AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Paz interior? {Priv-Joris}
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¿Paz interior? {Priv-Joris}
El sol se había ocultado ya y era la luna quien gobernaba en el cielo desde hacia ya mas de media hora, despertando así a la joven que dormía en su habitación como si su noche fuera regida por el sol y que miraba ausente el techo de su cuarto.
¿Debía salir aquella noche? Una parte de ella decía que no, que por una noche podía quedarse en su casa y simular ser una humana mas que se mantenía dentro de su hogar en las horas nocturnas, pero la otra parte de ella misma, aquella que ella denominaba su parte “inmortal” le decía que debía salir para poder tener un momento al aire libre, aquel que desde la noche anterior antes de sumirse en su sueño de día, ya deseaba.
Al final, solo pudo levantarse de su cómoda cama e ir directamente a su armario en busca de algo sencillo que ponerse. Esa noche saldría como todas las demás pero no a comer, no a pasear, no a disfrutar. Tenia unas palabras que decirle a cierta persona y no se iba a quedar con las ganas. Y para su suerte, solo había un lugar en donde podía hablar con esa persona.
La catedral de Notre Dame.
Diez minutos mas tarde después de haberse levantado, salía de su casa con paso bastante acelerado siendo ella quien era, camuflándose entre la oscuridad gracias a su sencillo traje negro mientras que su cabello se mantenía sujetado por una coleta alta que danzaba sobre su espalda gracias al vaivén de su andar y de la dulce brisa que surcaba el lugar con suavidad.
Nadie parecía reparar en su presencia mientras andaba, nadie notaba el hecho de que ella se movía entre las calles con soltura, como si se hubiese criado entre ellas cuando la realidad era otra, pero eso a ella no le importaba. Solo deseaba llegar a la catedral lo antes posible, desahogarse y después volver a su casa para volver a sumirse en un sueño que la separaba de su realidad.
Poco después, las puertas cerradas de la catedral se erguían delante de ella orgullosas, como retándola a entrar en aquel lugar “sagrado”, reto que ella aceptaba encantada con una sonrisa fría en el sus labios. Un empujón a una de las puertas, y poco después estaba dentro del solitario lugar con la luz de la luna entrando por el pequeño hueco que dejaba la puerta entre abierta.
La catedral, iluminada por la luz de las velas que le daba a todo un extraño aspecto que no lograba intimidarla, solo darle cierta tristeza. Hacia años que no entraba en una catedral, desde que era humana.
-La catedral en donde Dios habita… y donde se supone que yo no puedo entrar-se burlaba la joven mientras caminaba entre el camino de velas, mirando la cruz imponente que estaba en la pared detrás del altar-Mirame, gran señor, estoy aquí no muero-murmuro, mirando al suelo-No muero….
Levanto la mirada y sonrió tristemente, acercándose a una de las velas y mirándola como si fuera una joya de valor incalculable.
¿Debía salir aquella noche? Una parte de ella decía que no, que por una noche podía quedarse en su casa y simular ser una humana mas que se mantenía dentro de su hogar en las horas nocturnas, pero la otra parte de ella misma, aquella que ella denominaba su parte “inmortal” le decía que debía salir para poder tener un momento al aire libre, aquel que desde la noche anterior antes de sumirse en su sueño de día, ya deseaba.
Al final, solo pudo levantarse de su cómoda cama e ir directamente a su armario en busca de algo sencillo que ponerse. Esa noche saldría como todas las demás pero no a comer, no a pasear, no a disfrutar. Tenia unas palabras que decirle a cierta persona y no se iba a quedar con las ganas. Y para su suerte, solo había un lugar en donde podía hablar con esa persona.
La catedral de Notre Dame.
Diez minutos mas tarde después de haberse levantado, salía de su casa con paso bastante acelerado siendo ella quien era, camuflándose entre la oscuridad gracias a su sencillo traje negro mientras que su cabello se mantenía sujetado por una coleta alta que danzaba sobre su espalda gracias al vaivén de su andar y de la dulce brisa que surcaba el lugar con suavidad.
Nadie parecía reparar en su presencia mientras andaba, nadie notaba el hecho de que ella se movía entre las calles con soltura, como si se hubiese criado entre ellas cuando la realidad era otra, pero eso a ella no le importaba. Solo deseaba llegar a la catedral lo antes posible, desahogarse y después volver a su casa para volver a sumirse en un sueño que la separaba de su realidad.
Poco después, las puertas cerradas de la catedral se erguían delante de ella orgullosas, como retándola a entrar en aquel lugar “sagrado”, reto que ella aceptaba encantada con una sonrisa fría en el sus labios. Un empujón a una de las puertas, y poco después estaba dentro del solitario lugar con la luz de la luna entrando por el pequeño hueco que dejaba la puerta entre abierta.
La catedral, iluminada por la luz de las velas que le daba a todo un extraño aspecto que no lograba intimidarla, solo darle cierta tristeza. Hacia años que no entraba en una catedral, desde que era humana.
-La catedral en donde Dios habita… y donde se supone que yo no puedo entrar-se burlaba la joven mientras caminaba entre el camino de velas, mirando la cruz imponente que estaba en la pared detrás del altar-Mirame, gran señor, estoy aquí no muero-murmuro, mirando al suelo-No muero….
Levanto la mirada y sonrió tristemente, acercándose a una de las velas y mirándola como si fuera una joya de valor incalculable.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/09/2011
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
El Invierno se acerca. Lo notaba al olfatear el aire, aunque en aquellos momentos caminara sobre dos patas y vistiera la piel del humano. Bueno, la piel de humano y un par de capas de tela, cuero y algodón. Era una noche fría y despejada; en el cielo la luna flotaba perezosa, cerca de alcanzar su máximo explendor. Las noches de caza se acercaban, sólo tendría que esperar un par de días más. Pero la sangre le hervía, empujándolo a las zonas solitarias y vacías donde su olfato no sufriría el hedor de los hombres. Donde pudiera dar rienda suelta a su frenesí y su rabia sin llamar la atención de individuos molestos.
Hacía unos pocos días que se había trasladado a vivir con Yalinca y, al menos de momento, no había tenido demasiados problemas. Ella no se metía en su vida, del mismo modo que él no se inmiscuía en la de ella. Además, todavía no había tenido que librarla de ningún cliente molesto, por lo que el trato estaban siendo todo ventajas para él.
Aquella noche estaría en el burdel trabajando hasta el amanecer, así que tenía libertad para moverse por la ciudad sin problemas. Odiaba sentirse encerrado cuando la luna estaba tan llena.
Las calles estaban casi desiertas a aquellas horas y él se movía con sigilo entre las sombras, oculto a la vista de los demás. Vestía con ropas sencillas y gastadas, así que ningún ratero se interesaba por él o por lo que pudiera llevar en la bolsa. Y bien que hacían, porque en noches como aquella no solía reprimir sus instintos más salvajes y brutales. No le importaría desgarrar la garganta del imbécil que se metiera en su camino.
Cuando llegó a una de las calles principales el viento cambió de repente y llevó hasta el olor de algo muerto. Algo muerto que se movía, andaba y respiraba. En un acto instintivo se le erizó el vello y mostró los colmillos al aire. Se guió por su olfato hasta llegar a la catedral de Nôtre Dame, justo a tiempo de ver cómo alguien entraba en el templo. Apenas reconoció la sombra de un vestido oscuro, pero decidió acercarse. Ni siquiera sabía por qué lo hacía, normalmente no se acercaba a los vampiros a no ser que fuera necesario. Pero la imagen escena le sorprendía. ¿Qué hacía una sanguijuela entrando en un recinto sagrado? Siempre había oído que los temían.
En unas pocas y silenciosas zancadas llegó a la puerta abierta de la catedral y desde allí, oculto entre las sombras del pórtico observó lo que hacía la intrusa. Vio cómo se acercaba a una de las velas y se quedaba mirándola embobada. Joris sentía curiosidad, así que no la interrumpió, sólo observó, pero con un ojo atento al exterior. Si aparecían más chupasangres quería ser el primero en darse cuenta y desaparecer de allí.
Hacía unos pocos días que se había trasladado a vivir con Yalinca y, al menos de momento, no había tenido demasiados problemas. Ella no se metía en su vida, del mismo modo que él no se inmiscuía en la de ella. Además, todavía no había tenido que librarla de ningún cliente molesto, por lo que el trato estaban siendo todo ventajas para él.
Aquella noche estaría en el burdel trabajando hasta el amanecer, así que tenía libertad para moverse por la ciudad sin problemas. Odiaba sentirse encerrado cuando la luna estaba tan llena.
Las calles estaban casi desiertas a aquellas horas y él se movía con sigilo entre las sombras, oculto a la vista de los demás. Vestía con ropas sencillas y gastadas, así que ningún ratero se interesaba por él o por lo que pudiera llevar en la bolsa. Y bien que hacían, porque en noches como aquella no solía reprimir sus instintos más salvajes y brutales. No le importaría desgarrar la garganta del imbécil que se metiera en su camino.
Cuando llegó a una de las calles principales el viento cambió de repente y llevó hasta el olor de algo muerto. Algo muerto que se movía, andaba y respiraba. En un acto instintivo se le erizó el vello y mostró los colmillos al aire. Se guió por su olfato hasta llegar a la catedral de Nôtre Dame, justo a tiempo de ver cómo alguien entraba en el templo. Apenas reconoció la sombra de un vestido oscuro, pero decidió acercarse. Ni siquiera sabía por qué lo hacía, normalmente no se acercaba a los vampiros a no ser que fuera necesario. Pero la imagen escena le sorprendía. ¿Qué hacía una sanguijuela entrando en un recinto sagrado? Siempre había oído que los temían.
