el tren se retrasa [Elladora Broccia]

por **Cassius de Beaumaris** Vie Sep 16, 2011 10:22 pm

No estaba seguro de si él debía venir, usualmente de eso se encargaba un sirviente, pero su padre había sido bastante claro en sus ordenes “Cassius debe estar presente” había dicho, y aunque no tenía bastante claro por qué precisamente él debía estar presente en la estación del ferrocarril, decidió ir, principalmente por no hacer enojar a su padre; últimamente no se encontraba de buen humor, y lo último que Cassius quería era darle una excusa para que se metiera con él; a veces Cassius no parecía su hijo sino su sirviente personal

Según su padre llegaría a Paris una joven “especial” aunque no mencionó que tan especial, ni mucho menos en qué sentido era especial, su padre jamás le había dado demasiadas explicaciones, y por más que Cassius intentara sacarle alguna, tenía poco éxito, su padre siempre había sido muy reservado con sus asuntos, tanto que a veces a Cassius le asustaba su forma de ser, muchas veces el chico había tenido que espiarlo a escondidas para enterarse de lo que hacía, y muchas veces se había llevado sorpresas para nada agradables

Así pues, a la hora acordada del día acordado Cassius arribó a la estación del ferrocarril acompañado por un sirviente, mientras esperaba el tren que traería a la joven , a quien tendría que acompañar, mostrarle la ciudad y cosas de esas, todo para que se sintiera a gusto; recordaba perfectamente la descripción de la joven que su padre le había dado a él y a su sirviente, esperaba que eso le bastara para dar con ella, de otro modo podría estar asegurándose otro ataque de ira paternal; miró la hora en el reloj de la estación, el tren estaba un poco retrasado, suspiró mientras contemplaba la gente ir y venir

por **Elladora Broccia** Sáb Sep 17, 2011 11:29 am

Definitivamente, Flabio tenía más contactos de los que yo aspiraba tener en años. Me había puesto en contacto con una mujer dedicada a mi profesión y él mismo había pedido a alguno de sus amigos de clase alta que me atendiera mientras me hacía la idea de París. Obviamente, con el pago de sus servicios entre mis piernas.
El viaje en tren se hizo cada vez más largo y nostálgico . Sinceramente, era la primera vez que viajaba en uno y, por ende, tenía un cúmulo inmenso de emociones vibrando en mi interior. Miedo de entrar a una nueva ciudad, añoranza por mi amada Italia, tristeza por la muerte de mi madre, expectativa de mi nueva vida. Y, por supuesto, el deseo latente de ser tomada por alguien totalmente reprimido y amenazando con salir de inmediato.
Todo ello producía que estuviese inquieta, tratando de moverme para distraer mi mente ahora que íbamos retrasados. El vagón en el que iba se encontraba totalmente solo así que de vez en cuando me levantaba a caminar, asomaba mi vista hacia fuera de éste para cambiar el panorama de naturaleza vegetal a la deliciosa naturaleza humana. Ojalá alguno de esos supiera que era cortesana. Ojalá no me hubiese vestido con el único traje presentable que tenía y pudiera andar con apenas un ligero paseando por el tren. Así conseguiría calmar un poco mi interior.
Distraía en esos pensamientos me tomó por sorpresa la ola de personas que pasó por el pasillo entre los vagones. Supuse que habíamos llegado a París, la ciudad del amor, por ende, me levanté y arreglé mi ajustado vestido azul marino y blanco. Alisé la falda de forma tranquila mientras dejaba que los desesperados salieran. Cuidando modales y porte acomodé los risos de mi cabello a ambos lados de mi cuerpo mientras tomaba la única maleta que traía conmigo.
Finalmente, dirigí mis pasos hacia la salida del tren. Quedaba a escasos dos metros. Una vez llegué ahí comencé a bajar lentamente con ayuda de uno de los trabajadores. Tras llegar al piso me quedé un momento desconcertada....Entre tanta gente ¿cómo pretendía que encontrara al señorito que me ayudaría a salir de aquí? Todo los sentimientos previos se volcaron nuevamente en mi y empecé a temblar débilmente mientras mi deseo sexual se incrementaba considerablemente. Como pasaba cada vez que me ponía nerviosa.

