AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre Dulzores y Sabores (Nirvana D'Aubigne)
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Entre Dulzores y Sabores (Nirvana D'Aubigne)
La mañana había sido muy provechosa, había paseado por el parque, hecho amistad con un joven, tenía bocetos, muchos bocetos sobre la Catedral de Notre Dame y qué decir sobre los que había hecho de la ropa de las personas que había visto, mejorándolas y dándole un nuevo estilo.
Sin embargo, ahora sí que estaba agotada, hambrienta y lo suficientemente lejos de casa como para llegar a la hora de la comida. Había despachado a Juan hacía una hora, para que fuera a avisar que no regresaría a comer. El problema era ¿Dónde ir a comer?
Sonrió al recordar que su padre le había recomendado un lugar exquisito, así que empezó a buscarlo, sin poner tanto hincapié en ello, a finales de cuentas, el cuerpo mismo ordenaba descanso. Para su fortuna, pronto lo encontró y tras una pequeña sonrisa, entró al lugar, siendo conducida a una bonita mesa, donde pidió su comida y se concentró en disfrutarla, en paladear cada sabor.
Estaba bien cocinada, con sabores nuevos, pero no por ello desagradables, aunque sí hizo que el mesero que la atendía le explicara en qué consistía cada uno de los platillos y cómo estaban elaborados, claro, dentro de lo que era permisible contar; para así, saber qué pedirle a Marcelo, el mayordomo de su tutor, para comer.
Una vez satisfecho el apetito, pidió un postre con un chocolate caliente. Era muy caro y a pesar del costo, no le importó con tal de darse un capricho. Sólo entonces, se dio a la labor de revisar sus bocetos y de mirar con discreción a los demás, para seguir con la idea de construir una línea de ropa que ofrecer a la venta, claro que le faltaba gente, quizá hablara con su anfitrión para que se asociara con ella, de todas formas, tenía que buscar socios. Sí, personas que la ayudaran con su propósito, con sus ideas.
Tenía que hablar con más gente.
Sin embargo, ahora sí que estaba agotada, hambrienta y lo suficientemente lejos de casa como para llegar a la hora de la comida. Había despachado a Juan hacía una hora, para que fuera a avisar que no regresaría a comer. El problema era ¿Dónde ir a comer?
Sonrió al recordar que su padre le había recomendado un lugar exquisito, así que empezó a buscarlo, sin poner tanto hincapié en ello, a finales de cuentas, el cuerpo mismo ordenaba descanso. Para su fortuna, pronto lo encontró y tras una pequeña sonrisa, entró al lugar, siendo conducida a una bonita mesa, donde pidió su comida y se concentró en disfrutarla, en paladear cada sabor.
Estaba bien cocinada, con sabores nuevos, pero no por ello desagradables, aunque sí hizo que el mesero que la atendía le explicara en qué consistía cada uno de los platillos y cómo estaban elaborados, claro, dentro de lo que era permisible contar; para así, saber qué pedirle a Marcelo, el mayordomo de su tutor, para comer.
Una vez satisfecho el apetito, pidió un postre con un chocolate caliente. Era muy caro y a pesar del costo, no le importó con tal de darse un capricho. Sólo entonces, se dio a la labor de revisar sus bocetos y de mirar con discreción a los demás, para seguir con la idea de construir una línea de ropa que ofrecer a la venta, claro que le faltaba gente, quizá hablara con su anfitrión para que se asociara con ella, de todas formas, tenía que buscar socios. Sí, personas que la ayudaran con su propósito, con sus ideas.
