AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
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Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Cualquiera pensaría que alguien de mi edad no se interesaría por algo tan nimio como son las obras de teatro, por ver a humanos —en este caso en particular, vampiros— interpretando papeles, llevando a escenas situaciones, pero se confundirían por completo. En el tiempo en el que estuviera en ese lugar, seguramente un par de horas aproximadamente, podría disfrutar de ello y así lo haría. Theatre des Vampires lo llamaba y ciertamente era distinto a todos los teatros de la ciudad. Si uno tenía la mente lo suficientemente abierta podría darse cuenta de que el mismo edificio tenía un aura oscura, tenebrosa, tétricamente perfecta que era solo la fachada del verdadero espectáculo que se desarrollaría en su interior.
Y yo estaba deseando ver la función de aquella noche.
El cabello rubio se encontraba recogido con sobriedad sobre mi cabeza, mi cuerpo era delicadamente abrazado, acariciado, por un vestido de terciopelo negro ribeteado de rojo que se movía con elegancia a mí alrededor, ciñéndome las caderas y cayendo con un suave vuelo hasta mis pies, mientras que la capa negra cubría mis hombros. El coche me había dejado en la puerta y tenía orden de no volver a aparecer hasta pasada la medianoche. Nunca se sabía el tiempo que podía pasar una dentro de un lugar como aquel, donde había más de uno y de dos de mis congéneres.
Mezclada con la marea de humanos me adentré en aquel lugar con esa ambientación que no pudo por menos que provocar que mis labios se curvaran en una lenta sonrisa: candelabros, terciopelo, velas, el olor a incienso y si uno se fijaba más, si uno realmente iba más allá, el olor a sangre, a muerte, a deliciosa perversión, lujuria, pecado. Pecado, tan dulce, tan deliciosamente dulce como había escuchado que era el cacao y a la vez tan oscuro como el mismo. El problema, para otros ya que para mí me importaba bien poco, es que nunca había creído en la existencia de un código moral, no al menos un código moral basado en los preceptos del cristianismo.
Mi mano enguantada se posó con suavidad en uno de los respaldos de los asientos que estaban en la primera planta. Tenía mi palco privado, estaba segura de que prácticamente todos los vampiros de París, o al menos los más asiduos a este tipo de espectáculo, teníamos uno. Dudé sin saber si subir hacia aquel lugar o por una noche permanecer entre los humanos que comenzaban a llenar la sala. Intenté que no se me mostrara en el rostro un pequeño deje de desagradado cuando sentí demasiado cerca la respiración de un hombre robusto que olía claramente a alcohol, lo suficiente como para no reconocer el peligro corría en ese momento. No estaba en mi territorio por lo que me alejé con paso suave en dirección de las escaleras que daban al piso superior sabiendo que no tendría problemas en traspasarlas si así lo deseaba.
El gentío, la muchedumbre, las voces, los aromas, todo ello llegaba en oleadas hasta entumecerme los sentidos. Respiré hondo, dejando que el aire plagado de esas fragancias tan especiales inundaran por completo mi sentido del olfato. La mezcla de sus esencias era como la de distintos vinos de mejor o peor cosecha, más nuevos, más viejos, con un toque afrutado, con un toque ligeramente picante, según la persona, según el recipiente en el que estuvieran. Cerré los ojos por un momento deleitándome con ellas, como quien se adentra en una buena bodega y deja que los efluvios del vino se deslicen rodeándola. Así estaba yo, emborrachada con el olor, permitiéndome un pequeño momento de debilidad sabiendo que allí podía y controlando la intensa necesidad de dejar que los colmillos se extendieran y buscaran la garganta más cercana para clavarse en ella.
No era una jovenzuela para dejarme llevar por esos instintos, no al menos cuando me encontraba en un territorio que se podría considerar como “neutral” y “seguro” para aquellas criaturas tan indefensas.
Si supieran lo que se escondía entre las sombras seguramente pensarían de otra manera completamente diferente.
Y yo estaba deseando ver la función de aquella noche.
El cabello rubio se encontraba recogido con sobriedad sobre mi cabeza, mi cuerpo era delicadamente abrazado, acariciado, por un vestido de terciopelo negro ribeteado de rojo que se movía con elegancia a mí alrededor, ciñéndome las caderas y cayendo con un suave vuelo hasta mis pies, mientras que la capa negra cubría mis hombros. El coche me había dejado en la puerta y tenía orden de no volver a aparecer hasta pasada la medianoche. Nunca se sabía el tiempo que podía pasar una dentro de un lugar como aquel, donde había más de uno y de dos de mis congéneres.
Mezclada con la marea de humanos me adentré en aquel lugar con esa ambientación que no pudo por menos que provocar que mis labios se curvaran en una lenta sonrisa: candelabros, terciopelo, velas, el olor a incienso y si uno se fijaba más, si uno realmente iba más allá, el olor a sangre, a muerte, a deliciosa perversión, lujuria, pecado. Pecado, tan dulce, tan deliciosamente dulce como había escuchado que era el cacao y a la vez tan oscuro como el mismo. El problema, para otros ya que para mí me importaba bien poco, es que nunca había creído en la existencia de un código moral, no al menos un código moral basado en los preceptos del cristianismo.
Mi mano enguantada se posó con suavidad en uno de los respaldos de los asientos que estaban en la primera planta. Tenía mi palco privado, estaba segura de que prácticamente todos los vampiros de París, o al menos los más asiduos a este tipo de espectáculo, teníamos uno. Dudé sin saber si subir hacia aquel lugar o por una noche permanecer entre los humanos que comenzaban a llenar la sala. Intenté que no se me mostrara en el rostro un pequeño deje de desagradado cuando sentí demasiado cerca la respiración de un hombre robusto que olía claramente a alcohol, lo suficiente como para no reconocer el peligro corría en ese momento. No estaba en mi territorio por lo que me alejé con paso suave en dirección de las escaleras que daban al piso superior sabiendo que no tendría problemas en traspasarlas si así lo deseaba.
El gentío, la muchedumbre, las voces, los aromas, todo ello llegaba en oleadas hasta entumecerme los sentidos. Respiré hondo, dejando que el aire plagado de esas fragancias tan especiales inundaran por completo mi sentido del olfato. La mezcla de sus esencias era como la de distintos vinos de mejor o peor cosecha, más nuevos, más viejos, con un toque afrutado, con un toque ligeramente picante, según la persona, según el recipiente en el que estuvieran. Cerré los ojos por un momento deleitándome con ellas, como quien se adentra en una buena bodega y deja que los efluvios del vino se deslicen rodeándola. Así estaba yo, emborrachada con el olor, permitiéndome un pequeño momento de debilidad sabiendo que allí podía y controlando la intensa necesidad de dejar que los colmillos se extendieran y buscaran la garganta más cercana para clavarse en ella.
No era una jovenzuela para dejarme llevar por esos instintos, no al menos cuando me encontraba en un territorio que se podría considerar como “neutral” y “seguro” para aquellas criaturas tan indefensas.
Si supieran lo que se escondía entre las sombras seguramente pensarían de otra manera completamente diferente.
Nypheria- Vampiro Clase Alta
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
La noche había conducido mis pasos hacia el viejo teatro…
Ni siquiera sabía porque había escogido precisamente ese lugar en concreto, pero era el único que de alguna forma me dejaría pasar desapercibido después de donde me había metido momentos antes.
Me apresure en entrar, al parecer llegaba tarde a aquella “función”.
El vampiro de la entrada me miro frunciendo el ceño por las horas en las que me presentaba. Yo no tenía previsto venir al teatro como iba a ser puntual? Ya cuando me lo proponía era un impuntual sin remedio...
Le pase el triple de lo que pedían y me adentre sin mirarle más, quizás lo que le incomodaba a aquel individuo era que mi ropa no era estrictamente de etiqueta, solamente iba formal, claro que en vez de llevar abrigo como todos los varones de la sala, llevaba capa y la capucha puesta, acompañada de mis guantes y el bastón.
Se suponía que la gente venía a ver la función, no a mí así que con eso le tendría que bastar.
Me adentre por los oscuros pasillos, la decoración elegante y algo recargada parecía dejar en sombras ciertos detalles, algunos cuadros y algunos pilares estaban casi en tinieblas, muy seguramente hecho a posta.
Comencé a subir por las escaleras mirando a todos lados, no era muy asiduo a este teatro en concreto, así que tampoco sabía dónde tenía que ir.
Me distraje más que nada mirando a la gente.Todos ellos no eran precisamente…bueno, no me sentía del todo cómodo allí, humanos y vampiros mesclados, era como si de alguna forma estuviesen dispuestos a compartir locura juntos. Por eso no me gustaba venir a este lugar.
Contemple a "mis hermanos" ,conocía a unos cuantos y otros simplemente me sonaban de algún saludo.
No tenia mucha relacion con esta gente básicamente porque muchos de ellos que se reunían alli me ponían los pelos de punta! Era como si todos los vampiros desquiciados de la ciudad se juntasen para poder reír, llorar, gritar…Muchos eran tan arcaicos y dementes que no dudaban en hacer cualquier cosa independientemente de donde se encontrasen, no es que yo no estuviese de acuerdo con la demencia, pero el que hubiese gente más desquiciada que yo era algo que me alarmaba profundamente, sobre todo porque antes de venir al teatro había hecho explotar una licorería clandestina…
Era un asunto que tenía pendiente con unos mafiosos de pacotilla, digamos que estos “amigos” no habían cumplido con un trato que teníamos pendiente, así que esto no era más que un aviso de atención para darles un sustillo de nada.
Me palpe el mentón unos instantes mientras subía las escaleras algo pensativo.
Ahora que lo pensaba, tampoco me había percatado del todo de si habían tenido tiempo a salir.
Bueno, tarde o temprano saldría en los periódicos para que preocuparse? Era mejor que me dedicase a disfrutar de la función.
La noche era más que joven y en aquel teatro cualquier cosa podía pasar.
Ya más animado vi como la gente comenzaba a irse a sus lugares, yo busque con la mirada donde podría ubicarme, pero mis ojos pararon en una cabellera que se movió grácil a unos pocos metros míos desprendiendo un olor muy particular.
Hacia muchísimos años que no sentía aquel aroma, por ese motivo dude de mis instintos, era posible que fuese ella?
Me acerque rápido mientras las luces comenzaban a bajar cada vez más para comenzar a centrarse en el escenario.
Aun a unos cuantos metros pude apreciar su perfecto perfil y sus ojos cristalinos que parecían tener el don de leerte el alma con solo mirarte.
Era posible que fuese ella? Mi amiga… mi concejera… mi mentora?
Tenía que descubrirlo y solo había una forma de hacerlo. Me comunique mentalmente con ella.
“…La belleza de la noche se presentará en toda su magnificencia cuando logres distinguir el verdadero poder que se nos ha conferido…pues en nuestra mano esta decidir…si queremos corromper o ser corrompidos…”
Aquellas palabras me las había dicho ella hacía más de dos siglos, cuando nos conocimos.
Yo no era más que un neófito y ella me demostró que aun había luz entre las tinieblas en las que me encontraba, claro que yo no entendí a lo que ella se refería hasta que comenzó a pasar el tiempo…
Seria aquella joven quien yo pensaba o seria esta otra metedura de pata? Igualmente aunque lo fuese…Recordaría ella las palabras que le había dirigido a un pobre loco?
Ni siquiera sabía porque había escogido precisamente ese lugar en concreto, pero era el único que de alguna forma me dejaría pasar desapercibido después de donde me había metido momentos antes.
Me apresure en entrar, al parecer llegaba tarde a aquella “función”.
El vampiro de la entrada me miro frunciendo el ceño por las horas en las que me presentaba. Yo no tenía previsto venir al teatro como iba a ser puntual? Ya cuando me lo proponía era un impuntual sin remedio...
Le pase el triple de lo que pedían y me adentre sin mirarle más, quizás lo que le incomodaba a aquel individuo era que mi ropa no era estrictamente de etiqueta, solamente iba formal, claro que en vez de llevar abrigo como todos los varones de la sala, llevaba capa y la capucha puesta, acompañada de mis guantes y el bastón.
Se suponía que la gente venía a ver la función, no a mí así que con eso le tendría que bastar.
Me adentre por los oscuros pasillos, la decoración elegante y algo recargada parecía dejar en sombras ciertos detalles, algunos cuadros y algunos pilares estaban casi en tinieblas, muy seguramente hecho a posta.
Comencé a subir por las escaleras mirando a todos lados, no era muy asiduo a este teatro en concreto, así que tampoco sabía dónde tenía que ir.
Me distraje más que nada mirando a la gente.Todos ellos no eran precisamente…bueno, no me sentía del todo cómodo allí, humanos y vampiros mesclados, era como si de alguna forma estuviesen dispuestos a compartir locura juntos. Por eso no me gustaba venir a este lugar.
Contemple a "mis hermanos" ,conocía a unos cuantos y otros simplemente me sonaban de algún saludo.
No tenia mucha relacion con esta gente básicamente porque muchos de ellos que se reunían alli me ponían los pelos de punta! Era como si todos los vampiros desquiciados de la ciudad se juntasen para poder reír, llorar, gritar…Muchos eran tan arcaicos y dementes que no dudaban en hacer cualquier cosa independientemente de donde se encontrasen, no es que yo no estuviese de acuerdo con la demencia, pero el que hubiese gente más desquiciada que yo era algo que me alarmaba profundamente, sobre todo porque antes de venir al teatro había hecho explotar una licorería clandestina…
Era un asunto que tenía pendiente con unos mafiosos de pacotilla, digamos que estos “amigos” no habían cumplido con un trato que teníamos pendiente, así que esto no era más que un aviso de atención para darles un sustillo de nada.
Me palpe el mentón unos instantes mientras subía las escaleras algo pensativo.
Ahora que lo pensaba, tampoco me había percatado del todo de si habían tenido tiempo a salir.
Bueno, tarde o temprano saldría en los periódicos para que preocuparse? Era mejor que me dedicase a disfrutar de la función.
La noche era más que joven y en aquel teatro cualquier cosa podía pasar.
Ya más animado vi como la gente comenzaba a irse a sus lugares, yo busque con la mirada donde podría ubicarme, pero mis ojos pararon en una cabellera que se movió grácil a unos pocos metros míos desprendiendo un olor muy particular.
Hacia muchísimos años que no sentía aquel aroma, por ese motivo dude de mis instintos, era posible que fuese ella?
Me acerque rápido mientras las luces comenzaban a bajar cada vez más para comenzar a centrarse en el escenario.
Aun a unos cuantos metros pude apreciar su perfecto perfil y sus ojos cristalinos que parecían tener el don de leerte el alma con solo mirarte.
Era posible que fuese ella? Mi amiga… mi concejera… mi mentora?
Tenía que descubrirlo y solo había una forma de hacerlo. Me comunique mentalmente con ella.
“…La belleza de la noche se presentará en toda su magnificencia cuando logres distinguir el verdadero poder que se nos ha conferido…pues en nuestra mano esta decidir…si queremos corromper o ser corrompidos…”
Aquellas palabras me las había dicho ella hacía más de dos siglos, cuando nos conocimos.
