Observaciones de un lugar...

Jack saco de su bolsillo el reloj que se había encontrado hace días en el teatro de Paris, solía hacer una inspección cuando terminaban las obras más concurridas, siempre lograba encontrarse algo de valor, aunque primero dejaba todo en una caja con el nombre “cosas perdidas”, él no era un ladrón pero si un mentiroso, los del teatro lo conocían porque solía ir a ver espectáculos gratis, usando su cargo policial para entrar. Esa noche después de la obra de teatro se había encontrado un reloj, algunas joyas que no llamaron su atención y un manuscrito de la obra que próximamente se pondría en escena. – Nueve de la noche – hablo en voz alta guardando el reloj en su bolsillo, mientras seguía con paso lento caminando por las calles Parisinas. Era conocedor de todo lo que ocurría cuando el sol se escondía en la lejanía. Las noches eran cuando él se sentía más seguro, podría decir que era un perfecto perro faldero y aunque así lo era el prefería que lo llamasen una persona leal. Avanzo varias cuadras en completo silencio, observando el lugar, era su noche de turno y como tal tenía que ser visto para que dijeran “Miren es Bourque” así llegarían los comentarios al comisario de que él estaba cumpliendo con sus rondas.

De una taberna salieron dos ebrios, parecían amigos por la forma en que uno cargaba al otro sonrió mirándolos – Caballeros, vayan con cuidado – advirtió, sabía que en ese estado y por la noche fácilmente podrían ser atacados por algún vampiro, se paró en la puerta de la taberna para mirar hacia dentro, tenia de alguna forma que a cerciorarse que todo estuviera en orden, luego de aquello siguió su rumbo, en completo silencio caminando de manera algo cómica pero era su forma de ser. En una esquina noto un par de personas que se adentraban en silencio por los callejones que cuando estabas dentro de ellos parecían unos verdaderos laberintos. Se detuvo para mirar hacia atrás, no quería que nadie le estuviese observando a esas horas cualquier humano era presa fácil, a continuación siguió su rumbo en silencio mirando nada más ni nada menos un cartel a la lejanía, sonrió para sí mismo y vio como de aquel lugar salían un par de damas, cortesanas, las siguió con la mirada, ambas iban muy bien acompañadas, de alguna forma se sintió bien, al ver que ellas habían conseguido algún cliente.

Cuando estuvo más cerca del burdel se detuvo, nuevamente miro en todas direcciones, no quería que llegaran comentarios erróneos para su superior sin sentir la mirada de nadie entro al lugar lentamente. En el interior pudo observar el lugar, las damas acompañadas, los caballeros felices y la barra desocupada, hizo un ademan de saludo y camino entre los presentes hasta la barra – Buenas noches, Whisky por favor – no solía ser un hombre educado en lugares como ese, pero siempre había una primera vez. Espero que le sirvieran y se dio la vuelta para apreciar el lugar, sabía que no era precisamente el tipo atractivo para las damas aunque a veces le importaba esa noche quería ser algo diferente, sabia mentir y siempre acostumbraba hacerlo, ya sea para sacar información o por simple diversión. Tomo el vaso y camino por el lugar en busca de un sitio cómodo, donde esperar, algo de acción sería bueno pero una buena charla también.

Ya en un lugar fijo dio el primer sorbo de aquel brebaje acaramelado, lo mantuvo en su boca unos segundo haciendo que sus papilas gustativas se llenaran de aquello, luego lo trago sintiendo como le quemaba la garganta, siempre el primer sorbo causaba aquellos estragos en él, aun así le encantaba, de alguna forma le liberaba de sus ataduras aunque no las tuviera, mostrarse serio no era lo suyo. Volvió a dar otro sorbo de aquel whisky, dejo el vaso en la pequeña mesa y con una sonrisa divertida busco a alguien para pasar la velada.

Jack relajo su cuerpo por completo mientras el alcohol comenzaba a fluir por su cuerpo, no era de tomar hasta quedar inconsciente, más bien bebía para liberar ciertas tenciones que aunque nadie le creyera el las tenía, observo el lugar, lo conocía sabia más historias que el mismo historiador de aquel lugar, fue su segundo hogar cuando la vida le mostraba su parte oscura, pero ahora los tiempos andaban bien, satisfecho con ello podría decir que en ese sitio lo respetaban. Levanto una mano saludando a unas cortesanas, que conocía de tiempo atrás, a otra que había ayudado con un hombre que la quería violar y mientras sus ojos observaban el lugar con determinación se quedó mirando a la única mujer de aquel lugar que para el valía más que cualquier oro, cualquier estafa, la quedo mirando de pies a cabeza, la sensualidad que emanaba ella era vislumbraste, el sabía que muchos hombres la deseaban, que muchos la querían para una noche, pero el, si el sentía algo más por ella. Cosa que nunca se lo diría por que más que un cliente el primero era amigo de aquella rubia de labios prominentes. Una sonrisa se asomó a su rostro, pero no la típica o no una fingida verdaderamente estaba feliz de verla, así sola.