Tenía que hablar con más gente.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Entre Dulzores y Sabores (Nirvana D'Aubigne)
Otro problema con su padre. Desde que había dejado el titulo parecía que molestaba a Nirvana mucho más de la cuenta, la rubia se lo atribuía a que tenía más tiempo ´para cosas personales como un gusto por los diamantes y al ser ella ahora una figura política él se tomaba las libertades de pedirle lo que fuera, era lo malo de ser la hija de un ex duque. Pero esa tarde no, hacía tres días que había atendido a esa fiesta y no pensaba hacer una segunda aparición en u evento como esos solo para que ganará fama. Salió temprano haciendo lo que tenía que hacer para no acaparar la atención de su padre pero eso no fue posible. Nirvana era listo pero demasiado joven como para verle el colmillo a su padre, la había abordado justo cuando esta puso un pie fuera de la residencia.
A pesar de lo que Nirvana pudo haber creído su padre agradeció la presencia que había tenido, por primera vez Nirvana sintió que su padre era sincero hasta que mencionó que tenía le daba el día libre. La astuta rubia no mostró ninguna muestra de enojo pero por dentro estaba hecha una furia, sonrío gentilmente a su progenitor y dio la media vuelta. Estaba tan indignada con el comentario con su padre que asumió que el chofer sabía a donde quería ir y cuando se dio cuenta de que habían empezado a andar solamente balbuceo algo sin sentido al no saber su destino. Al final acabó en una de las zonas más populares de Paris, lo sabía porque muchas veces había estado en allá pero…acompañada. El protocolo francés era muy estricto así que Nirvana probaría las mieles de la soledad mientras sus ojos se posaban en un lugar gourmet.
Le aseguró a su chofer que estaría bien y que no sería necesario volver por una de sus damas. Al fin se quedó en la puerta y avanzó por los tres pequeños escalones, empujo la puerta con una mano y con la otra jaló la cola de su vestido. El silencio la hizo levantar los ojos, paseo la mirada por todos los presentes, todos reconocidos hombres de alcurnia más no aristocráticos…todos excepto una mujer, de facciones distintas, muy hermosa y bien ambientada. Nirvana había sido educada desde muy pequeña, sabía reconocer a la aristocracia, a la realeza y a los que solo querían aparentarlo. Le dedicó una fugaz sonrisa a la mujer pues le pareció correcto presentar un pequeño honor y se desvío a una de las mesas que el anfitrión le ofrecía. Después de casi cinco minutos de escuchar cumplidos, “Su excelencia” y ver miles de reverencias puso fin a las caravanas y ordenó un postre, al que pidió le adicionaran algunas frambuesas.
Espero en silencio con gesto amable. Nirvana no era mala, ni grosera, tal vez tenía el aspecto pero en realidad era muy humilde-Mademoiselle disculpe mi impertinencia al no tratarla como se merece-a Nirvana le había estado picando la semillita de la duda y como le gustaba socializar no dudo en dirigirse a la dama elegante a la que antes había saludado-¿Le gustaría acompañarme?-se quedó con la mirada fija en la mujer, muy lejos de las situaciones diplomáticas Nirvana había dado el primer paso porque era con la única persona de ese lugar con la que de identificaba.
A pesar de lo que Nirvana pudo haber creído su padre agradeció la presencia que había tenido, por primera vez Nirvana sintió que su padre era sincero hasta que mencionó que tenía le daba el día libre. La astuta rubia no mostró ninguna muestra de enojo pero por dentro estaba hecha una furia, sonrío gentilmente a su progenitor y dio la media vuelta. Estaba tan indignada con el comentario con su padre que asumió que el chofer sabía a donde quería ir y cuando se dio cuenta de que habían empezado a andar solamente balbuceo algo sin sentido al no saber su destino. Al final acabó en una de las zonas más populares de Paris, lo sabía porque muchas veces había estado en allá pero…acompañada. El protocolo francés era muy estricto así que Nirvana probaría las mieles de la soledad mientras sus ojos se posaban en un lugar gourmet.