Yo no era más que un neófito y ella me demostró que aun había luz entre las tinieblas en las que me encontraba, claro que yo no entendí a lo que ella se refería hasta que comenzó a pasar el tiempo…
Seria aquella joven quien yo pensaba o seria esta otra metedura de pata? Igualmente aunque lo fuese…Recordaría ella las palabras que le había dirigido a un pobre loco?
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Los aromas se mezclaban a mi alrededor en una sinfonía sin música que me dejó por unos segundos extasiada. Sería tan tan fácil, tan condenadamente fácil, llevarme a uno de esos humanos arriba para que me sirvieran de copa durante toda la función. Pero no podía hacerlo. No lo haría porque el Teatro era uno de esos lugares donde uno podía estar con comodidad sin temor. Si comenzaban a suceder ese tipo de cosas seguramente se alarmarían y había demasiados seres dispuestos a arrancarnos la cabeza de cuajo y tendernos al sol si era posible. No, no era el mejor de los momentos para ir mostrando nuestra naturaleza superior sobre el resto de seres que habitaban en ese momento en aquella sala. Quizá en otro momento, en otro lugar, donde no hubiera tantos espectadores indeseables.
Demasiado jóvenes. Era algo normal, sí, pero no por ello menos frustrante. Una vez más respiré dejando que me invadieran los olores del lugar. Siempre me había gustado aquella mezcla. Observé pensativa las velas que cripeaban, las llamas que se movían con suavidad ante las pequeñas corrientes de aire que había en el lugar. El fuego, aquel que podía destruirnos, el purificador por excelencia mucho más que el agua. El agua no me asustaba, el fuego podía dejar una pequeña pizca de miedo en mi interior, solo algo pequeño, efímero, que desaparecía tan pronto como llegaba. El fuego había sido el causante de la desaparición de mucho de los míos. Las hogueras de la Inquisición no se habían llevado únicamente a herejes y brujas, sino que había más de un vampiro y de dos entre ellos. Había podido sentir el peso de la ignorancia demasiado cerca, acariciando mi piel con esos dedos huesudos que siempre provocaban un escalofrío de repulsa.
Aparté los pensamientos con rapidez y durante un pequeño segundo noté otra mente rozando la mía. Un segundo, un instante y finalmente unas palabras que provocaron que todo mi cuerpo se tensara como si fuera la cuerda de un arco a punto de ser disparado. Las palabras eran como seda oscura que se deslizaba por mi mente y por un momento me mantuve inmóvil. Quieta, sin moverme, como una especie de estatua. Tomé aire de nuevo buscando entre todas esa esencia que pronto me llegó hacia me derecha y ligeramente hacia atrás. No tenía la misma capacidad de él de la telepatía, pero sabía perfectamente que podría leer mis pensamientos si yo se lo permitía.
Bajé los escudos que por regla general siempre mantenía alzados, podrían llegarme mensajes, pero no saldría ni uno solo fuera mientras clavaba mis ojos claros en los suyos. Estaba tal y como lo recordaba, incluso mejor si eso era posible. Mantuve la mano en la barandilla de la escalera que tenía a mi espalda. Las luces comenzaban a apagarse para iluminar únicamente el escenario, pero sabía que él me veía perfectamente, exactamente igual que yo.
”¿Y qué habéis decidido? Aunque tengo la sensación de que sé la respuesta, seguís igual que la última vez, pero mucho más fuerte. Puedo ver el paso de los años en vuestros ojos y cómo lentamente habéis dejado que la belleza de la Noche Eterna os acaricie” mantuve ese mensaje hasta que estuve completamente segura de que lo había leído antes de alzar una vez más las defensas que impedirían deslizarse con facilidad por mi mente.
Y esperé a que se acercara. Quizá fuera un movimiento arcaico, quizá estuviera fuera de lugar, sobre todo viniendo de mí, pero quería ver cómo se movía. Mi atención se había desviado por completo del resto de los humanos y vampiros que había en la sala, al menos en lo esencial porque siempre estaba pendiente de cualquier movimiento que pudiera atentar contra mi existencia, mientras esperaba su siguiente movimiento con curiosidad.
La noche había mejorado varios puntos en un solo segundo.
Demasiado jóvenes. Era algo normal, sí, pero no por ello menos frustrante. Una vez más respiré dejando que me invadieran los olores del lugar. Siempre me había gustado aquella mezcla. Observé pensativa las velas que cripeaban, las llamas que se movían con suavidad ante las pequeñas corrientes de aire que había en el lugar. El fuego, aquel que podía destruirnos, el purificador por excelencia mucho más que el agua. El agua no me asustaba, el fuego podía dejar una pequeña pizca de miedo en mi interior, solo algo pequeño, efímero, que desaparecía tan pronto como llegaba. El fuego había sido el causante de la desaparición de mucho de los míos. Las hogueras de la Inquisición no se habían llevado únicamente a herejes y brujas, sino que había más de un vampiro y de dos entre ellos. Había podido sentir el peso de la ignorancia demasiado cerca, acariciando mi piel con esos dedos huesudos que siempre provocaban un escalofrío de repulsa.
Aparté los pensamientos con rapidez y durante un pequeño segundo noté otra mente rozando la mía. Un segundo, un instante y finalmente unas palabras que provocaron que todo mi cuerpo se tensara como si fuera la cuerda de un arco a punto de ser disparado. Las palabras eran como seda oscura que se deslizaba por mi mente y por un momento me mantuve inmóvil. Quieta, sin moverme, como una especie de estatua. Tomé aire de nuevo buscando entre todas esa esencia que pronto me llegó hacia me derecha y ligeramente hacia atrás. No tenía la misma capacidad de él de la telepatía, pero sabía perfectamente que podría leer mis pensamientos si yo se lo permitía.
Bajé los escudos que por regla general siempre mantenía alzados, podrían llegarme mensajes, pero no saldría ni uno solo fuera mientras clavaba mis ojos claros en los suyos. Estaba tal y como lo recordaba, incluso mejor si eso era posible. Mantuve la mano en la barandilla de la escalera que tenía a mi espalda. Las luces comenzaban a apagarse para iluminar únicamente el escenario, pero sabía que él me veía perfectamente, exactamente igual que yo.
”¿Y qué habéis decidido? Aunque tengo la sensación de que sé la respuesta, seguís igual que la última vez, pero mucho más fuerte. Puedo ver el paso de los años en vuestros ojos y cómo lentamente habéis dejado que la belleza de la Noche Eterna os acaricie” mantuve ese mensaje hasta que estuve completamente segura de que lo había leído antes de alzar una vez más las defensas que impedirían deslizarse con facilidad por mi mente.
Y esperé a que se acercara. Quizá fuera un movimiento arcaico, quizá estuviera fuera de lugar, sobre todo viniendo de mí, pero quería ver cómo se movía. Mi atención se había desviado por completo del resto de los humanos y vampiros que había en la sala, al menos en lo esencial porque siempre estaba pendiente de cualquier movimiento que pudiera atentar contra mi existencia, mientras esperaba su siguiente movimiento con curiosidad.
La noche había mejorado varios puntos en un solo segundo.
Nypheria- Vampiro Clase Alta
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Aun con el rostro encapuchado me acerque a ella apreciando sus definidos rasgos.
Si la perfección pudiese describirse yo le habría descrito a ella, esa era la primera impresión que me había dado al conocerla, y ahora una vez más, después de tantísimos años recordaba el porqué había pensado aquello.
Me quite la capucha mientras acortaba la distancia que nos separaba, siempre manteniendo una separacion prudente entre ambos y un porte aparentemente recatado, siguiendo el protocolo.
Muy seriamente hice una reverencia y tome con delicadeza su mano enguantada para besarla con suavidad.
Me quede en pie delante suyo, intentando mantener la compostura mientras pasaban los segundos en silencio.
Aprecie sus profundos ojos y supe que no podria aguantar mucho, se suponía que tenía que aparentar seriedad pero no podía hacer eso delante de ella.
Me sentía demasiado feliz de haberle encontrado, pues era francamente una suerte, ya que ninguno de los dos permanecía mucho tiempo en el mismo lugar, ni mucho menos en el mismo país.
Comencé a sonreírle y me acerque hacia ella con la osadía de abrazarle fuertemente.
Para mí no significaba encontrarme con cualquier persona, ella había estado allí cuando yo era un desquiciado, ella me había ayudado con mi búsqueda. Me enseño como manipular el odio que sentía para que no me destruyese a mí mismo.
El encontrarme con ella había significado el principio de lo que yo era hoy en día...
-No sabes cuánto me alegro de verte! Han pasado tantas cosas…Dije en apenas un susurro, la sala estaba en penumbras y ya no se escuchaba ningún ruido.
Me quede un instante así abrazándole, era extraño pero su compañía me hacía sentir de alguna forma tranquilo, como si todas las tragedias pudiesen quedar detrás en su presencia.
Deje que su aroma me embargase, toda ella parecía irradiar una esencia que iba mucho mas allá de la comprensión de los sentidos, desprendía algo que no se puede definir. ¿Como describir a alguien que posee un alma que recorre los tiempos?
Aunque muy seguramente, para ella yo no sería más que un mocoso impertinente sin modales…pero bueno, aun así simplemente no podía aparentar que verle no me alegraba profundamente.
Me separe de ella contemplandole, deseaba comenzar a hacerle preguntas y más preguntas de que habría hecho todo este tiempo. estaría de paso? Estaría sola? Seguramente se tendría algo entre manos, normalmente siempre había alguna cuestión que captaba su atención…Me moría de ganas de saber que había hecho ella estos doscientos años. Pero al parecer no era el momento, mire hacia el escenario. La sala estaba casi en completo silencio mientras algunos sujetos comenzaban a aparecer en escena con su característica teatralidad y yo aun no tenía ni siquiera un asiento…
Si la perfección pudiese describirse yo le habría descrito a ella, esa era la primera impresión que me había dado al conocerla, y ahora una vez más, después de tantísimos años recordaba el porqué había pensado aquello.
Me quite la capucha mientras acortaba la distancia que nos separaba, siempre manteniendo una separacion prudente entre ambos y un porte aparentemente recatado, siguiendo el protocolo.
Muy seriamente hice una reverencia y tome con delicadeza su mano enguantada para besarla con suavidad.
Me quede en pie delante suyo, intentando mantener la compostura mientras pasaban los segundos en silencio.
Aprecie sus profundos ojos y supe que no podria aguantar mucho, se suponía que tenía que aparentar seriedad pero no podía hacer eso delante de ella.
Me sentía demasiado feliz de haberle encontrado, pues era francamente una suerte, ya que ninguno de los dos permanecía mucho tiempo en el mismo lugar, ni mucho menos en el mismo país.
Comencé a sonreírle y me acerque hacia ella con la osadía de abrazarle fuertemente.
Para mí no significaba encontrarme con cualquier persona, ella había estado allí cuando yo era un desquiciado, ella me había ayudado con mi búsqueda. Me enseño como manipular el odio que sentía para que no me destruyese a mí mismo.
El encontrarme con ella había significado el principio de lo que yo era hoy en día...
-No sabes cuánto me alegro de verte! Han pasado tantas cosas…Dije en apenas un susurro, la sala estaba en penumbras y ya no se escuchaba ningún ruido.
Me quede un instante así abrazándole, era extraño pero su compañía me hacía sentir de alguna forma tranquilo, como si todas las tragedias pudiesen quedar detrás en su presencia.
Deje que su aroma me embargase, toda ella parecía irradiar una esencia que iba mucho mas allá de la comprensión de los sentidos, desprendía algo que no se puede definir. ¿Como describir a alguien que posee un alma que recorre los tiempos?
Aunque muy seguramente, para ella yo no sería más que un mocoso impertinente sin modales…pero bueno, aun así simplemente no podía aparentar que verle no me alegraba profundamente.
Me separe de ella contemplandole, deseaba comenzar a hacerle preguntas y más preguntas de que habría hecho todo este tiempo. estaría de paso? Estaría sola? Seguramente se tendría algo entre manos, normalmente siempre había alguna cuestión que captaba su atención…Me moría de ganas de saber que había hecho ella estos doscientos años. Pero al parecer no era el momento, mire hacia el escenario. La sala estaba casi en completo silencio mientras algunos sujetos comenzaban a aparecer en escena con su característica teatralidad y yo aun no tenía ni siquiera un asiento…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Observé cada uno de sus movimientos, la forma que tenía de moverse y no pude evitar que una lenta sonrisa apareciera en mis labios. Sí, había crecido. No, no lo había hecho de forma física, siempre sería el hombre joven y atractivo que había sido cuando era mortal, pero lo había hecho de otra manera muy diferente, distinta. Ya no había en sus movimientos el desarreglo de la juventud, aquella forma de moverse que era excesivamente obvia, sino que había una ligera gracia felina que mostraba con claridad a mis ojos el depredador que había en su interior. Clavé mi mirada en la suya mientras se iba acercando manteniendo esa pequeña sonrisa que no indicaba nunca nada bueno. Apenas era visible o reconocible, no para los que estaban a mí alrededor y no me conocían, pero sabía que él sí que la conocía perfectamente.
Le tendí la mano, recibí su beso y esperé porque sabía que no iba a terminar todo en un gesto puramente protocolario. Las luces habían bajado lo suficiente como para que ninguna mirada indiscreta pudiera vernos con claridad salvo la de los nuestros. ¿Qué pensarían en aquel momento? No me importaba en absoluto, como me importó tampoco el abrazo que medio. Era extraña la sensación de sentir unos brazos extraños alrededor de mi cuerpo, el cuerpo del vampiro más joven pegado contra el mío, pero no molesto. No solía relacionarme hasta ese punto con ningún vampiro y con los humanos era pura y simplemente cuestión de comida.
Moví apenas mi rostro para dejar un breve y frío beso en su mejilla en un gesto bastante inusual en mí, pero quería que por un momento se diera cuenta de lo diferente que era del resto. Casi se podría decir que especial. Y también sorprendente. Sí, sorprendente, no hubiera imaginado que se encontraba en París. Parecía que la ciudad de la Luz volvía a reunirnos una vez más. ¿Cuál sería la razón esta vez? En el pasado habría dicho que los Dioses así lo habían querido, pero hacía mucho tiempo que había dejado de creer en ellos, en el mismo momento en el que yo misma casi me había convertido en una para aquel pueblo de hombres de mar en un pasado que para muchos eran solo líneas tortuosas en un papel ajado por el tiempo.
—No sabía que estabas en la ciudad.—le contesté en un ligero susurro mientras me movía ligeramente hacia atrás y le tendía la mano para que la tomara. —Ven, subamos, será mucho más fácil hablar arriba y no podrán decirnos nada.
Como si me importara en realidad lo que pudieran decirme. En la escena principal comenzaban a salir esas figuras encapuchadas y pronto el narrador comenzó a hablar provocando un ligero escalofrío que se deslizaba lentamente por mi espalda. Había una musicalidad en esa voz que me dijo claramente que uno de los nuestros se encontraba en el escenario. Ningún humano podría tener esa capacidad. Ninguno debería tenerla. Le miré sobre mi hombro por un momento mientras comencé a subir sabiendo que me seguiría mientras me dirigía con relativa rapidez hacia el pequeño palco en penumbra que me pertenecía, que nos pertenecía, por esa noche.
