Extrañas desapariciones [Jack Bourque]

De nuevo al anochecer el famoso teatro de París abría sus puertas al tan vendido y anunciado espectaculo que ofrecía la compañía "Aromas de Oriente", la cual estaba haciendo su gira por todos los teatros más famosos de toda europa. En muchos lugares se estimaba espectáculos de aquel calibre, a causa de su exotismo que atraía al publico occidental, pero era demasiado extraño verlos fuera de los ambientes típicos de cualquier burdel o cabaret.
Aquella noche era demasiado excepcional a causa de su curiosos invitados, parecía como si de sus grandes mansiones y palacios hubiese salido la más alta clase de toda París, demasiadas caras conocidos y entre ellas, invitados menos conocidos pero igualmente llamativos. Parte de la policia parisina había sido enviada para mezclarse como unos más entre tanto invitado de alta alcurinia. La razón, desde que había llegado aquel espectáculo había habido extraños asesinatos y desaparecidos en aquella la parte más rica de aquella sociedad, siempre coincidían con el día del espectáculo, por ello el tenerlos reunidos en aquel lugar daba lugar a muchos sospechosos y tal vez a pistas.

Como siempre el espectáculo había surgido de entre las sombras de aquel escenario con sus ilusitorias luces de colores mezcladas con extrañas sombras que creaban formas inimaginables, con su música en directo que era capaz de transportar a cualquier a tierras lejanas de oriente, su aroma envolvente a causa de los inciensos y demás flores, y sobre todo sus bailarinas llenas de alajas doradas decorando las escasas ropas que llevaban ya que la desnudez quedaba casi al descubierto de una manera sutil y encantadora. No había movimientos que no fuesen capaz de crear sus cuerpos ondulantes y provocadores en su forma de danzar con aquella piel descubierta, sus cabellos largos y sueltos que rasgaban el aire hechizados por la misma música. De entra se podía ver con claridad quien era la estrella del acto, su piel teñida por el dorado mezclada por la tez tibia y morena, sus ropas la delataban y sus imposibles movimientos no lo parecía tanto a causa de su suavidad y fluidez; de todas aquellas no solo destacaba por aquellos rasgos, sino porque se podía observar a la legua que aquella chica no pertenecía a occidente ni por asomo, muchas de las bailarinas de piel pálida y rostros ovaldos eran nativas incluso del mismo París elegidas por aquella misteriosa bailarina, de cabellos rojizos e incluso dorados, aunque al parecer la mayoría terminaba tiñiendo su cabello del oscuro para hacerse pasar por alguna que otra belleza del desierto, a pesar de que no le funcionaba.

Aquella chica de rasgos exoticos era su bailarina principal claramente, se decía que la había traído el lord inglés de las colonias Indias, que había caído en sus en su misterioso hechizo y que estaba tan encaprichado con ella que la había colmado de todos los lujos que su bolsillo alcanzaba además de crear aquella compañía para ella y usar su influencia para poner su espectáculo como cartel de muchos famosos teatros. Era tal su obsesión por ella que había apartado a su esposa a su lado recluyendola en su hogar, y presentandola ante una exquisita sociedad que al parecer había caído rendida en el mismo hechizo que parecía desprender.

El espectáculo por fin tras alzar su culmen dió su fin y con ello paso a la pequeña fiesta celebrada en el mismo teatro para sus invitados de lujos. Las caras desconodidas se movía entre aquellos que relajados y satisfechos por lo que había podido presenciar, intentando buscar respuesta a preguntas vinculadas con los extraños crímenes.
Lakme como se hacía llamar ante su público, como bailarina principal estaba bien rodeada de sus seguidores tras cambiar sus extravagantes ropas por algo más recatado, aunque recatado para aquella época y sociedad no era la palabra correcta, ya que a pesar de llevar sus cabellos bien recogidos en un complicado peinado a la moda parisina y estar engalanada por caras joyas, su vestido continuaba siendo algo descarado para una clase social como aquella, ajustado en un corsé, más tipico de cortesanas que de mujeres de su posición, elevando sus pechos y dejando al descubierto sus brazos y hombros. A pesar de llevar aquel aspecto todos se lo permitían, alguna que otra crítica por las mujeres más puritanas pero al parecer ninguno de aquellos caballeros que la solicitaba no exponían ni una queja.

Conversaciones entremezcladas en aquella sala donde se celebraba otro éxito más, creando un bullicio fundido con la música suave creado por una pequeña orquesta dispuesta para el entretenimiento de aquellos invitados.

Parecía ser solicitada por muchos, Lakme reía de vez en cuando ante algun que otro comentario de los muchos de caballeros que la rodeaban. Aquello era entretenido pero demasiado superficial para ella que debía de ejercer su papel de humanidad para continuar con su pequeño disfrute de luciemiento entre los vivos, ya que era lo que más ansiaba, sentirse como antes, como la mortal que fue en el pasado pero... Parecía que aquella fórmula no conseguía del todo su proposito. Al menos tenía una vida acomodada y sin muchas complicaciones, su única preocupación sería mantenerse con vida bebiendo de una sangre que apenas la saciaba, y continuar con la búsqueda que siempre le había perseguido en tantos milenios.

"Lakme..." Le había parecido ser llamada por su pseudónimo entre tanto bullicio, por un momento sus rostro se volvió completamente serio perdiendo la atención de todos aquellos que la hablaban, y sus ojos verdes se dirigieron directo a quien le había llamado. No tardo ni unos pocos segundos en que su mente alcanzará la de aquel humano que había pronunciado su nombre, superficialmente busco en él toda la información que deseaba, ni un parpadeo hubo en aquella directa mirada que perforaba tanto que hacía que el tiempo pareciese ralentizarte y ensordecer a cualquier sonido, en una dolorosa punzada.

De nuevo aquella suave risa en su voz hermosa tras un comentario cercano, ella miraba de nuevo a otro de los asistentes tras lo cual, tardo poco en disculparse para ir en busca de aquel quien la llamaba.

-Ese es mi nombre. -De entre la gente se situó junto a él, con una encantadora sonrisa alegre y encantadora, una sonrisa que era cálidez en superficie pero en cada uno de sus gesto podía notarse la gran frialdad que residía en su interior. -Si no me equivoco ¿Es policía? -Un vistazo a su alrededor como buscando y de nuevo se dirigió a él. -Y por lo que veo, el único que queda en la sala, al menos que mi vista alcance.

Sus ojos verdes y brillantes le miraron con simpatía, su mente intentaba leer cada uno de los pensamientos de aquel hombre para obtener más información de la que ya disponía, pudo ver algunos detalles referentes con los de su especie pero ella tenía tanta seguridad en su máscara humana, en aquel reflejo que era capaz de confundir los sentidos de todos, tanta tenía que incluso sabía ella que conseguía engañar a aquellos de su misma especie que estaban allí mismo mezclados entre la más alta sociedad; venían e iban a sus espectáculos una y otra vez, y la tomaban como una simple humana con un bonito don para la danza.

-Me advirtieron de la presencia de policias, y también de que me aboradarían con sutiles preguntas. ¿Qué es lo que busca exactamente monsieur..?