Le aseguró a su chofer que estaría bien y que no sería necesario volver por una de sus damas. Al fin se quedó en la puerta y avanzó por los tres pequeños escalones, empujo la puerta con una mano y con la otra jaló la cola de su vestido. El silencio la hizo levantar los ojos, paseo la mirada por todos los presentes, todos reconocidos hombres de alcurnia más no aristocráticos…todos excepto una mujer, de facciones distintas, muy hermosa y bien ambientada. Nirvana había sido educada desde muy pequeña, sabía reconocer a la aristocracia, a la realeza y a los que solo querían aparentarlo. Le dedicó una fugaz sonrisa a la mujer pues le pareció correcto presentar un pequeño honor y se desvío a una de las mesas que el anfitrión le ofrecía. Después de casi cinco minutos de escuchar cumplidos, “Su excelencia” y ver miles de reverencias puso fin a las caravanas y ordenó un postre, al que pidió le adicionaran algunas frambuesas.
Espero en silencio con gesto amable. Nirvana no era mala, ni grosera, tal vez tenía el aspecto pero en realidad era muy humilde-Mademoiselle disculpe mi impertinencia al no tratarla como se merece-a Nirvana le había estado picando la semillita de la duda y como le gustaba socializar no dudo en dirigirse a la dama elegante a la que antes había saludado-¿Le gustaría acompañarme?-se quedó con la mirada fija en la mujer, muy lejos de las situaciones diplomáticas Nirvana había dado el primer paso porque era con la única persona de ese lugar con la que de identificaba.
Nirvana D'Aubigne- Realeza Francesa
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Re: Entre Dulzores y Sabores (Nirvana D'Aubigne)
Son almas gemelas, separadas sin duda,
estan pidiendo a gritos unirse y volver a ser una.
Sienten algo y no saben por qué, aunque las dos saben,
que es mucho mas fuerte que una amistad lo que les une.
estan pidiendo a gritos unirse y volver a ser una.
Sienten algo y no saben por qué, aunque las dos saben,
que es mucho mas fuerte que una amistad lo que les une.
Si bien los bocetos eran realmente buenos, Marianne los examinaba con total concentración, no obstante pudo percatarse de que una persona entraba y por la forma en que la reverenciaban y se les ponían de tapete, seguramente era alguien reconocido, quizá de la alta sociedad o bien, de la nobleza. Desconocía el dato, mientras bebía un poco de su chocolate degustando desde el cacaco hasta la leche y la espuma. Un buen chocolate, a su parecer, aunque su nana lo hiciera mil veces mejor, era superior a los que había bebido a últimas fechas, sobre todo los de la cocinera de su tutor, es decir, ¿Quién le había dicho que un chocolate caliente llevaba vainilla? Se había quedado más que sorprendida por ello... ahhh qué real locura.
Y ahora mismo, disfrutaba del postre que sí, realzaba el sabor del chocolate y le daba esa satisfacción pocas veces encontrada. Había escuchado que un beso de la pareja o... bueno, - tragó saliva - eso que se hacía en la noche de bodas era más que delicioso, pero ella, que no conocía nada de eso, prefería un buen bocado y un trago del chocolate y era feliz. Nada más complicado que eso tendría que ser mucho más satisfactorio, por más que lo djeran. Había aprendido que los hombres eran cuanto o más complicado que las mujeres, así que un bocadillo que no hablaba, que no pensaba y que ahi estaba listo para degustar, jamás era mejor que algo que tuviera que ver con el factor "pareja".
Su cabeza giró cuando alguien llamó su atención y observó a la hermosa rubia ante ella, así que era quien había revolucionado todo el local, aunque Marianne tenía el mismo tratamiento en Madrid, agradecía el lugar donde no era conocida, pero la sonrisa de la dama francesa era irresistible y Marianne quería, por qué no, conocerla, así que tomó sus cosas y tras indicarle a la persona que la atendía sobre lo que iba a hacer, se puso en pie y fue a donde la dama, haciendo una magnífica reverencia, mientras le sonreía, con unos ojos llenos de alegría y complacencia por estar ante ella. Era toda una bocanada de aire fresco el compartir una mesa con alguien, pero sobre todo, cuando no se sabía nada de ella.