Le tendí la mano, recibí su beso y esperé porque sabía que no iba a terminar todo en un gesto puramente protocolario. Las luces habían bajado lo suficiente como para que ninguna mirada indiscreta pudiera vernos con claridad salvo la de los nuestros. ¿Qué pensarían en aquel momento? No me importaba en absoluto, como me importó tampoco el abrazo que medio. Era extraña la sensación de sentir unos brazos extraños alrededor de mi cuerpo, el cuerpo del vampiro más joven pegado contra el mío, pero no molesto. No solía relacionarme hasta ese punto con ningún vampiro y con los humanos era pura y simplemente cuestión de comida.
Moví apenas mi rostro para dejar un breve y frío beso en su mejilla en un gesto bastante inusual en mí, pero quería que por un momento se diera cuenta de lo diferente que era del resto. Casi se podría decir que especial. Y también sorprendente. Sí, sorprendente, no hubiera imaginado que se encontraba en París. Parecía que la ciudad de la Luz volvía a reunirnos una vez más. ¿Cuál sería la razón esta vez? En el pasado habría dicho que los Dioses así lo habían querido, pero hacía mucho tiempo que había dejado de creer en ellos, en el mismo momento en el que yo misma casi me había convertido en una para aquel pueblo de hombres de mar en un pasado que para muchos eran solo líneas tortuosas en un papel ajado por el tiempo.
—No sabía que estabas en la ciudad.—le contesté en un ligero susurro mientras me movía ligeramente hacia atrás y le tendía la mano para que la tomara. —Ven, subamos, será mucho más fácil hablar arriba y no podrán decirnos nada.
Como si me importara en realidad lo que pudieran decirme. En la escena principal comenzaban a salir esas figuras encapuchadas y pronto el narrador comenzó a hablar provocando un ligero escalofrío que se deslizaba lentamente por mi espalda. Había una musicalidad en esa voz que me dijo claramente que uno de los nuestros se encontraba en el escenario. Ningún humano podría tener esa capacidad. Ninguno debería tenerla. Le miré sobre mi hombro por un momento mientras comencé a subir sabiendo que me seguiría mientras me dirigía con relativa rapidez hacia el pequeño palco en penumbra que me pertenecía, que nos pertenecía, por esa noche.
Nypheria- Vampiro Clase Alta
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Tome su mano y la seguí mientras ambos ascendíamos por aquel oscuro teatro.
Por un momento me sentí como un niño pequeño siendo guiado por su mentora.
Bueno, en su momento había sido así, pero ahora había pasado el tiempo, esperaba y confiaba que no siguiese viéndome como un niño estúpido. No pude evitar reírme con aquello.
Ambos nos situamos en su palco privado y contemplamos como los actores comenzaban a aparecer en escena. Aunque francamente su teatro no me importaba en lo mas mínimo en aquel momento, me intrigaba mas la compañía de mi vieja amiga.
Uno de aquellos actores comenzó a recitar mientras más actores salían a escena con sus trajes largos sus capuchas y sus adornos recargados:
“…es que debemos nosotros ocultarnos entre las sombras como bandidos….condenados a sufrir en silencio…ya que es nuestro destino gobernar….”
-Que ser tan decadente…De que le sirve lamentarse todo el tiempo? No se le ocurre que hay más cosas que dormir, comer y torturarse a sí mismo?...
No, definitivamente no congeniaba mucho con aquellos vampiros, muchos seguían atrapados en sus épocas, sin evolucionar ni un ápice. Alardeando de la constante superioridad de nuestra raza como si no existiese nada más allá.
Dirigí la mirada hacia mi acompañante, ella siempre escuchaba atenta, pensativa, reflexionando y analizando.
A veces teníamos pequeñas diferencias de opinión con Nyph, pero eso nunca había sido un “gran problema” entre nosotros. Después de todo, incluso las disputas hacían que las charlas fuesen más interesantes, era como si alguna forma ambos puntos de opinión extremos y opuestos se escuchasen y a veces intentasen entender el porque el otro pensaba así.
Le sonreí al ver su mirada, al parecer ella no había cambiado ni un ápice, seguro que tenía un buenisimo argumento para decirme que si, que éramos superiores y que ya era hora de que lo aceptara de una maldita vez.
Deje de escuchar a aquel actor para centrarme en Nyph.
Llevas mucho aquí? Algún contacto jugoso quizás? Yo he llegado a la ciudad hace unos cuantos meses. Había decidido quedarme aquí un tiempo, ya sabes; degustar la “comida casera”…agrandar mi colección de libros…escribir un poco…Decidir si casarme y buscar una madre para mis nueve hijos… esas cosas que se hacen todos los días…
Negué con la cabeza y centre la vista hacia delante, mirando a los actores sin prestarles atención. Comencé a hablarle en serio para variar.
Tenía planeado quedarme unos pocos meses, pero algunas personas me retienen aquí, y no se cuanto tiempo me llevara resolver esos asuntos. Creo que no será tan fácil esta vez tomar la maleta y marchar…
Algunas personas me reprochaban haber vuelto, otras se asustaban con mi presencia al haber descubierto lo que yo era, otras definitivamente no podían sacarme de sus vidas…y había una última persona a la que simplemente no podía sacar de mi demente cabeza…
Como siempre, me veía sumergido en el profundo caos de mi existencia.
Si…Nyph entendería perfectamente a lo que me refería, no hacía falta más que mirarle para saber que me estaba leyendo como un libro abierto.
Por un momento me sentí como un niño pequeño siendo guiado por su mentora.
Bueno, en su momento había sido así, pero ahora había pasado el tiempo, esperaba y confiaba que no siguiese viéndome como un niño estúpido. No pude evitar reírme con aquello.
Ambos nos situamos en su palco privado y contemplamos como los actores comenzaban a aparecer en escena. Aunque francamente su teatro no me importaba en lo mas mínimo en aquel momento, me intrigaba mas la compañía de mi vieja amiga.
Uno de aquellos actores comenzó a recitar mientras más actores salían a escena con sus trajes largos sus capuchas y sus adornos recargados:
“…es que debemos nosotros ocultarnos entre las sombras como bandidos….condenados a sufrir en silencio…ya que es nuestro destino gobernar….”
-Que ser tan decadente…De que le sirve lamentarse todo el tiempo? No se le ocurre que hay más cosas que dormir, comer y torturarse a sí mismo?...
No, definitivamente no congeniaba mucho con aquellos vampiros, muchos seguían atrapados en sus épocas, sin evolucionar ni un ápice. Alardeando de la constante superioridad de nuestra raza como si no existiese nada más allá.
Dirigí la mirada hacia mi acompañante, ella siempre escuchaba atenta, pensativa, reflexionando y analizando.
A veces teníamos pequeñas diferencias de opinión con Nyph, pero eso nunca había sido un “gran problema” entre nosotros. Después de todo, incluso las disputas hacían que las charlas fuesen más interesantes, era como si alguna forma ambos puntos de opinión extremos y opuestos se escuchasen y a veces intentasen entender el porque el otro pensaba así.
Le sonreí al ver su mirada, al parecer ella no había cambiado ni un ápice, seguro que tenía un buenisimo argumento para decirme que si, que éramos superiores y que ya era hora de que lo aceptara de una maldita vez.
Deje de escuchar a aquel actor para centrarme en Nyph.
Llevas mucho aquí? Algún contacto jugoso quizás? Yo he llegado a la ciudad hace unos cuantos meses. Había decidido quedarme aquí un tiempo, ya sabes; degustar la “comida casera”…agrandar mi colección de libros…escribir un poco…Decidir si casarme y buscar una madre para mis nueve hijos… esas cosas que se hacen todos los días…
Negué con la cabeza y centre la vista hacia delante, mirando a los actores sin prestarles atención. Comencé a hablarle en serio para variar.
Tenía planeado quedarme unos pocos meses, pero algunas personas me retienen aquí, y no se cuanto tiempo me llevara resolver esos asuntos. Creo que no será tan fácil esta vez tomar la maleta y marchar…
Algunas personas me reprochaban haber vuelto, otras se asustaban con mi presencia al haber descubierto lo que yo era, otras definitivamente no podían sacarme de sus vidas…y había una última persona a la que simplemente no podía sacar de mi demente cabeza…
Como siempre, me veía sumergido en el profundo caos de mi existencia.
Si…Nyph entendería perfectamente a lo que me refería, no hacía falta más que mirarle para saber que me estaba leyendo como un libro abierto.
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
No pude evitar realizar un ligero mohín mientras escuchaba las palabras del vampiro, para después girar mi rostro hacia Jerarld arqueando con suavidad una ceja ante sus palabras. Él era el escritor, por supuesto, también era el “alma cándida” que parecía entender nuestra posición en el orden de las cosas. Había cambiado en parte, madurado, hecho más fuerte, pero estaba claro que esos pequeños detalles persistían. Demasiado joven todavía, pero aun así más interesante que la función que estaba teniendo lugar, al menos por el momento. Observé con gesto pensativo el escenario, la forma que tenían de moverse, de hablar, de utilizar los efectos lumínicos y sonoros.
—Son tan obvios que no sé cómo no se dan cuenta.—susurré por un momento con suavidad, mirando hacia los humanos que estaban tremendamente interesados. —Mírales, están tonteando con la muerte y en vez de temerla, se quedan extasiados con su belleza ¿qué nos dice de ellos?
Aparté la mirada con gesto aburrido de lo que sucedía en la parte baja del Teatro para fijarme entonces en Jerarld mientras hablaba. Muchas veces una persona decía mucho más de lo que en realidad le preocupaba por sus gestos, la forma de moverse, de mirar, la entonación de sus palabras. Era otro lenguaje completamente diferente, pero que permanecía allí, siempre. Y era mucho más difícil de manipular. En un gesto lánguido me moví hacia atrás hasta apoyar la espalda en el respaldo de la cómoda butaca mientras me movía lentamente para quitarme los guantes de las manos. Una ligera sonrisa apareció en mis labios mientras le miraba con interés. Siempre tenía ese deje cínico que no iba a perder ni a lo largo de los siglos, sino que estaba segura de que se iba a incrementando lentamente.
—Nueve hijos, desde luego que apuntas alto.—bromeé por un momento arqueando una ceja. —Nadie podría decir nada en contra de tu masculinidad.
Fueron sus siguientes palabras las que hicieron que le mirara con un poco más de atención. Claramente parecía agobiado por algo. Ya no había ese deje tranquilo, bromista, de antes sino que en sus ojos había nubarrones. Si había algo en lo que nos parecíamos era en nuestro gusto por poder movernos con facilidad de un lado para otro, aunque era cierto que había un punto de nuestra existencia en el que parecía que todo se complicaba para después volver a la independencia original. Todo dependía de lo que nos involucráramos con otras personas y de lo que nos interesaran, por supuesto.
—Llevo algún tiempo, sí, tenía curiosidad de cómo se iba a desarrollar la Revolución y de qué iba a pasar después.— reconocí, aunque rápidamente centré mi atención en él. Era más interesante que mi vida o no vida o existencia o como lo quisiera llamar cada cual. Ladeé con curiosidad el rostro mientras le miraba de forma detenida antes de volver a hablar. —Hay tormentas en esos ojos, Jerarld, ¿qué es lo que te atormenta de esta manera?—jugueteé ligeramente con los guantes que reposaban en mi regazo mientras le miraba con atención. —Sabes que si necesitas hablar o ayuda estoy aquí, a pesar del tiempo te sigo considerando un amigo.
Y por una vez era una realidad. No como la mayoría de las ocasiones en las que decía esas palabras únicamente para hacer que la otra persona pudiera confiar en mí. No, con Jerarld eran sinceras, de la misma manera que fue sincero el gesto de moverme ligeramente hacia delante para indicarle que le estaba escuchando.
—Son tan obvios que no sé cómo no se dan cuenta.—susurré por un momento con suavidad, mirando hacia los humanos que estaban tremendamente interesados. —Mírales, están tonteando con la muerte y en vez de temerla, se quedan extasiados con su belleza ¿qué nos dice de ellos?
Aparté la mirada con gesto aburrido de lo que sucedía en la parte baja del Teatro para fijarme entonces en Jerarld mientras hablaba. Muchas veces una persona decía mucho más de lo que en realidad le preocupaba por sus gestos, la forma de moverse, de mirar, la entonación de sus palabras. Era otro lenguaje completamente diferente, pero que permanecía allí, siempre. Y era mucho más difícil de manipular. En un gesto lánguido me moví hacia atrás hasta apoyar la espalda en el respaldo de la cómoda butaca mientras me movía lentamente para quitarme los guantes de las manos. Una ligera sonrisa apareció en mis labios mientras le miraba con interés. Siempre tenía ese deje cínico que no iba a perder ni a lo largo de los siglos, sino que estaba segura de que se iba a incrementando lentamente.
—Nueve hijos, desde luego que apuntas alto.—bromeé por un momento arqueando una ceja. —Nadie podría decir nada en contra de tu masculinidad.
Fueron sus siguientes palabras las que hicieron que le mirara con un poco más de atención. Claramente parecía agobiado por algo. Ya no había ese deje tranquilo, bromista, de antes sino que en sus ojos había nubarrones. Si había algo en lo que nos parecíamos era en nuestro gusto por poder movernos con facilidad de un lado para otro, aunque era cierto que había un punto de nuestra existencia en el que parecía que todo se complicaba para después volver a la independencia original. Todo dependía de lo que nos involucráramos con otras personas y de lo que nos interesaran, por supuesto.
—Llevo algún tiempo, sí, tenía curiosidad de cómo se iba a desarrollar la Revolución y de qué iba a pasar después.— reconocí, aunque rápidamente centré mi atención en él. Era más interesante que mi vida o no vida o existencia o como lo quisiera llamar cada cual. Ladeé con curiosidad el rostro mientras le miraba de forma detenida antes de volver a hablar. —Hay tormentas en esos ojos, Jerarld, ¿qué es lo que te atormenta de esta manera?—jugueteé ligeramente con los guantes que reposaban en mi regazo mientras le miraba con atención. —Sabes que si necesitas hablar o ayuda estoy aquí, a pesar del tiempo te sigo considerando un amigo.
Y por una vez era una realidad. No como la mayoría de las ocasiones en las que decía esas palabras únicamente para hacer que la otra persona pudiera confiar en mí. No, con Jerarld eran sinceras, de la misma manera que fue sincero el gesto de moverme ligeramente hacia delante para indicarle que le estaba escuchando.
Nypheria- Vampiro Clase Alta
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Observe a los actores mientras escuchaba las palabras de Nyph…
Qué, que nos decía? Que qué significaba que los humanos estuviesen tan extasiados?
-Definitivamente significa que les encanta sentir el peligro cerca de ellos.
Pero no es su culpa, mírales. Dije señalándoles.
Estamos diseñados exclusivamente para que ellos nos vean de esa forma. Nunca se dan cuenta del peligro que corren…comente haciendo una mueca de desagrado.
Era cierto, ellos eran comida, pero aun así, me disgustaba que se jugase con ellos como si fuesen títeres. Después de todo nosotros teníamos ventajas que ellos ni siquiera sospechaban.
Mire a Niph mientras ella me contemplaba parpadeando, como intentando entender la insensatez de alguien que pertenecía a su propia especie.
-Va, no me mires así…Como tu solías decir: aun soy joven e inexperto, que voy a saber yo de las cosas de los mayores?
