necesito una nueva fragancia [Viola de Lesseps]

Ningún día era igual a otro, cada día que pasaba en Paris me sorprendía más de la gente que venía a mi perfumería, hacía un poco más de un año que me había instalado en este lugar, buscando un nuevo horizonte una nueva vida para poder comenzar; y así había sido. No me arrepentía de absolutamente nada, había sido la mejor de mis decisiones, me sentía orgullosa que personas extranjeras viniera precisamente a mí a este lugar que era un verdadero mundo alterno, muchos me lo habían comentado y orgullosa de ello siempre trataba de mostrar mi mejor cara, mi mejor sonrisa y atender a todos por igual, ya sean gitanos, de clase baja o de la misma realeza todos éramos iguales, nunca había hecho distinción y sabía que nunca la haría.

No era ni muy temprano, ni muy tarde era una hora donde pocos compradores entraban y en esos momento aprovechaba de poner en exhibición el producto del mes, o de la semana, cada dos semanas buscaba un perfume de las estanterías y le hacía promoción así era el mercado nunca dejaba a ninguno de mis fragancias marginadas ya que todas habían sido creadas con mucho empeño y pasión. Limpie el mesón y coloque una pequeña caja de cristal donde estaban los pañuelos para probar las fragancias, eran de una seda unos de color rojo, otros negro y blanco, la mayoría de las veces obsequiaba los pañuelos ya que en ellos quedaban las fragancias impregnadas. Café no veía mi cuenco con granos de café así que me fui al laboratorio que tenía detrás de la perfumería, a buscar un cuenco lleno.

Las campanillas sonaron y mis ojos se iluminaron, un bueno cliente, Salí de mi laboratorio con una sonrisa en mis labios, vi al joven, nunca antes lo había visto pero me parecía familiar, nunca olvidaba ni una cara ni un apellido supuse que era un nuevo cliente y mi corazón se sintió agradecido que tuviera otra venta más ese día – Buenas Monsieur – mi voz salió con su típico acento inglés que era bastante notorio y diferente al francés que todos solían ocupar. – Se le ofrece algún perfume en especial – añadí, aquello era por rutina, ya que siempre me gustaba que el cliente eligiera, era una forma de saber que le gustaba o que le podría ofrecer, siempre había algo que buscaban tenían las ideas pero solo les faltaba una decisión. Deje el cuenco con granos de café a un lado de la caja de cristal y sin quitarle la vista de encima – Soy Viola de Lesseps – me presente, era otra estrategia, mi nombre no era común pero siempre las personas lograban aprendérselo rápidamente, de esa forma quizás podrían pasarse la voz de que la señorita De Lesseps tenía una perfumería.

El joven según su apariencia podía decir que tenía clase, aunque nunca me fiaba de las primeras impresiones, ya que siempre había algo tras de las personas, pero la costumbre me hacía intentar descifrar lo que necesitaba, o a que venía, quizás era un mensajero pero no tenía pinta de tal, o tal vez venia por algún encargo pero conocía a todos los sirvientes de mis clientes habituales y el no tenía ni la pinta ni la cara para ser uno, definitivamente era un extraño quizás venia por algo para su enamorada o para uso propio, aquello eran los misterios que me gustaba de ese lugar, cada pedido decía mucho de la persona.

A simple vista siempre se notaba el tipo de gente que entraba en la perfumería, pero aun cuando no me fijaba de las apariencias sus palabras me decían lo que si era aquel joven, de clase y con mucha educación. Normalmente, existían varios tipos de personas y específicamente los de la alta sociedad se dividían en dos, los que se creían superiores y los amables con buenos modales y aquel caía en la segunda categoría. Mi sonrisa en ningún momento se despegó de mi rostro me gustaba siempre mostrarme de la misma forma, ya que así solía dejar la impresión que deseaba. Le dedique unos segundos mientras se presentaba, su apellido se me hizo familiar, pero aun así aguarde silencio, quería escuchar primero lo que le traía a mis dependencias. Me sorprendió que me dijera que buscara algo especial, si todos buscaban algo así pero lo primero que decían quiero que tenga esto, pero también que se asemeje a esto, pero al final tiene que ser especial. – Cada perfume es especial, Monsieur – no quería que sonara a ofensa ni nada por el estilo pero este tipo de arte para mí era totalmente especial.