- No se preocupe - dijo sentándose frente a ella, acomodando su libreta a un lado y volteando a dedicarle toda su atención - todo está bien, al contrario, gracias por permitirme tener un trato con usted, mi nombre es Marianne Louvier y es un enorme placer conocerla, mademoiselle - su francés tenía un acento extranjero marcado, pero delicioso. Vestía de una forma muy interesante, con algunos adornos netamente españoles, pero con un estilo muy francés, marcado y al mismo tiempo muy libre. Como si su modista le gustara experimentar y el resultado era explosivo de una forma netamente magnífica.
Le fue servido su chocolate a medio tomar y el postre, consistente en un mousse de fresa con un toque de licor almendrado que la señorita Nirvana bien conocía, de tantas veces que había ido. Su acompañante le observaba con ojos expectantes, recorriéndole el bonito rostro, pero sobre todo, mirando curiosa la forma en que se había sujetado el peinado, una nueva moda en París, pero que seguramente no había llegado hasta el país de Marianne, quien esperaba pacientemente a que su acompañante siguiera la plática.
Y ahora mismo, disfrutaba del postre que sí, realzaba el sabor del chocolate y le daba esa satisfacción pocas veces encontrada. Había escuchado que un beso de la pareja o... bueno, - tragó saliva - eso que se hacía en la noche de bodas era más que delicioso, pero ella, que no conocía nada de eso, prefería un buen bocado y un trago del chocolate y era feliz. Nada más complicado que eso tendría que ser mucho más satisfactorio, por más que lo djeran. Había aprendido que los hombres eran cuanto o más complicado que las mujeres, así que un bocadillo que no hablaba, que no pensaba y que ahi estaba listo para degustar, jamás era mejor que algo que tuviera que ver con el factor "pareja".
Su cabeza giró cuando alguien llamó su atención y observó a la hermosa rubia ante ella, así que era quien había revolucionado todo el local, aunque Marianne tenía el mismo tratamiento en Madrid, agradecía el lugar donde no era conocida, pero la sonrisa de la dama francesa era irresistible y Marianne quería, por qué no, conocerla, así que tomó sus cosas y tras indicarle a la persona que la atendía sobre lo que iba a hacer, se puso en pie y fue a donde la dama, haciendo una magnífica reverencia, mientras le sonreía, con unos ojos llenos de alegría y complacencia por estar ante ella. Era toda una bocanada de aire fresco el compartir una mesa con alguien, pero sobre todo, cuando no se sabía nada de ella.
- No se preocupe - dijo sentándose frente a ella, acomodando su libreta a un lado y volteando a dedicarle toda su atención - todo está bien, al contrario, gracias por permitirme tener un trato con usted, mi nombre es Marianne Louvier y es un enorme placer conocerla, mademoiselle - su francés tenía un acento extranjero marcado, pero delicioso. Vestía de una forma muy interesante, con algunos adornos netamente españoles, pero con un estilo muy francés, marcado y al mismo tiempo muy libre. Como si su modista le gustara experimentar y el resultado era explosivo de una forma netamente magnífica.
Le fue servido su chocolate a medio tomar y el postre, consistente en un mousse de fresa con un toque de licor almendrado que la señorita Nirvana bien conocía, de tantas veces que había ido. Su acompañante le observaba con ojos expectantes, recorriéndole el bonito rostro, pero sobre todo, mirando curiosa la forma en que se había sujetado el peinado, una nueva moda en París, pero que seguramente no había llegado hasta el país de Marianne, quien esperaba pacientemente a que su acompañante siguiera la plática.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Entre Dulzores y Sabores (Nirvana D'Aubigne)
A Nirvana le parecía extremadamente entretenido tener a alguien con quien compartir algo aunque este algo fuera muy pequeño y todo porque su trato se limitaba con la princesa Dominique. En un mundo donde el poder político pocas veces recaía en las mujeres y en donde estás misma se encargaban de hundirte, tener una amiga era difícil pero no imposible, por eso el espíritu de la rubia fue a parar hasta la dama de facciones increíbles. Nirvana se podía decir que no conocía mucho fuera de Francia y justo en ese momento se encontraba realmente fascinada-El placer es todo mío-la rubia se percató de que tal vez su acompañante viniera del país vecino pero como le encantaba descubrir las cosas por medio de preguntas esperaría un momento-Soy Nirvana D’Aubigne pero llámeme Nirvana-al pronunciar estas palabras se dio cuenta de que el local se había quedado prácticamente en silencio. Todo era susurros que delataban el interés de los demás comensales en ella y su compañera.
