¡ Encontré a mi espejito! (Jerarld Délvheen)

¿ Quién diría que yo, una bruja cortesana, estaría en el palacio real?, ¿ Qué si fui invitada?...¡Ooh, por supuesto que no!, les contaré como llegué aquí.
Hoy en la mañana tuve la sensación de estar en peligro, busqué en mi viejo armario millones de chucherías baratas para alejar el mal augurío, pero nada de eso sirvió. Más tarde, cuando estaba arreglada para recorrer las calles parisinas un carruaje negro llegó a mi puerta pidiendome que le diera un amuleto contra el mal de ojo. Sí es cierto, había caído muy bajo, pero preparé el amuleto : Una piedra de cristal envuelta en un terciopelo negro con el pentagrama en él, fácil de hacer, díficil de activar. En fin, una vez que lo activé y se lo di en la mano enguantada del hombre fornido de la derecha, recibí mi propina.
Como la propina no me bastaba, entré por la puerta trasera al carruaje, no me importaba donde terminaría mientras no sea el manicomio, cualquier lugar estaría bien. Veinte minutos pasaron antes de que me descubrieran, por suerte llevaba una navaja en mi vestido.
Tomé la navaja y corté la palma de la mano de los dos hombretones. Conteniendo el aliento, divisé el suelo y salté. Cuando me levanté de mi salto algo fallido, me vi rodeada de jardines paradisíacos. Lentamente recorrí parte de él, hasta que comencé a escuchar como si estuvieran corriendo. Giré para ver a quien perseguían...¡ Era a mí!...¡ Yo era su presa!. Tomé aire y comencé a correr y a correr.
Pasaron por mis ojos, árboles, hojas, flores, pájaros y algunas ramas esquivadas. De repente caí al suelo, me había topado con algo o alguien.

Aquella noche había sido invitado a palacio en conmemoración a la llegada de un conde, ya no me acordaba ni como se llamaba, claro que esta invitación no había sido fortuita.
Resulta que días antes me había encontrado con el por casualidad mientras me encontraba en la biblioteca, el joven conde; escandaloso y alardeando de su posición, dinero y fortuna, había dicho casi a voces que había vuelto recientemente de Egipto, trayendo consigo diversos objetos, cada cual más extraño y curioso, y pensaba celebrar una reunión para mostrarlos y para celebrarse a si mismo su “gran logro” haber estafado a los pobres comerciantes del lugar y tener más dinero que antes.
A partir de ahí todo había sido fácil y algo rápido, había manipulado al hombre para que me diese una invitación. Me había enterado que había un libro de más de dos mil años entre aquellas posesiones, escrito en símbolos, casi en perfecto estado de conservación. Mi alma de coleccionista había despertado en seguida. Yo era escritor, y una de las cosas que más me gustaban del mundo eran los libros extraños e únicos, aquella noche iba a robar aquel libro.
Me encontraba en los jardines. La gente bebía y bailaba charlando, mientras yo me alejaba un poco del gentío algo hastiado, había mucha gente y yo estaba buscando el momento oportuno para inmiscuirme dentro y encontrar el salón de los objetos. Lo único que sabía es que estaba bien custodiado y cerrado, pero eso no sería un problema para mí.
De pronto vi una figura que se dirigía a toda velocidad, pensé que iba a cambiar su rumbo pero venia directa hacia mi sin mirar siquiera hacia delante, miraba algo invisible detrás de ella, hasta que cayó de bruces. Me acerque rápido hacia la figura algo temeroso de que aquella persona se hubiese hecho daño, menuda caída, me atrevía a decir que incluso había volado.
-Te encuentras bien? Pregunte levantándole un poco hasta que vi su rostro.
-Soraya??? pero que diant…..! Mi frase no alcanzo a verse terminada ya que vi a los guardias correr como desquiciados hacia nosotros. Levante a mi amiga bruscamente y veloz como un rayo saque mi abrigo y se lo puse encima. Apretándola contra mi comencé a mecerme con ella como si estuviésemos bailando desde hacía mucho rato.aunque la musica era casi un susurro lejano.
-Monsieur…habéis visto a una chica que venía corriendo hacia aquí?...
-Me ha parecido ver algo que se movía allí al fondo dije señalando con el menton sin mirarles si quiera. Los hombres me miraron algo curiosos por lo apretada que tenía a la joven contra mí, casi tapada hasta la cabeza con el abrigo.
-Es que ha estado llorando gesticule mientras apretaba la cabeza de Soraya contra mi pecho para que no se asomara. Pude sentir como me estaba dado puñetazos bajo el abrigo quizás algo ahogada la pobre.
Carraspee.
-por favor podéis darnos algo de intimidad? Dije mirándoles con cara de asco. Después de todo así era como los de la “clase alta” le hablaban a los sirvientes.
Los hombres se fueron rápidamente mientras yo les observaba aun con Soraya bajo el abrigo, dándome golpetazos cada vez más fuertes…