Anote en mi memoria cada palabra que dijo, que fuera femenino, dulce, cautivante y elegante – Comprendo, Monsieur de Beaumaris – hable mientras me movía por la perfumería en busca de los tres perfumes que cabían en esa descripción, en realidad tenia más de diez pero escogía los favoritos por las damas que solían visitar mi tienda, además siempre se podía encontrar algo nuevo si aquellos no fueran de su agrado. Me dirigí al mesón y tomando un pañuelo de seda rocié un poco del primer perfume, - Pruebe este, se llama “Un amoureux” – espere que se acercara y agite el pañuelo para que la fragancia se hiciera presente en el local el aroma era a Violetas, con aceite de lilas, y extracto de amaretto. A continuación le pase un frasquito con granos de café en su interior, para que el olor al fuerte café diluyera los rastros del perfume – También tengo esta esté “Il Imagine” – Procedí hacer lo mismo pero este perfume tenía un aroma intenso que se adhería a la piel por largo tiempo dejando una estela donde podías echar a volar tu imaginación, a mi parecer era el mejor perfume. Continúe esperando que hiciera el mismo ritual con los granos de café – Y por último esta esté “Intenso” , aunque de no gustarle puedo traerle más perfumes – El ultimo perfume como su nombre lo decía era intenso, marcaba la elegancia, con esencias de jazmín, aceite de coco y extracto de clavo, hacían del perfume una verdadera exquisitez.

Me quede en silencio esperando que los aromas lo envolvieran, que el mismo pudiera elegir sin yo interferir, porque de tener mis favoritos los tenia, pero me gustaba darle espacio al cliente para deleitarse por nuevos aromas, únicos, profundos y suaves. Al cabo de algunos minutos volví hablar – ¿Alguno satisface lo que anda buscando? – pregunte de manera suave mientras volvía a tapar cada perfume, esperando alguna respuesta por parte de aquel joven.

Habían pocas cosas que me gustaban de mis clientes, pero todos al final venían con esa idea en su cabeza, mi padre siempre decía “ tu puedes ofrecer todos los perfumes del lugar pero el cliente es el que da el victo bueno” y así era, mis gustos no eran iguales a los de todos, yo simplemente no podría quedarme con un solo aroma aunque si tenía mis preferidos siempre cambiaba según la situación el aroma que me acompañaría día a día, mi padre a eso lo llamaba capricho pero aun no existía un solo aroma o perfume con el cual me identificara del todo. Podría decir que el Il Imagine cumplía esa función pero no, aún faltaba algo para que ese aroma estuviera completo, pero tenía fe que algún día conseguiría lo que le hacía falta. Por ahora lo podía ofrecer en bruto y tal vez contar la historia de ese perfume, aquella era como mi propia leyenda, mi historia en como llegue a fabricar perfumes, una sonrisa se dibujó en mis labios ante el recuerdo de esos años que en un pasado bien lejano ya se encontraban.

Il Imagine, buena elección – una sonrisa de satisfacción se posó en mi rostro, aun no me explicaba por qué era tan vendido ese perfume, muchos me decían que tenía ese “no sé qué” que llamaba la atención, mas yo solo podía responder que – Ese perfume fue el primero que cree, hace ya varios años atrás – no podía quedarme callada, nunca lo hacía era uno de mis grandes defectos pero n me quedaría tan poco en completo silencio, no todo se trataba de vender, sino más bien hacer que el comprador se sintiera a gusto en el lugar, precisamente esa extraña armonía me gustaba crear un lazo más fuerte que un vendedor y su cliente, quería que mi perfumería creciera y de la única forma en que podría hacerlo sería haciendo las cosas de buena forma. Tome un frasco de perfume que había elegido el joven y lo introduje en una bolsa de tul color rojo intenso, le hice una flor con una cinta de ceda y lo deje sobre el mesón.

