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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Lun Jun 21, 2010 5:05 pm

Hipotéticamente una mujer que gozaba del nivel social en el que yo me hallaba no debía de andar divagando por lugares como aquel en el que había llegado, según muchos se consideraría a un burdel como un pozo de perdición donde se hallaban las mas ocultas bajezas y debilidades escondidas de los seres humanos, donde un hombre dejaba de ser un caballero para convertirse en un fiel seguidor de las curvas femeninas y de las bebidas y donde las mujeres perdían parte de su elegancia para dejar salir a la luz su más profundo ser, eso decían las personas de mente cerrada, pero dejando a un lado ese aburrido resumen vallamos a mi punto de vista, si, la manera de ver las cosas desde la visión de una duquesa, un figura política y elegante, de extrema belleza y educación...o eso pensaban muchos. Para mi verdadera persona ir a un lugar como aquel era la salida a la monotonía vivida por un día, al hecho de solo recorrer un amplio castillo, a matar y torturar seres inútiles e ineficientes como forma de diversión o simple sadismo, a un momento de armonía musical después de gritos que penetraban mi cabeza como una innecesaria jaqueca, lecturas de libros históricos cuyo conocimiento ya me sabía de memoria...ese, en resumen, había sido mi día.

Por la misma razón decidí ir a uno de mis lugares favoritos, quiera o no, y sin embargo no lo menos preciaba, un burdel era como una especie de salida metódica y emocionante para mí, admirar un ambiente diferente, hombres llenos de ansias y mujeres sin pudor era como una especie de un mínimo afrodisiaco que penetraba mi garganta ante una simple visión y aquello no me molestaba en lo absoluto, todo se trataba de ver el otro lado de la moneda como siempre hacia y dejar salir ese lado salvaje y seductor que tanto me hacía sentir plena y divina. Esa noche me asegure de que las personas que me rodeaban ni siquiera tuvieran la oportunidad de verme, una simple mentira formulada de mis labios era capaz de actuar de forma rápida y afectiva como un veneno de los más antiguos, sin embargo sabia que una de mis compañeras conocía mis más oscuros secretos y pasiones y era por esa misma razón que no se opondría en mi cometido y que conocía a la perfección mi recorrido a seguir, estaba al tanto de cada parte de mi, ambas pues debo admitir que también conocía a Sabrina como la palma de mi mano. Al encontrarme sola cambie de forma radical mi aspecto, no aquel discreto y paciente que mantenía en la corte como una perfecta y fingida inocencia y educación, esta vez no me preocupe al ser yo misma, un vestido rojo como la noche fue el encargado de realzar cada uno de mis femeninos rasgos, escotes en los lugares adecuados demostraban mi pálida piel y la suculencia que representaba mi anatomía para muchos, mis cabellos sueltos en bien formados bucles caían por mis hombros y parte de mi espala perdiéndose como una cascada en mis hombros y en el tortuoso recorrido que simbolizaba el camino entre mis pechos, un maquillaje simple y delicado a la vez resalto cada uno de mis rasgos faciales y todo finalizo con el tacto de un labial carmesí que se posaba conforme a mi suave recorrido por mis carnosos labios...estaba lista.

Un carruaje elegante y pintoresco fue el responsable de llevarme hasta el lugar donde se le fue indicado, que ciertamente no era mi destino, solo el teatro en donde supuestamente vería una de mis presentaciones teatrales favoritas, no es necesario decir que al retirarse aquel medio de transporte yo misma me encargue de llegar al burdel por mis propios medios, los cuales fueron beneficiosos por la rapidez y no afectaron en ningún momento mi apariencia, al estar en la puerta solo tome un respiro del aire frio que se adueño de mis pulmones sin hacerme sentir ningún cambio aparente solo una sensación de cosquilleo que inmediatamente se retiro como un niño que huye por la aparición de un posible monstro, solo que esta vez nadie sabía quién representaba a esa creatura, lastimosamente, para ellos, yo sí y muy bien. Una de mis mejores sonrisas se curvo en mis labios, seductora y orgullosa como solo yo podía ser, sin mas preámbulos me aventure en el local haciendo menos ruidoso el toque de mis zapatos contra el suelo, enseguida mi nariz se nublo con todos los efluvios sentidos a penas mi presencia se dio a asentir, era como un cálido y adictivo aroma, era como el agua para un pobre individuo que ha pasado días en el desierto, era como...vida en un segundo.

¨¨Calma, aun hay tiempo¨ Fue lo que formulo mi mente ante mi repentina ansiedad que me impulsaba como una depredadora ante las pobres creaturas que allí se encontraban, una sonrisa maliciosa se cruzo por mi rostro y fue donde supe que aun me quedaba mucho tiempo para calmar mi sed, de forma lenta y de la manera en que tanto me gustaba, cruel y sin piedad de por medio, ver ojos de terror que me miran como si aun tuvieran tiempo para creer en la fe del Dios, una carcajada musical formulo mi voz, algo que nadie escucho acepto mi afinado sentido del oír, cerré la fría puerta tras de mí y camine con un paso elegante y decidido, robando las miradas de muchos, tanto hombres como mujeres, sabía que eso pasaba comúnmente y en realidad no me molestaba para nada, al contrario, eran como halagos infinitos que me hacía sentir magnifica y superior a todos los que me rodeaban, aunque...no necesitaba saberlo para estar clara de ello. Posteriormente tome asiento en una de las sillas acomodadas lejos de toda la muchedumbre, pero no lo suficiente oculta para pasar desapercibida, debía admitir que a pesar de todo ese lugar mantenía cierta elegancia barata, no era un local lleno de objetos inservibles y un ambiente inservible, era simplemente una estancia común lejos de la vida política y social que me llevaba, un lugar de pensamientos profundos que descifraban mi verdadero ser y el mar oscuro que representaba mi mente.

Una chica se agradable figura se acerco hacia mí, debía admitir que para ser una simple humana portaba consigo varios encantos que comúnmente no había visto, o si lo había hecho no lo recordaba, la ropa de satén, desgastada y ajustada hacia ver su piel y de esa forma, solo visible para mi, el recorrido de la sangre por sus venas que, ciertamente era lo que en ese momento reclamaba mi atención, mis instintos quería solo persuadirla y usar mis encantos para beber de su sangre y calmar un poco las ansias que reclamaba mi garganta pero no sería tan descortés, o eso pensé de forma sarcástica -No...gracias. Negué lentamente e incline la cabeza con cuidado en señal de que podía retirarse, mis bucles cayeron por mis hombros imposibilitando la escotada visión, posterior a ello mis ojos solo se dedicaron a recorrer el lugar mientras imaginaba cuanta diversión me esperaba esa noche y solo eso buscaba a ciencia cierta: diversión y...quizás un mínimo dolor, una risilla irónica fue lo último que profirió mi voz.
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Mensaje por Tarik Pattakie Lun Jun 21, 2010 6:26 pm