Congelada del miedo esperé ahí, al pie del tren.

por **Cassius de Beaumaris** Dom Sep 25, 2011 9:08 pm

Mientras observaba la estación distraídamente, Cassius pensó en qué clase de mujer sería la que esperaba, sin duda debía ser muy importante, de otro mo9do su padre no lo hubiera enviado personalmente a él, aunque dudaba de el concepto de importancia que tenía su padre, por sucesos anteriormente ocurridos y que no valía la pena recordar, lo que más le intrigaba era que su padre había hecho arreglar una habitación para la dama, al pareces se quedaría con ellos un tiempo, recordó el apellido de la dama “Broccia” le sonaba de algo, por sus lecciones recordó que era una antigua familia italiana, algo tenía que ver con la realeza, estaba seguro

El tiempo pasaba y Cassius seguía sin ver a la joven que esperaba, aunque era un poco difícil dar con alguien de quien solo tenias el nombre y la descripción física, escuchaba a su sirviente quejarse sobre la impuntualidad de la gente y tuvo que admitir que estaba de acuerdo, tal vez por la educación que sus tutores le dieron, pero en este caso la culpa era del maquinista, a menos que la dama ya hubiera llegado a la estación y el no la hubiera visto, podría ser, entre tanta gente era posible no ver a alguien

Sin embargo, cuando otro tren llegó a la estación, se fijó en una joven que bajaba de un vagón, ayudada por un hombre; la observó un momento, parecía cumplir con la descripción que tenia, cabello castaño… piel blanca, si, debía ser ella- espérame aquí, Jacques- le dijo a su acompañante, se abrió paso entre la multitud en dirección a la joven, no le dio importancia a como estaba vestida, Cassius nunca se fijaba en esas cosas- Bonjour, mademoiselle- saludó con una sonrisa- ¿es usted Elladora Broccia? Me han enviado a buscarla

por **Elladora Broccia** Mar Sep 27, 2011 8:45 am

Acomodé con suavidad mi sombrero para intentar aparentar normalidad. Un hombre de la estación, muy amablemente y en un francés fluido me pidió que me moviera pues estaba ocupando la salida de los demás pasajeros. Contra mi voluntad me moví un par de pasos hacia la derecha recordando de pronto a Petunia. La habían colocado en otro vagón pues no se permitía llevar animales donde estaban los pasajeros. Nadie sabe lo que podrían hacer, eran demasiado impredecibles.

Sabía que tenía que esperar a un joven antes de poder hacer cualquier movimiento. Tomaba en cuenta que para comunicarse su brusco francés no funcionaría bien así que esperó y esperó en silencio mirando con ojos ávidos todo lo que ocurría a su alrededor...Las parejas que se reencontraban, los encuentros familiares, la búsqueda de personas...Entre otros.

Distraída en mis pensamientos no me percaté del joven que se acercaba hasta mí hasta que me saludó. Encajaba con la descripción: rubio, blanco, sonrisa amable y ojos claros. Guardé silencio mientras tanto, no sabía responderle al saludo. O por lo menos no en francés - Buongiorno, signore- Al escuchar mi nombre no pude evitar sonreír de forma más abierta y simpática terminando por asentir con suavidad. Recordaba lo que Flabio me había comentado de los objetivos de su padre. No iniciaría estrategias ahora, mejor después. Acerté a hacer una reverencia hacia Cassius, no olvidaba mis modales ni que él era de clase alta.

-Petunia- Solté con algo de ansiedad en un notable acento italiano -Mi gata- Señalé con mi mano libre el vagón en el que la habían encerrado indicándole que me acompañara a buscarla con una sonrisa de inocencia.

por **Cassius de Beaumaris** Mar Oct 04, 2011 11:04 pm

Sonrió ampliamente al escuchar a la dama responder su saludo, aunque hubiera sido en italiano, sus tutores le habían enseñado algo de italiano, aunque no lo hablaba con fluidez- bienvenida a Paris, mademoiselle Broccia – dijo sonriendo con amabilidad, seguía desconociendo el motivo de la mujer de visitar París, pero aun no se atrevía a preguntar, esa clase de preguntas evitaba decirlas, al menos hasta que tuviera la confianza suficiente- espero que haya estado bien su viaje

Observó a la joven señalar el vagón donde según ella venia su gata, y se giró hacia el lugar para acompañar a la joven hacia el lugar para que pudiera recoger a su mascota- que bonita- dijo observando al pequeño animal por entre los barrotes de su jaula- espero que no la haya pasado mal viajando así- los animales le gustaban a Cassius, se sentía a gusto con ellos, aunque a su padre no le gustara mucho tener animales en su casa, pero supuso que por tratarse de su invitada haría una excepción, y hablando de eso…- ya todo está listo para su hospedaje en París, mi padre dispuso de una habitación en nuestra casa, espero no le incomode- sonrió levemente, como ofreciendo disculpas de antemano, su padre había ordenado que trataran a la dama como una invitada especial, y había dispuesto varias comodidades para ella