Sonrío disimuladamente su gusto por la atención y se fijó nuevamente en la castaña que tenía enfrente-Madeimoselle me anticipo que nos visita de tierras no tan lejanas-ladeo la cabeza en un pequeño gesto acusatorio como si planeara meterse en los ojos aceitunados que también la miraban de forma directa y concisa-La pregunta aquí es ¿Viene por negocios o por placer?-tamborileo los dedos por la mesa hasta que dos de sus falanges acabaron posados en el tenedor que tenía a pocos centímetros. Su postre fue traído casi al momento en que levanto el utensilio. Todo el tenedor entre los dedos asegurándose de no perder de vista nada de lo que pudiera hacer la dama-Si el caso es placer le puedo hablar de muchos lugares que puede visitar y por favor no dude en preguntar-corto un poco de su postre y se llevó el bocado a la boca, mastico suavemente dejando que la misma consistencia llenara su boca. Sintió una emoción momentánea al ver los hermosos brocados y en si detalles de la ropa de la señorita Marianne, como cualquier niño al que se le da un dulce y por la desesperación de comerlo no le importa que lo haga con todo y envoltura. Nirvana amaba la ropa y la moda, así que cualquier atisbo de ella en otra mujer le hacía querer preguntar ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿Dónde?
-Tiene que decirme quien confecciona su ropa, tiene un aire vanguardista-bajo la mirada a la mesa para observar su postre. Tenía un aspecto tan lindo que después de haber comido el primer bocado se arrepintió. Sus palabras se detuvieron ahí, no solía atosigar a la gente con preguntas y miles de frases, solo las necesarias a menos de que se sintiera en confianza y le agradara dicha personas cosa que como se podía ver le sucedía. Uno de los meseros se acercaba con paso lento como si su movimiento oscilara, tal vez necesitaba de eso para armarse de valor y enfrentar a las dos damas, no era muy común ver a alguien de la nobleza pasearse por esos lugares sin nadie de acompañantes y todos sabían que al ser un grupo privilegiado las actitudes podían ser desde una amable sonrisas hasta un grito déspota si es que se llegaba a interrumpir. El joven se detuvo en seco, casi pálido y con cara de asustado cuando se dio cuenta de que Nirvana le había puesto atención desde hace ya unos instantes. La rubia asintió con la cabeza para darle más confianza de acercarse. El chico camino hasta ellas y se pasó erguido justo en medio de ambas.
-Todo está bien gracias-le guiño un ojo al chico y se giró para con la morena-Dime Marianne ¿Deseas algo más?-Nirvana se permitió tutearla para preguntar ¿Titulo anula título? En la corte Parisina no. Según el protocolo francés siempre se debía dirigir con el respeto que ostentaba un título a la persona con quien se trataba pero estaban fuera de la corte y a Nirvana le parecía aburrido hacer esa parafernalia aunque desde que cargaba con el título tenía que aguantarse con eso todas las veces en que a sus padres se les daba por tratarla de usted.