Me levanté de mi escritorio después de pasar la última hora perdido en el amanecer que se mostraba en cada perfecta pincelada que las manos de mi amada habían plasmado sobre el lienzo que yo mismo le había regalado. Era tan real que podía sentir los rayos del sol acariciar mi piel del modo en que ella había hecho la última noche en que habíamos estado juntos. Estaba hastiado de esta vida que me habían obligado a vivir sin su compañía. ¿Por qué no la había transformado? Tiré cada objeto sobre el escritorio, la tinta y los documentos que había estado redactando y firmando, terminaron en el suelo. La única vela que proporcionaba luz a mi frío y solitario despacho rodó tirando la cera por doquier hasta que la cortina empezó a arder. Cada objeto pareció cobrar vida propia con las llamas que crecían y crecían, mientras observaba como un maniático, las gigantescas sombras que cada objeto en la habitación mostraba sobre las paredes. – Sr. Ralph. Lucas irrumpió en la habitación para ser testigo de tan alucinante demostración. Me dejé caer de nuevo sobre el cómodo sofá, ignorando al mayordomo y el calor sofocante de la habitación, mi mirada estaba fija sobre el cuadro de mi amada que estaba lejos de perecer por el fuego. Sabía que no encontraría las fuerzas suficientes para que se quemara, jamás lo hacía, no podía destruir tan hermoso recuerdo, tan perfecta obra de arte… Era tener un pedazo de ella y entonces, las imágenes volvieron… Podía recordar el sabor de su sangre, la sensación de su cuerpo sobre el mío, la forma en que le había tomado contra su voluntad. – Sr. Ralph. Su carruaje está esperando. Gruñí odiando su interrupción. - No me gusta que mis sirvientes me tengan miedo. Lucas dio un paso hacia atrás cuando en un parpadeo me encontraba frente a él. Trataba de esconder su miedo pero eso era imposible cuando podía olerlo incluso a metros de distancia acompañado por los fuertes latidos de su corazón. Sonreí con arrogancia, caminando con pasos decididos hasta las puertas de mi despacho. - Tienes suerte que me divierta tu compañía. Sin volver la mirada hacia donde se había quedado paralizado, agregué con malicia. - Sabes lo que te pasará si el cuadro es dañado. Espero encontrar todo en orden a mi regreso. Lucas era mi único y leal sirviente, por tal motivo, era consciente de que realizaría lo que le pedía con extrema precaución y precisión. Realmente odiaría tener que alimentarme de él.

Me subí al carruaje con rapidez. La mansión se encontraba a oscuras y aislada de la sociedad parisina. Era un camino largo por recorrer hasta el Burdel, así que esperaba divertirme y traer conmigo a una atractiva compañía para calentar mi cama. Estos viajes me disgustaban, pero hoy tenía la sensación que sería divertido buscar a una mujer que cumpliera con los requisitos para saciar mis instintos. Era bien conocido que algunas mujeres sabían de la existencia sobre vampiros y con una buena paga, sangre y sexo iban tomada de la mano. Recordé la última vez en que había pagado a una de ellas para hacerse pasar por Astrid. Durante horas estuve saciándome de su cuerpo hasta que había odiado la forma en que me había llamado al culminar. Le había explicado que nada de gritar mi nombre en el éxtasis porque no podría contenerme. Al final, la chica había muerto entre mis brazos en una atípica representación de la muerte de mi prometida. Hoy, esa idea se me antojaba perversamente. El chofer golpeaba con fuerza a los caballos que relinchaban y galopando velozmente. Una sonrisa curvó mis labios. “El miedo es el factor clave para la obediencia.” Sin duda, Lucas había puesto al tanto al nuevo chofer de cuáles eran mis indicaciones. Detestaba la lentitud y en tiempo récord, me encontraba entre las calles parisinas. El chofer paró frente al Burdel, como NO se esperaba de Condes y Reyes; seguir las normas y protocolares sociales no era mi fuerte. Descendí asintiendo para que el carruaje fuese movido y aparcado lejos del lugar. Las mujeres fuera del lugar, me sonreían e insinuaban; conocía a un par y tenía que admitir que el sexo con ellas era muy disfrutable; pero hoy buscaba algo nuevo, algo… retador.

Entré en aquél lugar para perderme en los escotes y piernas de las mujeres más atractivas de Paris. El atuendo de ellas me hacía delirar del deseo por ver sangre recorriendo sus cuerpos. El lugar estaba impregnado por perfumes y aromas femeninos que embriagaban mi paladar como el más suculento vino que no solo sería degustado por mi boca. Localicé a una atractiva mujer cerca en una de las mesas y de inmediato fui consciente de la diferencia entre los presentes. Su piel pálida y sus ojos cristalinos, denotaba su existencia como vampiro. Una vampiresa… Mis labios se curvaron al recordar a la última vampiresa que había encontrado en el Cementerio. “Definitivamente, deberías socializar más, Lucern.” Tenía que darle la razón a mi consciente. Me estaba perdiendo de los placeres al encerrarme solo en mi mansión, pero… ¿qué podía haber de diferente en las mujeres de ésta época? Sabrina Di Alessandro era una mujer de Clase Alta y refinamiento, pero me había atrapado desde el primer momento. “Mujeres caprichosas y acostumbradas a tener todo para sí, no entran en tu lista de candidatas esta noche.” Me acerqué hasta ella, sentándome en una de las sillas que se encontraban frente a ella. – Estoy interesado en su compañía. Odiaba los formalismos y en este lugar sin duda alguna, sobraban… Además, era un Conde y con buena fortuna, decirme no estaba fuera de su alcance.
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Mensaje por Invitado Lun Jun 21, 2010 8:52 pm

Mi vista seguía fija entre las personas que pasaban de un lado a otro entre los alrededores que me rodeaban, como si fueran una obra de arte, de aquellas pinturas que colocan en las galerías, monótonas y sin encanto alguno pero que si las miras bien podrás hallar dentro de ellas un punto brillante que le brindan esa luz que tanto les faltan, pero no es necesario malinterpretarme ya que no me refiero a los ¨encantos humanos¨ sino que utilizaba esta metáfora como un punto de referencia para simbolizar lo que era su sangre para mi, era como el más suculento vino que solo mi garganta podía degustar, una cosecha antigua y con un único sabor, era lo único que me interesaba de la vida humana, el único uso que me proporcionaban aquellos mortales ineptos que creían que podían mas que cualquier cosa, que por mantener una absurda fe y una frágil esperanza podían mantener su existencia ante los obstáculos que se le cruzaran en el camino, un obstáculo como lo que yo simbolizaba para ellos, solo que los mismos no estaba al tanto del peligro que corrían y de todo lo que yo podía ser capaz con tal solo una mirada y un segundo como tiempo.

Esos recuerdos se apoderaron de mi mente como si buscaran un momento de soledad para cumplir su cometido y en parte lamentaba que mi amada música no estuviera para mí en ese instante, sin embargo no me molestaba en lo absoluto ya que sinceramente estaba acostumbrada a ello y solo veía aquellos hilos de recuerdos como fracciones de mi vida que eran bienvenidas cuando sea, tomadas como viejas amigas que solo me hacía pensar y reivindicar lo maravillosa que era, temible y malévola pero aun así era divina y poderosa y solo eso me bastaba para seguir con mi vida y aumentar cada vez mas mi grado de gozo ante ella, cumpliendo todos los placeres que esto tuviera de por medio, asesinatos y muertes que calmaban mi sed y a su vez aumentaban mi sadismo al torturar y usar a mis victimas como un títere indefenso que caían ante cualquier palabra que cruzara por mis labios, pasión por doquier que brindaba mas satisfacción física y orgullo al saber que cualquier persona cedía lo que fuera por mi tacto, por mi cuerpo y mi belleza y por una noche lujuriosa donde yo fuera la protagonista, en fin...no me quejaba de nada acerca de mi vida, simplemente no lo haría porque no tenía motivos para hacerlo, una sonrisa divertida e irónica se formo en mis labios mientras uno de mis dedos se aventuro hacia mi labio inferior como una mueca sutil de una concentración interna donde mi mente me dominaba, sin pensarlo mi piel quedo marcada por el color carmesí del brillo labial, enseguida reí de forma armoniosa y musical, descendiendo mi voz de manera que solo yo pudiera oírla y percatándome que así lucia el color de ese manjar suculento y exótico que nublaba mis pensamientos y se convertía en mi elixir de vida, la situación se torno hasta divertida para mí y dentro de todo me sentía halaga que hasta de esa forma las miradas pervertidas de los ilusos mortales se fijaran en mi y unas cuantas mujeres se entremezclaran en envidia y hasta deseo, eso me hizo sentir mas ironía, imponencia y una de mis extrañas formas de alegría...así me sentía, así era yo y así debía ser, bella e imponente sin nada que me detuviera y sobre todas las cosas...superior a cualquiera.

