Evergreen [Alan]

por **Asagi Dunkelheit** Vie Sep 02, 2011 8:34 pm

El cielo se nubla a lo lejos, mientras da paso al manto azabache que envuelve las calles parisinas, parece que el preludio de una lluvia de atardecer se refleja en las calles empedradas de esa ciudad, la gente se pasea con el aroma de hojas y humedad que lleva la tierra y el viento al olfato de cualquiera.

La luna hoy no refleja su esplendoroso brillo, pero las calles son alumbradas artificialmente. Se bambolean presuntuosamente personas de la alta sociedad, engalanando las calles, con joyas carísimas, finas telas, perfumes que llegan a hastiar, pero eso no descarta que hay diversidad alrededor, los gitanos que por sus ropas se identifican, los de clase baja que piden una moneda en las esquinas, hay de todo al paso. El olor de los brujos, de los licántropos, de algunos vampiros y de los cambia formas, de todo.

He salido esta noche solo a caminar de nuevo con este don oscuro, buscando algún motivo que me lleve a disfrutar cada eterno y miserable segundo de ‘esta muerte en vida’, aunque parezca un burgués, por dentro la bestia de sangre, pide un poco de diversión, por dentro las venas me queman, quisiera pasar de este aburrimiento a algo verdaderamente divertido, a un tira y afloja con cualquier criatura.

Pero al parecer todos están ocupados en su propio universo, en vueltos en su propio mundo. Que no hay necesidad de despertar emociones. Me paseo entre la gente, con un aire gélido, no prestando atención a mi alrededor, un pequeño minino llama mi atención, cruza la calle por entre la gente, y me quedo anonadado viéndole, camino hacia él, pero en mis pasos torpemente me tropiezo con una joven.

por **Alan** Sáb Sep 03, 2011 1:17 am

Puedes ver a lo lejos eso que llaman vida, un pueblo caminando en un rumbo sin Destino, sin saber realmente donde estaban incluso parados, ¿qué existe detrás de esa faceta de humano normal?, no siempre es lo que crees… claro que no. No mires, observa. Una sonrisa se curvo en aquellos carmesí labios, mientras una de las empleadas caminaba a su lado, el vestido se arrastraba, la tierra húmeda se pegaba a los bordes del vestido, entretanto algunas suspiros se escaparon desde sus pulmones, la mirada se perdía entre la multitud. Puedes ver, que aquel ser que deseabas no estaba allí… y no volvería aparecer, a ese que una vez llamaste padre, para darle el placer de oírlo, pero jamás lo sentiste de verdad, porque… se volvió amor carnal.

Tocio por lo bajo, hace pocos días se había recuperado de un resfriado, decaída y unas cuantas ojeras, ¿por qué?, por dolor, no uno exactamente físico, pero que acaba con parte de aquella débil y cálida alma. Extrañaba a Fenrir, más no volvió a verle, aunque aquello le doliera, estaba rota… como una muñeca de porcelana, había aprendido a tener el orgullo alto y ni siquiera el hombre que una vez amo, lo doblegaría. Alzó la mano para hacerle unas señas a su empleada, quien parecía estar comprando algunas cosas… muchas preguntas, tenían respuestas tan obvias, ¿por qué existía tanto movimiento en las noche?, cuando un humano normal estaría durmiendo tranquilamente en su cama, rezando a Dios, por amanecer un día más, por dar gracias a ello, en cambio de eso… allí estaban. El gentío muchas veces era incomodo, aunque hoy Alanié se sentía un poco mejor, no lo era del todo, sus ojos mostraban moradas ojeras, cansados y rojos, más pálida de lo común.

No había tanta alegría, pero las apariencias era lo que la cubría de las tantas preguntas, tenía que aprender a ocultar el dolor de una pérdida. Retrocedió unos cuantos pasos, había perdido de vista a su acompañante. Y de pronto choco con alguien, bajo la mirada, haciendo una ademan de disculpa, así mismo dejo salir palabras de un “perdón”, para dirigir su vista a otro lugar. La brisa de la noche, recorrió los árboles, tanto como a la muchedumbre, hasta llegar aquel que se encontraba tan solo a unos pasos de ella, dirigió lentamente su mirada. Ahora, no solo miraba, observa, aquel ser que se disponía a observar era un Vampiro, con rasgos asiáticos, trago saliva con dificultad, aun traía el resfriado, uno del cual no se había recuperado con totalidad. “¿Por qué lo observas tanto?, no lo sé…”, a veces los recuerdos, no solo engañan… si no que te matan con el tiempo.

por **Asagi Dunkelheit** Vie Sep 09, 2011 9:19 pm

Fue como una gota tintineante que llamo mi atención, cuando el viento resoplo más de la cuenta, cuando el momento se volvió como un disturbio en medio de toda la gente, como si un destello por mínimo y veloz que fuera, estuviera varado frente de mí, me atrevo a decir que me encontré con los ojos más hermosos, con los más bellos, con esa expresión perdida que me decía tanto, con ese tinte triste que destellaba desde el fondo y mar de sus recuerdos.

Me observo tanto como yo le observe, las luces empezaron a iluminar su rostro, era como si de pronto nos hubieran dejado solos, como si el mundo existiera para nosotros y nosotros para el mundo. Congele en momento ya guardado en mis recuerdos, pero un tintineante sonido me hizo salir de ello, el barullo de la gente, el que nos quedáramos inmóviles ante la movilidad de los demás.

Si fuera humano podría jurar que me hubiera sonrojado de lo torpe que había sido, pero esos deseos estaba demasiado lejos, mi rostro inexpresivo que solo se movía cuando era necesario, volvió a su rectitud, levante mejor la mirada, retomando mi postura antes de ser atropellado con su presencia, observe sus gestos, apenas ayudándome articular palabra alguna.

¿Qué escondía tan enigmática mujer detrás de esos destellos?, me entro una curiosidad por conocerle, por acercarme un poco más, sin saber en qué me estaba metiendo, pero eso no importaba ¿Cierto?, así que me aventure. – Discúlpeme Madame, mi torpeza ha sido grande – ‘Pero me siento afortunado de haberme tropezado con usted’ ese pensamiento me recorrió en todo el ser. Sin embargo era demasiado atrevido para dejarlo salir, así como así.

Aunque no me sentía incómodo, algo me llamaba la atención por la forma que se concentraba en mis rasgos, ella tampoco era un ser ‘normal’ entre todos los que ya había conocido, el olor de su sangre no era ‘humano, humano’, sabía que era, como quizá ella sabía quién era yo o al menos de que calaña.

El frío empezó a azotar con más ventiscas, lo observe en mis cabellos que se mecían con el fuerte aire y entonces sin pensarlo, me quite el abrigo y se lo puse sobre los hombros – Puede llevárselo, al parecer lo necesita más que yo – Sonreí casi neuralmente. Y estaba dispuesto a marcharme cuando hice una reverencia, aunque no quería pero su mirada, era como ‘aquellas’… ¿Sentiría odio o una mala experiencia con los ‘míos’?... Eso era lo más desafortunado.

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