Sonrío disimuladamente su gusto por la atención y se fijó nuevamente en la castaña que tenía enfrente-Madeimoselle me anticipo que nos visita de tierras no tan lejanas-ladeo la cabeza en un pequeño gesto acusatorio como si planeara meterse en los ojos aceitunados que también la miraban de forma directa y concisa-La pregunta aquí es ¿Viene por negocios o por placer?-tamborileo los dedos por la mesa hasta que dos de sus falanges acabaron posados en el tenedor que tenía a pocos centímetros. Su postre fue traído casi al momento en que levanto el utensilio. Todo el tenedor entre los dedos asegurándose de no perder de vista nada de lo que pudiera hacer la dama-Si el caso es placer le puedo hablar de muchos lugares que puede visitar y por favor no dude en preguntar-corto un poco de su postre y se llevó el bocado a la boca, mastico suavemente dejando que la misma consistencia llenara su boca. Sintió una emoción momentánea al ver los hermosos brocados y en si detalles de la ropa de la señorita Marianne, como cualquier niño al que se le da un dulce y por la desesperación de comerlo no le importa que lo haga con todo y envoltura. Nirvana amaba la ropa y la moda, así que cualquier atisbo de ella en otra mujer le hacía querer preguntar ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿Dónde?
-Tiene que decirme quien confecciona su ropa, tiene un aire vanguardista-bajo la mirada a la mesa para observar su postre. Tenía un aspecto tan lindo que después de haber comido el primer bocado se arrepintió. Sus palabras se detuvieron ahí, no solía atosigar a la gente con preguntas y miles de frases, solo las necesarias a menos de que se sintiera en confianza y le agradara dicha personas cosa que como se podía ver le sucedía. Uno de los meseros se acercaba con paso lento como si su movimiento oscilara, tal vez necesitaba de eso para armarse de valor y enfrentar a las dos damas, no era muy común ver a alguien de la nobleza pasearse por esos lugares sin nadie de acompañantes y todos sabían que al ser un grupo privilegiado las actitudes podían ser desde una amable sonrisas hasta un grito déspota si es que se llegaba a interrumpir. El joven se detuvo en seco, casi pálido y con cara de asustado cuando se dio cuenta de que Nirvana le había puesto atención desde hace ya unos instantes. La rubia asintió con la cabeza para darle más confianza de acercarse. El chico camino hasta ellas y se pasó erguido justo en medio de ambas.
-Todo está bien gracias-le guiño un ojo al chico y se giró para con la morena-Dime Marianne ¿Deseas algo más?-Nirvana se permitió tutearla para preguntar ¿Titulo anula título? En la corte Parisina no. Según el protocolo francés siempre se debía dirigir con el respeto que ostentaba un título a la persona con quien se trataba pero estaban fuera de la corte y a Nirvana le parecía aburrido hacer esa parafernalia aunque desde que cargaba con el título tenía que aguantarse con eso todas las veces en que a sus padres se les daba por tratarla de usted.
Nirvana D'Aubigne- Realeza Francesa
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Re: Entre Dulzores y Sabores (Nirvana D'Aubigne)
Amiga
No hay memoria donde no aparezcas
Ni hay recuerdos en los que no estés
y en los días tristes y felices
fue con vos que reí y lloré.
No hay memoria donde no aparezcas
Ni hay recuerdos en los que no estés
y en los días tristes y felices
fue con vos que reí y lloré.
Mira a su alrededor, sobre todo tras sentarse y ver que su compañera se presentaba y el silencio que le siguió. Observó a las mesas y paradeó sorprendida. Por la Virgen, sí que era importante su compañera o bien, famosa, por la forma en que las miraban, el morbo, las actitudes, qué groseros eran. Sin embargo su cabeza conectó el nombre y el cargo y volteó a mirar a su interlocutora con curiosidad. Entendía ahora todo, desde la forma en que la trataban, las reverencias, absolutamente todo. Y sonrió.