Mis pensamientos se vieron irrumpidos por una voz, varonil y correcta que exigía mi atención sobre todo lo demás, pero como era de esperarse no me volvería como muchas mujeres que solo esperar utilizar encantos y caprichos fallos para hacerse del rogar ante la atención de un hombre, mi vista siguió sobre mi dedo y la pequeña marca de labial que este poseía, sin verlo podía sentir su aroma, su esencia y hasta su forma de actuar, ese era el resultado de vivir por tantos años, el era un vampiro y por lo mismo no tenía dudas, su olor suave y a la vez inexistente, una esencia autoritaria y despreocupada que no se desvivía por un solo objetivo sino que buscaba mas en el mundo en donde se encontraba, como mucho de nosotros debería decir. Una risa musical y de un tono burlista fue lo que pude proferir al oír sus palabras, sin duda alguna no nos conocíamos y fue entonces cuando mis ojos claros y cristalinos se dirigieron a los suyos, corroborando la belleza esperada a lo que estaba segura que estaba tratando, no erraba, sus rasgos eran fuertes pero finos, un cuerpo fuerte y viril que mostraba su antigüedad solo para los ojos expertos, en cuestión de segundos analice a aquel hombre como si de años de experiencia se tratase y lo mejor de todo es que tan solo llevaba unos segundos frente a él. Era de mi agrado que por lo menos ambos compartiéramos ese gasto innecesario de palabras educadas que para nada se asemejaban al lugar en que nos encontrábamos, y a ciencia cierta para muchos como nosotros era así, menos palabras y mas toma de acciones a la situación en la que nos hallábamos -Depende del tipo de compañía a la que esté interesado porque verdaderamente no comparto...el espíritu de muchas mujeres de ese lugar. La repulsión y vanidad sensual cubrió mi mirada ante una posible comparación entre aquellas mujerzuelas y mi persona, era cierto que disfrutaba de algunos espectáculos y acciones que recorrían mi ser como una especie de vigorizante placentero ante mis deseos pero la línea de diferencia entre lo que yo representaba y aquellos seres que me rodeaban en ese local estaba muy marcada y distanciada por aspectos que realmente tardaría tiempo en nombrar -Existe una diferencia totalmente separada caballero. Bajo ningún concepto se podía confundir mi educación con un fingimiento aparente, al contrario parecía disfrutar cada palabra que decía y de la tonalidad que le brindaba, mis ojos fieros e intensos vieron los suyos a espera de cualquier dialogo o movimiento, fijándome en el vacío que estos mismos representaban...como cual vampiro lleno de inmortalidad y poder.
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Mensaje por Tarik Pattakie Lun Jun 21, 2010 10:18 pm

Mi ceño se frunció y una mueca de incredulidad que no me molesté en ocultar, se extendió en las comisuras de mis labios. Para el momento en que iba a responderle, la matrona interrumpió ofreciéndome una copa de vino. – Monsieur, siempre es un placer verle por este lugar. Evangeline, una humana inmaculadamente hermosa, de ojos verdes y con un exuberante porte, sonrió con coquetería hasta que posó la mirada sobre la mujer con la que compartía una mesa. Sus ojos se agrandaron ligeramente ante la sorpresa y aunque sus pensamientos se volvieron un torbellino de ideas, me encontré sonriendo por lo curioso que a veces resultaba ser la mente humana. “Excitante, sin duda alguna, excitante.” Aspiré el aroma del exquisito vino sin apartar la mirada de Evangeline que muchas veces había atraído mi atención. Era una lástima que solo se dedicara a ofrecer la mercancía cuando era consciente de su belleza y la debilidad que yo sentía. – El placer es mío, Eva. Di un pequeño sorbo al vino, saboreando el delicioso elixir que contenía. Evangeline sabía que solo bebía el vino con sangre humana mezclada. – Esta noche es el debut de una nueva cortesana. La matrona había guiñado un ojo con complicidad, mientras sus labios carnosos y rojos como las más exquisitas fresas, se curvaban gloriosamente. – Estoy completamente segura que le servirá. Evangeline se encontraba ahora sobre mis piernas, acariciando mi cuello y moviéndose provocativamente. - ¿Qué edad tiene? Su sonrisa se ensanchó, contagiándome por la gran sorpresa que sabía venía a continuación. Sus labios se acercaron hasta mi oreja para pronunciar suavemente la respuesta. - Será de su total agrado. No necesitaba decir una palabra más. Había leído en su mente que la pequeña era virgen. Suspiré con el deseo ardiendo por mis entrañas y mi garganta rugiendo por la morbosidad de hacer mujer a mi antojo a la nueva cortesana. Mis dedos se deslizaban por el borde de la copa, pensando en cómo terminaría esta noche. Sabrina había estado rondando mis pensamientos y la odiaba por ello, seguramente si otra vampiresa entraba en mi cama ella se vería disipada. Aparté mis pensamientos de la joven que esperaba por mí, para poner toda mi atención en la vampiresa que esperaba fuese más atrayente que el manjar que me esperaba en una de las habitaciones.

- Creo que ha quedado en claro el tipo de compañía que estoy buscando. Mis labios se curvaron en una sonrisa maliciosa al rememorar las únicas palabras que me había dirigido. – Si deseara conversar, ni usted ni yo nos encontraríamos en este lugar. Me incliné ligeramente para acercar mi cabeza hacia ella, como si estuviese contándole un secreto, en un gesto sarcástico. - Por sino lo ha notado y que quede claro que espero estar equivocado, esto es un Burdel. Mujeres con hombres, hombres con mujeres, mujeres con mujeres, usted nómbrelo, lo encontrará en este sitio. Me aparté de inmediato hasta respaldarme en el asiento, mientras tomaba el vino sin apartar la mirada de la mujer que aún no se había presentado. Recordaba cada una de sus palabras con perfecta precisión. – Me gustaría aportar algo a su espíritu aventurero si me permite. ¿Con quién tengo el placer de compartir mesa en este clandestino lugar? Encontrará que podremos divertirnos muy gratamente. Levanté la copa que de inmediato fue quitada de mi mano para ser reemplazada por otra. – ¿Cuál es la diferencia que existe entre usted y éstas mujeres? La repulsión y vanidad que percibí en su mirada fue el suficiente para obtener una idea de con quién trataba. Por supuesto, todos los vampiros estaban muy bien posicionados en la sociedad, no era de sorprenderse que ésta mujer compartiera el mismo afán. – ¿Dinero? ¿Posición social? Estallé en una risa armoniosa, siendo plenamente consciente de que era observado por cada presente en el lugar. – Si realmente le importara, ni siquiera se encontraría sentada entre todas estas personas. Si desea un trato amable, estoy seguro que hay una fiesta privada en algún lugar de esta Ciudad. No tiene porque soportarlo sino es de su agrado. Este tipo de banalidades eran completamente aburrido. Desafortunadamente, no era la primera vez que me veía envuelto en una situación como ésta, donde el reproche y el status social era lo único predominante.
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Mensaje por Invitado Lun Jun 21, 2010 10:59 pm

Al instante en que iba responder a mi dialogo una mujer se acerco hacia donde nos encontrábamos, era primera vez que iba a ese lugar por lo que no me encontraba familiarizada con las personas que lo rodeaban y que allí se encontraban, sin embargo al parecer mi acompañante era el caso contrario, estaba segura que el asistía a ese lugar, no con una total frecuencia que ocupaba su diario vivir, pero si lo suficiente como para tomar ese local como un centro de entretenimiento a sus mas vagos y profundos deseos, algo semejante a lo que yo sentía y a la razón por la cual me había atrevido a salir de las murallas de mi hogar, o lo que se suponía que implicaba la gran estructura que se me había sido donada pese a mi estatus social y político. La mujer en cuestión era hermosa, no podía negarlo, uno de los puntos a favor de ser una ¨asesina¨, pensamiento que claramente no pudo evitar brillar en son de burla en mi mente, era que detallaba con delicadeza y dedicación a da una de las personas que me rodeaban y ciertamente sabia cuando la belleza brillaba y cuando no y aquella mujer para ser humana estaba dotada de rasgos físicos delicados y llamativos que, junto a su manera de vestir, destacaban cada gramo de feminidad presente en ella a lo que a mi parecer, ella misma sabia y no se empeñaba en ocultar. Su mirada de sorpresa fue evidente y supe que la compañía a vista pública de la que podría disfrutar mi acompañante era totalmente escasa, además de lo sorpresiva que se había visto al notar la inmaculada belleza que traía conmigo y que de seguro no se compraba a las mujeres a las que frecuentaba aquel desconocido...siempre el orgullo y vanidad de por medio, seré sincera...no puedo ni quiero evitarlo.