En unas pocas y silenciosas zancadas llegó a la puerta abierta de la catedral y desde allí, oculto entre las sombras del pórtico observó lo que hacía la intrusa. Vio cómo se acercaba a una de las velas y se quedaba mirándola embobada. Joris sentía curiosidad, así que no la interrumpió, sólo observó, pero con un ojo atento al exterior. Si aparecían más chupasangres quería ser el primero en darse cuenta y desaparecer de allí.
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 18/09/2011
Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
No lo entendía, en realidad ni ella misma entendía el por que de que fuera a aquel lugar para hablar con alguien que no existía, que era una fantasía de los hombres. Una invención para explicar el mundo que los rodeaba. O quizás si entendía sus razones y simplemente no quería reconocerlas, pues eso seria reconocer que poseía un punto débil. Y ella no debía ser débil. Jamás.
El creer en Dios significa que creía en la condenación de las almas, y si era así, ella ya debía saber de sobra que la suya tenia un lugar reservado en el infierno. Ningún vampiro iba al cielo exactamente por ser eso. Vampiro. Asesino.
Y ella era un asesina, por que mataba para alimentarse y se alimentaba para sobrevivir, arrebatándole la vida a otras personas.
Una lagrima surco su mejilla. Solitaria y fría.
Recordaba el por que nunca iba a aquel lugar. Siempre acababa con remordimientos en su muerto corazón y eso le influía dolor, un dolor que no se apagaba de ninguna manera, salvo quizás con su muerte.
Pero ella no deseaba morir. Deseaba seguir “viva” para ver el mundo del futuro, los cambios que los humanos lograrían. Todo lo importante que en su vida humana jamás hubiese logrado ver por ser tan corta. ¿Quizás eso era lo único bueno de la inmortalidad? Si, Candy estaba absolutamente segura de ello.
Sus pensamientos reflexivos se vieron interrumpidos cuando un aroma llego a su desarrollado olfato. Un aroma que no correspondía al de un humano o vampiro. Otra criatura. Otro intruso en aquel lugar a parte de ella.
Suspiro y paso la llama de sus dedos por la cera derretida de la vela.
-¿Quién anda ahí?-pregunto en voz alta, pero intentando no romper el silencio que reinaba en aquel lugar “sagrado”-Ando en soledad y no soy luchadora, por lo que si estas en busca de pelea, te has topado con la persona equivocada-comento como si nada, alejándose de la vela y continuando con su andar entre estas, admirando la belleza del interior de la catedral.
Ella no deseaba tener un enfrentamiento en aquel lugar, menos en aquel momento. Aun tenia asuntos que tratar con Dios-aunque sabia que era un burdo intento de expiar sus culpas- y no le gustaba la idea de tener a un entrometido escuchando como se lamentaba de su vida eterna que le había tocado vivir.
El creer en Dios significa que creía en la condenación de las almas, y si era así, ella ya debía saber de sobra que la suya tenia un lugar reservado en el infierno. Ningún vampiro iba al cielo exactamente por ser eso. Vampiro. Asesino.
Y ella era un asesina, por que mataba para alimentarse y se alimentaba para sobrevivir, arrebatándole la vida a otras personas.
Una lagrima surco su mejilla. Solitaria y fría.
Recordaba el por que nunca iba a aquel lugar. Siempre acababa con remordimientos en su muerto corazón y eso le influía dolor, un dolor que no se apagaba de ninguna manera, salvo quizás con su muerte.
Pero ella no deseaba morir. Deseaba seguir “viva” para ver el mundo del futuro, los cambios que los humanos lograrían. Todo lo importante que en su vida humana jamás hubiese logrado ver por ser tan corta. ¿Quizás eso era lo único bueno de la inmortalidad? Si, Candy estaba absolutamente segura de ello.
Sus pensamientos reflexivos se vieron interrumpidos cuando un aroma llego a su desarrollado olfato. Un aroma que no correspondía al de un humano o vampiro. Otra criatura. Otro intruso en aquel lugar a parte de ella.
Suspiro y paso la llama de sus dedos por la cera derretida de la vela.
-¿Quién anda ahí?-pregunto en voz alta, pero intentando no romper el silencio que reinaba en aquel lugar “sagrado”-Ando en soledad y no soy luchadora, por lo que si estas en busca de pelea, te has topado con la persona equivocada-comento como si nada, alejándose de la vela y continuando con su andar entre estas, admirando la belleza del interior de la catedral.
Ella no deseaba tener un enfrentamiento en aquel lugar, menos en aquel momento. Aun tenia asuntos que tratar con Dios-aunque sabia que era un burdo intento de expiar sus culpas- y no le gustaba la idea de tener a un entrometido escuchando como se lamentaba de su vida eterna que le había tocado vivir.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/09/2011
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
¿Qué ocurría allí? No parecía que fuera a llegar nadie más. Casi diría que, simplemente, estaba en la catedral, rezando a altas horas de la noche. Como cualquier creyente más. Joris sonrió para sí, burlón. Nunca se había imaginado que se encontraría una escena como aquella. ¿Una sanguijuela que rezaba al Dios que los había maldecido? Estuvo a punto de romper a reír a carcajadas antes la ironía de la situación. Así que, como no parecía andar tramando nada malo ni querer meterse en problemas, Joris se giró para marcharse. Le hubiera gustado seguir allí, pero era una tontería, seguramente no iba a sacar nada de la muerta.
Levantó el pie para dar el primer paso que le alejaría cuando oyó una voz que le llamaba, imperiosa.
Aquella era la situación más extraña que había vivido en mucho tiempo. El licántropo sonrió aún más, todavía oculto. Alguien que afirmaba que no quería luchar, que sólo quería estar sola… Maravilloso, aquello era simplemente maravilloso; la naturaleza podía ser bondadosa cuando le plantaba aquél tipo de situación en bandeja. Al final tal vez podría divertirse.
Se giró y dio un paso para salir a la luz de las velas que ardían en el interior del templo. Pudo observar aún más a la muerta; parecía hermosa, como si tuviera una luz en su interior que le hacía más bella que cualquier mortal. Algo común en aquellas sanguijuelas, que para vivir eternamente se alimentaban de la sangre de los humanos. No es que le molestara, al fin y al cabo los humanos sólo eran comida. Pero todo aquello le parecía tan anti-natural, tan extraño. Al fin y al cabo todos morían tarde o temprano, ya fuera de viejo, cazando o por alguna enfermedad. No importaba lo fuerte que fueras ni lo mucho que vivieras, al final la vida seguía su ciclo natural. Pero no, ellos no. Ellos rompían con él.
Joris dio otro paso para que pudiera verle por completo. Vestía con unos calzones de tela oscura y una camisa blanca, remendada, sucia y desgastada por el paso del tiempo; tanto que el blanco se había convertido en gris hacía ya mucho tiempo. Llevaba los pies, peludos y llenos de durezas, descalzos. En noches como aquellas le gustaba sentir el tacto de la roca contra la piel.
-¿Desde cuándo alguien de tu clase anda en soledad?-preguntó con un tono burlón -. ¿Acaso has venido a alimentarte de algún monaguillo o sacerdote?-ya sabía la respuesta: no había olido a nadie más en el templo-. ¿O estás aquí para suplicar a algún Dios bondadoso que perdone los pecados que cometes contra él?
Dio un último paso. Los separaban casi una docena de metros. No apartó la mirada de los ojos del vampiro. Quería saber qué reacción tenía en ella sus palabras.
Levantó el pie para dar el primer paso que le alejaría cuando oyó una voz que le llamaba, imperiosa.
Aquella era la situación más extraña que había vivido en mucho tiempo. El licántropo sonrió aún más, todavía oculto. Alguien que afirmaba que no quería luchar, que sólo quería estar sola… Maravilloso, aquello era simplemente maravilloso; la naturaleza podía ser bondadosa cuando le plantaba aquél tipo de situación en bandeja. Al final tal vez podría divertirse.
Se giró y dio un paso para salir a la luz de las velas que ardían en el interior del templo. Pudo observar aún más a la muerta; parecía hermosa, como si tuviera una luz en su interior que le hacía más bella que cualquier mortal. Algo común en aquellas sanguijuelas, que para vivir eternamente se alimentaban de la sangre de los humanos. No es que le molestara, al fin y al cabo los humanos sólo eran comida. Pero todo aquello le parecía tan anti-natural, tan extraño. Al fin y al cabo todos morían tarde o temprano, ya fuera de viejo, cazando o por alguna enfermedad. No importaba lo fuerte que fueras ni lo mucho que vivieras, al final la vida seguía su ciclo natural. Pero no, ellos no. Ellos rompían con él.
Joris dio otro paso para que pudiera verle por completo. Vestía con unos calzones de tela oscura y una camisa blanca, remendada, sucia y desgastada por el paso del tiempo; tanto que el blanco se había convertido en gris hacía ya mucho tiempo. Llevaba los pies, peludos y llenos de durezas, descalzos. En noches como aquellas le gustaba sentir el tacto de la roca contra la piel.
-¿Desde cuándo alguien de tu clase anda en soledad?-preguntó con un tono burlón -. ¿Acaso has venido a alimentarte de algún monaguillo o sacerdote?-ya sabía la respuesta: no había olido a nadie más en el templo-. ¿O estás aquí para suplicar a algún Dios bondadoso que perdone los pecados que cometes contra él?
Dio un último paso. Los separaban casi una docena de metros. No apartó la mirada de los ojos del vampiro. Quería saber qué reacción tenía en ella sus palabras.
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 18/09/2011
Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Su cabello castaño se iluminaba con una tonalidad dorada, mientras que sus ojos azules brillaban con una extraña llama en ellos. Su piel parecía ruborizada en las mejillas y esto le daba cierto aspecto de humanidad, aunque ella sabia que todo era una simple ilusión creada por el escaso juego de luces de las velas a su alrededor.