- Ah, entiendo, en mi país me dan trato de Grande de España porque comparto, como usted, el mismo título de Duquesa - le sonrió y le guiño un ojo, para que siguiera el comentario que iba a hacer: - y supongo que vuestro título no le evita que la miren raro, que escuchen su conversación de forma maleducada, que la quieran vestir como gusten, que le quieran dar de comer lo que ellos desean, que no le den la intimidad que, al menos, a mí me gusta tener - de inmediato, por el rabillo del ojo, vio como el maitre, daba órdenes para que varias mesas se desocuparan y tuvieran más privacidad - por eso me gusta venir a otros países donde paso inadvertida, es como - aspiró aire profundamente - aire fresco que entra a los pulmones. Debería intentarlo alguna vez - le aconsejó - y por favor, llámeme Marianne, que de momento, aquí no es necesario ser tan protocolar.
Tomó un traguito de su chocolate, aspirando su olor delicioso y tan familiar, calentándose el cuerpo y al mismo tiempo, observando con mucho cuidado cómo todos habían tenido que obedecer al maitre, que tener a una Duquesa era una cosa, pero tener a dos, algo completamente diferente y si una quería privacidad, era algo que les daría de inmediato, sin importarle que los miembros de la clase alta se quejara. Mon Dieu, eran de la realeza, por lo que las quejas estaban en segundo plano.
- De momento vengo de España, pero viví durante toda mi niñez y parte de mi juventud en la Nueva España, en las Américas, bastante divertido, interesante, muy hermoso todo, algún día debería ir, Nirvana. Vengo por ambos, negocios porque he puesto mi Club Louvier, una casa de modas - le sonríe - soy diseñadora de ropa y por otro lado, porque aquí vive mi hermano y es la segunda vez que visito París de forma más que temporal, quisiera mantener aquí una estancia más permanente, pero el tiempo lo dirá.
Tomó un bocado de su propio postre, observando cómo los pobres meseros se deshacían por atender a Nirvana, eso no le preocupaba si eran más solícitos con la francesa que con ella, todo lo contrario, porque no le agradaba tanto la sumisión y la forma de tratarla como Grande de España, en ocasiones le daba dolor de cabeza. Prefería un trato más relajado como cuando sólo era parte de la clase alta, pero bueno, había decidido tomar el título para espantar a su ex-prometido, para ser inaccesible a él y ahora tenía que pagar las consecuencias.
- Mmmh - sonrió mirándola - eso suena maravilloso, claro, si usted me acompaña qué mejor, porque normalmente estoy trabajando y mi hermano sólo lo veo en las noches. Tengo amigos en París, pero no dispongo de su tiempo, por lo que si usted me acompañase sería estupendo. Y como le digo, soy diseñadora de modas, boceteo mi propia ropa, cuando guste le puedo mostrar mis bocetos y nos ponemos de acuerdo en cuanto a estilos y adornos, para hacerle un estilo único, lo que sí pido es que mi nombre aparezca cada vez que le pregunten quién le confeccionó el vestido. Una respuesta como: es un vestido Louvier, Estilo Nirvana, sería suficiente.
Sí, tenía bien concebido su negocio, lo suficiente para que todo le diera las satisfacciones que consideraba necesarias y por las que trabajaba duramente, independiente del hecho de ser una Duquesa o una mujer. Todo estaba en su contra, pero lentamente iba rompiendo todos los muros para crear su propia vereda y avanzar. Miró a Nirvana y al jovencito para negar.
- Bueno, un vaso de agua fría, con un toque de limón, por favor. Si no saben cómo hacerla, sólo tráigame el limón y el agua bien helada, yo lo haré - era diferente, porque a diferencia de algunas mujeres de la nobleza, tenía la educación de pedir las cosas por favor y miró a Nirvana con una sonrisa al ver que la tuteaba - gracias por el tuteo, eso me reconforta y me alegra ver que eres una mujer de amplia visión - dijo cuando el joven se hubiera despedido - me parece que nos llevaremos muy bien - estaba convencida de ello - y cuéntame ¿Cómo es tu vida en París?