Mi mirada permaneció serena y fija en lo que hacía, recorriendo sus movimientos y la manera en la que disfrutaba esa copa de vino, como si fuera un manjar delicioso que se disfrutara mejor con los movimientos lentos y precisos que ejercía, como si su paladar saboreara cada mililitro del licor, que estaba claro que no podía ser un vino cualquiera, había algo mas para tal goce, una pequeña costumbre metódica y antigua quizás, algo que le provocara mas gusto y deseo ante ese liquido, sin embargo mi rostro permaneció encantador e inexpresivo ante la retirada de aquella mujer, ahora que lo notaba pienso que fue lo mejor que pudo haber hecho, su efluvio ya me estaba penetrando hasta la garganta y no quería cometer un acto impropio o que diera a flote públicamente mis preciadas costumbres llenas de mi preciado sadismo y maldad con tal de lograr un fin que solo para mi estaba lleno de las pura diversión...claro está, a mi manera, no me importaba ninguna de las barreras propuestas por mi mente, pero de igual forma seguía con esa imagen selecta frente a los demás y no pensaba dañarlo todo en un segundos, no por los momentos.

Su pregunta me hizo reír de forma divertida, no de una forma exagerada y abrupta sino una pequeña risilla educada, tome su copa sin ninguna oposición de su parte y di un ligero sorbo impregnando mis labios del sabor del vino, finalmente sabia de que se trataba y el gusto de sangre logro acallar un poco los aromas dispersos por los alrededores del local, limpie mi labio inferior con un pañuelo de seda que llevaba conmigo y luego coloque la copa en una pequeña mesa, a un lado de nosotros guardando dicha tela elaborada en un pequeño bolso se cuencas -Ciertamente mi querido amigo, está usted errando si cree que las diferencias entre estas mujeres y yo se basan en fortuna y estatus social. Negué con lentitud moviendo al cauce de mis palabras mis elaborados bucles -La diferencia es clara y no debería se extraño para usted. Repetí su acercamiento de la misma forma que él, como si le contara un secreto que nadie más que nosotros debiera saber sin dejar a un lado la delicadeza y cortesía de mis movimientos que aun mantenía sabiendo la fiera que albergaba dentro de mi desde hace muchos años atras -La diferencia es que ellas vienen con el propósito de dar placer, de sentirse mujeres solo por el tacto de un hombre, de darle importancia a su existir por enseñar su anatomía a otros, de dar a conocer sus secretos más privados y pasionales...en cambio yo, no se confunda Monsieur, yo vengo solo por el deseo y pasión que llevo dentro de mí, por llenar mi cuerpo de ese elixir que tanto me exige, por mi voluntad de saciarme con solo una mirada a otros, un tacto, un roce, lo que sea que necesite para satisfacerme, para lograr mi cometido, esa es la real diferencia, no necesito sentirme importante, solo tomar lo que quiero. Luego de una sonrisa de satisfacción me separe de su rostro para mirarlo fijamente y añadir con un tono casual y nada profundo junto a una de mis mejores sonrisas -Y claro, salir de una posible monotonía.
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Mensaje por Tarik Pattakie Vie Jun 25, 2010 2:10 am

- Evangeline hizo bien en alejarse. La diversión era evidente en mi rostro. La mujer con la que compartía mesa parecía estar a punto de lanzarse contra la matrona. – Así que… ¿esa es la razón que le ha traído hasta este recinto? ¿Alimentarse? Me molesté en bajar la voz para realizar esa pregunta, dado que, muchos de los presentes como otros tanto en esta Ciudad, eran ignorantes de la existencia de vampiros. Le cedí mi copa ante su evidente interés por conocer cuál era el secreto que se escondía en ese líquido que deleitaba mi paladar con su grato y exquisito sabor. Mi sonrisa se extendió al ver la forma en que degustaba la sangre que aplacaba su apetito. Sus modales solo eran una muestra evidente del status social del que hacía gala. ¿Realeza? ¿Clase Alta? Solo las damas de esa posición hacían mohines como los de ella o tenían esa pinta de sentirse únicos y especiales en este mundo donde el dinero, las propiedades y sobre todo el título, lo era todo. La diversión crecía con cada segundo que pasaba en su compañía, más cuando hacía amago de los mismos gestos con que le había tratado. Para ser un hombre que entablaba conversaciones muy de vez en cuando, tenía que reconocer que en esta semana, estaba mejorando. Sobre todo… Saqué de mis pensamientos a la mujer que me había vuelto loco en cuestión de segundos, enfocándome en el atractivo que dotaba el rostro de esta mujer tan elegante. - ¿Deseo y pasión? Enarqué una de mis cejas observando cada recóndito de este lugar. Las mujeres se insinuaban a los caballeros como era de esperar. Incluso se podía escuchar los suaves jadeos de alguna cortesana brindando sus servicios. Algunos hombres iban de la cintura con una nueva clienta. Lujuria, deseo y pasión era reflejado en todas sus presentaciones en este concurrido espacio.

- ¿Tomar lo que quiere? ¿Y qué es eso, madame? ¿Sangre es el único cometido que busca saciar en este lugar? Retomé mi posición conforme aspiraba el aroma a mujer que impregnaba cada espacio de mi ser. – Esperaba que usted me sorprendiera, pero creo que me he equivocado. Una mujer de su clase en un lugar clandestino como éste no es algo que ocurra muy a menudo, por lo tanto esperaba que, sus motivos no fueran tan triviales. Tomé de nuevo la copa y antes de que todo el líquido se viese invertido en mi garganta, mis labios se curvaron con malicia. – Algo más como… romper las reglas de la sociedad incluso más allá de estar donde menos se le espera. Unos gritos me hicieron acallar mis palabras abruptamente. Era normal que las peleas se dieran entre las apuestas y los caballeros alcoholizados. También solía ser por conflictos que envolvían a una de las cortesanas. Las reacciones de… De acuerdo, aún no nos habíamos presentado. Me era muy fácil olvidar que era un Conde cuando, definitivamente, entraba a estos lugares con ese único afán. – Disculpe mi descortesía pero... dado que no es quién creía, al parecer, la etiqueta dicta que la presentación siempre es lo principal. Soy el conde Ralph. Nunca utilizaba mi nombre y muy difícilmente podría empezar a hacerlo. - Entonces… ¿Quiere usted mostrarme esas diferencias, Lady Lefevre? Vi un atisbo de asombro en su rostro pero la mía ya trabajaba en los pensamientos que cruzaban su mente. Éste era un poder contra el que no podía luchar y aunque a veces me fastidiaba, hoy lo encontraba muy agradable. Quizás solo era producto de la emoción que Lady Sabrina había dejado dentro de mí y que durante años había estado perdido. - ¿Ha encontrado ya a esa persona que saciará sus instintos? ¿O solo pretende observar y no participar?
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Mensaje por Invitado Vie Jun 25, 2010 8:29 pm