- Entonces- murmuró observando a la dama- podemos dirigirnos a mi hogar de inmediato para que descanse y se relaje un poco, o si dese podemos dar una vuelta por Paris, no se preocupe por su equipaje- señaló al hombre que lo acompañaba- puedo hacer que lo lleven a mi hogar, incluso a Petunia si desea- sonrió al mencionar a la gatita- así que… usted dirá- metió las manos en sus bolsillos mientras esperaba que la dama tomara una decisión

por **Elladora Broccia** Mar Oct 11, 2011 1:01 pm

No pude evitar responderle con una sonrisa pícara la que él me había regalado. Lo cierto es que pese a que mis nervios se habían calmado, aún la llama del deseo seguía intacta. Había pasado por demasiadas emociones en poco más de unas horas y necesitaba desbocarme...Perderme en ellos y dar descanso a mi alma. Supe que me sonrojé por la forma en la que me vio y sonreí aún más con un deje de vergüenza.

Caminé a su lado dejando que mis caderas bamboleran al ritmo que mis altos zapatos taconeaban en el piso. Mi pequeña Petunia estaba aún metida en esa horrosa caja, más parecida a una cárcel, cuando la bajaron del vagón. Atiné a acariciarle su hermosa cabeza entre los barrotes, su ronroneo me dio la bienvenida. Al retirarme pude oír un doloroso maullido de ayuda. Quería que la sacaran de ahí y no podía evitar saber cómo se sentía. Yo había pasado por lo mismo.

Bajé la vista con una sonrisa de resignación y alcé el hombro cuando me preguntó por su viaje -Necesité la compañía de alguien -No sólo para hablar, pero ese tipo de comentarios me lo guardaba para mi misma. Me llevé una mano a los labios en un gesto espontáneamente inocente cuando me habló de que todo estaba dispuesto. Mi emigración había sido rápida pero sin duda el monsieur De Beaumaris era todo un caballero - No puedo esperar por agradecerle a ambos tan impecable recepción, monsieur- Y sí que sabría agradecerle. Había venido aquí con dos trabajos. El primero era por aquel en el que me había convertido famosa en burdeles, el segundo lo tenía delante de mi.

Las opciones que me presentó me dieron un gran dilema. Por una parte quería acostarme en una suave cama ~Preferentemente acompañada~ y por otro lado, me moría por conocer París. Así que.. ¿cuál sería?. Con mirada distraída, ya que estaba pendiente de mis pensamientos, observé al sirviente irse haciendo con las maletas y la cárcel de Petunia. Me mordí el labio con un gesto sensual antes de mirar a Cassius con un deje pícaro -Creo que iremos a pasear- Podría contenerme un poco más y eso siempre servía para tener mayores y mejores sensaciones en la cama.

por **Cassius de Beaumaris** Miér Oct 19, 2011 12:56 pm

- Muy bien- sonrió una vez la joven tomó una decisión, en cierto modo le alegraba que hubiera decidido conocer parís, principalmente porque al chico le gustaba pasear, ya había recorrido los principales lugares de París bastantes veces pero aun así siempre le sacaba provecho a esos lugares, era como si cada vez la experiencia fuera diferente, Cassius adoraba Paris, a veces incluso le molestaba que la gente no notara lo hermosa que era su ciudad, así que ese día el se encargaría de mostrarle esa belleza a la señorita Broccia- permítame un momento- dijo mientras se dirigía a su sirviente, quien ya estaba haciendo los últimos detalles para llevar el equipaje de la dama

- Ten cuidado con eso Jacques- le advirtió- lo último que mi padre, y yo, queremos es que se estropeen las pertenencias de nuestra invitada- el sirviente asintió y se subió al carruaje, tumbo a la mansión, Cassius dio media vuelta y se dirigió de nuevo a Elladora- todo listo, entonces ¿nos vamos?- levantó su brazo derecho para que Elladora se acomodara en el, ahora lo importante era salir de la abarrotada estación, así que como pudo se abrió paso teniendo cuidado de que no lastimaran a la joven

Una vez lograron salir de la estación Cassius se acercó a la calle para tomar uno de esos carruajes públicos, dudaba que a Elladora le gustara caminar después del viaje, Paris era una ciudad muy grande y resultaría agotador recorrerla a pie, tuvo suerte, un carruaje de detuvo- después de usted- dijo abriendo la puerta para que Elladora subiera- veamos… ¿Qué lugar le gustaría conocer primero? Podemos ir a la plaza, o al jardín botánico, o si quiere podemos ir a ver algunas tiendas

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