Aquella frase pareció divertirle. Yo sonreí también, ella me había enseñado muchas cosas en el pasado, y definitivamente me seguía enseñando en el presente. Pero aun así, yo sabía que mi opinión iba a ser realmente complicada de cambiar. A mí no me gustaba jugar con la comida.
Aun era joven con mis doscientos treintaicinco años, pero eso no significaba que no tuviese creada mis propias opiniones sobre nuestra gloriosa y decadente raza.
Seguí escuchando sus palabras, sin poder evitar reír con su afirmación sobre mi masculinidad.
-Si fuese mortal tendría más de nueve hijos. Nunca he sido muy sensato ya me conoces. Dije mientras me apoyaba en el respaldo para ponerme un poco más cómodo.
Ya llevaba varios minutos sin contemplar la obra. Miraba a los actores pero ya ni sabía que estaban haciendo o diciendo, estaba distraído.
Cuando contemple la mirada atenta de Nyph sobre mí, y escuche que ella estaba allí por si lo necesitaba le sonreí, me animaba mucho que siguiese considerándome como un amigo.
Para mí, ella siempre había sido alguien muy superior, no solo por sus años, sino también por su sabiduría. Por eso el hecho de que considerase de alguna forma, “como a un igual” me parecía un halago bastante grande por su parte.
Me gire hacia ella para poder contemplarle mejor mientras le hablaba.
-Nunca imagine que diría algo como esto. Pero creo que he perdido la pizca de cordura que me quedaba...He cambiado.
Lo digo en serio, antes viajaba sin más, sin preocuparme de nadie más que no fuese yo.
Pensaba que con el tiempo seguiría así y que sería aun mas…no se , más egoísta.
Pero no ha sido así, hay mucha gente en mi vida que me reclama, y no me siento capaz de darles la espalda, no me siento capaz de “reclamar la superioridad” de nuestra raza. Comente haciendo énfasis en aquellas palabras.
Aparte la mirada frunciendo el ceño, porque me agobiaba tanto por aquella tontería?
-Vamos Nyph…tu siempre has sido sincera conmigo. Cuanto tiempo se tarda en perder la humanidad?
Deje que mi mirada vagase sobre aquel escenario. Me convertiría en uno de aquellos actores teatrales sin alma con el tiempo? Era ese el siguiente paso que habria de dar?
Qué, que nos decía? Que qué significaba que los humanos estuviesen tan extasiados?
-Definitivamente significa que les encanta sentir el peligro cerca de ellos.
Pero no es su culpa, mírales. Dije señalándoles.
Estamos diseñados exclusivamente para que ellos nos vean de esa forma. Nunca se dan cuenta del peligro que corren…comente haciendo una mueca de desagrado.
Era cierto, ellos eran comida, pero aun así, me disgustaba que se jugase con ellos como si fuesen títeres. Después de todo nosotros teníamos ventajas que ellos ni siquiera sospechaban.
Mire a Niph mientras ella me contemplaba parpadeando, como intentando entender la insensatez de alguien que pertenecía a su propia especie.
-Va, no me mires así…Como tu solías decir: aun soy joven e inexperto, que voy a saber yo de las cosas de los mayores?
Aquella frase pareció divertirle. Yo sonreí también, ella me había enseñado muchas cosas en el pasado, y definitivamente me seguía enseñando en el presente. Pero aun así, yo sabía que mi opinión iba a ser realmente complicada de cambiar. A mí no me gustaba jugar con la comida.
Aun era joven con mis doscientos treintaicinco años, pero eso no significaba que no tuviese creada mis propias opiniones sobre nuestra gloriosa y decadente raza.
Seguí escuchando sus palabras, sin poder evitar reír con su afirmación sobre mi masculinidad.
-Si fuese mortal tendría más de nueve hijos. Nunca he sido muy sensato ya me conoces. Dije mientras me apoyaba en el respaldo para ponerme un poco más cómodo.
Ya llevaba varios minutos sin contemplar la obra. Miraba a los actores pero ya ni sabía que estaban haciendo o diciendo, estaba distraído.
Cuando contemple la mirada atenta de Nyph sobre mí, y escuche que ella estaba allí por si lo necesitaba le sonreí, me animaba mucho que siguiese considerándome como un amigo.
Para mí, ella siempre había sido alguien muy superior, no solo por sus años, sino también por su sabiduría. Por eso el hecho de que considerase de alguna forma, “como a un igual” me parecía un halago bastante grande por su parte.
Me gire hacia ella para poder contemplarle mejor mientras le hablaba.
-Nunca imagine que diría algo como esto. Pero creo que he perdido la pizca de cordura que me quedaba...He cambiado.
Lo digo en serio, antes viajaba sin más, sin preocuparme de nadie más que no fuese yo.
Pensaba que con el tiempo seguiría así y que sería aun mas…no se , más egoísta.
Pero no ha sido así, hay mucha gente en mi vida que me reclama, y no me siento capaz de darles la espalda, no me siento capaz de “reclamar la superioridad” de nuestra raza. Comente haciendo énfasis en aquellas palabras.
Aparte la mirada frunciendo el ceño, porque me agobiaba tanto por aquella tontería?
-Vamos Nyph…tu siempre has sido sincera conmigo. Cuanto tiempo se tarda en perder la humanidad?
Deje que mi mirada vagase sobre aquel escenario. Me convertiría en uno de aquellos actores teatrales sin alma con el tiempo? Era ese el siguiente paso que habria de dar?
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Por supuesto, éramos simplemente perfectos. La belleza parecía que correspondía a gran parte de nosotros, incluso aunque no tuviéramos el encandilamiento para conseguir que se acercaran. Quizá fuera el deseo de lo desconocido, más que el miedo. El miedo estaba ahí, por supuesto, pero con el tiempo había aprendido a disfrutar esa pizca diferente en la sangre. No era como alguno de los nuestros que disfrutaban más si la sangre estaba plagada de miedo. La sangre sabía diferente, todos teníamos nuestros propios gustos. A veces creía que eran como botellas deliciosas de textura, aroma y sabor diferentes. Aunque estaba claro que el vampiro que tenía delante de mí no pensaba de la misma manera. ¿Era tan difícil dejarse llevar por los instintos? Porque se trataba de él y sabía que había algo más allá de esos lloriqueos, pero en ocasiones me daban ganas de marcharme.
En cierta manera eso era lo que había hecho la última vez que nos habíamos encontrado.
—Todos nos hemos quedado fascinados antes o después por uno de nosotros.— comenté mientras le observaba en silencio jugueteando con las uñas en el brazo de la butaca donde me encontraba sentada. —Aunque no todos son conscientes del peligro, la mitad ni siquiera lo sabe, o mejor dicho, la mayoría. Dudo mucho que crean algo y eso que les están diciendo con claridad que la muerte les está acechando. No ven otra cosa que un espectáculo para divertirles.— miré entonces a los humanos que se encontraban deleitándose con cada palabra, con cada gesto. —Y si acaso lo sospechan, directamente lo ignoran porque prefieren, simplemente, pensar que es producto de su imaginación.
Sonreí con cierta picaría ante sus comentarios mientras le miraba a de arriba abajo arqueando las cejas antes de volver a sus ojos recostándome en la butaca con un gesto de curiosidad y apreciación quizá.
—Tu mujer seguramente te habría maldecido, pero estoy segura de que habría pasado buenos momentos.
Negué por un momento mientras me concentraba más en las palabras que me decía. Detuve los gestos que estaba haciendo con los dedos mientras simplemente le miraba. Sabía que a veces aquella postura, casi como si fuera de una estatua, incomodaba a la otra persona. No era algo que hiciera a propósito y cuando estaba entre humanos procuraba comportarme de una forma “natural” para ellos, al menos que estuviera tremendamente aburrida o enfadada o una mezcla de ambas cosas, hecho que señalaba un claro peligro para los que estaban a mi alrededor.
—Depende de cómo te comportes y los actos que hagan. Además, un humano no tiene por qué tener humanidad y he conocido a vampiros más humanos que los propios humanos en algunas cosas.— contesté pensativa. —No estás llevando el camino hacia la pérdida de tu humanidad, Jerarld, sino a mantenerla por lo que veo. Mientras las personas que hay a tu alrededor te preocupen, mientras que haya alguien que esté por delante de ti, seguirás teniéndola.— la verdad es que la mía había desaparecido hacía mucho tiempo, se habían esforzado en que fuera así. —La pregunta es, ¿realmente quieres mantenerla o lo haces porque no sabes vivir de otra manera? ¿Tan repulsivos te parecemos?
Hacerle creer que había todavía una chispa de humanidad en mi interior era estúpido e inservible, me conocía lo suficiente como para saber que mentía si se me ocurría por un mísero segundo hacer un comentario al contrario.
En cierta manera eso era lo que había hecho la última vez que nos habíamos encontrado.
—Todos nos hemos quedado fascinados antes o después por uno de nosotros.— comenté mientras le observaba en silencio jugueteando con las uñas en el brazo de la butaca donde me encontraba sentada. —Aunque no todos son conscientes del peligro, la mitad ni siquiera lo sabe, o mejor dicho, la mayoría. Dudo mucho que crean algo y eso que les están diciendo con claridad que la muerte les está acechando. No ven otra cosa que un espectáculo para divertirles.— miré entonces a los humanos que se encontraban deleitándose con cada palabra, con cada gesto. —Y si acaso lo sospechan, directamente lo ignoran porque prefieren, simplemente, pensar que es producto de su imaginación.
Sonreí con cierta picaría ante sus comentarios mientras le miraba a de arriba abajo arqueando las cejas antes de volver a sus ojos recostándome en la butaca con un gesto de curiosidad y apreciación quizá.
—Tu mujer seguramente te habría maldecido, pero estoy segura de que habría pasado buenos momentos.
Negué por un momento mientras me concentraba más en las palabras que me decía. Detuve los gestos que estaba haciendo con los dedos mientras simplemente le miraba. Sabía que a veces aquella postura, casi como si fuera de una estatua, incomodaba a la otra persona. No era algo que hiciera a propósito y cuando estaba entre humanos procuraba comportarme de una forma “natural” para ellos, al menos que estuviera tremendamente aburrida o enfadada o una mezcla de ambas cosas, hecho que señalaba un claro peligro para los que estaban a mi alrededor.
—Depende de cómo te comportes y los actos que hagan. Además, un humano no tiene por qué tener humanidad y he conocido a vampiros más humanos que los propios humanos en algunas cosas.— contesté pensativa. —No estás llevando el camino hacia la pérdida de tu humanidad, Jerarld, sino a mantenerla por lo que veo. Mientras las personas que hay a tu alrededor te preocupen, mientras que haya alguien que esté por delante de ti, seguirás teniéndola.— la verdad es que la mía había desaparecido hacía mucho tiempo, se habían esforzado en que fuera así. —La pregunta es, ¿realmente quieres mantenerla o lo haces porque no sabes vivir de otra manera? ¿Tan repulsivos te parecemos?
Hacerle creer que había todavía una chispa de humanidad en mi interior era estúpido e inservible, me conocía lo suficiente como para saber que mentía si se me ocurría por un mísero segundo hacer un comentario al contrario.
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Solté una sonora carcajada que intente amortiguar rapidamente tapándome la boca con mis manos. Escuchar aquello de que mi supuesta mujer me habría maldecido pero se lo hubiese pasado bien creando a nuestros nueve hijos, definitvamente me habia hecho partirme de risa, Nypheria nunca se andaba con rodeos, por eso me agradaba su compañia, era siempre sincera.
Algunos dirigieron sus miradas asesinas hacia donde nos ubicábamos, pero no lograron vernos, ya que aquel lugar estaba hecho estratégicamente para que evitar miradas curiosas.
Me incline un poco hacia ella para poder susurrarle, como si esto fuese un gran secreto.
-Créeme Nyph…Si tu te hubieses casado alguna vez, ese sí que habría querido darte como mínimo unos quince retoños…
Sonreí negando con la cabeza mientras volvía a mi sitio. Ella parecía una divinidad incluso entre los de nuestra raza, hasta yo me sentía atontado en su presencia delante de aquella mirada cristalina…
Continuamos contemplando a aquellos actores que parecían no cansarse nunca, caminando, gritando, saltando… Con sus voces y sus poses de seres afectados y delicados que se preocupan por el bienestar y la belleza y todas esas cosas que siempre proclamaban pero que en realidad ni sienten, ni entienden, ni han visto en todas sus largas y vacías existencias.
Sin embargo cuando formule “mi gran pregunta” y obtuve su respuesta me quede un instante sin saber que decir.
Repulsivos…Aquella palabra rondo en mi cabeza unos instantes, ella siempre daba en el clavo con lo que decía.
-No es que me parezca que somos repulsivos, pero no dejamos de ser antinaturales de alguna forma…y yo…me quede un momento pensativo, entendía que de alguna forma nuestra raza fuese desalmada, pero como podían vivir con lo que hacían, sin que aquello les afectase?
Aquello me recordó a alguien en quien no había pensado en más de doscientos años. Sonreí mientras me apartaba el cabello hacia atrás, intentando acomodarme cuando en realidad quería salir de aquel teatro.
-Démian… Recuerdas aquella noche Nyph? La noche en que te conocí?
Yo la recordaba como su hubiese sido ayer.
Aquella noche nevaba, no habían pasado más que unos cuantas semanas desde que había sido convertido y yo no era más que un neófito furioso y hambriento que no sabía qué hacer.
Ni siquiera quería alimentarme, no era más que un hombre que caminaba sin rumbo por la ciudad intentando seguir un rastro.
Estaba demasiado cegado por el odio y el rencor como para actuar de forma lógica y racional.
Deambulaba por las afueras de la ciudad cuando vi a aquel ser encapuchado ocultarse entre las sombras, observándome en silencio, en ese instante no pude ni sospechar que ella me analizaba…
-…Perder mi humanidad significaría convertirme en lo que él mas deseaba…
Aun después de tantos años, aquel que me había dado la inmortalidad seguía fastidiándome. Como si aun estuviese allí en medio de Nypheria y de mí.
Casi podía verle con su larga melena negra y aquellos ojos verdes que siempre parecian querer más y más... Siempre incordiando con su sola presencia…
Algunos dirigieron sus miradas asesinas hacia donde nos ubicábamos, pero no lograron vernos, ya que aquel lugar estaba hecho estratégicamente para que evitar miradas curiosas.
Me incline un poco hacia ella para poder susurrarle, como si esto fuese un gran secreto.
-Créeme Nyph…Si tu te hubieses casado alguna vez, ese sí que habría querido darte como mínimo unos quince retoños…
Sonreí negando con la cabeza mientras volvía a mi sitio. Ella parecía una divinidad incluso entre los de nuestra raza, hasta yo me sentía atontado en su presencia delante de aquella mirada cristalina…
Continuamos contemplando a aquellos actores que parecían no cansarse nunca, caminando, gritando, saltando… Con sus voces y sus poses de seres afectados y delicados que se preocupan por el bienestar y la belleza y todas esas cosas que siempre proclamaban pero que en realidad ni sienten, ni entienden, ni han visto en todas sus largas y vacías existencias.
Sin embargo cuando formule “mi gran pregunta” y obtuve su respuesta me quede un instante sin saber que decir.