Se sentía humana en aquel lugar. Sin sentirse un ser extraño en comparación con aquellos que iban a aquel lugar a meditar, o a rezar. A pedir perdón por sus pecados que-en comparación con los suyos no eran nada-les atormentaban el alma. A ella le atormentaba el haber desaparecido de la vida de su abuela, su única familia.
Haberse tenido que ir de repente sin poder dar una explicación del por que de su marcha. Ni una carta. Ni un simple adiós en la lejanía.
Nada.
Su falda se arrastraba por el suelo, perdiéndose el color con la oscuridad que reinaba y haciéndola casi invisible cuando paseaba por los lugares carente de luz alguna, pero no le importaba. Se había acostumbrado a estar en la sombra. Sola. En la oscuridad.
Quizás había sido eso lo que la había empujado a hablar a la oscuridad, al ser que se escondía en ella para verla-a saber con cuales propósitos-y a aclararle que ella no deseaba tener ninguna disputa con nadie. Sin importar la raza. Sin importarle nada. Ella ya no se interesaba en esas cosas.
Poco lograba captar su atención. Su trabajo, era lo único que la mantenía entretenida. Los paseos en la noche y sola lograba que no se aburriera en su hogar pero nada mas.
Nada mas le importaba. Nada ni nadie.
La joven miro de reojo todo a su alrededor, en busca del intruso que había dentro de la catedral. Una sombra logro captar su atención pero enseguida la olvido para centrarse en el altar enfrente de ella.¿Por qué todo el mundo hacia culto a un Dios que creaba seres demoniacos como ella? No lo entendía, escapaba a su entendimiento esa forma de pensar tan extraña pero tampoco era algo que le quitase el sueño. Solo tocaba un poco su fibra curiosa.
La joven se giro, fijando sus ojos en la figura que se dejaba ver y que le mostraba que, el dueño de aquella voz que le hablaba con tanta altanería era un hombre, de aspecto humilde pero que en sus ojos parecía ocultar un rastro… salvaje.
El rostro de Candy era pura piedra. Ningún sentimiento se dejaba entrever en su rostro, en su mirada. Nada. Como si careciera de sentimientos, algo que era verdad.
-Soledad. Siempre estoy en soledad-dijo con voz monótona, como si la conversación careciera de sentido para ella-No existe un Dios bondadoso, solo uno masoquista. No pido perdón por mis pecados, pues solo he pecado al haberme transformado en esto, extraño ser-contesto a su segunda pregunta evadiendo la primera mientras daba media vuelta y seguía caminando entre las velas con paso calmado.
Parecía que nada le importaba y tanto su rostro como su expresión corporal mostraba eso mismo. Que no sentía absolutamente nada.
Se sentía humana en aquel lugar. Sin sentirse un ser extraño en comparación con aquellos que iban a aquel lugar a meditar, o a rezar. A pedir perdón por sus pecados que-en comparación con los suyos no eran nada-les atormentaban el alma. A ella le atormentaba el haber desaparecido de la vida de su abuela, su única familia.
Haberse tenido que ir de repente sin poder dar una explicación del por que de su marcha. Ni una carta. Ni un simple adiós en la lejanía.
Nada.
Su falda se arrastraba por el suelo, perdiéndose el color con la oscuridad que reinaba y haciéndola casi invisible cuando paseaba por los lugares carente de luz alguna, pero no le importaba. Se había acostumbrado a estar en la sombra. Sola. En la oscuridad.
Quizás había sido eso lo que la había empujado a hablar a la oscuridad, al ser que se escondía en ella para verla-a saber con cuales propósitos-y a aclararle que ella no deseaba tener ninguna disputa con nadie. Sin importar la raza. Sin importarle nada. Ella ya no se interesaba en esas cosas.
Poco lograba captar su atención. Su trabajo, era lo único que la mantenía entretenida. Los paseos en la noche y sola lograba que no se aburriera en su hogar pero nada mas.
Nada mas le importaba. Nada ni nadie.
La joven miro de reojo todo a su alrededor, en busca del intruso que había dentro de la catedral. Una sombra logro captar su atención pero enseguida la olvido para centrarse en el altar enfrente de ella.¿Por qué todo el mundo hacia culto a un Dios que creaba seres demoniacos como ella? No lo entendía, escapaba a su entendimiento esa forma de pensar tan extraña pero tampoco era algo que le quitase el sueño. Solo tocaba un poco su fibra curiosa.
La joven se giro, fijando sus ojos en la figura que se dejaba ver y que le mostraba que, el dueño de aquella voz que le hablaba con tanta altanería era un hombre, de aspecto humilde pero que en sus ojos parecía ocultar un rastro… salvaje.
El rostro de Candy era pura piedra. Ningún sentimiento se dejaba entrever en su rostro, en su mirada. Nada. Como si careciera de sentimientos, algo que era verdad.
-Soledad. Siempre estoy en soledad-dijo con voz monótona, como si la conversación careciera de sentido para ella-No existe un Dios bondadoso, solo uno masoquista. No pido perdón por mis pecados, pues solo he pecado al haberme transformado en esto, extraño ser-contesto a su segunda pregunta evadiendo la primera mientras daba media vuelta y seguía caminando entre las velas con paso calmado.
Parecía que nada le importaba y tanto su rostro como su expresión corporal mostraba eso mismo. Que no sentía absolutamente nada.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/09/2011
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Joris casi se tomó como un insulto el que le diera la espalda y se mostrara tan fría, pero logró reprimir sus impulsos más primarios. Algo que no era demasiado fácil cuando la luna estaba casi llena. Dio un paso más para acercarse a la muerta. A pesar de las sombras ahora podía ver mejor a su interlocutora. Parecía bastante joven, una mujer que apenas dejaba de ser una niña. Pero Joris sabía que aquella apariencia era engañosa. Había oído hablar de vampiros que vivían durante milenios y que habían visto alzarse y caer imperios. Para los que la vida de los hombres no era más que un bostezo entre los siglos.
Se preguntó cuál sería su auténtica edad y cuántas cosas habría visto antes de llegar a París. Sabía que los de su clase eran peligrosos y que los había muy poderosos. Pero la sangre le hervía gracias al poder de la luna y sentía que la fuerza le inundaba, que era más poderoso que nadie. Casi invencible. Lo que solía significar que en noches como aquellas era proclive a hacer estupideces. Como provocar a una vampira desconocida, por ejemplo.
Dio otro paso más. Su piel desnuda apenas producía ruido al pisar sobre el suelo de piedra y mármol de la catedral. Las llamas de las velas danzaban, arrojando una débil luz.
-¿Soledad? ¿No te quedan los fantasmas de los muertos, sanguijuela?-preguntó, con un tono altivo, mezcla de burla y acusación. Todo aquello era una estupidez, lo sabía. Pero nunca había tenido una ocasión como aquella. Normalmente los vampiros que había conocido eran más belicosos-. No, tienes razón, ningún Dios bondadoso permitiría que ocurriera el mal que invade la tierra, eso es algo que aprendí hace tiempo. Quizás a Dios le divierta que engendros salidos de cualquier infierno destruyan su creación. Que los lobos vistan la piel del rebaño para matarlos y que los muertos caminen entre los vivos.
Dudó antes de dar un último paso. Había algo en aquella mujer que le empujaba a acercarse. Se preguntó si sería algún tipo de trampa; pero no prestó demasiada atención a aquella idea.
-¿Extraño ser? Hace tiempo que no me llaman así…-rió, mostrando su blanca dentadura. Los colmillos habían crecido y los dientes se habían afilado. El vello del rostro era más frondoso aquella noche de lo habitual-. Sí, desde luego no soy el más común de los mortales… Pero no busco la soledad. ¿Qué haces aquí?-quiso saber, ésta vez demostrando una genuina curiosidad-. Siempre había oído que los tuyos repudiaban de iglesias y templos…
Se preguntó cuál sería su auténtica edad y cuántas cosas habría visto antes de llegar a París. Sabía que los de su clase eran peligrosos y que los había muy poderosos. Pero la sangre le hervía gracias al poder de la luna y sentía que la fuerza le inundaba, que era más poderoso que nadie. Casi invencible. Lo que solía significar que en noches como aquellas era proclive a hacer estupideces. Como provocar a una vampira desconocida, por ejemplo.
Dio otro paso más. Su piel desnuda apenas producía ruido al pisar sobre el suelo de piedra y mármol de la catedral. Las llamas de las velas danzaban, arrojando una débil luz.
-¿Soledad? ¿No te quedan los fantasmas de los muertos, sanguijuela?-preguntó, con un tono altivo, mezcla de burla y acusación. Todo aquello era una estupidez, lo sabía. Pero nunca había tenido una ocasión como aquella. Normalmente los vampiros que había conocido eran más belicosos-. No, tienes razón, ningún Dios bondadoso permitiría que ocurriera el mal que invade la tierra, eso es algo que aprendí hace tiempo. Quizás a Dios le divierta que engendros salidos de cualquier infierno destruyan su creación. Que los lobos vistan la piel del rebaño para matarlos y que los muertos caminen entre los vivos.
Dudó antes de dar un último paso. Había algo en aquella mujer que le empujaba a acercarse. Se preguntó si sería algún tipo de trampa; pero no prestó demasiada atención a aquella idea.
-¿Extraño ser? Hace tiempo que no me llaman así…-rió, mostrando su blanca dentadura. Los colmillos habían crecido y los dientes se habían afilado. El vello del rostro era más frondoso aquella noche de lo habitual-. Sí, desde luego no soy el más común de los mortales… Pero no busco la soledad. ¿Qué haces aquí?-quiso saber, ésta vez demostrando una genuina curiosidad-. Siempre había oído que los tuyos repudiaban de iglesias y templos…
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 18/09/2011
Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Darle la espalda era algo que se suponía que no debería hacer, era como darle una situación perfecta a un enemigo de tomarla por sorpresa pero no le importaba. Jamás le importaba nada. Su muerte….bueno, se suponía que había muerto décadas atrás por lo que morir o no ya no le importaba.
