En la vida sólo hay una cosa segura, la muerte. {Privado}

Cuando la noche llega es cuando mis peores pesadillas se hacen realidad, es cuando siento que todo lo que habita a mi alrededor me está observando, es el momento cuando la oscuridad me llama en busca de algo más que solo la luna; es el momento cuando mi corazón grita por la libertad que me regalaron, es cuando mi ojos buscan entre la oscuridad una luz la cual seguir. Llegar de noche a una ciudad desconocida siempre era un peligro más cuando eras una persona diferente, pero a mis ojos yo era igual o mejor que todos los demás, el color de mi piel siempre causaba aquella intimidación que era difícil de explicar. Revise el mapa que tenía, antes de hacer cualquier cosa tenía que dejar todo mi arsenal de armas y herramientas en la casa donde me hospedaría algunos meses, quizás semanas. Primero tantearía el suelo y luego iría en busca de aliados, conocidos y quizás algo más.

Las horas pasaron rápido y ya todo estaba instalado en la pequeña casa que había alquilado, mi caballo bramia a las afueras de la puerta, el como yo estábamos deseosos por ir en busca de algo de diversión, más si el bosque estaba cerca. Sin más que hacer, ni pensar, monte el caballo con dirección oeste seguí el sendero oscuro, algunos parisinos transitaban las calles en silencio podía oler el miedo y también aquella fragancia de vampiros en cada sombra. Entre a galope por el bosque esquivando ramas, troncos y adentrándome en la espesura del mismo seguí los instintos que tenía en cada partícula de mi piel agradecía que esta noche era oscura como mi propia mirada, ya que de no ser así el desenlace sería diferente.

Me detuve en seco al escuchar las aguas de la laguna que se movían de un lado a otro sin parar. Desmonte el caballo con ligereza y dejando las riendas sueltas del caballo me acerque a la laguna en completo silencio observe el lugar, mis pasos se volvieron lentos y mi corazón latía con una tranquilidad podía respirar aire puro y disfrutar de todo esto que me rodeaba. Tome asiento en una roca mientras seguía con la mirada perdida en el horizonte oscuro, probablemente nadie notaria mi presencia más por los ropajes oscuros para cualquiera podría parecer solo una sombra, la sombra de lo que alguna vez quise ser… Cerré los ojos y dejándome llevar por cada cosa que ocurría a mí alrededor unos pasos oí a la distancia, eran decididos y suaves a la vez… Una mujer sin duda era una mujer seguí sintiendo los pasos hasta que su aroma llego a mis sentidos, podía describirla si fuese necesario pero no lo era, al abrir los ojos pude notar como avanzaba hacia la laguna, despojándose de sus ropajes y entrando en las aguas que oscuras parecían verdaderos posos sin fondo. Lentamente me levante para seguir con mis ojos el rumbo que ella tomaba, tenía agallas podía notar aquello con todos sus movimientos. –Interesante – claro que era interesante y ahí me quede con los brazos cruzados mirando el espectáculo que aquella dama hacía en el agua. – Muy Interesante – repetí torciendo mi labio haciendo un gesto de una media sonrisa en la oscuridad de la noche.

En los misterios más grandes de los cuales había tenido el privilegio de toparme, una mujer siempre llevaba la delantera, toda gracia que estas posees, aquella calidez, aquella forma de hablar ese timbre de voz que pueden sonar casi igual que unas campanillas, su piel esa textura tan suave y alentadora, los ojos de quien oculta más de un secreto y… si podría estar toda la noche describiendo los misterios de las damas de este mundo uno tras otro se iban engatusando formando así a una mujer, extraño para alguien que solo la luna llena le hace tener gran vitalidad pensé casi como si un extraño estuviera contándome toda aquella historia. Mis ojos no se movieron ni un centímetro tenía la vista fija en la silueta que se escondía bajo el manto de agua. Nunca había sido mi intención molestar a nadie, ni mucho menos aquella señorita. – Los espectáculos de la naturaleza siempre son bienvenidos para un hombre, madeimoselle – mis palabras fueron tibias, mi voz ronca, como el típico hombre parisino, pero con el típico acento alemán, marcado y dejando ver que no era cualquier hombre si no mucho más que eso.

Podía seguir escuchando la voz de aquella dama por días, su frialdad era evidente pero misteriosa – Si, los gatos han comido mi lengua cuando yo me di un festín con las ratas. – podría ser verdad pero también una burda mentira, había aprendido de los juegos de palabras, a pesar de ser un simple esclavo en mis primeros años de vida había aprendido más de lo que cual quier otro, de alguna manera era privilegiado. Lentamente me levante de la roca que había tomado como asiento, una parte de mi quería no incomodarla pero la otra quería seguir observando, vaya dilema el mío, pensé mientras posaba mi mano derecha sobre mi barbilla – No quiero incomodarla – Si, era lo más correcto, no era un don juan para andar observando a mujeres desnudas. Me di la vuelta mirando los árboles que rodeaban aquella laguna – Siéntase libre para vestirse – hable un poco más fuerte para que me pudiera oír.

Tentación, cualquiera en mi posición hubiera elegido quedarse a observar, ver la belleza que había bajo el manto de agua, pero yo era diferente y siempre seguiría siéndolo, me habían criado para ser un hombre educado, ideal había dicho el viejo pero no creía que yo fuese aquel estereotipo. Quise mirar pero para no faltar a mi palabra cerré mis ojos, la tentación era grande cuando la noche estaba en curso. Esperar, no me daría vueltas a menos que ella dijera palabra alguna, pero podría irse sin más en silencio y tampoco quería aquello. – ¿Ha terminado? – pregunte mientras sin más me di la vuelta buscando aquel cuerpo entre la oscuridad, el lago y la orilla del lago. Mas solo escuche el silencio abrazar mi rostro, cegar mis ojos y callar mis palabras.