Negué educadamente y sin exageraciones posterior a su referencia y a la razón de mi estadía en el Burdel, no era como cualquier vampiro cuyas razones hubieran sido la búsqueda desesperada de sangre de una forma brusca y simple englobando a cualquier clase de personas, para mi buena fortuna, nunca caía en la monotonía y repetición de las acciones de los demás, era algo que nunca había hecho y a lo cual mantenía como una seria prohibición, además, como forma sarcástica y divertida (según la connotación de esa palabra para mí) de llevar mi vida. Sinceramente prefería utilizar mis ideas y creatividad a la hora de tratar a mis victimas, era como un teatro, un escenario donde yo era la directora encargada del seguimiento que debían cumplir mis actores que en ese momento eran solo mortales de carne febril y los cuales el único interés que despertaban en mi era su poderosa sangre. Por ello, hacia diversos ¨montajes¨ a la hora de cometer asesinatos, siempre había sido amante del drama y concubina de la pasión y por esa misma razón creaba espectáculos al momento de alimentarme tomando victimas juveniles sin importar su género ya que era bien sabido que ambos caían bajo mis encantos. Cementerios, teatros, callejones...eran los testigos de minutos de pasión, amabilidad e inocencia que eran suplantados por dolor y maldad. Era tan sencillo, algo semejante a un manual de instrucciones: una persuasión de mi parte totalmente exitosa, un lugar donde se daría un encuentro furtivo, caricias ocultas y nunca sentidas y...oscuridad, o por lo menos así culminaba para ellos ya que para mi simbolizaba una plenitud completa y un simulacro de éxtasis que recorría mi cuerpo como un tónico medicinal -No caballero, creo que me ha malinterpretado, no vengo solo a obtener alimento. Hice una leve gala de mi impecable deje del francés aunque aun mi léxico se mantenía lucido en su amplitud, ciertamente podía conformar una de las razones por las cuales estaba allí, pero solo era eso...conformar -Un elixir para mí no es solo la sangre humana, forma parte de mi claro esta y además es un adictivo eterno, pero un elixir para mí no es más que cualquier cosa que me llene de satisfacción, que complete mis deseos, la tortura, la piel, una pasión llameante, los gritos, el dolor, entre otros aperitivos que logren mi cometido. Comente de forma tranquila y serena mientras inclinaba mi cabeza como fin a mi aclaración.

Era totalmente cierto lo que decía y me mantenía segura ante la aseveración de que además de la sangre había mas, existían variados placeres que me hacían sentir viva y vital ante todo, no importaba la dificultad o sadismo aparente ¨Así era yo.¨ Pensé de manera inocente como si de una niña pequeña se tratase, una inocencia que fingía muy bien definitivamente -Al igual que huir de la aristocracia. Acote con el mismo tono de voz.

Acepte la copa que me tendía mi acompañante y di un largo sorbo hasta limpiar con mis labios los restos de humedad persistentes, aquel liquido me había agradado por completo, simple pero de gustativo a la vez, por un momento vi sus ojos aislados, había aprendido con los años a saber las emociones ocultas tras una mirada y precisamente sabia que sus hilos de pensamientos se había ido hacia una dirección desconocida para mi, estaba segura. Nunca me había tomado la molestia de pedir permiso a la hora de entrar en la mente de los demás y agradecía a mi inmortalidad por ese dote, sonreí de forma casual y sorprendida cuando menciono apellido ¨Así que un conde...¨ Sin mas preámbulos me aventure en su mar de pensamientos; mujeres, dinero, sexo, una vida llena de lujos y de sociedad, era como los retazos de la trama de una obra teatral, cada capítulo por así decirlo. Al pasar los segundos ya se estaba convirtiendo en algo sin interés para mi hasta que me detuve al ver un rostro familiar...al ver a Sabrina, sonreí de forma orgullosa e inesperada ante tal aparición -Conoces a Sabrina, una mujer excepcional sin duda, inteligente y dotada de virtudes envidiables que hoy en día no se consiguen. Claro está que solo yo sabía a lo que me refería y de ahí se debía mi temperamento al hablar, ella era mi mejor amiga y la única que me conocía por completo y sin duda alguna era una mujer magnifica, una vampiresa en todo su significado.

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Mensaje por Tarik Pattakie Mar Jun 29, 2010 8:59 pm

Aunque la conversación era entretenida, Lady Lefevre no tenía lo que yo andaba buscando en un lugar clandestino como éste. Así que pronto me vi energizado por ir tras la joven cortesana que saciaría mis instintos más bajos. Todo cuanto quería y deseaba era sangre y sexo corriente. Nada nuevo. Estos largos años me habían demostrado que en mi vida no había nada importante y quizás nunca lo habría. Ser vampiro era una maldición que había aceptado. No es que hubiese una salida. Si la habría solo era consumirme bajo los rayos solares para comprar un boleto del no retorno y esa opción jamás había hecho mella en mí. Escuché atentamente sus palabras, pero me debatía por disculparme y hacer exactamente lo que había ido a hacer, no a conversar palabras sinsentido que dejarían de importar dado que… difícilmente nos volveríamos a encontrar. - ¿Entonces cuál es el “elixir” que busca saciar? Fruncí el ceño con un reproche extremo. ¿Cómo era posible que prefiriese ver y no participar? ¿Cuál era el “placer” que se escondía en ello? Podía comprender que había ciertas cosas en la vida que merecían ser alagadas por el contacto visual. Incluso yo lo había hecho, pero en todas había participado. La muerte de Astrid era la muestra perfecta. La había violado incontables veces, incluso después de que dio su último suspiro, continué ultrajándole con locura. El demonio se había apoderado de mí por completo y había permanecido parado en la orilla de su cama, apreciando la obra maestra en que había terminado su vida. La sangre le cubría por todas partes y los moretones ocasionados por la fuerza con que le había tomado e incluso las abofeteadas que le había dado para que se callara, era un deleite para la maldición que desde ese día me había conferido a ser uno mismo con la noche. Sacudí la cabeza, volviendo al presente. La copa que solo contenía una pequeña gota que denotaba la espesura del maravilloso líquido que había aplacado por cuestión de minutos mi sed, logró que me centrara en la mujer que ahora estaba frente a mí.

Reí con un humor negro imparable. Huir… huir… - ¿Huir de ellos? ¿Cómo lo hacemos para refugiarnos del maldito sol? Hice una pausa y continué. - ¿Le gusta huir de todo? ¿Incluso de la aristocracia? ¿Por qué no solo hacer lo que plazca? ¿Solo por qué está mal visto? Ahí reside el problema, mi Lady. Jamás lograremos nada si continuamos con esos absurdos tratos. Clavé la vista en la suya, escrutándole, observándole. – Un juego de niños, eso es lo que parece… supongo que no se puede esperar lo contrario de una mujer de su estilo. Me encogí de hombros y cuando me dispuse a levantarme, ella me sorprendió con la mención de Lady Sabrina. De inmediato hice a un lado la sorpresa. Solo la mención de esa mujer lograría ponerme de ese modo; pero incluso mientras dejaba muy en claro (por su tono de voz) que ella le conocía y quizás muy bien, la ira creció irrefutablemente. – No debería hurgar en las mentes, sobre todo en la mía, Lady Lefevre. Puede que no me guste lo que usted vea en mí y, las ventajas pueden no estar a su favor. Era una amenaza que de inmediato encubrí al interesarme por conocer la relación que existían entre ella y la Lady que me interesaba desde lo que habíamos llevado a cabo en el Cementerio. Excepcional e inteligente no eras las palabras que utilizaría para describirla. Apasionante, excitante… esas iban más acordes con la mujer que yo conocía. – Así que… ¿Usted es allegada de Lady Sabrina? El interés era evidente y no me molesté en ocultarlo. - ¿Sabe dónde está ahora? ¿Podría hablarme un poco sobre ella? Llamé a Evangeline y ésta de inmediato trajo dos copas de sangre. Por primera vez, me olvidé de ir tras la cortesana…
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Mensaje por Invitado Miér Jun 30, 2010 6:10 pm

Justamente el placer que buscaba llenar esa noche era una completa interrogante para mi, sangre, sexo, torturas, no lo sabía con exactitud, solo era eso...una salida sin rumbo fijo pero que sin embargo sabia que rendiría sus buenos frutos sin importar el área en que fuera desarrollada. Así era mi variante personalidad, a veces prefería quedarme en los murales del castillo, una soledad inmutable donde yo era la protagonista, los sirvientes a mi merced accedían hasta a mis más absurdos pedidos, la música era mi amante y compañera cotidiana y las notas provenientes el violín tallado para mí era la armonía que reinaba durante todo el día. Otras veces prefería salir a las calles parisinas, las tiendas y cualquier otro tipo de comercio era testigo de mis más comunes caprichos, algunas veces prefería ir al teatro, nutrirme del arte y drama y aquellas absurdas representaciones que los humanos intentaban imitar la perfección sin éxito alguno, por lo menos totalmente y en algunas oportunidades como esta prefería salir a lugares ¨mundanos¨ y baratos solo para saber a qué finalidad conllevaban, estaba claro que siempre obtenía lo que deseaba y por ello mismo no me preocupaba del rumbo sino la finalidad que este traía consigo.