Además, no se sentía amenazada. Siempre podía salir corriendo o esconderse en caso de ser atacada por aquel extraño. No le importaba quedar como una cobarde. Ella no era de esos vampiros que gustaban en pelear con otros seres solo para saber si eran mas fuertes o no. Ni siquiera peleaba cuando sentía su vida en peligro solo…corria.
¿Cobardía? Ella prefería llamarlo instinto de supervivencia.
Se detuvo delante del altar, a unos pocos metros y miro la cruz. Sentía una revolución de sentimientos contradictorios en su interior. ¿Sentimientos? Mas bien, ilusiones de aquellos sentimientos que alguna vez logro tener en su vida mortal. Rencor, odio, desden, paz, soledad, debilidad y por ultimo….oscuridad, aquella de la que se decían que nacían los vampiros. Los muertos.
Ciento dos años de vida y en aquellos momentos experimentaba una ilusión de sentimientos en su muerto y frío corazón. Increíble.
-Las almas siempre se van. No soy buena compañía-murmuro mientras pasaba una mano por el altar, con delicadeza. Sus zapatos de tacón apenas y si hacían un leve sonido al chocar contra el suelo del lugar, rompiendo el silencio-Entonces eres un lobo. Jamás había tenido la oportunidad de toparme con uno en mi existencia, corta pero larga en igual medida. Se me hace extraño ver a un chucho dentro de una catedral.
Se giro, quedando de frente al chico y bajo del altar caminando hacia la figura masculina. Despues de todo, no creía poder hablar con Dios aquella noche ya que había sido interrumpida, por lo que lo único que le quedaba por hacer era el salir a pasear y buscar algún entretenimiento que pudiese aligerar el peso de la soledad de sus hombros.
¿Cena? No, se había alimentado hacia relativamente poco y no tenia hambre. ¿Quizás otro tipo de placer? No descartaba esa posibilidad.
Se detuvo a unos metros de su “acompañante” notando los cambios notorios en su rostro, que era una extraña mezcla de humano y bestia. Sonrío.
-Entonces lamento el hecho de hacerte recordar el pasado-dijo con voz suave, como el susurro del viento. Ella era hermosa, al igual que todos los de su especie, pero en aquellos momentos lo único que quería era olvidar exactamente eso. Que pertenecía a otra especie.-¿Repudiada? Bueno…digamos que tenia que hablar con Dios, pero parece que hoy no se encuentra en casa.-comento con un leve tono sarcástico en su voz-¿Y que es lo que atrae a un lobo a la casa de Dios?
La situación era un tanto...graciosa.Eso era algo que ella no podía pasar por alto. ¿Un chupasangre y un lobo entablando una conversación? Sin duda, algo inusual, aunque no estaba del todo segura de que aquel encuentro y ese intercambio de ideas fuera una conversación solo... una coincidencia.
Además, no se sentía amenazada. Siempre podía salir corriendo o esconderse en caso de ser atacada por aquel extraño. No le importaba quedar como una cobarde. Ella no era de esos vampiros que gustaban en pelear con otros seres solo para saber si eran mas fuertes o no. Ni siquiera peleaba cuando sentía su vida en peligro solo…corria.
¿Cobardía? Ella prefería llamarlo instinto de supervivencia.
Se detuvo delante del altar, a unos pocos metros y miro la cruz. Sentía una revolución de sentimientos contradictorios en su interior. ¿Sentimientos? Mas bien, ilusiones de aquellos sentimientos que alguna vez logro tener en su vida mortal. Rencor, odio, desden, paz, soledad, debilidad y por ultimo….oscuridad, aquella de la que se decían que nacían los vampiros. Los muertos.
Ciento dos años de vida y en aquellos momentos experimentaba una ilusión de sentimientos en su muerto y frío corazón. Increíble.
-Las almas siempre se van. No soy buena compañía-murmuro mientras pasaba una mano por el altar, con delicadeza. Sus zapatos de tacón apenas y si hacían un leve sonido al chocar contra el suelo del lugar, rompiendo el silencio-Entonces eres un lobo. Jamás había tenido la oportunidad de toparme con uno en mi existencia, corta pero larga en igual medida. Se me hace extraño ver a un chucho dentro de una catedral.
Se giro, quedando de frente al chico y bajo del altar caminando hacia la figura masculina. Despues de todo, no creía poder hablar con Dios aquella noche ya que había sido interrumpida, por lo que lo único que le quedaba por hacer era el salir a pasear y buscar algún entretenimiento que pudiese aligerar el peso de la soledad de sus hombros.
¿Cena? No, se había alimentado hacia relativamente poco y no tenia hambre. ¿Quizás otro tipo de placer? No descartaba esa posibilidad.
Se detuvo a unos metros de su “acompañante” notando los cambios notorios en su rostro, que era una extraña mezcla de humano y bestia. Sonrío.
-Entonces lamento el hecho de hacerte recordar el pasado-dijo con voz suave, como el susurro del viento. Ella era hermosa, al igual que todos los de su especie, pero en aquellos momentos lo único que quería era olvidar exactamente eso. Que pertenecía a otra especie.-¿Repudiada? Bueno…digamos que tenia que hablar con Dios, pero parece que hoy no se encuentra en casa.-comento con un leve tono sarcástico en su voz-¿Y que es lo que atrae a un lobo a la casa de Dios?
La situación era un tanto...graciosa.Eso era algo que ella no podía pasar por alto. ¿Un chupasangre y un lobo entablando una conversación? Sin duda, algo inusual, aunque no estaba del todo segura de que aquel encuentro y ese intercambio de ideas fuera una conversación solo... una coincidencia.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Joris no dejó de sonreír cuando oyó que le llamaba chucho. Ni de mostrar unos colmillos afilados y amenazadores. De vez en cuando movía el cuello para desentumecerlo, ya que tenía casi todos los músculos en tensión. Parecía que la vampira había dejado lo que fuera que estuviera haciendo y le prestaba toda la atención al él.
La observó bajar de altar. Sus fosas nasales se dilataron y pudo percibir el perfume, el incienso y el olor a flores. Pero también, debajo de todos ellos olfateaba lo viejo, lo muerto y lo antinatural. Joris la miraba a los ojos, mezcla de desafío y burla, con aquél tono altanero que no borraba de su rostro.
-Tranquila, no me molesta recordar otros tiempos. No me arrepiento de mi vida ni de mi pasado. Cuando un lobo mata a un ciervo para alimentarse no llora ni pide perdón. No voy a ser menos, ¿no crees?-respondió-. Deberías haber avisado con antelación, así no te hubiera dejado plantada-respondió al sarcasmo de ella con el suyo propio.
Tardó un rato en responder a la última pregunta. La verdad es que ni siquiera estaba seguro de qué hacía allí. Se lo pensó tanto tiempo que parecía haber obviado la pregunta, hasta que por fin respondió:
-El viento me trajo tú olor y decidí ir a echar un vistazo, sin más. Lo que me lleva de nuevo a la pregunta de qué hacía una muerta en una iglesia. Llámalo curiosidad si quieres. Ahora tengo una respuesta.
Y… ya está. Joris no tenía más que decir. Se preguntó si ella respondería o si se marcharía de allí, sin más. En cualquier caso el licántropo no iba a ser tan estúpido como para darle la espalda a cualquier sanguijuela. Se quedó plantado donde estaba, se rascó la nariz de forma bastante soez y se metió la mano en el bolsillo.
La observó bajar de altar. Sus fosas nasales se dilataron y pudo percibir el perfume, el incienso y el olor a flores. Pero también, debajo de todos ellos olfateaba lo viejo, lo muerto y lo antinatural. Joris la miraba a los ojos, mezcla de desafío y burla, con aquél tono altanero que no borraba de su rostro.
-Tranquila, no me molesta recordar otros tiempos. No me arrepiento de mi vida ni de mi pasado. Cuando un lobo mata a un ciervo para alimentarse no llora ni pide perdón. No voy a ser menos, ¿no crees?-respondió-. Deberías haber avisado con antelación, así no te hubiera dejado plantada-respondió al sarcasmo de ella con el suyo propio.
Tardó un rato en responder a la última pregunta. La verdad es que ni siquiera estaba seguro de qué hacía allí. Se lo pensó tanto tiempo que parecía haber obviado la pregunta, hasta que por fin respondió:
-El viento me trajo tú olor y decidí ir a echar un vistazo, sin más. Lo que me lleva de nuevo a la pregunta de qué hacía una muerta en una iglesia. Llámalo curiosidad si quieres. Ahora tengo una respuesta.
Y… ya está. Joris no tenía más que decir. Se preguntó si ella respondería o si se marcharía de allí, sin más. En cualquier caso el licántropo no iba a ser tan estúpido como para darle la espalda a cualquier sanguijuela. Se quedó plantado donde estaba, se rascó la nariz de forma bastante soez y se metió la mano en el bolsillo.
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Levanto una ceja al ver la sonrisa en el rostro de aquel lobo. Era extraño el ver como reaccionaba de una forma tan extraña incluso después de haberlo llamado chucho, aunque ella no era la mas capacitada para decirlo. Ella ni siquiera levantaba la mirada de lo que hacia cuando la llamaban sanguijuela o chupasangre. Su ceja volvió a su lugar, mostrando su cara fría que siempre mantenía imperturbable.
Sus labios rojos dejaron escapar una sonrisa que ni ella misma sabría definir bien si era una sonrisa irónica o natural.
Le hacia “gracia” la respuesta que había recibido a su comentario sarcástico, no dudando en mostrarlo con una nueva mirada que lo evaluaba de arriba abajo. Sin tener en cuenta sus colmillos y el toque de bestia que tenia su rostro, parecía un simple humano que había ido a la iglesia a rezar.