Repulsivos…Aquella palabra rondo en mi cabeza unos instantes, ella siempre daba en el clavo con lo que decía.
-No es que me parezca que somos repulsivos, pero no dejamos de ser antinaturales de alguna forma…y yo…me quede un momento pensativo, entendía que de alguna forma nuestra raza fuese desalmada, pero como podían vivir con lo que hacían, sin que aquello les afectase?
Aquello me recordó a alguien en quien no había pensado en más de doscientos años. Sonreí mientras me apartaba el cabello hacia atrás, intentando acomodarme cuando en realidad quería salir de aquel teatro.
-Démian… Recuerdas aquella noche Nyph? La noche en que te conocí?
Yo la recordaba como su hubiese sido ayer.
Aquella noche nevaba, no habían pasado más que unos cuantas semanas desde que había sido convertido y yo no era más que un neófito furioso y hambriento que no sabía qué hacer.
Ni siquiera quería alimentarme, no era más que un hombre que caminaba sin rumbo por la ciudad intentando seguir un rastro.
Estaba demasiado cegado por el odio y el rencor como para actuar de forma lógica y racional.
Deambulaba por las afueras de la ciudad cuando vi a aquel ser encapuchado ocultarse entre las sombras, observándome en silencio, en ese instante no pude ni sospechar que ella me analizaba…
-…Perder mi humanidad significaría convertirme en lo que él mas deseaba…
Aun después de tantos años, aquel que me había dado la inmortalidad seguía fastidiándome. Como si aun estuviese allí en medio de Nypheria y de mí.
Casi podía verle con su larga melena negra y aquellos ojos verdes que siempre parecian querer más y más... Siempre incordiando con su sola presencia…
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
La capacidad de reírse, de divertirse, no era algo muy común entre los nuestros. Es más, muchos parecía que hubieran olvidado lo sencillo que era curvar los labios para formar una sonrisa que fuera más allá de la simple ironía o la crueldad. En cambio él seguía teniendo esa facultad. Suponía que era por culpa de su juventud, relativa juventud si tenía que sincerarse porque ya comenzaba a ser un adulto entre los suyos. Las nuevas generaciones le estaban quitando el puesto de joven. Respiró hondo, como si lo necesitara, mientras una pequeña sonrisa pícara se deslizaba entonces por sus labios.
— Si lo hubiera intentado, tendría que haberle matado.— comenté mientras negaba para mí. — Quince niños, por los Dioses, seguramente hubiera terminado volviéndome loca.
No tenía nada en contra de los niños siempre que se mantuvieran tranquilos y alejados de mí. Aquellas criaturitas en vez de despertarme el instinto maternal como sucedía con muchas personas, provocaban en mí un cierto desagrado puesto que en realidad no terminaban de ser útiles: se movían demasiado, hablaban por los codos, siempre olían de forma extraña y no eran útiles. No al menos en principio. Una vez educados resultaban ser de bastante utilidad, sobre todo si se les daba lo que todos ellos necesitaban en el fondo: uno lazos afectivos a los que atarse. Soy sincera: no entiendo el por qué de muchos de los nuestros por necesitar tener una familia. La familia, los hijos, son la forma de los humanos de soñar con la inmortalidad a través de sus hijos, los hijos de sus hijos y así sucesivamente. Yo prefiero vivir la historia de propia mano, porque en realidad nunca se sabe —salvo que seas mujer— que el hijo que te ponen en los brazos es realmente tuyo.
Dejemos el tema de los hijos y centrémonos en lo importante. Mantenía la mirada clavada en los ojos del vampiro más joven con tranquilidad mientras escuchaba sus palabras. Fruncí brevemente el ceño en un gesto que no solía acompañarme al recordar al insoportable de su creador. Había sido un verdadero dolor de cabeza. Es más, puedo recordar perfectamente aquella noche donde el destino de Démian se selló en el mismo instante en el que me di cuenta de que Jerarld podría ayudarme a conseguir lo que necesitaba.
Los copos de nieve caían de forma lenta mientras que veía al jovenzuelo adentrarse en la noche. Le había encontrado por casualidad, pero estaba claro que podría ser de utilidad. Estaba desorientado, llevado por el odio y la venganza, por el anhelo de destruir aquel que le había hecho aquello. Y yo le iba a dar las claves necesarias para hacerlo.
Le miré entonces a los ojos mientras me movía ligeramente hacia delante aunque no fuera necesario hacerlo porque sabía que en el momento en que mis palabras salieran de mis labios él las escucharía: ventajas de estar entre inmortales.
— Antinaturales para los humanos, Jerd, no para nosotros.— el tono fue suave mientras le miraba con gesto pensativo. — En ocasiones a mi me resulta más antinatural su necesidades básicas y también más desagradable.— suponía que hacía tanto tiempo que me había convertido en lo que era que la vida anterior estaba bastante… difuminada. — Falta mucho tiempo para que la humanidad desaparezca de ti, sobre todo porque no te dejas llevar por el instinto que hay en tu interior y te esfuerzas por mantenerla bien sujeta.
No era precisamente una alabanza, pero aquella conversación ya la habíamos tenido en el pasado y en cierta manera había sido una de las tantas causas de que finalmente cada cual hubiera seguido su camino.
— Si lo hubiera intentado, tendría que haberle matado.— comenté mientras negaba para mí. — Quince niños, por los Dioses, seguramente hubiera terminado volviéndome loca.
No tenía nada en contra de los niños siempre que se mantuvieran tranquilos y alejados de mí. Aquellas criaturitas en vez de despertarme el instinto maternal como sucedía con muchas personas, provocaban en mí un cierto desagrado puesto que en realidad no terminaban de ser útiles: se movían demasiado, hablaban por los codos, siempre olían de forma extraña y no eran útiles. No al menos en principio. Una vez educados resultaban ser de bastante utilidad, sobre todo si se les daba lo que todos ellos necesitaban en el fondo: uno lazos afectivos a los que atarse. Soy sincera: no entiendo el por qué de muchos de los nuestros por necesitar tener una familia. La familia, los hijos, son la forma de los humanos de soñar con la inmortalidad a través de sus hijos, los hijos de sus hijos y así sucesivamente. Yo prefiero vivir la historia de propia mano, porque en realidad nunca se sabe —salvo que seas mujer— que el hijo que te ponen en los brazos es realmente tuyo.
Dejemos el tema de los hijos y centrémonos en lo importante. Mantenía la mirada clavada en los ojos del vampiro más joven con tranquilidad mientras escuchaba sus palabras. Fruncí brevemente el ceño en un gesto que no solía acompañarme al recordar al insoportable de su creador. Había sido un verdadero dolor de cabeza. Es más, puedo recordar perfectamente aquella noche donde el destino de Démian se selló en el mismo instante en el que me di cuenta de que Jerarld podría ayudarme a conseguir lo que necesitaba.
Los copos de nieve caían de forma lenta mientras que veía al jovenzuelo adentrarse en la noche. Le había encontrado por casualidad, pero estaba claro que podría ser de utilidad. Estaba desorientado, llevado por el odio y la venganza, por el anhelo de destruir aquel que le había hecho aquello. Y yo le iba a dar las claves necesarias para hacerlo.
Le miré entonces a los ojos mientras me movía ligeramente hacia delante aunque no fuera necesario hacerlo porque sabía que en el momento en que mis palabras salieran de mis labios él las escucharía: ventajas de estar entre inmortales.
— Antinaturales para los humanos, Jerd, no para nosotros.— el tono fue suave mientras le miraba con gesto pensativo. — En ocasiones a mi me resulta más antinatural su necesidades básicas y también más desagradable.— suponía que hacía tanto tiempo que me había convertido en lo que era que la vida anterior estaba bastante… difuminada. — Falta mucho tiempo para que la humanidad desaparezca de ti, sobre todo porque no te dejas llevar por el instinto que hay en tu interior y te esfuerzas por mantenerla bien sujeta.
No era precisamente una alabanza, pero aquella conversación ya la habíamos tenido en el pasado y en cierta manera había sido una de las tantas causas de que finalmente cada cual hubiera seguido su camino.
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Contemple a Nyph en silencio, si sus palabras eran ciertas aquello podría suponer un ligero alivio para mí.
Conservar aquello, la pizca de humanidad, me hacía sentir mejor, como si de alguna forma aun tuviese alma. Aunque ésta estuviese condenada al infierno.
Sin embargo a pesar de nuestras diferencias, en nuestros distintos puntos de opinión, nuestro común odio hacia Démian nos unía.
Era realmente increíble como a veces el más profundo odio y las ganas de obtener sangre podían unir tantísimo a las personas, creando incluso una amistad o una alianza para llevar a cabo objetivos comunes.
Si de algo estábamos seguros, es que haberle matado había sido una buena idea.
Comencé a desabotonar el cuello de mi camisa, soltando el pañuelo que lo envolvía para sentirme más cómodo, después de todo estaba relajado allí con Nyph, aunque no estuviese haciendo ni una pizca de caso a la obra de teatro.
Me gire en el asiento para poder quedar frente a ella, para poder contemplarle mejor mientras charlábamos.
-Sabes Nyph, supongo que quizás es posible mantener un poco de ambos lados.
Quizás el equilibrio es la clave para no desquiciarse. Porque como tú dices…los mortales son inferiores en sus características, en necesidades y en su esencia…después de todo, solo tienen aquello que sienten en su interior…pero ser un desalmado también involucra un precio…Significa que ya nada te importe lo suficiente como para luchar por ello, involucra que nada te llene, y la eternidad es muy larga para tener que convivir con ese vacío, no?
Deslice mi brazo con lentitud hacia ella, tome su mano y aprecie un momento las joyas que llevaba consigo, pues antes con sus guantes puestos no se podía ver.
Junte la palma de mi mano con la suya, como si las estuviese midiendo. Obviamente mi mano era mucho más grande al lado de la suya, que era pequeña y de aspecto frágil, aunque de frágil no tenía nada.
Mantuve mi mano así unos instantes más, como si le estuviese analizando, aunque estaba intentando comprender más que nada.
-Quizás no seamos tan distintos después de todo…Cada uno hace las cosas a su manera, pero siempre con un objetivo final…
Su tacto me hizo volver a recordar.
Aquella noche nevada ella se acerco hacia mí. Yo intente mantener las distancias, vigilando sus pasos, aun temeroso de ella, pues hacia pocas semanas que conocía la existencia de los seres de la noche, y ella parecía emanar una esencia de poder que me había sobrecogido. Mientras caminaba con su capa y su capucha.
Ella extendió su mano hacia mí, quizás para percatarse de que no había calor, quizás para poder leer algo que yo no comprendía. Fuese como fuese tome su mano y sentí su tacto frio.
Así pude ver su rostro por primera vez, oculto entre las sombras de la capucha. Comprendiendo que aquellos ojos hermosos, y aparentemente llenos de vida, no eran más que producto del embrujo de aquellos seres milenarios…Mi nueva raza…
De pronto el alarido de uno de aquellos teatrales actores me saco de mis recuerdos. Contemple mi mano y entrelace mis dedos con los suyos en un gesto amistoso, le sonreí.
-Te importaría que saliésemos de aquí?...Esta gente empieza a…No se me ocurría una forma sutil de decir que me apetecía haber llevado una escopeta conmigo y haberles disparado a todos los actores desde aquel palco...
Conservar aquello, la pizca de humanidad, me hacía sentir mejor, como si de alguna forma aun tuviese alma. Aunque ésta estuviese condenada al infierno.
Sin embargo a pesar de nuestras diferencias, en nuestros distintos puntos de opinión, nuestro común odio hacia Démian nos unía.
Era realmente increíble como a veces el más profundo odio y las ganas de obtener sangre podían unir tantísimo a las personas, creando incluso una amistad o una alianza para llevar a cabo objetivos comunes.
Si de algo estábamos seguros, es que haberle matado había sido una buena idea.
Comencé a desabotonar el cuello de mi camisa, soltando el pañuelo que lo envolvía para sentirme más cómodo, después de todo estaba relajado allí con Nyph, aunque no estuviese haciendo ni una pizca de caso a la obra de teatro.
Me gire en el asiento para poder quedar frente a ella, para poder contemplarle mejor mientras charlábamos.
-Sabes Nyph, supongo que quizás es posible mantener un poco de ambos lados.
Quizás el equilibrio es la clave para no desquiciarse. Porque como tú dices…los mortales son inferiores en sus características, en necesidades y en su esencia…después de todo, solo tienen aquello que sienten en su interior…pero ser un desalmado también involucra un precio…Significa que ya nada te importe lo suficiente como para luchar por ello, involucra que nada te llene, y la eternidad es muy larga para tener que convivir con ese vacío, no?
Deslice mi brazo con lentitud hacia ella, tome su mano y aprecie un momento las joyas que llevaba consigo, pues antes con sus guantes puestos no se podía ver.
Junte la palma de mi mano con la suya, como si las estuviese midiendo. Obviamente mi mano era mucho más grande al lado de la suya, que era pequeña y de aspecto frágil, aunque de frágil no tenía nada.
Mantuve mi mano así unos instantes más, como si le estuviese analizando, aunque estaba intentando comprender más que nada.
-Quizás no seamos tan distintos después de todo…Cada uno hace las cosas a su manera, pero siempre con un objetivo final…
Su tacto me hizo volver a recordar.
Aquella noche nevada ella se acerco hacia mí. Yo intente mantener las distancias, vigilando sus pasos, aun temeroso de ella, pues hacia pocas semanas que conocía la existencia de los seres de la noche, y ella parecía emanar una esencia de poder que me había sobrecogido. Mientras caminaba con su capa y su capucha.
Ella extendió su mano hacia mí, quizás para percatarse de que no había calor, quizás para poder leer algo que yo no comprendía. Fuese como fuese tome su mano y sentí su tacto frio.
Así pude ver su rostro por primera vez, oculto entre las sombras de la capucha. Comprendiendo que aquellos ojos hermosos, y aparentemente llenos de vida, no eran más que producto del embrujo de aquellos seres milenarios…Mi nueva raza…
De pronto el alarido de uno de aquellos teatrales actores me saco de mis recuerdos. Contemple mi mano y entrelace mis dedos con los suyos en un gesto amistoso, le sonreí.
-Te importaría que saliésemos de aquí?...Esta gente empieza a…No se me ocurría una forma sutil de decir que me apetecía haber llevado una escopeta conmigo y haberles disparado a todos los actores desde aquel palco...
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Suspiré por un momento. Jerarld era un idealista y siempre lo sería. Era quizá una de las cosas que me habían interesado de él, algo que en cierta manera le diferenciaba, pero también le debilitaba. Era tan desesperante en ocasiones, tan diferente a lo que yo entendía como que estaba bien que simplemente no lo entendía. ¿Había sido yo alguna vez de aquella manera? No, no lo había sabido. Las circunstancias habían hecho que fuera completamente diferente. Quizá siendo humana, quizá cuando el Don Oscuro aun no me había tocado, dándome todo aquello. Don Oscuro, quien hubiera imaginado aquellas palabras era un auténtico estúpido. Era un Don y una Maldición, juntas, unidas, haciendo lo que éramos, lo que somos. Para algunos era el regalo más maravilloso del mundo, era una forma de romper con el pasado y seguir hacia delante, adentrándose en todo lo maravilloso que había en el mundo de las tinieblas, de la noche, en cambio para otros era todo un martirio.