La torpeza me había llegado hasta la coronilla, sin duda no sabía que estaba haciendo. Corrí tan a prisa que no había visto que mi obstáculo era un joven. Agudicé mi vista, no podía creer quien era el que estaba allí.
Pero si era mi amigo el coleccionista, mi compañero en todas las " hazañas". Sonreí, aunque hice una mueca. Me había cortado la palma de la mano cuando me vi obligada a hacer un " aterrizaje forzado". Me tapé la herida con un pañuelo que tenía olvidado.

-¡ Jerald! ¿ Qué hacés tú aquí?...- dije con una arremetedora alegría. Ésta duró poco, los fornidos hombretones comenzaban a acercarse demasiado rápido como para seguir la charla. De repente estaba parada sobre el suelo con el abrigo de Jerarld. Como siempre su perfume me rodeaba, él era como un hermano mayor para mí. Comenzamos a mecernos hacia los lados, como si bailáramos. Apoyé mi cabeza en su hombro y ahogué una sonrisa cómplice.

Con mi cabeza en su pecho, asentí y comencé a respirar con fuerza por la nariz imitando la respiración cuando alguien llora. Con tanta fuerza me estaba dejando sin aire, cerré mi mano que hasta ese momento tenía en su cintura y comencé a darle en el estómago, sabía que sólo le provocaba cosquillas, pero el muy atrevido me estaba ahogando.

¡Maldito sea!, me estaba ahogando, seguía el segundo round, por ésta esquina Soraya y sus puños, por la otra esquina... el abdomén de Jerarld.
- ¿ Ya se fueron?...-pregunté casi sin aliento. Estaba dispuesta a correrlo con una pala si me decía que sí. Pero lo escucharía, lo abrazaría...y le pediría que me contara el por qué de su estancia en el palacio.