Pero ella también parecía mortal y era exactamente lo contrario.
-No importa, al fin de cuentas, solo tenia insultos para el-acida. Su voz había salido acida y llena de cierto rencor, incomprensible ya que ella no creía en Dios pero igualmente… era una manera de poder culpar a alguien de sus desgracias-Y ya que no esta, creo que mejor debería irme ya. Nada me retiene en este lugar tan… lúgubre.
La joven miraba a su alrededor, intentando grabar en su mente hasta el mas mínimo detalle de la arquitectura de aquel lugar que, siendo ella sincera con ella misma, era una de las mejores que había visto en su vida.
Casi olvidando por completo que había hecho una pregunta a su “acompañante”, empezó a caminar directamente hacia la puerta de la catedral que aun se mantenía entre abierta, pasando al lado del hombre sin siquiera dedicarle una mirada. Como si solamente fuera una estatua.
Lo había pasado ya por un par de pasos cuando escucho su respuesta.
¿Curiosidad? ¡Ja! Eso era nuevo.
-Debo entonces suponer que le debe ser demasiado extraño el ver a una… muerta en la casa de Dios.-comento, encogiéndose de hombros-Creí que era bastante normal. Parece que me equivoque.
Volvió sobre sus pasos y se detuvo delante del joven, a la distancia normal que habría entre dos conocidos que hablan animadamente. Lo miro a los ojos y sonrío de nuevo.
-Espero que la curiosidad que lo empujo a venir hasta aquí, le ahiga servido de algo.-susurro, inclinando la cabeza antes de volver a caminar rumbo a la salida-Candy Al-Fahaeled, monsieur.Un placer.
Sus labios rojos dejaron escapar una sonrisa que ni ella misma sabría definir bien si era una sonrisa irónica o natural.
Le hacia “gracia” la respuesta que había recibido a su comentario sarcástico, no dudando en mostrarlo con una nueva mirada que lo evaluaba de arriba abajo. Sin tener en cuenta sus colmillos y el toque de bestia que tenia su rostro, parecía un simple humano que había ido a la iglesia a rezar.
Pero ella también parecía mortal y era exactamente lo contrario.
-No importa, al fin de cuentas, solo tenia insultos para el-acida. Su voz había salido acida y llena de cierto rencor, incomprensible ya que ella no creía en Dios pero igualmente… era una manera de poder culpar a alguien de sus desgracias-Y ya que no esta, creo que mejor debería irme ya. Nada me retiene en este lugar tan… lúgubre.
La joven miraba a su alrededor, intentando grabar en su mente hasta el mas mínimo detalle de la arquitectura de aquel lugar que, siendo ella sincera con ella misma, era una de las mejores que había visto en su vida.
Casi olvidando por completo que había hecho una pregunta a su “acompañante”, empezó a caminar directamente hacia la puerta de la catedral que aun se mantenía entre abierta, pasando al lado del hombre sin siquiera dedicarle una mirada. Como si solamente fuera una estatua.
Lo había pasado ya por un par de pasos cuando escucho su respuesta.
¿Curiosidad? ¡Ja! Eso era nuevo.
-Debo entonces suponer que le debe ser demasiado extraño el ver a una… muerta en la casa de Dios.-comento, encogiéndose de hombros-Creí que era bastante normal. Parece que me equivoque.
Volvió sobre sus pasos y se detuvo delante del joven, a la distancia normal que habría entre dos conocidos que hablan animadamente. Lo miro a los ojos y sonrío de nuevo.
-Espero que la curiosidad que lo empujo a venir hasta aquí, le ahiga servido de algo.-susurro, inclinando la cabeza antes de volver a caminar rumbo a la salida-Candy Al-Fahaeled, monsieur.Un placer.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Al darle la espalda para dirigirse hacia la puerta se fijó mejor en su figura. Durante un momento se la imaginó sin un vestido encima; se preguntó si su cuerpo sería tan esbelto y delicado como aparentaba a pesar de todas aquellas telas. ¿Se retorcería y gemiría de placer con un hombre entre sus piernas? Joris tenía la costumbre de imaginarse así a todas las mujeres hermosas que veía. No iba a cambiar tradiciones porque la mujer en concreto fuera un cadáver andante y que se alimentaba de sangre… De acuerdo, dicho así la verdad es que sonaba extraño. Pero tenía que admitir que siempre se había preguntado lo mismo. Los vampiros, una vez muertos, ¿tenían las mismas necesidades que un hombre o una mujer? Hasta aquél momento nadie le había sabido dar una respuesta. Y no había sido tan estúpido para preguntarle a ningún chupasangres a la cara por sus intereses sexuales.
De todos modos aquellos pensamientos desaparecieron cuando se giró y se acercó a él para contestarle. El licántropo oyó su respuesta y no tardó en darle la suya:
-A la mayoría de vampiros que conozco los he visto por primera vez en una aldea, arrancando las cabezas de los niños para beber la sangre fresca que mana a borbotones. El último lugar donde espero encontrarme a uno es en una iglesia, tratando de hablar con Dios-explicó Joris. No había demasiada acusación en su voz, sólo explicaba lo que había visto y el por qué de todo aquello-. Puede que en París los tuyos vengan a diario por aquí, pero ésta ha sido la primera vez que veo tal… milagro.
Silencio de nuevo durante unos segundos. Aquello parecía una despedida:
-Joris Toulalan. Y no soy ningún “monsieur”-respondió, caminando también hacia la puerta. Odiaba todas aquellas formalidades de las ciudades-. Y si ha sido un placer o no ya lo dirá el tiempo…
De todos modos aquellos pensamientos desaparecieron cuando se giró y se acercó a él para contestarle. El licántropo oyó su respuesta y no tardó en darle la suya:
-A la mayoría de vampiros que conozco los he visto por primera vez en una aldea, arrancando las cabezas de los niños para beber la sangre fresca que mana a borbotones. El último lugar donde espero encontrarme a uno es en una iglesia, tratando de hablar con Dios-explicó Joris. No había demasiada acusación en su voz, sólo explicaba lo que había visto y el por qué de todo aquello-. Puede que en París los tuyos vengan a diario por aquí, pero ésta ha sido la primera vez que veo tal… milagro.
Silencio de nuevo durante unos segundos. Aquello parecía una despedida:
-Joris Toulalan. Y no soy ningún “monsieur”-respondió, caminando también hacia la puerta. Odiaba todas aquellas formalidades de las ciudades-. Y si ha sido un placer o no ya lo dirá el tiempo…
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Su plan para aquella noche se había visto...truncado, por lo que se veía en la necesidad de encontrar otro entretenimiento. ¿Cual? Ni ella lo sabia, pero esperaba que, para el ultimo de los casos, el burdel estuviese abierto para ella. No era de ir a aquellos sitios tan... ¿indecentes? Pero no era partidaria del aburrimiento y en el fondo-muy en el fondo- seguía siendo una joven de hormonas revolucionadas que deseaba experimentar todos los aspectos del mundo. Buenos y malos. Incluyendo la vida del burdel.
Tampoco era como si se fuera a encontrar con el entretenimiento perfecto nada mas salir de la catedral. Eso seria algo del todo improbable y aun cuando ocurriese, no quería arriesgarse a acabar en alguna situación comprometida.
Aquella noche quería disfrutar, no matar.
-No se como sean los míos de aquí, pero si se que, por lo que, soy la primera de mi raza en entrar en este lugar tan...-miro a su alrededor e intento encontrar una palabra que describiese aquel lugar-Bueno... tan extraño.-finalizo, diciéndose a si misma que era el nombre mas acertado para aquel lugar.
Pensando la joven que era la despedida-sobretodo por que no había ningun tema de conversacion que un licantropo y un vampiro pudiesen tener en común-solo pudo hacer una leve inclinacion de cabeza al escuchar su nombre, en señal de respeto aun cuando el mismo le habia dicho que no era un monsieur.
-Lamento decir, que asi lo llamare ya que no es usted un conocido o....amigo-finalizo, quizas por el simple placer de llevar la contraria a otra "persona"-Tiempo...no me fiaria de el, suele ser muy...inestable.Algunas veces lento, otras.... demasiado rapido.
Inspiro aire y suspiro, relajando sus hombros tensos. El olor del incienso y de las velas lograba hacerla olvidar todo pensamiento de su siempre tensa cabeza.
Detuvo su andar, cuando una pregunta surco su mente y se giro para quedar de cara a Joris, pues no pensaba quedarse con la duda.
-Una pregunta, monsieur Toulalan-comento, con voz dulce y amable, inusual en ella-¿Sabes de la existencia de mas de tu raza aquí en París?
Tampoco era como si se fuera a encontrar con el entretenimiento perfecto nada mas salir de la catedral. Eso seria algo del todo improbable y aun cuando ocurriese, no quería arriesgarse a acabar en alguna situación comprometida.
Aquella noche quería disfrutar, no matar.
-No se como sean los míos de aquí, pero si se que, por lo que, soy la primera de mi raza en entrar en este lugar tan...-miro a su alrededor e intento encontrar una palabra que describiese aquel lugar-Bueno... tan extraño.-finalizo, diciéndose a si misma que era el nombre mas acertado para aquel lugar.
Pensando la joven que era la despedida-sobretodo por que no había ningun tema de conversacion que un licantropo y un vampiro pudiesen tener en común-solo pudo hacer una leve inclinacion de cabeza al escuchar su nombre, en señal de respeto aun cuando el mismo le habia dicho que no era un monsieur.
-Lamento decir, que asi lo llamare ya que no es usted un conocido o....amigo-finalizo, quizas por el simple placer de llevar la contraria a otra "persona"-Tiempo...no me fiaria de el, suele ser muy...inestable.Algunas veces lento, otras.... demasiado rapido.