Jerarld se debatía entre ambas posiciones, sin saber bien hacia dónde inclinarse. No era el mismo jovenzuelo de hacía tantas décadas atrás, pero en cierta manera seguía teniendo un deje de inocencia a su alrededor que era impactante. Seguía teniendo sueños, anhelos, esperanzas. Seguía debatiéndose con su humanidad. Estaba prácticamente segura de que no sería capaz de matar a sus víctimas si no era en momentos límites o quizá le estaba juzgando demasiado benignamente. Si hubiera sido humana seguramente en ese mismo momento hubiera dejado escapar un suspiro entre mis labios, pero no lo era ni volvería a serlo nunca.
Al menos que de repente encontraran una manera para hacer que aquello desapareciera y os juro que mataría a cualquiera que lo intentara.
— Siempre hay formas de luchar contra él— contesté mientras observaba sus gestos, veía su mano en la mía y arqueaba una ceja. En ese momento parecía como si él fuera a tener mucha más fuerza que yo, a fin de cuentas era un hombre ¿no? ¡Qué equivocados estarían cualquiera que pudiera llegar a penar aquello. — ¿Dirías que yo he llegado hasta ese punto? ¿O piensas que aun hay algo de humanidad en mi interior?
Deseaba saber hasta qué punto me conocía, hasta qué punto creía conocerme. La humanidad, oh deliciosa humanidad, hacía mucho que había desaparecido y en cambio no me sentía vacía, el contrario, estaba mucho más llena de lo que hubiera podido imaginar. Suponía que hacía tanto tiempo que sobrevivía de aquella manera, que… oh, vivía… sí, vivía o algo similar, que había olvidado lo que era tener humanidad ¿no era cierto?
Tan delicado, tan joven, tan efímero… aun podía notar la humanidad en su interior, replegándose, afianzándose. Y allí estaba el fuego que necesitaba para poder llevar a cabo la eliminación de alguien que solo traía problemas. Era cuestión de tiempo, lo sabía, de que finalmente se volviera contra mí o que terminara cansándome de su presencia, pero por las noches siguientes iba a tener la oportunidad de conocer algo fundamental: lo que era estar bajo la tutela de un ser como yo.”
Ante sus palabras sonreí de medio lado y asiento, mientras me incorporo cogiendo la capa y los guantes. La verdad es que es mucho más interesante la conversación que mantenemos que la obra que en realidad no tiene mucho sentido.
— Sí, salgamos de aquí, la verdad es que hace ya bastante que no sé qué están haciendo y aunque lo supiera tengo la sensación de que es más de lo mismo.
Y a mí no me gustaba repetirme, no me gustaba que las noches fueran iguales, no me gustaba escuchar la misma obra una y otra y otra vez.
Innovarse o morir. En mi caso tenía mucho sentido esa frase.
Jerarld se debatía entre ambas posiciones, sin saber bien hacia dónde inclinarse. No era el mismo jovenzuelo de hacía tantas décadas atrás, pero en cierta manera seguía teniendo un deje de inocencia a su alrededor que era impactante. Seguía teniendo sueños, anhelos, esperanzas. Seguía debatiéndose con su humanidad. Estaba prácticamente segura de que no sería capaz de matar a sus víctimas si no era en momentos límites o quizá le estaba juzgando demasiado benignamente. Si hubiera sido humana seguramente en ese mismo momento hubiera dejado escapar un suspiro entre mis labios, pero no lo era ni volvería a serlo nunca.
Al menos que de repente encontraran una manera para hacer que aquello desapareciera y os juro que mataría a cualquiera que lo intentara.
— Siempre hay formas de luchar contra él— contesté mientras observaba sus gestos, veía su mano en la mía y arqueaba una ceja. En ese momento parecía como si él fuera a tener mucha más fuerza que yo, a fin de cuentas era un hombre ¿no? ¡Qué equivocados estarían cualquiera que pudiera llegar a penar aquello. — ¿Dirías que yo he llegado hasta ese punto? ¿O piensas que aun hay algo de humanidad en mi interior?
Deseaba saber hasta qué punto me conocía, hasta qué punto creía conocerme. La humanidad, oh deliciosa humanidad, hacía mucho que había desaparecido y en cambio no me sentía vacía, el contrario, estaba mucho más llena de lo que hubiera podido imaginar. Suponía que hacía tanto tiempo que sobrevivía de aquella manera, que… oh, vivía… sí, vivía o algo similar, que había olvidado lo que era tener humanidad ¿no era cierto?
Tan delicado, tan joven, tan efímero… aun podía notar la humanidad en su interior, replegándose, afianzándose. Y allí estaba el fuego que necesitaba para poder llevar a cabo la eliminación de alguien que solo traía problemas. Era cuestión de tiempo, lo sabía, de que finalmente se volviera contra mí o que terminara cansándome de su presencia, pero por las noches siguientes iba a tener la oportunidad de conocer algo fundamental: lo que era estar bajo la tutela de un ser como yo.”
Ante sus palabras sonreí de medio lado y asiento, mientras me incorporo cogiendo la capa y los guantes. La verdad es que es mucho más interesante la conversación que mantenemos que la obra que en realidad no tiene mucho sentido.
— Sí, salgamos de aquí, la verdad es que hace ya bastante que no sé qué están haciendo y aunque lo supiera tengo la sensación de que es más de lo mismo.
Y a mí no me gustaba repetirme, no me gustaba que las noches fueran iguales, no me gustaba escuchar la misma obra una y otra y otra vez.
Innovarse o morir. En mi caso tenía mucho sentido esa frase.
Nypheria- Vampiro Clase Alta
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Ambos tomamos nuestras cosas y comenzamos a salir en silencio de allí, caminando por los oscuros pasillos hacia el exterior.
Humanidad…la constante humanidad, una bendición o una maldición, pero siempre un tema que se podía debatir.
Nos pusimos los abrigos y las capas mientras caminábamos. Le tome del brazo mientras bajábamos por las tenebrosas escaleras mientras seguíamos dialogando.
-Tu Nyph…Eres fuerte, eres sabia, y crees que yo soy un insensato e iluso con demasiada imaginación…Comente con normalidad, las verdades escocían pero aun así no se podían evitar. Me pareció haber un asentimiento de cabeza por su parte, que me hizo sonreír, si, ese era yo.
-Se que eres la completa dueña de todo lo que sientes. Sé que valoras el poder que tienes, y que lo sabes usar de la manera necesaria para conseguir tus fines…Tu piensas que ya no te queda ni una pizca de humanidad, pero yo creo que aun hay algo, no similar a la humanidad sino mejor que eso. Su mirada me miro como intentando entender qué diantres le decía. Mientras seguíamos caminando.
Ella sentia algo, podia escoger lo que le afectaba o no. No estaba vacía como todos los que estaban entre nosotros. Si no sintiese absolutamente nada, no me soportaría ni a mi.
Al menos yo quería pensar que ella me tenía algo de aprecio. Aunque si no era así, tampoco pasaba nada, para mi ella era un pilar importante y eso no iba a cambiar.
Continuamos bajando y llegamos al largo pasadizo que conducía al fin hacia la salida. Mis palabras parecieron ser lo único que rompía el silencio de aquel lugar.
-…Esta misma noche por ejemplo. En cuanto te vi y te susurre, tú podrías haber hecho algún truco de ilusión para quitarme de en medio.
Ambos nos miramos, arquee una ceja ante su expresión.
-Vamos es cierto, eres mayor que yo, y haces cosas que solo los años te habrán enseñado… te he visto en acción y puedo confirmar que podrías ser la peor pesadilla de los niños. Si quisieras quitarme de en medio podrías hacerlo… pero no lo haces. Me soportas aunque aun no sepa el porqué. No crees??
Ahora solo tenía que esperar a ver cuánto tiempo tardaba Nyph en reírse de mis absurdeces.
Salimos de aquel edificio, y contemplamos hacia el final de la calle, una humareda se apreciaba aun en la lejanía. Al parecer aquella licorería que había hecho explotar seguía ardiendo. Mire hacia el otro lado de la calle, quizás era mejor irse por allí, así habían menos explicaciones que dar, después de todo la noche aun parecía ser joven para los hijos de las tinieblas.
Humanidad…la constante humanidad, una bendición o una maldición, pero siempre un tema que se podía debatir.
Nos pusimos los abrigos y las capas mientras caminábamos. Le tome del brazo mientras bajábamos por las tenebrosas escaleras mientras seguíamos dialogando.
-Tu Nyph…Eres fuerte, eres sabia, y crees que yo soy un insensato e iluso con demasiada imaginación…Comente con normalidad, las verdades escocían pero aun así no se podían evitar. Me pareció haber un asentimiento de cabeza por su parte, que me hizo sonreír, si, ese era yo.
-Se que eres la completa dueña de todo lo que sientes. Sé que valoras el poder que tienes, y que lo sabes usar de la manera necesaria para conseguir tus fines…Tu piensas que ya no te queda ni una pizca de humanidad, pero yo creo que aun hay algo, no similar a la humanidad sino mejor que eso. Su mirada me miro como intentando entender qué diantres le decía. Mientras seguíamos caminando.
Ella sentia algo, podia escoger lo que le afectaba o no. No estaba vacía como todos los que estaban entre nosotros. Si no sintiese absolutamente nada, no me soportaría ni a mi.
Al menos yo quería pensar que ella me tenía algo de aprecio. Aunque si no era así, tampoco pasaba nada, para mi ella era un pilar importante y eso no iba a cambiar.
Continuamos bajando y llegamos al largo pasadizo que conducía al fin hacia la salida. Mis palabras parecieron ser lo único que rompía el silencio de aquel lugar.
-…Esta misma noche por ejemplo. En cuanto te vi y te susurre, tú podrías haber hecho algún truco de ilusión para quitarme de en medio.
Ambos nos miramos, arquee una ceja ante su expresión.
-Vamos es cierto, eres mayor que yo, y haces cosas que solo los años te habrán enseñado… te he visto en acción y puedo confirmar que podrías ser la peor pesadilla de los niños. Si quisieras quitarme de en medio podrías hacerlo… pero no lo haces. Me soportas aunque aun no sepa el porqué. No crees??
Ahora solo tenía que esperar a ver cuánto tiempo tardaba Nyph en reírse de mis absurdeces.
Salimos de aquel edificio, y contemplamos hacia el final de la calle, una humareda se apreciaba aun en la lejanía. Al parecer aquella licorería que había hecho explotar seguía ardiendo. Mire hacia el otro lado de la calle, quizás era mejor irse por allí, así habían menos explicaciones que dar, después de todo la noche aun parecía ser joven para los hijos de las tinieblas.
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
No iba a negarle algo que era evidente, tanto lo dicho sobre mí —al menos lo primero— como lo que hacía referencia a su persona. Era demasiado joven e idealista. Era algo bastante común entre los nuestros, al menos no era uno de esos que se lamentaban de su condición pero no hacía absolutamente nada para solucionarlo. Jamás los entendería. Si tan poco les gustaba su nueva forma de vida ¿por qué no acababan con ella y nos dejaban al resto tranquilo? Me imaginaba que por el miedo que todos teníamos a la muerte y a lo que podríamos encontrar una vez que “pasáramos al otro lado”. Por mi parte no tenía ese problema.
Salimos fuera, llegando hasta mi nariz un ligero olor a quemado que provocó que frunciera el ceño. El fuego no es que fuera algo que me agradara, quizá porque era una de las pocas formas de acabar con uno de los nuestros. Me volví a poner los guantes mientras acomodaba la capa comenzando a caminar en silencio, dejando que el tiempo pasara. ¿Qué prisa había en contestar algo? ¿En decir algo? Fueron apenas unos minutos, aunque si soy sincera hacía mucho que el tiempo había dejado de funcionar exactamente igual para mí que para el resto de los seres con los que me iba cruzando.
De la misma manera que el tiempo atmosférico no me afectaba en absoluto. Llevé la mano hacia mi pelo para sacarlo de debajo de la capa dejando que cayera por mi espalda como si fuera una cascada de rizos dorados, tan finos como el mismo oro, mirándole de reojo por un momento. A esas horas París estaba tranquila, mucho más tranquila de lo que estaba a las horas del día aunque era cierto que no lo había visto nunca.
Y no lo echaba de menos.
—Has pasado la prueba.— comenté con cierta ironía en la voz mientras le miraba de reojo para ver qué expresión ponía. —La humanidad desapareció hace mucho tiempo, pero aun así no me siento vacía. La humanidad está sobrevalorada, actuar por unos juicios morales que han impuesto desde una de las religiones más patéticas del mundo solo ha hecho que el ser humano se convierta en corderos más que dispuestos para el sacrificio por una promesa vana y vacía.
No sabía hasta qué punto en su pasado —o en su presente, muchos de nuestros congéneres seguían con esas ideas— había estado aferrado al cristianismo, pero… allí estaba. Mis pasos vagaban en realidad sin ningún tipo de rumbo, simplemente andaba ¿verdad?
—Jerarld.— comencé, llamándole por primera vez por su nombre, sin mirarle en esta ocasión. —Si lo hubiera hecho habría sido una noche más, aburrida y monótona. Es cierto, podría hacer lo que me dices, pero entonces me perdería una oportunidad para cambiar el rumbo de las horas que tenemos por delante. ¿En qué me beneficiaría eso?
Arqueé brevemente una ceja mientras nos alejábamos del Teatro donde seguramente la función continuaría. Hacía unos meses me había adentrado en su interior cuando en pleno escenario se habían alimentado de una humana y nadie había hecho nada, lo que me demostraba lo ciegos que podían estar los humanos.
¿Ocurriría hoy lo mismo?
Ya no lo sabría.
Salimos fuera, llegando hasta mi nariz un ligero olor a quemado que provocó que frunciera el ceño. El fuego no es que fuera algo que me agradara, quizá porque era una de las pocas formas de acabar con uno de los nuestros. Me volví a poner los guantes mientras acomodaba la capa comenzando a caminar en silencio, dejando que el tiempo pasara. ¿Qué prisa había en contestar algo? ¿En decir algo? Fueron apenas unos minutos, aunque si soy sincera hacía mucho que el tiempo había dejado de funcionar exactamente igual para mí que para el resto de los seres con los que me iba cruzando.
De la misma manera que el tiempo atmosférico no me afectaba en absoluto. Llevé la mano hacia mi pelo para sacarlo de debajo de la capa dejando que cayera por mi espalda como si fuera una cascada de rizos dorados, tan finos como el mismo oro, mirándole de reojo por un momento. A esas horas París estaba tranquila, mucho más tranquila de lo que estaba a las horas del día aunque era cierto que no lo había visto nunca.
Y no lo echaba de menos.
—Has pasado la prueba.— comenté con cierta ironía en la voz mientras le miraba de reojo para ver qué expresión ponía. —La humanidad desapareció hace mucho tiempo, pero aun así no me siento vacía. La humanidad está sobrevalorada, actuar por unos juicios morales que han impuesto desde una de las religiones más patéticas del mundo solo ha hecho que el ser humano se convierta en corderos más que dispuestos para el sacrificio por una promesa vana y vacía.
