo que quería. Incluso, de violar la propia ley y ¿Le pedía que se casara con él? Independientemente de la época, él estaba casado con otra mujer ¿Qué eso no era bigamia y estaba prohibido por la Ley eclesiástica y la civil?
- Espere, espere, creo que no me escuchó - dijo negando y soltando las manos - es decir, él está casado... ¿El contraer matrimonio con él no lo convertiría en bígamo? ¿Qué eso no está penado por la ley?
¿Qué acaso él no era un hombre conocedor de su sociedad? Sería muy mal visto que un hombre, teniendo familia, se casara con una mujer de nuevo. La ley eclesiástica los tacharía de pecadores a él y en consecuencia, a ella. Por contraer matrimonio con un hombre que de antemano sabía, estaba unido a una mujer por la Ley de Dios.
- Sus palabras, my lord, no son las que buscaba... perdóneme si le quité el tiempo - decidió, porque si él aún estaba en esa posición, entonces Marianne debería buscar otra vía de ayuda. Ese investigador privado se había convertido en su prioridad, porque tenía que sacar los más lúgubres secretos de su ex-prometido para tener armas con lo cual combatirlo.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
La detuve en seco, aunque no le respondí al momento. ¿Penado por la ley? ¡No! Simplemente era la inquisición la que perseguía los casos de bigamia y no todos. Si tal y como me decía el hombre era un alto cargo de la realeza, probablemente nadie tendría que objetar, pues de todos era conocido que los hombres tenían más derechos y permisos que las mujeres, como por ejemplo se les encubría sus infidelidades, algo que si ocurría con una esposa, la Inquisición o la Santa Inglesia no dudaba en torturarla hasta la muerte si era necesario. Pero no era ese, el caso. Era al revés. Y en tal situación, aquella mujer que tenía delante no tenía nada que hacer, a mi juicio. Aún así, me conmovió.
- No puedo ayudarla pero quizás mi amigo sí.- le dije, buscando en mi chaqueta tu targeta.- Contacte con él de mi parte y explíquele el caso, le garantizo que es de confianza.
Le tendí la targeta y solté el agarre de su brazo, disculpándome por mi osadía con una leve reverencia y una sonrisa tímida. Me incorporé de nuevo y la miré con curiosidad, preguntándome qué clase de persona querría lastimar a una mujer como ella. Si su historia era cierta, admiraba sin duda su valentía, aunque no por eso podía dejarla de etiquetar como a una suicida.
- No puedo ayudarla pero quizás mi amigo sí.- le dije, buscando en mi chaqueta tu targeta.- Contacte con él de mi parte y explíquele el caso, le garantizo que es de confianza.
Le tendí la targeta y solté el agarre de su brazo, disculpándome por mi osadía con una leve reverencia y una sonrisa tímida. Me incorporé de nuevo y la miré con curiosidad, preguntándome qué clase de persona querría lastimar a una mujer como ella. Si su historia era cierta, admiraba sin duda su valentía, aunque no por eso podía dejarla de etiquetar como a una suicida.
Eyra Erikdóttir- Vampiro Clase Alta
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Marianne observó al hombre, de verdad que era una persona intachable, porque le brindaba su ayuda sin dudarlo. ¿Quién sería realmente? ¿Así sería con todos? Tomó la tarjeta y miró las letras, para asentir. Tenía muchas cosas por hacer, pero sobre todo, él le había iluminado en algo:
Debería moverse con rapidez, so pena de que él la encontrara y sobre todo, tenía que hacer un plan perfecto y congruente, para no darle la menor oportunidad de reaccionar. Tenía que buscar las maneras de encerrarlo en una mortal trampa y destruirlo. Tragó saliva al pensar así, pero no había más opciones para un perro rabioso. Se le destruía antes de que hiciera más daño.
- Ya lo veía venir - dijo suavemente, con la cabeza ya funcionando, tenía que pedir que buscara datos escabrosos sobre él, información con la cual empezar a destruir su reputación, incluso... sí, eso podría resultar bien. El utilizar todo para tener las armas y luego... si se casaba con él... Podría hacer realidad muchos de sus planes. No sólo personales, si no todos los que incluían a los hombres y mujeres en precarias condiciones de vida.