Inspiro aire y suspiro, relajando sus hombros tensos. El olor del incienso y de las velas lograba hacerla olvidar todo pensamiento de su siempre tensa cabeza.
Detuvo su andar, cuando una pregunta surco su mente y se giro para quedar de cara a Joris, pues no pensaba quedarse con la duda.
-Una pregunta, monsieur Toulalan-comento, con voz dulce y amable, inusual en ella-¿Sabes de la existencia de mas de tu raza aquí en París?
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
-¿Hace falta que sea un conocido para que no me llames “monsieur”? –dijo, en un tono mucho más serio. Escupió al suelo, mostrando su repudio por aquél término-. Llámame como quieras, pero sin tonterías de humanos. Claro, nadie mejor que tú puede hablar de cómo de largo puede ser el tiempo…
La vio alejarse de nuevo. Cuando estuvo lo bastante alejada empezó a dirigirse hacia la puerta, pensando que todo aquello había terminado por fin. Se le hacía raro y casi lamentaba que se estuviera yendo hacia la puerta, pero al menos así tenía la ocasión de volver a ver desde aquella posición. Se preguntó qué pasaría si le agarraba el trasero. Seguro que era respingón, firme y turgente ¿Seguiría siendo tan calmada y reacia a algún enfrentamiento si lo hacía? La idea le rondó por la cabeza durante un buen rato hasta que Candy, que así afirmaba llamarse (¿de dónde sería aquél apellido?), se giró para hacerle otra pregunta.
La verdad es que le sorprendió. ¿Qué le importaba a ella? Enseguida sospechó de todo aquello. No tenía por qué decirle nada a ella, y menos de sus hermanos… Aunque Joris podía ser el ser más cruel, canalla y despreciable cuando se lo proponía nunca traicionaría a los de su raza.
-Sé que los hay…-dijo, dubitativo-. Pero no he conocido todavía a ninguno…-en el fondo le había dicho toda la verdad, aún no se había topado con ningún otro licántropo; o al menos no le había reconocido-. ¿Es que quieres conocer a otros como yo?-preguntó, volviendo a usar aquél tono burlón de antes.
Dio un par de pasos hacia Candy para reducir las distancias.
-Pues me temo que no hay ningún otro lobo como yo...-no dejaba de hablar ni de sonreír, mostrando sus colmillos. Dio otro paso hacia Candy-. ¿Qué buscas de los míos?
La vio alejarse de nuevo. Cuando estuvo lo bastante alejada empezó a dirigirse hacia la puerta, pensando que todo aquello había terminado por fin. Se le hacía raro y casi lamentaba que se estuviera yendo hacia la puerta, pero al menos así tenía la ocasión de volver a ver desde aquella posición. Se preguntó qué pasaría si le agarraba el trasero. Seguro que era respingón, firme y turgente ¿Seguiría siendo tan calmada y reacia a algún enfrentamiento si lo hacía? La idea le rondó por la cabeza durante un buen rato hasta que Candy, que así afirmaba llamarse (¿de dónde sería aquél apellido?), se giró para hacerle otra pregunta.
La verdad es que le sorprendió. ¿Qué le importaba a ella? Enseguida sospechó de todo aquello. No tenía por qué decirle nada a ella, y menos de sus hermanos… Aunque Joris podía ser el ser más cruel, canalla y despreciable cuando se lo proponía nunca traicionaría a los de su raza.
-Sé que los hay…-dijo, dubitativo-. Pero no he conocido todavía a ninguno…-en el fondo le había dicho toda la verdad, aún no se había topado con ningún otro licántropo; o al menos no le había reconocido-. ¿Es que quieres conocer a otros como yo?-preguntó, volviendo a usar aquél tono burlón de antes.
Dio un par de pasos hacia Candy para reducir las distancias.
-Pues me temo que no hay ningún otro lobo como yo...-no dejaba de hablar ni de sonreír, mostrando sus colmillos. Dio otro paso hacia Candy-. ¿Qué buscas de los míos?
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
-Bueno, podria llamarte chucho o perro pero me parece mas respetuose monsieur, ademas...-sonrio ampliamente con genuina dulzura-Es divertido hacer enfadar a las personas, es una buena manera de saber que tanta paciencia tienen-respondio aun sonriente.
Hizo caso omiso de su comentario acerca de cuanto conocia ella el tiempo y se concentro en centrar su atención en el silencio que reinaba en el lugar. Le era extraño el ver la catedral de Notre Dame tan vacia, incluso siendo de noche y aquellas horas tan tardias, siempre había creido que alguien-algun monaguillo o quizas el cura-vigilaba la catedral por completo para evitar que los ladrones entrasen dentro del lugar a robar, aunque dudaba seriamente de que hubiese algo de valor alli dentro.
Mientras se alejaba, jugaba con la cuerda de su corpiño, que a su parecer estaba demasiado apretado aunque ello no le importase. Queria sentir el frío en la piel, por ello todos sus trajes eran livianos, sencillos, parecidos a los de las cortesanas que vendian sus cuerpos por la calle, pero con cierta calidad superior. Colores oscuros, negro, borgoña....colores que le recordaran a la oscuridad. Largas faldas, que la dejaban libre para poder correr si así lo necesitaba.
Jugaba con su corpiño, preguntandose que se sentiria al ponerse uno de esos glamurosos trajes de alta clase o de la realeza, o aquellos que eran mas sencillos que los suyos y que pertenecian a aquellas mujeres de clases mas bajas que la suya.
Soltó su cordon y suspiro. Preguntas estupidas en momentos poco adecuados para tenerlos.
Cuando pregunto sobre el resto de su raza, solo sentia curiosidad.¿Con cuantos de esos licantropos se habria podido topar en la calle y no reconocerlo? Podria ser incluso que algun conocido u amigo-en este ultimo grupo lo dudaba seriamente-hubiese alguno de esa raza.¿Le molestaba? No en realidad, solo sentia curiosidad, por que le habia tocado la vena curiosa.
Suspiro al escucharlo responder su pregunta. Sus ojos clavados en el techo del lugar-No, solo quiero saber por si algun conocido mio es uno de los tuyos.Seria algo extraño-comento con voz aburrida.Su pregunta habia sido respondida, pero no como ella queria, aunque tampoco era una pregunta de la que dependiera su vida por completo.
Sonrió al ver como avanzaba y no se aparto, solo se mantuvo firme en su lugar mirándolo directamente a los ojos, con los suyos azules.
-¿Buscar?-pregunto en voz alta, posando su dedo indice en su barbilla como si pensara-Nada, aunque me cuestiono bastante sobre eso de que no ahi otro lobo como tu.
Hizo caso omiso de su comentario acerca de cuanto conocia ella el tiempo y se concentro en centrar su atención en el silencio que reinaba en el lugar. Le era extraño el ver la catedral de Notre Dame tan vacia, incluso siendo de noche y aquellas horas tan tardias, siempre había creido que alguien-algun monaguillo o quizas el cura-vigilaba la catedral por completo para evitar que los ladrones entrasen dentro del lugar a robar, aunque dudaba seriamente de que hubiese algo de valor alli dentro.
Mientras se alejaba, jugaba con la cuerda de su corpiño, que a su parecer estaba demasiado apretado aunque ello no le importase. Queria sentir el frío en la piel, por ello todos sus trajes eran livianos, sencillos, parecidos a los de las cortesanas que vendian sus cuerpos por la calle, pero con cierta calidad superior. Colores oscuros, negro, borgoña....colores que le recordaran a la oscuridad. Largas faldas, que la dejaban libre para poder correr si así lo necesitaba.
Jugaba con su corpiño, preguntandose que se sentiria al ponerse uno de esos glamurosos trajes de alta clase o de la realeza, o aquellos que eran mas sencillos que los suyos y que pertenecian a aquellas mujeres de clases mas bajas que la suya.
Soltó su cordon y suspiro. Preguntas estupidas en momentos poco adecuados para tenerlos.
Cuando pregunto sobre el resto de su raza, solo sentia curiosidad.¿Con cuantos de esos licantropos se habria podido topar en la calle y no reconocerlo? Podria ser incluso que algun conocido u amigo-en este ultimo grupo lo dudaba seriamente-hubiese alguno de esa raza.¿Le molestaba? No en realidad, solo sentia curiosidad, por que le habia tocado la vena curiosa.
Suspiro al escucharlo responder su pregunta. Sus ojos clavados en el techo del lugar-No, solo quiero saber por si algun conocido mio es uno de los tuyos.Seria algo extraño-comento con voz aburrida.Su pregunta habia sido respondida, pero no como ella queria, aunque tampoco era una pregunta de la que dependiera su vida por completo.
Sonrió al ver como avanzaba y no se aparto, solo se mantuvo firme en su lugar mirándolo directamente a los ojos, con los suyos azules.
-¿Buscar?-pregunto en voz alta, posando su dedo indice en su barbilla como si pensara-Nada, aunque me cuestiono bastante sobre eso de que no ahi otro lobo como tu.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Joris obvió lo que decía de los chuchos. O al menos no dijo nada en aquél momento, sólo hizo como que ignoraba el comentario. Porque si se hubiera dejado llevar posiblemente la habría abofeteado con todas sus fuerzas.
Sin embargo sí que prestó atención a lo que decía. Se encogió de hombros y no apartó la vista de su rostro.
-¿Desaparecen durante la luna llena? ¿Tienen colmillos?-preguntó, señalándose los suyos propios-. ¿Se convierten en lobos enormes llenos de furia, rabia e ira homicida? ¿No? Entonces tranquila, no conoces a ningún otro hombre lobo-le explicó-. Además, no creo que ninguno se hubiera quedado demasiado callado sabiendo lo que tú eres… Y, créeme, cualquiera de los míos olería a varias millas cuál es tu verdadera naturaleza.
