El sabor de la Sangre...

Encontrada en un hermoso lugar en Londres, era mi primera visita a la Gran Ciudad, en compañía claro está de mi querida señorita Catherine, hace algunos años la pequeña niña había caído del caballo perdiendo así la movilidad de sus piernas, ahora estando Yo a sus servicios para su cuidado. Ambas nos diriguiamos a su nueva casa a la orilla de un Río, un adorable terreno estabá divisando a lo lejos...-Oh que maravilla, mira mi niña dónde vamos a residir-Exclamé con tal gozo que no me di cuenta de ser observada por alguien más. Poco me importó y seguí con mi camino. Un día maravilloso pasé en aquella ocasión. Repitiéndose así al día siguiente. Mis queridos amos eran tan atendos y amables conmigo, hace muchos años no sentía el cariño de una familia.... Sin embargo todo acabó en una tarde que salí por medicinas para mi niña. Acababa no tiene mucho de oscurecer, temía encontrarme con algún granuja que me recordará a mi pasado; así que empezé a correr, para mi desgracia (creó) caí y mi cabeza se golpeó con una piedra dejándome inconsciente.

Dormida en la fría y húmeda tierra, desperte en el más horrible y aterrador de los lugares. Se que había frío...por la profundidad de la tierra, era lodosa y al parecer no hace mucho había llovido. Algo inusual le pasaba a mi cuerpo, ya que no sentía frío, pálida piel mostraba y una extraña sensación de hambre y sed se prolongaba. Sentía haberme llevado por alguna pasión al encontrarme casi desnuda. Sin embargo esa sensación de querer satisfacer mi hambre era más evidente. No soportaba el dolor entre mis entrañas que me gritaban por satisfacerlos. Un aire de locura se me presentaba y simplemente quería, necesitaba, deseaba...a alguien a mi lado para...no se, no sabía que tenía. ¿Porque ese afán de querer la Sangre de alguien más?. ¿Qué era lo que me pasaba que no dejaba de pensar en ello?.
Caminando estaba, en espera de mi auxilio, pero nadie se acercaba...Pasando por una hermosa casa, observé adentro de ella un banquete de espléndidas comidas, más sin embargo no tenía hambre al verlo...sólo que escuché la voz de una mujer...

Entrado en la sala donde Yo a lo lejos observaba, una hermosa mujer, alrededor de 30 años o más ahí estaba. No se cómo ocurrio lo siguiente...Nublandose mi vista y mis razones, entre por la ventana como un animal salvaje en busca de su presa, pero no estaba sola, un hombre al parecer un Servidor del Diablo tomó a la mujer entre sus brazos y le succiono la sangre. También había otro hombre, al parecer la pareja de la mujer que yacía en el suelo, aún con vida. Pero mis Instintos, mis terribles instintos me hicieron terminar de acabar con él, de un sólo mordísco tuve sufiente para volverme insaciable y loca por su sangre, estaba ahí bañada de ese líquido del que tanto me deleítaba. Ese mismo Ser Diabólico se acercó a mí y me felicitó, sin embargo no me sentía del todo satisfecha. -Horrores y errores he cometido en una sóla noche-Arrepentida por mis actos, salí de ese lugar...no antes de escuchar la voz de una pequeña criatura no mayor de 10 años, que se había despertado con el agudo y chillón gritó de la mujer, al parecer era su hija. Escapé sin mirar atrás. Fue entonces que, entre el salvajismo y los lamentos, el Diabólico Ser acabó con el pobre cuerpo de la Mujer.
Madre...Fue lo último que escuché

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Mi único amigo, el cual abandoné en Rumania siempre se le oía comentar sobre la seguridad que yo irradiaba,de que esa confianza que demostraba en cada acto que hacía o palabra que decía seguro me iba a llevar demasiado lejos en esta vida. Ja! que ironismo, ahora solo me río de ello, puesto que las formas en que he ido construyendo mi poder social e individual a lo largo de este tiempo , son paradójicamente, fuente de un enorme temor, un aislamiento y un dolor para mi misma. Pero era algo medianamente lógico lo que sucedía conmigo, pues el haber sido tan segura en mi pasado no significó que hubiese tomado decisiones correctas, por ejemplo el empeño en que padre me reconociera me tenía ahora a mi en esta encruzijada, pues seguro si hubiese tomado el camino de ser una simple humana, no estaría aquí, en donde estoy.. fijando mis pupilas azules en el limpido y cristalino cielo.