- Ah, entiendo, en mi país me dan trato de Grande de España porque comparto, como usted, el mismo título de Duquesa - le sonrió y le guiño un ojo, para que siguiera el comentario que iba a hacer: - y supongo que vuestro título no le evita que la miren raro, que escuchen su conversación de forma maleducada, que la quieran vestir como gusten, que le quieran dar de comer lo que ellos desean, que no le den la intimidad que, al menos, a mí me gusta tener - de inmediato, por el rabillo del ojo, vio como el maitre, daba órdenes para que varias mesas se desocuparan y tuvieran más privacidad - por eso me gusta venir a otros países donde paso inadvertida, es como - aspiró aire profundamente - aire fresco que entra a los pulmones. Debería intentarlo alguna vez - le aconsejó - y por favor, llámeme Marianne, que de momento, aquí no es necesario ser tan protocolar.
Tomó un traguito de su chocolate, aspirando su olor delicioso y tan familiar, calentándose el cuerpo y al mismo tiempo, observando con mucho cuidado cómo todos habían tenido que obedecer al maitre, que tener a una Duquesa era una cosa, pero tener a dos, algo completamente diferente y si una quería privacidad, era algo que les daría de inmediato, sin importarle que los miembros de la clase alta se quejara. Mon Dieu, eran de la realeza, por lo que las quejas estaban en segundo plano.
- De momento vengo de España, pero viví durante toda mi niñez y parte de mi juventud en la Nueva España, en las Américas, bastante divertido, interesante, muy hermoso todo, algún día debería ir, Nirvana. Vengo por ambos, negocios porque he puesto mi Club Louvier, una casa de modas - le sonríe - soy diseñadora de ropa y por otro lado, porque aquí vive mi hermano y es la segunda vez que visito París de forma más que temporal, quisiera mantener aquí una estancia más permanente, pero el tiempo lo dirá.
Tomó un bocado de su propio postre, observando cómo los pobres meseros se deshacían por atender a Nirvana, eso no le preocupaba si eran más solícitos con la francesa que con ella, todo lo contrario, porque no le agradaba tanto la sumisión y la forma de tratarla como Grande de España, en ocasiones le daba dolor de cabeza. Prefería un trato más relajado como cuando sólo era parte de la clase alta, pero bueno, había decidido tomar el título para espantar a su ex-prometido, para ser inaccesible a él y ahora tenía que pagar las consecuencias.
- Mmmh - sonrió mirándola - eso suena maravilloso, claro, si usted me acompaña qué mejor, porque normalmente estoy trabajando y mi hermano sólo lo veo en las noches. Tengo amigos en París, pero no dispongo de su tiempo, por lo que si usted me acompañase sería estupendo. Y como le digo, soy diseñadora de modas, boceteo mi propia ropa, cuando guste le puedo mostrar mis bocetos y nos ponemos de acuerdo en cuanto a estilos y adornos, para hacerle un estilo único, lo que sí pido es que mi nombre aparezca cada vez que le pregunten quién le confeccionó el vestido. Una respuesta como: es un vestido Louvier, Estilo Nirvana, sería suficiente.
Sí, tenía bien concebido su negocio, lo suficiente para que todo le diera las satisfacciones que consideraba necesarias y por las que trabajaba duramente, independiente del hecho de ser una Duquesa o una mujer. Todo estaba en su contra, pero lentamente iba rompiendo todos los muros para crear su propia vereda y avanzar. Miró a Nirvana y al jovencito para negar.
- Bueno, un vaso de agua fría, con un toque de limón, por favor. Si no saben cómo hacerla, sólo tráigame el limón y el agua bien helada, yo lo haré - era diferente, porque a diferencia de algunas mujeres de la nobleza, tenía la educación de pedir las cosas por favor y miró a Nirvana con una sonrisa al ver que la tuteaba - gracias por el tuteo, eso me reconforta y me alegra ver que eres una mujer de amplia visión - dijo cuando el joven se hubiera despedido - me parece que nos llevaremos muy bien - estaba convencida de ello - y cuéntame ¿Cómo es tu vida en París?
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Fecha de inscripción : 07/08/2011
Edad : 30
Localización : París, Francia
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