Casi había logrado olvidar todo aquello del chucho y tal, pero cuando dijo aquella última frase hubo algo en su interior que terminó de arder. Lanzó una última sonrisa en la que se mostraban todos sus colmillos (cualquiera que lo viera juraría que habían crecido un poco). Dio un paso más para pegarse casi por completo a Candy y con un movimiento rápido, casi imperceptible a los ojos de los mortales cogió a la vampira por la muñeca y la levantó. La apretó con fuerza, aunque no tanto para hacerle un daño irreparable. La empujó contra una de las paredes más próximas de la catedral, de forma que no pudiera huir.
Sólo unos pocos centímetros separaban sus rostros. Podía ver cada uno de los poros, las imperfecciones o los lunares de la nívea y suave piel de Candy. Si hubiera querido podría haberle lamido la cara. Su rostro era una mueca de furia, y parecía estar haciendo serios esfuerzos para contenerse. El sonido que salió de sus labios tenía más de gruñido de bestia que de voz de hombre:
-No te confundas, niña. No soy ningún chucho. Ni hay nadie más como yo-apartó un poco el rostro para dar una dentellada al aire, amenazador. Un gruñido salió de su garganta. Sus ojos se habían convertido en un destello amarillo brillante-. Así que ten cuidado con lo que dices…
Terminó de pegar su cuerpo al de ella, esperando una respuesta. Dependiendo de lo que le dijera se separaría o, en cambio…
Sin embargo sí que prestó atención a lo que decía. Se encogió de hombros y no apartó la vista de su rostro.
-¿Desaparecen durante la luna llena? ¿Tienen colmillos?-preguntó, señalándose los suyos propios-. ¿Se convierten en lobos enormes llenos de furia, rabia e ira homicida? ¿No? Entonces tranquila, no conoces a ningún otro hombre lobo-le explicó-. Además, no creo que ninguno se hubiera quedado demasiado callado sabiendo lo que tú eres… Y, créeme, cualquiera de los míos olería a varias millas cuál es tu verdadera naturaleza.
Casi había logrado olvidar todo aquello del chucho y tal, pero cuando dijo aquella última frase hubo algo en su interior que terminó de arder. Lanzó una última sonrisa en la que se mostraban todos sus colmillos (cualquiera que lo viera juraría que habían crecido un poco). Dio un paso más para pegarse casi por completo a Candy y con un movimiento rápido, casi imperceptible a los ojos de los mortales cogió a la vampira por la muñeca y la levantó. La apretó con fuerza, aunque no tanto para hacerle un daño irreparable. La empujó contra una de las paredes más próximas de la catedral, de forma que no pudiera huir.
Sólo unos pocos centímetros separaban sus rostros. Podía ver cada uno de los poros, las imperfecciones o los lunares de la nívea y suave piel de Candy. Si hubiera querido podría haberle lamido la cara. Su rostro era una mueca de furia, y parecía estar haciendo serios esfuerzos para contenerse. El sonido que salió de sus labios tenía más de gruñido de bestia que de voz de hombre:
-No te confundas, niña. No soy ningún chucho. Ni hay nadie más como yo-apartó un poco el rostro para dar una dentellada al aire, amenazador. Un gruñido salió de su garganta. Sus ojos se habían convertido en un destello amarillo brillante-. Así que ten cuidado con lo que dices…
Terminó de pegar su cuerpo al de ella, esperando una respuesta. Dependiendo de lo que le dijera se separaría o, en cambio…
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Temeraria.Sus comentarios y su forma de actuar hacían saltar su alarma interior, aquella que sonaba cuando se comportaba de forma temeraria en algún momento de su existencia. Y en aquel momento, se estaba volviendo loca de tanto sonar y no ser escuchada.
Candy evitaba prestar atención al sonido interno de su alarma concentrándose en el lugar donde estaba, en el por que de haber ido allí, de quien se había encontrado y la conversación "civilizada" que mantenía con su acompañante.
-No que yo sepa, mis conocidos creo que están en su hora de trabajo todas las noches.-comento en tono bromista.Ella sabia la respuesta: no conocía a ningún licantropo ya que el aroma de quien tenia delante no era para nada conocido para ella. Frunció el ceño-No se si sentirme alagada por su comentario, o por si el contrario, insultado.
La joven estaba dispuesta a irse, nada la retenía allí. Había hecho su pregunta y esta había sido contestada por lo que ya podía dar media vuelta y salir de aquel lugar.Estaba a punto de dar media vuelta cuando la sonrisa surco el rostro de Joris, logrando que ella mirase fijamente sus colmillos, los cuales noto ligeramente mas grandes aunque estaba segura de que solo era un efecto visual. O eso quería creer.
La joven noto como avanzaba un paso y estuvo tentada a dar un paso hacia atrás, su instinto de supervivencia le decia que saliera corriendo de allí lo mas rápido posible, pero parecía que este estaba fallando, pues en un movimiento que sus ojos no pudo captar-por el hecho de estar buscando un lugar por donde escapar-su muñeca se encontraba atrapada entre las manos de aquel ser, y ella, completamente pegada contra una de las frías y duras paredes de la catedral.
Y ademas con Joris demasiado cerca para su gusto.
-Suéltame-prácticamente ordeno con voz firme.
Una seca carcajada salio de sus labios.¿Niña? Se notaba que la confundía con otra persona. Quizás con otros de su raza fuera una niña, pero estaba segura que en comparación con el, ya podía ser considerada una anciana, aunque no le gustase el termino.
-¿O sino que?-le pregunto,altiva-¿Que es lo que le vas a hacer a esta "niña"?-desafió, fijando sus ojos en los del hombre delante de ella, sin preocuparle el hecho de que la distancia era escasa.
Al fin encontraba algo divertido en aquella ciudad.
Candy evitaba prestar atención al sonido interno de su alarma concentrándose en el lugar donde estaba, en el por que de haber ido allí, de quien se había encontrado y la conversación "civilizada" que mantenía con su acompañante.
-No que yo sepa, mis conocidos creo que están en su hora de trabajo todas las noches.-comento en tono bromista.Ella sabia la respuesta: no conocía a ningún licantropo ya que el aroma de quien tenia delante no era para nada conocido para ella. Frunció el ceño-No se si sentirme alagada por su comentario, o por si el contrario, insultado.
La joven estaba dispuesta a irse, nada la retenía allí. Había hecho su pregunta y esta había sido contestada por lo que ya podía dar media vuelta y salir de aquel lugar.Estaba a punto de dar media vuelta cuando la sonrisa surco el rostro de Joris, logrando que ella mirase fijamente sus colmillos, los cuales noto ligeramente mas grandes aunque estaba segura de que solo era un efecto visual. O eso quería creer.
La joven noto como avanzaba un paso y estuvo tentada a dar un paso hacia atrás, su instinto de supervivencia le decia que saliera corriendo de allí lo mas rápido posible, pero parecía que este estaba fallando, pues en un movimiento que sus ojos no pudo captar-por el hecho de estar buscando un lugar por donde escapar-su muñeca se encontraba atrapada entre las manos de aquel ser, y ella, completamente pegada contra una de las frías y duras paredes de la catedral.
Y ademas con Joris demasiado cerca para su gusto.
-Suéltame-prácticamente ordeno con voz firme.
Una seca carcajada salio de sus labios.¿Niña? Se notaba que la confundía con otra persona. Quizás con otros de su raza fuera una niña, pero estaba segura que en comparación con el, ya podía ser considerada una anciana, aunque no le gustase el termino.
-¿O sino que?-le pregunto,altiva-¿Que es lo que le vas a hacer a esta "niña"?-desafió, fijando sus ojos en los del hombre delante de ella, sin preocuparle el hecho de que la distancia era escasa.
Al fin encontraba algo divertido en aquella ciudad.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/09/2011
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
-No me des órdenes…-dijo mientras apretaba con más fuerza la muñeca de de Candy-. Ni intentes jugar conmigo…-acercó sus colmillos al cuello del vampiro y acarició su piel con ellos-. Podría cortarte ese cuello y lanzar tu cabeza a la plaza del mercado…
Joris se separó un palmo de ella pero sin soltarle la muñeca, a la que seguía apretando con la misma fuerza. Desenfundó el cuchillo de carnicero que llevaba cruzado en el cinturón a la altura de los riñones y oculto entre los pliegues de las ropas. Le mostró la hoja afilada a escasos centímetros de los ojos.
-No importa que seas una muerta que anda. Ni siquiera vosotros podéis vivir sin una cabeza-dijo antes de rugir por enésima vez. Acercó la hoja hasta el cuello de Candy y le acarició la piel con la punta del cuchillo-. Ten cuidado con quién hablas y nunca, nunca vuelvas a llamarme chucho…-presionó un poco más el filo de metal contra el cuello-. O no me lo pensaré dos veces…
El filo del cuchillo descendió por el cuello hasta llegar al escote. Bajó un segundo los ojos, encantado con la visión, pero los volvió a subir pronto, no fuera a cogerle por sorpresa con algún contra-ataque o algo así. Miró a los ojos otra vez a Candy, lanzó un último gruñido amenazador y soltó la muñeca del vampiro. Dio un par de pasos atrás, dejando espacio entre ambos y guardó el cuchillo en su sitio, casi invisible de nuevo para cualquiera que no le cacheara.
-¿Has entendido el mensaje o no?-preguntó-. Si quieres puedo ser más… persuasivo.
Joris se separó un palmo de ella pero sin soltarle la muñeca, a la que seguía apretando con la misma fuerza. Desenfundó el cuchillo de carnicero que llevaba cruzado en el cinturón a la altura de los riñones y oculto entre los pliegues de las ropas. Le mostró la hoja afilada a escasos centímetros de los ojos.