Observe como aquellos hombres se iban. Pero no la solté hasta que vi que los guardias habían desaparecido por completo.
Me despeje un poco de ella para observar su cabello revuelto y sus ropajes desarmados. Aun con el gran abrigo que le llegaba hasta el suelo y le daba un aspecto un tanto siniestro con aquel cuello que le tapaba ligeramente el rostro.
Tomo aliento algo agitada mirándome con ganas de pelea.
-Señorita…No se qué hace usted aquí…Dije poniendo voz seria y el ceño fruncido. No sabe que se está poniendo en constante peligro? El orden y el decoro son cosas muy importantes en esta sociedad para una dama...Nos quedamos unos segundos en silencio mirándonos fijamente, a ver quien aguantaba más, pero ninguno duro mucho, estallamos en carcajadas.
-Ven aquí! Dije dándole un gran abrazo de oso subiéndola para que quedase a mi altura haciendo que sus pies dejasen de tocar el suelo.
-Que haces aquí? Hace mucho que no te veía! Podrías venir por casa…ya sabes que de dia voy a esta allí aunque este durmiendo…y si no me despierto ya sabes que puedes lanzarme un zapato a la cabeza…comente tomando sus mejillas dándoles unos suaves pellizcos como si estuviese hablándole a mi hermanita pequeña.
-Porque siempre estas metiéndote en problemas!? Es que no te he enseñado a ser más discreta para meterte en casas ajenas!? Nuestros diálogos eran cuanto menos absurdos a los oídos ajenos. Por suerte nadie sospecharía que nos traíamos entre manos.
La conduje conmigo hacia una de las partes traseras del palacio, se podían ver las ventanas oscuras de aquellos salones y sus grandes ventanales de cristal. Allí con suerte no habría nadie.
-En menudo momento apareces mujer! Dije bajando la voz hasta quedar con apenas un susurro mientras acercaba mi rostro al suyo para comentarle.
-Estoy de “servicio” esta noche. Con eso quería decirle que me traía algo entre manos, la verdad es que teníamos nuestro propio vocabulario, eran unas de las cosas que habíamos aprendido a través de nuestras andanzas.
-Un libro de más de dos mil años…Me muero de ganas de ver aquellas inscripciones!...Aunque sé que también tienen más objetos de valor, unos colgantes, unas jarras, unas copas y joyas “malditas” según las leyendas, algunos de esos objetos eran realmente místicos y mágicos, aunque al menos a mi no me interesan en absoluto.
Contemple sus ojos, había cierta chispa en ellos. Un brillo que yo conocía muy bien.
-oh no. nononononononono dije cruzándome de brazos. Si le llevaba conmigo eso supondría ponerle en peligro y esa idea nunca me gustaba. A pesar de que sabía de lo insistente que podía ser mi queridísima y liante compañera.
De pronto alguien pareció acercarse, se oyeron unos cuantos pasos que venían hacia nosotros, nos miramos un instante pensando lo mismo. Ambos corrimos hacia los ventanales, hasta que vimos uno de ellos que estaba abierto. Saltamos dentro sin pensarlo dos veces, la estancia estaba oscura así que nos quedamos allí contemplando las sombras que venían del exterior…
Se suponia que yo tenia invitación…no debería haberme ido corriendo, pero es que ya me sentía culpable del delito, así que lo primero que habia pensado había sido en correr. Si queríamos seguir allí tendríamos que buscar algo de ropa apropiada para mi queridísima bruja...

Maldita sea. Sincermente Jerarld era un ser inrespetuoso, mafioso, pero aún así era mi compañero de aventuras. No se entienda mal, nuestras aventuras no eran amorosas eran más bien con armas...¿ o las armas nos apuntaban a nosotros?. En fin, lo cierta era que al trabajr con él terminaba agonizada, semi ahogada o con kilos de más pero era diversión y la magia podría con eso.
Lo fulminé con la mirada cuando mencionó aquel sermón, estaba a punto de verlo correr como mujercita si seguía así. Pero de pronto, todo se aclaró, su buen sentido del humor salió disparado y comenzamos a reir a carcajadas.
-¡Otro abra...!...-exclamé pero ya estaba abrazada a él como una hermana pequeña. Con su fuerza me levantó, mis pies bailaban en el aire formando suaves círculos.

- Quise dar un paseito...-dije que una sonrisa mientras me arreglaba un poco el cabello.- Suena tentador...¿ qué prefieres botas o taco ?...-pregunté con una sonrisa de medio lado.
Me lo imaginaba, entrando a su casa a hurtadillas, entrar a su dormitorio y con una buena puntería tirarle con mis tacos. Sonaba...interesante. - Cuando logre que Balthazar, el chulo del cabaret, me deje de mandar hechizos iré a tu casa...te tiraré con un zapato y nos colaremos a un evento... un evento como éste...

Puse mala cara cuando me pellizco las mejillas, con mis manos comencé a tirarle el pelo como niña caprichosa.- A alguien debería parecerme... ¿ no crees?...- largué una siniestra carcajada. Si bien proveníamos de familias contrapuestas nosotros parecíamos hermanos, ¡ Y qué hermanos!.
Me condujo hacia la parte trasera del palacio, en varias oportunidades exclamé cosas como : ¡ Qué casa!...¡ Qué es eso!... ¡ Yo quiero vivir aquí!... Pero siendo sincera la última cosa que lograría era transitar libremente por aquellos pisos. Llegamos a una sona de grandes y oscuros ventanales, por fortuna nadie se encontraba polulando por allí. Seguros, Jerarld acercó su rostro al mio, deseosa por saber qué ocurría lo miré desafiante.
- Ya sé que no viniste por aquí para hacer amigos.
Eso sería muy extraño, sus amigos comúnmente no estaban del lado correcto.- Así que de servicio...-murmuré muriendome de la intriga.