Su mirada se poso sobre mí, como si me interrogara e intentara que mi voz diera pie a cada una de las respuestas a sus preguntas, una pequeña risa musical afloro de mis labios mientras tomaba la copa que me tenia, di un sorbo mientras los embriagaba con el sabor del liquido adictivo y de mínimo espesor, después de retirar las gotas restantes lo vi con una expresión serena y divertida ante su contrariedad por el hecho de mi entrada a sus pensamientos -Ventajas o desventajas francamente no ha de importarme Lord Ralph, no hay mucho en su mente que no haya visto antes, de eso puede estar seguro, pero solo hay algo que me importo y fue el hecho de su conocimiento a Lady Di Alessandro. Mencione con claridad y sin rodeo alguno, francamente nunca los daba y con la compañía que ameritaba ese instante menos pensaba en hacerlo, al verlo detenerse ante su inesperada retirada del lugar sonreí para mis adentros con interés y sarcasmo -Así que por su interés repentino creo que el motivo de mi estadía, huida o como quiera llamarlo en este lugar pasara a segundo plano. No era ninguna fuente de enojo, solo un tono simple que le daba a entender que habría un cambio de tema de conversación y que la razón de mi estadía en ese lugar y mi búsqueda aun no estaba establecida hasta que su final se diera.

-¿Allegada?. Una pausa irónica se formo en mi labios mientras sonreía viendo la copa con interés, como si disfrutara aquel silencio mientras mi fino dedo paseaba por los bordes de dicho objeto -¿Sabe usted aquel lazo de unión irrompible y fortalecido con los mas íntimos y oscuros secretos? ¿Aquel que goza de la más pura confianza y conocimiento mutuo de las personas? ¿Un compartir de emociones, hechos ilícitos y colaborados por ambas partes?, si lo sabe entonces usted entiende a la perfección el lazo que existe entre Sabrina Di Alessandro y mi persona, de lo contrario solo le informo que no es una simple allegada, como dirían inocentemente los mortales, ella es mi mejor amiga, entendiéndonos entre lo que somos ella es parte de mí, es mi confidente y testigo de todo el torrente emocional que dentro de mi habita. Tome un sorbo de la copa esta vez un poco más prolongado mientras dejaba el objeto en una pequeña mesa que reposaba a nuestro lado, me dedique a ver al Lord que me acompañaba mientras en mi mente se desataban los mas nítidos recuerdos y aventuras oscuras que había compartido con mi amiga, dignos e inolvidables que no eran más que agregados que fortalecían cada vez más la unión existente entre nosotras -¿Su paradero?, desearía decírselo con exactitud respondiendo a su interés pero ciertamente Sabrina nunca está en un lugar permanente, siempre de un lugar a otro, cumpliendo con sus deseos e inquietudes ¿Sabe usted el tacto viento nocturno? violento e impredecible, se asemeja a ella, nunca se sabe donde estará, mas no niego Lord Ralph que usted lo descubrirá mas pronto de lo que espera. Incline mi cabeza en un gesto educado mientras recorría con mi mirada a los hombres que poco a poco desaparecían con las cortesanas y las mujeres que aun en sus desaliñada lencería francesa seguían atendiendo a sus más fervientes clientes -Ahora si me permite ¿Por qué el interés hacia Sabrina?. Interrogue con calma, sin necesidad a que me respondiera de manera obligatoria, ya había obtenido un dato interesante en su mente y no me dedicaría a hurgar mas, solo esperaría respuestas que provinieran que sus propios labios.

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Mensaje por Tarik Pattakie Miér Jun 30, 2010 7:25 pm

Aún no estaba seguro de en dónde clasificar a Lady Lefevre y estaba seguro que, de no ser por la relación que mantenía con la mujer que ahora acaparaba mis atenciones, le habría enseñado a no retarme de esa forma tan despectiva. Mientras tanto, podría ser una fuente de dato demasiado envidiable para mi bien personal. Lucas estaba trabajando en obtener toda la información acerca de la familia Di Alessandro, especialmente en Lady Sabrina. Nada resultaba más emocionante que enterarme por mi cuenta, antes de leer el “informe” que estaría esperándome muy pronto sobre el escritorio de mi despacho. – No hay mucho en mí que le interese. Enarqué mis cejas ante el descaro en una opinión que daba, desde luego, como no certera. – Le aseguro que una noche conmigo jamás podría olvidarla. Lo que ha venido a buscar en este lugar, se vería recompensado en creces si usted fuese de aquéllas personas que deduzco como aventureras, dispuestas a… sorprender a cualquiera. Un escozor que se originó desde mi garganta hasta cada vena que conformaba este cuerpo de “no muerto”, me orillaba a demostrar con hechos mis palabras, pero ahora existía ese refreno, la existencia de una relación entre ellas.

Ignoré el sarcasmo y el tono en su voz. Cuando existía un interés de por medio, pasar de mujeres caprichosas envueltas en su “coraza destructiva”, era tarea sencilla, incluso para alguien como yo. Llevé la copa hasta mis labios, haciendo desaparecer cada gota dentro de éste, analizando y buscando las ventajas. – Ciertamente desconozco la naturaleza de Lady Sabrina, pero si algo mantenía en claro era que no se preocupaba por nada ni por nadie. Conocer a su “mejor amiga” es sorprendente, si cabe recalcar que ni siquiera podía imaginar la existencia de una. Lazos irrompibles, secretos oscuros e íntimos, hechos ilícitos… Cada palabra era grabada y remarcada en mis pensamientos. Reí con sarcasmo, dejando a un lado la copa que de nueva cuenta, se encontraba vacía. – ¿Así que usted y ella comparten los mismos intereses? ¿Acostumbran a venir a lugares como éste? Mi voz había cambiado remotamente. Esta vez los celos se adueñaron de mí. Imaginar a Lady Sabrina buscando ser saciada como Lady Lefevre era demasiado y eso era mucho que hablar para un libertino como yo, que no buscaba más que sexo en cualquier mujer que se cruzara por mi camino.

Modulé mi tono y masajeé lentamente mi entrecejo para dejar que las imágenes se precipitaran con rapidez, centrándome en sus modales elegantes al tomar la copa o los gestos que se leían limpiamente en las facciones perfectas de su rostro. – Lady Sabrina es una mujer incapaz de mantenerse en un lugar fijo. Lo sé. Lo supe desde el primer avistamiento que tuve de su persona, pero usted no me ha entendido, al final de la noche todos los nuestros tenemos que volver al punto de partida. ¿Dónde puedo hacerle llegar algo? Éramos prisioneros del sol y no importase cómo, jamás podríamos salir con naturalidad bajo los rayos dorados y cálidos. No sin arder. Esa mujer lo estaba haciendo de nuevo. Sabía que hilos mover para mantenerme deseoso de saber más. - ¿Descubrir pronto? ¿Qué? ¿Qué no me estaba diciendo? Si ella no me decía, lo descubriría sin importar cómo. Evangeline se encontraba reclinada contra una de las paredes, con su intensa mirada sobre mí. Sus pensamientos eran imposibles de ignorar. Quería que me alejara y fuera tras la jovencita que esperaba por mí. Me hizo una seña hacia las habitaciones que se encontraban en un apartado del Burdel. Esta vez parecía estar en una encrucijada, la cortesana u obtener información sobre Sabrina Di Alessandro. La segunda ganaba sin detenerme a pensarlo. La cortesana podría ir a mi mansión si Lady Lefevre no me daba un buen motivo. – Es muy curiosa, mi Lady. Supondré que más de uno se lo ha dicho. Aparté la mirada de Evangeline para inclinarme hacia ella. – Eso es lo que intento descubrir. ¿Cuál es el interés que se esconde tras mi loco y atrevido afán por verle de nuevo? No tengo una respuesta que lo defina pero, hasta no saberlo con certeza, me gustaría tratar con ella. ¿Le gustaría acompañarme a mi mansión? O… ¿está mal visto por su status social, mi Lady?
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Mensaje por Invitado Miér Jun 30, 2010 9:11 pm

