Acechando [Privado Jacqueline]

por **Gianella Massone** Sáb Sep 17, 2011 12:29 am

Recuerdo del primer mensaje :

Habían noches que debían aprovecharse en todo sentido, y ésta era una para la italiana de ojos azules, que gracias a su prolongada experiencia en la ciudad francesa, y más específicamente en los barrios bajos de ésta, sabía cuándo y cómo actuar de mejor manera para cumplir sus objetivos, esos que desagradaban tanto a los que llevaban una vida basada en el gasto y en el exceso; incapaces de mirar más abajo de sus narices con aire no altivo ni arrogante.

Ni bien cayó la noche se dirigió raudamente al mercado, lugar que estaría atestado de gente a esa hora, ya que los vampiros se multiplicaban como plaga a pesar del hecho de alimentarse principalmente de sangre; o quizás era ese mismo hecho lo que les motivaba a poblar el área, con intenciones de aprovecharse de algún humano débil e inocente. Sin embargo, Gianella no iba allí por los vampiros: le daban absolutamente lo mismo en ese instante, aunque nada impediría que saltara a la acción para detener a algún chupasangre desadaptado.

Se mezcló entre la muchedumbre con una capucha de colores café, deseando en ese momento no querer respirar a causa de la mezcla asquerosa de olores vampíricos y perfumes caros con la que tenía que lidiar cada segundo; y su objetivo fue rápidamente visto: una tienda de frutas que ya había vigilado semanas atrás a modo de seguimiento. Sabía quién era su dueño, y sabía todas y cada una de sus mecánicas a la hora de cuidar su valiosa tienda. Y también sabía que era una de las peores personas que podían existir, por ello su interés en hacerle pagar por lo que había hecho. Lentamente se fue acercando, y se quedó a unos cuantos metros, al acecho...esperando el momento preciso para coger lo que le correspondía.

por **Gianella Massone** Miér Oct 26, 2011 7:24 am

La hija de la luna le escuchó en el silencio más absoluto, que solamente podía ser perturbado por su propia y lenta respiración junto con la agitada de sus jóvenes y agradecidos acompañantes, quienes en el fondo estaban ansiosos por regresar a la humilde tienda que la misma italiana les había ayudado a construir un día de lluvia. Negó lentamente con la cabeza al escuchar la comparación que la inmortal hacía con el resto de sus enemigos eternos y inmortales. Sin embargo, su semblante se hizo más positivo y confiado al encargarle el bienestar de aquellos humanos inocentes que tenían toda una dura vida por delante. Y como si ese momento por sí mismo no era lo suficientemente raro, sus propios sentimientos afloraron, dibujando una sonrisa ladina por primera vez ante parte de las personas que odiaba tan sólo por el hecho de ser como eran.

- Gracias…supongo.

Le siguió con la mirada hasta que se perdió de vista entre la oscuridad de aquel lugar, y luego suspiró. – Vámonos a casa. – susurró a sus pequeños acompañantes y éstos le siguieron como perro a su amo, desapareciendo a paso lento pero seguro, dispuestos a seguir luchando por sobrevivir tal y como siempre lo hacían, y tal y como lo iban a seguir haciendo.

Todo con una principal motivación: una sonrisa.

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