Escuchaba atenta...¿ joyas malditas?, sin duda podría romper algún hechizo o neutralizarlo... aunque pensándolo mejor se lo podría regalar a Balthazar y ya está, espicha. A su vez, me interesaba lo que tendría aquel libro, él gustaba de lo insospechado, eso provocaba que a mí me interese a tal manera que era díficil describirlo.
Mis ojos brillaron como los de un cachorro, quería ir con él. Se sorprenderían al vernos trabajar como un equipo, un vampiro alfo mafiosín y una bruja loca, la mejor convinación.

-¿ Cómo que noooo?...¡Claro que sí!..- murmuré. Ya estaba planeando comi vengarme cuando parecían acercarse dos personas. Lo miré, me miró y salimos disparados para chocar contra los ventanales, por suerte uno estaba abierto.
- Ahora...también estoy de "servicio".
Miré a una de las señoras elegantes que estaban por allí, lo miré. Teníamos que encontrarme ropa " adecuada" para pasar de ser persividos.
- ¿ Tú la agarras y yo la desvisto?...- pregunté con una sonrisa.

Allí en esa habitación a oscuras, ambos escondidos en las sombras miré a Soraya.
Apreté los labios, era como si por algún tipo de acción invisible, siempre me viese arrastrando a Soraya conmigo. A pesar de que odiaba que mis locuras la implicasen a ella también, después de todo, yo estaba acostumbrado a aquello, no podía pasarme nada, pero ella se podía meter en problemas, podía hacerse daño y esa idea no me agradaba ni una pizca. Y ahora nuevamente estábamos escondidos, como dos niños pequeños haciendo travesuras…

-Vale. Vale! Pero nos iremos sin armar escándalo, nada de quemar, ni destruir, ni lanzar, ni explotar cosas a menos que la situación lo requiera, de acuerdo? La sonrisa de oreja a oreja que me dedico mi amiga me respondía que parecía estar de acuerdo. Solo esperaba que no estuviese cruzando los dedos.
Asentí ante su comentario, sip, yo la agarro tu la desvistes. Me puse en posición mirando a la mujer que caminaba solitaria fuera de la ventana, quizás perdida. escuche su mente, ella estaba buscando a algún amante entre las sombras. Yo lo lamentaba mucho, pero en esta ocasión no podría encontrarse con nadie.
De un salto tome a la mujer por la cintura con un brazo mientras le tapaba la boca con la otra mano, mientras ella pataleaba y se quejaba intentando soltarse de mi con muy poca suerte. No nos iba a dejar estironearla así como así, la idea de dejarle amordazarla no nos serviría. Le empuje hacia dentro de la estancia y la gire hacia mi.
-Duérmete!!!Ordene. La mujer como un muñeco de trapo cayó sobre mis brazos mientras yo la dejaba en el suelo y Soraya comenzaba a estironearla para sacar sus ropas.
-Desvístete mientras, yo la desnudo…que mal sonaba todo aquello.
-Vamos no me digas que te da vergüenza ahora desvestirte delante de mí! Si incluso tú me has visto en paños menores…comente negando con la cabeza mientras dejaba a la mujer mirando hacia el suelo para poder desabotonar su corsé.

-…Esto es peor que cuando nos quedamos atrapados en aquel salón del burdel y se te ocurrió la maravillosa idea de disfrazarme vistiéndome como a una de ellas…Aun recordaba aquella peluca que había tenido que ponerme, incluso yo me había partido de risa al verme en un espejo al llegar a casa…
Definitivamente la noche prometía. Ahora tendríamos que salir de allí y meternos en medio del gentío, pasaría mi adorable bruja desapercibida? O terminaríamos corriendo como locos otra vez?