No sabía hasta qué punto en su pasado —o en su presente, muchos de nuestros congéneres seguían con esas ideas— había estado aferrado al cristianismo, pero… allí estaba. Mis pasos vagaban en realidad sin ningún tipo de rumbo, simplemente andaba ¿verdad?
—Jerarld.— comencé, llamándole por primera vez por su nombre, sin mirarle en esta ocasión. —Si lo hubiera hecho habría sido una noche más, aburrida y monótona. Es cierto, podría hacer lo que me dices, pero entonces me perdería una oportunidad para cambiar el rumbo de las horas que tenemos por delante. ¿En qué me beneficiaría eso?
Arqueé brevemente una ceja mientras nos alejábamos del Teatro donde seguramente la función continuaría. Hacía unos meses me había adentrado en su interior cuando en pleno escenario se habían alimentado de una humana y nadie había hecho nada, lo que me demostraba lo ciegos que podían estar los humanos.
¿Ocurriría hoy lo mismo?
Ya no lo sabría.
Nypheria- Vampiro Clase Alta
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Caminamos por las desiertas calles, mientras yo escuchaba su tono irónico sobre la pequeña prueba que me había hecho, aquello me hizo sonreír.
Doscientos años y pocos cambios, mi constante mentora y su eterno y atolondrado discípulo seguían allí, uno preguntando y el otro respondiendo.
Me preguntaba si alguna vez llegaría a convertirme en maestro yo también, pero ser un maestro muy posiblemente involucraría convertir a alguien, y ya que esa idea no me parecía precisamente “una buena idea" la descarte de mi mente, prefería seguir siendo el eterno aprendiz.
Sin embargo mis divagaciones se vieron interrumpidas al oír mi nombre, ella no solía llamarme así, así que se me hizo extraño. Ella siempre me nombraba por algún apodo, o a falta de apodo por algún insulto amistoso. Como el “insensato o el iluso” antes nombrado.
¿Significaba de alguna forma que Nyph comenzaba a verme de forma diferente? Seguí escuchando atento.
-Así que no te has deshecho de mí porque te divierto. Es eso lo que dices? Comente como broma. Es cierto…debería ser más serio.
Me puse una mano en el pecho y puse la otra mano a mi espalda, camine sereno con la cabeza erguida como aquellos hombres de negocios o los políticos cuando están dando un paseo.
Como si aquella pose de seres afectados les hiciese mejores personas.
Puse una voz adornada y recargada que no tenía nada que ver con mi forma de expresarme que era educada pero mucho más espontanea.
-Debería caminar así y comprarme un monóculo…y dirigirme a vos madeimoselle Nypheria con más respeto eso es cierto…Después de todo esta juventud deja tantísimo que desear…Estos vampiros jóvenes de hoy en día son un desastre…Sobre todo los escritores…oh mon dieu! Si yo le contara…
Deje aquella absurda pose para caminar por detrás de Nyph y situarme a su otro costado.
-Aunque sería más divertido si me en vez de hacerme el serio por hoy me hiciese pasar por bailarín…Así podríamos bailar el tango de la muerte, dije extendiendo el brazo hacia adelante, haciendo el gesto como si bailase con una pareja invisible, dirigiéndome hacia adelante dando aquellos pasos absurdos.
Contemple a Nyph, que negaba ante mi teatro.
Si aquellos actores de allí dentro hubiesen hecho más el idiota como yo habría ido a verles mucho más a menudo. Ahora mismo seguro que seguían lamentándose de la vida y la no vida, y muy posiblemente estarían bebiéndose a alguien.
Si, había que beber, pero era necesario que se exhibiesen tanto? A veces no costaba tanto ser discreto, y lo decía yo, que había creado un buen alboroto en el centro quemando aquello, Aunque en ese tema yo tenía mis motivos, pero eso no venia al cuento en este momento.
Ahora que habia recordado a aquellos actores, habia recordado tambien que la idea de beber algo no era tan absurda ahora mismo.
-Así que hoy he arruinado tu rutina…vaya…y que es lo que hubieses hecho esta noche entonces? Además de ver la obra. Quizás habrias ido a beber algo por ahí?...los sabores parisinos eran una de aquellas pocas cosas que ambos compartíamos como gusto.
Camine a su lado con tranquilidad sintiendo la fresca brisa que se levantaba delante nuestro, ansioso por conocer aunque fuese un pequeño detalle más sobre su vida.
Doscientos años y pocos cambios, mi constante mentora y su eterno y atolondrado discípulo seguían allí, uno preguntando y el otro respondiendo.
Me preguntaba si alguna vez llegaría a convertirme en maestro yo también, pero ser un maestro muy posiblemente involucraría convertir a alguien, y ya que esa idea no me parecía precisamente “una buena idea" la descarte de mi mente, prefería seguir siendo el eterno aprendiz.
Sin embargo mis divagaciones se vieron interrumpidas al oír mi nombre, ella no solía llamarme así, así que se me hizo extraño. Ella siempre me nombraba por algún apodo, o a falta de apodo por algún insulto amistoso. Como el “insensato o el iluso” antes nombrado.
¿Significaba de alguna forma que Nyph comenzaba a verme de forma diferente? Seguí escuchando atento.
-Así que no te has deshecho de mí porque te divierto. Es eso lo que dices? Comente como broma. Es cierto…debería ser más serio.
Me puse una mano en el pecho y puse la otra mano a mi espalda, camine sereno con la cabeza erguida como aquellos hombres de negocios o los políticos cuando están dando un paseo.
Como si aquella pose de seres afectados les hiciese mejores personas.
Puse una voz adornada y recargada que no tenía nada que ver con mi forma de expresarme que era educada pero mucho más espontanea.
-Debería caminar así y comprarme un monóculo…y dirigirme a vos madeimoselle Nypheria con más respeto eso es cierto…Después de todo esta juventud deja tantísimo que desear…Estos vampiros jóvenes de hoy en día son un desastre…Sobre todo los escritores…oh mon dieu! Si yo le contara…
Deje aquella absurda pose para caminar por detrás de Nyph y situarme a su otro costado.
-Aunque sería más divertido si me en vez de hacerme el serio por hoy me hiciese pasar por bailarín…Así podríamos bailar el tango de la muerte, dije extendiendo el brazo hacia adelante, haciendo el gesto como si bailase con una pareja invisible, dirigiéndome hacia adelante dando aquellos pasos absurdos.
Contemple a Nyph, que negaba ante mi teatro.
Si aquellos actores de allí dentro hubiesen hecho más el idiota como yo habría ido a verles mucho más a menudo. Ahora mismo seguro que seguían lamentándose de la vida y la no vida, y muy posiblemente estarían bebiéndose a alguien.
Si, había que beber, pero era necesario que se exhibiesen tanto? A veces no costaba tanto ser discreto, y lo decía yo, que había creado un buen alboroto en el centro quemando aquello, Aunque en ese tema yo tenía mis motivos, pero eso no venia al cuento en este momento.
Ahora que habia recordado a aquellos actores, habia recordado tambien que la idea de beber algo no era tan absurda ahora mismo.
-Así que hoy he arruinado tu rutina…vaya…y que es lo que hubieses hecho esta noche entonces? Además de ver la obra. Quizás habrias ido a beber algo por ahí?...los sabores parisinos eran una de aquellas pocas cosas que ambos compartíamos como gusto.
Camine a su lado con tranquilidad sintiendo la fresca brisa que se levantaba delante nuestro, ansioso por conocer aunque fuese un pequeño detalle más sobre su vida.
- Spoiler:
- Tenia que nombrar el tango de la muerte, fue inevitable xDDDDDDDDD
Jerarld Délvheen- Vampiro/Realeza
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
En ocasiones me preguntaba —y me sigo preguntando— hasta qué punto la locura había afectado su mente, hasta qué punto se mantenía sano o se había roto en mil pedazos. A muchos de los nuestros les pasaba, pocos conseguían llegar a una perfección en cuerpo y mente a la que había llegado yo. ¿Cómo hacerlo? Hacían falta una serie de circunstancias que estaba más que claro que directamente no llegarían. Se habían domesticado hasta tal punto que directamente se prohibían lo que en realidad deseaban. Habían conseguido aplacar los instintos, los habían dejado debajo de miles de tules, perfumes, normas de cortesía, y no se daban cuenta de que eso solo provocaría que cuando la bestia rugiera, lo hiciera con tanta fuerte que arrasaría con todo lo que estuviera a su alrededor.
No se puede domesticar lo salvaje, y eso era algo que los humanos no terminaban de entender y tampoco mucho de los nuestros. El “proceso de civilización” solo acarreaba problemas, nostalgias, presiones, y contradicciones. No se podía quitar al ser humano lo que era por naturaleza y esperar que no surgieran esas cosas. Miré por un instante a Jerarld mientras se movía, arqueando una ceja cuando puso aquella pose afectada y comenzó a hablar. Negué ligeramente, caminando unos pasos hasta que se puso a bailar. Una media sonrisa se deslizó lentamente por mis labios aunque mis ojos se mostraban igual de fríos que siempre.
Era un bufón. Y aun así no me disgustaba del todo. En el fondo sabía que tenía potencial, el problema era sacárselo y me temo que no tengo tanta paciencia para ello, quizá esa sea una de las razones por las que no haya terminado por convertir a nadie. No había conseguido encontrar a alguien que realmente se lo mereciera. Suponía que en cierta manera aquello sucedía porque quedaban pocos humanos como los de antes, muy pocos si tenía que ser sincera. La mayor parte de las veces me paseaba por los lugares deseando ver parte de la vitalidad de antaño, pero estaba claro que había prácticamente desaparecido del mapa.
—En ocasiones me pregunto si existe la intoxicación para los vampiros.— comenté arqueando ligeramente las cejas en un gesto burlón mientras observaba sus pasos de baile improvisado con un acompañante invisible. Al menos no había intentado que yo le siguiera en aquello. —Bailarín o escritor, puedes hacer lo que quieras, siempre lo harás con más sentido que los humanos y que muchos de los nuestros. O al menos con más… gracia.
Observé su gesto y escuché sus palabras silenciosa mientras que las calles de París iban pasando a nuestro lado. El paso era tranquilo, el típicamente utilizado por cualquiera en la ciudad que saliera a dar un paseo por la tarde, de esa manera que salvo el momento bailarín de Jerarld no llamaría la atención para nada. Miré por un instante a mi alrededor y una media sonrisa se deslizó por mis labios al reconocer el lugar. Una idea comenzó a fraguarse en mi cabeza mirando de reojo al vampiro más joven. ¿Sería capaz de aguantar allí dentro?
—¿Te apetece cenar conmigo o ya lo has hecho?— pregunté mientras sin más comencé a adentrarme por uno de los callejones de París, uno de esos lugares que no eran precisamente considerados como los mejores de la ciudad al tiempo que alzaba la mano para subir la capucha de la capa en un gesto casual, en principio, que ocultaba a la perfección algo tan condenadamente visible y reconocible como mi melena rubia.
No se puede domesticar lo salvaje, y eso era algo que los humanos no terminaban de entender y tampoco mucho de los nuestros. El “proceso de civilización” solo acarreaba problemas, nostalgias, presiones, y contradicciones. No se podía quitar al ser humano lo que era por naturaleza y esperar que no surgieran esas cosas. Miré por un instante a Jerarld mientras se movía, arqueando una ceja cuando puso aquella pose afectada y comenzó a hablar. Negué ligeramente, caminando unos pasos hasta que se puso a bailar. Una media sonrisa se deslizó lentamente por mis labios aunque mis ojos se mostraban igual de fríos que siempre.
Era un bufón. Y aun así no me disgustaba del todo. En el fondo sabía que tenía potencial, el problema era sacárselo y me temo que no tengo tanta paciencia para ello, quizá esa sea una de las razones por las que no haya terminado por convertir a nadie. No había conseguido encontrar a alguien que realmente se lo mereciera. Suponía que en cierta manera aquello sucedía porque quedaban pocos humanos como los de antes, muy pocos si tenía que ser sincera. La mayor parte de las veces me paseaba por los lugares deseando ver parte de la vitalidad de antaño, pero estaba claro que había prácticamente desaparecido del mapa.
—En ocasiones me pregunto si existe la intoxicación para los vampiros.— comenté arqueando ligeramente las cejas en un gesto burlón mientras observaba sus pasos de baile improvisado con un acompañante invisible. Al menos no había intentado que yo le siguiera en aquello. —Bailarín o escritor, puedes hacer lo que quieras, siempre lo harás con más sentido que los humanos y que muchos de los nuestros. O al menos con más… gracia.
Observé su gesto y escuché sus palabras silenciosa mientras que las calles de París iban pasando a nuestro lado. El paso era tranquilo, el típicamente utilizado por cualquiera en la ciudad que saliera a dar un paseo por la tarde, de esa manera que salvo el momento bailarín de Jerarld no llamaría la atención para nada. Miré por un instante a mi alrededor y una media sonrisa se deslizó por mis labios al reconocer el lugar. Una idea comenzó a fraguarse en mi cabeza mirando de reojo al vampiro más joven. ¿Sería capaz de aguantar allí dentro?
—¿Te apetece cenar conmigo o ya lo has hecho?— pregunté mientras sin más comencé a adentrarme por uno de los callejones de París, uno de esos lugares que no eran precisamente considerados como los mejores de la ciudad al tiempo que alzaba la mano para subir la capucha de la capa en un gesto casual, en principio, que ocultaba a la perfección algo tan condenadamente visible y reconocible como mi melena rubia.
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Negué la cabeza sonriendo ante su comentario sobre la intoxicación.
-oh Nyph, confundes la demencia con la falta de vergüenza…comente divertido.
Odiaba ver a aquella gente siempre estirada, siempre siguiendo el protocolo como si el solo gesto de mostrar algo espontaneo estuviese mal.
Mi infancia había sido así. Una educación estricta para que yo fuese un hombre serio y me dedicase a la medicina como mi padre…y como mi abuelo….y como mi bisabuelo….y como todo el árbol genealógico de mi coherente y racional familia.
Lo bueno de todo es que mi tío como simplemente me ignoraba no había seguido presionándome con aquello de la medicina, después de todo a él que le importaba? Solo había tenido que casarse para tener una cuantiosa fortuna sin tener que mover un dedo…
Si todo hubiese seguido como estaba estipulado y mis padres hubiesen seguido vivos, yo nunca hubiese conocido a Démian, y muy seguramente habría hecho caso a mi familia, y habría sido medico.
Si…Medico, solterón, amargado y apagado…Con mil historias en la cabeza y sin poder escribirlas ni expresarlas de modo alguno…seguramente me habría dado a la bebida o quizás al suicidio, lo que se me hubiese cruzado antes por la cabeza.
Para bien o para mal a veces las cosas pasaban por una buena razón. Y si…definitivamente prefería ser un espontaneo escritor que bailaba con una pareja imaginaria ante la luz de la luna…Que un amargado medico de familia viejo y solteron.
Camine ya sereno y con calma al lado de mi elegante acompañante, escuchando su pregunta.
-No aun no he cenado. Estaría bien cenar juntos comente al principio interesado en la idea, pero después mi rostro cambio y me quede algo dudoso.
Nyph tendría algún gusto en particular? Habían muchos vampiros con ciertas “manías” al alimentarse, esperaba que ella no fuese de esos casos, fuese como fuese me disponía a descubrirlo.