-No importa que seas una muerta que anda. Ni siquiera vosotros podéis vivir sin una cabeza-dijo antes de rugir por enésima vez. Acercó la hoja hasta el cuello de Candy y le acarició la piel con la punta del cuchillo-. Ten cuidado con quién hablas y nunca, nunca vuelvas a llamarme chucho…-presionó un poco más el filo de metal contra el cuello-. O no me lo pensaré dos veces…
El filo del cuchillo descendió por el cuello hasta llegar al escote. Bajó un segundo los ojos, encantado con la visión, pero los volvió a subir pronto, no fuera a cogerle por sorpresa con algún contra-ataque o algo así. Miró a los ojos otra vez a Candy, lanzó un último gruñido amenazador y soltó la muñeca del vampiro. Dio un par de pasos atrás, dejando espacio entre ambos y guardó el cuchillo en su sitio, casi invisible de nuevo para cualquiera que no le cacheara.
-¿Has entendido el mensaje o no?-preguntó-. Si quieres puedo ser más… persuasivo.
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 18/09/2011
Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
Callo, escuchando con atención las palabras que salian de los labios de Joris, sin apartar su mirada de los ojos de el en ningun instante.No iba a dejarle ver miedo en ella. Ni siquiera lo sentia.¿Morir? Era algo que durante decadas habia deseado, pero que, por falta de voluntad no habia logrado llevar a cabo con exito.
-No sabes el favor que me harias...-murmuro mientras sentia los colmillos del licantropo en su cuello-Te lo agradeceria toda la eternidad...
La realidad era que ella esperaba ese momento, el momento en el que algún otro-por el motivo que fuera-acabaria matandola, cumpliendole su deseo de morir y dejar su alma descansar en paz de una buena vez despues de tantas decadas.Por lo que cuando vio el cuchillo que Joris tenia guardado en alguna parte de su ropa, no pudo mas que sonreir.
Parecia que el haber ido a la iglesia le había servido para algo. Su deseo, su sueño, su anhelo mas profundo se iba a hacer realidad.
¿Cuantas personas sueñan con morir? Ninguna,la mayoria se concentraban en buscar la forma de alargar su vida lo maximo posible pero, cuando te das cuenta de que tienens toda la eternidad para estar sola, la muerte es como un sueño inalcanzable. Al igual que la mortalidad perdida.
-Chucho-dijo, con una sonrisa en sus labios-¿No te has fijado? No temo morir, incluso eso es lo que mas deseo-su sonrisa se ensancho mas y por primera vez en mucho tiempo, salio sincera-Ahi alguien en el mas alla a quien quiero ver desde hace mucho tiempo....
Sentir como el frio filo del cuchillo acariciaba su piel logro que un escalofrio paseara por su cuerpo, y se detuviese a la misma vez que el cuchillo el cual se habia detenido en...¿su escote?
Bufo, todos los hombres eran iguales.Pervertidos que solo pensaban en una cosa sin importar la raza, la edad o el hecho de estar vivos o muertos. Siempre tenian el mismo pensamiento en su cabeza.
Bufo de nuevo y sus ojos se abrieron de la sorpresa ante el hecho de sentir como la presion en su mano disminuia hasta tenerla libre, y al licantropo un par de pasos separada de ella.
¿Acaso no la iba a matar? Al menos esa era la sensacion que le habia dado hacia tan solo unos segundos.
Lo miro incredula y despues sonrio cinicamente al escuchar su ultimo comentario.
-¿Sabe, mosieur?-pregunto, colocandose bien la falda y el resto del traje-No soy mujer de atacar ordenes si no me dan una buena razon para hacerlo y, dejeme decirle, amenazarme con matarme no es una-finaliza, cruzandose de brazos bajo el pecho y mirandolo a los ojos retadoramente.
Hacia demasiado tiempo que no se lo pasaba tan bien.
-No sabes el favor que me harias...-murmuro mientras sentia los colmillos del licantropo en su cuello-Te lo agradeceria toda la eternidad...
La realidad era que ella esperaba ese momento, el momento en el que algún otro-por el motivo que fuera-acabaria matandola, cumpliendole su deseo de morir y dejar su alma descansar en paz de una buena vez despues de tantas decadas.Por lo que cuando vio el cuchillo que Joris tenia guardado en alguna parte de su ropa, no pudo mas que sonreir.
Parecia que el haber ido a la iglesia le había servido para algo. Su deseo, su sueño, su anhelo mas profundo se iba a hacer realidad.
¿Cuantas personas sueñan con morir? Ninguna,la mayoria se concentraban en buscar la forma de alargar su vida lo maximo posible pero, cuando te das cuenta de que tienens toda la eternidad para estar sola, la muerte es como un sueño inalcanzable. Al igual que la mortalidad perdida.
-Chucho-dijo, con una sonrisa en sus labios-¿No te has fijado? No temo morir, incluso eso es lo que mas deseo-su sonrisa se ensancho mas y por primera vez en mucho tiempo, salio sincera-Ahi alguien en el mas alla a quien quiero ver desde hace mucho tiempo....
Sentir como el frio filo del cuchillo acariciaba su piel logro que un escalofrio paseara por su cuerpo, y se detuviese a la misma vez que el cuchillo el cual se habia detenido en...¿su escote?
Bufo, todos los hombres eran iguales.Pervertidos que solo pensaban en una cosa sin importar la raza, la edad o el hecho de estar vivos o muertos. Siempre tenian el mismo pensamiento en su cabeza.
Bufo de nuevo y sus ojos se abrieron de la sorpresa ante el hecho de sentir como la presion en su mano disminuia hasta tenerla libre, y al licantropo un par de pasos separada de ella.
¿Acaso no la iba a matar? Al menos esa era la sensacion que le habia dado hacia tan solo unos segundos.
Lo miro incredula y despues sonrio cinicamente al escuchar su ultimo comentario.
-¿Sabe, mosieur?-pregunto, colocandose bien la falda y el resto del traje-No soy mujer de atacar ordenes si no me dan una buena razon para hacerlo y, dejeme decirle, amenazarme con matarme no es una-finaliza, cruzandose de brazos bajo el pecho y mirandolo a los ojos retadoramente.
Hacia demasiado tiempo que no se lo pasaba tan bien.
Candy Al-Fahaeled- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Paz interior? {Priv-Joris}
¿Sinceramente? Estuvo a punto de partirle la cara allí mismo. Apretó el puño y rechino los dientes, que habían vuelto a dar la sensación de crecer y afilarse más aún. Si hubiera habido una luna llena ya se habría convertido en un lobo negro y enorme. Se habría abalanzado sobre Candy y habría desgarrado su cuerpo con las garras y los colmillos.
Pero la luna no estaba hinchada del todo, así que no podía dejar que la rabia le inundara y pasara a la piel de lobo. Pero no por ello dejó de mostrar los dientes y de gruñir mientras oía hablar a Candy. Notaba como le temblaban los hombros y ni siqueira comprendía por qué no caía sobre ella aunque fuera bajo su forma humana.
Pero aquello olía mal. ¿Qué clase de estúpida le amenazaría de forma tan abierta? No había olido a ninguna otra persona por allí cerca, pero había oído de brujos, demonios y vampiros que podían ocultar su presencia. Tal vez sólo fueran leyendas y rumores… Pero estaba dispuesto a creer en todo aquello después de ocho años cambiando de piel bajo la luna llena. Quería destriparla, sí. Pero su parte racional le pedía calma.
-Si lo que quieres es morir-dijo con una voz que no parecía la tuya-. Quédate en la puerta hasta que amanezca, estúpida-le costaba vocalizar, incluso decir palabras coherentes. Joris dio un par de pasos atrás hacia la puerta, de modo que hubiera el suficiente espacio entre las dos criaturas-. Ya te he advertido, monstruo. No tientes a tu suerte o cumpliré tus deseos y sólo quedarán cenizas de ti ésta noche…
Todos los músculos del licántropo estaban tensos, listos para saltar hacia Candy. Había espacio entre ambos para poder atacarla de forma eficaz, todo puños y dientes. Por supuesto que en aquél estado no era ni la mitad de peligroso que cuando caminaba sobre sus cuatro patas. Además, la sanguijuela sería posiblemente más fuerte que él. Pero la rabia le inundaba y lo teñía todo de rojo.
Pero la luna no estaba hinchada del todo, así que no podía dejar que la rabia le inundara y pasara a la piel de lobo. Pero no por ello dejó de mostrar los dientes y de gruñir mientras oía hablar a Candy. Notaba como le temblaban los hombros y ni siqueira comprendía por qué no caía sobre ella aunque fuera bajo su forma humana.
Pero aquello olía mal. ¿Qué clase de estúpida le amenazaría de forma tan abierta? No había olido a ninguna otra persona por allí cerca, pero había oído de brujos, demonios y vampiros que podían ocultar su presencia. Tal vez sólo fueran leyendas y rumores… Pero estaba dispuesto a creer en todo aquello después de ocho años cambiando de piel bajo la luna llena. Quería destriparla, sí. Pero su parte racional le pedía calma.
-Si lo que quieres es morir-dijo con una voz que no parecía la tuya-. Quédate en la puerta hasta que amanezca, estúpida-le costaba vocalizar, incluso decir palabras coherentes. Joris dio un par de pasos atrás hacia la puerta, de modo que hubiera el suficiente espacio entre las dos criaturas-. Ya te he advertido, monstruo. No tientes a tu suerte o cumpliré tus deseos y sólo quedarán cenizas de ti ésta noche…
Todos los músculos del licántropo estaban tensos, listos para saltar hacia Candy. Había espacio entre ambos para poder atacarla de forma eficaz, todo puños y dientes. Por supuesto que en aquél estado no era ni la mitad de peligroso que cuando caminaba sobre sus cuatro patas. Además, la sanguijuela sería posiblemente más fuerte que él. Pero la rabia le inundaba y lo teñía todo de rojo.
Joris Toulalan- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 18/09/2011
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