Miró a Loukas y le sonrió.
- Gracias - dijo - ahora, si me disculpa, tengo que regresar a casa... cuando guste, búsqueme - sacó una pequeña tarjetita - soy Marianne Louvier, me especializo en diseñar ropa. Puedo hacerle la suya por bajo costo, en vista de su ayuda... - sonrió - ésta es mi dirección.
La tarjeta decía, con letras violáceas:
Debería moverse con rapidez, so pena de que él la encontrara y sobre todo, tenía que hacer un plan perfecto y congruente, para no darle la menor oportunidad de reaccionar. Tenía que buscar las maneras de encerrarlo en una mortal trampa y destruirlo. Tragó saliva al pensar así, pero no había más opciones para un perro rabioso. Se le destruía antes de que hiciera más daño.
- Ya lo veía venir - dijo suavemente, con la cabeza ya funcionando, tenía que pedir que buscara datos escabrosos sobre él, información con la cual empezar a destruir su reputación, incluso... sí, eso podría resultar bien. El utilizar todo para tener las armas y luego... si se casaba con él... Podría hacer realidad muchos de sus planes. No sólo personales, si no todos los que incluían a los hombres y mujeres en precarias condiciones de vida.
Miró a Loukas y le sonrió.
- Gracias - dijo - ahora, si me disculpa, tengo que regresar a casa... cuando guste, búsqueme - sacó una pequeña tarjetita - soy Marianne Louvier, me especializo en diseñar ropa. Puedo hacerle la suya por bajo costo, en vista de su ayuda... - sonrió - ésta es mi dirección.
La tarjeta decía, con letras violáceas:
"Casa Louvier
Alta Costura"
Alta Costura"
- Spoiler:
- Loukas. creo que con tu respuesta, cerramos el tema. Porque no veo que haya algo más que decir o hacer. ¿Te parece?
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Cuando los demonios regresan, alguien tiene que huir [Loukas Giorkas]
Tomé la tarjeta y la miré unos segundos antes de alzar la vista con una cordial sonrisa y hacer una leve reverencia hacia aquella mujer de armas tomar.
- Le deseo toda la suerte del mundo, madmoiselle.- dije besando el dorso de su mano izquierda.- Iré a verla pronto, no lo dude.
Le guiñé el ojo con picardía y me enderecé, poniendo bien la corbata movida de sitio y, con un leve toque a mi sombrero policial, me despedí de ella para correr hacia mi puesto de trabajo, aquél al que ya llegaba tarde y dónde probablemente, me esperaba una monumental bronca de mi superior.
Crucé un par de calles y al girar una esquina perdí de vista a la muchacha, preguntándome si aquella tarjeta que le había dado sería suficiente o si por lo contrario, me encontraba frente a una paranoica o algo parecido. No solía confiar en la gente y desde luego su caso me parecía demasiado similar a los que contaban algunos internos del Manicomio. Reí levemente hasta que entré en la comisaría, divisando en mi escritorio el gesto serio y severo de mi oficial. Tragué saliva ruidosamente y me detuve frente a él con una sonrisa como disculpa.
Off: Cerramos, pues (:
- Le deseo toda la suerte del mundo, madmoiselle.- dije besando el dorso de su mano izquierda.- Iré a verla pronto, no lo dude.
Le guiñé el ojo con picardía y me enderecé, poniendo bien la corbata movida de sitio y, con un leve toque a mi sombrero policial, me despedí de ella para correr hacia mi puesto de trabajo, aquél al que ya llegaba tarde y dónde probablemente, me esperaba una monumental bronca de mi superior.
Crucé un par de calles y al girar una esquina perdí de vista a la muchacha, preguntándome si aquella tarjeta que le había dado sería suficiente o si por lo contrario, me encontraba frente a una paranoica o algo parecido. No solía confiar en la gente y desde luego su caso me parecía demasiado similar a los que contaban algunos internos del Manicomio. Reí levemente hasta que entré en la comisaría, divisando en mi escritorio el gesto serio y severo de mi oficial. Tragué saliva ruidosamente y me detuve frente a él con una sonrisa como disculpa.
Off: Cerramos, pues (:
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