Aquel orgullo varonil y poco común me hizo sonreír mas ampliamente, su mentalidad febril y superior ante todo hacia que tras cualquier insinuación no pertinente e incluso insultante para su persona se convirtiera en una posible amenaza y muestra de superioridad ante lo demás, en este caso, frente a mi persona que era su única oyente esa noche, debido a su comentario mi vista paseo por los residente de aquel local, hombres mortales que irradiaban un efluvio divino, una calidez que esperaba ser probada y unos deseos que sobrepasaban cualquier ansia emocional que estos podían poseer, una buena presa, una buena victima que podía caer ante cualquier momento frente a mis encantos y de esa forma obedecer a todas mis expectativas y caprichos -No lo dudo conde Ralph, no olvidaría una noche si se lograra dar con alguien de su clase, no solo por los meritos aristocráticos déjeme decirle, pero...usted me entiende, no mentiría y mucho menos cuando su merced se encuentra frente a mí, no cometería tan alto descaro mas sin embargo créame que por los momentos no poseo ese tipo de ansias apasiónales y cálidas que en este lugar tanto se ofrecen y que como usted ha dicho no soy ese tipo de mujer, soy un tanto...diferente. Mi dedo termino de dibujar la circunferencia de la copa antes de mencionar mi última palabra y dirigir mis ojos hacia los suyos, febriles y fuertes...un completo hombre inmortal.

Ciertamente Sabrina no era una persona muy expresiva, vamos, ninguno de nosotros lo era aunque tratáramos a duras penas de ignorar lo que éramos y sumergirnos en un manantial de fingimientos y engaños, nos costaba demostrar las personas por la que sentíamos debilidad e incluso se habían logrado ganar nuestro verdadero aprecio o a lo que llamábamos cariño, que no era más que una mezcla de protección y admiración. Quien conociera a Mi Lady y a mí por distintos lados, como era el caso de mi acompañante, no se enteraría bajo ningún motivo que compartíamos lazos tan fuertes, que nuestra amistad se complementaba como el alimento de un ¨no muerto¨ y que crecía con cada luna, francamente era la unión más fuerte que hasta los momentos había vivido. Pero había decido compartir tal conocer con el conde Ralph dado a su interés por Sabrina, lo leía en sus ojos, el deseo, la pasión llameante y desenfrenada, cosas que con el tiempo ni el mismo sabría comprender...esos efectos lograban ser causados por la protagonista de nuestras anécdotas -Esta usted en lo cierto, Lady Sabrina y yo no tenemos necesidad de ventilar a viva voz el lazo que compartimos, solo vive entre nosotros y los testigos a quienes amerita tal visión. Estaba claro que el entendería a lo que me refería y todo eso se involucraba en las aventuras que habíamos vivido Sabrina y mi persona, aventuras de todo tipo que solo se relacionaban con nuestros fines y profundos caprichos de todo tipo -¿Venir a estos lugares?, no sabría responderle querido Lord, Lady Sabrina cambia de destino como de temperamento, uno nunca sabe que esperar de ella, es el toque interesante de su situación si me permite adivinar pero sinceramente no creo que sus deseos se basen en venir a estos lugares si a su calma le transfieren mis palabras.

Otra vez venia a colación el aspecto que menos me gustaba discutir de mi forma de vida, el hecho de la salida del sol, los rayos espectrales que indicaban que nuestra hora de sueño estaba próxima, que nuestro momento de libertad había acabado, era el único parámetro existente entre lo que éramos, nuestro enemigo y a la vez aliado, y el posea la razón al tocar dicho tema, no podíamos ser tan inquietos pues estábamos atados al momento del amanecer y existía un lugar donde nos resguardábamos en secreto, sin que nadie supiera de nuestra existencia hasta la aparición del manto nocturno, donde, sin ningún preámbulo, salíamos nuevamente con nuestros deseos y desenfrenos a flor de piel, cumpliendo lo que en verdad queríamos y lo que la claridad diurna nos robaba -¿No cree usted que eso debería respondérselo la misma Reina?. Mi pregunta traía una intención oculta tras de sí que solo su mente abierta le permitiría captar si su atención a mis palabras era completa.

¿Curiosidad?, muchos me lo había dicho, muchos que había percibido de mi una inocencia juvenil y una amabilidad incontable pero...debo decir que esas personas ya no estaba para reafirmar sus palabras, mis finos dedos pasearon por el mesón de vieja madera mientras escrutaba la mirada de la cortesana y la bajeza de sus pensamientos, al parecer estaba más necesitada que los mismos pobres diablos que visitaban en lugar solo por un poco de sexo barato y ese simple huir de sus hogares y de la vida cotidiana -Curiosidad. Susurre viendo la copa detenida en mi mano -Solo reafirmare sus palabras. Posteriormente deje el objeto en su lugar para recibir su invitación y el motivo de la misma, los encantos de Sabrina habían sido exitosos como siempre aunque esta vez tenia la plena seguridad de que algo, no sé exactamente que, sería diferente entre esos dos inmortales -¿Realmente importaría si está mal visto por nuestro estatus?, espero que tome mis palabras como una aceptación, no será mas que una visita...una visita cordial. Sarcasmo, inocencia, una especie de sinceridad solo entendida por nosotros fueron las tonalidades que se mezclaron en mi voz para dejar salir tal respuesta, tenía mis limites, siempre me los proponía y solo yo los tenia claros, además sería interesante saber más acerca de aquella historia y lo que deparaba a Lucern Ralph y hasta la misma Sabrina Di Alessandro fruto de un encuentro furtivo.

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Mensaje por Tarik Pattakie Jue Jul 01, 2010 10:04 pm

Los retos eran mi pasión. Las mujeres mi debilidad. La soledad mi compañía. ¿Qué había de diferente hoy? ¿La aparición de tan desafiante dama que enriquecía mis intereses en más de un modo? Dejar a un lado a la virgen cortesana era todo un logro, si es de caballeros reconocer que jamás me había saltado una visita furtiva a este Burdel. Ahora cualquier esquema se veía disuelto si le incluía a ella. Sonreí complacido por sus palabras. Si hubiese desconocido el nexo con Lady Sabrina, estaba seguro que no hubiese descansado hasta verle perdida entre mis sábanas. Nada me aseguraba que existiría una relación más íntima con la vampiresa que había compartido una cueva conmigo, resguardándonos de los detonantes rayos solares, donde aclamaba por sus vehementes caricias. Entonces… ¿por qué? ¿Por qué tanta importancia por algo que parecía imposible de funcionar? Recordé sus besos, sus caricias, la pasión que encendían y hacían cristalizar sus narcóticos ojos verdeazulados. Nuevamente, Lady Lefevre me malentendía. Había llegado a la conclusión de que Sabrina Di Alessandro no mantenía relaciones de ese tipo por su temperamento. No es que viese a Lady Lefevre como una persona débil, ¡era una vampiresa al final de cuentas!, pero no veía a Sabrina compartiendo ese tipo de… “No seas estúpido, Lucern. No pretendas conocerle con tan solo un día entre sus brazos.” ¿Calma? ¿Me proporcionaba serenidad ser consciente de que en este mismo segundo, ella podría estar pretendiendo verse saciada no solo con la sangre que nos llamaba? Absolutamente no. – Así que… ¿no pretende decirme la localización de su morada? ¿Incluso si fuese de vida o muerte? La risa siniestra que amenazaba con escapar profundamente de mi garganta, se vio acallada por uno de mis más finos puros. Si ella aceptaba acompañarme hasta mi mansión, la balanza no solo se inclinaría a mi favor, daba por ganada la primera batalla. Necesitaba volver a ver a Sabrina. Mi dulce tentación. Mi adicción. Verle no sería suficiente. ¡La disconformidad y yo! Puntos imposibles de ignorar.