Era triste admitirlo, pero la idea de tratar de encajar en este mundo bastante pervertido no era muy apetecible que digamos, y vamos.. es que era no más que leyeras un diario para entonces solo encontrar sin muchas dificultades que por todas partes solo abundaban vestigios de la maldad: asesinatos, robos, infanticidios, parricidios, atracos, violaciones, genocidios, prostitución, odios, venganzas, mercaderes de almas y mercaderes de cuerpos, codicia, violencia, envidia, orgullo, soberbia, glotonería, molicie, calumnias, todo la maldad en su mayores expresiones..... y seguro que con dicha presentación muchos se preguntarán quién puede estar tan descabellado para pretender pertenecer a una tan contaminada raza .... pues bien, si al menos la mitad de los que se cuestionan eso hubiesen vividó las intensas emociones que yo, de experimentar las amargas experiencias y encuentros con seres sobre naturales como yo, seguramente considerarían lo que parece ser una descabellada idea. Y es que cada día, cada noche, cada segundo de mi vida lo que más deseaba con mi alma.. era olvidar, sin importar que tratrará de encajar a esa raza actual que se convertía en una fruta pódrida, una fruta que poco a poco está cayendo del árbol de la vida bajo el peso de su propia podredumbre.

Perdida en el inmenso mar de sus pensamientos, recorriendo el sinuoso camino de la locura, adentrándose a lo más profundo de la noche vagaba sin rumbo alguno por las calles de Londres. Mis tacones golpeteaban en el suelo adoquinado rompiendo el insoportable silencio que provocaba el estar sola. Vestía de negro que aunque no fuera un color era participe de muchas de mis demencias, aquella noche andaba de forma delicada y sin prisa.

Iba a encontrarme con alguien pero el tiempo no era algo que me atara, mucho menos que me preocupara; bien podría esperar toda la vida porque esa persona se cruzara en mi camino. Busqué un lugar donde sentarme y crucé las piernas, aún clavada en lo más profundo de mis ideas, escuchando una dulce pero fuerte melodía que la acompañaba.

Llegué a una de las tantas bancas que adornaban el lugar, y me senté dejando caer mi cuerpo y cabeza para atrás, cerré los ojos de golpe, suspiré y volví a abrirlos, clavándolos en la luna llena que brillaba en lo alto del cielo aquella fría noche.... muy fría para ser verano pero ya estaba acostumbrada aquel gélido clima, me recordaba a los cortos días y largas noches de Rumania, mirando por la ventana la aurora boreal que se cernía en el horizonte.

Una sonrisa de oreja a oreja se pinto en mi pálido rostro, ese que hace unos segundos parecía ausente. Después de todo por eso estaba ahí aquella noche de luna llena para reencontrarse con una que en dado momento le sirvio de sosiego. Me levante y le dí un fuerte abrazo, pero pude percibir de que a pesar de que estaba allí conmigo, también estaba ausente, su rostro divagaba, su mente quizas volaba -Te pasa algo? te noto ausente ....- pregunté dudoso, aquella chica, Dulbella había sido demasiado reservada con su vida, al normal; no le culpaba, ya que en la sociedad que nos movíamos, tocaba ir con píes de plomo. -Ven sentemonos...- le indique para que se pusierá cómoda, tal vez hoy sería el día que estuviese dispuesta a compartirme eso que le aquejaba, o al compás de la melodía más estruendosa marcaba su ritmo...

Habían pasado años, desde que recorde esos primeros sucesos de mi vida anterior. Esos tristes momentos que vagamente recordaba antes de ser un Vampiro...No solia recordar nada de esto por temor a las pesadillas...Odiaba mi condición de Vampiro pero lo que más odiaba era depender de la Sangre. Jamás me acostumbraré a ser sadica o salvaje...Odiaba no ver de nuevo la luz del día y disfrutar de los días de campor...pero lo que más odiaba era que...me gustaba la Sangre, la disfrutaba. Así pues, estaba entre mis profundos pensamientos, que no me daba cuenta de la presencia de una persona en especial. La presencia de la joven bruja, me altero un poco, pues no esperaba verla junto a mi, acompañandome.

Voltee a verla, mirandola a los ojos, y sin siquiera leer su mente, sabía sus intensiones -Querida Ileana, te agradesco tus buenas intensiones-Le dijé, para despues sentarnos en una banca cerca de un enorme árbol. Observe que llevaba unos tacones altos, algo que en lo personal no disfruto de usar, pues era algo dificultoso caminar con ellos, y más aún, cuando quieres atacar a alguien o algo.

Poca importancia le di a sus atuendos, pues lo que me interesaba era responder sus dudas -Tuve por momentos unos extraños y dolorosos recuerdos del pasado, no es nada de que te puedas preocupar, es todo.-No quería evitar la conversación, sino simplemente no preocuparla...No hacia mucho tiempo que le conocía y sentía cierta amistad hacia ella. Al menos, la suficiente para no atacarla. Ha decir verdad, su tierna y dulce voz tranquilizaba mis pobres nervios. Era en cierto modo desconfiada en no comentar con los demás...Cuando eres un ser que depende de ciertas cosas especificas, y, dependiendo de cada contacto que se tenga con el mundo exterior, uno puede ser excéntrico o ermitaño.