Es complicado cuando el que los vende no sabe de perfumes, pero cuando el que vende es el mismo que los fabrica ya es más fácil – Sonreí mientras mis palabras salían suavemente de mis labios – Pero en cuanto al negocio en sí, es muy caprichoso, los clientes son tan variados que a veces, realmente creo que no saben lo que están llevando – mire las estanterías que coloridas se veían con la cantidad de frascos, me gustaba y nunca dejaría de gustarme – No digo que tenga perfumes malos, pero si al cliente le gusta no hay vuelta atrás – levante mis hombros de manera inocente, me acerque a una estantería para tomar un frasco en forma de gota, esparcí un poco en un pañuelo de seda y se lo ofrecí al joven – Este perfume – explique – es uno de los que a pocos le gustan, tiene un aroma fuerte a pino, combinado con lima y aceite de lavanda… está hecho para Hombres… pero … - siempre había un pero en todo, aquello me hacía dudar pero era necesario terminar con la explicación – Pero solo a hombres de edad avanzada le gusta – termine con una sonrisa esperando no incomodarlo con tanto que hablaba – Dígame Monsieur, ¿Qué tipo de fragancia ocuparía usted? – era una pregunta clara para una respuesta que sería más difícil. Guarde el frasco de gota en la estantería correspondiente y me gire para quedar observando al joven de Beaumaris.

Habían cosas que no se podían cambiar y nunca intentaría hacer aquello la primera los gustos, si en los gustos había mucho escrito cada persona era única y como tal tenía un gusto diferente al resto, algunos eran similares pero nunca iguales. Como decía mi padre cuando te metes en los gustos de las personas es como introducirse en un laberinto del cual no puedes salir porque muchas veces no hay salida sino más bien una solución. Mire al joven cuando dijo aquello que el perfume no era de su agrado, era de esperarse pensé con una sonrisa cómplice en mis labios, si algo aprendía día a día era que cierto perfumes no eran del gusto de todos. Deje caer el pañuelo al interior de una caja de cristal donde habían varios perfumes, aquella estaba completamente sellada para que los aromas de los perfumes impregnado en los pañuelos no se filtrara al exterior, era una especia de basurero de pañuelos, había de varios tonos, pero predominaba el azul, negro y blanco.

Suspire cuando escuche sobre sus gustos y dándome vueltas sobre mi propio eje mire la estantería donde descansaban los perfumes para hombre – Menta, sándalo y canela – repetí de manera suave, estaba segura que había un perfume con esos concentrados, pero en ese momento no me acordaba de cual – Hay un perfume con esa mezcla - sonreí ampliamente y me acerque a las estanterías, posando mis dedos por varios frascos, recordando sus ingredientes, repitiendo en mi mente. Acordarse de la gran cantidad de perfumes que habían era difícil, pero me los sabía. Baje el dedo y quede mirando a él joven – Aquí no está – apreté mis labios y me dirigí al otro extremo de la perfumería donde había una repisa de vidrio que estaba cerrada, realmente pocas veces abría aquella porque ahí se encontraban los perfumes creados por mis antepasados. Con cuidado saque un frasco de forma de cubo en el interior había un perfume de color verde suave – Hope – dije de manera suave mientras me giraba hacia el joven de Beaumaris – Esperanza un perfume que contiene menta, sándalo y toques de canela – sonreí orgullosa de tener algo que precisamente a él le gustaba.

Extendí el perfume hacia el mientras buscaba un pañuelo – Todas las mezclas se pueden hacer, pero no siempre se obtiene un aroma deseado. Podemos tener la idealización de aroma pero… todo al final es un misterio cuando se conjugan aquellos componentes – Sonreí y extendí el pañuelo para que el hiciera o imitara mis pasos anteriores con el pañuelo y sacara conclusiones solo si aquel perfume era de su agrado o no.