¿Alguna vez han sentido que el mundo alrededor deja de seguir su curso? ¿Que las personas se detienen, los ruidos externos sucumben, la brisa se destruye y los olores desaparecen? ¿Que parpadear se vuelve imposible? Que… bien. Ahora le veía el lado positivo a no tener pulso o un corazón que latiera tan agitadamente, delatando mi sorpresa o mostrando mi estupefacción cuando mi rostro no lo registraba o no quería dar muestras considerables de tal aprehensión. Bien. Así me sentí cuando Lady Lefevre me dio a conocer un dato… ¿Impresionante? No. No era impresionante. ¿Una Reina? Tallé mi ceño fruncido, como si un dolor intenso se agolpara y/o concentrara en ese punto en específico. ¡Algo absurdo! Las enfermedades como los dolores de cabeza o fiebre, incluso cualquier bacteria que deseara atacar nuestros “cuerpos inmortales” eran desechables. Me sentía insultado por esa información que Lady Sabrina me había ocultado. Insultado era poco. ¿Cómo se había atrevido? ¿Un maldito juego era lo que nos había encerrado en esa cueva dónde había pasado de todo? ¿Fingía? Pero claro… Una actriz digna de hacer pasar por idiota a alguien como yo. Un ciego hubiese sido más inteligente. Rostro perfecto, vida perfecta, ¿qué había de desperfecto en su <<emocionante>> vida como Reina? Di una fuerte calada, dejando fluir todo el humo, aflojando los músculos que se habían puesto tensos en un abrir y cerrar de ojos. – En un segundo estoy de vuelta, mi Lady. Emprenderemos la marcha hasta mi mansión, para hablar más cómodamente.

Me acerqué hasta Evangeline para explicarle mis nuevos planes. Lucas vendría por “la mercancía” en cuanto le diera la orden. Con la traición que sentía recorrerme, necesitaba a la “inofensiva” jovencita que haría mujer en la comodidad de mi cama para aplacar la ira después de tan impactante noticia. Una que me deleitaría con sus jadeos y gemidos mientras esperaba por la llegada de Lady Sabrina. Llegaría. O sí. Me encargaría de que esta noche se quitara la maldita máscara que había utilizado para conmigo. Le enseñaría que con Lucern Ralph los juegos estaban de más. Tras pagar las bebidas y el buen precio por la chica virgen, me dirigí de nuevo hacia la mesa, ofreciéndole mi brazo a Lady Lefevre. – Vamos. Presiento que esta noche será memorable. Y así sería. El regreso de la Reina en mi vida… Sonreí con malicia. Estaría encantado de recibirle con los lujos que acostumbraba en su Palacio. Uno que ella había ocultado, ¿por qué? ¿Tan poca persona le parecía? ¿Un sirviente de los que acostumbraba a tener con tan solo tronar los dedos? Hoy lo descubriríamos. La verdadera maravilla estaba por comenzar…
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Mensaje por Invitado Lun Jul 05, 2010 9:18 pm

La duda existente entre decirle el paradero de Sabrina o simplemente no hacerlo y lanzar suaves indirectas que le permitieran diversos pensamientos, no pasaba ni siquiera por el iris de mis ojos, ¿lo primero que se pensaría?, fácilmente cualquiera pudiera decir que deseaba a Lucern Ralph para mi, que tras su invitación solo pensaba en una extensa conversación, unas miradas de coquetería que darían posterior a una presencia salvaje y apasionada en su lecho, pero definitivamente no se realizarían así las cosas, lamentablemente no veía a Lord Ralph con esos ojos, su compañía era digna y su manera de pensar hacia que mi atención no se viera desviada por una supuesta monotonía entre dos seres del mismo nivel o de semejante especie -No mi Lord, no lo diré. Comente con un aire simple como si no fueran necesarias dichas palabras, omitiendo aquella conclusión la única causa por la cual no le decía el paradero de Sabrina Di Alessandro era por el simple motivo que en sus ojos se reflejaba el deseo llameante que aquella mujer despertaba en él y lo mismo causaría que su persona la encontrara por sus propios medios, no tenía ni la más mínima intención de participar en esa búsqueda. Su invitación se había visto aceptada de mi parte ya que no era de completo interés seguir en aquel lugar, a pesar del entorno de efluvio humano y la exquisitez del suave aroma que invadía mi olfato como un narcótico poco común, ya me había agotado de ese entorno y mi persona ansiaba un buen ambiente con una variada conversación, creo que en muchos días había cambiado el hecho de que ahora no deseaba matar, torturar, ver ojos desorbitados pidiendo absurda fe, no deseaba un cálido lecho con un acompañante joven, no...Particularmente una copa de buen vino y una conversación tranquila me saciarían esa noche, de todas formas...tenía una eternidad completa para más, para cumplir mis caprichos, mis deseos y más bajos instintos.

Detallaba cada expresión de su hablar, cada facción mostrada conforme se daba nuestra platica, siempre lo hacía si a ciencia cierta voy, nunca perdía dato de las expresiones de las personas, muchas por simple cortesía y educación de no perder la vista al hablante, algunos por no recaer en lo metódico de la charla y no parecer descortés y otros porque mi mente solo los imaginaba de esa forma como la trama de una obra teatral cuando sus ojos fríos miraba al cielo en busca de la asesina que irrumpió su desolada vida en un callejón oscuro o en un silencioso lugar donde el único testigo seria la sombra y al amanecer siguiente no pasaría de ser una muerte común y desconocida. En ese preciso momento no había perdido el detalle de sorpresa en los ojos de Lord Ralph, como si un torrente lleno de emociones y recuerdos brillara en su mente haciendo que su silencio fuera obvio mientras ordenaba las mismas ideas de su creación que enlaza tomando interrogantes rápidas e imprecisas, por lo mismo logre concluir que algo en mi corto parlamento había hecho que la sorpresa e incredulidad brillaran en sus ojos y sabia que todo llegaba a un solo punto, a una vampiresa digna de la realeza que ambos conocíamos muy bien, el se encontraba perdido en ella y eso lo sabía muy bien, sin embargo no sabía el dato que había causado tal aire de decepción o cualquier emoción adyacente que causara su querer de una retirada a local, y sinceramente no pensaba leer su mente de nuevo para informarme de sus pensamientos y lo que a el sucedía, quizás una leve sospecha se asomaba en mi persona pero no quería apresurarme, siempre era de las personas que amaban las sorpresas y los acontecimientos que no estaban planificados y en esa oportunidad probablemente podría ser el toque saborizante a tal conversación.

No era de mi interés su conversación con la cortesana, podría asegurar que de algún negocio de ese tipo se tratase, estaba segura, pero a fin de cuentas eso ya conformaba algo cotidiano para mis ojos y para mi ser, tome unas cuantas monedas del pequeño bolso que llevaba conmigo y pague los supuestos licores que habíamos consumido, una apariencia de vino con un toque exótico del que solo nosotros sabíamos procedencia, la mujer del pago se retiro antes de que el Lord regresara y tendiera su brazo hacia mi persona, me levante acomodando levemente la falda del vestido acostumbrada a la posición anterior, posterior a tomar mis cosas enlace mi brazo al suyo y oí sus palabras, había intenciones tras de ellas, estaba segura, ¿por qué dudarlo?, no era ningún motivo explicito y concreto, solo una entrada a quien sabe que especie de ¨sorpresas¨ pero pese a mis comentarios anteriores no me vi en la tentación de invadir su mente de nuevo para saberlo y precisamente estaba segura que esta vez, de intentarlo, el opondría una exitosa resistencia -Si Monsieur, no tengo ni la menor duda que esta noche será algo que recordare. Y así, las dos figuras de mármol de extenuante belleza se retiraron de aquel local barato, lleno de los mas cómodos placeres y que sin embargo había dado pie a nuestro encuentro, un encuentro que quien sabe como finalizaría, pero por lo mismo no perdía la curiosidad de llenar tal interrogante.


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