Todo en la vida puede cambiar a cualquier criatura, sin importar su rango o especie, y dependiendo además de conocer y poseer ciertas amistades que te pueden ayudar...Y eso en parte poseía, una extraña amistad con una bruja, un Vampiro siendo amiga de una joven bruja humana era algo inusual, sin embargo, eso no me importaba. -Dime algo Ileana, que sabes de mi vida-Le pregunte aún sabiendo la respuesta...-No quisiera decirte hacerca de ella, pero si lo deseas te la puedo contar, más sólo te advierto, he perdido un poco la memoria por lo que no recuerdo mucho de ella-En esos momentos, no la miraba ya los ojos, si lo al contrario, los mantenía cerrado para escucharla mejor.

Aún recuerdo las miles de veces que padre decía "Aprenda cada cual a marchar por el camino que más le convenga" pues él pensaba que los cambios por muy fuertes y duros y hasta extremos que fueran siempre conducían a algo bueno. La verdad es que nunca consideré esto totalmente cierto, y si; también era cierto que jamás le refute nada, pero eso no quería decir que estuviese totalmente de acuerdo con todo lo que el decía, tenía mis propias perspectivas de la vida, y en cuanto a lo que competía a cambios.... no me gustaban definitivamente, tan solo por el hecho de que solía ser muy monótona, pues con ello sentía que podía tener el control sobre todas las cosas. Si, lo nuevo me asustaba y de cierto modo también me intimidaba, no sabía como actuar o reaccionar ante estas situaciones, solía ser una chica demasiado despierta y activa, pero cuando debía hacer algo que no estaba planeado o trazado, me ofuscaba y no sabía como reaccionar. Llegando con todo esto entonces a mi funesto presente que a pesar de no ser el más adecuado al menos resultaba ser el más tranquilo, a excepción claro esta de cuando debía evocar. Sabía muy bien cuan dolorosos y tortuosos pueden llegan a ser los recuerdos, ya que estos se agolpaban en mi alma en una manera tan poco usual que en ocasiones sentía que me cortaban mi respiración, que limitaban y acababan con el poco aire que me mantenía aún vida. Dentro de mis consignas siempre estuvo el seguir adelante, tratando de dejar ese oscuro pasado atrás, no me sentía nada orgullosa de mis actos y por lo tanto; lo único que intentaba a pasos agigantados era dejar en el tintero todo lo que aconteció en Rumania. Pero el destino el cruel destino, siempre me impedía hacerlo, pues me devoraba como si fueses un pequeño bocado y después de ello me escupía retornarme y recordándome todo aquello que suponía quería olvidar.

Y ahora enfrente de Dulbella me doy cuenta de cuan ingenua he sido en esta vida, pues esos trastos viejos que pertenecían a mi pasado, siempre estarían afectando mi presente y evitándome entonces obtener un diferente futuro inmediato. Y lo curioso es que al parecer era una ley de la vida, no era que el destino se hubiera encaprichado conmigo, para nada, ya que al parecer todos los seres teníamos penas y deudas que saldar, y eso lo podía ver en el rostro de la única persona que hasta el momento podía considerar una amiga en este lugar –escuchándote Dulbella, me he aclarado y me he percatado de que es imposible huir del pasado- puse mis manos sobre mis piernas y empecé a juguetear con ellas de manera nerviosa –pareciera ser que este es el encargado de darnos nuestras merecidas reprimendas por …- suspiré y me quede callada, de hecho ella tampoco conocía nada sobre mi pasado y de hecho al avergonzarme de ello pretendía que así siguiera siendo. Viré de nuevo mi rostro y lo fije en el de ella – de tú vida Dulbella, solo sé lo que me has permitido llegar a conocer. - pusé mi cálida mano sobre la gélida suya -...Pero... quiero que sepas que si llegases a necesitar con quien abrir tus penas y si no te resulta demasaido doloroso hasta tus heridas, estaré siempre dispuesta a hacerlo- y una suave brisa nos abofeteo en aquel momento, pero esa no venía sola, unas cuantas hojas de papel, revoleteaban por el aire, como quien ha estado enjaulado por mucho tiempo y por primera vez se siente libre. Me levante y tome tantas como pude, sin poder entonces dejar de observar lo que en ellas habían plasmadas: sensaciones, sentimientos y hasta tal vez porque no momentos, era increible el realismo de aquellos trazos. A unos pocos metros avisté a quien parecierá ser la dueña de aquellos dibujos y lienzos. Y sin dudarlo me acerqué a ella extendiéndole mi mano.