-Muy bien…tienes alguna sugerencia? Pregunte mientras miraba aquellas calles vacías.
Me pareció ver una sonrisa en el rostro de Nyph, y aquello siempre era algo peligroso.
Si ella sonreía significaba que alguna cosa se le habría cruzado por la cabeza, y esas ideas solían ser a veces apocalípticas….yo lo sabía bien, y eso me intrigaba aun mas.
Contemple como ella se ponía su capucha y se dirigía por la calle como si ya tuviese un rumbo fijo. Yo le imite tapándome con mi capucha también, mientras caminaba detrás de ella intentando ver hacia donde le conducían sus pasos…
-oh Nyph, confundes la demencia con la falta de vergüenza…comente divertido.
Odiaba ver a aquella gente siempre estirada, siempre siguiendo el protocolo como si el solo gesto de mostrar algo espontaneo estuviese mal.
Mi infancia había sido así. Una educación estricta para que yo fuese un hombre serio y me dedicase a la medicina como mi padre…y como mi abuelo….y como mi bisabuelo….y como todo el árbol genealógico de mi coherente y racional familia.
Lo bueno de todo es que mi tío como simplemente me ignoraba no había seguido presionándome con aquello de la medicina, después de todo a él que le importaba? Solo había tenido que casarse para tener una cuantiosa fortuna sin tener que mover un dedo…
Si todo hubiese seguido como estaba estipulado y mis padres hubiesen seguido vivos, yo nunca hubiese conocido a Démian, y muy seguramente habría hecho caso a mi familia, y habría sido medico.
Si…Medico, solterón, amargado y apagado…Con mil historias en la cabeza y sin poder escribirlas ni expresarlas de modo alguno…seguramente me habría dado a la bebida o quizás al suicidio, lo que se me hubiese cruzado antes por la cabeza.
Para bien o para mal a veces las cosas pasaban por una buena razón. Y si…definitivamente prefería ser un espontaneo escritor que bailaba con una pareja imaginaria ante la luz de la luna…Que un amargado medico de familia viejo y solteron.
Camine ya sereno y con calma al lado de mi elegante acompañante, escuchando su pregunta.
-No aun no he cenado. Estaría bien cenar juntos comente al principio interesado en la idea, pero después mi rostro cambio y me quede algo dudoso.
Nyph tendría algún gusto en particular? Habían muchos vampiros con ciertas “manías” al alimentarse, esperaba que ella no fuese de esos casos, fuese como fuese me disponía a descubrirlo.
-Muy bien…tienes alguna sugerencia? Pregunte mientras miraba aquellas calles vacías.
Me pareció ver una sonrisa en el rostro de Nyph, y aquello siempre era algo peligroso.
Si ella sonreía significaba que alguna cosa se le habría cruzado por la cabeza, y esas ideas solían ser a veces apocalípticas….yo lo sabía bien, y eso me intrigaba aun mas.
Contemple como ella se ponía su capucha y se dirigía por la calle como si ya tuviese un rumbo fijo. Yo le imite tapándome con mi capucha también, mientras caminaba detrás de ella intentando ver hacia donde le conducían sus pasos…
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Sabía exactamente a dónde nos dirigíamos. Lo sabía con claridad meridiana. Asentí con suavidad ante sus palabras antes de perderme por entre los callejones de París. Aquel lugar lo había encontrado en una de mis anteriores visitas a la ciudad y sabía que se encontraba en el mismo lugar porque siempre que pasaba por allí me detenía alguna noche. Era un buen lugar para poder ponerte en contacto con algunas personas y saber lo que se cocía por la sociedad sobrenatural si uno tenía los oídos atentos. Aquella noche, en particular, Nypheria sentía curiosidad por quién estaría en su interior y hasta qué punto Jerarld se daría cuenta de lo que estaba ocurriendo, hasta qué punto podría seguir su ritmo.
Le miró de reojo, deteniendo sus pasos para hacer que el vampiro caminara a su lado antes de alzar el rostro para fijar apenas la mirada en sus rasgos. Lo bueno de ser lo que eran se traducía en que no necesitaban fuentes de luces especiales para poder verse con claridad. No había contestado a su última pregunta y sabía que tenía que hacerlo, a fin de cuentas él bien podría rechazar el lugar aunque…
— Es un lugar que conozco que está aquí al lado— contesté mientras le miraba con curiosidad. ¿Hasta qué punto conocería esos puntos de la ciudad? — Hace ya algún tiempo que no vengo, pero siempre hay sorpresas agradables en su interior.
La mejor de las explicaciones en aquel momento. Le dediqué una media sonrisa mientras comenzaba a andar de nuevo. Aquel lugar no se diferenciaría demasiado a cualquier otro del centro de París aunque yo sabía perfectamente qué puertas tocar para llegar hasta donde quería. Me deslicé bajando las escaleras que daban a un establecimiento al que seguramente Jerarld no se hubiera acercado antes: parecía un bar decadente de humanos, un lugar donde en el mismo momento en el que nos acercamos e incluso antes, pude oler el alcohol, el humo del tabaco y de sudor. Un lugar donde los trabajadores de París se acercaban al final de su jornada, una taberna sin más donde la cerveza y el vino viajaban de mano en mano como lo hacía el champáng en las grandes festividades.
— Bueno, ya hemos llegado… más o menos.
No me quité la capucha todavía, mientras miraba a Jerarld por un momento con curiosidad por ver qué se reflejaba en su rostro antes de moverme hacia un pasillo del fondo donde había un hombre que parecía un armario empotrado bloqueando el paso.
Le miró de reojo, deteniendo sus pasos para hacer que el vampiro caminara a su lado antes de alzar el rostro para fijar apenas la mirada en sus rasgos. Lo bueno de ser lo que eran se traducía en que no necesitaban fuentes de luces especiales para poder verse con claridad. No había contestado a su última pregunta y sabía que tenía que hacerlo, a fin de cuentas él bien podría rechazar el lugar aunque…
— Es un lugar que conozco que está aquí al lado— contesté mientras le miraba con curiosidad. ¿Hasta qué punto conocería esos puntos de la ciudad? — Hace ya algún tiempo que no vengo, pero siempre hay sorpresas agradables en su interior.
La mejor de las explicaciones en aquel momento. Le dediqué una media sonrisa mientras comenzaba a andar de nuevo. Aquel lugar no se diferenciaría demasiado a cualquier otro del centro de París aunque yo sabía perfectamente qué puertas tocar para llegar hasta donde quería. Me deslicé bajando las escaleras que daban a un establecimiento al que seguramente Jerarld no se hubiera acercado antes: parecía un bar decadente de humanos, un lugar donde en el mismo momento en el que nos acercamos e incluso antes, pude oler el alcohol, el humo del tabaco y de sudor. Un lugar donde los trabajadores de París se acercaban al final de su jornada, una taberna sin más donde la cerveza y el vino viajaban de mano en mano como lo hacía el champáng en las grandes festividades.
— Bueno, ya hemos llegado… más o menos.
No me quité la capucha todavía, mientras miraba a Jerarld por un momento con curiosidad por ver qué se reflejaba en su rostro antes de moverme hacia un pasillo del fondo donde había un hombre que parecía un armario empotrado bloqueando el paso.
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Re: Vampires Will Never Hurt You {Jerarld Délvheen}
Seguí los elegantes pasos de mi querida e inmortal amiga, bajando por aquella escalera que crujía a cada paso a causa de la madera vieja.
Aquel sitio no se veía muy… alentador a visitar. Observe el panorama, aquella habitación estrecha, oscura, sucia, llena de humanos ebrios que parecían aburridos de sus vidas… Me pareció un lugar bastante deprimente, muchos de aquellos hombres se parecían a los brutos con los que a veces trataba para conseguir piezas de colección.
Siempre había uno que conocía a otro que tenía un amigo que venía recién llegando de algún país lejano con objetos “nuevos”. Charlas cortas, siempre sin nombres, ni detalles y algún fajo de dinero era lo único que se intercambiaba en esas reuniones.
Pero esto era diferente. Este lugar parecía de alguna forma muerto.
Observe la barra y contemple un momento a un hombre que mas que servir parecía intentar no parpadear, sus ojos tenían una expresión como de constante asombro, mientras sujetaba aquella copa que limpiaba sin parar, sin mirarla si quiera, simplemente frotándola aunque ya estaba limpia, como si no existiese nada más que hacer que frotar aquel cristal. Movió lentamente la cabeza hacia nosotros sin decir nada, como si fuese otra parte del decorado.
Nosotros continuamos nuestro camino frente a aquellos sin tomarles atención, sintiendo como la madera crujía bajo nuestros pies, siendo el unico sonido que rompia el silencio que alli reinaba.
El ambiente cargado parecía no haber sido ventilado en siglos.
Mire a Nyph de reojo, su rostro implacable y sin cambiar ni un ápice denotaba cierto brillo de diversión en su mirada.
Aquel lugar pegaba tan poco con ella que me intrigo la idea de verle frecuentando un antro como aquel, sobre todo porque era más que seguro que tenia gente moviéndose y si necesitase algo de allí, podría mandarlo a buscar sin problemas.
Pero si estábamos paseando por entre aquellos humanos eso significaba que había algo lo suficientemente interesante para que ella se desplazara personalmente.
La elegante inmortal se dirigió hacia una puerta, aquel hombre que custodiaba era realmente enorme, casi tan grande como la misma puerta. Y su rostro denotaba asco, desconfianza y unas ganas enormes de dar golpes a los objetos. No había mucho más que eso en su mente.
Un ser bruto y vacio, cuya mirada pareció recobrar vida al ver a Nyph dirigirse hacia él. Aquel hombre pasó de tener cara de gorila a mostrar el más profundo pánico en su mirada.
No dijo nada, simplemente la miro abriendo muchísimo los ojos, aun cruzado de brazos, dio un pequeño paso hacia atrás y dejando caer sus pesadas manos abrió la puerta y trago saliva mientras retrocedía.
Nyph camino con calma por el oscuro pasillo y yo le seguí a un metro detrás de ella. Que le habría hecho a aquel pobre hombre? Fuese lo que fuese seguro que le había dolido bastante, porque de ser un gorila sin alma pasó a ser un gatito asustado.
Negué con la cabeza en silencio mientras nos adentrábamos en aquel largo pasillo, no había ni una sola luz iluminando aquel trecho, todo estaba oscuro. Pero tampoco lo necesitábamos, podíamos apreciar lo que había delante de nosotros sin problema alguno.
De pronto una nueva puerta apareció ante nosotros, una puerta que se abrió sola.
Nyph se adentro mientras su capa ondulaba detrás de ella, allí había algo de luz, aun así muy tenue.
Algo me hizo parar, me quede un momento ahí en aquel pasillo sin entrar.
Sus palabras rondaban por mi mente "…Sorpresas agradables…" me mordí los labios. Las sorpresas nunca me habían gustado, así que era mejor que descubriese cuando antes de que se trataba.
Yo queria mucho a Nyph, aunque nunca se lo hubiese dicho, pero algunos de sus gustos eran mas que totalmente opuestos a los mios.
Por este motivo la palabra “sorpresa” mas el nombre de “Nypheria” ademas de dejarme totalmente intrigado y curioso, me indicaban que alli podia encontrarme cualquier cosa, y no tenia porque ser algo presisamente agradable...
Aquel sitio no se veía muy… alentador a visitar. Observe el panorama, aquella habitación estrecha, oscura, sucia, llena de humanos ebrios que parecían aburridos de sus vidas… Me pareció un lugar bastante deprimente, muchos de aquellos hombres se parecían a los brutos con los que a veces trataba para conseguir piezas de colección.
Siempre había uno que conocía a otro que tenía un amigo que venía recién llegando de algún país lejano con objetos “nuevos”. Charlas cortas, siempre sin nombres, ni detalles y algún fajo de dinero era lo único que se intercambiaba en esas reuniones.
Pero esto era diferente. Este lugar parecía de alguna forma muerto.
Observe la barra y contemple un momento a un hombre que mas que servir parecía intentar no parpadear, sus ojos tenían una expresión como de constante asombro, mientras sujetaba aquella copa que limpiaba sin parar, sin mirarla si quiera, simplemente frotándola aunque ya estaba limpia, como si no existiese nada más que hacer que frotar aquel cristal. Movió lentamente la cabeza hacia nosotros sin decir nada, como si fuese otra parte del decorado.
Nosotros continuamos nuestro camino frente a aquellos sin tomarles atención, sintiendo como la madera crujía bajo nuestros pies, siendo el unico sonido que rompia el silencio que alli reinaba.
El ambiente cargado parecía no haber sido ventilado en siglos.
Mire a Nyph de reojo, su rostro implacable y sin cambiar ni un ápice denotaba cierto brillo de diversión en su mirada.
Aquel lugar pegaba tan poco con ella que me intrigo la idea de verle frecuentando un antro como aquel, sobre todo porque era más que seguro que tenia gente moviéndose y si necesitase algo de allí, podría mandarlo a buscar sin problemas.
Pero si estábamos paseando por entre aquellos humanos eso significaba que había algo lo suficientemente interesante para que ella se desplazara personalmente.
La elegante inmortal se dirigió hacia una puerta, aquel hombre que custodiaba era realmente enorme, casi tan grande como la misma puerta. Y su rostro denotaba asco, desconfianza y unas ganas enormes de dar golpes a los objetos. No había mucho más que eso en su mente.
Un ser bruto y vacio, cuya mirada pareció recobrar vida al ver a Nyph dirigirse hacia él. Aquel hombre pasó de tener cara de gorila a mostrar el más profundo pánico en su mirada.
No dijo nada, simplemente la miro abriendo muchísimo los ojos, aun cruzado de brazos, dio un pequeño paso hacia atrás y dejando caer sus pesadas manos abrió la puerta y trago saliva mientras retrocedía.
Nyph camino con calma por el oscuro pasillo y yo le seguí a un metro detrás de ella. Que le habría hecho a aquel pobre hombre? Fuese lo que fuese seguro que le había dolido bastante, porque de ser un gorila sin alma pasó a ser un gatito asustado.
Negué con la cabeza en silencio mientras nos adentrábamos en aquel largo pasillo, no había ni una sola luz iluminando aquel trecho, todo estaba oscuro. Pero tampoco lo necesitábamos, podíamos apreciar lo que había delante de nosotros sin problema alguno.
De pronto una nueva puerta apareció ante nosotros, una puerta que se abrió sola.
Nyph se adentro mientras su capa ondulaba detrás de ella, allí había algo de luz, aun así muy tenue.
Algo me hizo parar, me quede un momento ahí en aquel pasillo sin entrar.
Sus palabras rondaban por mi mente "…Sorpresas agradables…" me mordí los labios. Las sorpresas nunca me habían gustado, así que era mejor que descubriese cuando antes de que se trataba.
Yo queria mucho a Nyph, aunque nunca se lo hubiese dicho, pero algunos de sus gustos eran mas que totalmente opuestos a los mios.
Por este motivo la palabra “sorpresa” mas el nombre de “Nypheria” ademas de dejarme totalmente intrigado y curioso, me indicaban que alli podia encontrarme cualquier cosa, y no tenia porque ser algo presisamente agradable...
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