Brigitte, hablo para sí mismo, no le quito la vista de encima, esperaba no incomodarla, quizás ella tendría que trabajar, alguien tal vez la estaría esperando o quien sabe; tomo el vaso que estaba a medio llenar y termino por beber lo que quedaba en él, en ese momento el joven policía sentía lo mismo que hace algún tiempo cuando la vio por primera vez, aquel nerviosismo subir por su cuerpo, que le hacía decir alguna estupidez junta. Dejo pasar escasos segundo y levanto su cuerpo, con una amplia sonrisa y sus ojos bien expresivos le hizo una seña a la musa de su corazón, así le había puesto el, mas nadie lo sabía. Acaparo su atención cuando ambos se quedaron mirando le hizo una seña para que ella se acercara, no quería perder el lugar que había tomado como propiedad suya. La espero de pie, hasta que Brigitte estuviera junto a él le tomo la mano para depositar un pequeño beso sobre el dorso de la misma. – Buenas noches, Brigitte – su tono de voz sonó tranquilo a pesar de que los nervios lo invadían, intento mantener cierta calma ante la situación – ¿Te gustaría pasar un tiempo conmigo? – añadió mientras la dejaba tomar asiento.

Cuando estuvieron cerca, no pudo dejar de apreciar que se había arreglado más de otras veces y para no incomodarla pregunto - ¿Esperas a alguien? – estaba la posibilidad, siempre estaba. Él no era como los demás, tenía dinero si y gastarlo para y por ella era un lujo que siempre que podía se lo daba. Aguardo silencio mientras sus ojos de forma divertida miraban aquellas largas piernas que imponían y daban paso a su escultural cuerpo, ella era la Diosa de las cortesanas, o al menos eso creía Bourque. Pidió otro vaso de Whisky uno mas no haría daño a su interior, por lo contrario le serviría para dejar la tensión de aquel momento, las respuestas por parte de la bella dama podían ser si, o tal vez no. Él no la haría prisionera de su amor, ella merecía algo más, quizás un adinerado que pudiera sacarla de ese lugar, darle una mejor vida y complacerla, porque para eso eran las mujeres para darles en todo el gusto. En momentos como ese eran cuando sus dotes de actor salían a flote y como si de una comedia comenzó hacer morisquetas con su rostro esperando ver aquella sonrisa que se escondía detrás de aquellos labios rojos.

A medida que Brigitte se acomodaba Jack sentía de cierta manera un aire triunfador tras su espalda, para el aquella mujer era un verdadero diamante que al aceptar su presencia había dejado a más de uno de los hombres del lugar con la boca abierta, tras ver la sonrisa de ella se tranquilizó por completo, si algo conocía en las personas era cuando le mentían y aquel simple gesto había sido netamente verdadero, el joven policía cuando estaba frente aquella dama perdía todo el sentido del tiempo y el espacio, era por ella que venía aunque nunca se lo diría ya que, aquella amistad que tenían era lo que más valoraba el, a pesar de ser un inexperto en romance era un educado cuando tenía que serlo, el romance se los dejaba a los amates de Verona el prefería brindar, reírse, bailar o dar cualquier tipo de espectáculo. Pero si alguna vez llegaba el amor, quizás ahí cambiaria, pero por el momento ella era su centro de atención – Te ves esplendida – dijo alagando a su bella compañera, no quería incomodarla así que sería… No Jack no podía ser de ninguna otra forma – En realidad tengo que decir… que estas para amarte por siempre – termino aquella frase con una sonrisa amplia, él era así, espontaneo decía las cosas como se le venían a la cabeza, rara vez pensaba antes de hablar y esperaba que ella no lo tomara a mal. – Bebe con confianza pero no en exceso que después los buitres te andarán rondando – movió la cara y las manos haciendo como un buitre frente de ella.

No alcanzo a meditar lo que aquella mujer de labios carnosos decía cuando de la nada respondió – Me escape de mi trabajo para venir a pasarlo bien – levanto los hombros y se relajó por completo en el lugar donde se encontraba, a medida que hablaba su rostro cambiaba, moviendo las cejas haciendo alguna mímica que se le ocurriera, quería verla sonreír, verla alegra, ver aquella luz que tan solo ella emanaba. – ¿Y que me cuentas tú, mi bella dama? ¿Es una de esas noches sin clientes? – movió las cejas a la par, tomo de lo algo de whisky y sonrió sacándole la lengua como si fuera un niño pequeño. Sus manos se fueron a los bolsillos de su abrigo mientras buscaba de bolsillo en bolsillo, sin quietarle la vista a la cortesana que a medida que pasaban los segundos a los ojos de Jack se veía más hermosa, cuando al fin encontró sus cigarrillos los saco – ¿se te apetece, tirar humo por aquellos labios? O ¿prefieres algún brebaje enigmático para rellenar tu estomago? – movió su cabeza hacia ella y mientras hacia las preguntas abría un poco más los ojos.

Tomo un cigarrillo y lo prendió el humo se hizo presente en el lugar, pero era uno de los tantos que sofocaban el ambiente dando más calor al burdel. Alzo la mano y llamo al cantinero mientras – Ya se… ¿Qué te parece celebrar que hoy estamos libres? – le dijo animado esperando que la respuesta de ella fuera un sí, poco importaba que él se hubiera escapado o no, a nadie en aquel lugar le importaba y si estuviera mintiendo o diciendo la verdad tampoco, pero realmente era cierto. En ese momento debería estar por las calles haciendo su rutinaria ronda nocturna, pero en cambio había preferido venir al lugar más cómodo de la ciudad el famoso burdel. Que tenía a las mujeres más bellas, de todo Europa, tenía a las jovencitas mejor dotadas y otras que no tanto, aquel burdel era la misma casa del pecado ya que el que entraba virgen salía sin alma, aquel pensamiento hizo que Jack se pusiera a reír para sí mismo. Ya había hablado mucho, no quería parecer un desesperado por tenerla así que cerró la boca y se dedicó a humear, pero como no podía estar del todo tranquilo comenzó hacer anillos con el humo moviendo la boca muy divertidamente, esperando que la cortesana viera su espectáculo.